Shingeki no kyojin no me pertenece, ya ni siquiera mi vida me pertenece.

Me disculpo por mi tardanza en actualizar, en noviembre no tuve cabeza y diciembre fue el mes más pesado de trabajo, aparte de que inicié a subir otro fic –un multipairing-, pero no se preocupen, será mucho más pequeño que este.

Agradezco a Odette Vilandra que me ayudó a escribir una escena de maquillaje –lo hizo luego de que yo la reescribiera dos veces y no quedara satisfecha al betearme-.

Subí a mi página Diosa de la Muerte la imagen del vestido de Nifa. Una imagen de Nanaba y Mike. También me equivoqué de nueva cuenta, subí una imagen de Klaus directa del manga porque no es quien pensaba –un personaje menos atractivo de lo que pensaba que realmente era-.


MALOS RATOS Y MÁS FIESTA


Anka le indicó a Hanji que era el momento de pasar mesa por mesa a recoger los regalos, y a tomarse fotografías con los invitados en sus lugares, incluso hubo algunas fotografías en el jardín. Tanto individuales como de algunos asistentes que quisieron aparecer junto a la festejada en el jardín –la fuente, la banca, y junto a una escultura-. Los primeros que tuvieron esta idea habían sido los adolescentes de la mesa de Serguei Jaeger.

—Será genial tomarnos una foto allá —Decía Zeke— Pero antes ten tus regalos.

—Son muchos —Dijo Hanji. En total recibió el de Graciela, el de Zeke, el de Klaus, y uno comprado por Flagon y Sayram.

—Es algo barato —Explicaba Sayram— Pero Flagon y yo te lo damos de corazón.

—No debieron molestarse —Pensó Hanji apenada.

—No te preocupes, te aseguro que no fue caro.

Y mientras Hanji estaba en sus propios asuntos, Levi le pidió a Mike que le acompañara para hablar.

Los primeros segundos a Farlan no le inmutó que sus amigos se alejaran, pero como si de un foco se tratara, su cerebro se prendió.

¿De qué cosa tenía que hablar Levi que era incapaz de decirlo allí mismo?

De cualquier otro adolescente podría haber pensado que le pediría ayuda para alguna sorpresa, pero Levi no era esa clase de chico, y en todo caso se habría dirigido a él.

Sin tiempo que perder, decidió voltear al punto al que Levi y Mike se habían ido.

Levi decía algo y Mike parecía responderle, pero lo que le preocupó, fue ver que las venas se estaban marcando en la frente del más bajo.

En el pasado, Mike había sido lo suficientemente fuerte como para tomar a Levi de las axilas e impedir que se lanzara contra Zeke, pero no por eso Farlan iba a quedarse calmado ante la posibilidad de que ahora su amigo abalanzara contra el altísimo rubio. Decidió ir a intervenir.

Erwin había estado distraído conversando con Shadis, pero al ver a Farlan, reparar en dónde se dirigía, y notar la aparente molestia de Levi, decidió disculparse con el otro docente para también acercarse.

—Disculpa, pero, no comprendo —Fue lo que Farlan alcanzó a escuchar a punto de llegar.

—¿Qué es lo que no comprendes —Espetó Levi con bastante acidez en su voz.

—Percibo con mi nariz que estás molesto, pero no entiendo por qué.

Erwin en ese momento alcanzó a llegar.

—¿Sucede algo? —Preguntó el docente, aparentando calma, aunque bien notaba la tensión en el ambiente.

—Mike se quitó la camisa —Explicó Levi con simpleza. Fue la sencilla explicación.

Farlan y Erwin entendieron en seguida.

—¿Pero por qué estás molesto? —Inquirió el otro.

—Levi —Llamó Erwin, con suavidad— No fue su intención molestarte.

—Es lo que he tratado de decir —Agregó Mike, feliz de que alguien hubiera hablado por él ya que no se le daba bien escoger las palabras— No fue mi intención molestarte, y aun así quisiera entender qué pasó.

—Está molesto porque Hanji se te quedó viendo —Explicó Farlan.

—Sigo sin entender —Dijo el más alto, para frustración del más bajo.

—Son celos de "hermano mayor" —Dijo Erwin— Como cuando tú te sentiste molesto de que Nanaba y Nifa se le quedaron viendo a Levi cuando se quitó la camisa en Shiganshina.

Mike recordó el momento, cuando para nadar en la playa, Levi se había desnudado el torno, y mientras Isabel le ponía bloqueador, sus amigas de años se le quedaban viendo.

Nifa era coqueta y ojo-alegre, y Mike no le juzgaba, solo le preocupaba que esto algún día pudiera traerle problemas. Por su parte, a Nanaba nunca le había visto actuar así más que con él, y se sintió molesto de que se estuviera fijando en otro.

No se pudo contener en pedirle explicaciones cuando estuvieron a solas.

—¿Por qué te le quedaste viendo a Levi cuando se quitó la camisa?

—Me sorprendió la cantidad de cicatrices que tenía —Contestó, agradeciendo internamente que al menos las secuelas que su padre le había dejado luego de años de golpizas, no fueran visibles, sino que solo tenía cicatrices en el alma.

El que Nifa se le quedara viendo a Levi no le había causado el mismo sentir que Nanaba. Y por la explicación de Erwin supuso que por Nanaba había sentido esos "celos de hermano", después de todo habían sido amigos desde siempre.

Él se le había acercado cuando eran muy niños, y con la inocencia de sus seis años, no tuvo tapujos en decirle que olía muy bonito. Nanaba con simpleza le había dicho que no estaba usando perfume. Y él fue incapaz de explicarle, que su nariz era tan buena percibiendo aromas, que incluso captaba el sutil olor corporal en las personas.

Diez años después seguía sin conocer a nadie que oliera mejor que Nanaba. Nadie que le aparentara esa misma fragilidad que le hacía querer protegerla. Lo mismo sintió cuando supo que Nanaba le tenía miedo a su padre sin motivo aparente –desconocía que era golpeada-, lo supo por el aroma de terror que ella despedía en ocasiones, aunque ella quiso negar temerle, su nariz no había fallado.

La veía frágil, aunque ella no quisiera ser protegida, aunque mostrara una gran determinación desde que había decidido ponerle un alto a las golpizas que le daba su padre. Aun cuando Nanaba tuviera la osadía de contestar las agresiones verbales incluso a los hombres, aun así Mike sentiría ganas de darle un golpe al atrevido.

Desde la fiesta de dieciséis años de Hanji, Mike supondría que en su mente se sentía como un "hermano mayor" de Nanaba. Él no tenía hermanos ni hermanas, así que creería obvio que después de tantos años de convivencia, Nanaba le inspirara ese sentimiento.

Mucho tiempo faltaba, para que entendiera, que sus sentimientos eran más complejos que los de un "hermano mayor".

Así que, creyendo que Levi estaba sintiendo lo mismo que él había sentido en Shiganshina y con la misma intensidad, se sintió apenado. Era un sentir atroz. La sangre hervía y daban ganas de repartir golpes y romperlo todo. No le hacía gracia haber causado un sentir igual en un amigo, ni siquiera le hacía sentir mejor el haberlo hecho sin querer.

—Ya entendí tu molestia —Dijo Mike— No fue mi intención que Hanji se me quedara viendo, y lamento haberte hecho sentir así —Le dijo con sinceridad, levantando la mano, como ofreciéndosela.

Levi vio la mano, vio la calma y sobre todo su transparencia. Mike no había querido molestarlo, no había entendido el porqué de su molestia, pero ahora que lo entendía se disculpaba.

No podía seguir molesto con él. No cuando ya se había disculpado con franqueza. Levi estrechó la mano ofrecida, y fue cuando Farlan y Erwin soltaron el aire que no sabían que estaban conteniendo.

Los de la mesa de honor también se tomaron fotografías con la cumpleañera, tanto en la mesa como en el jardín. Incluso Keith Shadis apareció al lado de la adolescente en una imagen, mientras Erwin quedaba al otro lado.

Cuando regresaron adentro los meseros habían comenzado a servir los platillos. Aunque la mayoría de adolescentes ingirieron solo la mitad para irse a la pista de baile.

La cumpleañera quiso quedarse en la mesa. Aun cuando no conversara con Keith Shadis, quería quedarse cerca de él.

—Vamos, Hanji. Ven a bailar —Le dijo Isabel.

—No tengo ganas, ve sin mí.

—Ni creas que te vas a quedar allí sentada —Fue la declaración de Nifa— No viajé durante horas para verte aburrida en tu propia fiesta —Le tomó un brazo y comenzó a hacer fuerza para levantarla.

Isabel se le unió y a Hanji le fue imposible negarse a la insistencia de las dos pelirrojas.

—¡Lo logramos, Isabel! ¡Lo logramos…! Ahora sí vamos a bailar.

—¿No te parece que estás más emocionada por la fiesta que Hanji? —Le preguntó Nanaba.

—Mira. Quiero mucho a Armin. Pero me alegro de no tenerlo aquí —Replicó en referencia a que durante las fiestas en Shigansina siempre se lo llevaba en brazos mientras fungía como madre sustituta. Pero ahora se sentía libre: No tuvo que empacar una bolsa con biberones, leche en polvo, una frazada, toallitas, pañales, juguetes y un cambio de ropa extra para su sobrino. Tampoco se estaría preocupando de vigilarlo, ni cargarlo cuando se cansara, ni arrullarlo cuando tuviera sueño. Ni le sería imposible acercarse a ningún chico por el hecho de andar de niñera. A parte de que allí nadie la conocía, nadie le llevaría murmuraciones a su padre, por lo que podría dar rienda suelta a lo que quisiera.

¿Cómo no iba a andar entusiasmada?

A parte que, para empezar, como su padre no estaría presente, pudo vestirse como quería y seguro su padre estaría desaprobando: Un vestido negro, con escote en "V" en los que se asomaban sus pechos. Ajustado de la cintura y con vuelo en la falda. Estaba de largo justo mostrando las rodillas, y por encima tenía una tela semitransparente que llegaba debajo de su rodilla. No era descarado, pero para su arisco padre, eso habría sido demasiado coqueto para la que esperaba que todavía fuera una chica demasiado infantil, y todo por miedo a Nifa saliera embarazada como su hermana mayor.

