Pálido espíritu de medianoche.
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Sin fines de lucro.
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La historia esta terminada desde el tercer capítulo, pero dado que olvidé dejarla en ese estado y tenía este extra creí que no estaría mal publicarlo.
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Deambuló por el muelle de ida y vuelta casi toda la madrugada, su mente enmudecida, difusa y vaga.
Recordaba poco del día anterior, estaba en un lugar que conocía bien con alguien que le hablaba al oído y a quien trataba de poner atención. Recordaba las nauseas al despertar de un profundo sueño y una mezcla liquida tocando sus labios, luego, vinieron las alucinaciones. Los colores se tornaron ardientes y reales, el sonido palpable en la misma frecuencia que su gema comparable a las armonías de Planeta Madre y al final, en la iridiscente claridad de su ser, el deseo de deambular alrededor del muelle, tal como una veleta perdida en la corriente, entregada a la merced de fuerzas más allá de su control.
Su ejercicio de libertad tornada en veneno apenas comenzaba.
No tenía idea de por qué había elegido ese lugar, sencillamente tenía que ir allí porque en un lugar recóndito de sus recuerdos, una vieja herida latente, el único remanente de aquella solitaria escena, con el suelo hecho de tablas y el farol tintineando al final de la pasarela, con ellos… observando, juzgando. Su quiebre y posterior transformación transformada en un ardid vengativo fue plasmado en el ahora desierto paraje.
¿Por qué era tan difícil admitir que añoraba su compañía?, había pasado tanto entre los dos que le parecía tonto el terminar así.
Notó, a lo lejos, un vehículo estacionado que se le hacía familiar. No lo pensó demasiado, tan solo fue hasta allá, abrió delicadamente las puertas y se encontró con sus ocupantes que por suerte no despertaron. Ambos se veían tan tiernos entrelazados bajo esa acogedora cobija blanca, uno parecía un oso de felpa con una alegre barriga y sonrisa para acompañarlo, ella era más extraña aún, pero de la clase de extraña que creyó llegaría a gustarle, una linda chica verde con un solo ojo y larguísimas pestañas, ¡que curiosos eran esos personajes!, Perla decidió que ese sería un buen lugar para descansar hasta que el efecto de esa cosa pasase, así, se quitó las prendas humanas que estaba vistiendo y las pateó afuera, la recogería al día siguiente.
Ahora debía decidir en que lado acostarse, en principio quedar al medio sonaba tentador, pero si hacía eso de seguro despertarían y se molestarían con ella y la harían dormir afuera.
En cambio… si se acostaba junto al oso de felpa podrían hacer un sándwich con él y compartirlo con la chica verde. Compartir era algo muy importante, los amigos de caricaturas de Steven siempre hablaban y hablaban de compartir cuando no estaban ocupados llorando.
Perla frunció el ceño y cerró los ojos, algo malo ocurría con ella, ni siquiera recordaba desde cuando le importaba hacer cosas de humanos, no tenía necesidad de desnudarse, su vestimenta era una ilusión al igual que ella, pero últimamente esa ilusión se sentía diferente, a veces, presentía que una parte de si misma se había quebrado sin que siquiera se diese cuenta.
Recordó a Greg reparando la tormenta contenida en cristal con cinta, era una solución tan estúpida que bordeaba en lo ingenioso. Se sintió acongojada al recordarlo, quería hablar con él pero no sabía cómo.
Lo había lastimado tanto…
La grieta comenzó a doler, en su mente, la ilusión y la realidad comenzaron a fundirse hasta que el engaño se volvió convincente. Su gema sollozó en silencio ansiando por una inexplicable necesidad hasta que nuevamente, al alero de aquel compuesto sus sentidos fueron enmudecidos, la tormenta acallada por una llovizna suave que arrastraba todas sus preocupaciones.
Pero la grieta seguía allí y quizás por eso ansiaba sentir esa calidez, tal vez, de forma inocente, creía que existía una forma de sellar esa fractura.
Fue fácil acurrucarse a su lado, era tan cálido y suave… Perla quería derretirse en esa calidez.
