Disclaimer: Algunos de los personajes no me pertenecen, Stephenie Meyer los creo en su preciosa cabecita, yo solo juego un poquito con ellos. La historia es mía.


Outtake: Lady Alice.

EL COMIENZO

Alice Brandon nacio en Jackson, Mississippi; siendo la mayor de dos hermanas, para decepción de su propia madre que esperaba dar a luz a hijos varones que continuaran con el apellido. Solo su padre, Benedict, se mostro complacido con el nacimiento de sus dos hijas. Su familia no tenía grandes riquezas, pero si era una de las más respetadas en Jackson por sus ante pasados. Alice y su hermana Cynthia, que nació tan solo cinco años después que ella, crecieron en un ambiente bilateral, en el cual eran amadas solamente por su padre, mientras que su madre solo las veía como un instrumento para alcanzar las riquezas que en toda su vida había deseado.

Cuando Alice tenía diecisiete años, decidió dejar la preparatoria normal para estudiar teatro en Los Ángeles, California. Sus padres reaccionaron como cualquier otro, pero no pudieron hacer nada. Ella había tomado su decisión y nada ni nadie iba a hacerla cambiar de opinión. Así que empaco sus cosas y tomo un avión con rumbo a Hollywood, en donde sus abuelos maternos la esperaban con cariño.

Jasper Swan llego al mundo en la casa de sus abuelos paternos, una madrugada de febrero en Washington. Fue el primero de los tres hijos de Charlie y Renee Swan, y el segundo nieto de Albert y Elise Swan, los patriarcas de la familia. Jasper, a diferencia de la que en un futuro se convertiría en su esposa, fue criado en una familia completamente amorosa junto a su hermana pequeña Isabella a quien adoraba con todo su corazón y cuidaba y protegía con su vida.

A la edad de dieciocho años, Jasper fue aceptado en la Universidad de Los Ángeles, por lo que sus padres y su hermanita empacaron su vida entera y lo siguieron a California...

... Pero tan solo pocos meses de su llegada a Hollywood, Jasper tuvo que dejar la universidad y volver a su casa, donde Isabella comenzaba una depresión que le atacaría durante dos años. Jasper no tenía la fuerza para abandonar a su hermanita y comenzó a estudiar a distancia, asistía al campus solo cuando era estrictamente necesario y pasaba sus días acompañando a Isabella y luchando para aliviar su corazón roto.

En el tiempo que duro esa pesadilla, Jasper descubrió que su hermana disfrutaba cantar y bailar, que era lo único que le sacaba una sonrisa, y convenció a sus padres de inscribirla en la escuela de artes de la ciudad. Aunque el primer año se mantuvo en su casa a donde un profesor particular del mismo colegio iba a darle clases y asegurarse de que esa sonrisa no se borrara de su rostro; al siguiente año, cuando Isabella se sintió con las suficientes ganas y fuerzas de salir de su casa, Jasper fue quien la llevo al colegio y quien la acompaño hasta su primer salón, donde Alice también tomaba clase.

Jasper golpeo suavemente la puerta abierta llamando la atención del profesor, quien les sonrió a los recién llegados y les dio autorización de pasar.

—Tu debes de ser Isabella —le dijo el profesor a la chica. Ella asintió en silencio mirando hacia el suelo. Alice, que estaba en la penúltima fila, miraba a la nueva muchacha con curiosidad, algo en su semblante confundido, sereno y tímido le resultaba extraño. Heidi, una de sus mejores amigas, le dio un codazo en las costillas llamando su atención.

—¿No es rara? —murmuro con burla. Alice asintió lentamente.

—Ella prefiere que le digan Bella —dijo Jasper frotando el brazo de su hermana con la mano que tenía sobre sus hombros, mientras que la otra sostenía el bolso de diseñador que habían alistado con las notas que le dio su profesor privado. Alice reacciono a la voz ronca de él y lo miro embelesada, distrayéndose de la rara y melancólica niña nueva. Le parecía estar viendo al hombre más guapo del mundo. Tenía el cabello color miel, ni tan largo ni tan corto, era alto y delgado, pero no huesudo, sus ojos eran muy azules y brillaban cada vez que miraba a su hermanita—. Pero solo hasta que entre en confianza, ¿verdad, Princesa?

Ella asintió otra vez en silencio, pero esta vez se permitió esbozar una pequeña y bonita sonrisa que dejo anonadados a sus nuevos compañeros. Era brillante, el apelativo con el que la había llamado su hermano le quedaba como anillo al dedo, su figura delicada y su rostro suave no daba opción a otro apodo.

—Bueno, Isabella, ¿por que no pasas a tu nuevo lugar? Detrás de Alice esta libre —dijo el profesor. La aludida se puso de pie sonriendole a Bella para que supiera de quien estaba hablando el hombre. Isabella camino hacia allá sin alzar la mirada, Jasper la siguió y le dejo su bolso.

—Volveré por ti más tarde —le prometió. Isabella dejo salir un pequeño sollozo—. Hey, hey. Todo va a estar bien, ¿de acuerdo? El día pasara más rápido de lo que piensas y pronto estarás de vuelta a casa, ya veras. Te quiero mucho, Princesa.

Isabella abrazo a su hermano y no lo dejo ir hasta que le jurara mil veces que lo vería en la tarde. Los profesores estaban al tanto de la situación de Isabella, pero no sus compañeros, así que el intercambio fue lo suficiente extraño para los jóvenes y ocasiono algunas burlas, el profesor los silencio y espero a que Jasper e Isabella terminaran de despedirse, llamo a Jasper y le pidió autorización para dar las razones del comportamiento de la chica, el joven acepto a regañadientes, pero no se movió. No iba a dejar a su hermanita sola mientras esos muchachitos insolentes se enteraban de todo lo que había tenido que pasar la chica en los últimos dos años.

Mientras escuchaba al profesor, Alice entendía por fin por que la tal Isabella se comportaba de esa manera tan melancólica, como si tuviera una nube gris lluviosa sobre ella.

