Okay, DV reportándose con el primer escrito de este reto que, prácticamente, me autoimpuse :P
Jaguar Negro y Fernanda, que lo disfruten e.e
Disclaimer: HTTYD y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Dean DeBlois, DreamWorks Animation y Cressida Cowell.
Reto 1: One Shot de un Medieval AU
Te recuerdo
Luk Tuk era un reino muy pacifico, o al menos así había sido durante mucho tiempo, pues desde hace ya un par de años las cosas habían cambiado. Una fuerza exterior amenazaba con la seguridad y la paz del reino, mas sabían mantenerlo controlado, y eso hacía que las personas que vivían en el sintieran un poco más de confianza, tal y como ocurría en el pueblo de Berk…
Berk. Un lugar como ningún otro. Si bien el clima no era el mejor de todos, eso no mostraba ser ningún problema para quienes en él habitaban, la vida era buena, era tranquila y difícilmente la paz que ahí había era perturbada.
Pero, ¿por qué les cuento todo esto? Solo para recordar, para mantener en mi memoria todo lo bueno que había en lo que alguna vez pude llamar hogar.
La guerra fue inevitable y eso nos costó demasiado. Lo perdimos todo, nuestras tierras, nuestras familias, TODO. Y ahora toda esa paz, esa alegría que albergaba el reino, era tan solo un vago recuerdo de lo que alguna vez fue mi hogar.
Y es por eso que me dedico a recordar cada buen momento que viví antes de perderlo todo. Y es por eso que cuento ahora esto, para no olvidarlo a él.
Olvidar a la persona que más me importaba es algo que no me puedo permitir, no después de todo lo que ha pasado y de todo lo que llegó a significar para mí.
Aún recuerdo ese día, recuerdo como nos conocimos, como nos hicimos amigos y, también, recuerdo la última vez que nos vimos… Recuerdo todas esas veces que lo esperé en nuestro lugar especial, y recuerdo como nunca volvió a pesar de que lo había prometido… Pero también recuerdo haber hecho una promesa también, dije que no lo olvidaría y, a diferencia de él, yo si lo cumpliré.
¿Cómo nos conocimos? Esa es una historia un tanto divertida.
Yo era una doncella, hija de Erik Hofferson, uno de los mejores caballeros que tenía el reino. Y gracias a su posición social mi familia era bien vista y reconocida por todos. Por ello, no era aceptable que yo, siendo su hija, anduviera por ahí dando de qué hablar. Y, también, era por esa misma razón que siempre llegaban a casa caballeros y duques a pedir mi mano; cosa que jamás permití ni acepté.
El matrimonio no era algo que me interesara. Yo quería ser una guerrera como mi padre, pero eso era imposible, una dama no podía mezclarse en dicha "vida".
En fin, hablábamos de él como conocí a la persona más importante en mi vida.
Ese día, en particular, daba un paseo por Berk cuando llegué a la herrería en el centro del pueblo. Y lo que vi ahí me dejó maravillada…
En el pequeño mostrador había un hacha resplandeciente, prácticamente me era posible ver mi reflejo en su hoja. Parecía ser un trabajo formidable, un hacha de empuñadura larga con filo de doble hoja. Un arma muy poco común en estos lugares, pero igualmente increíble. Si tan solo hubiera podido tocarla…
—Disculpe—Y entonces él apareció—, ¿necesita algo?—Su voz sonaba nerviosa pero a la vez tan tranquila.
—Oh no yo solo—Intenté decir al joven frente a mí, pero sus ojos, esas hermosas joyas esmeralda, me cautivaron al instante; eran como una ventana hacia su alma—, solo observaba—Dije al fin intentando desviar mi mirada de la suya, porque si, él también me miraba con insistencia.
—Eso es extraño—Comentó él con las manos en los bolsillos de su pantalón.
— ¿El qué?—Le cuestioné, ¿de dónde había sacado la confianza para hablarle así sin problemas?
—Pues que una linda señorita esté aquí, admirando armas—Explicó, más lo noté nervioso cuando dijo tal halago y creo que yo también me mostré nerviosa al escucharlo.
—No soy como las demás—Alcancé a decir, no me dejaría intimidar por este chico de hermosa mirada.
—Eso ya lo noté—Se le escapó decir y pude notar que no era su intención pues había callado casi al instante.
— ¿Qué quieres decir con eso?—Lo interrogué y no me iría de ahí hasta no obtener una respuesta, aunque no contaba con…
— ¡Lady Astrid!—Eso. Uno de los sirvientes de mis padres había llegado en el peor momento a buscarme—. Sus padres piden que regrese a casa—Me había explicado cuando llegó hasta nosotros.
—Supongo que tendré que esperar para escuchar su respuesta—Me dirigí al joven frente a mí.
—Supongo que sí—Dijo él con calma—, que tenga un buen día señorita.
—Astrid, llámeme Astrid—Recuerdo que le dije.
—Hiccup—Dijo él—, así puede llamarme—Ya habría oportunidad de convencerlo de dejar las formalidades.
