3.
El trayecto en taxi fue una pesadilla. No solo le costó trabajo —y una fortuna— encontrar a un taxista que se prestara a manejar en esas condiciones, sino que desde el momento en que se sentó, Victor estaba muriéndose de miedo. Para colmo, tenían que ir a una velocidad muy baja para no accidentarse, lo cual prolongó el trayecto —y los malos recuerdos— más de lo necesario.
Victor entendió que no importaba su edad, el sentimiento de pérdida siempre lo haría sentir como un pequeño.
Yuri salió del baño después de un rato, solo para encontrarse con gran conmoción. La gente iba de un lado a otro, frenética. Había más de un empresario hablando por teléfono desesperadamente, y más de un niño pegado a los ventanales observando el paisaje: afuera había una tormenta.
De nieve.
Yuri sintió una punzada en el estómago. Jesús, él sabía que a pesar de la tecnología de la época actual el clima siempre podía cambiar de último momento y sorprender a todo mundo, mas no esperaba que una tormenta de esa magnitud llegara completamente sin precedentes. Y lo peor del caso era que eso solo podía significar una cosa: vuelos cancelados.
Impaciente, caminó hacia la sala de su vuelo a pedir informes. Y en efecto, el vuelo de esa noche a Hasetsu había sido cancelado hasta nuevo aviso. La sobrecargo le aseguró que estarían dando informes continuamente; pero que lo más probable es que tendría que esperar —mínimo— toda la noche.
Yuri nunca se había sentido tan desesperanzado. Ahora más que nunca quería irse a casa y estar solo.
Parecía que últimamente las cosas no salían como él quería. Al menos tenía el consuelo de que los caminos estarían cerrados por las condiciones climáticas, lo cual significaba que no tendría otra opción sino pasar la noche en el aeropuerto.
—Al menos así no tendría que verle la cara a Victor de nuevo—.
Yuri suspiró y fue por un café: aquella sería una larga, larga noche.
Victor bajó del taxi con las piernas temblorosas y ganas de vomitar. Makkachin aullaba levemente al sentir la desesperación de su dueño cuando lo abrazó con fuerza y un escalofrío lo sacudió.
Oh, Yuri, lo que lo hacía hacer. Tan solo esperaba que lo perdonara, y aunque no lo hiciera... la travesía y el miedo valían la pena de todas formas, si es que había al menos una remota posibilidad de que volviera a su lado.
Entró en el aeropuerto y lo primero que hizo fue comprarse un gorro y unos lentes de sol para que la gente no lo reconociera. Odiaba comprar cosas en los aeropuertos por los precios exagerados, pero en ese momento no tenía otra opción. Posteriormente compró una caja de transporte para Makkachin y lo metió en ella a pesar de los lloriqueos del perrito y del propio dolor que le causaba. Mas no se le ocurría otra manera más sincera de demostrarle a Yuri su amor.
Se enjugó una lágrima que apenas comenzaba a formarse y se dedicó a buscar a Yuri. Pero cuando fue a la sala del vuelo a Hasetsu, él no estaba ahí y a Victor se le fue el aire.
"Ese tipo de allá es guapo, ¿no crees?"
"¡Sí, sí! De hecho se me hace conocido..."
¿Qué tal si, en su desesperación, Yuri había salido del aeropuerto?
"Espera... ¿no es el patinador que se había retirado? El que entrena al japonés..."
"¿Victor Nikiforov? ¡No puede ser!"
¿Qué tal si había tomado el camión a otra ciudad antes de que la tormenta se desatara, y ahora se encontraba en algún lugar de la carretera, asustado y al borde de un accidente?
"¡...Hay que pedirle su autógrafo!"
Eso si es que aún estaba vivo...
"Um, eh... no creo que sea buena idea, parece que algo le pasa, ¿no crees?"
Victor cerró los ojos con fuerza e intentó no pensar —"¡Tonterías! ¿Cuándo vas a volver a encontrarte con Victor Nikiforov?"—; pero lo único que sus ojos veían eran encabezados de periódico — sangre — un camión volcado —"¿y dónde está el chico japonés?" "Tiene sentido que esté por aquí. Ahí hay un vuelo a Japón." "Escuché que son muy cercanos…"
— terribles accidentes —
"¿...cómo se llamaba?"
— dos cuerpos tirados en la nieve y... —
"Yuri. Yuri Katsuki."
...Mihael Smirnov...
"¡VICTOR! ¡Hey, Victor Nikiforov!"
Victor gimió, lleno de dolor. Abrió los ojos. Su visión era borrosa y tardó un minuto en ajustarse. Su estómago estaba revuelto y su frente se sentía pegajosa.
