Reboot
Historia original de Athey y Diana Law
Capítulo traducido por Elena Martínez (FFAD)
BPOV
Era martes, 18 de enero y era mi primer día de escuela en Forks, Washington. Era apenas la primera semana del segundo semestre, pero aún iba a llegar a la mitad del año. Una estudiante nueva en una escuela pequeña, en un pequeño pueblo donde todos crecieron juntos y se conocen unos a otros.
Nací aquí, como casi todos los demás jóvenes en este pueblo. La cosa aquí es que había escapado el eterno paisaje lluvioso y gris de Forks cuando tenía sólo 6 meses, cuando mi mamá se fue conmigo en busca de sol y libertad.
Mi padre se había quedado aquí; siendo responsable de cuidar a mis abuelos enfermos, sin estar dispuesto a seguir a mi impulsiva y atarantada madre al azul que había a la distancia.
Mi madre, Reneé, tenía miedo de quedar atrapada en este pequeño olvido gris, y una vez que se dio cuenta de que mi papá, Charlie, no planeaba irse, se fue sin él. Charlie nunca lo superó realmente, incluso después de casi diecisiete años. Nunca pudo superarla.
Mi único contacto con Forks, desde el veloz escape de mi madre del lugar hace 17 años, habían sido breves visitas en el verano que habían terminado hace varios años cuando finalmente me puse firme e insistí que Charlie y yo pasáramos nuestros veranos en un sitio menos melancólico y húmedo.
¿Entonces por qué rayos estaba aquí ahora? ¿Por qué estaba soportando este horrible lugar por voluntad propia, y por un periodo extendido de tiempo? Porque mi loca, atarantada e impulsiva madre finalmente ha encontrado a alguien que la haga feliz, y quedarse conmigo no le permitía estar con él.
Se había casado con un hombre llamado Phil, y para que ella pudiera ser feliz, estaba dispuesta a aguantar un tiempo algo extendido con Charlie en este horrendo pueblo.
Así que aquí estaba, mi primer día de escuela; el centro de atención, en un nuevo lugar en el que nunca había estado, y constantemente bombardeada con la más bizarra e intensa sensación de déjà vu que haya sentido en mi vida.
La mañana se sentía familiar. Conducir mi "nueva" camioneta vieja a la escuela se sentía familiar, aunque nunca había conducido la cosa antes. El lugar donde aparqué se sentía familiar. Conocía a la mujer detrás del escritorio en la oficina, la Sra. Cope. Sabía dónde eran mis clases, y reconocí a un puñado de estudiantes que me saludaron al pasar junto a mí.
Era la cosa más extraña e inexplicable que había vivido y en serio me estaba asustando.
En el trascurso del día, seguí intentando ignorarlo. Darle alguna clase de explicación, o solo fingir que estaba imaginando todo, pero entonces llegó la hora del almuerzo.
Fui arrastrada a la cafetería por una chica llamada Jessica. Era un poco más alta que yo, con cabello castaño y ondulado y lindos rasgos. Era algo extrovertida y había sido una de las pocas personas con suficiente valor para acercarse a mí en mis clases de la mañana, comenzando a hablar sobre nada. Estaba en dos de mis clases hasta ahora, Trigonometría y Español, y parecía esperar que me sentara con ella y sus amigos en el almuerzo, y no tenía razones para negarme.
Hice mi camino por la fila, adquiriendo comida y siguiendo a Jess a una mesa casi llena de otros estudiantes.
Reconocí a varios de ellos de clases anteriores, al igual que mi raro déjà vu, pero no podía recordar los nombres.
Nada era específico. No recordaba específicamente a estas personas, o estos lugares, pero eran locamente familiares. Como si hubiera estado aquí en un sueño. O en muchos sueños, y lo había olvidado completamente hasta ahora.
Y entonces ellos entraron.
