Saludos a todos, queridos amigos.

¿Qué tal están? ¿Bien? Me alegro si es así. Después de todo este tiempo regreso para traerles algo innovador en cierto sentido, pero primero por favor permítanme expresar mis sinceras disculpas con todos ustedes debido a mi tardanza, también por el hecho de que esté haciendo esto… bueno, se me ha hecho algo difícil, sólo tuve un lamentable bajón de inspiración con esta historia y por ello he decidido hacer este reboot. Creo que va a ir bien el que haya tomado esta decisión

Espero que a muchos les pueda volver gustar esta nueva versión. Y sin más que decir, los dejo para que puedan leer.

Mi adorable guardiana

Capítulo 1: Un tierno despertar / La compañera ideal

Los rayos del sol se filtraban por los espacios sin tapar de la ventana de la habitación, pegando directamente en la cara de cierto muchacho de cabello corto color castaño, quien se encontraba durmiendo. Muy a su pesar tuvo que despertarse forzosamente por aquel hecho, mostrando un rostro cansado y algo demacrado.

—Uuuuhhh… —expresó el joven con un tono casi inaudible y que expresaba su disgusto. Con pesadez dirigió su mano hacia su cara para taparla, aunque sea un poco, del brillo del astro solar —Rayos… que sueño más extraño y… terrorífico que he tenido. Con ésta ya van dos veces que me ocurre lo mismo, fantaseo con la misma situación o casi la misma. Ahora… creo que por culpa de eso me siento mareado… —dijo luego, con su tono de voz un poco más alto pero sin dejar de oírse malhumorado. Sí, una mala noche tenía como consecuencia aquellos desafortunados efectos secundarios de los cuales sufría Issei en ese momento.

El joven de cabello castaño se había despertado además con una resaca sumada a los mareos anteriormente dichos, y todo se debía a que había soñado, de una manera bastante vívida, que él fue empalado con una lanza de luz por un extraño hombre que vestía una gabardina oscura, quien tenía una mirada atemorizante y, por sobre todo, poseía alas negras en su espalda, siendo ése el detalle más impactante de todos. Cabe mencionar que, tan solo la noche anterior, había tenido otra pesadilla casi igual pero… más dolorosa, en la cual fantaseó con una chica llamada Amano Yuuma, quien le había pedido una cita a la cual el joven accedió, sólo para que al final, en el día de dicha cita, ella se transformara en nada menos que un ángel caído, con las mismas alas del hombre del sueño anteriormente descrito… y lo asesinó.

La mirada de Issei, la cual estaba fijada en el techo, expresando melancolía y malestar, se fue transformando progresivamente en una seria y desconfiada.

—"No creo que me esté volviendo loco… ¿o sí?" —se pregunta internamente el castaño, quien dudaba hasta de su propia cordura sin sentido alguno —"No, no me estoy volviendo loco, pero… ¿por qué siento que hay… algo más en todo esto? Sí, ni yo mismo puedo creer lo que estoy a punto de aclararme… siento que todo esto va más allá de simples pesadillas. Las noté… muy reales, como si de verdad hubieran ocurrido. Yo… No lo sé… sinceramente no sé qué está pasando y tampoco sé lo que estoy diciendo… ¡Ah carajo, esto es muy complicado!" —.

Parecía que, en cualquier momento, le estaba por agarrar un ataque de nervios al pobre muchacho de corta cabellera castaña por estar debatiéndose internamente a un ritmo demasiado elevado y al cual no estaba acostumbrado. Él siempre fue alguien de pensamientos simples, alguien a quien no le gustaba complicarse la vida… pero ese día él se encontraba actuando de una manera impropia de él, una manera que no era casual, y todo se debía a aquellas pesadillas de las cuales no encontraba explicación alguna y por las que se sentía así, aunque... eso iba a ser, muy por lejos, lo más extraño que le ocurriría.

Al querer levantarse de la cama, para poder espabilar y aclarar sus pensamientos con el agua de la ducha, descubre inmediatamente que no puede hacerlo, de hecho… ahora que su atención estaba totalmente centrada en su catre descubre que ésta tiene un bulto singularmente grande… o mejor dicho enorme, del tamaño de un cuerpo humano. Sea lo que sea que estuviera debajo de las sabanas mantenía prisionero el cuerpo de Issei del pecho hacia abajo, además de lograr que se mantenga petrificado en su lugar y presa de un miedo que empezaba a hacer mella en su interior por pensar que se trataba de algo espeluznante.

Pero lo siguiente que oyó cerca de él lo dejó más que estupefacto…

—Mmmmm… —.

