Disclaimers: Los nombres de los personajes pertenecen a Rowling, no a mí.

Notas de la Autora: Es una adaptación del fanfiction del mismo nombre, al ser adaptación, la personalidad de los personajes no corresponderá a las que Rowling les ha dado.

Notas de la Autora: Es la segunda parte/Temporada de Midnight. Intentaré que sea entendible para que no sea necesario leer Midnight.

Llegó el momento, espero que el epílogo sea de su agrado, muchas gracias por el apoyo.


Epílogo: Una Existencia Solitaria.

La imagen de la mujer pelirroja pasó frente a sus ojos, no pudo decirle nada; no serviría aunque lo intentara, había sido un estúpido al creer que había alguna forma de solucionar todo lo que de alguna manera, su hermano había jodido desde el inicio; si hubiese dejado las cosas como estaban destinadas, él hubiese sufrido, pero posiblemente no tanto como lo hacía ahora.

—Ginevra, se te hará tarde para el trabajo –gruñó su padre desde la cocina.

—Ahora voy –gritó apresurada; guardó sus cosas en la pequeña mochila y se colocó su chaqueta sobre su uniforme.

Draco la siguió hasta la cocina, donde el padre de la chica aguardaba con una taza de café extendida para la pelirroja.

—Mi guardia termina mañana por la noche –informó –puedo venir directo a casa si lo quieres.

—Me encantaría que lo hicieras; pero sé que tienes tus planes con ese chico nuevo, Potter ¿no se apellida así? –sonrió el hombre.

—Su nombre es Harry ¿cuándo lo aprobarás? –elevó una ceja divertida.

—Desde que te mudaste conmigo no te has detenido un instante, has ido de aquí para allá, siempre con amigas, siempre con amigos, jamás con una relación, no he estado en mi plan padre protector desde hace mucho.

—Harry es un buen hombre; me gusta realmente.

—Tienes un pero.

—No, esta vez no tengo un pero –admitió con una sonrisa –si lo tuviese; sería que aún es muy pronto para saber si somos realmente el uno para el otro.

—Te encargo la paciente del 708 –pidió el hombre.

—Aun no entiendo porque la obligan a permanecer conectada.

—Bueno, es nuestra responsabilidad como médicos, cariño.

—Lo sé, me iré ahora o no llegaré pronto, te quiero, papá.

—Yo a ti cariño, con cuidado.

Draco observó a Arthur Weasley enfocar su vista de nuevo al libro sobre medicina avanzada que tenía en frente, al mismo tiempo que volvía a colocarse los lentes.

Draco suspiró; la Muerte le había prometido una vida con Ginny, en un plano donde jamás podrían ser separados; y él aceptó, sin siquiera saber que lo estaba engañando, Ginevra había estado embarazada en el momento en que todo eso ocurría; y cuando él desapareció, lo hicieron todos los recuerdos de él; para cualquier persona que hubiese cruzado palabra con él, sus padres ahora sólo recordaban haber tenido un hijo; que había muerto ahogado, y Ginny Weasley tenía recuerdos diferentes de todo lo que había pasado; en ese mundo donde él jamás existió, ella era una chica popular, con amigos, y no una solitaria acosada por fantasmas.

Era una diferencia abismal, no podía sentir nada del plano de los muertos, eso lo incluía a él.

—Estás muy feliz –habló una de sus compañeras al verla.

—Tengo una gran cita –sonrió.

La vista de las mujeres se enfocó en la puerta del hospital. —Bueno, parece que no hoy –contestó la castaña y fueron directo a la emergencia.

Draco –el rubio se giró hasta Pansy que sonrió –creo que tienes cosas que hacer como para estar pegado a ella todo el tiempo.

—No me importa el trabajo, y la muerte lo sabe, puede hacer lo que quiera conmigo, lo más cruel ya lo ha hecho.

—Ve el lado positivo, ella no te recuerda, al menos es feliz.

—Con ese idiota –se burló –creí que el trabajo borraría todos tus recuerdos también.

—Oh, lo hizo, la transformación me borró cada recuerdo de mi vida humana.

— ¿Por qué la recuerdas?

—La Muerte.

Se apareció a sí mismo en el pasillo en donde la pelirroja guiaba la camilla hacía el quirófano, la mano le ardió, significaba que el paciente que estaba siendo atendido de emergencia, no viviría.