Pero eso no duro demasiado. Para Alice, Isabella era como una estrellita brillante, siempre sonriendo y contagiando su alegría; su melancolía desapareció cuando se sintió cómoda con sus compañeros. Sin embargo, fue Alice quien se gano toda su confianza al ser la primera en hablarle cuando nadie más se atrevía a hacerlo por temor a que en cualquier momento se soltara a llorar. Fue tanta su confianza que comenzó a hacerla de Cupido entre su mejor amiga y su hermano hasta que finalmente lo consiguió y ella fue la más feliz cuando eso sucedió.

ELISE SWAN Y CLARISSA BRANDON

Pasaron pocos meses antes de que Alice y Jasper dieran la noticia de que estaban esperando un bebé. Tyler Alexander Swan nació el veintiseis de abril de 2009 en el hospital privado de Los Ángeles, convirtiéndose en el primer nieto de Charlie y Renee Swan, y en la adoración de su tía Isabella. Sin embargo, la noticia no fue bien recibida por su familia materna. Clarissa Brandon batallo con todas sus ganas para que el pequeño no naciera, pero cuando lo hizo vio cumplidos sus sueños de riqueza infinita. Su hija pario a un varón Swan, el heredero del heredero de Charlie Swan; oficialmente, el peor obstáculo para Clarissa —Isabella— quedaba fuera del foco.

Tres meses después del nacimiento de Tyler, durante la graduación de las chicas, Jasper y Alice se comprometieron.

El primer paso para oficializar el compromiso fue pedir formalmente la mano de Alice, y para eso, los Swan hicieron un viaje relámpago a Jackson en donde se encontrarían con todos los Brandon, una tradicionalista familia sureña que no se imaginaba ni un poco las consecuencias de su decisión de no permitir que los Swan paguen algo de la boda.

—Es ahí —indico Cynthia señalando una casa blanca y pequeña en apariencia. Una ola de terror embargo a Alice cuando Charlie se detuvo frente a esa propiedad que ahora le parecía una insulsa cabaña después de vivir tanto tiempo en la mansión Swan—. Emboscada Brandon —canto Cynthia con incomodidad.

—Dios nos ampare —murmuro Renee.

Nos me suena a manada —soltó Isabella—. Que Dios ampare a la perra de Clarissa.

—Isabella, esa boca —la regaño Charlie asomándose por la ventana ya fuera del auto.

—¿Mal color de labial?

—Un poco. Le hace falta algo de jabón —respondió Jasper bajando del auto. Bella rodó los ojos y salio del auto siguiendo a su madre. Cynthia saco a Tyler de su asiento y bajo del coche con el en brazos, dejando a Alice sola en el vehículo. Isabella se recargo en la puerta del lado de su amiga.

—¿Tienes bañera? —le pregunto.

—Si. ¿Por?

—¿Y si tu madre cae por accidente en esa bañera llena de agua y de casualidad se cae mi alaciadora, la cual olvide desconectar, dentro?

—¡Isabella! —grito Renee.

—¿Que? Sería un accidente. Además, es cosa de Alice y yo, no se suponía que escucharías.

—Mi vida, tengo una noticia para ti: sacaste la voz chillona y gritona de tu madrina. No me sorprendería que Clarissa haya escuchado algo.

—Bien, así ya sabe lo que le espera si molesta a Alice, Cynthia o incluso a Tyler.

—Charlie, habla con tu hija.

Charlie se acerco a Bella y la tomo de los hombros mirándola a los ojos.

—Prometiste que te comportarías.

—No es cierto. Nunca prometo algo que se que no voy a poder cumplir.

—Cruzaron meñiques —intervino Jasper.

—¡Gracias! —exclamó Isabella sarcástica mirando a su hermano.

—Princesa, esto es muy importante para tu hermano y Alice, ¿podrías, por favor, encender tu filtro tan solo por unos días? Nada más. No te pido mucho.

—Claro que si. Mi falta de filtro es tan yo.

Alice rio asintiendo. Palabras más ciertas nunca se habían dicho.

—En eso tiene razón —dijo Jasper—. Lo que le estas pidiendo es que no hable. ¿No quieres ponerle un poco de cinta adhesiva en la boca?

—De acuerdo. Que sea lo que Dios quiera. Vayamos.

La familia camino hacia la casa, cuando estaban por llegar, la puerta se abrió. Clarissa salio y se cruzo de brazos con ojos retadores, mirandolos a todos como si los evaluara. Lo que ella no sabía era que Isabella podía superarla y, de alguna manera, eso tranquilizaba a Alice y Cynthia.

—Señora Brandon —saludo Charlie extendiendo la mano—. Es un placer conocerla al fin. Sus hijas nos han hablado mucho de usted y su esposo.

—Pues más les vale —respondio la mujer. Miro con desdén la mano de Charlie y con desprecio a sus hijas antes de entrar a la casa.

—Oh, las cosas que tengo que decir por eso —mascullo Isabella. Fue la primera en entrar a la casa, taconeando.

—Oh, demonios —murmuro Jasper entre risas caminando detrás de su hermana.

—Que Zeus ayude a tu madre, Alice —le dijo Renee.

—Ni todos los Dioses del Olimpo podrán hacerlo —admitió Charlie—. Ya taconeo. Esa no es buena señal.

Siguieron a Clarissa e Isabella a la sala de la casa donde estaban reunidos todos los Brandon.

—Miren quienes llegaron —dijo Clarissa con desdén.

—Buenas tardes —dijo Isabella con voz dulce.

Oh, por favor, Dios. Ayúdanos a salir vivos de aquí.

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Las primeras dos horas fueron un infierno. Isabella y Clarissa se declararon la guerra sin dirigirse una sola palabra, había demasiada tensión en el aire y claramente la mujer y la chica se iban a matar en algún momento. Gracias al cielo que los Swan se iban a ir a un hotel.

—Bien, pues ya que estamos reunidos creo que hay algunas cosas que tenemos que planear —dijo Isabella—. La pedida va a ser mañana en un restaurante que vimos cerca del aeropuerto, es pequeño pero acogedor, muy del estilo de Magnolias de Acero.