Nanaba –pese a la insistencia de Nifa de cambiar- solo había aceptado ponerse un vestido negro de su fallecida madre que casi le arrastraba, de corte clásico, recto y sencillo. Ella no era femenina, y no hubiera estado cómoda consigo misma si se hubiera arreglado más.

Luego de comer, algunos maestros se habían ido. Flagon y Sayram se despidieron de Hanji luego de la primera ronda de baile, Graciela y Serguei habían acordado llevarlos a cierta hora a la casa hogar. Zeke se quedaría con Klaus, y ellos se quedarían "bajo el cuidado" de Frederick, quien de hecho comenzó a alcoholizarse con ganas cuando los abuelos del amigo de su ahijado se retiraron.

—Al cabo nos vamos a ir en taxi —Señaló Zeke cuando comenzó a notar las primeras señales de ebriedad en el adulto. Y por suerte su abuela le había permitido dormir con su amigo.

Solo tendrían que ayudarle a subir y a bajar del taxi. Por lo demás Frederick era un borracho bromista, y estaban seguros de que se dormiría en seguida de llegar a la casa, así podrían desvelarse sin problemas para ver los canales "candentes" de la televisión, y fumar la cajetilla que le tomaron rato antes –técnicamente no se la robaron porque Zeke le había entregado el valor de la cajetilla jurándole que había visto que acababa de caérsele, por lo demás el adulto pensaría que se le cayó la cajetilla entera-.

La fiesta había entrado en su mero apogeo, Levi casi no se había podido sentar. Eran tantos sus celos por Isabel que se obligaría a rondarla e incluso a bailar con ella para que nadie más le abrazara, ni se le acercara e intentase pasarse de listo. La cumpleañera era asediada por sus amigos más cercanos, incluso al punto de que le hicieron pasar tan buen rato que se olvidaba totalmente de sus intenciones de permanecer cerca de Keith Shadis. Por cierto que el docente de física se quedó a platicar con el docente de Historia. Ya sea de política, de deportes o de cualquier tema trivial que los llevaba a una amena conversación. En ese momento no se estaban comportando como maestros, no estaban vigilando a los estudiantes ni haciéndola de chaperones. Eran dos hombres que habían coincidido en un lugar y se habían compenetrado bien a conversar.

Hanji no podía evitar estar agradecida con Anka, ni tampoco con Kenny.

De pronto se preguntó qué estaría haciendo su proveedor.

Su proveedor mientras tanto, estaba todavía en su tercer "cita" con Uri Reiss.

—Entonces le dije: "Soy el hombre indicado para lo que usted requiera, porque yo puedo dominarlo todo"… Su respuesta fue: "Me estoy resfriando, ¿podría hacer que deje de llover?

Uri rio escandalosamente al tiempo que se secaba lágrimas de las comisuras de sus ojos.

—Es usted un gran comediante —Dijo Uri, incapaz de tutearlo como su interlocutor había pedido.

Kenny Ackerman estuvo agradecido de que por esta ocasión Uri decidiera el lugar, y más feliz estuvo de que en el lugar escogido, hubiera encontrado algo de su agrado.

Uri se comía su "Banana Split" acompañada de un frapé, mientras el mayor estaba feliz con sus alitas de pollo con cerveza. Además de que había gente de todas las edades, y no se veía como un anciano en un lugar de jóvenes, aunque su acompañante no aparentara más de veintitrés con su jovialidad y manera de vestir.

—Jamás había venido a este lugar —Dijo Kenny.

—Solía venir con mis compañeros de la universidad.

—¿Qué estudiaste?

—Administración de empresas.

—Entonces, supongo que eres todo un empresario.

—Algo así… Estudié hasta el octavo semestre, me salí porque tuve algunos problemas con mis compañeros de generación —Kenny notó un dejo de tristeza en su mirada. Por muy "tranquilo" que parecía en su carácter, le pareció incongruente que hubiera dejado la escuela por una simple pelea de estudiantes. Supuso que había un trasfondo y le dio curiosidad, aunque tampoco quiso presionarlo a hablar.

—De todos modos, no es como si necesitaras realmente el estudio para muchas cosas —Dijo el mayor en un intento de dejar de lado el tema.

Kenny se dio cuenta de cuánto le relajó el hecho de haber decidido no indagar, aumentó su curiosidad pero debía actuar con cautela.

Luego de pagar, subieron al auto del mayor. Al capitán Kenny no le gustaba ir escoltado, mucho menos cuando salía con Uri, así que despachaba a sus dizque guardaespaldas –él se sentía capaz de cuidarse por sí solo- y manejaba su propio auto para llevar al joven.

En las noches anteriores, Uri había dicho "adiós", y se había metido a su residencia. Pero ahora, tan pronto se había despedido, se giró y lo detuvo.

—Oiga… ¿Querría subir a ver una película conmigo? —Sonaba nervioso.

—Claro que sí —Respondió, sonriendo de verdad, aunque como un maniático. Pero Uri se cautivó con su sonrisa.

La residencia estaba decorada de manera moderna y minimalista. Era algo grande, así que supuso que debía tener sirvientes para tenerla tan ordenada y seguir con su vida social.

—¿No tienes servidumbre?

—Les di unos días libres a partir de hoy. Están en el funeral de un familiar.

Kenny sonrió para sus adentros, no es que la servidumbre le molestara, pero le parecía que estarían mejor a solas.

El rubio prendió la televisión, le dio el control y le dijo que se pusiera cómodo, que no tardaba.

Uri esperaba que se entretuviera viendo lo que quisiera mientras volvía, pero Kenny Ackerman tenía otros planes en mente.

El más joven fue a la cocina, se tardó un poco porque rara vez usaba el horno de microondas y se había olvidado de como hornear palomitas –por suerte el empaque tenía instrucciones-. Cuando las tuvo listas las vació en un tazón. Iba a ofrecerle embutidos por si quería botanear, pero de entrada le llevaría las palomitas.

Estaba preguntándose qué tipo de películas gustaría de ver Kenny, a él le gustaban las comedias románticas pero dudaba que a su invitado le gustasen. Por suerte tenía todo tipo de películas para cuando lo visitaba su familia, pero al llegar a la sala, de la impresión soltó el tazón y el contenido se esparció por la alfombra.

Kenny estaba semidesnudo en el sofá, recostado en pose seductora, aunque con cara de sorpresa al ver al joven que había llegado con palomitas.

—¿Entonces sí me invitaste a ver una película? —Preguntó el mayor.

—Justo eso dije —Balbuceó— ¿Por qué se quitó la ropa? ¿Qué cosa pensó usted que haría-…? —Su voz se detuvo cuando llegó a una conclusión. Una que le hizo fruncir el señor en evidente molestia— Lárguese —Ordenó, notándose claramente el esfuerzo que hacía para evitar gritarle.

—Uri, Tranquilo. Déjame ex-…

—HE DICHO QUE SE LARGUE.

No importó si Uri era bajito, si el mayor tenía entrenamiento físico o si además tenía un arma a la mano. Kenny tomó su ropa y se fue lo más rápido que pudo.

Mientras tanto en la fiesta, Anka a duras penas había aceptado beberse una copa de vino, aunque le había advertido a Gustav que no iba a embriagarse hasta que los chicos estuvieran en su casa.

Isabel de pronto se le acercó para preguntarle algo.

—¿Entonces usted organizó esta fiesta?

—Sí, señorita Isabel. Yo la organicé.

—¿Sabe algo? Ya tengo en mente qué quiero para la mía —Anka se preocupó de imaginarse organizando otra fiesta de nuevo, pero asintió para hacerle saber que la escuchaba, quizás sería mejor prepararse y tener más tiempo de preparación— Quiero una fiesta con karaoke y un enorme brincolín inflable. Pizzas, refrescos, y hotdogs. No quiero tantos invitados, creo que a lo mucho seremos veinte personas —La oficial se sintió tranquila— Creo que incluso podría usar este mismo vestido.

Anka supuso que Isabel por ahora no le daba importancia, pero que quizás en unos años se arrepentiría de haber el mismo vestido que usó en la fiesta de Hanji. Así que decidió darle una idea.

—Si su idea es subirse al brincolín, considero que preferirá usar algo más cómodo que esa ropa. Pero si quiere un vestido, podríamos mandarle a hacer uno con falta más amplia, y mayas debajo.

—Tiene razón, oficial… —Isabel se imaginó con la ropa de la protagonista de su novela infantil favorita— Ya no puedo esperar para que sea mi fiesta.

Anka se sintió tranquila de saber que no sería tan latoso organizar la fiesta de Isabel. Por lo pronto había delegado funciones, le había dejado claramente ordenado a los meseros que los menores no debían recibir alcohol, así que podía permitirse permanecer sentada mientras los chicos la estaban pasando bien.

Parecía que la noche le sonreía, hasta que sintió su celular vibrar, y al tomarlo vio una llamada entrante de su capitán.

—¿Y ahora qué? —Decidió ponerse su auricular y salir al jardín para poder contestarle sin el ruido de la música.

Se sentó en banquillo metálico situado frente a la fuente, y contestó la siguiente llamada entrante.

—¿Capitán Kenny?

—Anka… voy a necesitar que envíes flores, frutas o cualquier cursilería que se te ocurra para mañana a primera hora.

—¿Qué sucedió? —Kenny entonces le relató lo que había pasado en la residencia del joven Reiss. Anka quería golpear su propia frente, ¿cómo era posible que el capitán malinterpretara sus acciones así?

—¿Pero qué quería que pensara si me invita a su casa y me dice que estamos a solas? —Despotricaba Kenny por esto, por aquello, por lo otro, blablablá, blablablá.

No se estaba quejando por nada, era obvio que quería que a Anka se le ocurriera una solución, pero, honestamente, ella ya no quería saber nada del tema.

Por casualidad vio en la cercanía a dos muchachitos fumando. Movió su mano hasta hacerlos voltear, cuando lo logró les hizo una seña para pedirles un cigarro. No era muy afecta a fumar, pero ahora sentía que lo necesitaba.

A uno de ellos lo reconoció como el que había recibido una golpiza de Levi. No estaba ni cerca de ser mayor de edad, pero decidió no comentar nada. Tenía cosas más importantes que hacer que preocuparse por un par de chicos precoces.

