¡Hola! Vengo a dejarles un drabble para celebrar estas fechas donde la muerte y la vida pasean de la mano entre nosotros. Igual aprovecho para entrar a un concurso de Halloween en la página de Facebook "Es de Fanfics".

Disclaimer: InuYasha no me pertenece ni ninguno de sus personajes.

Advertencia: AU. Basado en la imagen de YoukaiYume "Haunted"

Palabras: 500 (sin contar el título ni las notas de la autora).

Hyakumonogatari

Kagome debió negarse cuando sus compañeros propusieron jugar Hyakumonogatari, ese maldito juego le traía recuerdos de oscuridad y miedo, sólo hubiera sido necesaria la palabra "no" y habría ido a casa para comer algunos de los dulces que su madre preparaba para esas fechas fúnebres. Pero no, se dejó llevar por la emoción de sus amigas y ahora, con el frío calando sus huesos y las luces de las velas apagándose una por una después de cada historia de terror que salía de las bocas morbosas y malintencionada de sus compañeros.

A pesar de no ser las 100 velas, como decía el juego originalmente, sino 12, una por cada participante, la sensación de malestar no abandonaba a la azabache, quería irse.

Otra vela apagada.

La sensación de 11 pares de ojos mirándola, sonrisas que le parecían muecas grotescas.

Bajó la mirada a sus manos.

La última vela.

La última luz.

—No importa cuánto se intente evitar lo inevitable —su voz era apenas un murmullo, las palabras le constaban—, ella siempre ha sabido que lo que comenzó ese día… debía acabar —la expectación se hacía cada vez más palpable—. No era su intención abrir lo que está prohibido, la curiosidad es algo que nunca se le debió dar al humano. Y debieron advertirle, que jugar Hyakumonogatari era provocar a la bestia —todos respingaron—. Una sedienta de sangre y carne, con la belleza de una luz para insectos e igual de mortal; con la fragancia de muerte camuflada de una taza de chocolate caliente en diciembre. Sin embargo, ella sabía lo que quería, con esos ojos dorados brillando en la oscuridad y los colmillos afuera;

Apágala.

quería que la única luz que la ataba al mundo se extinguiera con su último aliento…

Ven.

Pero no lo hizo, el miedo y la angustia le obligaron a dejar encendida la vela, mientras huía. Corría tratando de dejar todo en ese pequeño y estrecho lugar con olor a viejo, pero él la quería.

Ahógate en mí.

Y la obtendría.

Ven.

Porque, después de todo, ella lo quería.

Eres mía.

Suya.

Mía.

Kagome sonrió mientras sentía como el aire pasaba a través de su garganta, la vela bailó por unos segundos antes de apagarse, y su fina cintura fue rodeada.


Los gritos se hicieron presente cuando la oscuridad llenó por completo el cuartucho que habían encontrado los adolescentes para hacer el juego más entretenido. Uno de los más calmados tanteó el suelo sucio hasta dar con su mochila y sacar con rapidez, pero no menos torpe, la lámpara que trajo para asustar a sus compañeros, sin embargo, ahora sólo deseaba tener algo de luz, sus manos temblaban mientras trataba de dar con el botón para encenderla, podía oír la respiración agitada de los hombres, los sollozos de las mujeres y… el gruñido de una bestia.

Un rayo de luz atravesó el lugar.

Todos se miraron, reconociéndose y luego lo miraron.

El lugar vacío.

La vela caída.

Y la sensación de no estar solos.