Disclaimer |©Shingeki no Kyojin/進撃の巨人, sus personajes y trama son propiedad de su autor, Hajime Isayama. La trama de este Fic pertenece a ©Coorp. CharlyLand. Creación sin fines de lucro sólo recreativos.

Advertencia | AU. BL. Romance-Terror. Muñecos Vivientes. Vudú-Necromancia. Violencia. Basado en el Juego del Escondite en solitario y Frankestein.

Notas 1| Bien, esto es el último extra que quedaba. Espero lo disfruten. Les recomiendo escuchar durante todo el proceso la Canción Hide and Seek en la versión de Lizz Robinett. Puesto que en esta canción está basada todo este Fic.

Notas 2| A mi amada Luna de Acero. Perdóname por todo el daño que te cause, espero algún día puedas disculparme, y si aún se puede me gustaría seguir siendo tu amiga. Eres la persona más compatible a mí que he conocido. Perderte representa demasiado para mí. Lo lamento de verdad. Te adoro.

Este era tu regalo, a pesar de todo, espero te guste y no suponga esto para ti como un recuerdo o un amargo trago de mi.

A mis demás popotías, por favor lean las últimas notas. ¡Es importante! Las quiero con todo mi corazón.

Al Fic.


Ella, invitado

.


«Me gustaba tu miedo. Quiero volver a verlo de cerca.

Cierra los ojos, es momento de volver al inicio»


Le había costado tanto. Pero por fin había podido robarle. Ahí, entre sus manos llevaba lo que lo liberaría de su maldición. Podría vengarse de aquellos que lo habían dañado. Aleteo, palpitación. Trataba de escapar de él. Tal vez era que ahora se creía independiente de él. Lo oprimió con fuerza. A lo lejos escuchó la voz de aquel que lo había condenado a aquella humillación. Ahora lo estaba maldiciendo. Liberó un siseó. Se dejó caer.

En la tierra, entre los caminos de los humanos emprendió su huida. Pero ya no tenía escapatoria. El aleteo se intensificó. Entonces lo entendió. Ahora era un humano y en sus manos llevaba algo que acaba con ellos si era tocado. Se le debilitaron las piernas.


El susurro cálido acarició su oído y sus ojos se abrieron. Ojos color esmeralda le recibieron igual que una enorme sonrisa dibujada por labios rosas y dientes blancos. Sonrisa de travesura y complicidad. Labios resecos y pálidos susurraron una advertencia. La sonrisa pudo más. Un deseo quería cumplir.

Piecitos tocaron el frio suelo, una carrera emprendieron, silenciosos como dos roedores en busca de la alacena. Por los pasillos se deslizaron, el enorme patio atravesaron. Ante sus ojos, enormes portones se mostraron. Roídos, envejecidos, llenos de misterios, misterios que crean recelos.

Manos pequeñas tomaron otras. Reticencia por parte de uno. La sonrisa y una súplica vencieron nuevamente. Entraron. Frio, hacia tanto frio. Ahí todo olía a olvido, a polvo, a humedad, a…escalofríos.

Extraño. Ese lugar era extraño. El techo era una enorme bóveda de cantera reseca, e hilillos de arena caían a cada segundo, y era de un peculiar color carmín, que al caminar sobre ella daba la impresión de estar en un enorme campo de amapolas pulverizas, tan pulverizadas como los restos de mariposas nocturnas que habían a montón, en el centro, una enorme laguneta de agua reposaba, sucia, amarilla y rancia.

La risa se deslizó hasta ahí. Sus manitas removieron el agua, ojos curiosos trataron de divisar algo. Nada. No se podía ver nada.

—¡Jean es un mentiroso! — exclamó la vocecita infantil.

—Te dije que lo era, pero no me quisiste creer — sus ojos se encontraron con los contrarios —. Isabel, vámonos, sabes que a padre no le gusta que entremos aquí. Además no me gusta…— aquello lo susurro más para sí. La niña inclinada sobre la laguna seguía revolviendo el agua —. ¡Isabel!

Ambos se enfrentaron ahí. Tan iguales, tan diferentes. Era como un espejo. Una niña y un niño. Gemelos. Dos caras de un todo. Si se les veía de lejos, pues no había más diferencia en ellos, que el color de sus ojos.