—¿Y tu que sabes de esa película? Eres una niña californiana que me sorprende que no sea rubia.

—No soy californiana, nací en Washington. Nos mudamos a California cuando tenía quince años. Jasper fue aceptado en la universidad de Los Ángeles.

Bertha, la abuela paterna de Alice, miro a su nuera con una sonrisa burlona.

—Esta usando mucho la voz dulce —murmuro Alice en el oído de Jasper mientras buscaba el chupón de Tyler.

—Entonces, si tu madre continua como va, Bells va a cumplir la amenaza de la bañera y la alaciadora que olvidara desconectar.

No se lo diría a nadie, pero Alice realmente deseaba que la cumpliera, y que no se quedara solo en una broma.

—La fiesta de compromiso sera en Los Ángeles, en nuestra casa —continuo Isabella, pero se detuvo cuando comenzó a pensar algo—. En Seattle mejor, en la residencia de la familia.

Oh, por Dios. Todos los Swan reunidos en su territorio. Clarissa moriría por que moriría... Si es que sobrevive a una semana con Isabella Swan.

—Pues ya que entramos al tema de la boda, yo propongo que sea en el ranchito que tenemos en California —dijo la madre de Clarissa—. Pronto sera de las muchachas, así que es lo más indicado.

—Me gusta esa idea. Mi ardillita ya esta corriendo —exclamó Isabella.

Las dos abuelas, Alice, Cynthia, Renee e Isabella se enfrascaron en una platica acerca de los detalles de la boda, hasta que llego el escabroso tema del presupuesto, y fue cuando el resto entraron a la conversación.

Fue una larga discusión en la que Jasper y Alice no participaron y solamente movieron sus cabezas como si estuvieran en un juego de pin pon. La acalorada platica se desarrollo entre los padres de ambos, los abuelos de Alice... E Isabella. La chica apelaba tener demasiadas ideas y que el corto presupuesto de los Brandon no iba a ser suficiente, por lo que los Swan ayudarían en todo; a pesar de que la oferta fue bastante tentadora, no pudieron aceptar por lo tradicionales que eran. La familia de la novia pagaba la boda, fin.

—¿Y cuanto tenemos? —pregunto Alice.

—Cien —respondió Benedict.

—Nos las arreglaremos —dijo Isabella sonriendole a Alice—. No se si lo sepas, pero soy experta en buscar y encontrar ofertas. ¿Alguien puede abrir las ventanas, por favor? No puedo respirar —dijo abanicandose. Cynthia se apresuro a abrir las ventanas y la puerta, mientras Charlie le tendía el inhalador a su hija—. Odio esta cosa —mascullo tomando el aparatito.

—No me importa.

Isabella rodó los ojos agitando el medicamento y para sorpresa de los Brandon, se lo llevo a la boca y disparo, tomó unas cuantas respiraciones y repitió el proceso otras dos veces antes de bajar el objeto morado.

—Disculpen —dijo.

—¿Mejor? —le pregunto Alice.

—Si. Me sofoque un poco, es todo. ¿En que estabamos?

Rápidamente y sin preguntar, Isabella tomó el rol de planificadora de bodas y con una simple llamada arreglo la pedida de mano, aunque hizo pucheros cuando Benedict le entrego el cheque que tenía escrito "Cien mil dolares" y después le dedico una falsa sonrisa a Alice...

Ah, que bueno que es experta en encontrar ofertas.

—¿Por que no pasamos a cenar? —pregunto Bertha, la abuela paterna de Alice. Todos aceptaron y se levantaron para ir al pequeño comedor.

—Cien mil dolares, papá —renegó Isabella.

—Son más que suficientes.

—No es cierto.

—Callate y camina. Después hablamos de esto.

La cena fue otro reto. Isabella estaba en medio de un berrinche por el presupuesto de la boda, y cuando la Princesa tenía ese humor con nada estaba de acuerdo. Que si el pure de papa le causaba dolores estomacales, que si estaba en una dieta libre de grasas... Aunque eso era nada comparado con las caras que le hacia a Clarissa.

Y entonces, Alice pudo ver como se prendía un foquito arriba de Isabella, algo que sin duda no era bueno cuando la Princesa estaba en uno de sus humores.

—Y... ¿Donde vamos a dormir? Digo, para recostar a Tyler, es hora de su siesta.

Ahí estaba, el golpe final. Jasper volteo a ver muy lentamente a su hermanita, al tiempo que esta daba un salto casi imperceptible, producto de un punta pie de su madre en la espinilla. Charlie fue el único de la familia que no se inmuto, como si ya lo hubiera estado esperando.

—Preparamos algunas habitaciones para ustedes —respondió Benedict—. Espero que no les moleste compartir.

—En absoluto —respondió Charlie—. ¿Verdad, Princesa?

—Para nada. Me encantara dormir con Cynthia.

—Y con Alice —dijo Clarissa. Nadie dijo nada.

—Hay espacio suficiente para la cuna —dijo Alice poniéndose de pie. Tomo a Tyler del regazo de Renee.

—Jasper, la cuna —indico Isabella.

—Estoy en eso —dijo Jasper saliendo del comedor.

Alice subió a su habitación en el atico y se detuvo al entrar por todos los recuerdos que la embargaron. Ninguno era bueno, sin duda, todos estaban manchados por algún insulto de Clarissa, alguna discusión con Cynthia, o una platica seria con Benedict; pero ahí no había risas, no había felicidad.

Jasper entro a la habitación con la cuna portatil y comenzo a armarla mientras Alice le daba el biberon a Tyler.

—¿Que esta haciendo Bells? —le pregunto. Jasper rió.

—Haciéndole la vida de cuadritos a tu madre —respondió.

Alice sonrió.

—Tu hermana va a ganar.

—¿Como estas tan segura?

—Por que Clarissa no sabe defenderse, simplemente ataca. Y tu hermana sabe muy bien como atacar y defender.

—Entonces nos espera una buena batalla.

—Sip.

