Disclaimer: Fairy Tail es propiedad de Hiro Mashima. Esta serie corresponde a la Stingue Week, que pretendo esparcir al mundo usando el foro Cannon Island como mi base (?)
¡Lo hice! ¡Mi entrada tardía! ¡Pero llegó! El AU de cacería de brujas que nadie pidió. ¿Que tiene que ver con smile? se preguntarán ustedes. Bueno, es que está inspirado en Deathaura, de Sonata Arctica. Si quieren la escuchar, pero si leen la letras, especialmente el primer párrafo y el último, creo que se entiende perfecto.
Ahora si se terminó mi week *snif*
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Sonrisa
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"Esto no está bien, no… No deberías amarme. No soy como tú. Soy diferente."
Crecer en un pequeño pueblo tenía sus beneficios y desventajas. Había algo reconfortante en conocer a todas las personas a tu alrededor, saber cómo se veían y que harían en cada situación. Era agradable saber que esperar de ellos, y que debías hacer para complacerlos o molestarlos. Era útil e incluso a veces divertido, pero con el paso del tiempo era también aburrido. Ya que había sido criado por el pueblo completo cuando sus padres murieron, había llegado a conocer muy bien a todos y nadie podía sorprenderlo más. Así que, cuando alguien nuevo llegó a la ciudad, Sting se lo tomó como un desafío personal.
El extraño era un hombre joven, que había perdido a su familia hace poco, o al menos eso era la historia que contó cuando recién llegó. En realidad, no era algo inusual, el mundo era un lugar peligroso y la gente moría seguido. Aún así, era raro que alguien dejara su hogar solo por eso. Cuando le preguntaron, dijo que no quedaba nada para él y que quería un nuevo comienzo, sin los tristes recuerdos de aquellos que había perdido.
Sting creía entender el sentimiento, pero eso sólo hacía que el nuevo le pareciera más interesante. Se sentía atraído hacia él, con su cabello negro y sus ojos rojos. Tenía también una cicatriz cruzando su nariz, y Sting quería si estaba relacionado con la pérdida de su familia. Quería preguntar, pero suponía que no sería muy amable de su parte ir a interrogarlo cuando eran apenas conocidos. Así que, por el bien de su curiosidad, decidió convertirse en su amigo. De esa manera, no se vería raro cuando por fin se decidiera a preguntarle detalles sobre su pasado.
La vida era difícil, con el invierno acercándose a pasos agigantados y, junto a él, la fecha para pagar los tributos al Señor que mandaba en esas tierras. El pueblo de Sting no era pobre, pero tampoco eran exactamente ricos. Cada uno hacía el trabajo que le correspondía y se las arreglaban para conseguir suficientes suministros para pagar el impuesto correspondiente y, además, sobrevivir el invierno. Alguien nuevo podría tener problemas integrándose en la rutina ya establecida pero, solo unos días después de que el chico nuevo llegara, el aprendiz del panadero tuvo un terrible accidente y debió ser reemplazado. El extraño, Rogue, era algo viejo para comenzar a aprender un oficio, pero los niños del pueblo era aún demasiado pequeños y todos los demás, Sting incluido, tenían ya un rol designado. Así que, consiguió el trabajo, y Sting podía verlo cada mañana, mientras iba hacia su propio trabajo en la zapatería. Era una buena oportunidad para intentar ganarse su amistad.
Comenzó por saludarle con la mano cada mañana, consiguiendo al principio nada más que extrañas miradas. Mientras las semanas pasaban, el otro comenzó a responder a su gesto con torpeza y no mucho después se encontraban intercambiando algunas palabras todos los días. Ambos estaban siempre ocupados pero poco a poco, Sting se ganó la confianza de Rogue.
A esas alturas, el rubio ya había olvidado cual era su objetivo al principio. Disfrutaba de compartir su tiempo libre con Rogue, y se sentía de alguna forma más ligero cuando estaba con él. Quería pasar todo el tiempo juntos y se molestaba cuando la vida se interponía entre ambos y les robaba sus momentos. Incluso lo convenció para pasear con él por la noche en los bosques cercanos. Rogue dijo que era peligroso, pero Sting no estaba asustado y tras semanas de quejas y súplicas, el rubio ganó.
Pronto se convirtió en rutina para ambos. Rogue no tenía familia que se preocupara por él, y tampoco la tenía Sting, pero su maestro al menos se preocupaba. Los bosques era peligrosos de noche, le dijo, y Sting era demasiado temerario al visitarlos con un extraño. No importaba que Rogue hubiera estado viviendo allí por casi un año. Siempre sería "el extraño", una cara nueva entre un montón de gente que había vivido, crecido y muerto junta por generaciones. Era lo normal en esos casos, y no era un problema real, al menos hasta que los rumores comenzaron.
