Comenzó como un murmullo, el repique constante de un celular sobre la madera que logro filtrarse en poco tiempo entre sus sueños, despertó aturdido, todo estaba oscuro por lo que enfocarse en algo se le hizo imposible, solo el despertarlo bruscamente podía desorientar sus agudos sentidos de esa manera, como lo odiaba. Bostezo sonoramente, tratando en lo posible de ignorar la estridente melodía de unos acordes de guitarra, que anunciaban que era una llamada y no su alarma la que irrumpía su descanso. Por fin pudo conectar un pensamiento con una acción para atender a la desesperada persona que no capto el mensaje después de los tres intentos fallidos de contactarse con él; no miro ni por un momento la brillante pantalla táctil, eso solo lastimaría sus ojos, no quería ponerse de peor humor si tenía planeado volver a dormitar.

Buenas, Tomlinson habla- saludo de forma cortés aunque su voz ronca lo hiciera parecer más un gruñido; pasaron unos segundos sin respuesta, una no directa a su persona, más si hablando de él, al otro lado de la línea se podía escuchar un gran ajetreo, una personas se encontraban discutiendo sin incluirlo, ni caer en cuenta que había contestado. Se aclaró la garganta para volver a hablar -¿Hola?- elevo su tono de voz para hacerse escuchar entre los murmullos del otro lado.

Cuando por fin cayeron en cuenta de su presencia, un inquietante silencio reino en la línea, en su estado de confusión no tenía ni idea, si hablar o esperar –Louis, por fin contesta, una llamada perdida más y casi te pierdes la oportunidad de tu vida, disculpa por joder con la hora, pero ya ves las zonas horarias nos juegan en contra, ¿qué hora es allá?, bueno ya despertaste así que ya no creo que importe, porque lo que te voy a decir es tan importante como para esperar una hora decente- la voz sonaba relajada y divertida, para nada apenada por haber perturbado su descanso, no estaba molesto por ese detalle, ya que no le fue difícil reconocer el timbre de aquel beta que tan bien conocía.

Se sobrepuso rápidamente ante la sorpresa, respondiendo igual de jovial -Liam, meses desaparecido, ¿En que estas metido? ¿Cómo que estas en otra zona horaria? ¿A dónde te fuiste sin mí, cabrón?- de repente se encontraba totalmente despierto, Liam había sido su compañero a una expedición de casi 1 año a las sabanas de África, haber convivido en aquellos hostiles terrenos los había unido, lo consideraba casi un hermano.

-En algo grande te lo aseguro, es lamentable ya que es lo único que te puedo decir por teléfono, si quieres más información, tendrás que abordar un avión en las próximas horas con destino a "Nox Luna"- el tono implícito de reto que llevaba la oración hizo reír con ganas al aun somnoliento Louis.

-Por supuesto, ya voy para allá, espérame con un plato de carne de ballena- Liam de inmediato se unió a las carcajadas de su amigo, luego de unos minutos cuando ambos se calmaron, volvió a tomar la palabra.

-Es el plato nacional, no hay ni que pedirlo. No empaques mucho, solo tú equipo principal. Hey, me acaban de informar, la agencia te mando al correo un boleto para un vuelo en la madrugada, date prisa que en una hora despegas...- aunque el tono no era serio, conocía a su amigo y sabía que no estaba bromeando.

-Espera, no estaba hablando enserio, no puedo irme así, sin avisar, tengo compromisos y...

-Solo diré una cosa- Lo interrumpió, ambos quedaron en silencio de nuevo, admitía que tenía curiosidad por lo que lo dejo hablar –Han dado un permiso para entrar al territorio del clan omega de lobos árticos.-

-Debes estar bromeando, no hay forma.-

-No bromearía con algo así, bueno si lo haría, pero no esta vez. Además si sigues hablando conmigo perderás el vuelo y nunca sabrás si es cierto o no.

Sabía que era una locura lo que estaba a punto de hacer, pero acepto, oportunidades como esas no se pueden desperdiciar. Luego de colgar pudo apreciar la hora, las 3 en punto, se estiro con pereza en toda la extensión de su cuerpo, ya no importaba de igual forma no iba a volver a su cama por muy temprano que fuera. Tal como había dicho Liam, a su celular llego el correo del aeropuerto de su ciudad, era la confirmación de su compra y la información del vuelo, justo a las 4, bien no tenía tiempo para perder, no le molestaba, se encontraba demasiado ansioso como para esperar.

Llego a la hora, justo para abordar el avión solo con una mochila al hombro, sabía que cuando llegara a su destino tendría muchas explicaciones que darles a su jefe, familiares y amigos, pero definitivamente valía la pena. "Nox Luna" se había mantenido por mucho tiempo cerrada a los extranjeros, su cultura y territorio era aún muy desconocida, una tierra de salvajes para la mayoría. Por lo cual cuando decidieron abrir sus fronteras, miles de estudiosos fueron a investigar la isla desde diferentes campos de acción. Como Antropologos mostraron su interés desde los primeros días, Liam había sido llamado para compartir con una de las comunidades establecidas al sur. Por su parte el clan de omegas situados al norte había llamado su atención, eran conocidos por su inusual monarquía, donde los omegas eran los lideres, guerrero y cazadores, mientras los alfas cuidaban del hogar, los hijos y animales de granja, el modelo rompía con el patrón jerárquico que se había seguido a lo largo de la historia la humanidad, deseo como nunca observar, como funcionaba aquel sistema, pero el monarca del clan dejo claro que no quería intrusos en sus tierras, las negociaciones fracasaron, así que solo podía quedarse en casa esperando que en un futuro se le concediera la oportunidad, no imagino que solo unos meses mas tarde cambiarían de opinión.

Desde el avión mando los emails correspondientes a sus conocidos, explicando a sus familiares que su ausencia era indefinida, su madre y hermanos ya lo conocían por lo cual no sería una sorpresa, lo que no esperaba de su trabajo, seguro lo echarían, no podía reclamar si así lo hicieran, las reglas dictaban que debía anunciar con un mínimo de una semana de anterioridad, seguro pesaría en su hoja de vida aquella falta, no le preocupaba realmente solo un poco por la ética profesional que siempre manejaba, pero en general ser profesor no era su campo laboral favorito

El viaje no fue tan largo como imagino, contando las horas de diferencia pudo comprobar que Liam había elegido esa hora de la madrugada con toda la intención del mundo, era de esperarse; lo que si le sorprendió fue que su parada solo era una transitoria al destino final del vuelo, sumándole a que solo el desbordo en aquella isla, al parecer seguía sin ser un sitio turístico, lo que en el fondo agradecía, así el folclor del lugar estaría menos influenciada por las culturas extranjeras. Al salir a la recepción un gran cartel con colores vivos lo recibió, con la leyenda "Bienvenido a Nox Luna, Louis" debajo de este, lo esperaba su amigo Liam junto a varias personas que lo saludaron con sinceras sonrisas, devolvió el gesto con renovadas energías, mientras se acercaban al agradable grupo.