Después de eso recuerdo haberme marchado a casa. Y también, a partir de ese día comenzaba a ir con un poco más de frecuencia a esa herrería.
Poco a poco nos hicimos amigos, pero eso era un peligro para ambos.
No era bien visto que una mujer conviviera con un hombre si este no era un familiar o, en todo caso, fuera un esposo o prometido.
Pero nosotros no éramos nada de eso, éramos amigos, grandes amigos. Y sabíamos que si queríamos seguirlo siendo debíamos encontrar una forma de pasar tiempo juntos sin que nos dijeran algo al respecto.
Fue por ello que comenzamos a vernos a escondidas.
—Sabes, no creo que sea buena idea seguir haciendo esto—Comentó de repente.
Estábamos en ese claro en el bosque que ocultaba una bella cascada de agua clara y fresca.
— ¿Por qué no?—Le cuestioné.
—Bueno, pues, porque tú eres una doncella y yo un aprendiz de herrero y…
— ¿Dices que no podemos ser amigos por la diferencia de clases?—Lo interrumpí, odiaba que por culpa del estatus social se decidiera con quien estar y con quien no—. ¡Es ridículo! Sabes que a mí eso no me importa.
—Lo sé pero… No es correcto que nos veamos en lugares tan solitarios y… ¿Qué tal que alguien nos ve? Podrían pensar mal y…
—Deja de decir tonterías—Recuerdo que lo reprendí—. No tiene nada de malo.
—Claro, si con eso te refieres a que tu familia no me mandara cortar la cabeza si piensan que entre tú y yo hay algo, pues sí, no tiene nada de malo—Como odiaba cuando utilizaba ese humor, ese sarcasmo; pero igual, como extraño que lo use y que me haga enojar a causa de eso.
— ¿Algo como qué?—Le cuestioné—. ¡Por favor, Hipo! Somos amigos, no hay ningún problema con eso.
—No está bien que un hombre y una mujer sean amigos y se vean "a escondidas"—Entendía su punto y eso era lo que me molestaba—. ¡Si nos descubren estaremos en problemas!
—No sabía que fueras tan miedoso—Me burlé de él, tenía que encontrar una forma de terminar con la tensión del momento.
—No es miedo, es precaución—Me divertían sus gestos, sus intentos por defenderse. Y adoraba esos movimientos tan raros y exagerados que llegaba a hacer inconscientemente con los brazos.
—Como tú digas—Rodé los ojos.
—Hablo en serio sobre lo de vernos a escondidas, Astrid—Y yo lo sabía, sabía que hablaba en serio, conocía muy bien los cambios en el tono de su voz y en sus movimientos corporales.
—Si nos vemos en público también tendremos problemas—Le dije y era verdad, ambos lo sabíamos—. ¿O es que acaso no quieres seguir siendo mi amigo?—Esa última pregunta salió temblorosa
— ¿Bromeas?—Exclamó, la esperanza regresaba a mí—. ¿Qué sería de mí sin ti? No puedo imaginarme un mundo sin ti.
¿Había escuchado bien? Sigo preguntándome eso.
—Yo ahh… Yo…—No pude continuar pues Hiccup se había escondido tras una gran roca, en ese momento no sabía por qué lo hizo, mas después lo comprendí cuando una nueva voz se hizo presente.
— ¿Lady Astrid?—Dijo quién era el jefe de Hiccup, Gobber, el herrero del pueblo—. ¿Qué hace aquí?—Eso mismo quería saber yo de él.
—Yo ah—Necesitaba una excusa y yo no era muy buena en eso—, me gusta venir aquí para admirar el paisaje.
—Oh sí, es un lugar muy bonito—Me respondió con tranquilidad, mi miedo por ser descubiertos era ya casi inexistente—, dígame, ¿por casualidad no ha visto a Hipo?
— ¿Hipo?—Quizá era muy pronto para no preocuparse.
—Sí, mi aprendiz—Rectificó.
—Ah no, no lo he visto—No gires a ver hacia la roca, no gires a ver hacia la roca.
—Bueno—Volvió a hablar—, si lo ve dígale que lo estoy buscando.
—Claro—Asentí, más después recordé algo más—. ¡Espere!—Recuerdo que estaba por marcharse cuando lo detuve—. ¿Por qué está tan seguro de que yo podría llegar a verlo?
—No soy tonto—Me dijo—, señorita; sé que usted y mi aprendiz son amigos—Eso era un problema, aunque quizá…
—Por favor diga nada—Le pedí, tenía miedo, miedo de perder a mi amigo por culpa de la maldita sociedad en la que vivíamos.
—Descuide, su secreto está a salvo conmigo—Recuerdo lo bien que me hizo escuchar eso, la tranquilidad y la seguridad volviendo a mí—. Pero en serio, si lo ve dígale que lo estoy buscando—Y tras eso se marchó.
Había estado conteniendo todo el aire en mis pulmones, y estoy segura de que Hiccup también lo había estado haciendo.
—Ya lo escuchaste—Le hablé al chico cuando lo sentí avanzar hasta mí.