No se había percatado de ello, sin embargo se había apoyado contra una pared. Las tres chicas que había oído al fondo de su mente estaban ahora frente a él, observándolo con expresiones preocupadas. Había más gente rodeándolos y contemplando la escena ahora que su identidad había sido revelada. Y, hasta el fondo, estaba Yuri con un café que temblaba en sus manos y una expresión de completo terror. Victor se hubiese sentido dolido de no estar tan aliviado. Y entonces todo lo demás pasó a segundo plano: las voces de la gente haciéndole preguntas y pidiéndole autógrafos, los ladridos de Makkachin, el hecho de que sus lentes nuevos hubiesen caído al suelo. Una sonrisa atravesó su rostro y sintió sus mejillas calentarse, hasta que Yuri retrocedió, tiró el café y salió corriendo.
Sin pensarlo, Victor lo siguió, y sus admiradores lo siguieron a él. "¡Yuri! ¡Yuri!" exclamó con Makkachin en mano, mientras los fanáticos grababan el curioso momento y cuchicheaban rumores. Victor no los escuchó. Tenía que concentrarse en alcanzar a Yuri rápido, porque si de resistencia se trataba, Yuri podía huir toda la noche.
Y lo logró. Su condición y sus brazos largos alcanzaron a Yuri y logró halarlo de la muñeca. Yuri intentó zafarse sin mucho éxito.
"¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Déjame ir!"
"¡Yuri, déjame hablar contigo!"
"¿Qué están diciendo?"
"No sé, pero el japonés no parece contento..."
"¡Oye, Victor! ¿Es cierto que ustedes dos están saliendo?"
Victor se distrajo, y volteó a ver a su pequeño público por un instante. Inclusive Yuri cesó de luchar.
"¿Yuri y yo?"
Los fanáticos no parpadeaban, no paraban de tomar fotos ni video. Cada segundo quedaría registrado y seguramente estaría en las noticias del día siguiente.
Victor volteó a mirar a Yuri a los ojos.
"Eso depende de lo que conteste Yuri ahora."
El silencio fue apabullante.
Yuri parpadeó, confundido. Tragó saliva con nerviosismo y rompió el agarre de Victor.
"No." La expresión de Yuri se tornó agria, y apartó los ojos de Victor para mirar a su público. "Nosotros no estamos saliendo. ¿Verdad, Victor?"
Victor se aclaró la garganta, tratando de ocultar su tristeza.
Asintió y fingió una sonrisa pobre y volteó hacia sus admiradores.
"Sí. Yuri tiene razón." Volvió a ver a Yuri, cuya expresión era extrañamente severa. Y eso le dolió.
Tenía que hablar con él. En verdad lo necesitaba. No obstante, era imposible con los fanáticos impacientes haciéndoles preguntas y siguiéndolos a todos lados. Victor tendría que arreglárselas de otra forma.
Tenía que agradecer a la seguridad del aeropuerto por intervenir, de lo contrario seguramente los admiradores le hubieran quitado toda la noche. Cuando se enteraron del alboroto los ayudaron a salir de ahí. Victor le propuso a Yuri pasar la noche en una de las habitaciones para la gente con pases VIP. Yuri se negó, por supuesto; pero terminó aceptando de mala gana ya que sería más difícil tener tranquilidad ahora que la gente lo había identificado.
Fueron escoltados hasta la habitación. Era individual y pequeña, y les ofrecieron otra, pero Victor argumentó no tener suficiente dinero. Yuri sabía que era mentira, mas no tenía mucha opción. Él mismo se había gastado sus modestos ahorros con el repentino viaje a Hasetsu.
Victor se quitó la chamarra, puso a Makkachin en el piso y se sentó en la cama, recargándose contra la cabecera. Yuri lo meditó por un momento y luego fue a sentarse en un pequeño sofá.
"Ven acá," le dijo Victor. "Siéntate conmigo".
"No."
Victor soltó un suspiro. "Yuri..."
"No quiero, Victor. No quiero estar cerca tuyo."
Victor bajó la mirada.
"Entiendo. Pero por favor… Como despedida, pasémosla bien esta noche."
Yuri frunció el ceño y se ruborizó. Victor se percató de su error.
"N-no me refería a eso, te lo juro."
Yuri hizo una mueca de incomodidad. "De todas maneras, no vas a rendirte hasta que me siente contigo, ¿verdad?"
Victor sonrió esperanzado.
"Veo que lo entiendes."
"¿Qué es lo que quieres de mí, Victor?" inquirió Yuri con voz firme, cumpliendo el capricho del ruso y sentándose en la cama, de manera que se vieran fijamente. La expresión de Victor se suavizó.
"Hay algo que quiero decirte."
"Victor, nada de lo que digas me hará cambiar de opinión, no importa cuántas veces te disculpes."
"No — no es eso, bueno, sí, lo siento. Lo siento desde lo más profundo de mi corazón, Yuri," dijo Victor sinceramente, tomando la mano de Yuri y colocándola sobre su pecho para que pudiera sentir sus latidos erráticos. Yuri se sonrojó y apartó la mano como si la piel de Victor lo quemara.
"No me toques, por favor."
El semblante de Victor se tornó aún más triste.
