Disclaimer:Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer
BAJO LOS FOCOS
CAPÍTULO 1
"PROBLEMAS EN EL PARAÍSO
La que parecía ser la pareja más sólida del Hollywood actual, se separa.
Después de que hace seis años se conociera su relación gracias a unas fotos que les captaron manteniendo relaciones sexuales en el Parque Griffith, "supuestamente", dando a conocer entonces su noviazgo, el ahora matrimonio Cullen-Swan ha caído en una profunda crisis que ha acabado con el abandono del hogar familiar por parte del actor.
Según fuentes cercanas a la pareja, la crisis familiar comenzó a gestarse tres meses atrás cuando el oscarizado Edward Cullen se perdió el nacimiento de su primer hijo, Benedict, por encontrarse rodando en el desierto de Rangipo, en Nueva Zelanda, la segunda entrega de la bilogía La Búsqueda, que se estrenará el próximo año.
La ausencia del actor en el que se dijera fue un complicado parto, acabó con la paciencia de la fotógrafa ya molesta por las constantes murmuraciones sobre un romance entre su marido y la actriz Bree Tanner con quien Cullen comparte cartel en su última película "La Odalisca".
Y es que desde que hace ya seis años, los actores trabajaron juntos en la exitosa "El último partido", la buena química entre ambos ha sido más que comentada.
La dupla Cullen - Tanner también ha compartido cartel en la primera entrega de "La Búsqueda" y ambas películas han sido igual de exitosas. Todo indica que éste nuevo filme también lo será.
Desde que el pasado marzo se conoció la noticia de la ruptura y posterior divorcio de Bree del cantante del grupo Vampires, Diego Ferland, los rumores sobre un romance entre la joven y Cullen no se hicieron esperar.
Según fuentes cercanas, Isabella se habría hecho eco de las murmuraciones y habría dado un ultimátum a su pareja para que cancelara su participación en la última película que éste habría estado rodando con Tanner, algo a lo que el actor se negara generando el consabido malestar en Swan.
La situación podía no haber llegado a mayores de no ser por la comentada ausencia del joven en el parto de su hijo quien naciera de forma prematura."
Bella lanzó sobre la mesita de café la revista que se deslizó sobre ella para caer al otro lado, abierta por las brillantes páginas repletas de fotos de los tres principales protagonistas del artículo que acababa de leer.
Escondió su rostro entre las manos sintiéndose destrozada.
—Calma, Bella —dijo Rosalie, sentada a su lado mientras la rodeaba con sus brazos para estrecharla contra ella confortándola. —No tienes que hacer caso a estas tonterías…
—Intento no hacerlo pero no puedo negar que desde que Bree Tanner se separó, ella y Edward se han vuelto demasiado cercanos.
—Trabajan juntos, Bella. Es solo eso. Tú lo sabes.
—No, Rose, yo ya no sé nada. Edward ha cambiado y ya no es el hombre del que me enamoré.
—Eso es una tontería y tú lo sabes. Ese hombre besa el suelo que tú pisas. —le defendió su amiga.
—No lo hace. Ya no. No pensé que fuera a marcharse realmente, pero lo hizo. Así, sin más. —sollozó —Dijo que ya no soporta mis celos, mis miedos e inseguridades.
—¿Es así, Bella? ¿Te sientes insegura respecto a Edward?
—¿Y cómo crees que no lo sentiría? Por Dios, Rose, ¿tú me has visto? —preguntó poniéndose en pie —Tengo seis kilos de más, ojeras y bolsas todo el día, y mis pechos no caben en mis sujetadores, además de estar soltando leche todo el tiempo. Estoy siempre cansada, lloro tanto que creo que me quedaré sin lágrimas. Siento un miedo irracional a hacerle daño a Ben de alguna forma y, aunque sé que soy una madre horrenda, hay momentos que pienso que nuestro matrimonio nunca se habría desmoronado si no hubiésemos tenido un bebé —confesó escondiendo el rostro entre sus manos avergonzada —Pensé que el sexo nos ayudaría a sentirnos como antes, pero a causa de la episiotomía, Edward y yo estuvimos casi dos meses sin poder hacer el amor y cuando por fin lo intentamos me dolió tanto que no se atrevió a llegar al final. ¿Cómo podría sorprenderme si mi marido se acabara enredando con otra mujer?
—Por favor —suspiró su amiga —Acabas de dar a luz.
—No es así. Ben tiene casi tres meses y yo no he perdido ni un solo kilo. Físicamente estoy hecha un asco y emocionalmente, me siento una desquiciada. Pero ¿tú has visto a Bree Tanner? Han salido ya los primeros stills de la película y la muy perra está todo el día en ese maldito traje de odalisca, con un vientre súper plano y unas piernas largas y delgadas envueltas en gasas de colores. ¡Si hasta yo me siento atraída por ella!
Rosalie rió divertida hasta que notó que el malestar de su amiga era serio y no algo para tomarse a la ligera.
Y no lo era.
