Hola mi querido lector!

Primero: Aclaración, ni Osomatsu san ni la imagen de portada son de mi propiedad .

Esta idea lleva acosándome casi una semana, sé que puede ser un tanto extraña y compleja pero confió en ella y su planificación.

La pareja principal es KaraIchi (Sep, así en el orden que se lee); en donde Ichimatsu es del Au de vampiros, Karamatsu del de principes, y Osomatsu del religioso.

Las otras parejas que saldrán más adelante son OsoChoro, AtsuTodo y JyushiHomu.

Sí aún así quieres leer bienvenido!


Vivo en un mundo pintado por tonos grises y rojos opacos, con aroma a desesperación y sabor a una amarga venganza a medias.

Vivo en un mundo donde la esperanza no ha sido nombrada ni en el polvo de las páginas del final de mi interminable novela; un lugar desmemoriado y descorazonado, en el cual los habitantes se uniforman con un par de tóxicos colmillos color marfil, y un rostro cuyas cicatrices bajo una máscara se fundieron.

Vivo en el infierno sobre la Tierra, y acá yo soy el soldado del mal.

¿Cuánto tiempo había pasado desde aquella insufrible noche? ¿Días? ¿Años? ¿Siglos tal vez? No lo sabía. La vida se había pausado conmigo junto con el latir de mi pecho, las emociones escapado entre mis dedos y mi voluntad atada a quien presume ser mi salvador.

"¿Quién diría que sería tan amargo?" Mi voz resonó por la vacía y vieja habitación, mi atención como siempre la capto aquel viejo espejo ubicado por mera melancolía en medio del cuarto, de gigantesco tamaño y refinados marcos dorados "Nunca pensé que llegaría el día en que extrañaría mi reflejo" Musite para mí mismo tocando el cristal, sin jamás recibir una mirada amatista de regreso, pero perpetuamente conservando la esperanza "Que problema"

"¡Ichimatsu-Nii san!" Antes de que pudiera reaccionar una ráfaga amarilla irrumpió en mis aposentos, para atraparme entre sus brazos de manera melosa "¡Te encontré!"

"No estábamos jugando a las escondidas" Pese a estar muerto a veces podía sentir el calor que transmitía su cuerpo, o eso ansiaba creer.

"Lo sé" Su enorme sonrisa por unos instantes desapareció "Solo presentí que necesitabas un abrazo" Nunca entenderé si el motivo es nuestra hermandad o que él haya sido el responsable de mi transformación, no obstante, cada vez que me convierto en prisionero de la oscuridad, Jyushimatsu lo intuye, y viene a socorrerme.

Que patético debo lucir.

"¿No estabas en medio de tu entrenamiento?" Pese a removerme incomodo entre sus brazos, él no me libero "Aunque sea por diversión no deberías dejarlo tirado a medias"

"Quería invitarte a venir" Sus uñas se clavaron en mis hombros para zarandearme "¡Ven a verme batear!" Antes de que le pudiera responder él ya se había agarrado de mi mano "¡Hustle hustle! ¡Muscle muscle!" Era muy cobarde para admitirlo. Más, que él haya conservado esa actitud, me hacía infinitamente feliz.

"Está bien" Una pequeña sonrisa entre nosotros nació "Vamos" Susurre siendo quien ahora guiaba nuestros pasos.

Nos movimos rápidos y ruidosos dentro de aquel olvidado castillo; de majestuosos candelabros e imponentes pinturas. Nuestra marcha en contra de las delicadas baldosas sonó cual eco en el extenso pasillo mientras emocionado, Jyushimatsu, se negaba a detenerse ante las múltiples amenazas de los demás huéspedes.

Antes de que pudiésemos llegar a la salida ubicada en medio del salón principal, una esquizofrénica voz nos paralizo junto con una pequeña, aunque solemne, silueta. Choromatsu apareciendo en medio de nuestro camino nos frenó con un gesto de desdén y una mirada autoritaria. Si bien, ese chico no era el vampiro más aterrador al estar atrapado en un cuerpo tan frágil, él sabía hacer uso de sus influencias con Tougou. En el fondo sí era alguien a quien temer.