"...Vale," aceptó cabizbajo cuando pudo recuperar la voz. "Lo respeto, Yuri. E igual respeto que no puedas perdonarme, pero al menos déjame explicarte."
"¿Por qué?" Yuri frunció el ceño, resentido. "¿Por qué ahora?"
"Siempre dijiste que querías saber más de mí. Bueno, pues aquí va. Solo escúchame, ¿sí?" insistió al notar que Yuri estaba a punto de replicar. "Y después podrás irte y no verme nunca más si es lo que quieres. Es lo último que te pido, te lo prometo."
Yuri suspiró.
"Está bien."
Victor esbozó una sonrisa de alivio y tristeza.
"Había una vez este chico ingenuo que idolatraba a un patinador—"
"¿Estás hablando de mí?"
Victor negó con la cabeza.
"No. Y también estaba este chico, este patinador, que era muy talentoso y seductor y entabló una extraña amistad con el otro chico—"
"Okay, ese eres tú."
Victor volvió a negar con la cabeza.
"No, no realmente. El nombre del patinador era Mihael Smirnov, y el otro chico... era yo," exhaló.
"Nos conocimos cuando yo tenía catorce y el dieciocho en un pueblito a unas horas de aquí. Había nevado el día anterior y ambos salimos a patinar por ahí. Me llamó la atención porque entre toda la gente, él era el que patinaba mejor. A él también le gustó como patinaba, y fue él quien se acercó a mí. De ahí nos volvimos buenos amigos, a pesar de la diferencia de edades. Aunque creo... creo que él a veces me veía más bien como un hermano menor."
"¿Cómo era?" preguntó Yuri, curioso.
Victor desvió la mirada y Yuri se sorprendió. Eran contadas las veces en que dejaba ver esa parte de sí que era insegura, triste y vulnerable.
"No creo que quieras saberlo," susurró.
"Quiero saberlo. Quiero saberlo todo," presionó Yuri. Victor lo miró. Abrió la boca para hablar, la cerró, pensó un momento y luego continuó.
"...Bien. Era muy guapo," sonrió, perdido en el pasado; "su espalda era ancha, sus ojos cafés y tenía algo de barba. Pero lo que más me gustaba de él, aparte de su manera de patinar... era su pelo. Era castaño y rizado, muy bonito—"
"Dijiste que tu color favorito era el café," dijo Yuri con los ojos muy abiertos. Su estómago dio un vuelco. Ahora entendía porqué Makkachin...
Y sin embargo, le dolía. Porque en ese momento Victor había implicado que era por el color de sus ojos, y ahora se daba cuenta que había sido otra de sus mentiras.
¿Qué tanto había influenciado esta persona a Victor?
Quisiera ser yo quien lo inspirara así.
Quisiera...
El suspiro audible de Victor lo trajo de vuelta de sus cavilaciones.
"Te dije que no querrías saberlo."
Yuri se tomó su tiempo para procesarlo.
"Está bien," respondió después de un rato. "Continúa."
Después de todo, mi corazón no puede romperse más ya.
"Mihael me enseñó a mejorar mi técnica. Era invierno y nos juntábamos muy seguido. Él estaba muy obsesionado con el patinaje, tanto como yo. Soñaba con ser profesional y ganar por su país. Era muy nacionalista y me lo inculcó a mí también, aunque sinceramente nunca me importó mucho. Pero yo era feliz si él era feliz, aunque no me quisiera de esa forma. Solo lo conocí por dos meses, pero me enamoré de él aunque yo sabía que era un caso perdido. Mihael siempre estaba saliendo con alguna chica, pero siempre lo negaba cuando estaba conmigo," Victor suspiró. "Estoy seguro de que se daba cuenta de lo que yo sentía por él, y de cierta forma se aprovechaba de ello, ¿sabes? Coqueteaba conmigo y lograba ponerme nervioso, y yo era tan tonto e inocente en ese entonces que siempre caía en sus trucos. Nunca definió una relación entre los dos, pero tampoco dejaba que me alejara. Supongo que le gustaba la atención."
"Entonces, ¿nunca ocurrió nada entre ustedes?" inquirió Yuri, llevándose las rodillas al pecho y rodeándolas con sus brazos. Estaba tenso, triste y no quería mirar a Victor a la cara o se echaría a llorar.
Victor tomó aire.
"Una vez estábamos viendo una película en mi casa y me besó. Mi mamá entró en ese momento y quedó horrorizada. Echó a Mihael de la casa y llamó a mi padre. Me prohibieron verlo y dijeron que era una mala influencia para mí. Un pervertido que quería desviarme del camino del bien. Pero ellos no entendían que Mihael solo estaba jugando, y el pervertido... era yo. Yo era el que deseaba con todas mis fuerzas estar con él. Era yo quien soñaba con él todas las noches y que no dejaba de pensar en besarlo. Pero eso ya no importaba. Mis papás me castigaron y pasé una semana encerrado en mi cuarto, hasta que una noche Mihael entró por la ventana para despedirse."
"¿Se fue?"