—Ginevra –el hombre la sujetó de la mano, haciendo que todos los presentes la observaran sorprendidos.

— ¿Cómo sabe tu nombre? –la mujer levantó la vista, con las pupilas dilatadas.

—No tengo la menor idea.

—Tienes que recordarlo –la apretó un poco más –su nombre, su nombre…

—Señor, tiene que mantener la calma, ya no hable –pidió mientras seguía avanzando rápidamente.

Draco Malfoy –la soltó, haciendo que Ginevra se quedara quieta, mientras los demás avanzaban rumbo al quirófano.

Draco la observó, se había detenido frente a ella, pero Ginny no podía verlo, observó hacia el lugar por donde había desaparecido la camilla.

Así que ahí fue donde La Muerte te puso, Orión –se burló Draco.

—Draco Malfoy –giró el rostro al escuchar a la chica nombrarlo, sonrió.

—Ginevra, te necesitamos acá –le informó una mujer y ella asintió.

Draco se alejó del hospital, no sería el que se llevara a su hermano, más que nada, porque no quería volver a verlo, no iba a perdonarle jamás todo lo que había ocasionado, todo esto era su culpa.

[O]

Ha estado revisando los registros del hospital por días –le informó Pansy cuando él observó a la cansada pelirroja –le ha preguntado a su padre y a cada empleado del hospital por ti.

—No hay nada, todo registro de mí se borró –le recordó.

Orión ha sembrado la semilla, está floreciendo, si una persona te recuerda, tu recuerdo puede subsistir.

—Sus recuerdos volverán –observó a Pansy y ella asintió con una sonrisa honesta.

Sí; es como si todo éste tiempo…

—No quiero que eso pase –suspiró –ya lo has dicho, mientras uno de los dos sea feliz basta.

—Tu hermano sigue agonizando, tienes que ser el que le llame, y lo sabes, la Muerte lo quiere y nadie más acudirá a él.

—Que sufra un poco más.

—Ahí está, esa parte cruel de ustedes, que atemoriza a todos.

—Si fuese otra persona lo haría –sonrió –pero no con él.

—Sabes las consecuencias, Draco, ésta vez no culpes a tu hermano.

Draco observó hasta una de las enfermeras, las conocía a todas, así que esa no pertenecía al personal, lo notó aún más cuando sonrió en su dirección.

—Escuché que estabas preguntando sobre alguien.

— ¡Sí! –Sonrió la pelirroja –su nombre es Draco Malfoy ¿lo conoces? Algo en ese nombre… -guardó silencio un momento –me es tan familiar, que necesito saber quién es él, he revisado todos los expedientes.

—Conozco a alguien que lo atendió –sonrió la mujer y lo observó de reojo –está retirado ahora, pero puedo darte su dirección.

—Sería maravilloso –la sujetó de las manos completamente feliz.

Pansy lo sujetó del brazo. —No vas a permitir eso ¿o sí?

Tengo que irme, por favor –observó a la chica –no dejes que se vaya hasta que vuelva.

[O]

La mirada gris de Draco se enfocó en la de La Muerte, que estaba de pie frente a una intersección.

No comprendo por qué lo estás haciendo.

—Las personas como tú, Draco, no comprenden lo que es ser la Muerte, y porqué soy tan importante.

—Sólo eres caprichoso.

— ¿Quién te dice que soy un él? –Se giró hasta él –puedo ser lo que yo quiera y desee, soy tan poderoso como quieras verlo, puedo hacer mi voluntad, sólo hay algo que no puedo romper.

—El equilibrio.

—Hay una razón por la que todos mueren, niños, ancianos, ricos, pobres, corruptos y gente buena, todos tienen un momento, y una hora, y no hay nadie que me pueda arrebatar eso, es lo único que he pedido a cambio, y se me ha concedido en la espera de que no arrebate la diversión –sonrió.

Eres incomprendido, bien, perdón –se burló.

Fue un trato que se hizo antes que el tiempo mismo, muchacho, antes de la vida, sólo existía yo, es un bonito arenero, si lo observas bien, pero si nadie muriera ¿qué crees que pasaría si nadie muriera?

—Todo el mundo sería feliz.