Ellos en grupo no me recordaban nada específicamente, además de la misma familiaridad que había sentido todo el día, pero él era un tema aparte. Lo miré y fue como si algo explotara en mi cerebro. Sentí un huracán de imágenes volando en mi mente en una fracción de segundo, para desaparecer inmediatamente después. Lo único que permaneció fue Edward.
Ése era su nombre. Edward. Y lo conocía. Sabía que lo conocía.
EPOV
Purgatorio… no, espera, esto es el instituto. La misma cosa, supongo.
Era un día como cualquier otro. O al menos comenzó de esa manera. Mi familia y yo nos sentamos en la misma mesa en la cafetería del instituto de Forks, al igual que cada día que estábamos forzados a estar aquí. Nos desolábamos del resto del cuerpo estudiantil. Solo estábamos aquí para mantener las apariencias y para intentar evitar excesivas sospechas. Ciertamente no estábamos aquí por la educación. Y absolutamente no teníamos deseos de socializar con los jóvenes humanos a nuestro alrededor.
Me senté en el ruidoso lugar, intentando ignorar el eterno flujo de pensamientos que bombardeaban mi mente sin parar. Ignoré los pensamientos de mis hermanos, respetando su privacidad tanto como podía. En cuanto a los humanos, intentaba ignorar sus pensamientos porque sus ideas adolescentes, guiadas por las hormonas, literalmente entumecían mi mente.
Había un pensamiento, que no importa qué tanto intentara, mi mente nunca me dejaba ignorar. Mi propio nombre. Incluso solo escuchar su pensamiento era suficiente para llamar mi atención. No era diferente a escuchar a alguien al otro lado de la cafetería gritarlo a todo pulmón.
Mi cabeza se giró hacia el origen de la llamada mental y mis ojos se deslizaron de la persona que "dijo" el pensamiento, a la persona sentada a su lado.
Profundos ojos cafés me miraban con una expresión de shock y sorpresa. Por un momento mi mente razonó las cosas con normalidad. Reconocí que el pensamiento original provenía de Jessica Stanley. Una chica algo superficial que había pasado gran parte del año fantaseando conmigo, hasta que finalmente captó una pista y me dejó en paz.
Me di cuenta que la chica a su lado debía ser la nueva estudiante de la que toda la escuela estaba hablando. Después de un momento, noté que no escuchaba ni un pensamiento de su parte. También pude notar que me parecía locamente familiar, y no solo porque había visto su imagen en las mentes del cuerpo estudiantil toda la mañana. Había algo… más.
Pero la fracción de segundo pasó y mi mente de repente se llenó de la sensación de familiaridad. La miré abiertamente, mientras ella hacía lo mismo; nuestros ojos igualmente sorprendidos se encontraron.
No sabía por qué, no sabía cómo, pero sabía que conocía a esta chica. Su nombre era Bella Swan y odiaba el frío y la humedad. Le gustaba el color café porque le recordaba de su hogar en Arizona. Y olía a champú de fresia y fresas.
Parpadeé y sacudí mi cabeza, confundido por los pensamientos en mi propia mente. No tenía nada de sentido. Estaba tan seguro de que nunca antes había conocido a la chica, como estaba seguro de que lo había hecho. La intensidad de la familiaridad era abrumadora y más que un poco confusa.
Mi mente regresó al hecho de que aún no había escuchado ni un pensamiento de ella. Jessica parecía estar hablando con ella de nuevo, pero ella aún me miraba con la misma expresión abrumada y confundida que agraciaba mi propio rostro.
Pasé el resto del almuerzo escuchando la conversación que la extraña chica silenciosa tenía con Jessica Stanley, y tratando de escuchar los pensamientos de Bella, sin éxito. La sensación dolorosa en mi pecho de que la conocía solo se intensificó con el paso del tiempo. Cuando finalmente fue hora de irnos, salí de la cafetería casi de mala gana, su rostro aún en mi mente.