Victor asintió.
"Constantemente hablaba de venirse acá y volverse un patinador profesional. Se despidió de mí y dijo que me esperaría. Esa noche había nevado muy fuerte y le dije que esperara un par de días, pero no me hizo caso. Se fue con la chica con la que estaba saliendo en ese entonces y no supe nada por un par de días... Hasta que después me llegó la noticia de que hubo un terrible accidente en la carretera y..."
Yuri no pudo evitar tomar la mano de Victor al verlo descomponerse de ese modo: todo su cuerpo estaba temblando. Su voz se cortó y un sollozo incontenible escapó de su boca. Yuri sintió un nudo en la garganta con tan solo verlo así.
Una lágrima resbaló por la mejilla de Victor.
"Mihael murió," Victor volvió a sollozar. "P-por eso... por eso odio las tormentas de nieve."
"Shhh," Yuri apretó su mano. "No tienes que seguir."
Victor soltó la mano de Yuri y se secó las lágrimas.
"No, d-déjame terminar, yo..." tomó una gran bocanada de aire y se serenó poco a poco; "Estuve muy deprimido," suspiró; "no quería salir de mi cuarto, no quería comer ni ir a la escuela, y mucho menos patinar. Mis papás se preocuparon mucho y me llevaron con un psiquiatra —ellos decían que era por mi depresión, pero yo sé que lo que les preocupaba más es que estuviera así por un hombre. Me dieron pastillas antidepresivas e incluso consideraron que si seguía así, tendrían que llevarme a terapia de reorientación sexual. Yuri, ellos aborrecían a su propio hijo, solo porque su orientación sexual es un poco... diferente."
"Lo siento," escupió Yuri, sintiéndose terrible y confundido. Una parte de él quería odiar a Victor por lo que le había hecho, pero la otra no podía evitar sentir compasión por él. Ahora entendía mejor porqué Victor estaba tan renuente a aceptar públicamente una relación, y el hecho de que apenas hacía unas horas prácticamente se había arriesgado frente a los admiradores del aeropuerto —de no ser por la respuesta de Yuri— decía bastante. Pero Yuri no quería ilusionarse, porque a pesar de que Victor había atravesado una tormenta de nieve para ir con él — a pesar de que casi aceptaba su relación públicamente — eso no cambiaba el hecho de que le había mentido, y Yuri no sabía que creer.
"Está bien," Victor exhaló. "Estuve muy asustado y solo por un tiempo. Así pasé un año entero, pensando que sería mejor estar muerto. Y entonces, un día después de ir al psiquiatra me encontré con un cachorrito abandonado," Victor miró la caja de Makkachin y pasó saliva, melancólico. "Su color y sus rizos me recordaron tanto a Mihael que tuve que quedármelo. Mis papás me vieron tan feliz por primera vez en mucho tiempo que no pudieron negarse. Makkachin me motivó a patinar de nuevo, y aunque mis papás no querían —ellos pensaban que era una actividad para niñas, y que eso había ayudado a mi desviación— no pudieron detenerme. Escapé a Moscú y conocí a Yakov, y cuando comencé a volverme famoso mis papás volvieron a entablar contacto conmigo. Decidí perdonarlos, pero no quería volver a verlos. Aún así, les mando dinero. Después de todo, son mis padres," exhaló, melancólico. "Y el resto... el resto es historia. Mihael alguna vez me dijo que el público siempre querría que lo sorprendieras, y es lo que he estado tratando de hacer. Sin embargo... llega un punto en el que el tiempo te hace olvidar los sentimientos y vas perdiendo la inspiración. Todo empieza a volverse rutinario, y entonces... entonces vi tu video, y supongo que de alguna forma me recordó a mí cuando era más joven. Cuando era como tú," Victor miró a Yuri a los ojos y tomó sus manos. Yuri se lo permitió, a pesar de que no estaba seguro de lo que sentía en ese momento.
Victor habló de nuevo, firme pero con el sentimiento en la mirada.
"Yuri, sé que esto no justifica lo que te hice, pero tienes que entender," su voz se quebró ligeramente y carraspeó; "tienes que entender que todo este tiempo me he sentido solo y me he estado aferrando a la memoria de Mihael. No quería decepcionarlo. Y entonces llegaste tú y volví a sentir algo que había olvidado. Me inspiraste, Yuri. Pero no quería... no quería olvidar a Mihael. Sentía como si lo estuviera traicionando, ¿sabes? Por eso traté de engañarte, aunque en realidad..." Victor hizo una mueca, "solo me he estado engañando a mí mismo. Ese estúpido plan era solo una ilusión para hacerme creer que no me estaba enamorando —que no estaba olvidando a Mihael, pero," Victor se mordió el labio; "¡su recuerdo está cada vez más borroso!"
Yuri tomó el rostro lloroso de Victor y le secó las lágrimas con movimientos errantes. Se sentía ansioso, partido entre sus ganas de besarlo y consolarlo y su dolor por la traición. Pero Victor seguía derrumbándose frente a él, y Yuri no pudo evitar abrazarlo y acariciar su cabello.
