Love Live Sunshine!

El deber de familia

Extra

Disclaimer: Love Live! Pertenece a su creadora Sakurako Kimino y a ASCII media works junto con Sunrise.

NdelA: Un extra, por si algún día me animo a escribir la continuación. Por ahora Dobby es un elfo libre~ *brinca de alegría*.

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—¡Oye! ¡Hey! —un grito se oyó entre la multitud de personas y dos figuras salieron corriendo de pronto compitiendo entre sí llamando la atención de todos a su alrededor.

Dos jóvenes, un alto y apuesto chico de cabellos oscuros y cortos, de distintivos ojos rojos como el rubí y otro chico casi de su estatura pero con el cabello azul oscuro sujetado en una cola de caballo alta y ojos amarillos con un toque felino corrían por las calles escapando de la supervisión de la guardia donde estaban haciendo sus ejercicios matutinos.

—¡Esta vez yo seré quien gane! —exclamó el chico de la melena negra volteando a ver burlonamente a su contrincante que había tropezado con una parvada de aves que se cruzó en su camino.

—¡No te será tan fácil Katsu! —respondió apresurandose a retomar la ventaja pero Katsu le colocaba más obstáculos en el trayecto.

—El último en llegar a casa es el perdedor —arreció la corrida sacándole algunos metros.

Viéndose en desventaja el chico de la cabellera azul decidió tomar un atajo. Aprovechó su oportunidad al ver correr por un callejón estrecho que cortaba el rumbo hacia la casa de su tía, la casa Kurosawa. Tarde fue cuando Katsu se dió cuenta que detrás de él no había nadie siguiéndolo y sin aflojar el paso continuo corriendo. Unas calles más pasaron y de nuevo sus pasos se encontraron de nuevo.

Esta vez el chico de la cabellera azul llevaba la ventaja y pícaramente se burló de su rival. Katsu recogió al trote una piedra que arrojó a la espalda de su contrincante y este se quejó del golpe y perdió algunos pasos. En la recta final estaban casi igualados e iban forcejeando para tomar la delantera.

Faltaban sólo un par de metros para llegar a la puerta principal de la casa cuando la puerta se abrió y algunos mozos que salían guiados por Yohane se atravesaron en su camino y la colisión fue inevitable.

Frascos y más frascos fueron tirados al suelo y sus contenidos derramados por todo el suelo. Los fuertes olores de las infusiones esparcidas llenaron el ambiente y una furia Yohane se puso roja hasta las orejas al ver todo el estropicio.

—¡Katsu! ¡Aiko! —resonó su grito de regaño por toda la casa además del barullo por el choque.

Pronto miradas y cabezas curiosas se asomaron para ver qué era lo que había sucedido. Los jóvenes reían sin parar llenos de los aceites e infusiones que Yohane llevaba para su dispensario en el templo cercano y está, Yohane, sacaba un fuete para perseguirlos por toda la casa para darles una tunda por si travesura.

—¡Ea! ¿Qué es todo este escándalo? —You salió de algún lugar del interior de la casa y vio la escena de Yohane corriendo por el jardín mientras los dos chicos la esquivaban.

—Estos hijos de su… —se recayó deteniéndose para tomar aire—, rompieron casi todo el trabajo de esta semana para reponer en el dispensario.

—¡Aiko! ¡Katsu! —la voz fuerte de You les llamó la atención y los dos chicos se detuvieron—. ¿Me puede explicar alguno de los dos que rayos es todo esto?

Ambos chicos agacharon la cabeza avergonzados al tener delante a la figura imponente del jefe de la guardia del clan Kurosawa llamándoles la atención.

—Lo siento papá —el chico de cabellera azul habló—. Estábamos compitiendo por ver quién era el más rápido y al llegar hemos chocado con la tía Yohane.

—Es verdad tío You —lo secundó el otro chico—. No era nuestra intención.

You los miró a los dos con severidad y trataron saliva esperando el castigo. Podría ser su padre o su tío, pero se tomaba en serio la disciplina de la casa, sobre todo ahora que estaban recibiendo la formación con la guardia del clan.