-Sabía que vendrías- alardeo el beta, estrechado sus manos en un saludo fraternal.

-Como si pudiera perdérmelo, tienes mucho que explicar- apretó con más fuerza la mano contraria –Estas hecho un desastre...- noto el estado desalineado de su amigo, no es que fuera un fiel seguidor de la etiqueta, pero lo conocía y su cabello negro estaba demasiado largo, algo inusual -no te veía la barba desde que nos quedamos varados en la sabana- comento con burla mientras el moreno rascaba su barbilla, pero antes de responder una muchacha del grupo lo corto.

-Sé que no se han visto en mucho tiempo, pero esto es importante, luego tendrá tiempo de charlar- le sorprendió la firmeza de la voz de la omega, además de contar con una considerable altura a pesar de su naturaleza, contaba con unos delineados ojos verdes que no daban pie a desobedecerla. Antes de ofrecer su mano, se acomodó el flequillo rubio detrás de su oreja - Mucho gusto, Cara Delevigne, la directora del proyecto- estrecho con suavidad la pequeña mano.

-Louis Tomlinson, antropólogo- ella solo asintió para después darle la espalda, con pasos ligeros se dirigió a la salida del lugar.

-Sígame- no tuvo que alzar la voz para ser escuchada mientras se alejaba, antes de seguirla le dirigió una última mirada a su amigo, en busca de una respuesta, este se limitó a señalar la salida.

Asintió igual de confundió que hace una horas, no entendía el porqué del misterio que se empeñaban en mantener -No la hagas esperar- Sugirió su amigo.

-Entiendo- Bufo frustrado, no deseaba un llamado de atención tan rápido en su nuevo trabajo por lo que se puso en marcha hasta alcanzarla.

-Sentimos que las cosas se den de este modo pero la situación se nos salió completamente de las manos y tú eres el único que estuvo aquí desde el primer día- Hablo apenas lo tuvo a su lado, dedicándole una mirada de agradecimiento.

-Efectivamente, yo hice el primer reporte del clan omega, el primero en conocer su hostilidad- Sintió un fuerte escalofrió al recordar la lluvia de flechas.

-¿En serio?- La rubia lo miro asombrada por unos segundos para luego reír, al parecer se encontraba más relajada -Son intratables, estuvimos hostigándolos por semanas sin ningún avance, hasta que de pronto nos llegó un mensaje del líder, concediéndonos la entrada a sus tierras, pero por supuesto era un truco, sé que no soy la más indicada para decirlo pero en la carta daban especificaciones, que a todas luces mostraba que tan quisquillosos podemos ser los omegas, primero que solo podía ir una persona, segundo que no debía ser beta porque los consideraban una aberración de la naturaleza, tampoco omega porque odiaban lo sumisos que éramos en comparación a ellos- Aunque su tono era profesional, se pudo filtrar su descontento en todo momento- Esas junto a que querían que fuera un Alfa de baja estatura, eran relevantes y fáciles de cumplir...sin ofender- Aclaro al final con una suave risa.

-Está bien, hay que aprender a convertir nuestra debilidades en fortalezas- Se desentendió rápido del tema, su corta altura había sido beneficioso en casos como esos, donde el clan parecía sentirse menos intimidado.

-Bueno, cumples con los requisitos importantes y sabemos que tienes la experiencia para pasarte todo el protocolo, pero ahora viene lo importante, desde ahora tienes un omega, una familia muy feliz, no importa que seas soltero, recita esa mentira hasta que se convierta en una verdad en tu cabeza, ignora todos tus instintos, si llegan a oler que estas excitado por el olor o celo de algún omega, lo tomaran como una fuerte ofensa y no podremos interceder si deciden castigarte, es más si llegas a perder el control y reclamas un omega, es que si llegas solo a intentar coquetear con uno será tu fin pueden ser pequeños, pero son una terribles fieras- La advertencia calo fuerte en todo su ser, le costó pasar saliva.

-Está bien, no es la primera vez que me he encontrado en una situación así, tengo el mejor auto-control que puedas pedir, nunca el olor a omega en celo me ha cegado el juicio- aseguro, no mentía, tal vez fue por su crianza con tantos omegas o por sus viajes que ha tenido que retraer mucho a su Alfa interior, pero ningún omega había logrado despertarlo y dudaba que llegara a pasar, perdió la esperanza hace mucho.

-Eso dijo Liam, es un alivio que no estuviera exagerando, no sabes en verdad el peso que nos has sacado de encima- No sabía, pero se lo imagina, la omega se veía bastante desalineada, igual que su amigo y compañeros -Oh, casi lo olvidaba- le tendió un plato cubierto de aluminio -Seguro no has comido nada, Liam pidió esto por ti- Su estómago gruño recordando que unas cuantas chucherías de avión no reemplazaban una comida de verdad.

Al llegar afuera, pudo ver que los esperaba un pequeño y único taxi –Freddy te llevara hasta la entrada del bosque, allí te estará esperando un guía asignado por el clan, no te separes de él en toda tu estadía, será como tu guardaespaldas. En el baúl encontraras todo tu equipaje, que consiste en ropa para soportar el descenso de temperatura que se presenta en el norte, por lo demás supongo que sobran todas las precauciones que debes tener ¿o no?- solo pudo hacer una leve afirmación con su cabeza, mientras recibía su comida y se internaba en el automóvil – Espero no estar olvidando nada importante, no podre dormir esta noche- Esperaba que no fuera el caso, la chica le urgía un buen descanso -Confiamos en ti, de nuevo perdón por los inconvenientes, muchas suerte, la necesitaras- Fue lo último que dijo antes de que el carro se pusiera en marcha.

-Gracias- Atino a decir mientras la figura femenina se perdía en la lejanía.