Poco a poco comenzó a tomarse más libertades, de seguro no le importaría un pequeño abrazo, pues los abrazos eran importantes, eran sanos, ayudaban al desarrollo y bienestar emocional y curaban la depresión según tenía entendido.
Cuando el oso de felpa tomó su mano ella tuvo la confianza de acercarse más, y en cuanto estuvo más cerca no pudo evitar morder suavemente su oreja.
"Ven aquí", murmuró el oso de felpa tirando de su brazo, Perla no supo que decir, se sentía sumamente alagada.
Se acurrucó sobre su mullida barba, muy contenta de estar allí.
"Uhh…", murmuró la chica de un ojo acercándose más y más, Perla levantó su brazo y acarició el rostro de la chica verde, era linda, quizás por eso le gustaba tanto a él.
Aunque… Perla también era linda, muchos humanos y gemas parecían concordar en eso, ¿él también creía que era linda?, Perla estaba segura que si, una voz interior se lo decía, la misma voz que silenciaba a la otra voz que le rogaba volver al templo antes de que se metiese en problemas.
En fin, esa noche no escucharía a la mini Perla responsable, esa noche escucharía a la mini Perla rebelde.
Fijó la vista en los labios de la chica verde, a Greg le gustaban, siempre estaba besándola y jugando con ella, no era justo.
"Apuesto a que beso mejor", rió la gema, acercándose más a la chica verde, "¿Quieres competir?"
Creía que los colores ardientes y el vibrar de su cuerpo ya se habían extinguido, pero seguían allí, en una forma de realidad la cual no tenía modo alguno de entender y que tal vez no deseaba entender, era… era como estar en éxtasis, su mente libre para divagar y explorar mientras que su cuerpo se dedicaba a otras cosas, tales como probar que podía ser tan buena como cualquier otra gema.
Acarició las mejillas de la otra gema y capturó sus labios en un beso, la escuchó ronronear medio dormida el nombre de Greg. Perla se relamió los labios, se giró para ver al humano e hizo lo mismo con él, siguió así, intercalando de uno en otro y acercándolos lentamente hasta que en un punto, los tres estuvieron juntos con Perla dirigiendo y coordinando, felicitando sus esfuerzos y dedicación, eran tan tiernos los dos que no daba más por ver que tan bajo podían caer, y que caída más hermosa presenciaría
Le hubiese encantado seguir así, de no ser porque la estimulación pareció ser demasiada…
"Perla… que inesperada sorpresa"
Greg se veía contrariado, apenas abrió los ojos y notó lo que sucedía retrocedió hasta chocar con la división de enfrente de su vehículo.
Centipeetle en cambio se cruzó de brazos y le dedicó una mirada asesina.
"¿Qué haces aquí?"
Perla no registró ni la incomodidad de Greg ni el fastidio de Centipeetle estando perdida en su propio mundo. Lo único que su perturbada mente fue capaz de captar fue que a esos dos los conocía desde antes, aunque esto hizo poco por desanimarla.
"No tengo la menor idea, ¿qué hacen ustedes aquí?", preguntó extrañada.
Greg le dirigió una mirada de soslayo a la gema verde antes de inclinarse y tocar el rostro de Perla para así, examinar sus pupilas.
Estaba seguro de que las gems no deberían ser proclives a sufrir de ninguna anomalía que pudiese afectar a los humanos, pero habiendo presenciado antes tantas ocurrencias extrañas uno no podía estar del todo seguro.
"Aquí vivimos, ¿lo recuerdas?"
Perla frunció el ceño y se recostó entre los dos, cruzando ambos brazos sobre su vientre.
"Nunca entendí por qué no compraste un buen departamento con todo el dinero que tenías, sabes, solía decirle a las chicas que seguías viviendo en este basurero para pasar menos tiempo con Steven, digo, sé que esa es una mentira pero no me importaba"
Sumado a la mortificación de que nuevamente llamasen a su hogar un basurero y el tener que colocarse entre medio de su pareja y la desequilibrada perla la noche no pintaba bien para Greg.