"Jyushimatsu" Mi hermano con los ojos desorbitados asintió "¿Cuántas veces te he dicho que no abuses de tus habilidades en el castillo?"

"¡Varias veces!" Su respuesta pareció irritar al de verde, quien iracundo se sobo incontables veces la frente.

"Ya me encargare de eso en un futuro" Farfullo cruzándose los brazos sobre el pecho "Como sea, no pueden pasar por aquí"

"¿Ahora eres dueño del pasillo?" Apoye el peso de mi cuerpo en contra de la pared fingiendo desinterés ante sus palabras "Sabia que eras un ególatra pero no es para tanto"

"¡No es así!" Un sutil tono escarlata se le subió hacia las mejillas. Él era antinatural "El jefe está en el salón principal teniendo una reunión con los otros grandes" Ningún murmuro además del de su voz se atrevió a escapar "Están hablando de lo que ocurrirá en dos meses más"

"¿La luna roja?" Eran pocas las instancias en donde mi hermano parecía prestar atención a la conversación "¿Los rumores son ciertos?" Sin embargo, cuando él lo hacia la situación era de temer.

"Al parecer sí" Choromatsu relajo su frente "Ese idiota del rey de los demonios planea quitarnos nuestro sacrificio"

"Tú lo has conocido" La respuesta era redundante "¿No es así?" Tan solo lo deseaba humillar "Tú eres el único quien ha acompañado a Tougou a las reuniones, su perro faldero" Mi boca y mi mirada se abrió al apreciar como las piernas del chico temblaban y sus manos parecían sudar.

"Osomatsu es especial" Balbuceo con un atisbo de pena "Es increíble" Suspiro con lo que pareció ser ilusión "Pero un idiota" Y lo que fingió ser una sonrisa de verdadero amor "Nos está desafiando como especie con sus demonios" Rogaba porque ese cariño no fuese impedimento al momento de la batalla.

"Confió en que lo resolverán" Inquieto por el semblante de Jyushimatsu lo jale del traje indicándole que saliéramos por atrás "No haremos mucho ruido, solo lo quiero ir a ver practicar" El de mirada esmeralda con un dudoso asentimiento nos dejó escapar.

Con un amargo sabor en la boca y los colmillos más atentos de lo común, ambos regresamos por el pasillo para buscar la roñosa salida de emergencia ubicada en el ala contraria al comedor. Una vez afuera, alumbrado por los tenues rayos del sol Jyushimatsu comenzó a practicar sus movimientos al son del viento mientras yo, cansado y fastidiado, me limite a observar desde la pradera frente al castillo.

Mis dedos se enredaron entre la hosca hierba, una desagradable opresión nublo mi cabeza, mientras el familiar aroma de la melancolía calaba hasta doler entre mis memorias, usurpando en aquel empolvado baúl. Tan solo pude cerrar los ojos gobernado por aquella sensación.

Jyushimatsu y yo teníamos una vida armoniosa y cálida; con padres preocupados, y amorosos, amigos escasos, aunque reales, trabajos estables. Nunca tuvimos muchos recursos, sin embargo, eso no nos impidió disfrutar o estudiar.

Aún recuerdo la sonrisa que esbozo el de mirada ámbar cuando nos informaron que nos habían contratado atendiendo la misma pequeña tienda, tan diferente a todas las sonrisas que alguna vez me obsequio. Solamente por él fui capaz de dejar mi orgullo para vestir un ridículo delantal y atender a los irritantes clientes con lo que simulaba ser una mueca de felicidad. Los dos estuvimos bien por casi tres años en esa situación, hasta que esa noche unos vándalos asaltaron el pueblo.

Fue mi culpa, mi error, pero quien paga la condena no soy yo.

Todavía está tatuado en mi mente el ruido del cristal del escaparate rompiéndose, el fuego en el techo de las casas vecinas, los estridentes gritos alrededor, esas imponentes figuras exigiéndome el dinero con codiciosas miradas y áspera voz. Tenía miedo, aunque tuviese más de veinte años en aquel entonces estaba aterrado, por eso no pude reaccionar.