En el corazón del ártico bosque se encontraba el numeroso clan omega, ubicado entre las faldas de las montañas y alrededor de un gran lago congelado, su territorio era extenso, delimitado por colosales estatuas hechas de piedra que representaban a sus antiguos espíritus protectores, figuras humanoides con características animales; banderas de cuero y piel semejante a sus ropajes, que advertían con su marca y olor que los intrusos no eran bien recibidos. Habitan en guaridas subterráneas que a simple vista parecen solo elevaciones en la densa nieve pero bajo la tierra se levantan fuertes columnas de piedra y barro, tapizadas con la misma mezcla además del heno para mantener sus refugios calientes y protegidos de las bajas temperatura y nevadas.

La extensión de tierra estaba salpicada con los tenues rayos solares que se filtran entre las densas nubes. Era un buen día, por lo que desde temprano unas pequeñas tiendas fueron armadas en un claro por los omegas para que sus familias se refugiaran del frió cuando estuvieran fuera de sus viviendas, mientras ellos salían a cazar o patrullar; ya entrada la mañana los alfas, omegas jóvenes que aun no estaban adiestrados y los niños que esperaban su primer celo para definir su estatus se establecían en ellas, allí adquirían diferentes usos, en alguna solo charlaban, jugaban, en la mas grande impartían clases a los pequeños, también habían unas comerciales donde intercambiaban ropa y vasijas. Al mediodía, a la llegada de los omegas, se asan en las fogatas las diferentes carnes de liebres y perdices que se consiguieron en la cacería matutina.

La tarde llego y paso con la misma tranquilidad, gracias a la captura abundante de aquella mañana, la mayoría de los omegas se encontraban compartiendo con sus respectivas familias, entre ellos el líder del clan, un hombre mayor que ya presentaba canas plateadas entre sus hebras rubias, pero seguía siendo más que un sabio líder, un feroz cazador, por ello como guerrero máximo era la cabeza de todos los grupos de caza, por lo que pocos eran los momentos que podía compartir con su esposo e hijos.

En esa ocasión se encontraba cerca del lago con la menor de sus cachorros, una muchacha omega de quince años que parecía una copia exacta de su madre alfa, aunque todos en la tribu eran similares, como hermosas y esbeltas porcelanas con su pálida tez y su cabello que iba desde tonos grises de plata a rubios dorados, se camuflaban perfectamente con su blanco entorno, el único color en esos pálidos rostros era la pintura tribal roja, que señalaban por medio de patrones la casta o el puesto que ocupaban. Ese día justo cerca de las fronteras, mientras vigilaba los movimientos de los molestos extranjeros ante sus exigencias, había encontrado flores para su pequeña lo cual era difícil en esa época del año, sabía que su retoño adoraba elaborar diseños, como collares o coronas con ellas, por lo cual se las llevo, luego de agradecerle efusivamente a su progenitor, comenzó a elaborar un tocado especial para él, un regalo ya que pronto seria su cumpleaños.

-Padre- susurro desde el regazo del mayor, deteniendo por completo su tarea para hablar –Ya no siento la presencia de Ulo, mi pequeña prometida, de pronto sentía que me arrancaban el alma, oh padre no he sentido dolor igual en mi vida. Llevo semanas intranquilas desde ese suceso, con horribles pesadillas, premoniciones que me aseguran que algo malo le paso- Ulo era una omega y como dictaba la tradición luego de su mayoría de edad tenía que separarse de la tribu y sobrevivir todo un año o más por su cuenta, como líder, Amaguq había presenciado con pesar como muchos guerreros omega no volvían, por ser imprudentes o no estar preparados.

-Miki, hija mía, tú conoces a Ulo mejor que ella misma, ten fe de su fortaleza, volverá y te desposara como dicta nuestra ley- La pequeña asintió, convencida que su pareja volvería a ella como le había prometido, pero eso no impidió que se desahogara en el abrazo de su padre, quien amorosamente le brindo consuelo.

Fue al atardecer, cerca del cambio de guardia, cuando el clamor de un cuerno anuncio la visita de un extranjero, Miki sintió de inmediato como su padre se tensaba –Padre, acaso…- calló abruptamente ante la dura mirada que le dedico.

-Vuelve a casa con tu madre- La joven capto de inmediato la orden, desapareciendo entre la negrura que traía la noche en el espeso bosque. De inmediato llamo a su primera guerrera –Da el anuncio, que todos los omega se reúnan en la entrada de nuestro territorio y llama urgente a Harry.-

-Sí, líder- De inmediato la pequeña mujer emprendió una carrera a una cueva en la montaña.

En la parte más alejada del territorio, en una depresión a la ladera de la montaña, se encontraba una cálida cueva, de su interior se podía sentir el calor de las antorchas y tapices de piel que la amueblaban, ese era el hogar de Anatkok, el espíritu mayor del bosque, durante décadas los habitantes han ofrecido ofrendas en su nombre para agradarle y que este guie los pasos de sus fieles creyentes. El espíritu era mayormente venerado porque elegía su portavoz entre los niños omega del clan, una vía directa a las voces de los espíritus. El actual portador era único, por muchas razones aparte de su don, era considerado especial a los ojos de todos. Un día llego a la tribu desde el profundo bosque sin familiares, ni ningún antecedente, a la edad de ocho años, se mostró a pesar de su corta edad, valiente, audaz, intocable por la bendición del mismísimo chaman, era todo lo que un guerrero de dieciocho desearía; se hizo llamar Hazza y aun cuando ha pasado años sirviendo fielmente a su deber de proteger el clan, no se conoce nada del misterioso joven, también es diferente a cualquier lobo del clan, de profundos ojos verdes, con un cabello profundamente oscuro, demasiado voluminoso y rebelde, manteniendo siempre un inusual patrón de suaves y desordenados rizos, algo nunca antes visto por el clan, sumando su altura le era fácil destacar entre los lobos árticos, por lo cual a diferencia de sus antecesores no compartía mucho con otros, era la definición de un lobo solitario, pero no por ello era menos eficaz que los antiguos portavoz, hacia maestría de los dones dados por los espíritus, eficiente en su labor de consejero espiritual, podía ver el destino de cada salida de caza, misión u evento, como tambien de las personas, por ello, fue la primera persona que buscaron para que examinara al forastero, solo él dictaría si el antropólogo era una amenaza para el clan, era su decisión si Louis vivía o moría.