Sabía que si no actuaba de inmediato terminaría lamentándose.
"¿Pasa algo de lo que debamos enterarnos?"
"¿Recuerdas esas píldoras que Amatista encontró en tu guantera?", inquirió la perla con un ademán de manos, "¿Las que dijiste nunca, jamas debíamos probar?"
Centipeetle se acercó a Greg preguntándose qué eran la dichosas píldoras y cómo habían afectado a Perla como para llevarla a ese deplorable estado.
"Apesta a sexo aquí"
La gema verde un grito de frustración al darse cuenta de que Perla los tenía arrinconados y que alternaba entre rozarse con la camiseta de Greg y con la suya.
"¿Podrías dejar de oler nuestra ropa?", demandó asqueada, "Esto es… lo peor que hayas hecho Perla"
Perla sacudió los hombros de forma inocente, no era su culpa sentirse así, así que no podían molestarse con ella.
"Apaguen las luces, quiero dormir...", pidió en voz baja mientras se cubría con las mantas.
Greg se llevó una mano a la frente, sabiendo que ya no podría conciliar el sueño.
"Te llevaremos al templo", le dijo, "No nos queda de otra"
Como un resorte comprimido saltó del capullo que había creado entre esos dos y tiró de la camiseta de Greg.
"¡No eso no!", exclamó asustada ante sus irritados anfitriones.
"No quiero que me vean así", añadió mordiéndose el labio, "Por favor, no puedo volver ahora"
Centipeetle sintió algo de lastima por la gema, no tanta, pero si un poco.
"Estoy segura de que estarás más cómoda en tu propia habitación", razonó la gema corrupta, "Nadie tiene porqué enterarse de esto, tan solo… fingiremos que jamas pasó"
"Pero estoy cómoda aquí", se quejó Perla haciendo un puchero, y de paso, acaparando el espacio personal de Centipeetle.
Estaban… muy cerca, notó Greg, tan cerca que bastaría un pequeño empujón para que…
"¿Te gusta lo que ves?", preguntó Perla en tono burlón, llevando el indice derecho al delgadoo camisón de Centipeetle para deslizar la tela hacia arriba apenas unos centímetros, exponiendo de ese modo su vientre, "¿Quieres ver más Greg?"
El hombre se negó firmemente, ¿en qué demonios estaba pensando?, Perla había perdido por completo la razón.
"Suficiente, dormiré adelante", dijo, seguido de cerca por la gema verde.
"Te acompaño"
Perla se les adelantó a ambos y cerró las puertas, "¡Oh vamos!, ¡tengamos una fiesta!", exclamó, empujando a Greg de regreso sobre su improvisado lecho.
"Perla, es en serio", la amenazó Greg, buscando apoyo en Centipeetle.
Pero la otra gema ni siquiera se había movido, no estaba molesta, ¡estaba furiosa!, y el que Greg no hiciese nada sustancialmente notorio para defenderse solo empeoraba su ánimo.
"¡Detenla o yo la detendré!", escupió la gema corrupta haciendo tronar sus nudillos, "Ahora Greg, es en serio"
Iba a hacer pagar a la señorita perfección, la arrastraría del cabello directo al templo y le daría una tunda antes de entregársela a sus compañeras rebeldes y así quizás, ya dejaría de molestarlos y de ponerse en ridículo.
"¿Qué acaso no escuchas?", preguntó hastiada, "Dije lar..."
Ahora la perla había volcado su atención hacia ella, y le había robado un beso.
Greg estaba mudo, al igual que la gema corrupta mientras que Perla se relamía los labios de manera triunfal.
La había hecho callar.
"¿Qué fue eso?", se preguntó Centipeetle en voz alta, palpando con la yema de los dedos sus labios y sintiendo un ardor indescriptible bajar por sus entrañas hasta llenarlas de una extraña sensación que no sabía cómo manejar.
"Oh no, no te atreverías", reaccionó Greg tratando de sacarse a la perla de encima, solo para recibir el mismo trato que recibió Centipeetle.