—En ese caso deberán recoger todo su tiradero y ayudar a su tía Yohane a reponer cada uno de los frascos que han roto en su descuido —les impuso el castigo—. A la par de que no deberán retrasarse en sus deberes diarios.

—Pero tío —masculló el joven Katsu.

—¡He dicho! —les gruñó y ambos chicos asintieron.

Detrás de You un par de figuras miraban con diversión toda la escena. You estaba en la casa Kurosawa para visitar a su querida prima Hanamaru y a la joven Kira quien ayudaba a su madre a hacer los próximos preparativos del festival de la primavera. Parecían dos gotas de agua, la única diferencia era que Kira era una versión más joven de Hanamaru y con los ojos esmeralda de su madre Dia.

Hanamaru estaba riéndose al ver cuán serio podía llegar a ser You con sus hijos al portarse como niños, que no pudo evitar hacer el comentario sobre ello.

—Esto me trae viejos recuerdos de cuando teníamos esa edad ~zura —se siguió riendo y You se mostró ofendido.

—No sé de qué hablas —se hizo el desentendido.

—De como este par —señaló a Yohane y a You—, solían solían hacer enojar a papá con sus travesuras en el templo.

—¿Es eso verdad tío You? —Kira se unió a su madre para molestar un poco a su querido tío.

—Nada más falso —dijo indignado—. Todo era obra de Yohane.

—¡¿Qué?! —saltó la aludida que tenía encima los líquidos de sus infusiones—. ¿Por que todos me culpan a mí de sus propias culpas? Eras tú y Ruby quienes hacían los desastres y Maru-chan y yo teníamos que limpiarlos.

—¿Es verdad eso papá? —Aiko que estaba allí todavía comenzó a reír imaginando eso.

You se encogió de hombros viendo que no podía negar la verdad.

—Eso es trampa tío —Katsu se unió también.

—Eramos jóvenes —tuvo que admitir—, pero aún así debíamos cumplir los castigos y ustedes tienen uno así que comienzo ahora mismo.

—Está bien —dijeron los dos con desgana.

Aiko y Katsu empezaron a recoger los frascos rotos mientras que Yohane volvía al interior de la casa con Hanamaru y You para que se cambiara las ropas, sólo Kira se quedó para ayudarlos.

—¿Y quién ganó? —pregunto como quien no quiere la cosa y la competencia entre los dos chicos regreso de súbito.

—Por supuesto que yo —Aiko fue el primero en contestar.

—Claro que no —Katsu hizo una trompetilla—, fui yo.

Kira se quedó pensativa.

—Los chicos son tontos —habló por fin.

—¡Por supuesto que no! —exclamaron ofendidos al unísono y Kira se rió de ellos.

—¿Por qué razón siempre están peleando? —puso sus manos en su cintura esperando una explicación.

—Porque…

—Porque… ¿Somos chicos? —su hermano tanteó.

—Es lo que yo he dicho, los chicos son tontos —volvió a reírse.

Aiko un poco mosqueado fue hasta ella y la sujeto en un fuerte abrazo.

—No somos tontos, nos gusta retarnos para ver hasta dónde llegamos —mantuvo su abrazo aunque Kira pataleo y Katsu le dió la razón.

—Son como una piedra los dos —farfulló queriendo quitarse de encima los fuertes brazos de su primo.

—Pero no cualquier piedra —el chico la soltó y antes de alejarse de ella le guiño un ojo haciendo que Kira se sonrojara.

—¡Las piedras supremas! —gritó con entusiasmo Katsu.

Kira se giró de inmediato para que su rubor no fuera visto por Aiko pero este se dió cuenta y sonrió satisfecho de poder provocar de esa manera a su linda prima, era divertido ver cómo se avergonzaba con un guiño o un abrazo.

—Regresare con mamá, así que espero acaben pronto de recoger su desorden —dijo antes de irse apresuradamente a la casa.