O eso era lo que le había dicho Atka a Louis, luego de llegar dos horas antes del tiempo límite a la reunión con el guardia omega, juntos emprendieron el recorrido de una hora hacia el territorio del clan, en el trayecto pudo observar a detalle al pequeño lobo ártico, era sorprendente como su aroma era diferente al habitual en un omega, no era dulce como flores o fruta, poseía un aroma casi imperceptible, pero de igual forma salvaje, como a tierra mojada, tampoco se mostraba asustadizo y para su suerte pudo notar que el chico no era para nada hostil, seguro se debía a que era joven, ingenuo y estaba teniendo bastante contacto con el exterior, no importaba, se aprovechó un poco de su buena disposición para sacar algo de información, cualquier dato extra que le evitara problemas o una mala primera impresión.

Fue bastante sencillo saber el momento exacto que entraron al territorio del clan, ya que dos colosales monumentos custodiaban la entrada, mostraban a gran detalle sobre la roca dos amenazantes lobos en posición de ataque –Hemos llegado, señor Louis- Hablo con educación el menor –La patrulla dio aviso antes que entráramos en el radio, pronto vendrán a recibirnos- tal como predijo Atka fue cuestión de minutos para que se encontrara rodeado de pequeñas figuras, todos bien enfundados en abrigos de pieles, dejando solo visible sus pálidas caras, en las cuales resaltaban de un vibrante rojo figuras simétricas de todo tipo, hizo un juicio precipitado, podía ser la marca de la estratificación social o solo un adorno de belleza.

-Hey! Bienvenido forastero- aquella voz sonaba jovial, divertida por toda la situación, contrastaba enormemente con los rostros serios con miradas frías que le dedicaban todos –Aquí forastero- esta vez sonó mas cerca, casi en su oído, luego una suave pero firme caricia hizo que trabara la mirada con unas vivaces esmeraldas, quedo hipnotizado, sintió una clase de burbuja envolverlos, pronto todo lo que veía, escuchaba y olía era a ese omega. A su alrededor los omegas tenían olores similares, a tierra, césped, todos, excepto él, sabía quién era, Hazza, sus ojos, su cabello, su propia voz, su complejidad, la totalidad de lo que era poseía, toda la gama de colores se concentraba en la deidad mortal de la tribu. La sensación era abrumadora, su cuerpo reacciono sin contenciones, ante el repentino y superficial contacto, primero fue como un calor abrazador, su mirada parecía adentrarse hasta su alma, despertando a su alfa, su lobo interior que solo se guiaba con sus instintos. Fue una lástima ya que pareció terminar su escrutinio pues lo soltó y se alejó abruptamente, sintió la necesidad de agarrarlo del brazo, retenerlo a su lado, pero sabía que ganas no le faltaban a nadie para cercenarle la mano si llegaba a cometer ese atrevimiento.

Sabia por su aroma, que el omega se encontraba en las mismas condiciones, pero el tiempo seguía trascurriendo y el silencio entre ambos solo alertaría más a los guerreros -Gracias por recibirme- encontró en alguna parte su voz mientras efectuaba una venia en signo de sumisión, estaba nervioso lo aceptaba, como nunca antes pero no dejaría que su olor lo delatara, debía mostrarse seguro, sin embargo sus instintos se la jugaban en contra, todo en lo que pensaba, era en aquella figura enfrente, en un no tan pequeño omega. No se consideraba a sí mismo un creyente, menos con los chamanes de las tribus pero en definitiva esa especie de médium llamado Hazza tenía un extraño efecto en su ser.

El médium o predicador, Louis no estaba para nada seguro del rol que desempeñaba el castaño, parecía volver a la realidad tras sus palabras, trato de igual forma recomponerse para no levantar sospechas, le dio la espalda y camino al grupo de omegas -Todos, tranquilos- su voz sonaba un poco ronca pero nadie acoto nada al respecto, trataba de mantener una sonrisa en su rostro pero los movimientos tensos al andar y mover las manos lo delataba -Líder, este alfa puede quedarse, no representa ningún peligro...y ya que eso era todo, me disculpan pero deje un importante compromiso pendiente.- hizo un gesto que no logro detallar para luego, literalmente huir, en menos de cinco segundos ya se encontraba fuera de su campo de visión.

Hazza por su parte no perdió tiempo, le urgía llegar a sus aposentos, solo allí encontraría respuestas, apresuro el paso resistiendo las ganas de correr, esquivando a cualquier ser vivo que tuviera la mínima intención de abordarlo, se sentía flotar, su mente por primera vez en su vida estaba nublada, sus sentidos seguramente estaban fallando, ya que no era posible que su nariz no captara otro aroma, parecía estar taponada con el apestoso hedor del aquel alfa forastero.

Ese alfa, Louis, ese era su nombre, no sabía con exactitud que había visto en aquellos ojos azules que lo descoloco de esta manera, no, para que se mentía, estaba claro que era lo que estaba experimentando pero aquello era imposible, pudo sentir su omega interior, después de años se atrevía a manifestarse y ¿para qué?, para aullar en una agónica nota, buscando con desesperación unirse a ese alfa desconocido, maldijo aquellos instintos mortales, así no era él, jamás se doblegaría a los deseos carnales como los demás mortales, él no podía, ni debía tener alfa, no había en esta dimensión alguien predestinado para él, ÉL, una deidad en toda regla, atrapado en una cascara, en un recipiente imperfecto.

Para cuando llego al santuario su confusión le había dado paso a la ira, se dejó caer con fuerza en las suaves alfombras que cubrían el suelo, no dejaba de jadear, su sangre hervía de rabia pero más que nada de pasión, necesitaba callar aquel lastimero ruego de su omega, necesitaba claridad, volver a oír las sabias voces de los espíritus -Te has equivocado- soltó en un gruñido a la nada, superaría aquel clamor caprichoso del destino -No soy un simple mortal que sigue los caminos que impones- escupió con rabia para luego sonreír con autosuficiencia -Yo seguiré mi propio camino, hacia la grandeza- soltó más jadeos al sentir como su vientre se prendía en llamas, estaba entrando en su primer celo y no iba a permitir que alguien lo viera en ese estado, con los últimos vestigios de razón, gateo con dificultad a ocultarse en lo profundo de la cueva, no saldría hasta que finalizara.