"Creo que ya es demasiado tarde Greg, ya me atreví"
Se sintió mareado, ¿qué estaba haciendo?, ¿por qué no la detenía?
"¿No te gustaría saber lo que se siente?"
Centipeetle se recostó a su lado y comenzó a besarlo, olvidando de paso su enojo que había pasado a ocupar un lugar insignificante en su mente.
"Tienes experiencia haciendo esto", murmuró Centipeetle al ver la generosa demostración de Perla.
"Eso no te incumbe", contestó Perla mientras le quitaba los pantaloncillos a Greg, "Ahora vamos a lo importante"
Ambas gemas se vieron una a la otra sabiendo que estaban a punto de cruzar una barrera hasta que, en el punto de no retorno, ambas cedieron.
"Solo por una noche, por esta noche", farfulló Centipeetle, "Y mañana lo olvidaremos"
"Vamos a pretender", suspiró Perla, "Y verá quién es la mejor"
Greg seguía igual de confuso, ¿pretender qué?, no lo entendía.
Estuvo a punto de preguntarle a Perla cuando se dio cuenta de que había desaparecido.
"¿Uh?, pero si estaba aquí hace un minuto, ¿a dónde se habrá ido?", pensó, antes de caer en cuenta de que Perla seguía allí.
En su entrepierna…
No supo por cuánto tiempo estuvo allí, ni que Perla supiese qué hacer con alguien como él. Hasta donde tenía entendido ella jamas llegó a involucrarse con un hombre a diferencia de Rose.
Era algo torpe, definitivamente una amateur pero… también era cuidadosa y gentil, y a juzgar por algunos de los lugares que se atrevió a probar muy curiosa.
No sabía si esto último era bueno, pero tampoco iba a detenerla.
Centipeetle aprovechó un descuido de Perla para hacerla a un lado, mientras que Perla hizo lo mismo en cuanto la otra gema se distrajo.
No había modo de que lo que estaba viendo fuese real, Greg estaba seguro de que experimentaba un sueño muy, muy vivido y que en cualquier minuto despertaría.
"Mio", gruñeron ambas gemas peleando por dominar aquella área del humano, sin darse cuenta de que su disputa no era del todo bienvenida en un área tan sensible.
Obviamente, eso último confirmó que no se trataba de un sueño, aunque seguía dudando de su propia cordura.
"No importa, a Greg le gusta más así, ¿no es cierto Greg?", preguntó Perla adueñándose de la punta, succionando y lamiendo a intervalos y entrelazando su lengua con la de Centipeetle.
"Chicas, creo que es demasiado", se quejó Greg creyendo que al fin había alcanzado su límite.
Que equivocado estaba…
"No puedo dejar que la perla me gane", declaró Centipeetle, montándose sobre el rostro de Greg mientras que Perla se abría de piernas y se sentaba sobre el regazo del humano.
Desde el inicio, Centipeetle notó que Perla estaba nerviosa y que trasmitía su inseguridad, sin embargo, era obvio que no se retractaría.
Con delicadeza se montó sobre Greg que estaba enmudecido, dado que su lengua estaba ocupada en tareas más importantes que las de quejarse y decirles que lo que hacían era erróneo y que se arrepentirían.
No había tiempo que perder, apenas les quedaban algunas horas y todavía les quedaba mucho por hacer.
Perla suspiró aletargada, siguiendo las instrucciones que Centipeetle le susurraba al oído.
"Ahora baja lentamente, y yo me ocuparé del resto"
Esperó sentir un dolor agudo, pero para su sorpresa fue todo lo contrario. Entró sin mayores problemas, provocando de ella una audible exclamación que de haber sido de día hubiese evidenciado la clase de actividades que llevaban a cabo. Era una fortuna que fuese tarde, y que nadie pudiese quejarse de la clase de cosas que diría.
En cuanto sus caderas lograron posicionarse nuevamente sobre Greg se desplomó hacia adelante, cayendo justo entre los pechos de Centipeetle que eligió ese momento para darle a Greg unos minutos para que respirase y pudiese ver lo que había hecho.