Llegué a mi destino en piloto automático. Me senté en mi mesa asignada en el laboratorio de la clase de Biología del Sr. Banner y dejé que mi mochila cayera encima de la mesa, los libros esparciéndose en el espacio.
La acción era normal de mi parte. No compartía esta mesa con nadie. Era el único en la clase que no tenía compañero, y lo prefería de esa manera. Pero por alguna razón esta acción despertó algo en mí. La sensación más fuerte y extraña de déjà vu, aún más fuerte que la que había sentido en la cafetería.
La imagen de los libros sobre la mesa era más que familiar. Sabía que lo había visto antes. Esta precisa cosa me había pasado antes. Pero lo más extraño fue que sabía qué iba a ocurrir a continuación.
La nueva chica, Bella Swan, estaría en esta clase. Se sentaría junto a mí, así que tendría que recoger mis cosas y dejarle el otro lado de la mesa.
Y ella tendría un olor increíble, y tomaría cada gramo de fuerza que poseía para controlar mi sed mientras ella estuviera ahí.
Mi mente estaba acelerada. Tanto por la bizarra familiaridad, y la intensa certidumbre que tenía de que estos eventos estaban a punto de ocurrir, pero también por lo que sabía que se acercaba. Sabía que la sangre de esta chica iba a ser más que tentadora. Sabía que no había casado en casi dos semanas. Sabía que si las cosas progresaban como hoy debía de pasar, escaparía de ella. Pero de alguna manera también sabía que hoy no progresaría como debería.
A pesar de que sabía que estos eventos debían ocurrir, también sabía que podía lidiar con esto esta vez.
¿Esta vez? ¿Qué?
Entonces ella estaba ahí, como si fuera invocada de mis pensamientos. Entró con Ángela Webber, quien rápidamente la acompañó a su mesa asignada y tomó asiento. Mi cabeza se giró y nuestros ojos se encontraron. Los suyos estaban enormes e iban de mí al ventilador que el Sr. Banner tenía encendido en el lado del salón, volviendo a mirarme. Sus ojos estaban llenos de preocupación, y supe que ella también lo sabía.
Inhalé profundamente y mantuve la respiración. Bella seguía en el marco de la puerta y su esencia no había llegado a mí todavía. Sabía que esta era la opción más segura. Y siempre y cuando estuviera al menos semi-preparado cuando finalmente fuera asaltado por la esencia, quizás estaría bien. Asentí gentilmente, en un intento de hacerle saber que estaba bien que se moviera.
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¡Él también sabía! Sea lo que esto fuera, él también lo sentía, estaba segura. ¿Pero qué era exactamente lo que sabía? Ni siquiera estaba segura. Pero sabía que algo grande iba a pasar cuando él… cuando me oliera.
¿Qué sentido tiene eso?
Era hermoso. Más allá de cualquier descripción, y me sentí atraída a él en una manera que no podía expresar con palabras. Era como si una parte de mí lo hubiera conocido por años. Mientras más tiempo pasaba, se sentía más fuerte. Más… recordaba.
Caminé al frente del salón cuidadosamente después de verlo asentir. Estaba manteniendo la respiración, así que cuando pasé por el ventilador, no le hizo nada. Le di mi comprobante al maestro para que pudiera firmarlo, y recibí el libro para la clase. El maestro me dijo dónde sentarme, pero yo ya lo sabía.
Tentativamente, tomé mi asiento junto a Edward. Me estaba mirando, su boca cerrada y sus ojos mirando los míos con intensidad.
Sus ojos eran abrumadores y hermosos. Eran de un color miel muy oscura, pero sabía que en cuanto notara mi esencia se pondrían completamente negros.
¿Cómo puede cambiar el color de ojos de una persona? Eso no tiene sentido… los ojos de la gente no cambian de color.