También fingió no darse cuenta de que el joven Jaeger le sonreía con galantería, supuso que era de la clase de mocosos a los que gustaba coquetear con cuanta mujer tuviera en frente.

Se puso el cigarro en los labios que fue prendido a toda prisa por el chico, y tan pronto dio la primera calada, le agradeció con una seña, y le dio la espalda.

Kenny Ackerman apenas estaba terminando de despotricar.

—¿Y ahora qué se supone que haré?

—Nada, capitán.

—¡¿Qué?!

—No hay nada que hacer… No hay forma de que el joven Reiss le disculpe.

—¡Pero si él tuvo la culpa! ¿Qué no sabes que "invitarte a ver una película" se puede usar como una insinuación disimulada?

—Le advertí que podrían pasar meses antes de que el joven Uri le permitiera llegar "más allá". Así que es un tanto estúpido que usted se confundiera solo por una frase— Kenny quería contestarle pero se quedó sin habla, ahora que reparaba en ello se sentía tan imbécil— Su error fue pensar que esta noche pasaría directamente al sexo cuando ni siquiera se han tomado la mano y mucho menos besado —Su interlocutor suspiró profundamente.

—¿Qué puedo hacer para que me perdone?

—No puede hacer nada, capitán… tampoco es que tenga caso.

»Usted no tiene problemas tener aventuras sexuales, y Uri Reiss es de la clase de personas que no tiene sexo sin amor. Por eso le dije que podrían pasar meses enteros antes de que lo dejara llegar "más allá". Y él jamás querrá tener algo que ver con alguien que solo busca acostarse con él.

—Suenas como si yo fuera el diablo por tener necesidades.

—No digo que usted sea el diablo, pero él es una persona de valores morales elevados.

—Aun así me cuesta creer que no quiera satisfacer sus "necesidades".

—Supongo que podría permitirse tener un amigo en el armario.

—¿Un amigo en el armario?

— Sí, de esos grandes amigos que necesitan baterías y vibran en cinco velocidades— Kenny rio socarronamente de imaginarse a Uri sosteniendo una cosa de esas. Aunque no le daba esa impresión, le parecía demasiado recatado para algo así.

—Tienes que ayudarme a tener otra oportunidad.

—No, capitán… No "tengo qué". Ya hice lo suficiente.

—No es cierto.

—Ya le ayudé y no sirvió de nada… Acéptelo, capitán. Son demasiado opuestos y no tiene caso que sigan viéndose cuando es obvio que usted no le dará lo que él quiere.

—¿Y qué es lo que él quiere?

—Una relación formal… Amor y fidelidad absoluta… Usted no le podría dar algo así —Parecía demasiado pedir, pero por algún extraño motivo, el hombre quería tener otra oportunidad.

—Si te digo que sí estoy dispuesto, ¿me ayudarás?

—No, capitán. No lo ayudaré, y no me importa si amenaza con despedirme —Kenny reprimió un gruñido, por mucha rabia que sintiera tampoco es que pudiera darse ese lujo. ¿De dónde iba a sacar otra asistente así de eficiente?— Pero si es verdad que usted está dispuesto a tener algo serio con el joven, tendrá que demostrarlo buscando su oportunidad por sus propios medios —Dado que el hombre no agregó nada más, terminó la llamada, sintiendo mucha paz interior de haber podido librarse de una obligación que ni le concernía.

Anka no creía que realmente el jefe fuera a luchar por su oportunidad, o en todo caso, iba a rendirse a la primera negativa.

La vida le daría una sorpresa cuando dos semanas después se enterara lo insistente que podía ser Kenny Ackerman. Pero esa ya sería otra historia.

Mientras tanto en la fiesta recién iniciaba una ronda de música de tonada romántica con la que algunos se dispersaron y otros se abrazaron de alguna pareja.

—Ay no, todo lo tengo que hacer por ti —Se quejó cierto chico antes de acercarse a la mesa de honor.

—¿A qué mierda viene esa escoria? —Preguntó Levi en voz alta, más para sí mismo que para quien lo escuchó.

Farlan veía a Zeke acercándose, supuso que iba a sacar a bailar a Hanji, pero como las cosas todavía estaban tensas entre él y Levi, pensó que lo mejor era que no se acercara.

—Hanij —Llamó Farlan— ¿Quieres bailar?

La cumpleañera accedió poniéndose de pie y deteniendo con esto las intenciones de Zeke.

Farlan creyó que había acertado en pensar que Zeke pretendía sacar a bailar a Hanji, pero la realidad es que tuvo intención de preguntarle si querría bailar con Klaus. Y de hecho, si se hubiera acercado Klaus, tal vez sí hubiera podido cumplir sus deseos porque Farlan no habría evitado su cercanía (no es que él se llevara bien con Levi pero al menos no lo odiaba como al Jaeger).

Las parejas en la pista se veían abrazadas y daban una imagen nostálgica para Keith Shadis. En su juventud, al menos las chicas eran las que lo llevaban a rastras a la pista, ¿y ahora? Ahora no porque las mujeres de su edad ya estaban casadas, quizás divorciadas, pero incluso las divorciadas tenían mejor posición que él, porque él siempre estaría solo, o al menos eso era lo que pensaba.

Nanaba no era precisamente amante de bailar, pero quizás el saber que tenía la oportunidad –por no estar ayudándole a Nifa a cuidar a Armin- le hacía querer aprovechar. Pero no conocía a casi nadie en la fiesta. Además de que con pocos tendría la confianza de dejarse abrazar sin sentir que le estaban faltando el respeto.

—Nanaba —Inició Mike— ¿Querrías…? —La pregunta quedó interrumpida con una voz estridente.

—MIKE —Era Marlene— No había tenido oportunidad de decirte que bailaste genial.

—Bueno… Zeke me dio los pasos, yo solo lo hice lo mejor que pude.

—¿Dijiste Zeke?

—Sí… Fue su idea hacerle ese regalo a Hanji —La chica lució un par de segundos consternada.

Al final Mike estaba esperando a que se despidiera para retomar el cuestionamiento que le haría a Nanaba.

—Oye, Mike. ¿Bailas conmigo? —El aludido de haber sido consiente, habría sido agradecido con el hecho de no ser muy expresivo facialmente, pero lo poco que entendía de las emociones era gracias a su olfato.

—Claro —Se tardó en responder, poniéndose de pie. Aunque solo hubiera aceptado por cortesía.

Cuando Mike se había alejado lo suficiente, Nifa no pudo soportarlo más.

—Qué bruta eres, Nanaba. Cuándo "esa" le preguntó a Mike que si quería bailar, debiste intervenir y decirle que no, que él ya había quedado de bailar contigo.

—Eso no es verdad, Mike no me había pedido bailar.

—Todavía no, pero con esos ojos de sabueso que te lanzaba, apuesto que te lo iba a pedir.

—Da igual.

—No, no da igual. Si Mike estuviera con Hanji o con Isabel, te juro que no digo nada, ¿pero con "esa"?

—No es nuestro asunto.

—Ash… Me estresa tu pasividad.

Continuaron las canciones románticas por unos diez minutos más, cuando inició la música más movida, pese a que había grupos de amigos formando círculos, y ambos chicos se acercaron a uno de estos, aun así Marlene lograba monopolizar a Mike, jalándolo al centro como queriendo que todos los vieran bailar, y Nifa estaba que lanzaba fuego por los ojos.

La pelirroja era buena como consultora de belleza, y había nacido con un talento natural para las matemáticas, pero estaba pensando frenéticamente en cómo apartar a la rubia de su amigo, y de tanto verla notó que ella dirigía su vista a una dirección cada cierto tiempo. A un par de chicos, más concretamente, a un rubio muy atractivo.

—Nanaba, me acabo de dar cuenta de algo— Dijo Nifa— La maldita se le queda viendo a ese chico, ¿lo ves?

—¿Y?

—Creo que está intentando captar su atención, pero el chico ni la mira.

—¿Y?

—¿Cómo que "y"? Realmente no quiere estar con Mike, solo lo está usando y eso sí que no lo voy a permitir —Fue un juramento que estaba determinada a cumplir porque tan pronto terminó de decirlo, tomó su bolso para ir al sanitario.

Dado el viaje largo que había tenido que hacer, no le había dado tiempo ni de ponerse una base de maquillaje. Había querido respetar que ese era el día especial de Hanji, y por eso se había quedado con una apariencia natural. Pero la situación requería que cargara un tanto más su maquillaje.

Llegó al baño y abrió su bolso para sacar la pequeña cosmetiquera que llevaba. En ese instante deseó que todo su neceser pudiera caber en tan diminuto bolso, pero siendo eso un imposible trabajaría con lo que tuviera disponible.

Abrió la cosmetiquera y observó el contenido: un pequeño cuarteto de sombras en tonos neutrales, una brocha de difuminar, una kabuki, un rubor, polvo traslúcido, máscara de pestañas y un labial líquido. Normalmente querría poder tener más productos, pero en verdad que podría hacer algo muy bueno con eso.

Cortó un poco de papel de baño, y con delicadeza lo comenzó a presionar contra su rostro para que el papel absorbiera cualquier oleosidad que pudiera tener en la piel. Abrió el polvo compacto, y con la brocha kabuki procedió a distribuirlo por toda su cara para matificar.

Una vez hecho esto, tomó el cuarteto de sombras y agradeció no haber tirado el aplicador con punta de esponja que siempre vienen en ese tipo de productos. Los odiaba y siempre se deshacía de esos aplicadores, pero en esta ocasión podría serle de utilidad.

Tomó la pequeña brocha para difuminar sombras, tomando el tono café oscuro del cuarteto para llevarlo en la cuenca de sus párpados para poder crear profundidad, y a la vez tratar de agrandar un poco la forma de sus ojos.

Con el aplicador de punta de esponja tomó una sombra color durazno para llevarla en el párpado móvil, y al ver que no tenía un delineador para poder trabajar, con el mismo aplicador, y usando el tono café oscuro, comenzó a delinear finamente sus ojos de la mitad hacia el exterior con la misma sombra, llevando esto también en la línea de pestañas inferiores, difuminando este trazo para abrir más su mirada.

Tras aplicar dos capas de máscara de pestañas en cada ojo, y utilizar nuevamente el aplicador de esponja y la sombra café para pulir ligeramente sus cejas, volvió a recurrir a la brocha kabuki que había usado, esta vez para aplicar el rubor en sus mejillas.

