Gattino randagio.

Resumen: Un niño perdido y un encuentro que quizás estaba predestinado a suceder. DonHira

Dedicado a Dan y a Momo que las dos tienen un lugar especial en mi kokoro *Inserte aquí corazón de piedra*.


Gattino randagio

I

—Esto debe ser una broma. -dijo el hombre de gran dentadura viendo el lugar vacio, sus piernas que temblaban notoriamente dejaron de sostener su peso y cayó a suelo sobre sus rodillas provocando un estrepitoso sonido al chocar con el pavimento.

Dirigió la mirada de un lugar a otro antes de ver de nuevo aquella silla vacía donde, solo "segundos" antes habia dejado al pequeño niño que estaba a su cuidado. Aunque claro, aquello de que fueron segundos podría ser solo su percepción, pues cuando termino se coquetear con esa mesera de grandes pechos la mayoría de los comensales habían abandonado el lugar.

¿Y si alguien se habia llevado al niño aprovechando su descuido? ¿Y sí e pequeño diablillo habia salido por su cuenta y habia sido atropellado?

Fuese lo que fuese, estaba muerto a menos de que encontrara a ese niño. Porque ese pequeño no solo era su responsabilidad, sino también su jefe, hijo de el Don de la mafia y por lo tanto el futuro heredero de la familia.

Salió corriendo de el restaurante casi empujando a todo el que se pusiera en su camino, buscando con la desesperación de un hombre que aprecia su vida. La cual seria muy corta sí no encontraba a su pequeño jefe intacto.

—¡Signore Caruso! -gritó con todas sus fuerzas, las personas al rededor lo veían como si estuviera loco, no solo porque estaba gritando a todo pulmón, sino porque lo estaba haciendo en medio de la calle justo cuando un auto se acercaba a él. —Shee!

El grito de el hombre de grandes dientes y el sonido de unos neumáticos rayando el pavimento alarmaron a la gente, incluso cerca de la estación de trenes en la cual minutos antes un pequeño niño se encontraba perdido.


Lejos de el lugar, más o menos a unas diez estaciones de distancia se encontraba un pequeño niño vestido enteramente de blanco. Su nombre era largo, pero prefería simplemente acortarlo a Ichi Caruso.

Las personas ocupadas y ajetreadas pasaban de él esquivándolo como si fuese la peste. Incluso se habia formado un circulo a su alrededor individuos iban de un lugar a otro sin tocarlo. De vez en cuando algunos (más que nada jóvenes) lo miraban fijamente mientras pasaban a su lado, pues el niño resaltaba entre las personas por ese pulcro y costoso traje blanco que llevaba puesto, ese sombrero del mismo color que lo hacia ver como un adulto pequeñito. Sumamente adorable.

—Che palle... -gruño el pequeño, tratando de buscar a su cuidador. (Sí es que podía llamarse así) pero su altura le impedía tener un amplio campo de visión. Lo había visto entrando a uno de los trenes y naturalmente fue tras él, pero al estar en el vagón lo había pedido de vista y cuando la gente bajó fue obligado a bajar también empujado por el mar de japoneses. —Iyami, Dove sei? (¿Dónde estás ? Iyami!)

Llamó por el mayor, ignorando completamente que el susodicho se encontraba a estaciones de distancia y por ese entonces aún no se enteraba que el pequeño no estaba en el lugar donde lo había dejado.

Abriéndose paso entre el montón de gente logro visualizar a un hombre vestido en un traje violeta, era el mismo al que había seguido hasta el tren y al cual seguía confundiendo con Iyami, su cuidador. Porque según él pequeño, nadie podría usar un traje tan feo además de el idiota que supuestamente cuidaba de él .

Sin pensarlo dos veces empezó a correr detrás de él hombre, gritando de vez en cuando "Iyami'. Pero, como era de esperarse, aquel hombre que no era Iyami no reaccionó girándose a ver quien lo seguía ni una sola vez.