No… los ojos de los humanos no cambian de color. Pero él no es…
Jade ante mi repentino recuerdo. Su rostro se dirigió hacia mí, sus ojos grandes con preguntas silenciosas y confusión por mi sobresalto. Sin hablas, sus ojos buscaron respuestas en los míos, y pude notar la frustración en ellos.
Debería decir algo…
¿Pero qué? ¿Qué tal si te estás volviendo loca? Piensas que él también lo siente, pero quizás todo está en tu imaginación. ¡Si le dices una palabra de esto pensará que estás completamente loca!
Sí, especialmente si lo acusas de ser un vampiro. Realmente le darás una gran primera impresión con eso.
¡Pero no estoy imaginando esto! ¡Sé que no! ¡Lo conozco!
De repente, carraspeó y me miró a los ojos. —Hola, —dijo, apenas moviéndose. Aún no había respirado, lo podía notar. Me pregunté por cuánto tiempo podría mantener la respiración…
No necesita respirar para nada, pero lo hará si piensa hablar contigo.
¿Cómo demonios sé eso?
—Um, h-hola, —tartamudeé en respuesta.
Él pausó y sus ojos se volvieron distantes por un momento, como si estuviera buscando qué decir.
—Bella… —dijo con una voz dudosa. Una expresión de sorpresa cruzó su rostro y sus ojos se dirigieron a sus manos por un momento—. Bella. —Dijo de nuevo, pero solo para sí mismo esta vez. La palabra saliendo de su boca era locamente familiar. Se sentía… correcto.
—Edward. —Respondí, sin planearlo, y repentinamente supe exactamente lo que él había sentido. Escuchar la palabra salir de mi boca, en voz alta por primera vez, me sorprendió y trajo otro huracán de imágenes y emociones.
—…Edward. —Dije, mi voz saliendo en un respiro, sorprendida por los intensos sentimientos que me abrumaban mientras me sentaba ahí.
Sus ojos volvieron a encontrar los míos, y me observó intensamente por un momento en silencio antes de finalmente abrir su boca para volver a hablar.
—Voy a respirar pronto… no sé si sea una buena idea o no… —comenzó con una grave y cuidadosa voz.
Parte de mi mente estaba gritando, '¡lo sabía!' Pero otra parte de mí nunca lo había siquiera cuestionado, y esa parte respondió.
—No me lastimarás, Edward. Sé que no lo harás. Confío en ti. —Las palabras salieron sin siquiera pensarlas. Pero sabía que lo que dije era verdad.
Su rostro estaba lleno de conflicto. Estaba tan confundido y abrumado por todo esto, igual que yo.
Dudando, lo vi inhalar lentamente por su boca, y presencié cómo todo su cuerpo se tensaba. Sus músculos se contrajeron y su mandíbula se tensó. Sus manos sujetaron fuertemente los bordes de la mesa, y pude ver que el material cedía un poco por la presión. Me miró brevemente, sus ojos negros como la noche, luego se desviaron.
Mi corazón se rompió al verlo sufrir y me pregunté por qué no había mantenido la respiración toda la clase para evitar esto.
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Sabía que necesitaría hablar más con ella. Tenía que hablar con ella de esto, e incluso más que eso, sabía que necesitaba estar cerca de ella. No había manera de que pudiera estar cerca de ella y hablarle nada más que un par de oraciones si siempre iba a estar manteniendo la respiración. Necesitaba acostumbrarme a su esencia, y de alguna forma, sabía que lo haría. Solo tomaría algo de tiempo y tolerancia, pero lo lograría.
No tendríamos mucho tiempo durante la clase para hablar, pero esperaba que pudiéramos hacerlo después. Pasaría el resto de la clase acostumbrándome al ardor tanto como pudiera, esperando que fuera suficiente.
Lentamente, tomé una bocanada de aire. Sabía que aún sería difícil, pero no tan malo como si inhalara por la nariz.
Al principio fue tan horrible como recordaba que sería… espera, ¿qué? ¿Recordaba?
Pero eso es lo que era… era como si recordara este día. Esta chica. Este ardor. Esta esencia.