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La pedida de mano fue un éxito, Isabella estaba pletórica mientras veía a su padre firmar la cuenta, pero a diferencia de ella, Alice no estaba tan contenta. Jasper no fue tan sentimental como ella pensó que lo sería y dejo mucho que desear en sus razones de por que quería casarse con Alice; había algo ahí que a ella no le gustaba, algo que estaba escondiendo y ella lo averiguaría.

Isabella ya estaba planeando la fiesta de compromiso que, como dijo, sería en la residencia familiar en Seattle, y para eso tuvo que viajar con toda la familia para hablar con Elise Swan, la matriarca y actual ocupante de la residencia. Esa casa no se ocupaba más que para fiestas de cumpleaños y la cena de Año Nuevo, la abuela tenía que dar su permiso, sin el no podrían hacer ahí la fiesta de compromiso y estarían presenciando otro berrinche de Isabella.

Alice y Cynthia volaron de regreso a Los Ángeles después de haber comprado el vestido de Alice, lo cual, contrario a lo que pensaba, salio bastante bien. Había una tradición en la familia Swan que decía que cualquier novia Swan o que se casaría con un Swan debía llevar un vestido tradicional puramente blanco, con hombros y brazos cubiertos y sin un escote revelador, pero Alice no quería eso, ella siempre se había imaginado con un vestido de cualquier color menos blanco, estaba muy en contra del estilo princesa y no tenía paciencia para las mangas y los cuellos altos. Por primera vez en su vida, madre e hija estuvieron de acuerdo.

En Los Ángeles, se reunió con el resto de sus amigas para pedirles que fueran damas de honor, a lo que ninguna pudo negarse. Por supuesto, el puesto principal ya lo tenía Isabella y como tal ya estaba comportándose, tan solo unas horas después los Swan llegaron a la casa. Isabella entro gritando en el teléfono y su otra mano sostenía su bolso y varias hojas con garabatos en pluma morada.

—Voy a cortar algunas cabezas, papá —mascullo ella aventando su bolso plateado con todo y hojas al sillón. Los papeles volaron, Alice alcanzo a tomar uno y leyó lo que estaba escrito. Eran algunos nombres y teléfonos, unos estaban tachados, otros subrayados y muy pocos tenían asteriscos en negro a un costado.

—¿Qué paso? —pregunto Alice.

—La abuela nos dio un mes para hacer la fiesta y la Princesa no puede conseguir un catering decente que este disponible o que no le recuerde el poco tiempo que tenemos —respondió Jasper tomando a Tyler en brazos.

—Nena, ya te dije que Karla puede encargarse —le dijo Charlie.

—Por supuesto —intervino Karla.

—Nana, no te voy a tener cocinando para setenta personas tu sola —respondió Isabella.

—No voy a estar sola, cielo. Las chicas de doña Elise pueden ayudarme.

—Yo no contaría con ellas, nana —dijo Jasper.

—¿Por que?

Isabella miro a Alice con el teléfono ya en el oído y después miro a su nana. La mujer asintió.

—Ya veo.

—¿Qué? —pregunto Alice.

Isabella gruño.

—¿Para que demonios van a tener un teléfono si no lo contestaran? —masculló. Se tiro al sillón a lado de Alice—. Cuñada, Elise Swan es una vieja...

—Niña, más respeto —la regaño Renee.

—Esta bien. Es una mujer loca —soltó. Jasper se golpeo la frente riendo—. Tu familia la llamaría tradicional, pero nosotros la llamamos demencial.

—Santo Dios. Gracias que tu abuela no te esta escuchando, si no ya nos habría quitado el permiso.

—Como sea. No esta muy feliz con Jasper por lo que paso y casi tuvimos que rogarle de rodillas para que nos diera permiso de hacer la fiesta en la residencia. No esta de acuerdo con que ustedes dos se casen, quitando de lado su educación tradicional, hubiera preferido que Jasper fuera padre soltero, por que tiene serias dudas acerca de ti y tus intenciones con la familia.

—¿Eso que significa? —pregunto Alice.

Jasper e Isabella se miraron.

—¿Le dices tu o le digo yo? —le pregunto Bella a su hermano.

—Tengo que decírselo yo —respondió él—. Alice, lo lamento de verdad. Yo no quería pero ella me obligo.

—¿De que hablas? —inquirió. Charlie le dio una carpeta negra, ella la coloco en su regazo y la abrió. En la primera hoja, en letras negras y mayúsculas estaba escrito CONTRATO PRE-NUPCIAL. Alice sintió como la sangre se le iba a los pies, pero de puro alivio. Clarissa no podría obligarla a sacarle dinero a la familia—. ¡Oh!

—Lo sentimos, de verdad —dijo Isabella.

—No, esta bien. Lo hace para protegerlos, ¿no es cierto? —respondió—. ¿Donde firmo?

—¿No lo leerás?

—Confió en ustedes.

—Iniciales en cada hoja, firma en la última —le dijo Charlie dándole su pluma negra. Alice firmo sin ningún problema donde le indico su suegro, después de todo, ¿que problemas puede causar un contrato pre-nupcial?

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—¡Alice! —grito Isabella. La aludida y su madre brincaron por el grito. La puerta se abrió e Isabella entro taconeando, con su mucama detras, ya llevando la falda beige debajo de la rodilla, el top blanco strapless y los tacones beige de punta, su cabello castaño estaba enredado hasta la mitad en tubos de plástico con una diadema de plata en medio y en su cuello colgaba un lujoso collar de diamantes. La chica miro a Alice que seguía en bata y maquillada con el cabello negro en una media coleta—. ¿Me puedes decir por que demonios no estas lista todavía? ¡Ya no faltan muchos invitados en llegar!

—Por la misma razón que tu sigues en tubos, niña —contesto Clarissa.

—Cállese que no estoy hablando con usted. ¿Que te vas a poner?

—No lo sé.

—¿¡Que!?

—¡Trajiste muchos vestidos para mi!