—Sí, es lo que todo el mundo dice, pero es todo lo que pueden decir a todo lo que no conocen.

—No somos tan antiguos ni sabios –soltó enfadado.

—Ya lo sé, soy una criatura caprichosa, ya lo has dicho tú, la vida sólo se vuelve infinita cuando has muerto.

La vista de la muerte se desvió hasta él, era tan impasible, la figura de Dean Thomas se desvaneció para quedar simplemente como un cachorro, se lamió la pata, sacó la lengua en una sonrisa perruna, y cruzó la intersección.

La mente de Draco quedó en blanco, era demasiado novato en ese estilo de vida, a pesar de los cuatro años que tenía siendo parte de ese mundo, su mano ardió, desvió la vista hasta donde colgaba su extremidad, y el fuerte sonido de una colisión lo hizo voltear, el perro siberiano de color blanco, estaba en el otro extremo, observando como el autobús doble por evitar atropellarlo, chocó con un auto que distinguió de inmediato, era un viejo Ford Anglia azul, el automóvil de Arthur Weasley.

Levantó su mano y desvió su vista del auto prensado con el autobús doble, y una camioneta que había estado estacionada, su mirada fue de inmediato al perro al que nadie le prestaba atención, que adquirió la forma de un anciano de barba larga, y gafas en forma de media luna, algo le decía que esa, era la apariencia que normalmente tenía.

Su mano seguía ardiendo marcando un nombre, entre tantos involucrados, en su palma marcaba uno solo; Ginevra Weasley.

No voy a hacerlo –contestó haciendo que el anciano se encogiera de hombros y le sonriera –No puedes obligarme, no voy a hacerlo, no voy a…

—Es tu elección –lo vio susurrar y desapareció.

Draco fue hasta el accidente, las piernas de Ginny habían quedado atrapadas, se estaba desangrando; si no se la llevaba, quedaría para siempre en una silla de ruedas, con las piernas amputadas.

—Todo estará bien –le dijo uno de los paramédicos –Ginny –acarició su rostro –todo estará bien.

—Van a amputarlas –sonrió –estoy perdiendo mucha sangre.

—Ginny, todo estará bien, te lo prometo.

Eres fuerte, esto no va a derrumbarte –susurró –todo estará bien.

El ardor de su mano aumentó, marcando aún más el nombre de la chica, sabía por qué pasaba, sabía que mientras más ardía, más era la agonía que esa persona sufría.

— ¿Qué estás esperando? –musitó la chica, con sus hermosos ojos castaños mirándole directamente, su rostro estaba pálido, sus labios resecos, estaba agonizando –por favor –suplicó –no me dejes aquí.

Un par de piernas no te está haciendo desear morir ¿verdad? –ella sonrió.

—No puedes mentirle a una chica, siempre sabemos la verdad.

Dime algo ¿me habías visto antes? –la pelirroja sonrió.

—La muerte está coqueteando conmigo –soltó divertida.

— ¡Escúchame! –El hombre la sujetó de las mejillas –no te duermas, quédate conmigo ¿quieres eso?

— ¿Por qué? –Observó al varón junto a ella –la muerte es un atractivo rubio ¿sabías?

— ¿Sí? Dime más sobre el atractivo rubio, pero no vayas con él, tu padre va a matarme si te dejo ir con el primer rubio atractivo que ves cuando te accidentas.

—Mi padre –susurró –él va a matarme, destrocé su auto.

—Quédate tranquila –la sujetó del brazo –no te alteres, Arthur no dirá nada, el auto no le importa más que tu ¿estamos de acuerdo en eso? –volvió a acariciar su rostro.

Draco –murmuró la pelirroja.

— ¿Así se llama el rubio? ¿Es algo de ti?

No lo sé –admitió –mi padre siempre me dijo que la persona a quien más amas es la que viene por ti cuando estás muriendo.

—Entonces tienes que saber que no tienes que ir con él, posiblemente quiere raptarte –intentó bromear el paramédico, haciendo que Ginny riera, pero de inmediato hizo un gesto de dolor.

Me duele –musitó –aquí.

La vista de Draco se desvió y avanzó ya que el varón le tapó, y siguió su vista al verlo un poco más pálido.

—Dime ¿dónde te duele?