No podía negarse que el disgusto de Bella era real y no se le podía recriminar por ello.
Su matrimonio no estaba pasando un buen momento y que las revistas se hicieran eco de ello, no hacía más que remover su herida.
Tres meses atrás, mientras Edward se encontraba en Nueva Zelanda, rodando su, hasta el momento, última película, en la que, una vez más, compartía cartel con Bree Tanner, Bella, con ocho meses de embarazo, se había puesto de parto.
El parto no había sido fácil y para cuando Benedict nació, sufría de pulmón húmedo por lo que tuvieron que colocarle oxígeno, lo cual resultó para su madre mucho más duro y aparatoso de lo que era en realidad.
En solo un par de días la dolencia fue superada, pero Bella no olvidaba la visión de su pequeño bebé con una máscara de oxígeno mientras ella esperaba a su esposo, que había tardado dos días en llegar a la ciudad.
La vuelta a casa no había sido fácil.
Bella se sentía diferente a lo que siempre había sido. Su cuerpo se veía diferente, su carácter también.
Esos primeros días habían sido difíciles. Sintiéndose tan insegura como se sentía, que las revistas y la prensa comenzaran a hablar sin tapujos de una presunta infidelidad de su esposo con su partenaire, solo ayudó a aumentar su malestar.
Cuando su médico dio el visto bueno para que retomara las relaciones sexuales, su falta de respuesta y el dolor físico que sintió solo sirvieron para aumentar su frustración y resquebrajar un poco más su deteriorada relación matrimonial.
Tres meses después del nacimiento de su hijo y hastiado de las constantes discusiones y reclamos por parte de su esposa, Edward había abandonado el domicilio familiar y se había instalado en el departamento de su amigo Emmett McCarthy.
—¿Cuándo has visto a Edward? —preguntó Rosalie, poniéndose seria.
—Ha venido cada día a ver a Ben pero no ha querido hablar conmigo.
—Tenéis que solucionarlo, Bella. Sería una tontería que os separaseis. Tú lo amas y él a ti y tenéis un hijo en común que os necesita.
—No sé si podremos hacerlo. Sabe cómo me siento respecto a la zorra de Bree y no ha hecho más que mostrarse con ella en coche por toda la ciudad. —refutó Bella, sintiéndose furiosa a la vez que se levantaba para ir a buscar a su hijo que comenzaba a gimotear en su habitación.
En ese mismo momento, Edward, de visita en casa de Tanya, mantenía con su amiga una discusión similar.
—Tienes que volver a casa, Edward —aconsejó Tanya sirviéndole una nueva taza de café.
—No puedo hacerlo ahora mismo —aseguró —Ya no lo soporto, Tan. No puedo darle lo que necesita. No la complazco nunca sin importar lo que haga.
—Tal vez podrías evitar el dejarte ver con Bree todo el tiempo —sugirió la chica.
—Bree, es mi amiga, Tanya, y no voy a alejarme de ella solo por los ridículos celos de Bella. Pero principalmente por el hecho de que trabajamos juntos y ahora mismo tenemos muchos compromisos juntos, no puedo simplemente dejar de ver a Bree. Y no lo haré por los celos de Bella. Sus estúpidas inseguridades ya han acabado con mi paciencia. —gruñó molesto —Que si tiene sobrepeso, que si está fea, que sus pechos no son como eran, que siempre está cansada, que no puede con todo... ya no sé cómo hacerle entender que le amo a ella y siempre la he amado y que nada cambiará sin importar lo que suceda.
—Dios, Edward, tienes que intentar entenderla. Tiene depresión post-parto, es normal, pero necesitará que le ayudes. Se siente fea y su marido está siempre acompañado por la chica más sexy y guapa del momento. No creo que eso ayude mucho.
—Pues si no puede entender que yo quiero estar con ella y no con Bree, entonces que se vaya al diablo.
—No digas eso, Edward, sabes que no lo piensas y no es lo que sientes.
—Ya no sé lo que pienso, Tan —suspiró agotado —Creo que lo más sano será separarnos antes de que acabemos odiándonos.
—No puedes hacer eso, Edward. Amas a Bella y ella a ti.
—Ya no estoy seguro.
—Desde luego que lo estás —refutó Tanya con contundencia —No voy a permitirte que le dejes, Bella te necesita, y tú le necesitas a ella. Habéis pasado por mucho últimamente —le regañó —Bella tuvo un parto complicado, estuvo a punto de perder a su hijo y tú estabas en el otro lado del mundo y tardaste dos días en llegar.
—¡Oh, por favor! ¿Y crees que a mí no me importó perderme el nacimiento de Ben? ¿Crees que no hubiera deseado estar aquí, poder ayudarla, acompañarla en el momento más importante de nuestras vidas? Pero Benedict nació un mes antes de lo previsto, si Bella no se hubiera exigido tanto, probablemente Ben habría nacido en fecha y yo habría estado en el país y tal vez él no hubiera visto comprometida su salud —rugió con indignación.