La vista, a falta de un mejor calificativo, era hermosa.
Allí estaba la gema que en incontables ocasiones lo trató con desprecio y por la cual desarrolló con los años una indiscutible admiración, allí estaba ella, temblando de pies a cabeza y riendo nerviosamente, perdida en el éxtasis mientras que sus mejillas se tornaban de un precioso tono azul oscuro.
"Eres una torpe", rió la gema verde al ver a Perla, "¿A eso le llamas técnica?"
El humano estaba seguro de haber muerto en algún punto, ¿y no era eso acaso la cosa más tierna que jamas hubiese visto?, su novia estaba ayudando a Perla y él estaba a punto de estallar por culpa de las dos.
"Lo esta disfrutando…", contraataco Perla, siguiendo al pie de la letra las instrucciones de Centipeetle.
"Así esta mejor", suspiró la gema de un solo ojo, "Sigue así, no te detengas"
Perla asintió dando pequeños brincos que sacudían todo su cuerpo, apoyándose sobre Centipeetle para no perder el equilibrio y caer mientras que Greg la sujetaba de la cintura para mantenerla fija en su lugar.
"Creo que va a pasar algo", gimió Perla sin detenerse, "Creo… creo que debería detenerme"
"¡Oh no!, ¡no te moverás de allí!", exclamó Centipeetle abrazando a Perla que no tuvo otra opción que entregarse a la otra gema.
Algo maravilloso sucedía en su interior, apenas registró a Centipeetle acariciando su espalda y felicitándola por ser una chica tan buena. Perla sonrió satisfecha y dejó que esa sensación la abrazase por completo, colmando su ser al punto en que creyó terminaría por desbordarse.
"¿Qué fue eso?", preguntó mareada mientras la gema verde la ayudaba a recostarse junto a Greg.
Centipeetle no respondió, ya habría tiempo de hablar de esos detalles, mientras tanto, se concentraría en enseñarle a Perla cómo complacer a un humano.
"Mi turno", declaró sin más, alegrándose de que su compañero terrícola pudiese recuperarse tan rápido, "Descuida", le prometió a Greg, "Iremos despacio, por ahora…"
Sintiéndose ligeramente desplazada, Perla se acercó a Greg y puso sus pechos a su disposición.
"No te olvides de lamer estos", sugirió la gema mientras jugaba con el cabello del humano.
"Así es Greg, no desatiendas a las pequeñas de Perla"
Perla giró el rostro indignada, "Él cree que son perfectas", contestó, "¿No es así Greg?"
"Son muy hermosas", murmuró Greg ocupándose de la gema, ya completamente perdido en ese extraño sueño contenido en su camioneta.
"¿Lo ves?, ama a estas pequeñas"
"Solo porque no puede jugar con estas", habiendo dicho esto, Centipeetle se inclinó hasta quedar sobre los dos, sosteniéndose con una mano a la vez que rasgaba su camisón, exponiendo sus turgentes senos y apartando los de Perla.
La competencia con Perla estaba animando a la gema corrupta a ser cada vez más agresiva, lo que inicio con un lento sube y baja se había transformado en un ataque frontal, dejando caer todo su peso en cada embestida, gimiendo de manera salvaje, incluso rugiendo de vez en cuando, imitando cada vez más a su forma monstruosa.
Si seguían así…
"Chicas… ¿no creen que ya fue suficiente?, ya va a amanecer"
Centipeetle se detuvo de golpe mientras que Perla se sentó y se cruzó de brazos.
Greg maldijo a su consciencia por elegir el momento menos adecuado para empezar a funcionar, decepcionado, se rascó la nuca pensando en qué decir.
"No"
Perla fue la primera en hablar, posicionándose detrás de Centipeetle, y empujándola lentamente hacia abajo.
Greg cerró la boca y se abrazó a la gema verde, entrando en ella por completo.