Lo siguiente es borroso y difuso; cual lejana canción de cuna. Recuerdo a Jyushimatsu empujándome en contra del suelo, la sensación de un espeso liquido cayendo sobre mi cabello, el color rojo nublando mi vista y el cuerpo de mi hermano entre mis brazos. Recuerdo estar gritando desconsolado aferrándome a su pecho, rogando por un milagro sin saber que estaría convocando al mismo diablo del infierno.

"Dime muchacho" Un hombre de traje decorado con cuadros cafés y gorra que le hacía juego, fue quien me sonrío abriéndose paso entre los escombros de la tienda "¿Lo quieres de regreso?"

"¿Qué?" El olor a miedo puro fue lo que corto la atmósfera. Que tonto no haber visto esa señal.

"Porque yo lo puedo traer" Con esa promesa el paraíso me vendió.

"¡No juegues conmigo!" Y aunque con el rostro empapado de lágrimas le grite, yo permití que él pusiera sus garras sobre mi rayo de sol "Sí no te apartas voy a llamar a las autoridades" Ese misterioso hombre me sonrío paralizando el correr en mis venas, arrodillándose al lado mío para hipnotizarme con una mirada.

"Dime, muchacho bonito" Sus largas y filosas garras me acariciaron debajo del mentón "¿Crees en las leyendas?" Antes de mostrarme dos imponentes colmillos.

Tougou salvo a Jyushimatsu tomando su alma por el resto de la eternidad, mi hermano apenas despertó se arrojó sobre mi cuello entrelazando nuestros destinos en este infernal limbo; merecía aquella venganza. Y lo primero que yo hice con mi inmortalidad fue hacer pagar a los idiotas que nos lastimaron.

"¡Nii san!" Abrí los parpados tratado de dejar esas imágenes atrás "¿Me viste hacerlo?" Cada vez que mis demonios me trataban de hundir, mi consciencia me calmaba al ver el rostro de alegría de mi hermano.

"Claro que sí" Jyushimatsu se arrojó hacia mi lado con un puchero sobre los labios.

"¡Mentiroso!" Mi rostro se calentó "Te vi cabecear" Chasqueé la lengua tratando de darle la espalda en vano "¿Estabas soñando con gatos?"

"Quizás" Antes de que pudiera pronunciar otra endeble mentira el cielo se tiño de rojo, la Tierra a nuestro alrededor tembló mientras un frustrado grito resonaba desgarraba nuestros tímpanos "Creo que el señorito fracaso en la negociación" Balbuceé cubriéndome las orejas.

"¡Ichimatsu!" La desafinada voz de Choromatsu me obligo a voltear hacia la puerta "El maestro quiere hablar contigo" La saliva no me paso por la garganta, un par de gotas de sudor frío corrieron por mi frente.

"¿Conmigo?" El labio me trepito "Pero tú eres el que se encarga de estas cosas" Mis piernas me arrastraron junto al de orbes jades para leer la pena en su desolada expresión.

"No te preocupes, él no te puede matar si ya estás muerto" Encorve las cejas cabreado por esa mierda de consuelo "Pero si lo llegases a hacer enfadar" Su mano se apoyó sobre mi hombro "Yo cuidare y educare como corresponde a Jyushimatsu"

"Tsk" Lo golpee del brazo cortando el contacto "¿Qué se supone que eres? ¿Su madre?"

"¡Te van a asesinar!" Ni el cantarín tono de mi hermano me calmo.

"Es mejor que vayas rápido, al maestro no le gusta que lo hagan esperar" Choromatsu sin tacto alguno, me empujó hacia la entrada del castillo "Y menos después de la respuesta que le dio el imbécil de Osomatsu"

"Maldición" Encorvado más que de costumbre, y siendo arrastrado por un mal presentimiento me incorpore hacia las escaleras en dirección a la torre más alta.

