EL RETOÑO DE NUESTRO AMOR

Los personajes le pertenecen a Kyoko Mizuki e Yummiko Igarashi. El relato es debió al descontento por el final de Candy Candy. Escrita para esparcimiento.

Capitulo 1

Me encuentro en las escaleras de este hospital, a pesar de que afuera está nevando siento un enorme calor, el me abraza fuertemente y alrededor de mi cintura siento sus manos tocando levemente mi vientre, todo mi cuerpo vibra de por contacto, el saber que sin el querer está tocando lo que ahora mismo es el regalo más bello que la vida me ha dado.

Flash Back

Recuerdo como hace un mes mi vida era tan diferente. Recuerdo la alegría que tenia cuando recibí su carta, aquel sobre significaba tanto para mí, en esta carta me dijo que a final de mes su compañía viajaría a Chicago hacer una presentación especial. Lo vería, toda mi sangre corría como loca por mi cuerpo, el saber que pronto vería al hombre que más he amado, mejor dicho el único que he amado; con quien quiero terminar mis días.

Estuve toda la semana ansiosa y más de uno de mis enfermos y compañeras de trabajo se dieron cuenta de como estaba. Recuerdo cuando Lucy me dijo que ya tenia los boletos para ir al estreno de la obra. Yo me sonrojaba de sólo pensar que pronto lo vería, por fin luego de tanto tiempo. Para ser sincera la obra era lo de menos, para mi saber que Terry, mi Terry estaría cerca de mi era lo que más me importaba.

Con mucha alegría llegó el sábado, creo que era el primer sábado en el que levantarme ni fue una dura tarea y creo que desperté aún primero que aquel viejo despertador me compré hace tiempo atrás en la feria del mercado, me levanté temprano, arregle mi departamento, no es que sea muy grande, debo confesar que es un estudio con una pequeña sala, una cocina donde no caben más de dos personas, un baño y mi habitación. No sé si es por mi segundo nombre, pero me gusta tener todo decorado con blanco, mis muebles, cortinas y detalles de decoración está el blanco como primero luego de un azul zafiro, como sus ojos debo decir, revise que todo estuviera impecable y busque el vestido que mejor resaltara mi figura, Annie siempre dijo que el color rosa era el que mejor iba a mi piel y esta vez me llevaría de su consejo. Saqué aquel vestido que me hubo regalado para mi cumpleaños, era hasta las rodillas, de falda ancha y un sencillo pero llamativo escote en forma ovalado, la falda del vestido poseía bordados en forma rosas.

No eran las 10 de la mañana entre a la tina de agua tibia y perfumada con flores, me bañe muy despacio y mientras me pasaba la esponja por todo mi cuerpo pensaba en él, en su boca, sus manos y sobre todo sus labios. No podía creer los pensamientos que tenía, como era posible que llegarán a mi mente cosas tan inmorales, eso no era propio de una dama, que diría la señorita Poni o la Hermanan María, pero para decir verdad nunca he sido propiamente una dama tradicional; creo que todos los que me conocen ya lo sabían, especialmente Terry, con quien compartí tantas cosas que una dama nunca haría. Recuerdo nuestra segunda colina de Poni, las tantas pláticas bajo el gran árbol que cobijaba nuestra burbuja de amor.

Cuando ya estaba lista, me peine con una cola de caballo, mi pelo largo caía sobre mi espalda en una cascada de risos dorados y deje que algunos salieran sobre mi frente, era imposible luchar contra este pelo. Muchas lo miraban y deseaban, para mí era un martirio, pero en el fondo sabía que a él le gustaba y aunque intenté cortarlo y llevarlo al último estilo de la moda, sabía que no le gustaría a Terry y nunca me atrevería. Por fin estaba lista, me maquillé, bueno sólo un poco de labial color rosa y colorete en mis mejillas, nunca me ha gustado el maquillaje, pero este era un evento especial.

Como siempre estaba tarde a pesar de que hice todo temprano, no sé por que siempre termino llegando tarde. Salí de mi departamento segura que todo estaba impecablemente limpio y en su lugar, bajé las escaleras de dos en dos y comencé a caminar muy a prisa. Ya eran las 12:30, el tren que llegaba desde la ciudad de New York arribaba, se veía la gente agrupándose a dar la bienvenida, en especial los reporteros a los artistas de la compañía Stranford, era un gran evento para la ciudad, ya que esta era una de las compañías más reconocidas en el país, no sólo pro su larga trayectoria, sino por poseer los mejores actores y actrices del momento… Y entre ellos él, la estrella de la noche, mi Terry, si me viera, me sonrojo sólo de imaginarlo.