Finalmente, decidió utilizar su "arma" favorita: Un labial color vino. Sabía que le favorecía, y con lo neutro que estaba su maquillaje de ojos, era perfecto para tener un elemento que llamara la atención.

—Nada como unos labios intensos— Se dijo a sí misma.

Guardó todo de regreso y se miró al espejo, para no haber tenido todo lo que normalmente usaría, le gustaba el resultado. Luego de guiñar el ojo y lanzar un beso volado hacia el espejo, salió del baño para volver a la fiesta.

Se dirigió a la mesa de honor para regresar su bolso a su silla, incluso Nanaba que no era precisamente la más femenina de las mujeres, se dio cuenta de todos sus cambios.

—¿Qué se supone que harás? —Inquirió Nanaba.

—Hacer que Mike se aparte de esa maldita, o dejaré de llamarme Nifa Arlert —Se alejó sin decir más al respecto.

Se dirigió a la pista de baile, justo al círculo donde ambos estaban, aunque se puso en un lado intermedio de donde estaban Mike y el otro chico al que Marlene volteaba a ver cada cierto tiempo.

Como cosa de alguna deidad, comenzó a sonar una de las canciones de reggaetón de más éxito de la época. Marlene se apartó de Mike para pasar con Lynne dentro del círculo, para imitar los pasos de baile del video músical, y a Nifa no le importó ponerse delante de ellas, no para bailar igual, sino con más soltura, moviéndose como si de bailar mejor dependiera su vida.

Nifa lo hacía tan bien que daba la apariencia de ser la bailarina principal, y las otras dos sus acompañantes. Se movía de manera distinta. Más frenética. Más atrevida.

Su melena se agitaba al ritmo de sus movimientos. Y se estaba dejando llevar por el arrebato que siempre le caracterizaba.

Aunque aparentase mucha concentración en el baile, en realidad veía furtivamente al rubio del que pretendía captar su atención, y vio con felicidad que lo había logrado. El chico la veía fijamente, parecía deseoso de bailar con ella, y de hecho disimuladamente comenzó a caminar alrededor del círculo, como queriendo acercarse hasta donde estaba e invitarla. Pero Nifa no lo haría esperar, hizo giros un tanto bruscos, que parecían imprecisos, hasta que se movió en dirección al chico y ella se decidió a avanzar hacia él.

Zeke, por supuesto que la recibió como si hubiera esperado toda su vida por ese momento. Se dejó tomar de los hombros para dejarse hacer, doblando las rodillas para descender hasta casi quedar cara a cara con la chica.

Era una pelirroja muy atractiva que bailaba como si estuviera poseída por el demonio, había captado su atención junto a otros compañeros de clases, y decidió acercarse sin estar seguro de si sería aceptado, pero cuando así fue, se sintió el hombre más afortunado de todo Erdia.

Nifa se aprovechó de la separación de las piernas del chico para contonearse a horcajadas sobre una, sin tocarla con su cuerpo, solo simulando que lo hacía.

Zeke supuso que el movimiento se veía un tanto impúdico, aunque no iba a quejarse.

Nanaba a lo lejos veía la escena. En un principio pensó que Nifa simplemente iría por Mike y se lo traería pese a lo que dijera la chica, pero ahora… Lo mejor era hacer como que no veía nada.

«Mi tío estaría sufriendo un ataque si la viera» Pensó la rubia.

Luego de dar un pequeño "espectáculo" el resto de la canción, Nifa tomó a Zeke de la mano, jalándolo con firmeza. El chico no puso objeción ni siquiera cuando lo alejó sacándolo del círculo.

—Tus amigos son muy mirones —Fue la única explicación que dio la pelirroja.

—Me llamo Zeke, por cierto.

—Da igual —Dijo con simpleza.

—¿Cómo que da igual? Estás bailando conmigo.

—Vives aquí ¿no? —Recibió un asentimiento de cabeza como respuesta— Yo vivo en la periferia del país. Tal vez jamás te vuelva a ver, ¿para qué presentarnos…?

Zeke pensó que cuando se cansaran podrían ir a pasear al jardín, a tomar aire y conversar, pero se estaba dando cuenta de que era una chica decidida, que dejaba las cartas sobre la mesa, y que comandaría cualquier cosa que pasara. No la iba a presionar, no valía la pena arriesgarse a irritarla haciendo que se alejara. Aunque al final lo único que hicieran fuera bailar, sería feliz con eso.

Estaba seguro de su atractivo. Aun así, le parecía una proeza que entre varios él hubiera sido escogido por la desconocida.

No otros, sino él.

ÉL.

Bailaron durante diez canciones. Improvisando aunque pareciera que fueran compañeros de baile habituales.

Durante su penúltima canción juntos, hubo un momento donde la canción disminuía el ritmo, para aumentar de forma gradual. Era cosa de un minuto. Fue durante esos pausados movimientos, que Nifa ladeó su cabeza, cubriéndose un ojo, mientras entre cabellos ojeaba disimuladamente, y vio que Marlene miraba en su dirección. Así que, se colgó del cuello de su compañero de baile, y con el movimiento no le pidió, sino le exigió besarla.

Zeke por supuesto que lo hizo, no solo besarla, sino devorarla. Como si fuera un experto en besos de lengua, aunque en realidad solo lo hubiera hecho unas cuantas veces.

Nifa tenía más experiencia en eso. En Shiganshina no podía permitirse algo así, pero como estudiaba la preparatoria en Trost en las fiestas le daba por coquetearle a chicos como retándose a sí misma a conquistar al que sea. Nunca pasaba de allí. En sus planes no figuraba tener sexo por miedo a embarazarse. Suficiente tenía de cuidar a Armin durante los días que volvía a Shiganshina.

Durante ese contacto, lo demás desapareció. Zeke no fue consciente de que Klaus había logrado colarse a bailar justo al lado de Hanji. No se daba cuenta de que algunos lo veían y lo señalaban mientras se besaba con la pelirroja. Ni mucho menos supo que Marlene estaba que sacaba fuego por los ojos.

Se separaron cuando necesitaron respirar. La canción se aceleró y sin dejar de sonreírse siguieron bailando. No dijeron nada, no sabían qué decir, y sentían que no era necesario.

La siguiente canción la bailaban entre miradas coquetas, con mayor cercanía y más atrevidos movimientos. Se había derribado otra barrera, ya se tenían aún más confianza.

—Estoy cansada —Dijo Marlene a Mike— Me voy a sentar —Estaba tan fastidiada que no le importó que su "compañero de baile" no se ofreciera a acompañarla a llevarla a su mesa. Comenzó a avanzar entre los asistentes, y como queriendo torturarse volteó a ver al rubio con la pelirroja.

Nifa se había separado, imitando los pasos de baile de la cantante, meciendo sensualmente sus caderas. Zeke le veía de manera hambrienta.

Y Marlene ya no pudo soportarlo.

Caminó hasta chocar "accidentalmente" hombro a hombro con la pelirroja, haciendo que trastabillara al tomarla desprevenida.

—Ups, perdón —Dijo la rubia, sonando más falsa que una moneda de trece kyojins.

Zeke parpadeó confundido, ¿por qué Marlene había chocado a propósito con la chica? Pero antes de que los engranes de su mente comenzaran a funcionar, Nifa ya le había dado un puñetazo en mejilla a la rubia, haciendo que cayera de espaldas.

Unos cuantos notaron la escena, mientras otros seguían bailando.

—Más te vale que te disculpes o lo vas a lamentar —Bramó la pelirroja, como si con tremendo golpe la rubia no estuviera lamentándolo lo suficiente, aunque estaba tan llena de terror que era incapaz de hablar. Zeke también había quedado anonadado, jamás había visto ese comportamiento en una mujer— ¡Dije que te disculpes! —Eso hizo que saliera de su ensimismamiento y se interpusiera en su camino.

—Yo creo que fue más que suficiente —Dijo intentando sonar calmado, levantando las manos en forma conciliadora. No sirvió de mucho, Nifa se molestó con él, al punto de casi intentar quitarlo de su camino. Por suerte Mike llegó a tiempo para tomarla sobre sus hombros, como si se estuviera llevando a una niña pequeña que pataleaba en medio de un berrinche.

—¡Bájame, Mike! ¡Bájame, carajo! —Se quejaba la chica— ¡Te digo que me bajes! —Él solo la bajó hasta que llegaron al jardín, ni siquiera por eso se calmó, tuvo que sostenerla para impedirle regresar.

—Creo que Erwin no vio tu pequeña pelea, pero quise que te calmaras antes de llevarte a la mesa de honor.

—¡¿Por qué diablos te metes…?! ¡Fue ella la que me provocó!

—Ya la habías enviado al suelo, ¿qué más querías?

—La verdad, quería matarla, pero no me dejaste —Mike inicialmente dio un resoplido.

—No quiero tener que delatarte con Erwin, así que cálmate —Nifa supo que así era, y pensó que no le quedaba de otra.

No quería hacer enojar al docente luego de que este hubiera convencido a su padre de dejarle viajar tan lejos a un cumpleaños.

Mientras tanto Zeke se había quedado con Marlene, le había ayudado a levantarse, y le había conseguido hielo envuelto en una servilleta de tela para que se lo pusiera en lo morado de su mejilla. La chica inicialmente lloró de manera histérica y descargó un poco su ira golpeando al chico, pero él ni por eso se fue, sino que se aseguró de que se calmara, la guio a la mesa más lejana que pudo conseguir ya sin invitados, y la recostó en su regazo, mientras amorosamente sostenía el hielo sobre su rostro.

—No tienes que quedarte conmigo —Inició Marlene— Puedo pedirle a Lynne que me acompañe.

—No es ninguna molestia. Además tu amiga está bailando con Henning, déjala disfrutar la noche —No le estaba siendo fácil quedarse. Una parte de él quería buscar a la pelirroja con la que había estado bailando, pero eso ya se le había echado a perder, y ahora estaba con una chica que lo había rechazado y de la que no había podido sacar ni un beso.

Bueno. Tampoco es que quisiera hacer drama. Marlene y él ahora tendrían algo en común: Ambos habían provocado una pelea con alguien que resultó ser físicamente más fuerte.