Lo de ella verdes.

Los de él dorados.

Isabel y Eren.

—Yo quería encontrarlas, quería regalárselas a padre para su cumpleaños — el murmullo lastimero hizo eco en el lugar.

Los brazos del niño se abren y aferran a su hermana en un consuelo.

—Podemos hacerle palomitas de barro, él dice que son bonitas. — su intento de sonrisa no animó a su contraria.

—Pero las ranitas resplandecientes hubieran sido más bonitas — hizo un puchero y se apartó del abrazo, recogió la cajita que llevaba consigo y con lágrimas en los ojos salió del lugar.

Eren respiró profundo, su hermana muy caprichosa podía llegar a ser.

Salió de ahí a paso apurado tratando de alcanzar a su hermana, pero abrió grande los ojos al sentir la helada corriente que le recorrió toda la nuca. Sus ojos se clavaron en su hermana que ya estaba por deslizarse por la pequeña abertura debajo de la vieja puerta y esta al instante levantó la cabeza (todo guidado por esa extraña conexión que tenían de toda la vida por ser gemelos), intercambiando las miradas en sus ojos.

—¿Sentiste eso?

—¿El qué? — y se terminó de deslizar, desapareciendo de su vista.

Quedó solo, la sensación fue más helada tras ese espasmo que lo obligó a contener la respiración.

Estaba a sus espaldas.

Y cuando se giró, entre los grandes pilares del recinto una sombra amorfa pareció sonreírle de una manera macabra, hambrienta…con ganas de destrozarlo con saña. El sonido de un aleteo lo distrajo de contemplar aquel lugar y una mariposa negra pasó volando delante de sus ojos. Entonces lo sintió, una sensación de algo tibio descendiendo por su nariz. Sus dedos tocaron aquella zona, y los levantó, sus ojos pudieron verlo, liquido carmesí los adornaban. Cuando una nueva gota cayó hasta tocar el suelo y se confundió con la tierra, otra mariposa negra nació de aquel lugar.

Eren huyó de ahí.

El sonido del aleteo jamás lo abandonó desde entonces. Aunque él no pudiera ver las mariposas negras. El aleteo estaba ahí.

Desde la oscuridad, él sonreía.

Cerca, muy cerca.


« Te encontré »


El hombre se arrastró hasta un hueco por donde se filtraba el agua, con dificultad se metió ahí, quedando escondido de sus cazadores. Pero ya era tarde, su carne fue secándose hasta dejar sólo los huesos, limitando por completo la movilidad. Trató de proferir esas palabras que podían salvarle y devolverle lo que tanto anhelaba, pero el sonido que brotó de su garganta fue más similar al de una rama rompiéndose. Al final, su cuerpo, prácticamente momificado, se quedó como congelado en el tiempo, en esa incómoda posición.

De su cadavérica mano se escapó una mariposa de alas negras con bordes azules, alejándose con su aleteo cada vez más. Desde sus huesos, la esencia de vida, el elixir de la existencia que conformaba su alma, se desprendió por completo. Y mientras eso que se desprendió de él adquiría una forma más física, pero igualmente etérea, visualizó como la mariposa se perdía en busca de la luz de la luna.

Su alma cargada de odio y debilitada por la falta de su otra mitad liberó aquellas palabras que sellarían totalmente su destino.

Mi deseo te separó de mí, tu deseo te traerá a mí. No puedes hacerme esperar. Nunca tuviste salida alguna para escapar.

Aquello fue un siseo escalofriante liberado como un hechizo antes de que la oscuridad le consumiera.


Con las manitas alzadas, cinco niños se despidieron de aquel hombre que los cuidaba con cariño. El sacerdote Farlan. Montado en una carreta vieja se perdió en el camino arenoso y seco que llevaba al pueblo, más de seis horas de camino en carreta, todo un día a pie. Tenía que ir a conseguir los alimentos de sus niños, los niños olvidados, huérfanos y sin futuro de ese mundo cruel pero hermoso. Además era un día especial, era su cumpleaños y quería traer algo para celebrarlo con ellos. Jamás pensó que sería la última vez que los vería.