Makkachin lloraba desde su caja.
"Victor. Estoy seguro de que a Mihael le hubiera gustado que fueras feliz."
Victor sollozó. De nuevo se sentía como ese niño de catorce años, frágil e ilusionado. Triste, pero con una extraña sensación de esperanza en el pecho.
Poco a poco su llanto fue cesando. Las caricias de Yuri y los susurros dulces en su oído lo arrullaban. Estaba exhausto. Sus párpados pesaban y su pecho se sentía denso, mas no quería que el momento terminara.
Pero fue Yuri el que se apartó, y Victor no pudo hacer nada por detenerlo. Cuando volvió a mirarlo de frente, se percató de que sus ojos también estaban rojos y llorosos.
"Lo siento," se disculpó Victor por costumbre.
Yuri negó con la cabeza.
"Gracias por ser sincero conmigo."
"Yuri," expulsó Victor, con los brazos colgando estúpidamente a sus costados. Así, mirándolo de frente y deseoso por sentir su tacto, se sintió lleno de una emoción que creía haber olvidado; y era tan intensa que tenía que expresarla o su pecho explotaría. "Yuri, te amo."
"Victor—"
No pudo contenerse más. Se lanzó a sus labios. Yuri se quedó pasmado ante el fervor de Victor. Su amor dolía, le rasgaba la piel y le ardía. Victor le devoraba, le mordía. Yuri no pudo evitar llorar e intentar apartarlo, pero Victor no cedió. De esa manera, Yuri fue entregándose poco a poco, a pesar de la voz en su cabeza que le decía que no era una buena idea. Porque sin importar lo mucho que quisiera a Victor y lo mucho que este se sincerara, no podía sanar la herida del todo. Ni aunque sus labios fueran adictivos y lo hicieran olvidarse de todo por un momento; y, oh, Dios, se sentía tan bien y el aroma de Victor lo mareaba. Yuri se dejó llevar por el mismo arranque de Victor y se arrimó más a él, besándolo con hambre y tomando su rostro bruscamente entre sus manos. Se sentó a horcajadas sobre Victor y sus cuerpos encajaron tan perfectamente que Yuri sintió ganas de llorar, pero solo soltó un gemido. Victor estaba duro y la fricción al mover sus caderas contra las de Yuri le causó un escalofrío.
Desesperado, Victor comenzó a desabotonar la camisa de Yuri y mordisquear los lugares donde iba mostrando piel — empezó por su oreja, luego su cuello, su pecho. Iba por su abdomen cuando Yuri lo asió del pelo para que se detuviera.
Victor lo miró desde abajo. Los ojos de Yuri estaban acuosos.
"No, Victor. No puedo hacer esto," sollozó.
Victor se incorporó. Yuri se alejó de él lo más que pudo.
"Lo siento," se disculpó Victor. Yuri sorbió la nariz.
"No, no es cierto. No lo sientes. Y aunque lo hagas, no puedes arreglarlo solo con eso, ¿sabes?" sentenció, triste. "Victor, te adoro. Ese es el problema. Que toda tu vida la gente te ha adorado y por lo mismo siempre te sales con la tuya. Todos te aman y siempre obtienes lo que quieres. Y conmigo fue así, también. Una sonrisa y ya me tenías en tus manos," Yuri inspiró amplio para que el llanto no lo interrumpiera; "Pero, ¿sabes algo? No voy a negar que te amo, pero esto no es algo que puedas arreglar tan fácilmente. Y Victor, esto me destroza, pero no puedo perdonarte por lo que hiciste. Simplemente no puedo, por más que quisiera."
"Yuri, cerdito, no llores. Te prometo que—" comenzó Victor, llorando de la misma manera y tratando de abrazar a Yuri. No obstante, este último lo apartó.
"¡No! ¡No más promesas, Victor! ¿Cómo quieres que confíe en ti de ahora en adelante? ¡¿Cómo voy a saber que me estás diciendo la verdad y que no estás actuando?!"
"Lo lamento tanto," Victor dijo con las lágrimas cayendo libremente por las mejillas. Hacía tanto que no lloraba de esa forma tan desesperanzada y honesta, desde la muerte de Mihael. Pero, más que el rechazo de Yuri, le dolía verlo tan destrozado; y le dolía la posibilidad de no volver a tenerlo en brazos. "En serio — soy un estúpido, Yuri, y quisiera decirte algo que te consuele más, pero... esto es lo único que tengo. P-por favor... si me tienes algo de cariño, aunque sea un poco," jadeó; "perdóname."
Los labios de Yuri temblaron, pero su respuesta fue firme.
"No."
"Entonces me quedaré aquí," insistió Victor desesperadamente. "Estaré aquí toda la noche, junto a ti, hasta que logre convencerte," juró.