—¡Todos son del mismo maldito estilo, Mary Alice! —grito Isabella caminando al armario de la habitación. Saco el primer vestido que vio y lo aventó hacia la cama. Era azul con detalles de flores en blanco, tenía mangas hasta los hombros y un escote de barco que solo mostraría su cuello

—Debes estar bromeando —le dijo.

—Quieres la bendición de mi abuela, ¿no?

—Claro.

—Entonces usa eso.

—¡Pero tu estas mostrando el pecho!

—¡Por que yo no me voy a casar! ¿Donde demonios dejaste los zapatos blancos?

—¿Cuales?

—Los encontré —anuncio. Dejo un par de tacones puramente blancos de punta cerrados con un tacón de infarto al pie de la cama—. Levántate ya de ahí —ordeno. Alice se levanto y se quito la bata quedándose en ropa interior. Isabella le ayudo a ponerse el vestido y los zapatos y le arreglo el cabello mientras que la mucama de ella le quitaba los tubos. La paro frente a un espejo haciendola mirarse—. Bueno, impresionaras a mi abuela, eso es seguro.

—¿En buena o mala manera?

—Es Elise Swan, y no le simpatizas mucho por las circunstancias así que nunca se sabe. Bien, ahora quiero saber que lo entiendes. Ahí abajo están todas las amistades de mi familia aquí en Seattle, a muchos los conocemos desde los tatara abuelos, y todos ellos tienen una imagen previa de ti alimentada por mi abuela así que prepárate para los insultos disfrazados que vas a recibir. Mis primas son unas verdaderas perras, así que ellas casi te los van a gritar en la cara y no serán tan disfrazados, mis primos no te hablaran hasta que se aseguren que no eres una bruja, trata de hablar con ellos un poco. Mis tíos son más decentes, pero también están sentidos. Por los Higginbotham no te preocupes, aquí a los que tienes que impresionar es a los Swan y no sera tan fácil.

—De acuerdo. ¿Algo más?

—No estés tanto con las chicas, Alice. A mi familia les gusta que hables y convivas con ellos. No mordemos.

—Niña Isabella, el señor Charlie —anuncio la mucama de Alice y se hizo a un lado para que Charlie entrara.

—Papá —saludo Isabella sonriendole a su padre.

—Princesa —respondió Charlie dándole un beso en la mejilla—. ¿Listas?

—Yo si —contesto Bella—. ¿Allie?

—Si.

—Es hora, entonces. Vamos.

Charlie e Isabella salieron de la habitación al mismo tiempo que Clarissa le daba un codazo a Alice y le ordenaba mirar a Bella. Un "imitala" silencioso salio de sus labios y, de pronto, Alice ya estaba estudiando minuciosamente a su cuñada. La manera que caminaba, sonreía, estiraba los brazos, incluso en la que miraba. Así tenía que hacerlo. Era la única forma de poder ser aceptada por Elise Swan.

Isabella sonrió cuando vio a su hermano y extendió delicadamente su brazo izquierdo para posar su mano en el hombro de él. Se dieron un beso en las mejillas.

—A la abuela le dará una apoplejía cuando te vea vestida así —le dijo Jasper a su hermanita.

—No muestro las rodillas. Estaré bien. Pero, ¿que opinas de tu novia? Se ve fantástica, ¿no es cierto?

—Vaya que si. Te ves diferente, Allie.

¿Diferente? ¿Eso que significa?

—Gracias —respondió.

—¡Vamos, vamos! A movernos —indico Isabella tronando los dedos—. ¿Donde esta Tyler?

—Dormido —respondió Jasper y mostró el monitor de bebé.

—Oh, de acuerdo. Bajaremos nosotros primero y después de que papá los anuncie, bajaran. ¿Verdad, papi?

—Como mi princesa diga.

—Caminando, señores, caminando —ordeno Isabella. Alice no pudo evitar rodar los ojos. A veces la Princesa era demasiado tirana.

Ambas familias bajaron dejando solos a los novios. Alice le sonrió a Jasper, el le regreso la sonrisa y le ofreció el brazo. Era hora. Y estaba más nerviosa que en toda su vida.

Era la primera vez que vería a los Swan todos juntos, su cabeza corría a una velocidad tremenda. Se imaginaba los escenarios más locos, más extremos en los cuales había primas, tías y abuelas con narices largas y verrugas, tíos y primos con colmillos y ojos rojos, y amistades esperando el primer bocado de la infame chica sureña que se embarazo incluso antes de comprometerse. De pronto, sintio un gran nudo en el estomago y comenzó a sudar frió. Jasper percibió su cambio y la miro.

—Todo saldrá bien, ¿de acuerdo? —le dijo suavemente. Alice asintió.

—Joven Jasper, es hora —indico el mayordomo.

—Gracias, Carlos.

—Suerte, señorita —le dijo.

Oh, vaya. El mayordomo me deseo suerte. Esto no puede ser buena señal.

—Gracias —respondió ella con una sonrisa falsa. Bajaron las escaleras hacia el vestíbulo de la enorme residencia. Los aplausos eran potentes y los acompañaron todo su camino, como espectros de gran presión. Alice intento controlar sus temblores, pero era casi imposible, sentía como si toda la casa temblara con ella, el suelo se movía, las escaleras ondulaban y los tacones la traicionaban; terminaría con el trasero en el suelo, de eso estaba segura. Jasper le tomo la mano para un mayor soporte, aunque no detuvo su paso. Llegarían al final de las escaleras por que llegarían.

Y ahí estaban. Eran más de las setenta personas que Isabella le menciono a Karla hace un mes, seguramente, un mar de gente que parecía no terminar. Alice no miro a sus padres y su hermana al pie de las escaleras y a sus suegros y su cuñada del otro lado; ella miro a la mal encarada mujer de edad con cabello blanco a la altura de las mejillas, ojos azules enormes que parecían estar juzgando todo a la vez, traje sastre negro con camisa blanca y solapas que enmarcaban su rostro, medias negras y tacones negros. Elise Swan en vivo y a todo color... Bueno, no tanto color.