Claramente pudo oír un murmullo leve salir de debajo de las sábanas… un murmullo que fue pronunciado con un tono de voz femenino.

—"¿P-Pero qué…?" —ahora la sorpresa y la confusión colmaban su interior al haber escuchado aquel sonido tan cerca de él, ¿había escuchado con claridad aquel sonido hecho por una voz femenina? ¿No será que su mente le estaba jugando una mala pasada? Parecía que no puesto que lo sentía muy real… aunque bien podía tratarse de otro sueño.

Después de tragar saliva con fuerza, ya que su mente empezó a maquinar sobre una escena totalmente imposible de ese momento, dirige su mano derecha con lentitud y con ella toma las sábanas con las cuales se tapaba para poder levantarlas, llevándose la sorpresa más grande de toda su vida, una sorpresa que jamás hubiera esperado o se hubiera imaginado en sus sueños más locos: allí, encima de él, dormía plácidamente una preciosa chica de larga cabellera blanca, y sumada a esa imagen tan insólita y a la vez hermosa se podían ver con claridad dos grandes orejas zorrunas en la cabeza de la muchacha –ambas del tamaño de un puño, incluso un poco más grandes- además de poseer siete colas de la misma especie animal –por lo que Issei pudo llegar a contar-, todos esos detalles tenían obviamente el color del cabello de la jovencita. Ella no estaba desnuda, llevaba puesta ropa interior, pero… aun así Issei trataba de aplacar los pensamientos sucios que afloraban en su mente al sentir el par de pechos bastante grandes de la chica al apoyarse sobre él.

Ahora el pobre muchacho de corto cabello castaño lucía shockeado, confundido, sorprendido y un largo etcétera por lo que estaba presenciando, todos sus males fueron completamente dejados de lado para quedarse solamente observando, contemplando sin decir palabra alguna o siquiera cuestionarse nada, la belleza de aquella exótica jovencita como si estuviera hipnotizado. Ni siquiera profundizó en el hecho de que aquella chica tenía esos detallitos en su cabeza y la parte baja de su espalda.

—"¡¿P-Pero q… quién es ella?! ¡¿P-Por qué… o c-cómo… cómo es que sucedió esto?!" —gritó el muchacho en sus pensamientos. Si bien sus pesadillas antes casi le hicieron tener un ataque de nervios, ahora la imagen de esa muchacha semidesnuda en su cama, sobre él, estaba logrando exaltarle demasiado.

De repente, por fuera de su habitación, suena otra voz que lo saca forzosamente de su ensimismamiento.

—¡Isseeee! ¡Levántate ya! ¡Llegarás tarde a la academia! —exclama su madre, la cual ahora se la veía subiendo las escaleras, yendo directamente hacia el cuarto del muchacho.

La nervios del pobre muchacho no hicieron más que aumentar al escuchar el llamado de su madre y escuchar sus pasos que indicaban que se estaba acercando hacia su posición. Se estremeció en gran medida al imaginarse la cara que pondría su progenitora si lo encuentra aun en cama pero esta vez… con una chica durmiendo sobre él. También el hecho de que no se pudiera levantar ya que no quería sacar a la extraña y linda inquilina de sus dulces sueños.

—¿¡Q-Qué…?! ¡E-Espera, todavía no estoy listo! ¡Dame un momento para prepararme, por favor! —le responde el chico, sin otra cosa que se le pueda ocurrir para decir o hacer y así evitar o, por lo menos, retrasar la llegada de su madre.

—¡Siempre es lo mismo contigo, jovencito! ¡No esperaré nada, vamos apúrate! —seguía gritando su madre, oyéndose aún más cerca y poniendo los pelos de punta a su pobre hijo, quien no hacía más que temblar.

Lamentablemente, con todo el ruido mañanero ensordecedor que estaban provocando madre e hijo logran despertar a la inocente jovencita que antes dormía sin sobresaltos… hasta ahora.

—¿E-Eh…? ¿Q-Qué… qué pasó? —empezó a preguntar la muchachita, con aquel gran desconcierto que cualquier persona sufre al ser despertada abruptamente, quien fue obligada a salir de sus dulces sueños. La joven albina miraba rápidamente hacia todos lados, sin entender nada de nada y con su expresión adormecida, expresión que casi deja noqueado al castaño una vez ella quedó mirándolo de frente.