Era tentadora. Indescriptiblemente deliciosa y provocadora. Era la sangre más dulce y apetitosa que hubiera olido, pero no era la primera vez que la olía. Era un olor familiar. Uno que conocía mejor que cualquier otro. Era su olor, y de alguna forma sabía que había olido esta dulce fragancia miles de veces antes, y había creado una tolerancia al ardor. Lo había hecho antes, y sabía que lo haría de nuevo.
El monstruo dentro de mí intentó enfurecerse, pero lo mantuve controlado. Sabía cómo lidiar con esto. Había amaestrado esto, y lo volvería a hacer.
La clase comenzó y ninguno de nosotros habló. Nuestros ojos se encontraban frecuentemente y un silencio conocedor pasaba entre nosotros. Cada par de minutos tomaba otro breve respiro por mi boca, y cada vez que lo hacía ella lo notaba. Cada vez sus ojos se llenaban de pesar, porque sabía que estaba sufriendo. Me pregunté si sabía por qué.
¿Qué tanto sabía? ¿Qué tanto entendía de lo que estaba pasando?
—¿El dolor está aminorando? —dijo Bella a mi lado. Su voz apenas se escuchaba, pero sabía que yo la escucharía. Sabía varias cosas de mí, para ser alguien a quien nunca había conocido. Sin girarme hacia ella, asentí gentilmente, esperando tranquilizarla. La angustia en su rostro probó que no estaba convencida.
La clase casi terminaba e incluso había arriesgado inhalar un par de veces por mi nariz. Me estaba acostumbrando incluso más rápido de lo que había esperado, y ese hecho era un alivio. No quería tener que huir de ella. Quería… no, necesitaba estar cerca de ella. Mientras más me sentaba aquí, sentía la atracción con más fuerza. Mi pecho se sentía vacío y lleno por ella a la vez. Vacío porque aún no estaba verdaderamente cerca de ella, pero lleno por los extraños sentimientos que estaban creciendo ahí.
Más detalles de ella llegaron a mí mientras la clase pasaba. Le gustaba leer. Le gustaban los clásicos y el romance. Adoraba Romeo y Julieta y Cumbres Borrascosas. Era desinteresada y ponía las necesidades y deseos de otro por encima de las suyas, especialmente las de las personas que le importaban. Sería miserable si significaba que sus amigos o familia serían felices.
Detestaba celebrar su cumpleaños. Detestaba recibir regalos. Tenía la más horrenda camioneta vieja y roja.
En serio me reí cuando el recuerdo de su camioneta surgió en mi mente. Era locamente ruidosa y no superaba los 50 kilómetros por hora, haciendo que viajar en la cosa fuera frustrante para mí. Podría llegar a cualquier destino más rápido si cargara la maldita cosa.
Recuerdo…
Recordaba cómo se suponía que este día debía haber ocurrido. La clase terminaría y saldría rápidamente del salón, mucho más rápido de lo que debería, y me iría a esconder a mi auto por una hora, intentando calmarme.
Habría pasado toda la clase usando toda la fuerza que poseía para evitar asesinar a toda la clase, solo para obtener su dulce y tentador néctar. Después de planear mi masacre, el saber qué tan cerca estuve de matar a un cuarto lleno de gente inocente me haría huir. Visitaría a Carlisle una última vez antes de ir a Denali.
Pero no terminaba ahí, como debería… regresaría. Regresaría por ella. Aún no podía recordar los detalles… Pero sabía que era verdad.
La clase terminó y los otros estudiantes se fueron rápidamente. Guardé mis cosas en mi mochila y me puse de pie. Sus ojos se agrandaron con miedo al intentar alcanzarme, deteniéndose antes de hacerlo.
—No vas a irte, ¿o sí? No vayas a Alaska, sé que no me lasti… —dijo rápidamente, pero alcé mi mano para detenerla.