Recuerdo tratar de pasar, pero me empujaron, los periodistas y fanáticos estaban como locos además cabe denotar que por mi poca estatura o por ser una mujer de poco peso me fue imposible luchar y lograr pasar esa gran multitud. Escuchaba los gritos, todas lo llamaban, y aunque yo intentase llamarlo estaba segura que no me escucharía, Vi tantas jovencitas bellas, elegantes y tan diferentes a mí que me sentí poca cosa para el que ahora era la estrella principal de aquella compañía. Uno a uno de sus compañeros bajó, pero a él no lo vi. Algo debió pasar…

- ¿Por qué no sales Terry? Dije para mi misma, pero en voz alta.

- Hace rato que salí mi pequeña pecosa. -

- Terry – grite pero él puso su dedo sobre mis labios y me dijo

– SSSHH, deja que me sigan buscando, que yo encontré a quien buscaba – me tomo por la mano y salimos de allí rápidamente. Recuerdo que el tenia una gorra marrón y una bufanda verde como mis ojos que le tapaban casi por completo la cara.

– ¿Dónde podemos ir que no nos molesten pecosa? – Dijo al detenerse lejos de la gran multitud que aún esperaba por él

Lo mire fijo a los ojos y le dije – En primer lugar cuando vas a dejar de llamarme pecosa – Le miré fijamente a esos ojos que me embrujaban, era él estaba junto a mi, más alto, su pelo aún más largo, era un dios griego frente a mi. - Creo que viendo como están las cosas es que lo mejor será ir a mi departamento – Le dije un poco nerviosa ante aquella presencia que me deslumbraba

El me miró y con su sonrisa endiablamente picara me dijo – Suena muy interesante esta invitación; creo que ya me dio una curiosidad extremadamente grande por conocer dónde vives-

- Pórtate bien o en este momento grito tu nombre para que todo ese tumulto de personas venga y te caigan detrás, especialmente las alocadas jovencitas…

- No creo que seas capaz de hacer algo tan malo mi tarzan pecoso-

- Cuando vas a llamarme por mi nombre, Candice White Andley.

Comenzamos a caminar y de repente sentí como el agarro mi mano y entrelazo sus dedos con los míos. Fue increíble sentir el calor de su mano, comencé a sonrojarme de una forma que no pude para. Subimos la escalera paso a paso, para mi fue la primera vez que notaba la larga que era. Al llegar a mi departamento abrí la puerta dejándole pasar primero, entramos el se quitó la gorra y la bufanda.

Frente a mi un Terry, más hombre, sus rasgos del joven inmaduro que conocí ahora eran diferente, pero puedo decir que mejores, mucho mejores, su pelo castaño tocaba sus hombros, - Como me gustaría poder tocarlo- Pensé, luego continúe bajando a su vestimenta tan propia y fina que sin darme cuenta por unos minutos me quede mirándolo sin pestañar. Vi como él estudiaba minuciosamente cada detalle de mi sala, las fotos sobre la repisa de caoba y los narcisos amarillos en la mesa.

- ¿Deseas algo de tomar?

- Agua está bien

No encontraba que decir, pero tampoco quería que el silencio nos arropara, en esos pocos segundos pensé en todo lo que había planeado decirle pero que por alguna razón no llegaban a mi mente. Desde la cocina podía ver todo mi apartamento, yo sólo le miraba mientras torpemente agarraba el vaso para luego colocarle el agua. El se encontraba de pie mirando una foto de cuando fuimos al colegio.

- Esa foto es la última que nos tomamos en el colegio San Pablo – le comenté mientras le hacía llegar el vaso de agua a sus manos, que sin querer volvieron a tocar las mías y ahí estaba otra vez ese corrientoso en todo mi cuerpo.

- Veo que soy privilegiado- Mostrándome una foto suya que estaba justo al lado de la de Albert.

- Eres mi amigo ¿o no?

- Tu sabes que nunca podré ser tu amigo-

Y en ese instante me agarro por la cintura de una forma en que no supe que hacer ni decir. Lo próximo que sentí fue la mirada de sus ojos azules sobre mi, penetrándome de una forma que me sentí indefensa, sentí que no podría hacer o decir nada, pues el era mi dueño, mi señor, mi todo.