La expresión de Yuri se crispó y enterró el rostro en sus manos, permitiendo que los sollozos sacudieran su cuerpo violentamente. A Victor lo partió en dos verlo así y lo abrazó con fuerza, llorando también. Yuri estaba tan desconsolado que esta vez no forcejeó. Y fue el turno de Victor para acariciar su espalda y prometerle que todo estaría bien, aunque ni él mismo lo creyera.
Yuri se fue serenando después de un rato. Su cuerpo dejó de temblar, mas Victor no lo soltó. Yuri se mantuvo inmóvil por un tiempo más, prolongando el agridulce momento. Y entonces...
"Victor," anunció con voz pastosa; "déjame ir."
Victor apretó los ojos, apretó su abrazo por última vez.
Y luego lo soltó.
Yuri no lo miró. Se sentía avergonzado de sí mismo y quizá sería superficial, pero no quería que Victor se llevara esa imagen de él; con el rostro húmedo e hinchado. Se paró de la cama y se acomodó en el pequeño sofá, dándole la espalda a Victor. Era incómodo, pero prefería eso a estar cerca de él. Su corazón no podría soportarlo.
"Hey," dijo Victor. Yuri podía escuchar la desdicha en su voz y se maldijo porque le importara. "¿No vas a dormir en la cama?"
"No," replicó Yuri. Su voz sonaba ronca.
Por un momento, el cuarto quedó en completo silencio. Posteriormente, Yuri oyó cómo Victor se movía entre la colcha y soltaba un suspiro. Supuso que se había rendido y acomodado en la cama, pero cuando volvió a hablar su voz sonaba más cercana.
"Cerdito... puedes quedarte con la cama, si quieres. Yo dormiré ahí."
Yuri se sorprendió por la suavidad de la voz de Victor y por el hecho de que hubiese respetado su decisión sin insistir tanto. Sintió un nudo en la garganta.
"Gracias," respondió sin mirarlo y se dirigió a la cama. Se acomodó entre las sábanas y lo último que escuchó fue a Victor echarse en el sofá y los lloriqueos de Makkachin.
Yuri despertó de madrugada, sintiéndose vacío. Estuvo un buen rato en la cama, cerrando los ojos para intentar volver a dormir.
Fue en vano.
Derrotado, se incorporó. Makkachin soltó un ladrido, y Yuri se percató de que Victor no estaba.
Su corazón dio un vuelco.
En el mueble donde había dormido ahora solo estaba una cobija doblada y una nota. Yuri se acercó y le tomó más tiempo del necesario abrirla —sus manos no dejaban de temblar.
Yuri se armó de valentía y comenzó a leer.
Yuri:
Te amo. Te amo demasiado. Y es por eso que no pude cumplir mi promesa. Me es demasiado duro quedarme sabiendo que de todas maneras vas a irte. Porque seamos honestos —no hay manera en que puedas perdonarme, y no te culpo. Así que aquí estoy, decepcionándote una vez más. Después de todo, no creo que puedas odiarme más ya.
Cerdito, sé que ya no puedes confiar en mí después de lo que te hice. Pero quiero decirte que eres la primera persona a la que he amado en mucho tiempo. Por muchos años solo me he interesado por mí y por Makkachin, y es por eso que lo dejo contigo. Para demostrarte lo mucho que te amo.
Sé que lo cuidarás bien. De hecho, no dudo que lo harás mejor que yo. Por favor hazlo. He dejado un pedazo de mi corazón con él.
Yuri, cerdito, eres una persona extraordinaria. Quise mostrarte mi Eros, pero tú me enseñaste Ágape. Y por eso no podría estar más agradecido.
Estaré viéndote en tus competencias, a lo lejos. Y si algún día quieres regresar a mí (aunque lo dudo), te estaré esperando con los brazos abiertos.
Te ama como nadie,
Victor
"Pasajeros del vuelo DN282 con destino a Hasetsu, favor de abordar en la sala—"
Ágape, el amor incondicional.
El día estaba nublado, pero ya no nevaba.
Incondicional. Que ama a pesar de todo.
Makkachin lloriqueó. Debía ser horrible pasar tanto tiempo en una caja, Yuri pensó.
Amar es perdonar.
Quizá debería...
"Señor, ¿me permite su boleto?" preguntó la sobrecargo, distrayéndolo de sus pensamientos.
"Oh. Claro."
"Yuri, tienes que dejar de torturarte. Tú también tienes derecho a ser feliz."
"Supongo que tienes razón, Yuko."
Sus bolsillos estaban llenos de esperanza y un boleto de avión sin usar.
Yuri se balanceaba nerviosamente frente a la mansión de Yakov y Lilia, mientras esperaba que le abrieran la puerta. Esperaba que Victor estuviese ahí, de lo contrario no sabría dónde más buscar; y aunque la tormenta había pasado, la nieve y el hielo cubrían los caminos y los volvían prácticamente intransitables. Makkachin ladró alegremente, al fin afuera de su caja, y Yuri se agachó para acariciarlo cuando la puerta se abrió y salió uno de los sirvientes.
"Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?"
"Buenos días," respondió Yuri educadamente, tratando de modular su voz para no sonar ansioso. "¿De casualidad no se encontrará aquí Victor Nikiforov?"
"Oh, lo siento. El señor Nikiforov se encuentra en el hospital."
Yuri sintió que su estómago caía hasta el suelo.
"¿Qué?"
Yuri entendía ahora el infierno que Victor debía haber pasado cuando Mihael se había ido.
Podía imaginárselo, aterrado en un taxi por la tormenta y con el corazón hecho pedazos. Podía imaginarse la sangre helándose en sus venas al oír el chirrido de las llantas y el horror deformando sus facciones al sentir el impacto y salir disparado por el parabrisas. O quizá había sido peor. Quizá se hubiese quedado atrapado en el auto, sufriendo y desangrándose hasta que la ambulancia llegó...
Y todo por mí.
Enfrentó dos veces en una noche el miedo que no había enfrentado en más de diez años... por mí.
¿Y para qué?
Si hubiera dejado de ser tan orgulloso y lo hubiera perdonado antes, nada de esto hubiera pasado.
Yuri sintió ganas de vomitar. Tan solo esperaba que no hubiera sido un accidente grave, aunque...
¿A quién tratas de engañar? Los accidentes por tormentas de nieve siempre son graves, y lo sabes.
Yuri le pagó al taxista y bajó del vehículo lo más rápido posible, con Makkachin entre sus brazos. Lo ató a un poste y entró. Preguntó en un mal inglés por Victor a una de las enfermeras que estaba ahí, pero ella solo lo vio raro. Yuri comenzaba a desesperarse cuando otra enfermera pareció entenderle y lo guió al cuarto de...
¡¿Yuri Plisetsky?!
"¿Qué haces aquí?" inquirió Yurio cuando Victor entró a mitad de la noche, con el cabello lleno de nieve y las mejillas sonrosadas. "¿No deberías estar con Yuri?"
Victor sonrió. Su visión se nubló y su sonrisa se transformó en una mueca.
Yurio abrió los ojos como platos. Quiso burlarse o hacer algún comentario sarcástico, mas fue incapaz cuando Victor se quebró frente a él.
En efecto; Yuri Plisetsky era quien estaba sentado en la cama del hospital, con el pie lastimado ahora inmovilizado y en alto. El rubio estaba rodeado de personas: a su lado estaba un hombre mayor que le revolvía los cabellos y provocaba su sonrojo. Después estaba una pareja: ambos eran altos y espigados, de cabello rubio claro como el de Yurio y tez muy blanca. Yuri supuso que eran sus padres, y el señor, su abuelo.
Frente a la cama estaban Lilia, Yakov y una joven pelirroja cuyo nombre Yuri desconocía. Y del otro lado de la cama y dándole la espalda... estaba Victor.
La atmósfera del lugar era cálida debido a las risas de los presentes. Todos parecían divertidos —la pelirroja se burló del sonrojo de Yurio, y este le respondió groseramente hasta que el hombre mayor volvió a revolver sus cabellos y Yurio se transformó en un niño manso y tierno. Los demás —incluyendo a Victor— volvieron a reír a carcajadas.
La escena era digna de una película de Navidad, una estampa familiar alegre y unida. Una familia en la que Yuri simplemente no encajaba.
Yuri cerró los ojos. Se sentía insignificante.
Cuando los volvió a abrir, la mirada penetrante de Yurio estaba sobre él.
Yuri entró en pánico por tantas emociones que llenaban su pecho, y antes de que el rubio pudiera enunciar palabra, echó a correr fuera del hospital.
El hospital era un edificio gigante con una explanada igual de grande. Yuri desató a Makkachin con manos torpes y comenzó a caminar a grandes zancadas. Su vista estaba nublada, y ni él mismo entendía porque tenía tantas ganas de llorar.
"¡Yuri!"
Yuri se quedó paralizado al reconocer la voz. Fuertes brazos lo rodearon y la risa de Victor retumbó en su oído derecho. Yuri le dio un codazo y Victor cayó al suelo con un alarido vergonzoso.
"¡Agh! ¡¿Por qué hiciste eso?!"
Yuri frunció el ceño, mirándolo desde arriba. Fue cuando se percató de que no tenía palabras para expresar lo que sentía. Todo su interior era un desastre.
Makkachin ladró y corrió a su alrededor cuando Yuri soltó su correa. Seguramente tenía muchas ganas de jugar después de pasarse toda la noche en una caja.
"Yuri... cerdito, si no tienes nada qué decir, ayúdame a levantarme." Victor le extendió una mano. Yuri lo pensó por un momento, antes de que su ceño se intensificara y se dio la media vuelta.
"No."
"Oh, vamos, cerdito..."