Estaba cruzada de brazos, mirándola con atención; seguramente buscando algo que criticar, y a pesar del gran trabajo que Isabella hizo hace unos minutos, Alice estaba segura de que la matriarca encontraría algo en ella y no la dejaría en paz con eso.

Jasper sonrió y agradeció mientras caminaban hacia la abuela, pero no se detuvo con nadie. Tenían que saludar a la mujer primero. Protocolo.

—Abuela —saludo Jasper dándole un beso en la mejilla.

—Jasper querido —respondió ella con una sonrisa agradable. La mujer parecía cantar en vez de hablar, su voz no se apegaba a su apariencia serena, imponente y fuerte. Definitivamente la voz chillona que la tía Elizabeth heredo a Isabella, era original de la abuela Elise.

—Abuela, déjame presentarte a mi prometida: Mary Alice Brandon.

¿Era necesario el nombre completo?

—Mucho gusto, señora —dijo Alice.

—Mucho gusto, niña. ¿Tu edad?

—Veinte años, señora.

—Jasper dijo que vienes de Mississippi. Encantador lugar. ¿Tus padres que opinan acerca de esta boda?

—Ellos están de acuerdo con cualquier cosa que me haga feliz.

—Seguro que si. Bueno, bienvenida a mi casa. Jasper.

—Abuela.

La mujer se alejo con gracia del gentío y Jasper soltó todo el aire que había estado conteniendo.

Después de saludar a la primera abuela, tenían que hacerlo con la segunda. Jasper guió a Alice hacia una señora de rostro y porte más amable. Con cabello rubio y gris a la altura del mentón, ojos verdes brillantes y vestido dorado con zapatos negros.

—¡Aquí esta mi pequeño! —exclamo abriéndole los brazos.

—Nonna —dijo Jasper inclinándose para darle un gran abrazo. Alice se sintió perdida cuando Jasper la soltó.

—Oh, cielos. Cada vez que te veo estas más grande y apuesto. California es definitivamente el lugar para ti. ¿Donde esta mi niña? No la he visto.

—Ya la conoces, nonna, no puede estar quieta por al menos cinco minutos.

—Recuerdo cuando estaban pequeños y hacían de mi vida un torbellino. Los descuidaba un momento y ya destruían todo. ¿Por que tuvieron que crecer?

Jasper sonrió.

—Por que teníamos que darte bisnietos, nonna.

—Oh, claro. No me puedo ir de este mundo sin ver a mis bisnietos. Bueno, ¿acaso no vas a presentarme a esta adorable muchachita?

—Por supuesto, nonna. Ella es Alice, mi prometida.

—Es un placer, señora —dijo Alice.

—Linda, no es necesario ser tan formal. A mi puedes llamarme Marie, el "señora" déjalo para mi consuegra. El placer es todo mio. Mira nada más, eres más hermosa que en las fotografías que me mostró mi princesa.

—Gracias.

—No les quito más su tiempo, niños. Sigan saludando a sus invitados, pronto sera hora de la cena. Vayan, vayan.

—Te veremos después, nonna.

—Eso espero. Anden, caminen.

Fue una larga hora de saludos y presentaciones. Los Swan, los Higginbotham, los Brandon... No había manera de incluirlos a todos, se vieron obligados a salir al jardín donde se llevaría a cabo la cena, en primera, para poder liberar el vestíbulo y en segunda, por que Isabella no podía esperar a que vieran lo que había hecho. Y es que era algo increíble.

Bella seguía inspirándose en el sur. Había mesas redondas con manteles blancos y sillas doradas, los centros de mesa eran cubos de metal con diferentes arreglos de rosas y lirios y más flores que Alice no reconocía, la iluminación eran luces de navidad blancas extendidas por todo el amplio jardín. Simple pero elegante. Con la filosofía de "menos es más".

—Bueno, hermanita, lo hiciste de nuevo.

—¿Les gusto?

—Por supuesto, ¿a quien no le gustaría?

—Yo se de alguien —dijo Alice. Los hermanos la miraron al tiempo que señalaba a su madre que estaba mirando todo con el ceño fruncido.

—Ella no interesa —dijo Isabella descartandolo con una mano—. Disfruten su fiesta, ¿de acuerdo?

Mientras ella hablaba, un muy guapo chico caminaba sigilosamente hacia ella; haciendo gestos a Jasper y Alice para que no dijeran nada. Dejaron de prestarle atención a Isabella y solo miraron como el chico se acercaba más y más hasta posar sus manos en la cintura de Bella haciéndola saltar.

—Hola, pequeña —le dijo.

—¡IMBÉCIL! —grito Bella girándose. Le dio varios golpes en los brazos y en los hombros mientras él reía y esquivaba los golpes—. ¡CASI ME MATAS!

—Deja de gritarme y golpearme, mejor dame un abrazo.

—No te lo mereces.

—¿Por que?

—¡Por que me espantaste, idiota! ¡A una asmática no se le hace eso!

—¿Y quien lo dice?

—Yo.

—Entonces es oficial. Hermano —saludo a Jasper.

En una acción que extrañó a Alice, Jasper abrazo y palmeo la espalda de ese chico.

—Mi hermano de otra madre —respondió Jasper—. ¿Como te fue en Londres?

—Igual que siempre, ya sabes. Mi familia nunca cambiara.

Alice decidió intervenir en ese momento. Le dio un codazo a Jasper en las costillas y le indico con los ojos que la presentara.

—Oh, cierto. Edward, ella es Alice, mi prometida. El es Edward Cullen, mi mejor amigo.

—Mucho gusto. Es un placer conocerte al fin. Bells me ha hablado de ti.

¿Solo Bella?

—Igual —respondió Alice bruscamente.

Bella miro a su amiga y después dio unos rápidos parpadeos y miro a Edward.

—Te sentaras con nosotros, ¿verdad?

—Por supuesto que si.

—Pues así debe de ser por que eres mi padrino.

—Sería un honor para mi, Jasper.

—Perfecto. Vamos.

Caminaron a la mesa del centro, donde ya estaban Charlie, Renee, Benedict, Clarissa y Cynthia. Charlie y Renee se pusieron de pie cuando los vieron llegar.