Una bruja había sido atrapada en el pueblo más cercano y había rumores acerca de otras siendo perseguidas. Los inquisidores estaban en camino, y quería que todos mantuvieran los ojos abiertos y pusieran atención a sus alrededores. Las brujas solían ocultarse en forma humana y actuar como todos los demás. Ni siquiera podías saber que lo eran hasta las atrapadas, podían tomar la piel de tu vecino y robar sus recuerdos. Cualquiera podía ser el siguiente.
La gente estaba asustada y cuando la gente se asusta hace cosas terribles. ¿En quién deberías confiar cuando cualquier podía estar mintiendo? Para Sting, para respuesta era obvia pero parecía que no lo era para nadie más. No importaba que se conocieran desde que habían nacido. El pueblo se ahogaba entre las sospechas y la desconfianza. Y, si ni siquiera confiaban en sus vecinos de toda la vida, menos aún confiarían en aquel extraño, con extrañas cicatrices y ojos intimidantes.
Comenzaron a evitar a Rogue, alejándose de donde fuera que pasara y evitando hablarle. Sting, por su parte, se rehúso a dejarlo solo, incluso cuando la gente comenzó a hablar a sus espaldas, dirigiéndole miradas reprobatorias. No le importaba, ni siquiera cuando el mismo Rogue trató de alejarlo.
"No lo entiendes. ¡No puede ser! Vas a lastimarte, de muchas formas. Van a herirte también."
Las cosas se pusieron aún peor para Rogue cuando el panadero le dijo que no le permitiría trabajar más con él. Nadie compraba sus productos, asustados de que hiciera algo desagradable con su comida. La familia del aprendiz previo fue hasta su casa, convencidos de que él había causado el accidente de su hijo. Golpearon a la puerta por bastante tiempo, pero nadie respondió y no se sentía ningún sonido dentro. Esperaron durante casi todo el día, pero se fueron al final. Los inquisidores llegarían la próxima semana, de todas formas, no hacía ninguna diferencia si el pecador decidía ocultarse en su casa hasta entonces. Tenían otras cosas que hacer. Sting era más paciente, y vio a Rogue dejar su hogar en medio de la noche.
Habían peleado unos días atrás, ya que Rogue no quería que se involucrara en sus problemas y Sting seguía negándose a escuchar. Con la creciente tensión en el pueblo, no habían tenido tiempo de hablar al día siguiente, y esa era la primera vez que Sting lo veía solo. No lo dejaría ir esta vez. Así que lo siguió hacia los bosques, hasta que Rogue se detuvo y se giró.
– ¿Por qué me estás siguiendo? – Fue la pregunta. Sting debía haber hecho algún ruido sin darse cuenta.
– No quiero que estés solo. Es peligroso y podrían seguirte – Le respondió, mientras caminaba hacia él, pues no tenía sentido seguir escondiéndose.
– ¿Otra vez lo mismo? Ya te lo dije, Sting, lo mejor que puedes hacer es dejarme antes de que sea demasiado tarde para ti también.
Para ser sincero, Sting debería haber sabido lo que pasaría. Era la misma pelea, otra vez. Pero, esta vez, se sentía más valiente y decidió tomar el riesgo.
– No quiero. No quiero dejarte – Dijo, y tomó la mano de Rogue entre las suyas. –Quiero quedarme contigo, pase lo que pase, porque… porque te amo – Sting se inclinó hacia él y lo besó. Y Rogue… Rogue le regresó el beso, al menos por un instante. Un corto momento que se sintió como el cielo, antes de que se alejara.
Rogue estaba sonrojado y no podía mirarlo a los ojos, repitiendo los mismos argumentos que había usado antes. Sting no quería escuchar, no le importaba lo que dijera. Estaba seguro de que podía protegerlos a ambos, de todo y de todos. Pero Rogue seguía negando con la cabeza, hasta que no pudo contenerse más y le dijo la verdadera razón. Su secreto, ese que podía costarle la vida en cualquier lugar.
Retrocedió un par de pasos, liberando sus manos, antes de mirarlo por fin.
– Los rumores, la gente, ellos… tienen razón. No soy como tú, ni como ellos. Yo… soy algo más.
Sting vio con asombro como una bola de oscuridad se condensaba en la palma de Rogue. Era casi invisible bajo la sombra de los árboles, apenas se veía a la luz de la luna. De seguro, Rogue esperaba que se asustara, pero, tras su sorpresa inicial, su única reacción fue sonreír. Una gran y cálida sonrisa, porque él también tenía algo que decir.
Rodeando con su mano la muñeca de Rogue, creó una pequeña esfera blanca, justo al lado de la oscura. Sin perder su sonrisa ni dudar un segundo, dijo mientras le miraba a los ojos.
– Bueno, tal vez no somos tan distintos después de todo.
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N/A: Mátenme(?) Debo decir, para defender a Rogue, que el accidente de verdad fue un accidente y no tiene nada que ver con él. Pero díganle eso a la gente histérica.