Además de que, la pelirroja era una desconocida. Marlene en cambio había llegado a gustarle.

Lo correcto era quedarse al lado de la chica que le gustaba, aun cuando ella le había rechazado.

Aunque si vio con cierta pena que la pelirroja pasó acompañada de Mike, dirigiéndose a un sitio lejano de donde él estaba –desconocía que estaba sentada en la mesa de honor-. Ya no valía la pena pensar en eso. Ya no había remedio.

Cuando Nifa regresó a la mesa de honor, Nanaba lucía con una falsa calma, se había dado cuenta de la agitación en la pista de baile, por suerte Erwin justo en ese momento se había ido a la mesa de postres con Keith Shadis, y por ahora seguían conversando.

—Veo que no hay refresco —Dijo Mike, no divisó a ningún mesero desocupado cerca, así que decidió ir por ella— Voy por una botella. No tardo.

Tan pronto el rubio se fue, Nanaba no pudo disimular sus miradas de reproche a su prima.

—Deja de mirarme así.

—Te juro que no te comprendo. Siempre vas y te besas con el primero que te gusta y ni te molestas en conocer sus nombres. Y ahora hasta peleaste con una chica. Dime algo, ¿ha valido la pena alguna vez?

—Al menos ahora sí —Dijo con convicción— Maté tres pájaros de un tiro:

»Número uno: la pasé bien con un chico guapísimo.

»Número dos: logré apartar a Mike de esa maldita.

»Número tres: haré que bailes con él.

—Ah, claro, ¿y cómo se supone que lo harás?

Antes de que pudiera responder notó, que Mike ya traía una botella con refresco. Sirvió unos vasos por cortesía y antes de que tomara asiento, Nifa captó su atención.

—Oye Mike. Yo estoy bien, te juro que ya no pelearé.

»Por ahora creo que deberías sacar a bailar a Nanaba. Ha estado sentada aquí por mucho rato.

La aludida tuvo que forzarse a no verse tan nerviosa como se sentía.

—Bueno —Inició Mike— Si Nanaba quiere, estaría gustoso de que bailara conmigo.

—Claro que quiero —Dijo la rubia, regañándose internamente al darse cuenta de que había sonado más deseosa de lo que había querido, pero cuando Mike tomó su mano, ya no le importó.

Cómo cosa de adrede, justo en seguida comenzó a sonar música romántica. Y Nifa se quedó admirando con visible ternura a la pareja bailar.

«Escenas como estas me hacen creer que el amor sí existe» Pensó la pelirroja viendo bailar al par de rubios.

Anka por su parte apenas tenía pocos minutos de haber aceptado bailar con Gustav alegando que no había ido a relajarse, pero finalmente cedió a su insistencia.

Hanji mientras tanto había notado que Nifa estaba sentada. Y le ofreció a Farlan que la sacara a bailar alegando estar cansada. Lo cierto es que quería estar en la mesa de honor.

Nifa se puso de pie emocionada, no era su estilo quedarse sentada sin bailar, y ahora era libre de no hacerlo por no estar cuidando a Armin, así que aprovechó y se fue con Farlan.

La cumpleañera por su parte, veía a Erwin y a Keith conversar muy animados, quería meterse en la plática, quería que su maestro de física la notara, la notara a ella, que no era muy femenina, y normalmente no le estaría dando importancia al arreglo ni al maquillaje, pero dado que varias compañeras le habían dicho que se veía muy bonita, había pensado que si su maestro le miraba lo suficiente, terminaría notando que de hecho se veía bien.

Quería meterse en la plática, quería sonar interesante al punto de que Shadis quisiera escucharle hablar. Y se habría metido, lo hubiera hecho en el momento en el que estaban casi a solas si le hubiera dado tiempo. Antes de decidirse a hacerlo, Klaus le había invitado a bailar, y Hanji no quiso parecer grosera con él. Después de todo, le había quedado presente que su padre le había dicho, que nunca se negaba una pieza de baile.

Oh, su padre… Aquel hombre que solía bailar con ella, más como un amante que como un padre con su hija, pero ahora no estaba, y no estaría más.

Porque se había ido.

Le había dejado.

Había preferido fungir como padre de tres chicos con los que no compartía ningún lazo sanguíneo.

En lugar de quedarse con ella.

Con ella.

Y como para aumentar más su dolor, la segunda canción que inició cuando bailaba con Klaus, era aquella que su padre solía cantarle.

«Con tus ojos brillantes, juegas a ser mujer»

Esa que se habían prometido, bailarían en la fiesta de los dieciséis años.

«Iniciará mi agonía, cuando dejes de ser mía»

Hanji inicialmente había pensado que la canción hablaba del romance de una jovencita con un hombre maduro, pero su padre le explicó que en realidad era el canto de un padre que temía que su hija creciera.

«Veré como te marchas mientras te deseo lo mejor»

No quería bailar esa canción, no sin su padre.

—Déjame descansar un poco.

—No seas así, Hanji —Pidió Klaus, un tanto molesto por solo haber bailado una canción y que ahora quisiera irse, pero ella no quería dar explicaciones, no tenía cabeza, no quería pensar porque terminaría llorando.

—Por favor.

—No.

—Te digo que me dejes ir —Hizo el intento de empujarlo por los hombros, pero fue imposible moverlo. Estaba poniendo resistencia.

—Dije que no.

Klaus sintió un toque en el hombro.

—Déjala ir —Era Mike, quien le sostenía con un brazo mientras que con el otro seguía tomando a Nanaba por la cintura. Su toque no era brusco, pero sí era lo suficientemente firme como para hacerle saber que si no dejaba ir a Hanji se las vería con él.

A Klaus no le quedó más remedio que ceder.

Mike percibió el aroma del dolor emocional en su amiga, y pensó en ir con ella, pero supuso que más bien necesitaba un momento a solas.

Y Hanji lo único que quería era alejarse.

Eso hizo.

Salió al jardín mientras inevitablemente derramaba lágrimas.

«Ya no habrá rastro de la niña, ahora serás mujer» Fue lo último que alcanzó a escuchar de la canción antes de alejarse lo suficiente.

Su madre había muerto y su padre le había abandonado, ¿por qué la vida era tan injusta con ella?

—Hanji, ¿estás bien? —La aludida no tuvo que voltear para saber que era Erwin quien le hablaba. Había reconocido su voz, y se había desahogado con él por la gran confianza que le tenía, pero antes de que comenzara a hablar, notó que no estaba a solas con el docente rubio— ¿Hanji? —Insistió Erwin al no obtener respuesta, pero lo cierto es que la adolescente se había quedado anonadada al notar la presencia de Keith Shadis.

Tardó un par de segundos más en reaccionar. Inmediatamente levantaba los lentes con una de sus manos para secarse las lágrimas con la otra, por suerte el maquillaje no se había estropeado al ser a prueba de agua, y desde que comenzó a retirar la humedad de sus mejillas, ya se estaba forzando a sonreír.

—Claro que estoy bien, profesor —Dijo con sonrisa tan grande que parecía que estaba decidida a enseñar todos los dientes— Solo tuve un leve ataque de mi alergia.

Su sonrisa se veía demasiado falsa, aun le faltaba mucha práctica antes de poder hacer un gesto que luciera natural incluso cuando se sintiera con el alma en el suelo, pero Erwin entendió que cualquier cosa que le hubiera dolido, prefería guardarlo para sí, y decidió respetarlo.

—Me costó trabajo reconocerte hoy —Dijo Erwin, a modo de ayudarle a Hanji a desviarse de cualquier pensamiento que le pusiera triste— El vestido te sienta bien… ¿O usted qué opina, profesor Shadis?

Keith no iba a decirlo. No iba a decirle que le causaba cierta ternura verla arreglada como una mujer siendo que todavía tenía un comportamiento bastante aniñado.

—Supongo que se ve bien —Dijo, sonando desinteresado, pero Hanji se sintió satisfecha con esa respuesta, lo sintió como casi un cumplido, y su corazón comenzó a palpitar muy rápido.

—Yo… volveré a la fiesta —Musitó la adolescente antes de girarse y regresar adentro. La vida se veía de color de rosa, ni siquiera se dio cuenta que la canción que tanto dolor le había causado estaba en su parte final. Cuando menos pensó ya había iniciado otra, pero daba igual. Todavía sonrió de manera tonta mientras recogía en un pequeño plato uno de los únicos pastelillos que quedaban en la mesa de postres, se fue a la mesa de honor, sin estar triste de que Keith Shadis no estuviera en su rango visual. De cualquier forma se sentía feliz.

De pronto vio a Isabel y a Levi acercándose. La primera venía con un gesto triste y el segundo venía con gesto de fastidio.

—¿Pasa algo? —Preguntó Hanji, luego de que ambos se sentaran.

—Mi hermano ya no quiere bailar conmigo —Se quejó Isabel.

—Bueno, entonces vamos a bailar —Propuso la cumpleañera, y la pelirroja ni siquiera volteó a ver a "su hermano" para pedirle su aprobación, simplemente se puso en pie en seguida.

En aquel momento, en la pista. Isabel y Hanji bailaban un tanto más agitado de lo que deberían considerando que era "música lenta", ni se abrazaban de un modo romántico, eran más como amigas, como hermanas de distinto linaje. Y se pusieron más eufóricas al darse cuenta que el camarógrafo las estaba enfocando.

Zeke se les quedó viendo a ambas chicas. El cabello de Isabel le hizo recordar a aquella chica que se había comido a besos, de la cual desconocía su hombre, pero aun cuando en el fondo quisiera a otra, no iba a quedarse satisfecho hasta al menos saber cómo se llamaba.

Marlene que aún seguía semi-recostada en su regazo, se dio cuenta que la mirada del rubio parecía muy concentrada en algún punto en la pista. Dirigió sus ojos a ese sitio, y le sorprendió encontrar a Hanji y a Isabel bailoteando como niñas jugando a la rueda de "san Yarckel". Y su mente le trajo recuerdos del Jaeger mirando mucho a Hanji, invitándola a comer un helado en la tarde –aunque esta le hubiera rechazado alegando que asistía a clases de baile-, preguntándole al profesor Erwin y a Mike qué tipo de regalo podría gustarle, la coreografía que había bailado acompañado de Mike y Klauss, recordó que Zeke fue el primero en tener la idea de tomarse fotos con sus tres amigos y Hanji en el jardín, y por último recordó rato antes, cuando Zeke caminaba a la mesa de honor, como estando dispuesto a sacarla a bailar de no haber sido porque Farlan se adelantó.