—No puedes culpar a Bella por el parto prematuro.
—¡Y no la culpo! Pero ella no puede culparme a mí por no haber estado allí.
—Está deprimida, Edward.
—¿Y cree que mejorará si discute conmigo cada día?
—Dios, Edward, no lo entiendes. Bella no lo hace a propósito, simplemente no puede manejarlo.
—Pues yo tampoco puedo manejarlo.
—¿Y crees que la solución es bajar los brazos y dar tu matrimonio por perdido?
—Mierda, Tanya —suspiró hundiendo el rostro entre sus manos para luego pasarlas por sus cabellos desordenándolos —Ya no sé qué hacer.
—Lo que debes hacer es volver a casa.
Su teléfono sonó anunciando la recepción de un mensaje.
Lo miró comprobando que era de Bree Tanner. Su coche se había averiado y le pedía que la recogiera para acudir juntos a una reunión que el director de su última película había fijado para esa tarde.
—Tengo que recoger a Bree —anunció a su amiga que le dedicó una mueca de disgusto.
—Intenta no pasar tanto tiempo con ella, Edward. —le aconsejó Tanya.
—¿Por qué debería hacerlo?
—Porque, racionalmente o no, eso lastima a Bella —explicó la chica —Y tú no quieres herir a Bella.
Edward la observó pensativo reconociendo en las palabras de su amiga la veracidad de esa frase.
Amaba a su mujer aunque últimamente no estuvieran pasando por su mejor momento. Y nunca podría hacer algo para herirla intencionadamente.
Dio el último trago a su taza de café y se puso en pie.
—Intentaré evitar a la prensa —suspiró —Tengo que irme, cariño —dijo acercándose a su amiga para abrazarla y besar su frente —Cuídate mucho, y cuida tu bebé —agregó acariciando el vientre henchido de Tanya —Dale mis saludos a Rosalie.
—Dáselos tú mismo —rebatió Tanya al escuchar abrirse la puerta principal.
La mirada que Rosalie le dedicó lo congeló en su lugar por su dureza.
—Así que aquí estás —le soltó con rudeza antes de besar suavemente a su esposa acariciando suavemente su vientre.
—Ya me iba.
—Vengo de tu casa —le informó Rosalie —¿O debo decir la casa de Bella? ¿No vas a volver?
—Te agradeceré que no te inmiscuyas en mis problemas con mi mujer, Rose. —gruñó dándole la espalda dispuesto a abandonar la casa.
—Tu mujer es mi mejor amiga y lo está pasando realmente mal por tu culpa —le detuvo Rosalie.
—¿Y crees que yo estoy la mar de feliz? —le soltó con violencia apenas contenida, volteándose a verla.
—No sé cómo estás tú, pero la he visto a ella y no hace más que sufrir por tus putas decisiones, por tu inexplicable relación con la zorra esa de tu compañera y porque te importen una mierda sus sentimientos.
—No voy a discutir mis problemas conyugales contigo, Rosalie, pero si crees que me importan una mierda los sentimientos de Bella es que no me conoces en absoluto.
—Es que no te conozco en absoluto, porque acabo de verte en una página web acompañado de Bree Tanner en no sé cuántas fotos sabiendo que Bella está sufriendo por eso.
—Bella está sufriendo porque es negligente, intransigente, obtusa, celosa e insegura —soltó entre dientes con un gruñido iracundo.
Ambas chicas dieron un respingo ante su rudeza.
—Veo que tienes muy clara tu opinión sobre Bella.
—Vete a la mierda, Rosalie —gruñó saliendo de la casa con un portazo.
Aquí estoy con esta nueva historia que espero les guste tanto como la primera parte.
Gracias a todos por leer.
Como siempre les recuerdo que les espero en el grupo de Facebook Las Sex Tensas de Kiki, donde siempre hay cositas para ver, leer, comentar y discutir.
También les recuerdo pasarse por el tráiler que Maia Alcyone hizo para este fic y cuyo enlace encontrarán en mi perfil.
Y para quienes tienen ganas de un pequeño adelanto del próximo capi, aquí lo dejo:
—No sabía que estabas aquí —dijo Bella por fin.
—Acabo de llegar.
—Creía que tenías una entrevista hoy, o algo así dijo Dydime hace unos días.
En solo unos pocos días, se estrenaría en Los Angeles "La Odalisca", la penúltima película que Edward y Bree habían rodado juntos hacía ya un año.
En un principio, no parecía que la película fuera a tener gran repercusión, pero en los últimos meses, a medida que se acercaba la fecha de estreno, la producción había estado recibiendo mucha atención.
Por esa razón, Edward y su compañera, Bree, se veían obligados a pasar mucho tiempo juntos, entre entrevistas, reportajes y presentaciones.
Bella no se imaginaba cómo podría soportar todo el circo que se generaría alrededor de "La Odalisca", con los estrenos, reportajes, y notas de prensa.
Besitos y nos seguimos leyendo!