El santuario de Anatkok por su carácter sagrado se encontraba cerrado al público la mayor parte del año, salvo ciertas fechas festivas donde se iba a rendir ofrendas en su nombre, por lo cual era extraño que alguien además de Hazza cruzara el rocoso sendero que conducía a la cueva, la mujer en cuestión no la tenía fácil, su pequeña figura apenas podía balancearse entre las rocas mientras sostenía sobre si todo el peso de su abultado abrigo, aun con el frío ambiente se estaba sofocando de calor bajo el kilo de piel que la aislaba del sereno de la noche. Se encontraba verdaderamente furiosa, no solo por la complicada maniobra que estaba efectuando para llegar a su destino, sino porque había sido plantada, bueno estaba acostumbrada a eso pero no por Hazza, no solo se consideraba la única amiga del chaman, también al parecer era la única que verdaderamente se preocupaba por su prolongada ausencia y decidía ir a buscarlo personalmente para asegurarse de su bienestar.

Conocida como Tikaani, es la hija omega mayor del jefe del clan, a diferencia de sus hermanos omega, feroces guerreros, ella era conocida por ser una hábil estratega y consejera de caza, mas no fue por su posición sino por su propio merito que se ganó el respeto y reconocimiento de todos los lobos de su manada, contrario a lo que se podría pensar nada de eso la convertía en la legítima sucesora de su padre, nada más alejado de la realidad, era considerada la última de las opciones.

En la primera camada que tuvo Amaguq todos habían nacido omegas y aunque Tikaani era la mayor no contaba con buena salud, el líder siempre fue conocido por ser un padre devoto, por lo que no desprecio ni por un segundo a la pequeña omega, por el contrario se compadeció de su estado y trato lo mejor que pudo de darle las herramientas para defenderse por su cuenta, fue adiestrada únicamente por su progenitor para ser su mano derecha cuando creciera, su brillante enseñanza la había privado del exhaustivo entrenamiento tradicional a los que eran sometidos los futuros guerrero, nunca se le puso a prueba por petición del líder ya que por su enfermedad era débil e incapaz de estar en un verdadero campo de batalla. No fue, ni será fácil lidiar con las miradas desaprobatorias sobre ella, pero tenía a su familia que siempre la apoyaría, aunque no encajara en la manada. Sabía lo que se decía de ella aun cuando lucho por darse su lugar, nunca dejaría de ser considerada por todos como una completa inepta en el rol que debería desempeñar en la tribu, además del peor partido para cualquier alfa y sinceramente a ella no le importaba, ya lidio demasiado con ello, no le daría más importancia, su padre y madre la criaron bien, por el amor a ellos es que seguía firme en su deber.

Un sentimiento de realización la invadió cuando por fin llego a la entrada de la cueva, había sido toda una travesía a su criterio -¡¿Hazza?!- llamó varias veces, no le era permitido entrar a los agrados aposentos sin autorización, solo se quedó de pie mientras los minutos pasaron sin respuesta, tenía la certeza de que él estaba allí, aun con el silencio absoluto, lo delataba que todas las velas del interior estuvieran encendidas –¡Voy a entrar!- Suspiro al no obtener de nuevo respuesta, pero ya estaba decidida; se quitó de encima el pesado abrigo de piel empequeñeciendo aún más su delgada figura y dejando sueltas sus largas trenzas que no rozaban el piso de piedra por centímetros. Paso de largo los grandes altares que cubrían las paredes del santuario, le aterraban las cuevas, cada paso la adentraba más al sofocante espacio, donde se perdía la natural luz lunar y el fresco viento, dándole paso a la tenue luz anaranjada de las velas de cera que consumían todo el aire, elevando varios grados la temperatura del lugar. No entendía como alguien podía vivir en esas condiciones, solo llevaba un minuto dentro y el olor fuerte a yerbas le estaba provocando nauseas.

La cueva era bastante grande para su mala suerte, por un momento creyó perderse hasta que escucho los suaves jadeos que la guiaron al cuarto privado de Hazza. Temía que su presentimiento de que algo iba mal se cumpliera. Olvidando todos los protocolos, entro sin anunciarse; al abrir las gruesas cortinas que hacían de puerta encontró tirado entre los cojines a un afiebrado omega, pero no por alguna infección, aquellos síntomas de pupilas dilatadas, colmillos largos y abundante segregación de feromonas era sin dudas un celo sin satisfacer, uno doloroso y fuerte. No se sabían las razones exactas, podía ser por el clima o el entorno, era un algo que influía en que los celos solitarios de los omegas u alfas fueran insoportables, por ello los omegas de la tribu antes de llegar a la mayoría de edad ya se encontraban emparejados, ella era una de los escasos casos de omega soltera, le sobraba experiencia en ese estado de agonizante frustración sexual, para Hazza esto no debería ser un problema, su deber era estar soltero, puro, sin los trances agónicos en donde un omega buscaba aparearse, era una blasfemia que estuviera pasando un mundano celo en aquel sagrado lugar, pero por el momento no podía pensar en toda la situación, debía atender al pobre lobo, iba a morir en cualquier momento de deshidratación.

Tuvo que dejarlo solo de nuevo para sacar algo de agua del arroyo que cruzaba la cueva, al volver conto con la disposición del castaño para tomar una buena cantidad de líquido, no recibiría ningún alimento por el momento, un poco más calmado se dispuso a descansar mientras Tikaani para bajarle la temperatura puso sobre su frente tiras de piel frías, eso poco a poco ayudo a mejorar su estado. Ya a medianoche recobro la razón.

Abrió con dificultad sus ojos para enfocarlos en ella, pudo notar que tenía miedo de verse descubierto, pero le dedico una débil sonrisa de agradecimiento al reconocerla, comprendía que para el chamán era difícil mostrarse así de débil ante alguien, no había en la manada alguien en quien confiara, más que en Tikaani –Madre…- susurro con la voz quebrada buscando refugio en el regazo de la mayor, que lo acuno como la primera vez, cuando encontró al pequeño niño con tan solo cinco años perdido y herido en el bosque.


Las cosas estaban yendo relativamente bien para Louis, descartando el pequeño incidente, aceptaba que ese encuentro con Hazza lo había descolocado…bastante, estuvo confundido unos minutos después de su retirada pero logro reponerse, dormir por completo a su alfa. Ya sin más obstáculos o pruebas, contaba con el permiso de quedarse indefinidamente en el territorio de los lobos árticos, se le asignó una cama provisional, en lo que Atka llamo un centro de bienestar, pasaban los años pero nunca se acostumbraría a las primeras impresiones al llegar a estos lugares, porque si, fue sorpresivo cuando le enseñaron donde dormirá, claro, para los lugareños lo que era toda una habitación a su criterio solo era un hueco en la pared. A sabiendas que no debía rechazar la poca hospitalidad que se le brindaba, se acomodó sin quejas, primero acomodo su equipaje bajo la piel de antílope que cumplía como cama y uso la bolsa de ropa como almohada, se dispuso a dormir sin más, con la ropa que llevaba desde esa mañana, no tenia de otra, la primera noche siempre era incomoda, ya con suerte los siguientes días se acomodaría mejor a la vida del clan.