«Actúa como si Hanji le gustara» Pensó la rubia «El ya no me ha pedido ser su novia, ya no me mira, ya no me invita a salir… Ahora está tras de Hanji»

De alguna manera no pudo evitar sentirse "humillada", ¿qué tenía Hanji que no tenía ella?

Ella era bonita, se arreglaba mucho. Hanji ni siquiera parecía que se bañara seguido y no le llegaba ni a la suela de los zapatos. Comprendía que Zeke se hubiera atarantado por la resbalosa de rato antes. No le hacía gracia admitirlo, pero al menos la pelirroja –que desconocía que se llamaba Nifa- representaba una fuerte competencia, ¿pero Hanji…?

Era el colmo que Zeke la hubiera "reemplazado" por alguien así.

Presa de una rabia que apenas y podía contener, decidió preguntarle directamente.

—¿Ya no te gusto? —Preguntó, y su interlocutor volteó a verla, parpadeando con extrañeza.

—¿A qué viene esa pregunta? —Inquirió, no sabiendo a qué cosa quería llegar la rubia.

—Ya no me has preguntado si quiero ser tu novia.

—Bueno —Inició, sin saber muy bien cómo debía reaccionar— Me dijiste dos veces que tenías que pensarlo, yo simplemente asumí que no querías serlo.

—Tal vez debiste intentar una tercera vez. Ya sabes lo que dicen: La tercera es la vencida.

—Ah… Lo tendré en cuenta —Dijo con aparente desinterés.

Marlene no esperaba que él actuara así, con tanta indiferencia.

—¿Es todo lo que vas a decir? —Le preguntó, con un poco de irritación en la voz. Irritación que aumentó cuando su interlocutor comenzó a sonreír con aparente diversión.

—¿Qué…? —Su sonrisa se enchanchó al punto de verse engreída— ¿En serio esperabas que te lo pidiera justo ahora?

—Eres un idiota…. —Se le apartó con molestia— ¡Ni se te ocurra volver a hablarme! —Bramó antes de irse a sentar a su mesa.

No estaba en la naturaleza de Zeke comportarse como un patán, pero dado que ella lo había rechazado dos veces, no pudo evitar carcajearse de manera petulante de haber podido vengarse al menos un poquito.

Por suerte para Marlene no tuvo que permanecer mucho tiempo en el salón luego de la nueva humillación, el padre de Lynne les había llamado casi en seguida para avisarles que las estaba esperando afuera para irse.

El hijo de Grisha fue a la mesa de postres, pudiendo obtener el último pastelillo que había. Se sentó a un lado de Frederick quien estaba relajado de tanta ingesta de alcohol. Zeke agradeció internamente que pese a que sí estaba ebrio, parecía que podría caminar sin mucha ayuda.

—¿Y Klaus? —Preguntó el adolescente.

—No tengo ni idea —Dijo el adulto, sin mostrarse preocupado.

—Me encanta cómo nos vigilas —Se burló el adolescente.

—Ah, yo creí que tenían dieciséis años, no seis.

Zeke se rio. De pronto se dio cuenta de que comenzaba a sonar la que se usaba como las últimas canciones en las fiestas. Las que muchas veces los invitados se levantaban a intentar bailar aunque solo fuera de las únicas que bailarían. Y pensó en acercarse, pero de pronto vio a su amigo aproximarse, un tanto cabizbajo.

—¿Nos vamos, simio? —Preguntó el otro adolescente cuando estuvo cerca.

Zeke no entendía lo que pasaba, pero no parecía que su amigo quisiera hablar de lo que le estaba molestando en ese momento. Pensó que podrían hablarlo después y accedió a salir del salón.

Al final, cuando los pocos asistentes que quedaban se despidieron de Hanji –incluso el profesor Shadis-, y Anka terminó de delegar funciones a oficiales de menor rango, indicó a los chicos y al profesor Erwin subir a una furgoneta que sería manejada por Gustav para dejarlos en la casa donde la festejada vivía.

De pronto todos estaban comentando los sucesos más "relevantes de la fiesta": Mike contaba cómo fue "reclutado" por Zeke para darle la sorpresa del baile a Hanji, las tardes que practicaron juntos; Hanji hablando de lo feliz que le hizo la fiesta; y Nifa contó sin pena que se había besado con uno de los bailarines de la coreografía dedicada a Hanji, y que incluso Mike había tenido que intervenir porque le había pegado a una chica.

La pelirroja contó lo último como si hubiera olvidado que Erwin estaba demasiado cerca. De hecho escuchó, y se preguntaba en qué momento había sido aquello. Decidió fingir demencia, a estas alturas, ¿Ya para qué la iba a regañar?

Ya en la casa, eran casi las 11:00, pero aun así, casi todos estaban de curiosos esperando que Hanji abriera sus regalos en la sala –Gustav no precisamente, pero había decidido esperar a Anka-.

El regalo elegido por Levi y Farlan, había resultado ser una guitarra –tal como Mike lo había mencionado-. Anka le dio un pijama que le gustó mucho –como si ella misma la hubiera escogido-.

Erwin Smith, Mike, Flagon y Sayram le habían regalado libros. Erwin le dio una versión nueva de "Las nieves de enero". Hanji se había apenado horas antes cuando Mike, Flagon y Sayram le habían dado un regalo. Aunque ellos hubieran insistido que había sido algo barato, aun así le apenaba pensar que le habían comprado algo. Pero cuando vio los regalos se sintió muy feliz.

Mike le había dado una versión usada de "Dos criminales en Shiganshina", mientras que Flagon y Sayram le habían dado también la versión usada pero del libro "Las muertas de Utopia". A Hanji no le importaba que fueran libros usados, de hecho le alegraba porque eso confirmaba que no debieron costarles mucho. Ella amaba a los libros por su interior, y no le importaba si sus hojas estaban amarillas o que olieran a "papel viejo".

Nanaba y Nifa le habían dado un set de brillos labiales de tonos neutrales –Nifa habría querido darle algo más atrevido pero no quiso arriesgarse a entregar algo que la cumpleañera no usaría-.

De Zeke recibió una gabardina negra sencilla pero elegante. Le había gustado aunque no fuera precisamente su estilo vestirse así. De parte de Graciela recibió siete coordinados de ropa interior –incluyendo pantaletas y sostén-. Hanji no hubiera tenido reparos en enseñarlos, pero Levi casi le forzó a devolverlos a la caja para exigirle que más tarde los vaciara a su cajón.

De Klaus casi se desmayaba cuando vio que le había dado una versión nueva del libro que tanto había buscado y no había podido encontrar.

La maestra Nehru –quien le enseñaba arte-, le había dado un libro llamado "El maestro". Durante una plática le había mencionado de qué trataba el libro: Del idilio amoroso de un maestro particular, y su estudiante adolescente.

Hanji por supuesto que tuvo sus motivos muy personales para interesarse en leer ese libro, pero no pensó que la maestra fuera a dárselo, sobre todo porque le había mencionado que contenía escenas eróticas muy explícitas.

—Ese libro está buenísimo —Dijo Erwin, y la cumpleañera no pudo evitar preguntarse si realmente estaban hablando del mismo libro.

—Si es tan bueno supongo que lo leeré —Dijo Farlan, para terror de Hanji.

—Dudo mucho que te guste… Es una historia de amor rosa... —Respondió el maestro— Yo diría que es literatura para chicas —Y entonces Hanji supo que sí, que el docente estaba seguro de qué trataba el libro, porque para ella que sabía de qué se trataba, fue evidente la intención de hacer que Farlan desistiera de leerlo.

Entre Lynne y Henning le regalaron un oso de peluche mediano. Y Marlene le dio algunas cremas corporales perfumadas.

Casi todos los regalos fueron así, cosas para su nuevo "estatus de mujercita". Y como ocurrencia del destino, el último regalo que abriría sería el entregado por el profesor Shadis.

El pulso de la adolescente se aceleró, sus mejillas se ruborizaron, y sus ojos y su sonrisa demostraban cuán emocionada estaba por ver qué le había dado el hombre que la traía loca.


Un día antes, luego de salir del colegio, Keith Shadis decidió ir a comprar el regalo para su estudiante.

Se dirigió a una librería. Él rara vez regalaba otra cosa que no fuera un libro, aunque de momento estuvo sin idea de exactamente cuál debía regalarle.

Descartó darle un libro de la sección de romance, de autoayuda, y de terror. La empleada que le atendía le ofreció los libros más solicitados por los jóvenes, y algo así no terminaba de convencerlo. Le parecía que tales historias no aportaban más que entretenimiento turbio a los chicos, sino es que absurdo o cliché. Y así le parecieron la mayoría de novelas mostradas por la dependienta, lo único hasta cierto punto diferente, fue una serie de libros de un niño mago en una escuela de hechicería.

—La autora en total ha sacado cinco libros, y son de los más buscados entre los adolescentes —Le explicaba la mujer. El argumento parecía interesante –sorprendentemente- incluso para él, pero le preocupaba que no fuera una lectura que él consideraría "adecuada" para entregársela a una chica de dieciséis. Él era un adulto que podía darse el lujo de leer por mero entretenimiento, pero prefería darle a Hanji alguna lectura que le aportara algo a su vida.

Tampoco le pareció apropiado darle algún libro de misterio, sobre todo porque los que vio en los escaparates hablaban de asesinos, asesinos que quizás jamás pagaron por sus crímenes, y si bien en la vida real eso también pasaba, creía que era incorrecto, ¿qué mensaje le estaría dando a una adolescente si le entregaba a leer algo así?

Huraño como él solo, le pidió a la dependienta permitirle ojear la sección de fantasía él mismo. A él le gustaba ese género, aunque de pronto estaba leyendo la contraportada de una historia de un tablero que hacía que aparecieran animales de la selva en la vida real. Sí le gustaba la fantasía, pero no ese tipo de fantasía.