Habían salido de la estación y se habían alejado mucho de él lugar, pasado casi veinte minutos el pequeño niño logró por fin alcanzar al hombre y le detuvo tomándole por la orilla de el saco. Respirando agitado se preparaba para reventarle el tímpano al inútil de su cuidador, cual fue su sorpresa cuando el hombre se giró para verle y no le reconoció.

—Scussa.. -se disculpó de inmediato, alejando sus pequeñas manitos de el traje de aquel desconocido. El hombre le dedicó una sonrisa nerviosa, inclinó ligeramente la cabeza antes de continuar con su camino.

El pequeño miró a su alrededor, no parecía haber gente cerca y tampoco recordaba el camino a la estación ya que había estado muy ocupado siguiendo al extraño como para poner atención al camino. De pronto se sintió sumamente angustiado al darse cuenta de que estaba perdido, desorientado y sin saber que hacer empezó a caminar tratando de encontrar a alguien para pedirle ayuda.

Normalmente siempre había una persona detrás sus pasos, cuidándolo y llevándolo de un lugar a otro sin distraerse en nada, era la primera vez que estaba perdido. Se sentía solo hasta que se encontró con un gato callejero, mientras lo acariciaba se había olvidado de que estaba perdido y de que debería estar buscando la forma de encontrar a Iyami. Pero , ¿Quién puede culpar a un niño pequeño de distraerse jugando? Normalmente no lo hacía, se la pasaba en aburridas reuniones donde siempre había adultos con caras largas y donde no se le permitía correr, jugar y mucho menos ensuciar su traje.

Tal vez esto era una oportunidad para hacer todo eso que sus futuros subordinados no le dejaban hacer.

Olvidándose de encontrar a Iyami fue detrás de él gato al que se había encontrado minutos antes y que ahora, por alguna razón, había huido despavorido. No supo la razón hasta que escuchó un gruñido a sus espaldas y una bestia de afiliados colmillos estaba listo para devorarlo de un bocado.

—Faculo! (Demonios) -comenzó a correr como si su vida dependiera ello (y en cierta parte lo sentía de ese modo) adentrándose más y más a ese lugar desconocido, continuó huyendo hasta que se tropezó y cayó girando de manera estrepitosa por una pequeña colina, deteniéndose en una caja de arena llena de cosas extrañas. (juguetes olvidados y algunas otras cosas misteriosas.)

Estaba a salvo de en maligno perro (que era como el pequeño lo veía) pero ahora estaba aún más perdido, sucio y con raspones en las rodillas, donde su pantalón corto no lo cubría.

Se levantó con dificultad, tratando de contener las lágrimas que luchaban por salir. Se tocó la cabeza dándose cuenta de que no llevaba puesto su sombrero, lo buscó por todas partes, especialmente por el lugar por donde había caído y lo encontró después de llevar varios minutos buscando, pero el sombrero no estaba solo sucio, sino también roto. Ese sombrero era especial para él ya que había sido un regalo de su nonno, esta vez no pudo contener las lágrimas.

No sólo estaba perdido, también había roto el único recuerdo que tenía de su abuelo. Quería que alguien, quien fuera, lo encontrara, pues estar solo en ese parque no le gustaba. De hecho no le gustaba estar solo en ninguna parte, mucho menos en ese sitio desconocido.

—Nonno, aiuti per favore. (Abuelo, por favor ayúdame. ) -pidió cubriéndose el rostro, su voz se habia roto y su rostro se mojaba en llanto.

Como sí su Nonno respondiera a sus plegarias una persona apareció en el parque, se trataba de un niño de no más de 14 años vestido en un traje deportivo color rojo, llevaba con un casco de color blanco y una bicicleta que había abandonado metros atrás antes de acercarse al pequeño vestido de blanco.

Karamatsu Nakamura. Era el nombre de aquel chico que veía fijamente a Ichi, lo suficiente para ponerlo incómodo.