También lo recuerda. No soy solo yo. También siente todo esto.
—No voy a ir a ninguna parte, Bella, pero necesito hablar contigo. Necesitamos salir de aquí y hablar de esto. Descubrir qué es. ¿Está bien?
Su rostro cambió en un instante de miedo y preocupación a emoción y alivio. Asintió y rápidamente tomó su mochila para levantarse conmigo.
—Siempre y cuando no haya callejones oscuros, estaré bien. —Se rio ligeramente. Sabía que se estaba refiriendo a otro recuerdo de una conversación que tuvimos una vez, pero lo hice a un lado.
La guié por el pasillo hacia un laboratorio de computación vacío, que sabía que no tenía una clase en esta hora. Nadie vendría aquí y podríamos tener algo de privacidad. Abrí la puerta para ella, entró rápidamente y la seguí, cerrando la puerta detrás de nosotros.
Me giré para encararla, y nos miramos por un momento.
—Edward… —suspiró mi nombre, y escucharlo salir de sus dulces labios fue celestial. Sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo.
—Bella… —respondí, igual de maravillado.
Y como una explosión, llegó a mí. Sin pensarlo, la alcancé y la acerqué a mí, colocando mis brazos alrededor de su pequeño cuerpo, enterrando mi cabeza en su hermoso cabello castaño.
Sus pequeños brazos me rodearon instantáneamente en respuesta, enterrando sus manos en mi cabello.
—Oh, Bella… te extrañé. —Las palabras dejaron mi boca antes de poder registrarlas. Casi no tenían sentido. Racionalmente, aún no tenían sentido. ¿Cómo podía extrañarla? Antes de hoy, no la había conocido. Pero de alguna manera, mi… corazón sabía que era verdad. La conocía, y aunque no hubiera estado consciente de ello hasta que nuestros ojos se encontraron en la cafetería, la había extrañado.
—¡Edward! También te extrañé. Dios, también te extrañé. —Lloró en mi hombro, apretándome más fuerte, aferrándose como si su vida dependiera de ello.
El suave calor de su cuerpo era celestial. Su encantadora esencia, aunque atormentaba a mi garganta, tranquilizaba mi mente.
Me separé de ella lo suficiente para mirar sus profundos ojos cafés y ser atraído de nuevo. La besé en los labios y reconocí este sentimiento. Enredó sus manos en mi cabello y profundizó el beso, gimiendo en mi boca parcialmente abierta. Sabía que era imprudente. Sabía que no debería hacerlo, pero no podría detenerlo ni aunque quisiera. Aunque tuve la bastante prudencia de mantener su lengua fuera de mi boca, pero aun así tenía que probarla. Había extrañado este sabor. Oh, dios, la había extrañado.
Finalmente nos separamos, y ella se quejó al perder la conexión. Me reí. Esto era familiar.
Finalmente conseguí la claridad mental para formar una pregunta.
—Bella… yo… tú… ¿qué…? —Bien, quizás no tenía la claridad mental suficiente para formar una pregunta…
Bella se rio y pasó sus dedos por mi cabello, y la sensación de su gentil caricia fue el cielo.
—¿Qué es esto? —preguntó, sus ojos confundidos, pero brillando con… con amor.
—No tengo idea, —contesté.
—Te conozco. —Declaró, sus ojos distantes, como si mirara algo demasiado lejos.
—También te conozco. Yo… recuerdo cosas… cosas de nosotros. Cosas que no han ocurrido.
—¡Yo también! Yo… sé lo que eres. Recuerdo, um… una van. Me salvaste… no, espera, me vas a salvar…
—La van de Tyler. Hielo… te saqué del camino… —comencé, los recuerdos volviendo ahora.
—Pero antes de eso te fuiste. Fuiste a Alaska… no te irás esta vez, ¿verdad?