- Desde que te vi en la estación no he hecho mas que mirar estos hermosos labios que me traen loco. Candy, estas mas hermosa que nunca, me gusta tu pelo, como este vestido hace relucir tu silueta, me traes loco.

Y sin mas palabras sentí sus labios besando mi mejilla, bajando suavemente hasta posar un beso suave sobre mi boca. Cerré mis ojos y al parecer esa fue luz verde para que el comenzara a besarme como nunca lo había hecho, aunque para ser verdad sólo había besado una vez, a él, a mi Terry.

El beso siguió y sin darme cuenta él dejó mi boca y comenzó a besarme el cuello, todo mi cuerpo se estremeció y sentir subir un calor desde mi vientre hasta mi boca que me obligó a dejar un gemido de placer que nunca antes había hecho o me imaginaba que existiese. Mi mente ya no era controlada por mí, mi cuerpo era de él, todo suyo como nunca había sentido.

- Discúlpame Candy -Me dijo al oído mientras yo no podía hacer o decir nada, no sentía mis piernas y estaba segura que si él me soltaba yo no tendría fuerzas para quedarme de pie.

- Terry – Solo pude decir…

El me agarro me besó la frente y poco a poco volví de ese mundo de éxtasis en el que me encontraba.

- Te amo, Candy White Andley

- Yo también te amo, Terrence Graum Granchester

- ¿De verdad me amas?

- Si, pero no cuando me dices Tarzan

- Es que me gusta verte enojada, tus bellas pecas sobresalen

- Eres un insolente, como que mis pecas sobresalen

Yo seguía pegada a él en este abraso que parecía eterno. No sé si fueron los besos o el aroma de su perfume, pero sentí que el mundo ya no giraba y que se había detenido en ese instante. Estaba en sus brazos y me dijo que me amaba…

- ¿Tienes hambre?

- Sí

- Te prepararé algo – Me solté y salí corriendo a la cocina, quería demostrarle cuanto había aprendido en este tiempo, quería cuidarlo y demostrarle todo mi amor en cada detalle

- ¿Tú? Quiero demasiado mi vida como para ponerla en juego

Su comentario hizo que me devolviera, puse la mirada como cuando nos regañaban en el colegio y con mi dedo comencé a señalarle y a hablarle

- Pues sepa usted señor que sé cocinar y muy bien. Albert y la Señorita Poni me han enseñado últimamente. Se lo pedí pues quería darte la sorpresa.

El volvió a acercarse a mí, me tomó por la cintura una vez más y colocando su boca muy cerca de la mía, tocando suavemente mi nariz con la suya, ya mis fuerzas estaban desaparecidas, mi voluntad volvía a escaparse de mí… Si esto era el cielo, entonces estaba más que lista para morir en él.

- Candy todo lo que hagas, por quemado, salado u horrible que se vea, siempre será lo mejor para mí. – Me habló sin tocar mis labios, la tentación era tan grande, mi respiración dejó de ser aquella suave y se convirtió en un huracán ante la posibilidad de volver a tocar sus labios. Pero me llené de valor para poder responder a aquel comentario.

- No sé si molestarme o agradecer lo que acabas de decir.

- Jajajaja, hasta tu dudas de tu arte culinario

- Para nada, te voy a demostrar que buena puedo ser en la cocina. – Me zafé de su abrazo y sentí por primera vez lo que es tener frío en el alma. El era mi calor y ya por fin encontré el lugar donde siempre quiero estar, sus brazos. Corrí a la cocina, era hora de demostrarle que era buena en la cocina y lo haría especialmente para él. Todas esas prácticas con Albert, la señorita Pony y hermana María hoy deberían salir a la luz. Cada quemada que me di hoy no importaba…

Me puse un delantal y poco a poco saque los ingredientes para a hacer la receta que Albert me había enseñado. Comencé a preparar la comida muy segura de mi misma pues ya la había preparado más de 15 veces para que cuando por fin pudiera hacerla para el me quedase increíblemente bien.

Por unos momentos volví a ese sueño que tuve de ser su esposa y de cocinarle y cuidarle, por un momento viví ese sueño y lo disfrute al máximo. El se sentó en el sofá y desde allí me miraba mientras dejaba escapar una de sus sonrisas de lado. Luego se levanto y vino hacia mi.