A él le gustaban las historias que contuvieran seres fantásticos como magos, brujas, hechiceros, hadas, dragones, etc. Con sociedades constituidas, y bien fundamentadas. Donde el bien luchara contra el mal durante épicas batallas. Donde incluso el más aparentemente ordinario sujeto viviera una aventura gracias a su mentor.

Quizás para de algún modo obtener la emoción que no obtenía en la vida real.

Y de pronto se acordó de una historia en específico que pensó que sería perfecta para obsequiarla a la adolescente.


Luego de romper la envoltura y abrir la caja, Hanji se encontró tres libros nuevos perfectamente acomodados. Resultó ser una trilogía, una que Erwin le dijo, sabía que era de las favoritas del maestro.

Y su corazón ardió.

De algún modo iba a compartir algo con el maestro. Porque aun sin comenzar a leer, sin conocer el argumento de la historia, Hanji había declarado que esa también sería de sus trilogías favoritas.


—¿En serio solo bailó una canción contigo? —Preguntó Zeke, sin podérsela creer.

—Sí. Una canción y un pedazo de la segunda —Respondió Klaus.

—Tal vez hay una explicación —Intentó el hijo de Grisha, porque no se le ocurría ninguna justificación para tal desaire.

—Sí… soy demasiado feo.

—Claro que no, tonto.

—¿Qué? ¿No soy feo?

—Sí eres feo pero no es para tanto —Dijo antes de reírse. Por cierto que tuvo que anteponer las manos para no recibir de lleno el almohadazo que intentó asestarle su amigo— Bueno, cálmate. El lunes será otro día.

Y de hecho lo fue…

Durante los ratos libres entre clases, no había otra cosa de la que no se hablara más que de la fiesta de Hanji. De lo bien organizada que estuvo, de lo bello del salón de eventos, de los postres, de cierto estudiante que se besuqueó con una pelirroja, etcétera, etcétera, etcétera.

Klaus estaba un tanto irritable, de escuchar lo bien que hablaban a la fiesta en comparación de lo mal que sentía que le había ido: Había bailado una coreografía para que hubiera sido Mike quien terminara llamando la atención de Hanji, y apenas y había bailado poco más de una canción abrazado de ella.

No, sencillamente no se sentía feliz.

Incluso cuando en el receso, Hanji se alejó de su grupito para hablarle a él y a sus tres amigos, Klaus se mostraba cortante.

—Oigan chicos.

—¿Qué quieres? —Zeke casi se golpea su propia frente.

—Quería agradecerles por sus regalos… —Dijo sonriendo, gesto que hizo enfadar un tanto más a Klaus, pensando que ella se estaba burlando— Oye Zeke, también quiero agradecerle a tu abuela. No sé cómo le hizo pero lo que me envió me quedó perfecto.

—De hecho ella me ayudó a escoger la talla correcta de la gabardina… Parece una habilidad especial en las abuelas.

—Me hiciste recordar a esas abuelas que te tejen un suéter que te queda perfecto.

—Sí, solo que mi abuela no teje. Sino que se pasea por tiendas para escogerte la ropa —Hanji sonrió efusivamente, Zeke de pronto se dio cuenta que su amigo lo miraba con evidentes celos, y decidió que era buen momento para aclarar las cosas— Oye Hanji, ¿Acaso en tu fiesta Klaus te hizo sentir incómoda, o qué?

—¿Eh? —Balbuceó inicialmente, un tanto confundida, el aludido no pudo evitar ver a su amigo con molestia— Claro que no, Klaus no me hizo nada.

—¿Y entonces porqué solo bailaste una canción con él? —La adolescente volteó ver a Klaus intentando recordar como porqué había bailado tan poquito con él, y al recordar, su semblante se ensombreció.

—Es que, la canción que inició era la que se supone que bailaría con mi padre en la fiesta de los dieciséis, y como mi padre se fue, me es insoportable bailar la canción con alguien más —Dijo, evidentemente triste. Los cuatro pudieron verlo. Hanji no podía estar mintiendo.

—Siento haber echado sal en la herida al haberte hecho recordar algo así —Dijo Zeke, con genuina pena. Personalmente él sentía que su historia con Grisha era parte del pasado, lo cierto es que su partida le había dolido más de lo que estuvo dispuesto a admitir.

—Estoy bien —Era evidente que no, pero ninguno estuvo dispuesto a refutárselo.

Al menos Klaus retiró su trato cortante hacia ella.


Keith Shadis siempre acostumbraba a llegar temprano a cada clase, incluso después del receso, por lo que antes de que sonara el timbre que indicaba el fin del descanso, ya había alistado su maletín para irse a meter al siguiente salón.

—Profesor Shadis —La estridente voz hizo que detuviera su marcha, e incluso antes de girar la vista ya sabía que era Zoe quien le había llamado.

—¿Qué quieres, niña? —Inquirió, deteniendo su marcha para escucharle.

—Quería agradecerle por los libros —Dijo sonriendo. Bajo el brazo el docente notó que traía uno, pero era tan delgado que estaba seguro que no era ninguno de los que él le había dado.

—Supongo que la trilogía es demasiado grande para que quisieras iniciarla —Picó, mostrándose obvio en haber notado el libro que traía bajo el brazo.

—Claro que no, profesor. De hecho ayer leí los primeros capítulos, donde se relataba el cumpleaños ciento once que el señor Baggins casi celebra junto a su sobrino favorito, digo "casi" porque "desapareció" al inicio de la fiesta.

—Bien… Me queda claro que sí iniciaste a leerlo, solo no lo uses de pretexto cuando repruebes el examen del viernes.

—Claro que no, profesor.

—¿Qué…? ¿No lo usarás de pretexto? —Preguntó con evidente sarcasmo.

—No reprobaré, profesor —Dijo con seguridad.

De otra persona, Keith Shadis lo habría tomado como simple petulancia, pero había algo en Hanji que rezaba que estaba segura, no solo de aprobar el examen, sino de obtener una calificación sobresaliente, pero, aun cuando ya hubiera obtenido muestras de su inteligencia, se negaba a creer que una mujer sería capaz de destacar en física.

El timbre que indicaba el fin del receso sonó.

—Me tengo que ir a la siguiente clase —Dijo mientras se giraba y comenzaba a caminar.

—Lo sé, profesor. Justo va a mi salón —Respondió siguiéndolo y adelantándose lo suficiente para ir a su lado.


Keith Shadis tenía reglas, en los descansos de entre una clase y otra, entendía que hubiera estudiantes que aprovecharan para ir al sanitario –aun cuando él mismo salía de un salón directo al otro-, pero en la primera hora de la mañana, y la siguiente después del receso, ni de chiste permitía que ningún estudiante entrara después de él, por lo que Farlan, se preocupó cuando supuso que maestro no debía de tardar en llegar, y Hanji todavía no regresaba de cualquier sitio del que no quiso dar ninguna explicación de qué haría.

Con cualquier otro maestro se podía negociar una regla, pero con Keith Shadis era imposible.

Por lo mismo, todos los alumnos de la clase -exceptuando a Hanji-, ya estaban sentados esperando al maestro.

Cuando Farlan ya estaba casi seguro de que Hanji se perdería la hora, la vio entrar al salón, seguida de Keith Shadis.

Esto último fue tan evidente, que casi todos se dieron cuenta, al haber estado sentados mirando en dirección a puerta, o notándolo por el rabillo de sus ojos.

Hanji tomó asiento en su lugar mientras el docente fue a colocar el maletín en el escritorio y se ponía al frente del salón.

—Me he enterado que algunos estudiantes de su nivel se han quejado de mí —Inició con aparente calma— Le han lloriqueado al director que les adelanté clases… El subdirector es mi amigo, y podría pasarme los nombres de los quejumbrosos —Ciertos estudiantes presentes tuvieron que usar toda su fuerza de voluntad para no quebrarse— Aunque… honestamente no me interesa quien hubiera ido de bocón… no me perjudicaron con eso.

»Es normal que se quejen, no conocen mi forma de trabajar y por eso creen que adelanté la enseñanza por simple diversión.

»No es la primera vez que los estudiantes de tercer semestre van de llorones, así que ya está de más explicarle al director, pero a ustedes sí les diré el porqué de mis acciones.

»La razón, es que soy generoso… En esta semana no les enseñaré nada nuevo, sino que les ayudaré a repasar todo lo que hemos visto en clases pasadas.

»Durante el repaso deberían darse cuenta de qué tema deberían estudiar más… Deberían, porque aun así, sé que muchos no aprovecharán la oportunidad, y aunque la aprovechen, muchos reprobarán.

»Les informo que durante el examen estará prohibido que usen sus libros o apuntes. Únicamente les permitiré usar su calculadora, lápiz, borrador y un formulario que harán individualmente, donde anotarán las fórmulas que crean que necesitarán durante la prueba.

»Por ahora las reglas cambian. Los pasaré al pintarrón de forma desordenada, arbitraria, como se me pegue la gana —Dijo en un tono que parecía sádico— ¡Magnolia! —Isabel se sobresaltó.

La pelirroja estaba aterrada de pensar que sería la primera en pasar al frente.

—Dime un número del uno al cuarenta y ocho —Ordenó el docente.

Isabel no entendió exactamente para qué le pidió eso, estuvo intentando deducir para qué, pero al darse cuenta de que ya se había tardado más de lo debido en responder, dijo lo que le llegó a la mente

—Cuarenta y ocho —Shadis sonrió con aparente diversión.

—Felicidades, Zoe —Dijo el docente volteando a ver a la aludida— Tu compañera mencionó tu número en la lista.

»Trae tu calculadora contigo —Dijo haciéndole un ademán con la mano— Has sido elegida para iniciar con el repaso.

Hanji tembló antes de obedecer, se acercó al pintarrón esperando las indicaciones del docente, para aumentar sus nervios, Keith se puso de pie con un libro para escribir en la parte superior del pintarrón y quedando cerca de la estudiante.

—Para la prueba, les entregaré una hoja de manera individual. No debería decirles esto, pero no tendrán planteamientos equivalentes a los compañeros de al lado, sino que coincidirán con los que tengan adelante o atrás, pero ni se les ocurra hacer ningún tipo trampa, porque anularé el examen de cualquiera que pesque infraganti.

Por un costado anotó las fórmulas que supuestamente la alumna necesitaría, fórmulas que por lo que Hanji notó, Keith Shadis había anotado con bolígrafo dentro del libro del que se estaba basando, el cual no era el mismo con el que les enseñaba.

