Escritos de hace mucho. ¿Un año? Quizá más desde que lo escribí. Al principio había sido algo completamente distinto, pero lo perdí. Éste es el hermano gemelo feo. ¡Que lo disfruten, de todas formas! :)
Cuando Ib abandonó la galería de arte, con el pesar de la culpa atosigándole el alma y bañándola en tristeza, supo inmediatamente que lo que se estaba dejando detrás no iba a poder ser reemplazado jamás.
Un amor tan profundo como el que había desarrollado por Garry nunca más iba a ser objeto de algún clon, nunca iba a volver a sentir lo mismo por nadie, aunque fuera a querer imitarlo. Lo que ellos habían tenido había sido profundo y totalmente sincero, además de puro, e Ib sabía muy en el fondo de su corazón que nunca volvería a tener un amor como aquél. El primero de todos, el que le enseñó lo que era el verdadero coraje y lo que era la verdadera valentía, el quererlo dar el todo por el todo por la persona amada.
Ya no quedaban personas como Garry en el mundo, y tristemente Ib tenía que hacerse a la idea de que esa clase de sentimientos que una vez le embargaron el alma, no volverían a ella. Nunca jamás. Nunca con la misma persona. Y nunca, claro, con alguien más.
El cuerpo se le llenó de temblores en ese mismo instante, sismos que no parecían quererla perdonar pronto y sus irises, rojizos como el mismo carmín, se nublaron con amarga lluvia que inundaba su corazón de pena. Apretó los labios, inclinándose ante el cuadro que se postraba frente a ella, sollozando torpemente por la pérdida que había sufrido y que seguiría sufriendo por el resto de su vida.
Su amado Garry había quedado dentro de la galería, y había sido toda su culpa. Si no hubiera perdido la rosa... Nada de eso habría ocurrido. Pero, ¿Qué más iba a ser? Dejaría que el mundo dejase caer sobre ella el peso de la redención que nunca dejaría de buscar.