Porque en cuanto se perdió de la vista de los niños, el aire que rodeaba el viejo templo se enrareció. La presencia de un ser maligno llenó cada espacio, esa presencia maligna que siempre había estado en el recinto, pero que no se había atrevido a emerger. Escondido detrás de la sacra sensación del templo había vivido, metido bien adentro, incorporándose en las actividades cotidianas, a través de susurros, sueños e imágenes difusas. Todo había sido perfecto. Su tiempo había llegado.


Cuando volvió a ser consciente de su existencia, se dio cuenta que el odio que había albergado tras su frustrante humillación siguió germinando, y era ese mismo odio lo que sostuvo a su promesa, una promesa de venganza tardía...pero ese odio también lo ataba a ese lugar, imposibilitando de alcanzar aquella venganza tan deseada.

Un odio que crecía cada vez más, tan grande era, que secó el lugar, hasta convertirlo en una tierra arenosa y sin vida.

Y pseudo aletargado en su escondite, aguardó incontable tiempo, viendo como todo cambiaba a su alrededor, sin que nadie se diera cuenta de que él estaba ahí, que incluso construyeron un lugar sacro para resguardar niños olvidados por los ojos ajenos. Entre esos niños lo vio aparecer. Distinto. Pero ahí estaba y era momento de reclamarlo. Pero...

sólo necesitaba romper el sello.

El juego dio inicio en ese momento.


Bajo el sol ardiente, acuclillados y con las manos metidas dentro del barro espeso y revuelto de color gris y carmín, los niños que habitaban aquella iglesia de paredes altas y tristes, formaban figuras de palomitas y caballitos desnutridos, con ojos redondos y huecos. Aquello sería el regalo de su protector y por eso todos colaboraban, bueno, casi todos.

La pequeña Isabel, relegada en el pasillo contrario a sus compañeros soltaba lagrimitas por la desilusión. En verdad ella quería regalarle esas ranitas resplandecientes de las que le había hablado Jean, pero se daba cuenta que aquello había sido una broma, un mal juego. Estaba molesta y triste.

Pero…la vio pasar. Saltando, seduciéndola con su fulgor.

Sus ojos se abrieron como platos. Y no dudó en seguirle.

Y en un momento de su persecución se vio de nuevo frente a aquellas grandes puertas. Las palabras de su hermano retumbaron en sus oídos, pero ella las hizo a un lado.

Desapareció durante toda la tarde.

Cuando Eren notó su ausencia, la buscó sin descanso. La encontró en la noche, apareció por el camino arenoso y seco, venía sucia, con las rodillas y los brazos raspados, sangrantes, los ojos enrojecidos y la garganta agrietada de tanto llorar y gritar. Entre sus manos traía una cosa de un color rojo fluorescente. Eren pensó que había encontrado aquella ranita mítica que tanto deseaba. Pero cuando le abrió las manos se dio cuenta de que no era una rana, era un corazón aún palpitante, empapado en sangre.

Isabel entre hipidos dijo algo.

« El corazón de papá »

Y fue lo último que Eren escuchó antes de que ellos cayeran del cielo y los gritos estallaran desde las habitaciones. Gritos de terror, angustia y muerte.

Eren tomó de la mano a su hermana y emprendió la carrera hacia donde provenían los gritos, tenían que ayudarlos, pero cuando llegaron era ya muy tarde.

En sus ojos se quedó grabada las miradas vacías y cargadas de espanto de aquellos que fueron como sus hermanos, ellos que ahora en devorados por aquellas bestias.

Brujas.

Seres horribles, con piel verdosa y gris arrugada, dientes chuecos y afilados, cabellos sucios y revueltos, olor putrefacto y hambrientos, hambrientos de niños. Hambrientos de ellos.

Aterrados emprendieron la huida, se refugiaron en altar mayor pero de nada sirvió, la presencia maligna del lugar había contaminado todo y ahora las brujas eran libres de entrar en cualquier rincón.

Isabel lloró mucho y entre los brazos de su hermano se deshizo en culpa y terror. Algo que se aumentó más cuando Eren fue arrancado de su lado. Ella jamás olvidaría que por su deseo, su hermano fue sacrificado. Y fue su culpabilidad la que la llevó a ir tras algo que ya no tenía remedio. Ir tras el fantasma de un deseo maldito.