Tougou era conocido por su despiadado humor, su negro sarcasmo y sus múltiples tácticas de manipulación. Desde que él me convirtió y me permitió saciar mi sed con una aldea de inocentes he evitado todo contacto sabiendo que él se alimenta del remordimiento y el rencor de las pobres almas que cosecha.

Mi palma en todo instante se afirmó del pasamanos de metal al tiritar delatando mi inseguridad, la noche cubrió de negro el camino colándose por las escasas ventanas. Luego de haber ascendido veinte pisos, sin poder aplazar más ese desafortunado encuentro me mordí el labio antes de tocar su puerta, de marcos dorados y detalles cobrizos.

"¿Maestro?" Me fastidiaba tener que llamarlo de esa manera "Choromatsu me dijo que me había mandado a citar" Su orgullo era lo que lo convertía en la peor de las escorias.

"Mi querido Ichimatsu" Mucho peor que yo "Puedes pasar" Con el estridente crujir de la madera en contra de los azulejos del suelo, abrí la puerta observando la imponente figura de mi dueño sentado sobre su escritorio de madera.

"¿Qué es lo que?" Él me hizo una seña con el dedo indicé, ordenándome que guardara silencio.

"¿Qué tanto es lo que sabes de la luna roja, muchacho?" Ladeé la cabeza caminando con el desconcierto escrito en la frente hacia su lado "Ilumíname con algo de cultura general"

"Es la única instancia en el año en donde el rey de los vampiros, es decir, usted, bebe sangre de un humano"

"Correcto" Su sonrisa puntiaguda erizo cada uno de mis poros "Dime más" Su ronco tono embriago las sombras de mi corrompida voluntad.

"La victima debe tener el alma limpia y el corazón puro" Agradecí mentalmente las aburridas y tediosas lecciones que me había regalado Choromatsu ante esté examen sorpresa "Y es elegida apenas la otra muere"

"Correcto, otra vez" Tougou acaricio mis cabellos hasta que su mano se enredó en estos para jalarme de la cabeza, quemándome con un dulce dolor "Ahora dime que es lo que pasa sí el ritual no se lleva a cabo"

"El rey de los vampiros se queda sin poderes" Su aliento a sangre rozo mi nariz con una sensación embriagadoramente repulsiva "Y como es el único portador de poderes el resto de sus súbitos también perecen sin fuerzas"

"Muy bien" Él me soltó provocando que me golpeará la frente en contra de la base de su escritorio para luego, regalarme un aplauso sarcástico que hizo eco por los estantes de su habitación "Así que has aprendido algo y no eres tan inútil como se rumorea" Me tuve que morder la lengua hasta que mis colmillos soltaran su veneno para no atacarlo por su insolencia.

"Cualquier otro de tus monigotes te pudo hacer dicho eso" Con un solo roce de dedos él me logró empujar obligándome a apoyarme delante de su escritorio en el astillado sillón.

"No te he llamado para que me cuentes estas sandeces" Sus ojos escarlatas se clavaron sobre los míos "Era para probar si estabas capacitado" Añadiendo más letras a mi tumba.

"¿Y lo estoy?" No supe lo que me impulso a preguntar, después de todo estaba asustado. Vivía bajo ese trance.

"Aun estas en prueba" Se mofo bajándose de la mesa, posicionándose al frente mío con una expresión tensa "Hoy tuve una reunión con mi primera criatura fallida" El rostro que él esbozaba cuando pensaba en Osomatsu, el mismo diablo, su favorito "Hace tanto que no lo veía" Era para inmortalizarlo en una fotografía "Ese imbécil me está desafiando" Sus garras se clavaron sobre su puño rompiendo ligeramente la piel "Está jugando con fuego" Estas eran las consecuencias del amor.

Nadie está seguro de lo que paso entre esos dos, no obstante, desde que Osomatsu traiciono a nuestro líder al abandonarlo, él tomó posición en el infierno como el rey de los demonios para autoproclamarse como nuestro supremo enemigo. Osomatsu era un inepto carente de afecto.

