Disclaimer: los personajes de Hetalia NO me pertenecen, de otra forma hubiera habido muchísimo más Spamano y UsUk. Pero el fic sí es mi completa autoría.

Advertencia: limonada chiquita y dulce y OoC por montones (?), okno, pero sí puede que haya un poquito más de OoC.

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Bastardos y tomates

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Spamano

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—¡Quítate! —gruñó el menor, queriendo arrancarse los brazos que apretaban su cintura y queriendo obviar la manera en que el otro le respiraba justo sobre la oreja y el cuello, erizándole hasta el último pelo y provocándole un rubor abismal. Comenzaba a desesperarse cuando ya pasaba el tiempo determinado y, más que dignarse a soltarlo, España lo arrimaba más y recorría con la nariz toda la piel del cuello libre que tenía.

Le parecía dulce y a la vez entretenido notarlo tan tenso y provocado, no quería soltarlo. Si algo sabía él, era que si tanto lo provocaba iba a terminar instándolo a que lo hiciera por su propia cuenta. Los miles "No toques eso, Roma" precedentes a que el mocoso fuera y tocara lo que no debía, se lo habían enseñado.

Y aunque solo fueran un par los meses que llevaban juntos como pareja, también habían servido para ir acercándosele y conociéndolo más íntimamente…

La habitación del español estaba dejando de ser iluminada por la luz del día, por lo que iba quedando en las penumbras de la noche; que los encontraba en esa situación. Romano queriendo y a la vez dudando de las intenciones del mayor, que parecía más insistente que nunca. Había ido a su habitación para pasar la noche, más temprano para poder acaparar la cama, ya que fue una costumbre que no perdieron ni por empezar una relación, pero ni había llegado a pasar el umbral al cuarto que tuvo a España encima.

—¡Ya b-basta! —En serio comenzaba a desesperarse. Los labios ajenos iban tranquilos por su piel, lo quemaban en su interior y casi que no podía evitar sus propias ganas de voltearse y encararlo tanto para cantarle sus verdades como para exigir una respuesta óptima a qué juego seguía. Porque era eso, ¿verdad?—. España, bastardo, ¡suéltame!

Lo notó entonces besándolo certeramente en los puntos clave que ni él se conocía, mientras lo aprisionaba hacia adelante, aun envuelto entre sus brazos, y aprovechaba para desprender uno de los botones de la camisa del italiano, pudiendo así meter la mano y tocar piel. El más joven jadeó de la sorpresa, porque aquello no había ocurrido antes en lo absoluto.

Entonces sintió subir hasta su oreja la boca de España, que le susurró con calma. —¿Me dejas…?

Romano sintió patente el calor inundándole cada vena del cuerpo, un escalofrío arrasando y haciéndole crispar y ruborizarse más si era posible. Estaba enojado por estar avergonzado, con su jefe por avergonzarlo y por esa pregunta que lo avergonzó. ¿Dejarlo qué…? Porque si era lo que creía…

Mierda. Las manos del mayor seguían tocando la piel sensible de su pecho y sus labios repartían besos y suspiraban sobre su piel. No pudo pasarle por la cabeza decirle que no.

Se volteó, tomando al español por el cuello de la camisa y agachándolo apenas hasta su altura para besarlo con ímpetu, profundizando en seguida y devorándole los labios y la boca como, secretamente, llevaba queriendo hacer desde hacía un tiempo. Pasó sus manos de la ropa a rodearle el cuello, pegándose así al cuerpo ajeno, que lo abrazaba por la cintura y después ayudaba a levantarlo para que le rodeara la cintura con las piernas.

Eso debió de responder a la pregunta, porque Romano se dejó caer de espaldas a la cama mientras se cubría un poco los ojos con el antebrazo, echándole una mirada avergonzada a España, que sonreía enteramente a su estilo vivaz y pícaro. No se demoró nada en besarlo con más dulzura de la usual.

Tan simple como eso.

"Relájate, tranquilo", casi parecía escucharlo en su mente repitiendo eso con aquel gesto. Después notó las manos terminando de abrirle la camisa, los labios bajando por su cuello y descendiendo por el mismo camino de las extremidades, deteniéndose a repartir en principal besos por su pecho y abdomen, con calma, con tranquilidad. Gimió despacio por el arrebato de emociones encima, y porque España había llegado a abrir su pantalón y metió las manos sin un solo gramo de pudor.

Se encargó de dejarlo desnudo en más bien poco tiempo, llegado a embargarse de una desesperación enorme por verlo así. Terminó reparando en cada detalle y conociendo cada reacción que recibía. Jadeos, gemidos, súplicas casi silenciosas que provocaron que no necesitara de mucho para poder hacerlo suyo, sin tanto preludio, porque a la final resultó que ambos estaban un tanto desesperados.

Romano lo envolvió con sus brazos mientras intentaba inútilmente callarse, presionando los labios en el hombro de España mientras éste mantenía el ritmo constante, que viajaba de lo sereno a lo intenso y le hacía apretar las uñas en su espalda y cambiar los labios por los dientes. Se sentía bien, jodidamente bien…

V-voglio che tu me baci —España entendió más bien poco lo que le dijo, tanto porque fue en su idioma natal como porque estaba demasiado inspirado en embestirlo con ganas. Pero Roma removió la boca del hombro y se dirigió rápido a besarlo con fuerza, ahogando sus gemidos en la boca ajena, que se volvían más fuertes por el final inminente.

Mientras dormían, se percató del español removiéndose y se volteó a verlo a la vez que era abrazado y apresado entre las piernas del durmiente. Lo miró con su característica seriedad antes de plantarle un beso casto y corto en los labios, después uno en cada mejilla, para finalmente rodearlo con sus brazos y acomodarse en su pecho.

Ti amo.

Sabiendo que se ganaría un golpe de abrir los ojos y responder en ese momento, España sonrió casi imperceptible, sin evitar apretarlo más entre sus brazos. Unos cuantos minutos después, cuando ya Romano respiraba pausado y usaba su pecho como almohada, con los brazos laxos a cada lado de él, sonrió más grande.

—Yo también te amo.

Fin

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Benji: ¡Me alegra que te gustase mi forma de narrativa y demás! Me halagas. Pero está muy en duda lo de seguir escribiendo más de ellos. Muchísimas gracias por el review.

Y bueno, doy por terminada este intento de historia.

Me había quedado muy largo para hacerlo one-shot, así que opté por dividirlo en tres partes (aunque eso recluyera a que el tercer capítulo se tratase de la consumación de todo XD).

Es lo más lejos que he llegado escribiendo de este género, el shipp simplemente es demasiado hermoso para ignorar cualquier etapa de lo que son.

Sin más, corto antes de empezar con mi fangirlismo, me despido de todos ustedes con especial agradecimiento a quienes me acompañaron hasta ahora.

¡Se me cuidan muchísimo y nos estamos leyendo por ahí (quién sabe)!

Ciao!