Un deseo que estaba encarnado en aquel cuerpo infantil que era Eren, maldito desde el primer instante de su nacimiento, condenado por todo la eternidad. Algo que sintió desde el primer instante en que su alma empezó a caer al infierno en un viaje sin retorno. En el preciso instante en que olvido a su hermana y la inocencia de la vida que tuvo; y decidió oír la voz susurrante que provenía de su interior.

La voz que lo convenció que aquellos seres que lo habían robado eran sus padres, la voz que lo incitó a sólo comer mariposas que brotaban de sus pasos y su sangre para que la conexión se formara, la voz que le sembró el odio y el deseo insano en el corazón para contaminarlo, la voz que le susurraba una canción que era un juego prohibido para convocarlo, la voz que pertenecía a aquel ser al que le dio vida haciendo trampa y que lo llevó a la muerte y la tristeza. La voz que ahora lo llamaba desde las profundidades, lo llamaba para que viera sus deseos hechos realidad, para que el juego por fin acabara en cuanto las memorias estuvieran completas y las piezas se terminaran de enlazar.

Porque una vez que algo está conectado jamás puede deshacer el vinculo, no hasta que uno de ellos está muerto.


« Despierta. Se acabó el tiempo de soñar, anda quiero volver a jugar, ahora el invitado se deshizo del intruso »


Eren despertó con el grito estancado en la garganta, el dolor entre las piernas, la sangre cubriendo su cuerpo y la desesperación martillándole desde adentro. Se levantó como pudo pero cuando intentó salir de la cama, el corrientazo de dolor lo envió directo al suelo.

Afuera la ventisca blanquecina de nieve golpeaba con fuerza las ventanas, adentro una tempestad de mariposa inundaban la habitación. Mariposas negras únicamente.

Destrozado se arrastró fuera de la cama. Una luz de vela se deslizó debajo de la puerta. Sus ojos buscaron por toda la habitación. No lo encontró.

—¿Mo-mo? — no recibió respuesta y no podía sentirle en su sangre.

¿Qué eran esas imágenes que navegaban en su mente?

Los pasos grotescos del hombre malo y los sollozos de Carla detrás de la puerta le repiquetearon en los oídos, sonidos que recordaba bien y auguraban dolor. Se vio la sangre que le nacía entre las piernas y lloró de amargura, acaso ese hombre le había hecho ese daño, ese que él veía en sus ojos transfigurado en ese deseo repugnante.

La luz debajo de la puerta despareció.

La puerta se abrió.

Las lágrimas bajaron por sus mejillas.

« Por favor, no »

Mo-mo apareció y mariposas amarillas se unieron a las negras.

Cuando los ojos de botón de Mo-mo se encontraron con los suyos, las imágenes en su mente se volvieron borrosas y los sonidos de Erwin y Carla empezaron a desaparecer.

Las fauces amorfas de Mo-mo formaron una sonrisa retorcida.

Eren lo alzó entre sus brazos y lo estrechó contra su pecho.

Las imágenes de sus sueños —memorias — se volvieron a perder en las penumbras de los pasillos de su mente.

—Mo-mo ¿Dónde?

« Afuera »

La voz gruesa retumbó en su interior.

Esa misma voz.


« Me gusta jugar contigo, y más cuando estás dormido. Porque puedo saborear tu miedo »


A pasos tambaleantes recorrió los pasillos y las escaleras hasta que pudo salir, el aire frio le congeló los huesos, y apretó con mayor fuerza el cuerpecito destartalado de Mo-mo. Un camino de sangre y mariposas de alas destrozadas venía tras él.

En medio de la blancura lo distinguió.

Su cabello negro, su complexión delgada pero fuerte y firme. Estaba encorvado, pero cuando sintió su presencia se levantó y giró su cuerpo hacia él.

Entre sus brazos un bulto se escondía, un bulto que le llenaba la camisa blanca de rojo.

Él se acercó a pasos elegantes, sus ojos de plata estaban clavados en su figura.

Cuando por fin lo alcanzó, extendió los brazos.

Eren por fin pudo verlo.

Pequeño, blanco, de cabello negro y envuelto en sangre. La perfecta copia de Levi.

Casi al carbón, pero…

Abrió los ojos.