Esa madrugada, Louis se encontraba en una de las tantas torre de observación, era la más baja de todas y se encontraba en el centro del claro, como las demás parecía una gran árbol con su superficie lisa imposible de escalar sin una escalera, cubierto solo hasta arriba de vegetación. Aún era un recién llegado, por lo que no se le permitía interactuar directamente con el clan, así que buscaron aislarlo y ese era el mejor lugar, estaba lejos de todos, además de encontrarse custodiado siempre por algún alfa u omega, no protesto por esa extraña clase de jaula en la que se encontraba, suspendido en el aire como un canario, viendo el lado positivo al menos desde esa altura podía ver todos los movimientos de la tribu, ya cuando pudiera convivir con ellos sería más fácil hacer anotaciones más íntimas.

La mañana trascurrió en un borrón, se notaba que no había eventos importantes programados, solo la cotidianidad del clan, estaba bien de esa manera, era agradable estar en calma mientras anotaba todo lo que veía. Fue como a eso del mediodía que empezó a sentir hambre, todos se encontraban devorando la carne recién cazada y se encontró en un debate, se acordarían de subirle comida o él tendría que bajar, cosa que de hecho tenia prohibida.

-Hey!- tan encimado estaba en los gruñidos de su estómago que no escucho que alguien trepara hasta su posición –Carne de liebre- anuncio con una gran sonrisa su salvadora cuando estuvo por fin sobre la superficie de la tarima de madera. Su olor la delataba como alfa, pequeña y delgada compartía todos los rasgos característicos de una loba ártica.

-Se lo agradezco mucho, señorita- extendió su mano para recibir el cuenco de madera.

Le entrego su almuerzo, para luego posar ambos manos en sus mejillas –Miki, la hija menor de Amaguq- se presentó al tiempo que pasaba las yemas de sus dedos por las marcas rojas de pintura de su cara, recordó súbitamente que muchos de los omegas que lo recibieron ayer, hicieron una mímica similar, incluso Atka, pero como la chica, este le había dicho su nombre mientras la efectuaba.

-Pido perdón por adelantado…- hizo una pausa, analizando la expresión de auténtica curiosidad que le dedicaba la menor, se notaba que estaba tan interesada en él como él en ella -¿Por qué delineas las marcas hechas en tus mejillas?- una melodiosa risa revoloteo en el pecho de la chica, mientras repetía con lentitud la acción que despertó curiosidad en el mayor.

-Es un saludo, se acostumbra a ser mudo pero como tú no sabes leer nuestro lenguaje, tú no sabes que significar, en cambio nosotros si saber tu lenguaje por los libros- La pequeña loba tenía razón, Atka ya le había dado a entender que muchos de los miembros sabían hablar el idioma universal que se había establecido por las tres grandes capitales del mundo, no dejaba de ser bastaste tosco, pero entendía que ellos mismos lo aprendían mediante los libros que regalaban los embajadores del país, el de "Albus nox" era Clara, pensándolo detenidamente debió ser elegida por su condición de omega ya que habitualmente eran betas y en esa isla no eran muy bien recibidos. Por lo que sabía la principal función de los embajadores en el proyecto, era el alfabetizar a todas las culturas salvajes que constituyeran el territorio a su cargo, aunque claro sin llegar a obligarlos, por lo cual era una grata sorpresa saber que la chica aunque se quejara, había logrado hacerse llegar al hostil clan de esa manera.

-Me gustaría saber tu lenguaje- imito su forma de hablar haciéndola de nueva cuenta reír con ganas

–Vamos, comer caliente primero, que la tormenta llevar a los débiles- estaba sorprendido, pero de buena manera, para ser una alfa aparentemente sumisa, tenía una voz y personalidad potente, nada que envidiarles a las de la ciudad, solo llevaba dos días pero las reglas de la aldea parecían todo un enigma y necesitaría mucha energía para desvelarlos, acepto la orden con gusto, agradeció de nuevo la comida y sin perder más tiempo engullo la gran presa. Cuando su plato estuvo vacío la chica trato de hacer una mímica de aprobación con las manos, seguramente sacada de un libro, alzo el dedo pulgar al final, le devolvió el mismo gesto, ambos aprobaban sus acciones –Felicitaciones, tu recompensa-de la bolsa de cuero que colgaba en su hombro saco un pergamino, seguramente cuero de cabra y se lo tendió entusiasmada –Aquí todo el plan de estudio. Lenguaje y leyes. Espero que tu aprender, yo tomar luego lección- iba a tomar el pergamino pero ella lo puso fuera de su alcance a último momento –Ahora que yo responder todas tus preguntas, tu responder a mí.-

-Es un trato- Miki sonrió aliviada mientras le volvía a tender el pergamino y esta vez dejaba que se lo quedara.

Miki decidió quedarse todo lo que quedaba de tarde, cumpliendo el trato, entablaron una amena conversación de preguntas y respuestas con Louis, este deseaba conocer a profundidad el folklor de los lobos árticos así como ella, todo sobre los avances del nuevo mundo, de paso fue agradable tener otro par de ojos que sondearan las actividades de todo el clan.

-…oh mira es Tikaani- dejo de observar las clases de lucha de los omegas para mirar en la dirección que le señalaba, encontrándose con la diminuta figura de una mujer –Es mi hermana mayor, ella lo sabe todo sobre la tribu, cuando aprendas bien nuestra lengua, te aconsejo que le hables, es una auténtica fuente de sabiduría- Louis le aseguro que eso haría, ambos la dejaron de lado y siguieron su tarea de observación.