—Hola, cariño —saludo Renee a Edward dándole un abrazo.

—Renee, gusto en saludarte.

—Tanto tiempo sin verte, muchacho. ¿Como va todo? —le pregunto Charlie estrechando su mano.

—Bastante bien, Charlie, gracias.

—Hermano, ellos son Benedict y Clarissa, los padres de Alice; y esta pequeña que esta a su lado es Cynthia, mi cuñada.

—Un placer saludarlos. Edward Cullen —se presento con un asentimiento.

—Igualmente, joven —respondió Benedict.

Clarissa no respondió, estaba más sorprendida por la comodidad con la que Edward había tomado asiento entre Isabella y Renee como si fuera parte de la familia. Ella vio algo que Alice no: él sería el que transformaría a Isabella en la peor amenaza para ambas, y debía ser evitado antes de que sucediera.

—Edward es el mejor amigo de Jasper —informo Charlie a sus consuegros—. Tenemos la fortuna de conocernos desde hace poco más de tres años.

—¿Donde se conocieron? —pregunto Clarissa, demasiado interesada como para el bien de Alice.

—En un curso de dos semanas en la Universidad de Oxford en Inglaterra —respondió Jasper—. Edward estudio ahí.

—Es usted ingles, entonces —dijo Benedict.

—De Berkshire, más específicamente en Windsor, señor —confirmo Edward—. Vivo en California desde hace dos años.

—Su padre lo nombro presidente de la sucursal estadounidense de la empresa familiar en cuanto se graduó —dijo Isabella.

—Bells... —la reprendió Edward. Ella rodó los ojos.

—No seas modesto.

Edward rió extendiendo un brazo sobre el respaldo de la silla de Bella y remato la acción dándole un beso en la mejilla y susurrándole algo al oído. Oh, Jesús. ¿Que fue eso?

—Ay, este par —rió Jasper negando con la cabeza-. No se que están esperando.

Ninguno de los dos dijo nada, solo miraron a Jasper con los ojos entrecerrados, Bella le enseño la lengua a su hermano.

—A veces me dan ganas de golpearte.

Jasper rió y le lanzo un beso.

Un mesero comenzó a servir champagne en las copas de todos. Alice odiaba esa cosa, pero una sola mirada de su madre basto para que no la rechazara. Imitar a Isabella. Imitar a Isabella. Justo después, la cena comenzó a servirse.

Como esta fiesta fue pagada en su totalidad por los Swan, la cena fue una cosa increíblemente elegante.

Nada de hamburguesas, emparedados o cosas por el estilo. Fue una rápida cena de cuatro tiempos. De aperitivo sirvieron gambas con dip de mango, la entrada consistió en un plato de fetuccini Alfredo con pollo, seguida de un filete de res en vino tinto y vinagre balsámico y finalmente el postre fueron trufas de chocolate amargo, dulce y blanco.

—Buena elección, cariño —felicito Charlie a Isabella.

—¿Lo logré?

—Lo lograste.

—Choca esos cinco —le dijo Edward. Ella rió y choco su mano libre con la de Edward.

—Papi, el brindis —recordó Isabella.

—Oh, claro —respondió Charlie. Se puso de pie golpeando suavemente su copa con el cuchillo llamando la atención de todos los invitados quienes no tardaron ni un minuto en mirarlo—. Damas y caballeros, antes que nada me gustaría agradecer por su asistencia esta noche en la que celebramos el reciente compromiso de mi primogénito, Jasper Theodore Swan, con la adorable jovencita que esta a su lado, Mary Alice Brandon, para quienes pido un fuerte aplauso —dijo. Bella animo a su hermano y su cuñada para que se pusieran de pie. Alice espero a que Jasper se levantara, pero no lo hizo a pesar de las malas miradas que le dirigió Isabella—. Y me gustaría extender ese aplauso para mi hija Isabella que organizo esta cena en un mes. Por favor —pidió Charlie señalando hacia Bella. Ella si se puso de pie y saludo sonriendo.

En ese momento, el mesero se acerco a la mesa para recoger los platos del postre.

—¿Tienes algo más fuerte? —pregunto Alice señalando hacia las copas. Jasper la miro con los ojos como platos.

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.

.

La fiesta estaba en su apogeo, aunque no de la manera en la que Alice estaba acostumbrada. Solo se tocaba música de jazz y no había muchos en la pista, solo hablaban y hablaban y hablaban un poco más; Jasper nunca estuvo con ella por charlar con las amistades de sus padres, e Isabella estaba muy ocupada coqueteando con Edward, los únicos que la acompañaban eran sus amigos del colegio y la hacían divertirse mucho más que la misma fiesta.

Una nueva canción comenzó que obviamente Alice no reconoció, vio como Edward e Isabella caminaban a la pista y al llegar, comenzaban a bailar con mucha gracia. Alice rodo los ojos recibiendo un nuevo trago de tequila.

—Bueno, si no lo quieres dámelo —rió Liam.

—No era hacia ti —respondió ella—. A veces Isabella me saca de mis casillas, es demasiado... Princesa.

—Cuidado, Alice. Cualquiera que no te conozca pensara que le tienes envidia a tu cuñada.

—¡Por supuesto que no! —grito.

—Tranquila. Solo bromeaba. Alice, es Bells, ella es una Princesa.

—Ya lo sé, pero... ¡Ugh! —gruño y se bebió el tequila de un trago. Justo en ese momento, Edward le había dado una vuelta a Isabella, lo que la hizo mirar hacia el bar, desgraciadamente para los jóvenes no fue en el momento correcto y desde ahí Bella no les quito la mirada de encima.

Al terminar la canción, Bella se separo de Edward y taconeo hacia el bar esquivando a cualquiera que se pusiera en su camino.

—¿Me pueden decir que demonios están haciendo? —pregunto Isabella con los dientes apretados y una sonrisa contenida.

—¿Quieres? —le pregunto Leah ofreciéndole un vasito de tequila.