—¿Qué diablos le pasa? —Katsu alzó una ceja viendo la reacción de su hermana.

—No lo sé —se encogió de hombros Aiko—. ¿El que termine último hace los deberes del otro en el castigo?

—¡Oye! —lo sopesó—. ¡Esta bien! —aceptó el trato pero antes volvió a empujar a Aiko que cayó de espaldas llenándose de tierra.

—¡Eso es trampa!

Volvieron a discutir, reiniciando su competencia otra vez.

~•~

—¿Qué es lo que sucede Dia-san? —Riko entró en la pequeña sala de su casa donde estaba ofreciendo un refrigerio a Dia que venía de sus rondas por la región.

—Algo que no esperaba —dijo molesta sacando un paño de tela que mostró a Riko—. Sé que podrás reconocerlo sin problema si es que es lo que creo que es.

Riko palideció al contemplar el trozo de tela. Podía reconocer el pedazo de lo que era un escudo, sólo que no era cualquier escudo.

—¿De dónde lo obtuvo? —preguntó alterada.

—Un mensajero lo entregó esta mañana en la frontera del daimyō —comenzó a explicarle—. Lo envía Umi-san.

—¿Cómo? —Riko parpadeó confundida.

—Lo han recogido de un grupo de rebeldes de los clanes del sur que aún quedan refugiándose en Hokkaido —continuó Dia—. Es la flor de mandarinas…

—…de la familia Takami —completó Riko estrujando con sus dedos el trozo de tela.

—Es sólo un rumor —trato de suavizar.

—Nunca la encontramos con vida y se que debió esconderse en algún lugar esperando el momento para volver —los ojos de Riko se llenaron de rabia.

—Aún así estaremos preparados —Dia tomó el trozo de tela de las manos de Riko—. Quería confirmar mis sospechas y si se trata de un impostor lo averiguaremos. Por ahora debemos manejarlo con discreción.

—Si —asintió Riko—. Gracias por decírmelo.

—Pondremos al tanto de esto a You y redoblaremos esfuerzos ante este predicamento —prometió Dia.

—De acuerdo —una lágrima de frustración corrió por su mejilla—. No hay que dejar que Yō-chan lo sepa.

—No te preocupes —concedió—. No dejaremos siquiera que llegue a acercarse a Izu nuevamente.

~•~

—¡Esos idiotas arruinaron mis mandarinas! —exclamó indignada una joven mujer de cabellos naranja que lucía una larga trenza rematada en una flor blanca que descansaba sobre su hombro izquierdo.

La chica tenía un pequeño puesto de frutas en el mercadillo donde la carrera de los dos chicos del clan Kurosawa había comenzado. Eran mercaderes que acababan de llegar a la pequeña ciudad a vender sus productos.

—Tranquila hija —otra mujer, más grande en edad y que traía el color de su cabello en el mismo tono, le habló—. Ya pagarán por lo que hicieron.

—No sólo por arruinar el presente, sino por todo lo que deben del pasado —una tercera mujer que también estaba con ellas se unió a la charla.

—Mamá Leah, ¿son ellos los que provocaron la muerte de tu hermana? —preguntó la chica a esta tercera mujer que apareció.

—No nada más la de ella, Ina, también la de toda nuestra familia. Los Takami y los Kazuno éramos familias grandes y prósperas que eran dueñas de estas tierras —dijo con ira la mujer mayor de cabellera naranja.

—¿Fueron ellos los que te dejaron así mamá? —la joven Ina se dirigió a la mujer mayor de cabellos naranja.

—Ellos nos arrebataron todo —siseó a través de sus dientes—, es tiempo de que devuelvan lo que nos pertenece.

—Ina ve por tu hermano, debemos reunirnos con el resto —le dió la indicación Leah.

La chica asintió y aún con el coraje presente por lo que su madre había dicho fue a buscar a su hermano menor.

—Me vengare por todo lo que le hicieron a mi familia —susurró Ina mientras se iba.

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