Dorados con una estela plateada. Inhumanos.

Eren sonrió y cerró las distancias, acomodó a Mo-mo en el pechito infantil y abrió los brazos para recibirlo y en cuanto su pequeño niño estuvo ahí, Levi lo cargó a él mientras susurraba algo.

—Evlieeryn.

Ambos ojos dorados se encontraron.

—Evlieeryn, bienvenido a casa.

El bebé gorgotea y Eren sonríe mientras le aprieta uno de sus mofletitos pálidos.

Sin mirar atrás entraron a la mansión olvidada arriba de la colina desde donde se podía ver la tierra carmín y siempre nieva y hay mariposas en todos los rincones, donde vive el niño que gusta de un hombre que no es hombre y por el que jugó a un juego prohibido y retorció los deseos de un espíritu que cayó en la desgracia por la ambición y se consumió en odio, un odio que ahora guarda para protegerlos, un odio que le dio vida a la criatura que ahora lo carga en su regazo.

Porque ese odio es la representación de un deseo, igual al de aquella muchacha que ahora yace muerta entre la nieve porque su alma sirvió para completar el deseo del infante de las mariposas negras; y que de ahora en adelante los restrojos de sus sentimientos se transformarán en ratas —como lo hicieron alguna vez el hombre malo y la bruja que fue la otra madre—, ratas que corren espantadas en las paredes y que a Mo-mo le gusta tanto corretear junto a Eren para luego revolcarse en sus tripas y sangre.

Tal vez ahora Evlieeryn también juegue con ellos. Porque ahora habrá más ratas para jugar, igual que habrá más mariposas. O tal vez Levi no lo deje, porque es muy quisquilloso con eso de la mugre y tal vez Evlieeryn le herede eso, pero no importa, siempre pueden jugar, a Mo-mo siempre se le ocurren nuevos juegos. Entre ratas y mariposas los juegos estarán bien.

Las ratas que son las almas de los condenados que se atravesaron en sus caminos y trataron de separarlos.

Las mariposas que representan los deseos concebidos de una maldición. La Maldición de Saturno.


[Fin]


Notas finales:

Nota 1 : A todas esas lindas personitas que me siguen en mis otros Fics, debo decirles que estaré ausente, aún no sé por cuanto tiempo, estoy pasando una situación muy difícil, seguro dirán 'y porque demonios actualizaste este' es sencillo, este Fic es sumamente especial para mí y quería terminarlo, y no dejarlo pausado por tanto tiempo. Espero me comprendan con respecto a los otros. Muchísimas gracias por todo su apoyo.

Nota 2: Como verán este es un extra, algo así como las memorias pérdidas de Eren, el nombre del extra encierra el significado, ella es Isabel, invitado es Evlieeryn, como verán son los dos personajes nuevos que aparecieron al final. Hay muchas cosas que parecen sueltas pero no es así, recuerdan cuando se dijo que Eren no era el usuario real de Mo-mo, pues…el cabello que había usado era el de Isabel, no les explicaré cuando lo tomó, eso queda dentro del misterio, además como notaron ellos son gemelos (Aquí) y Saturno/Mo-mo, habló de un sello, el poder de Saturno es Eren, la parte que le fue arrancada, el sello que protege ese poder era Isabel, la mariposa que voló era negra con azul, Negra en su mayoría pues era Eren, el azul es de Isabel, cuando Evlieeryn fue concebido las mariposas que brotaron fueron azules…a partir de allí pues usen su imaginación para unir los cabos. Me gusta que mis fic medio creppy sean así, con mucho simbolismo que encierran las verdades.

El nombre Evlieeryn es un anagrama y literal es: 'Levi y Eren'

Nota 3: Espero les haya gustado y si es así por favor no olviden comentarlo en la cajita de Reviews, y antes de despedirme les dejo la pizarra de amor y sensualidad:

Y como diría el Grinch: "Por orden alfabético…

.— AstridHatakeAckermanJaeger — Celeste — — HeartInvalid —.

.— kIraGuz — LadyDesire32 — Luna de Acero —MagiAllie — —.

.— Ninko Mitorinbo — Nino6 — Ola-chan —Xochilt Oda —.

…LAS AMO A TODASSS!

Con amor

Charly*