Al final le entregó marcador para que resolviera el problema, Hanji comenzó a trabajar, dándose cuenta de que el docente no le quitaba la mirada de encima, disfrutando de "intimidarla" –según él-, negado a creerse que su estudiante en realidad se obnubilaba con su presencia.

Le estaba costando mucho trabajo no pensar en la cercanía que Keith Shadis mantenía con ella. Tuvo que recordarse su objetivo de impresionarlo para no cometer ningún error, fue difícil, pero una vez que inició a realmente concentrarse, no pudo parar hasta que la voz del docente detuvo momentáneamente sus movimientos.

—¿Por qué estás haciendo la conversión de metros a kilómetros?

—Porque me ha pedido el resultado en kilómetros —Volteó para responderle y luego regresó la vista al pintarrón para seguir escribiendo.

Cuando Hanji terminó, Keith Shadis no pudo refutarle nada, se acercó al escritorio para marcarle un punto a Hanji.

—Ya puedes retirarte. Pero antes dime cualquier número del uno al cuarenta y siete —Omitió el cuarenta y ocho porque justo acababa de pasarla. Hanji dijo lo primero que le llegó a la mente antes de comenzar a apartarse. Keith vio la lista y resultó ser Farlan— Church —Lo llamó— Eres el siguiente.

La dinámica fue más o menos igual. Keith se puso de pie para modificar la pregunta y los rubros, dejando las fórmulas intactas. Farlan también resolvió su ejercicio sin mayor problema, al final dijo un número, qué resultó ser Zeke, y el hijo de Grisha también se ganó un punto.

—Antes de que te sientes dime un número del uno al cuarenta y siete —Indicó el maestro.

Zeke Jaeger luchó patéticamente por contener la sonrisa malvada.

—El uno —Al menos pudo contener la carcajada que quería liberar.

Keith Shadis no tuvo que ver la lista para saber quién era el primero, pero el Ackerman se puso pie antes de que alcanzara a llamarlo.

Levi acercó sin hacer contacto visual con el Jaeger que había ido a tomar su lugar, pero el docente sospechó que en su interior lo estaba maldiciendo.

Como con Levi no servía la intimidación, ni se molestó en quedarse de pie con él más de lo necesario, mejor aprovechó para revisar al menos uno de los trabajos de investigación de los estudiantes de quinto semestre, así que cuando Levi creyó que ya había acabado de resolver el ejercicio, se giró a ver al maestro, estuvo a punto de llamarlo pero algo de reojo captó su atención.

Hanji y Farlan le estaban haciendo señas, y vocalizaban sin emitir ningún sonido queriendo hacerle saber que le faltaba hacer la conversión de kilómetros a metros, Levi no fue capaz de leer sus labios, pero el comportamiento de sus compañeros le hizo repasar visualmente el ejercicio, hasta darse cuenta de que aún había algo por hacer, y cuando hizo la conversión, disimuladamente volteó a ver a sus amigos, quien le hacían saber con su sonrisa que todo estaba bien.

—He terminado —Dijo con su rasposa voz.

El docente se puso de pie para comprobarlo.

—Vaya… Ganaste tu primer punto —Zeke notó perfectamente la casi sonrisa que le estaba dedicando Levi. El hijo de Grisha sin querer, le había ayudado a ganar su primer punto en física— Dime el número que se te ocurra— Le pidió antes de que se sentara, y cuando Levi dijo el número el maestro dio un vistazo a la vista— Duges —Marlene era la elegida.

Zeke supuso que no había forma de que Levi supiera que Marlene era quien le gustaba, así que simplemente había sido coincidencia que hubiera nombrado su número de lista.

Los estudiantes siguieron pasando, si alguno nombraba el número de alguien que ya había pasado, se omitía y se pedía otro. Llegó el momento de la última participación de la hora.

—Magnolia —La aludida se encogió en su lugar como si supiera que estaban a punto de golpearla, y de hecho, una golpiza sonaba más tentadora que pasar al frente.

Sin siquiera esperarla, Keith Shadis fue a borrar los anteriores rubros para poner los actuales, y cuando terminó, se dio cuenta de que la elegida ni siquiera se había puesto de pie.

El docente volteó a verla, frunciendo el ceño, pero ni loco le iba a insistir.

—Al menos no nos haces perder el tiempo en un repaso —Dijo Keith con evidente fastidio— No te obligaré a pasar, pero te rebajaré un punto en tu examen —Isabel no estaba como para perder los puntos que ni se había ganado, pero le pareció preferible eso antes que recibir otra humillación— Dime un número del uno al cuarenta y siete.

—Cuarenta y siete.

El docente fue a fijarse a la lista.

—Zacharius —Llamó, e Isabel apretó los ojos terriblemente apenada, se había olvidado totalmente de que siempre nombraban a Mike antes que Hanji.

—Lo siento, Mike —Musitó la pelirroja a su compañero cuando pasó.

—Descuida —Le dijo sonriéndole para transmitirle calma. De ninguna forma se iba a molestar por eso. Además sabía que Isabel no lo había hecho con intención.

De hecho incluso terminó ayudándolo, habiendo practicado con los ejercicios pasados, pudo hacerlo de manera correcta, ganándose un punto.

—En la siguiente clase veremos ejercicios del siguiente subtema —Dijo Keith Shadis— Los que pasaron hoy ya no tienen que volver a pasar —Dijo como si nada, de pronto recordó algo— Eso no va por ti, Magnolia. No pasaste hoy, y si eres nombrada antes del examen y vuelves a negarte a pasar, te voy a quitar otro punto.

Cuando Keith Shadis salió, tuvieron tres minutos de descanso antes de que llegara la maestra de literatura.

—¿Por qué no pasaste? —Le preguntó Hanji, que estuvo pellizcándole la cintura pretendiendo que se levantara cuando había sido elegida— ¿Le tienes miedo al profesor?

—Claro que no le tengo miedo. Simplemente lo detesto —Dijo de manera infantil— Creo que voy a reprobar.

—Vamos, Isabel. No te rindas sin intentarlo —Intentó animarle Farlan.

A Levi no le importó quien estuviera viendo, le acarició con tosquedad la cabeza mientras le llamaba imbécil.

Ya en la casa, luego de haber comido y de haber lavado los trastes, Hanji se ofreció para ayudarle a estudiar a su amiga.

—No, gracias. Yo puedo sola —Respondió la pelirroja, mientras bajaba la mirada hacia sus libros.

Hanji no insistió, no sabía que luego se arrepentiría, pero uno es incapaz de ver el futuro, así que decidió tomar el libro de "El maestro", para comenzar a leer la tan prometida apasionante historia.

La historia que le serviría para fantasear mil y un cosas con su maestro de física.


Continuará…


Publicado el 18 de enero de 2018.


Gracias por leer. Cualquier duda pueden preguntarme por mensaje privado.

Dejaré las notas para quiera leerlas.

No recuerdo la fuente, pero creo haber leído que la persona que mejor aroma tiene según Mike es Nanaba, quise dejar algo de eso aquí. Y sí, me gusta el MikeNana, así que quise meter un guiño.

De lugar al que fueron Uri y Kenny, me imaginé que era como una cafetería informal. Para el cumpleaños de mi papá fuimos a un lugar así y mi hermana comió su ensalada, mi sobrino sus alitas de pollo, y había helados también.

Cuando Kenny "sonrió de verdad, pero como un maniático" fue porque justo así me imagino su sonrisa pesando que Uri querría sexo.

Por si no quedó claro, los "amigos en el armario" a los que se refiere Anka, son los dildos con vibrador.

Tal cual lo dije, el kenuri comenzó como algo random y decidí que si lo escribo, lo mostraré más a fondo en otra historia, un spin off de esta, donde se vería la lucha de Kenny Ackerman por tener otra oportunidad de conquistar a Uri Reiss.

Lynne y Henning son los dos soldados que murieron por una pedrada del titán bestia en el castillo de Udgart.

La escena de baile de Nifa, en contraste con lo que había pensado, fue muy fácil de escribir. Para la penúltima canción que bailan Nifa y Zeke, me imagine "Hung up" de Madonna. Y para la última canción que Nifa bailó delante del rubio, me imaginaba "La tortura" de Shakira y Alejandro Sanz.

A Nifa la imaginé justo como a esas personas que si les golpeas, te golpearán más fuerte.

Mi mamá que en paz descanse, solía decir que una pieza de baile, no se le negaba a nadie, porque sería grosería.

Les había dicho que en el capítulo pasado había pensado una canción en específico para el vals de Hanji, pero al haberlo olvidado, y recordarlo después, decidí meterlo como una canción que no pudo bailar con su papá y que no quería bailar con nadie más, y la que en realidad pensaba que sería era: De niña a Mujer de Julio Iglesias. Y la canción de hecho, habla de un padre de la que su niña ya ha crecido.

Dije bailoteando como jugando a la rueda de San Yarckel, un guiño a una canción infantil llamada "La rueda de San Miguel".

Para las últimas canciones en las fiestas, hago referencia a algo que se usa mucho acá en México: Bailar de forma colectiva "No rompas más" y "Payaso de rodeo", ambas de Caballo dorado.

De los libros que le dieron Erwin, Mike, Flagon y Sayram, hago referencia a "Los relámpagos de agosto", "Dos crímenes" y "Las muertas" de Jorge Ibargüengoitia –solo me gustaron los últimos dos-.

El libro "El maestro", en realidad hace referencia a un libro llamado "El amante", donde una chica pobre de quince años tiene un idilio amoroso con un hombre rico de veintiséis años, cambié la trama del libro para "ayudar" a la trama de esta historia.

Con la historia del tablero que hacía que aparecieran animales de la selva en la vida real, estaba haciendo referencia a Jumanji –sí, la película está basada en un libro-.

La trilogía que Keith Shadis le da a Hanji, es la del señor de los anillos, la cual me gusta mucho, y está dirigida a público adolescente, hasta donde la edad llegue, siempre y cuando sean amantes de la "Alta fantasía" –Fantasía con universos mágicos detallados-.

Mi mamá que en paz descanse, era capaz de distinguir si me quedaría una prenda, con solo mirarla, algo así puse a Graciela.

Duges es un apellido francés que suena como "Duyes".