En dirección al páncreas –volvió a hacer un gesto de dolor –eso significa que ¿tengo que irme con él? –observó a Draco de nuevo.

—Pase lo que pase, no vayas con él ¿quieres? No lo conoces, Ginny –sonrió el hombre –no vayas tan fácil con alguien que apenas conoces, volveré en un segundo.

Es buena compañía, supongo.

La mirada de la pelirroja no se apartó de la del rubio, se quedó quieta, observándolo, creía que lo había visto antes, pero sabía que eso era imposible.

Vas a dejarme aquí, supongo.

Ginny –murmuró –yo no…

—No puedes molestarte cuando la muerte te tutea ¿cierto? Dime ¿cómo luces en realidad?

—Depende mucho de quién la observé –murmuró un anciano sentado junto a ella –él no es la muerte, por cierto –lo señaló.

—Mi padre dice…

—Adquiero la forma de una persona conocida, para que esa persona no me tema –admitió.

—Pero ¿cómo luces en realidad? Tiene que ser cruel una existencia así, tener que lucir o ser alguien más sólo porque los demás te temen.

—Bueno cariño –Ginny sonrió cuando el anciano se volvió su madre –tienes que saber que soy un ser caprichoso, según el hombre de afuera, que te ve con ojos de cachorro buscando un trozo de pizza, sólo me llevo a la gente porque sí, pero no debería ser así.

—Soy una lección, por eso no…

—Estás a mitad de nuestro mundo, no has podido morir porque él se niega a traerte de éste lado.

— ¿Por qué? –Lo observó –dime ¿por qué te niegas a llevarme?

—Por qué no es tu momento, Ginevra.

— ¿Cómo sabes mi nombre? –una lágrima cayó por su mejilla –no te conozco, no eres la muerte ¿cómo puedes saber mi nombre si no es momento de morir?

Draco observó a la mujer junto a Ginny, buscando ayuda, no podía decirle la verdad, lo sabía.

No vas a morir, porque él se niega.

—Llévame tú –suplicó.

—Lo siento cariño –la acarició –en minutos tu nombre se borrará de su mano, te saltaré, y llevaré conmigo a otros cuantos, eso pasa cuando alteras el orden.

—Es como… ¿una máquina al azar? –sonrió –algo que… ni tu puedes alterar ¿cierto? –la mujer sonrió.

—Lo comprendiste, yo no los elijo, cuando se creó la vida; se creó el destino, unos nacen, otros mueren, no importa cuánto intentes o cuantas veces tu nombre se borra, siempre aparece, una y otra vez, una forma peor que la otra.

—Por favor –pidió.

—Tu nombre ha estado en la lista 17 veces –volvió a ser el anciano –ya no puedes evitar que vuelva a saltar, Draco, pregúntale a Pansy lo que ocurrirá si lo hace.

La figura de Ginny se perdió un momento de su vista cuando Arthur Weasley le tapó a la chica cuando llegó hasta el lugar.

—Ginny, Ginny –Draco observó a lo lejos, no quería ver la escena.

Hay un chico guapo que…

—Shhh, no hables, por favor no…

Creo que te agradaría, papá, a mí me agrada, aunque apenas lo conozco –lo observó –pero se niega a llevarme a una cita.

—No bromees, por favor, no vas a morir, tienes una vida por delante…

Sabes algo, papá, hay personas que viven más en veinte años que otras en ochenta –cerró los ojos –la vida no se comprende hasta que la muerte llega ¿cierto? –el hombre asintió –me lo dijiste en el funeral de mamá, que la muerte es tan solitaria que sólo intenta ayudarnos a comprender que una existencia vacía a veces puede ser mejor –observó a Draco –que la muerte no siempre es el final para los que amamos, que siempre están ahí, esperando por reunirse con nosotros.

—Ginny, por favor –sollozó el hombre –no puedes irte.

Eres el mejor padre que una chica hubiese podido tener, gracias, por ser mi padre, aunque por tus venas y las mías, no corriera la misma sangre –Draco levantó la vista, con su existencia se había borrado ese recuerdo, Ginevra jamás se había enterado del engaño de su madre hacia Arthur –te amo, pa…

La mano de Ginevra resbaló del rostro de Arthur Weasley, mientras su mirada castaña se apagaba, mirando directamente a la muerte.