—No. Por supuesto que no —respondió Isabella casi ofendida—. Aquí no bebo eso.

—Anda, Bells, diviértete un poco —le dijo Garrett.

Isabella miro a su amigo con molestia y después le sonrió al mesero.

—Dos copas de champagne, por favor —pidió amablemente.

—Enseguida, señorita —respondió el barman. Dejo a medias la preparación del cóctel que pidió Heidi y sirvió las dos copas, se las dio a Isabella.

—Muchas gracias —dijo la chica recibiéndolas. Miro a sus amigos con una ceja alzada y regreso con Edward.

—Uy, que miedo —dijo Heidi con burla. Todos rieron, menos Alice que miraba a la espalda de su cuñada mientras charlaba con Edward y una chica rubia. Estaba punto de voltearse cuando vio a Jasper acercarse a la chica, le envolvió los hombros con un brazo y la abrazo con cariño.

—Oh no. Eso si que no —dijo Alice. Recibió el nuevo vasito con tequila y taconeo a trompicones hacia el pequeño grupo. Sus amigos declararon que ya estaba borracha, no le encontraban otra explicación a sus tropezones—. Hola —saludo a la chica con petulancia. De reojo vio como Isabella se colocaba tres dedos sobre los ojos—. ¿Quien eres tu?

—Allie, ella es Natasha Douglas —le dijo Isabella—. La mejor amiga de Jasper. ¿Como no le contaste de ella?

—Nunca salio el tema —respondió Jasper—. ¿Como te fue en Irlanda, Nat?

—Es un país precioso —respondió Natasha—. Deberían ir allá en su Luna de Miel —sugirió mirando a Alice.

—No lo creo —dijo ella—. Vamos a ir a un mejor lugar, ¿verdad, cariño? —canturreo apoyando su cabeza en el hombro de Jasper.

—Alice, ¿cuanto haz bebido? —le pregunto él quitandole el vasito de tequila que ya estaba vacio.

—Poco —respondió ella—. Y es mucho mejor que esa asquerosa champagne que están tomando. Es más, voy por otro trago —soltó. Camino tropezándose hacia el bar.

—Bells, que ya no tome —le dijo Jasper a su hermanita.

—Carajo —soltó la chica. Le dio su copa a Edward y camino rápidamente hacia Alice quien estaba recibiendo un nuevo vasito—. Alice, basta —le dijo quitandole el vaso.

—¿Sabes, Bells? Me caes mucho mejor en Los Angeles.

—¿Si? Pues a mi me caes muy bien sobria. Alice, sera mejor que entremos a la casa. Con ustedes hablare más tarde —advirtió señalando a sus amigos con un dedo.

—No. Quiero quedarme aquí, la fiesta ya no esta tan aburrida —dijo y se soltó a reír—. Lo siento, creí que podría decir eso sin echarme a reír. Bells, creí que podrías hacerlo mejor. ¿¡Por que no cambian la música!? ¡Vamos a bailar!

—¡ALICE! —grito Isabella cuando su cuñada se subió a la barra del bar. Pero ya era tarde, Alice había animado a sus amigas a subirse a la barra con ella y comenzaron a bailar en ella, burlándose de la música y de los invitados que estaban en la pista que en realidad ya rodeaban el bar, mirando el espectáculo que Alice y sus amigas estaban ofreciendo.

—¡MARY ALICE, BAJA DE AHÍ EN ESTE INSTANTE! —grito Benedict.

—¡BÁJENLAS! —ordeno Isabella con voz firme, y ese tono no dio otra opción a los muchachos quienes tomaron a las chicas de la cintura y las bajaron.

—¡Dios! ¡Eres tan aguafiestas, Bellita! —le reclamo Heidi.

—¡Si, Bells! ¿Te da miedo que la vieja bruja de tu abuela te vea ser tu?

—¡ALICE! —reclamo Clarissa.

—¿Como me llamaste, niña? —inquirió Elise cruzándose de brazos.

—¿Ya esta sorda, maldita vieja bruja? —soltó Alice.

Desde ese momento las cosas pasaron en cámara lenta. Alice comenzó a sentir nauseas y podía sentir como el vomito subía hacia su garganta, y cuando menos se dio cuenta, este salio agarrando a Elise en pleno giro y grito hacia Jasper y Charlie, pero no solo la matriarca resulto atacada, si no también Isabella. Ambas, abuela y nieta, miraron a Alice con llamas saliendoles por los ojos, mientras ella se tapaba la boca sofocando las risas que le salian sin pudor alguno.

—Saquen de mi vista a esta niña ¡AHORA! —grito Elise.

—¡GARRETT, LLEVATELA YA! —grito Isabella, la orden tuvo muchísima más fuerza que la de Elise, algo que nadie esperaba. Garrett tomo a Alice en brazos y la metió a la casa, mientras que el resto se llevaba a las otras chicas. Dos mucamas se acercaron corriendo con trapos y agua para limpiar a Elise e Isabella mientras otras dos se las arreglaban con lo que estaba en el suelo. Elise soltaba una enorme cantidad de insultos hacia Alice, sin moverse un centímetro, pero Isabella, más voluble y neurótica que su abuela, empujo la mano de la mucama y taconeo hacia el interior de la residencia. Edward y la mucama corrieron atrás de ella.

Los invitados miraban paralizados la escena ante ellos, y solamente seguros de una cosa: Alice Brandon nunca sería bienvenida en la familia Swan.


¡SORPRESA! ¿A poco se lo esperaban? Espero que les haya gustado este primer capítulo, el segundo vendrá hasta que la Princesa llegue a su fin.

Aun continuo escribiéndolo, probablemente tomé el lugar de la Princesa en las actualizaciones, todo dependiendo de la nueva historia que estoy escribiendo y como avance con los capítulos, pero eso ya se los platicare después.

¿Que opinan de Clarissa y Elise? ¿Que piensan de primera impresión? Déjenme sus teorías y sus opiniones en un review, me encanta leerlas y sentir sus emociones en esas letras.

Un abrazo a distancia para todas.