Entonces, en ese preciso momento, Issei pudo ver mucho mejor y a detalle el rostro de la bella durmiente, y… vaya que sí era hermosa, más de lo que él se haya podido imaginar: su larguísimo cabello, blanco como la nieve pero no tan brillante como la misma, acompañaba a la perfección aquellos dos grandes y atrayentes ojos, cada uno de un color distinto –ojos heterocrómicos, el derecho de color rojo y el izquierdo de color azul-, y sus finas facciones, dignas del escultor más profesional en la faz de la tierra, lo dejaron completamente pasmado. Además, sus mejillas tenían un leve tinte rojo natural que la hacía verse muy tierna al parecer ruborizada. También no pasó desapercibido para él el físico de la chica: tenía un cuerpo esbelto, bien contorneado, y sus atributos femeninos delanteros… o mejor dicho sus pechos, que eran grandes y por lo que alcanzó a ver, su trasero también lo era. Era muy atractiva en todos los sentidos, como si fuera casi perfecta.

Ella, con sus ojos entreabiertos, pestañea unas cuentas veces para sacarse la pesadez de encima, tallándolos también con ambas manos, y cuando estuvo algo más despierta notó la situación en la que se encontraba: con el joven castaño mirándola fijamente –aunque por momentos desviaba para observar su cuerpo, más sus pechos- lo cual provocó una reacción esperada por parte de la pobre chica, que se puso muy nerviosa y se sonrojó más de la cuenta, además de empezar a temblar. Aunque eso no era lo único que la pondría así…

Justo en ese momento, cuando parecía que la jovencita estaba por decir algo ya que sus labios se movieron un poquito, entra a la habitación nada menos que la madre de Issei, descubriendo a su hijo en la cama junto con aquella chica de largo cabello blancuzco, una hermosa chica a la que nunca había visto antes, en una posición que fácilmente podría ser malinterpretada. Claro, ellos dos seguían acostados, ninguno se ha movido de su lugar desde que abrieron los ojos y se percataron de esa situación.

Tanto la mujer adulta como su hijo y la extraña inquilina quedaron sin habla por unos instantes, instantes en los cuales todos se miraron entre sí en medio del silencio sepulcral que reinó en el lugar.

—Bu-Buenos días… P-Por favor, Isse, date prisa… o llegarás tarde a la academia. E-El desayuno… ya está listo —dice la madre de Issei después de varios segundos que parecieron eternos, trastabillando y como si fuera un robot, para finalmente salir corriendo de la habitación, casi cayéndose de la escalera para después gritarle al padre de su hijo lo que había visto allí o lo que creyó ver.

—¡Uuuooohh! ¡Q-Queridoooo! —grita la mujer, entre la emoción y el miedo, clamando por la atención del hombre.

—¡Hey hey! ¿Qué es lo que sucede, querida? ¿Pasó algo con Isse? Acaso… ¿Estaba una chica con él? —pregunta su esposo, ya sospechando el por qué del repentino y eufórico comportamiento de la mujer.

—¡S-Sí, es eso! ¡O-O creo que sí…! ¡V-Vi que estaba una chica con él en su cama, y-y además era muy linda! —responde la mujer, tomándose ambas mejillas, avergonzándose por recordar esa escena.

—¡¿Q-Qué?! ¡¿Es eso verdad?! ¡Espera, explícate mejor! ¿Pasó algo entre ellos? —pregunta el señor, sorprendido y confundido, por eso quería informarse más.

—Y-Yo, e-este… ¡No lo sé, no vi nada! —responde la mujer, gritando sin poder recuperarse de la vergüenza por sus recuerdos. También tal fue la impresión que tuvo en ese momento que, raramente, no se fijó en los detalles animales de la muchachita.

—¡Hey hey, espera! ¿A dónde vas? —exclama el padre de Issei, al parecer corriendo detrás de su mujer ya que ésta había escapado para no seguir respondiendo esa clase de preguntas… al menos así lo dedujeron Issei y la extraña jovencita ya que los dos solamente escuchaban todo el embrollo que se generó en el piso inferior.

Tanto el castaño como la albina sólo observaban la puerta sin decir ni una palabra, dejando que el silencio, el cual repentinamente volvió, se ocupara del ambiente. Ya para ese momento Issei y la chica se habían levantado y, aunque siguieran en la cama pero sentados y alejados, ninguno se atrevía a cruzar la mirada con el otro por mucha vergüenza que estaban teniendo debido a reciente suceso. Ambos estaban muy sonrojados y con sus cuerpos temblando de los nervios.