Yuri siguió caminando lejos de Victor. Sabía que estaba siendo ridículo, mas no podía controlarse. Estaba furioso. Furioso por todo el dolor que Victor le había hecho pasar, furioso porque Victor lo recibía con brazos abiertos y porque a pesar de todo, ese idiota de Victor le preocupaba y le había dado un susto de muerte. Furioso porque...
"¡AHHH!" exclamó Yuri estúpidamente al resbalar y caer de bruces en la nieve. Victor se desternilló de la risa.
"¡Hey, Yuri!" llamó. Yuri se hincó y volteó... solo para recibir una bola de nieve en su hombro.
Gritó de la sorpresa mientras Victor reía.
"¡Agh! ¡Qué maduro!"
Yuri fue silenciado por otra bola de nieve y más carcajadas de Victor. Enfurruñado, se limpió la nieve de la cara y le lanzó una bola a Victor. Victor contraatacó, y pronto se vieron envueltos en una guerra de bolas de nieve. Sin percatarse de ello, cada vez se acercaban más con la excusa de un ataque más directo. Victor reía y reía, y se veía tan guapo con el pelo despeinado y lleno de nieve, y las mejillas rosadas por el frío. Su alegría era contagiosa, y sin querer Yuri se encontró a sí mismo riendo a carcajadas cuando estaban tan cerca que comenzaron a forcejear. Victor lo tomó de las muñecas para impedirle hacer más bolas de nieve. Yuri intentó zafarse, pero entonces Victor comenzó a hacerle cosquillas y su risa se intensificó a un nivel histérico. No podía respirar, retorciéndose entre los brazos de Victor. Hasta que de pronto, resbaló y Victor no alcanzó a sostenerlo.
Al golpear el piso, suave por la nieve, Yuri fue consciente del sonido de su propia risa. Las áreas en su estómago que Victor había tocado le producían un extraño ardor y se sintió tan miserable porque oh, Dios, Victor lo había tocado y eso lo hacía tan inmensamente feliz que era sencillamente patético. Yuri estaba hasta el cuello. Estaba tan estúpidamente enamorado de Victor y aquello era trágico, porque Victor lo había lastimado de sobremanera y a pesar de ello, Yuri seguía preocupándose por Victor.
Su risa murió poco a poco en su garganta, tornándose silenciosa. Podía escuchar los jadeos de Victor, también estaba riendo e intentaba calmarse. Yuri resolló, histérico, los últimos remanentes de su risa transformándose en sollozos.
Se tapó los ojos con las manos.
Victor paró de reír.
"¿Yuri?" preguntó preocupado. Su voz se oía desgastada, y Yuri no encontró la suya para responderle.
Estaba harto. Quería controlarse y dejar de llorar, pero la emoción que lo sobrecogía era intensa y necesitaba una salida. "Oh, no, no, no, cerdito, por favor no llores," el apodo era tan estúpido y Yuri intentó reír por lo patético de su vida, pero sonó como un lamento.
Victor se hincó e intentó apartarle las manos de la cara. Yuri le dio un codazo.
"Estoy tan cansado," lloriqueó. "Estoy cansado de esto, estoy cansado de sufrir y de llorar, ¡y no puedo parar! ¡Todo es tu culpa! ¡Te odio, Victor Nikiforov! ¡Te o—"
"Shh, todo va a estar bien. Estoy aquí contigo," lo silenció Victor, rodeándolo fuertemente con sus brazos. Yuri forcejeó.
"¡Déjame ir! ¡Déjame—!"
Victor capturó sus labios y Yuri cayó rápidamente. Su beso fue superficial y voraz, expresando todo el enojo y deseo que llevaba dentro. No obstante, conforme continuaban besándose, la furia de Yuri fue evaporándose y permitió que Victor profundizara el contacto. Su mano se perdió en el cabello de Victor, quien de pronto rompió el beso y se estremeció en el cuello de Yuri.
Estaba riendo.
A Yuri volvió a invadirlo la furia y el dolor.
"¡¿Te estás burlando de mí?!"
Victor levantó el rostro y Yuri jadeó. Sus ojos azules estaban llenos de lágrimas.
"N-no," negó, soltando otra risita nerviosa. "Es solo que e-estoy m-muy feliz de que hayas vuelto."
Yuri sintió un nudo en la garganta y, emocionado, abrazó a Victor.
"Estás temblando," susurró. Rompió el abrazo y acarició el rostro empapado de Victor, que sonreía a pesar de todo. Yuri sonrió de vuelta.
"Hey, Victor. Vamos adentro."
Victor sorbió la nariz, asintió y rio nerviosamente. Se puso de pie y ayudó a Yuri a pararse. Makkachin ladró y corrió hacia ellos mientras caminaban hacia el hospital tomados de las manos.
"No te atrevas a quitarme los ojos de encima," dijo Yuri, frente a frente, antes de competir para ir a la Copa de China.
Victor aprovechó la cercanía y le robó un beso que seguramente daría mucho de qué hablar, pero ya no le importaba.
"No lo haré," respondió con una sonrisa, seguro de que Yuri saldría a triunfar.
fin.