Reí. —Ya te lo dije, no me iré a ninguna parte. Originalmente me fui porque estaba demasiado abrumado por tu esencia. Perdí el control…
—Parece que eso no ocurrió esta vez. ¿Por qué inhalaste mi esencia si sabías que iba a doler? —me preguntó, obviamente confundida por esta acción.
—Sabía que necesitaba acostumbrarme. Pensé que usaría la hora de la clase para ajustarme.
—Ohh… —dijo, su boca formando la pequeña forma de una O mientras lo pensaba—. Tú… ¡Oh! Me besaste, ¿estuvo bien? Yo… ¡Oh! ¡Lo siento! ¡Lo que hice debió ser difícil para ti!
Me reí. —Estoy bien, Bella. Esta vez estoy lidiando con esto mucho mejor.
—Esto es… es decir, ¿estamos repitiendo esto o algo? Sé que he hecho este día antes. Quiero decir, comenzó siendo familiar, pero para la hora del almuerzo ya sabía todo lo que iba a ocurrir. Recuerdo este día… recuerdo mañana. ¡Recuerdo la próxima semana! ¿Cómo es eso posible?
—Creo que recuerdo mucho más allá de eso, —respondí, reflexionando.
—Yo también… solo que no a detalle… todavía no. Mientras más estamos juntos, las cosas se vuelven más claras. —Contestó antes de quedarse en silencio y pensar por un momento—. Edward… no vas a ignorarme por tres semanas después del accidente con la van de Tyler, ¿o sí? —Me miró, sus ojos entrecerrados y acusadores.
Solté una carcajada. —Bella, amor, ¿honestamente piensas que voy a dejar que el estúpido choque ocurra esta vez? No vas a estar cerca de esa parte del estacionamiento el próximo martes, y es definitivo. Además, parece que recuerdo evitarte en un intento de protegerte de mí y mi secreto… supongo que ya recuerdas qué es… ¿cierto? —Mi voz perdió fuerza al final, convirtiéndose en una pregunta.
—¿Te refieres a ser un vampiro? —Preguntó con el rostro completamente serio, y no pude evitar reírme.
—Sí… acerca de ser un vampiro.
—Oh, sí… lo recuerdo… yo… no estoy segura de recordar aún cómo lo descubrí… no recuerdo que me lo hayas dicho, ni siquiera… ¡oh! El prado. Recuerdo el prado.
—Port Angeles… —murmuré en voz baja, el recuerdo estrellándose en mi mente repentinamente.
—¡Oh! Pero espera… lo supe antes de que yo… oh, al diablo. Lo averiguaré más tarde —terminó mientras fruncía el ceño en concentración—. Esto me está dando un dolor de cabeza.
—¿En serio? —Pregunté, mi mano subiendo al lado de su cabeza y pasando mis dedos gentilmente por su cabello antes de descansar mi mano en el costado de su cabeza cuidadosamente—. ¿En serio te duele? —pregunté, genuinamente preocupado.
Sus ojos se suavizaron y me sonrió con calidez. —No, estoy bien. Es solo algo abrumador. Son tantas cosas que absorber al mismo tiempo. Sigue llegando a mí en olas y a veces no sé qué hacer con toda la información. Esta mañana, mi mayor preocupación era perderme de camino a mis clases, o dejarme en vergüenza enfrente de otros estudiantes, y de repente estoy recordando al amor de mi vida… —Se detuvo y su rostro enrojeció casi al instante.
Sonreí abiertamente. —Recuerdo ese sonrojo, —mencioné, sonriéndole. La acerqué a mí de nuevo, sintiendo el calor extra de su rostro sonrojado contra mi pecho y respirando en la esencia de su cabello—. Oh, Bella, mi amor. —Dejé de hablar, besando ligeramente la cima de su cabeza.
Bella suspiró con placer, y mandó vibraciones por mi pecho. —Te amo, —susurró.
—También te amo.
Con esta nueva traducción regresamos a fanfiction. Esperamos que sea de su agrado.
FFAD.