"Vamos a seguir", continuó Perla, ahora recostándose junto a Greg mientras que con sus delicados dedos recorría el trazo de vellos que iba desde la ingle hasta el pecho.
Luego hizo lo mismo con su lengua.
La gema verde arqueó la espalda al sentir la lengua de Perla recorriendo el punto en que ella y su humano se fundían en uno, apenas murmurando lo bien que se sentía antes de que sus labios fuesen capturados por los de su enemiga.
"Vamos a hacer esto toda la noche"
En cuanto terminó de decir esto, tenía a Greg y a Centipeetle bajo su hechizo, Perla de alzó entre los dos y sonrió contenta con lo que tenía a su disposición para degustar, y al finalizar la noche no tuvo duda alguna de que pertenecía entre esos dos, acostada justo en medio y completamente exahusta.
Ni siquiera se inmutó al escuchar la motocicleta que se detuvo a poca distancia, ni el sonido de esas botas de cuero resonando sobre la madera.
…
…
…
"¿Qué pasó conmigo?"
El sol le dio de lleno en la cara, colmando su antes atribulada mente de una dolorosa claridad.
Los sonidos, los olores, las sensaciones. La suma de cada componente fundiéndose en una imagen cruda de su lenta y segura caída en el lecho de esos dos, saciándose de un amor no correspondido, tomado bajo la luna en el subterfugio de los sueños.
La corrupción latente en su ser se sumió en el placer de una nueva victoria y Perla despertó a una realidad nada alentadora.
"Oh no, ¡no, no, no, no, no, no!"
Tanto Centipeetle como Greg se despertaron asustados al escuchar la voz de Perla, y aún avergonzados por haberse dejado llevar la noche anterior apenas atinaron a cubrirse con una manta antes de que las puertas de la camioneta fuesen abiertas a la fuerza.
Del otro lado, la persona a la que menos querían ver examinó la escena ante sus ojos con un peligroso brillo en sus ojos y una sonrisa que no vaticinaba nada bueno.
"Perla"
"Yo… puedo explicarlo", se apresuró a decir la gema tratando de salvar su dignidad.
Sin embargo, esto no fue necesario, porque su compañera no hizo nada, salvo arrojarle una camiseta para que se vistiera.
"No hay necesidad, ¿te divertiste mucho con ellos?", preguntó burlesca, logrando que Perla volviese a sonrojarse, esta vez, por la vergüenza.
"Lo siento, no sé qué me pasó, fue esa cosa, ¡te dije que era mala idea!"
La novia de Perla sacudió los hombros como si no le importasen sus explicaciones, "Pues… al menos lo sacaste de tu sistema", concluyó para luego ayudar a la gema a salir de la camioneta y dirigirla a la motocicleta.
Esa loca noche había acabado, tanto Greg como Centipeetle estaban anonadados por sus acciones y las de Perla.
No sabían si algún día serían capaces de estar los tres en el mismo lugar sin que fuese raro, ni siquiera de volver a verse sin recordar lo que habían hecho y lo bien que se sintieron…
"No sé que haya visto en ti", farfulló la humana examinando a Greg, "Pero me alegra el que haya hecho esto, lo consideraré como su despedida"
"Y en cuanto a ti", añadió señalando a Centipeetle, "Si algún día te aburres de él, ya sabes donde encontrarme"
Con eso dio media vuelta para ir a encontrarse con Perla, con quien se alejó rumbo al templo, no sin antes conducir lentamente junto a la camioneta y gritar a viva voz.
"¡Deberían cubrirse!, ¿no saben que hacer esto en público es un delito?"
Perla ocultó el rostro para que no la vieran, pensando en qué tipo de excusa le daría a Garnet que de seguro ya lo sabía todo y estaría comprensiblemente decepcionada de su actuar, mas, una parte de ella se mantenía intacta, libre de arrepentimientos porque sabía, sabía que podía regresar, que en cualquier noche podría dar rienda suelta a su corrupción y tomar lo que deseaba, lo que le correspondía.
Tan solo era cuestión de hallar la oportunidad, y lo haría, definitivamente lo haría.
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