- ¿Al parecer has practicado mucho en la cocina últimamente? – Dijo esto colocándose detrás de mi, sus palabras resonaron en mi oído y todo mi cuerpo se encendió

- Sí, … si es que como vivo sola, me fue necesario aprender a cocinar. Cada dos semanas visito la casa de Poni donde allá aprendo. Dije nerviosa, sin parar de hacer aquello que ya ni me acordaba estaba haciendo. Volvió a acercarse a mi oído, pero esta vez sus labios me tocaron mientras hablaba. Cerré mis ojos, quería disfrutar de este momento y guardarlo como el más dulce de mis recuerdos.

- Pos eres todo una cajita de sorpresas, pecosa -

- Terry Granchester, ¿Cuándo me vas a llamar por mi nombre?

- El día que te cambies el apellido al mío

No supe que decir a eso, me puse roja y hasta se me olvidó lo que estaba haciendo; sin darme cuenta tire todo al piso y el comenzó a reírse de mí.

- Tan mal te cae la idea de cambiarte el apellido Andley a Granchester

- No… No es eso, es que nunca – Volví a sonrojarme –no se

El continuaba pegado junto a mi, sentí su calor, su aroma. Sentí su respiración tan cerca de mi, no sabía que decir, o que hacer, que era propio o no. Además en ese momento nada de eso me importaba.

- Es que no entiendes que te quiero mía. Que no sé si podré soportar estar tan cerca de ti y comportarme como el caballero que debo ser. No sientes a caso como mi cuerpo te desea.

- Terry….

Me tomo por la cintura, me volteó hacia él y comenzó a dirigirse hacia mi boca. No podía moverme, mi cuerpo estaba paralizado ante aquellos ojos zafiros que me poseían. En un segundo sentí su boca sobre la mía, mil veces deseé esto, pero no sabía que hacer, por impulso cerré los ojos y dejé que el me besará. Fue un beso suave, increíblemente tierno que me dejó sin respiración y al abrir mis labios para poder respirar y dejar salir algo de aquel fuego que me estaba volviendo loca, el con más fuerzas comenzó a besarme, fue entonces cuando sentí su lengua penetrar mi boca, invadir mi espacio para que múltiples gemidos salieran de ella sin poder controlarme.

Sentí su virilidad sobre mí, sentí sus manos sobre mi espalda quemándome con el fuego que sólo el puede provocar. Me levanto por la cintura, me sentí pequeña y frágil ante él, pero igual me deje llevar por esos nuevos sentimientos que nunca imagine poder tener.

- Te necesito, Candy, te necesito!

- Ahhhh! – Sólo gemidos salían de mi boca, gemidos que no podía controlar. Poco a poco sus besos comenzaron a cesar y sentí como sus manos se posaban sobre mi cara.

- Dime que sí, dime que aceptas ser mi mujer, mi esposa, mi amante… Hoy!

- Sí! – Que más podía decir, si ya era suya desde el momento en que le conocí. Me abrazó con todas sus fuerzas y me beso en la mejilla de una forma muy dulce.

- Entonces hagámoslo… Ahora, por que después de estos besos necesito poseerte…

- ¿Qué?

- Candy, me dijiste que sí…

- ¿Pero así, solos, sin nuestros familiares, ni amigos? – Me separé de él, estaba en shock ante aquella propuesta. No por que no quisiera hacerlo, sino por que nunca la esperé tan pronto. El me tomó por las manos, las colocó en su pecho y dulcemente me abrazó por la cintura.

- Te prometo una gran fiesta con todo el mundo, hasta con la mismísima reina, pero hoy te necesito y no deseo manchar tu honra al hacerte el amor sin primero hacerte mi esposa. ¿O es que acaso no sientes lo mismo que yo? ¿Hay alguien más?

- Nunca nadie me ha tocado de la forma en que tu lo has hecho, nunca nadie me había besado desde aquel beso, mi primer beso, tu has sido, eres y serás el único en mi vida, mi único amor, el único.

- Te amo, ¿Pero dame la dicha de hacerte mi esposa hoy? ¿Dame la dicha de hacerte mi mujer? ¿Dame la dicha de gritarle al mundo que TE AMO? Te ruego mi Julieta que no dejes morir a este Tú Romeo sin antes sentir tu calor.

- Terry, - Hubo un silencio por unos segundos, lo pensé, mejor dicho no había nada que pensar– Si acepto!