—¿Estas perdido? -pregunto el chico de el casco, el pequeño se encogió de hombros dejando de llorar por un momento. Gruesas lagrimas recorrían sus mejillas a pesar de que trataba de contenerse frente al extraño niño que era casi medio metro más alto a pesar de que Ichi tenia a penas 5 años y medio. —¿Qué haces aquí ? ¿Necesitas ayuda? ¿Qué te paso? ¿Acaso no tienes casa? ¿Eres un niño sin hogar? ¿Quieres venir conmigo?

Los grandes ojos del pequeño se llenaron de lagrimas, su cuerpo habia empezado a temblar ligeramente. ¿Por qué todos hablaban tan raro en ese lugar? Sí bien, era cierto que sabia un poco el idioma cuando se lo decían así de pronto no lograba entender nada.

—Non capisco quello che stai dicendo. -susurro apretando con sus manitos la orilla de su saco blanco.

—Oh, eres tan pequeño que no sabes hablar bien. -dijo con ternura Karamatsu, era la primera vez que alguien era más pequeño que él así que lo encontraba muy tierno. También era la primera vez que escuchaba a alguien hablar italiano, por esa razón no se habia dado cuenta que aquel niño no era tan pequeño como para no poder hablar bien, sino que le estaba hablando en otro idioma. —Decidido, te llevare a mi casa. ¿Sí? ¿Quieres ir conmigo?

Ahora que no estaba lanzando pregunta tras pregunta Ichi pudo entenderlo un poco más, levanto el rostro encontrándose con el niño mayor que lo veía fijamente. Parecía una persona agradable y a él le gustaban las personas como ese chico.

—Bene, solo perché sei così carino (bueno, pero solo porque eres muy lindo) -dijo el menor antes de restregar su rostro con la manga de su saco, secando un poco el rastro de lágrimas. Se puso de nuevo el sombrero antes de ir con el chico.

Karamatsu se había adelantado lo suficiente para tomar su bicicleta, cuando Ichi lo alcanzó estiró su brazo hacia el mayor y tomó su mano. El chico de uniforme rojo le dedicó una sonrisa sin soltar la pequeña mano de el italiano, al verlo algo se removió dentro de su pecho , era la primera vez que el pequeño jefe se sentía así.

Era casi confuso, pero suponía era alegría por no estar solo.

—Sube a la bicicleta, llegaremos más pronto a casa. -dijo el mayor subiéndose y dando pequeñas palmadas frente a él, tal vez podría resultar un poco incómodo ir sentado sobre el tubo, sin embargo Ichi estaba encantado y emocionado ya que nunca antes había montado una bicicleta.

Después de todo parecía que sí era su oportunidad de hacer todo lo que antes no podía hacer. Emocionado (y con ayuda de Karamatsu)se subió a la bicicleta sujetándose con determinación al manubrio. Cuando empezó a moverse se sintió asustado solo un segundo antes de sentir los brazos de Nakamura sujetándose justo al lado de sus manos.

Sus manos eran tan pequeñas en comparación, se pregunto si algún día podría ser tan grande y tan genial como ese chico vestido de rojo. Ahora le gustaba mucho más.

—Por cierto, me llamo Nakamura Karamatsu. ¿Cual es tu nombre?

—Dante Ichi Alessandro Ettore Caruso Fukuyama.

—¿Eh? Ichi entonces... -era lo único que habia logrado entender ademas de Fukuyama.

—Kalalatu... Kalamatu... -Necesitaba encontrar la pronunciación adecuada para decir correctamente el nombre de el chico de ojos azules.

— Sí, pero puedes llamarme como tu quieras. -sugirió el mayor al ver lo difícil que le era pronunciar su nombre.

Ichi tomo aquello como se le dio la gana.

—¿Amore?

—Si quieres...

—¡Gattina!

—Ese me gusta más.

—Mio Gattina, amore mio.

Karamatsu rió, ignorando lo que en verdad significaba eso.