—Sí—Suspiró, no lo podía ver pero sabía que estaba jugando con su propio cabello—, será mejor que vaya con él. Pero primero, te acompañaré hasta una distancia prudente de tu casa, ya es algo tarde.
—Está bien.
No podía negarme, siempre hacíamos lo mismo, después de un rato me acompañaba hasta estar cerca de casa, aunque claro, teniendo cuidado de que la gente no pensara cosas que no son.
Y más recuerdos volvían a mi mente, recuerdos de Gobber cubriéndonos y ayudándonos desde que supo la verdad. Fue un gran alivio el tener a alguien que supiera de nuestra situación y quisiera ayudarnos.
Pero eso no sirvió de nada cuando el caos se desató…
¿Recuerdan que les dije que el reino estaba entrando en conflicto? Pues llegó un momento en el que ya no era solo un conflicto, era una guerra y nuestro hogar se había hundido en ella.
Desconozco los detalles completos. Más sé que la situación era difícil.
Mi padre había ido a defender el reino junto a todos sus compañeros.
Por desgracia, ninguno volvió.
Ese día perdí a mi padre, y yo estaba tan destrozada. Pero el dolor no terminó ahí, pues ese mismo día recibimos un comunicado en el cual el rey llamaba a todos los hombres en condiciones de pelear para seguir luchando en nombre de Luk Tuk. La caballería real había caído y necesitaban nuevos guerreros.
— ¿Tienes que ir? ¿En serio?—Insistía una y otra vez.
Mi amigo se iría para ayudar, aunque no lo quisiera, no había otra salida y yo lo sabía más intentaba negarlo a toda costa.
—Están llamándolos a todos—Recordó lo inevitable y me dolía, me dolía mucho.
— ¿Y no puedes decirles que no?—Quería que dijera que si, quería que dijera que no iría, que nos iríamos juntos lejos, muy lejos para que nada nos hiciera daño.
Porque sí, he de admitir que llegó un momento en el que mi cariño hacia él dejó de ser por una simple amistad.
Había comenzado a amarlo aunque durante mucho tiempo lo intenté negar. Mas ya no podía seguir ocultando lo que sentía y si él se marchaba, ¿qué me quedaba?
—Sabes bien que no—Me dolió tanto su respuesta y sé que a él igual le dolía.
—Pero…—No tenía nada, nada más que decir para evitar lo inevitable—. No quiero que te vayas…—Susurré—.Solo, prométeme que nada saldrá mal…—Imploré, quería que me asegurara que volvería, mas algo en mi interior me gritaba que eso no sería posible y yo decidí ignorar esa advertencia—.Yo…tampoco puedo imaginar un mundo sin ti—Confesé, recordando aquella vez en la que él me dijo algo parecido.
—Volveré—Me aseguró, tomando mis manos entre las suyas y dedicándome una de esas miradas esmeralda que tanto me cautivaban—, te lo prometo.
Recuerdo el sentir como las lágrimas caían por mi rostro y recuerdo como él me abrazó contra su cuerpo para consolarme.
Recuerdo su aroma, sus manos ásperas por el trabajo en la forja acariciando mis brazos.
Recuerdo su voz pronunciando mi nombre para intentar calmarme con forme susurraba que todo estaría bien.
Recuerdo… Lo mucho que me dolió verlo partir…
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Los días pasaron y él jamás volvió…
Todos los días lo esperaba en ese claro que vio nacer mi amor por él y todos los días volvía a casa con ese latente dolor en mi corazón.
Nunca perdí las esperanzas. Hasta que un día un hombre llegó al pueblo anunciando la derrota de la armada real. Ese hombre que dijo ser ahora el nuevo rey de Luk Tuk… Aquel que me robó lo más preciado que tenía en la vida y destruyó no solo mi hogar, sino todo mi ser.
Hiccup me había prometido volver, pero ese hombre, Drago Bludvist, no se lo permitió…
No pude decirle lo que sentía y eso es lo que más lamento.
Por eso, todos los días vuelvo aquí, aun sabiendo que él no regresará, este lugar tiene tantos recuerdos que es como si él siguiera aquí conmigo.
Recordar es lo único que me queda, recordarlo a él y todos esos bellos momentos que pasamos juntos. Y nunca dejaré de recordar, no mientras aún me quede un poco de vida. Porque sé que algún día nos volveremos a ver y entonces, teniendo su mirada esmeralda sobre mí, le diré:
"Te recuerdo"
¿Qué? ¿Esperaban algo lindo y feliz? ¡Pues no! Ya me conocen :P
Al principio tenía pensado algo más intenso, con acción, que unos personajes se enfrentaran a muerte, ya saben, lo usual… Pero eso lo tengo ya reservado para cierto fic del cual no hablaré XD y mejor quise centrarme en lo que era la distinción entre clases y todo eso. Espero que se haya entendido y les gustara, es la segunda vez que utilizo una narración en primera persona.
En fin… Me retiro que tengo tarea que hacer.
A todos los que leyeron hoy… GRACIAS