"Él me declaro la guerra de forma oficial esta tarde" Ambos lo eran "Me dijo que se iba a llevar al sacrificio que escogí antes de que lo pudiera probar" Su voz raspo hasta lo más profundo de mi pecho para comprimirlo "Que lo mataría al frente de mis ojos y se deleitaría con su sangre"

"Si estas tan preocupado ¿Por qué no solo lo secuestras y te aseguras de que nadie más lo tome?" El más alto me sonrío con gentileza acariciando mi hombro para después estrellarme nuevamente contra la mesa.

"¡No seas idiota!" Me toque los moretones deformando mi boca "Sí alguno de los dos lo saca de su reino humano su alma se contaminará y él ya no me servirá"

"¡¿Entonces que mierda propones hacer?!" Me cubrí la boca presionando los parpados con pánico, esperando un golpe que jamás llego.

"Ahí es donde entras tú, cariño" Su lengua degusto mi oreja provocando que me estremeciera "Mi confiable, bruto, torpe pero fiel ciervo"

"¿Que?" El aire se perdió en esa mirada.

"En un par de días te enviare como el nuevo guardia del reino humano para que vigiles a mi presa hasta que llegue la luna roja, y lo apartes de todos los peligros que Osomatsu ponga para ti, quiero que lo mantengas a salvo y fresco para mí" Tougou apretó mi mano hasta que está cambio a un sutil tono morado "¿Comprendiste?" No lo hacía.

"¿Por qué yo?" Fue un apenas murmullo el que huyo "Tienes a gente más capacitada"

"Puede ser" Él tomó mis mejillas entre sus garras apretando mi rostro "Pero tú eres más fácil de manipular gracias a tu querido hermano"

"No lo harías" Mi congelada sangre hirvió, los colmillos se escaparon en defensa ante ese simple pensamiento "¡Con él no te metas!" Tougou sin ningún problema gracias a su fuerza me sometió.

"Me traicionas, desobedeces, o le pasa algo a mi sacrificio y te despides por siempre del pequeño Jyushimatsu" Aunque mi corazón ya no podía sentir juraría que escuche como en fragmentos esté se partió y como esos pedazos desgarraron las grietas de mi corrompida alma. Era débil.

"¿Cómo sabré a quien debo proteger?" Jodidamente débil por ese amor.

"Eso es fácil" El más alto se quitó de encima del asiento para agarrar una pulcra carpeta escarlata de uno de los estantes que había en la habitación "En la página 28 encontraras una fotografía y una pequeña descripción" La cual sin cuidado él me arrojo.

"Solo debo mantener a este humano a salvo y entregártelo en dos meses" Mi mirada busco la suya rogando por seguridad "¿Cierto?" Para chocar con un amargo mar de lamentos y rutas que ya no fueron escogidas.

"Parece que ya estas adentro" Se mofo retirándose el cabello de la frente con arrogancia.

"No me quedo otra opción" Otra navaja en mi interior se incrusto sabiendo que mis emociones serían palabras innombradas.

"Es una buena decisión" El contrario se acercó para abrazarme de los hombros "Dime el nombre de mi siguiente victima" Su perfume inundo cada uno de mis sentidos, atando otra cadena a mi tobillo en ese torcido juego.

"Matsuno" Apreté la carpeta vacilante, centrándome en una solitaria fotografía.

"Dímelo completo"

"Príncipe Karamatsu Matsuno"


Solo para aclarar los vampiros no serán tanto como los tradicionales, pero eso se entenderá más adelante.

Y por si no quedo bien claro: Una vez al año Tougou sacrifica una victima de corazón puro para mantener sus poderes, en este caso escogió a Kara, sí él no bebe esa sangre pierde todo lo que lo hace más fuerte. Oso conoce esa debilidad y ya lo desafio, por eso mando a Ichi con tanta urgencia.

Bueno, si llegaste hasta acá muchas gracias!

Es más cortito que mis capítulos tradicionales porque es una introducción a esta idea rara.

Y espero que te haya gustado! 3 3