No notaron cuando Tikaani paro su recorrido de golpe, sin ganas de llegar a su hogar y enfrentar las preguntas de sus familiares, se dejó caer en la suave nieve que cubría el suelo, cerró los ojos entregándose a una momentánea siesta al aire libre, se encontraba agotada tanto física como mentalmente por aquella noche que paso en vela cuidando al chaman, aunque bien sabía que ese no era el problema que la aquejaba. Sus manos enguantadas cubrieron toda la extensión de su rostro, dejo salir por fin un largo suspiro de frustración, le picaban los ojos más no era la clase de persona que lloraba, aun cuando se sentía perdida y desolada. No podía evitarlo, la invadía un mal presentimiento y eso que esta no era la primera vez que pasaba por una situación delicada, donde se requería que tomara decisiones extremas, después de todo ella era una consejera, se caracterizaba por siempre tener un plan, entonces porque ahora se estaba desmoronando, todo era diferente si se encontraba su pequeño Hazza en medio, se volvía personal, su instinto tomaba el control y le nublaba la razón, necesitaba que otro, ajeno al vínculo, la aconsejaran, sin embargo no sabía a quién decirle todo lo que estaba pasando, si fuera cualquier otra situación acudiría con su padre, lamento no poder contar con su ayuda en esta ocasión.

El sol del atardecer comenzaba a teñir todo de un hermoso naranja y purpura, se acomodó en la nieve más a gusto, la tranquilidad del entorno comenzó a relajarla, literalmente ahora tenía la cabeza fría. Rememoro los sucesos de aquella mañana, Hazza había despertado después de una noche de fiebre, aún estaba débil pero bastante consiente, se dio cuenta de inmediato que huía a mirarla directamente y respondía con monosílabas.

-Vuelve a la aldea, se cuidarme solo- fue tan repentino que tardo en asimilar las palabras del menor, seguía sin dirigirle la mirada, y por la tensión en su cuerpo podía intuir que temía a un posible interrogatorio.

No quería presionarlo, pero debía obtener en ese momento alguna respuesta, porque sabía que luego sería imposible sacarle información –No me iré hasta saber que paso- se mostró firme en su postura.

-No lo viste tu misma, entre en celo- no solo había remarcado lo más obvio sino que lo exponía como un hecho sin relevancia, aquel detalle le molestaba, le enojaba que la trataran como tonta.

-Sabes que eso no debería pasarte, el ritual debería haber expulsado todos tus deseos carnales…- no se atrevió a seguir hablando, por fin Hazza la miraba y ahora deseaba que no lo hubiera hecho, sus hermosos ojos verdes estaban apagados, la miraban con completa indiferencia.

-¿Qué ritual? ¿Te refieres al veneno que me dieron? Cuando mataron una parte fundamental en mi interior sin mí permiso, no hables de ello tan a la ligera, tu no puedes llegar a imaginar lo agonizante de aquella sensación, dolió mucho, fue como si me arrancaran el alma en su momento y aun después de meses del ritual seguía sintiéndome vacio pero sabes, termine aceptándolo, abrace mi nuevo destino ya que después de todo era un sacrificio a pagar por los dones que se me concederían, estaba seguro de que las heridas ya habían cicatrizado, pero lo que yo creí muerto, lo que había dado por perdido…¡volvió!- La voz se le quebró, tuvo que guardar silencio mientras se recomponía, le era sumamente difícil hablar de lo sucedido, juro jamás confesarlo, debían ser las hormonas que lo ponían sumamente sensible, estaba tan débil, se sentía tan patético –Tome una decisión, ya estoy en este camino, solo me queda avanzar o hundirme- Se retiró de la frente el pañuelo que había bajado toda la noche su temperatura –No necesito de nadie, así que vete…ya has visto suficiente.-


Los días pasaron como en un parpadeo entre sus lecciones con Miki por las tardes y la constante observación que mantenía sobre la tribu, seguía tan aislado de todos como en el primer día aun cuando ya había cumplido un mes en el territorio omega, nunca se iban a acostumbrar, mucho menos aceptarlo, sin embargo en la perspectiva de Louis era mejor de esta forma, tenía más tiempo para reflexionar sobre cada costumbre que aprendía, es más casi sentía que habían pasado meses desde su primera lección, era un alumno rápido ya que en poco tiempo había logrado aprender todo el abecedario en la lengua natal del clan aunque aún su pronunciación y formación de oraciones era deplorable.

Justo en ese momento, donde el ocaso le da paso a la noche, se encontraba en el final de una sus lecciones diarias de literatura -Otra luna llena sin ti…- estaba enfrascado descifrando un texto lo que no le detuvo de escuchar y entender a la perfección lo que había suspirado su tutora, aun no la conocía mucho pero sabía que no era algo usual que estuviera decaída.

-¿Eso es malo?- la muchacha a su lado dio un pequeño brinco por la sorpresa, no quiso devolverle la mirada pero no lo necesitaba, ya que a simple vista se le veía bastante afectada, al parecer no era un tema fácil –Perdón, no era mi…

-Ya ha pasado un mes- bruscamente hablo, interponiéndose a su disculpa –Nosotros lo contamos de acuerdo a la luna, cada vez que está completa y redonda en el cielo, sabemos que ha terminado un ciclo y es el comienzo de otro por lo cual mientras este en este estado hacemos el llamado, es un ritual muy importante, somos lobos después de todo y antes que preguntes en lo que consiste te responderé que no consiste en nada, solo aullamos como nos lo piden nuestros instintos, nos entregamos a lo salvaje.

-Suena bastante… significativo- no sabía que decir, la experiencia le había enseñado que entregarse a ese lado salvaje era peligroso, te hacia cometer errores, todo un lujo con el que ahora no contaba.

-¿Qué quieres decir con "significativo"?- volvió a mirarlo, de nuevo su mirada se encontraba encendida –No espera, no hablo del significado de esa palabra, sino ya sabes…¿Por qué? Hablo de que ¿alguna vez te has entregado a tu lado salvaje? Es difícil, no sé si me explico- no puedo evitar reír quedadamente ante el lio que se había hecho la menor –¡Esto es serio!- le regaño.

-Es que, respondiéndote, sabes que de dónde vengo se han suprimido en su mayoría todos los instintos, todo se piensa racionalmente, además cuando estoy en una cultura diferente a la mía debo hacer eso el doble, ya que una decisión en falso me costaría la vida, aquí no es diferente- concluyo al igual que la lección de hoy.

-Bueno para tu información, aquí es diferente, si te resistes solo será doloroso, en estas tierras no se pueden ignorar los instintos y la luna solo lo vuelve todo más necesario-agarro los pergaminos y los escondió de nuevo en su bolsa, nadie debía enterarse que ella le estaba enseñando -Solo te puedo advertir, ve a dormir antes de que salga la luna.- Dando por terminada tanto la clase como la charla, bajo del puesto de vigilancia, con un paso acelerado se perdió entre los árboles, ella también debía cumplir esa advertencia, no soportaría dejarse llevar y descubrir amargamente que ya no tenía quien le correspondiera.

