Cuestión de perspectivas,

Disclamer: AMOLAD no me pertenece.


En el Reino Mortal hay distintas creencias o expectativas acerca del infierno, también conocido como inframundo por algunos, ideas de lo más variadas dependiendo de la ideología de la persona o religión que las inculque a sus creyentes.

Algunos piensan que no existe. Otros que es como una mezcla del más árido desierto con fosas de lava volcánica y cientos de demonios encargados de atormentar a las almas pecadoras por toda la eternidad, unos más piensan que se asemeja más a una caverna subterránea con distintos niveles de profundidad, donde los espíritus de los condenados son forzados a realizar distintas y duras tareas a fin de purgar los crímenes cometidos en vida a fin de resarcir el daño cometido antes de renacer.

Y claro, nunca faltaba el que pensaba en el infierno como un lugar donde las llamas ardían de forma perpetua donde las almas de los malvados se consumían sin escapatoria alguna.

Con imágenes como esas, los humanos se han asustado a sí mismos o entre ellos. Aún en esas épocas es común escuchar a las ancianas u otros mayores advertir a los niños traviesos o a los incautos que si no retornan al ‹‹Camino del bien›› terminarían tarde o temprano en aquel lugar tan inhóspito y espeluznante.

El concepto de la palabra infierno cambia de forma un tanto radical fuera del Reino mortal.

Para empezar no se llama infierno ni inframundo sino Nim y no es regido por ningún demonio, ángel corrupto o espectro maligno.

Nim un territorio poblado por plagas y gobernado por el Señor de la Destrucción Nim.

Las plagas son aquellas almas que no se arrepienten verdaderamente de los males cometidos durante su tiempo de vida y siguen queriendo causar el mal aun estando muertas; su propia maldad las hace mutar convirtiéndose así en criaturas oscuras, incapaces de volver a ser mariposas del alma.

Las plagas son seres únicamente motivados por el odio y los instintos además de tener distintas formas rara vez relacionadas con el aspecto que tuvieron en el Reino Mortal. Nutriéndose de las energías obtenidas de las almas vivas, son muy dañinas con el entorno, eso si es que alguna llega a escapar del Nim.

Estos agresivos parásitos cargan con la esencia del Nim, una sustancia realmente volátil y de naturaleza destructiva, capaz de pulverizar todo a su paso. Y eran parte de las pocas cosas que podían infligirles daño tanto a los dioses como a los sirvientes del Ithis.

En algún rincón del Nim, el Señor Destrucción Nim sonreía. Los humanos sí que eran ingenuos si creían que sus dominios o el infierno, como ellos lo llamaban era tal y como lo describían sus predicadores.

No había demonios sino plagas, criaturas inconscientes, indómitas y destructivas.

No había llamas, una cueva infinita o posibilidad de redención una vez en sus terrenos, solo tierra árida, oscuridad y silencio interrumpido solamente por los gruñidos de las plagas.

Todos iban al Ithis y renacían a menos que no sintieran remordimiento de sus actos y la maldad los consumiese, mutando a las mariposas del alma en bestias salvajes.

Todo era un ciclo interminable y él era uno de los amos de todo aquello.

Al parecer la palabra infierno se resumía como una simple cuestión de perspectiva.

Aterrador y cruel para ellos. Solitario y oscuro para él.

Solo coincidía con esos egoístas ciegos en una cosa.

Ninguno de los dos hubiera querido terminar ahí.