Si algo le habían enseñado los años a Louis era a obedecer las advertencia de los nativos, la naturaleza tenia formas desagradables de castigar a los que la desafiaban pero contrario a su sentido de auto-conservación, lo deseaba, no eso era poco, lo necesitaba, una extraña curiosidad lo obligo a quedarse en su lugar para poder ver aquel importante ritual.

Se escondió en su aislada pero privilegiada posición, esperando impaciente a la media noche, justo donde el astro llegaba a su mejor posición y todos, omegas y alfas se reunían para apreciarla y en definitiva podía afirmar que no había mejor luna llena que la de aquella noche, en la penetrante oscuridad del bosque esta se posaba inmaculada en el cielo nocturno, tan brillante que no encontraron necesidad en encender hogueras, como un segundo sol, la espectral luz detallaba todo a su alrededor.

Para Louis esa vista era especial, en el pasado ya había apreciado el manto estelar sin vestigios de impureza y siempre encontraba paz en la naturaleza, pero este cielo era diferente, en especial la luna que parecía llamar a su lobo interno de una forma primitiva y salvaje que desconocía de él, no recordaba haber sentido antes que su lobo se encontrara tanto en el exterior. Paso sus manos repetidamente por su cara buscando de alguna forma serenarse, pero no lo lograba, estaba perdiendo el control, la temperatura de su cuerpo comenzó aumentar al igual que el palpitar de su corazón, sus encías ardieron al darle paso a sus largos colmillos, nunca lo había hecho antes pero sabía que le estaba pasando, el cambiar de formas era un tabú que sin saberlo estaba arraigado a fuego en él, no estaba preparado para perderse en aquel estado de salvajismo.

El escenario era igual para todos los lobos árticos, que a diferencia de él no se contuvieron, dejaron su forma humana atrás y llenaron la noche con fuertes aullidos, dando inicio al "llamado"

Su conciencia comenzó a desvanecerse conforme el fuego bullía de su interior -Simplemente libérate- la voz resonó en su mente, clara y familiar, melodiosa tal cual la recordaba, seduciéndolo. El sentimiento fue abrumador como si aquel momento lo estuviera viviendo y no fuera solo un recuerdo de su adolescencia, aquella pequeña figura de cabellos caoba y dos rubís por ojos -¡No es tan sencillo!- le grito pero solo era una pared de paja, que posteriormente desgarro con sus afiladas garras, solo era una ilusión –Sigues siendo tan aburrido, eres un depredador ¿no?, ven, devórame…- el murmullo se volvió tenue, cálido contra la piel sensible del lóbulo, comenzó a gruñir de forma ronca y pausada, no había nadie allí con el pero su imaginación volaba, podía percibir a la perfección por medio de esta, las pequeñas manos de su amante, tan ligeras sobre su piel, como una pequeña llama, marcándolo todo a su paso.

Un grito desgarrador corto toda fantasía, mientras pequeños retazos de la historia parpadearon ante él -duele…- lagrimas tan suyas como de su amante -…aléjate…bestia…- las sirenas de diferentes coches policiales –Es solo un cachorro…aprenderá…- las suaves caricias maternas sobre su espalda -…tu instinto solo te dominara si lo dejas…se mas fuerte…- tantas voces, era tan confuso -…control…no es nuestra naturaleza-NO, no era confuso, lo entendía -…debemos hacer este sacrificio para vivir aquí..- no era libre de comportarse como los demás -…tu alfa es demasiado poderoso…muy peligroso…incontrolable…no te relaciones con omegas…solo los lastimaras…no puedes dejar que vuelva a ocurrir…- Todo paro de repente, el negro se adueñó por completo del iris azul de sus ojos, no quedaba vestigios de cordura, era uno con su lobo.

La bruma del pasado no lo dejaba en paz, cada vez se adentraba más, todo era borroso pero escuchaba una voz distorsionada por el tiempo-Es inevitable, perderemos la guerra- visualizo a su padre, tal y como lo recordaba, como el poderoso alfa de un clan de lobos pero los últimos recuerdos que tenia de él, se veía tan cansado y viejo, tan derrotado.

-Padre, ¡déjame pelear a tu lado! ¡No huiré!- el mayor lo miro fijamente, orgulloso de la valentía de su pequeño, este sería el último momento a su lado, solo le quedaba su última camada y no permitiría que otro de sus hijos muriera en esa masacre, por ello debían huir.

No Louis- se agacho a la altura del pequeño -Hijo mío, aun eres tan joven pero no solo eres el mayor, también eres el único alfa entre tus hermanas- tan fresco como si hubiera pasado hace unos minutos, Louis volvió a sentir en sus cabellos, la fuerte palma de aquel hombre, sus caricias siempre le habían trasmitido seguridad en el pasado –Esta será la última misión que te asignare, más importante que cualquier otra que le haya dado a mis mejores guerreros, lleva a tu madre y hermanas lejos del territorio de los lobos, a un lugar seguro, protégelas en mi ausencia.-

-¿C-cuánto tiempo?...¡¿volveras?!….verdad- el pequeño no pudo evitar que pequeñas lágrimas se le escaparan de los ojos, su padre no dijo nada más, solo lo envolvió en un último abrazo, sin promesas ni despedidas, solo el silencioso anhelo de volverse a ver.

-…si te resistes solo será doloroso…pero tú ya estás muy acostumbrado al dolor físico ¿verdad?-

La tierra tembló como si un rayo hubiera golpeado el suelo, así de ensordecedor fue el aullido que profirió aquel inmenso lobo negro, todos los pequeños lobos árticos callaron, temerosos de intervenir en el llamado de apareamiento de aquel imponente alfa, pasaron minutos de silencio y nadie contesto aquel llamado, estaba furioso pero más que nada adolorido al sentirse rechazado, el hedor del enojo agazapaba hasta al líder de la manada, todos temieron la inevitable lucha que se desencadenaría por la frustración del enorme animal.

Ya estaba en posición de ataque cuando el potente aullido de un omega volvió a romper el silencio, el alivio colectivo fue tal que se pudo escuchar a la perfección las alocadas palpitaciones de todos los guerreros omega, por muy valientes y entrenados que estuviera no querían enfrentar esa amenaza. La respuesta del omega fue corta pero eso le basto a Louis, solo se distinguió un manchón negro cuando cruzo a toda velocidad el bosque, en busca de su pareja.