—"¿Y-Y… ahora qué se supone que debo hacer?" —de nuevo sus pensamientos comenzaban a ser un desastre, Issei no sabía qué decir o cómo reaccionar con todo lo que le estaba ocurriendo esa loca mañana —"¿Cómo… podré explicar esto? Oh dios… mi madre ya ha visto a esta chica y se ha armado un gran alboroto, ahora deberé de pensar en qué decirles cuando ella y mi padre vengan a ver todo esto…" —se cuestionaba en su interior de manera casi desesperada, tomándose su cabeza con ambas manos mientras miraba al suelo con unos ojos temblorosos. Afortunadamente (o lamentablemente para sus fantasías) algo lo hace retornar al presente.

—U-Uummm… —la joven de largo cabello blanco carraspeó un poco la voz, llamando poderosamente la atención de su compañero, quien abrió grandes sus ojos a la vez que se mostraba sorprendido e incrédulo por alguna razón —P-Perdón… p-por causarte muchos problemas, Isse, y… d-desde tan temprano. ¡Ju-Juro que no fue esa mi intención, de verdad! Perdóname… —se disculpó la chica, temblando en un primer momento para después mostrarse afligida porque pensó que era su culpa el que la madre del castaño reaccionara de esa forma al ver a una desconocida.

Con aquel comentario expresado por la muchacha, el corazón de Issei empezó a latir como loco, su cuerpo nuevamente tembló, comenzando a sudar mucho y su rostro otra vez se coloreó de un rojo intenso, pero… ¿por qué volvió a actuar así? La respuesta era muy simple: esta vez la joven albina sí tenía la culpa… pero de lo que le estaba ocurriendo en ese preciso momento al muchacho, y todo se debía a que ella tenía una voz sumamente hermosa que acompañaba a la perfección su tierna imagen física, aumentada a la milésima potencia con sus orejas zorrunas y sus largas colas que se movían incesantemente de una lado a otro. Resultaba muy raro que el castaño no se haya fijado antes en la voz de la joven, siendo que ella habló en un primer momento, quizás fue por la tensión que le generó su madre cuando quería ingresar a la habitación.

Después de eso la albina acerca su rostro desconcertado al del castaño, quedando así tan sólo centímetros de distancia entre ellos.

—¿E-Estás… bien, Isse? —pregunta la chica de manera suave, aparentemente preocupada por el bienestar del muchacho, moviendo levemente sus orejitas de arriba hacia abajo, también sus colas hacían el mismo movimiento.

La manera en que miraba al aludido, con esos ojos grandes poseedores de un brillo singular, con su terso rostro y su rubor en sus mejillas, todo ello sumado también sus grandes pechos, que se le veían en gran medida, casi noquea al pobre joven.

—¡A-Aaahh sí! ¡Sí sí, e-estoy bien! —responde inmediatamente y como si estuviera gritando, con su rostro hecho un arcoíris, sobresaltando en un primer momento a la extraña inquilina de aquellos detalles animales, pero luego volviendo en sí con una cara de tranquilidad.

—M-Me alegro que así sea —dijo ella con un poco de nerviosismo, el volumen en su voz era bajo pero aun así Isse pudo oírla, también ver como la chica apoyaba su mano derecha sobre su pecho, como aliviando su corazón, acción que asombró al chico.

—P-Por cierto… con respecto a tus disculpas… s-sólo quería decirte que todo está bien. No me has causado ningún problema, sólo… bueno, lo que pasó fue algo desafortunado, el que mi madre entrara a mi habitación sin haber tocado antes, y… verte a ti, alguien a quien no conoce. Yo, este… también me tengo que disculpar contigo, no te conozco y… creo que te traté un poco mal. E-Espero me perdones —expresó Issei, bajando su cabeza y mostrándose arrepentido con su gesto, esperando la generosidad de la chica, la cual lucía pasmada para después sonrojarse.

—U-Uuummm… p-puedo perdonarte… s-si me respondes… una pregunta. ¿N-No es mucha molestia para ti… verdad? —pidió la chica, con un rostro que, al parecer, indicaba que estaba usando la milenaria técnica de "Ojitos de Cachorro no Jutsu" para convencer al castaño de que le respondiera a su solicitud.

—C-C-Cla-Claro que no molestaría, p-puedes preguntarme lo que quieras, adelante —contestó él, tratando de bajar el nivel de su rubor sin éxtio alguno. Pero se tenía que sentir aliviado de alguna manera puesto que la chica enfrente suyo estaba también sonrojada y a más no poder, lo cual casi noquea nuevamente al joven.

—E-Ettooooo… y-yo q-quería saber… y-ya que tu mamá me… m-me dijo q-que soy linda, p-pues… e-eemmm… s-si t-tú… —la pobre de la albina tartamudeaba a más no poder, no podía sostener una palabra correctamente de los nervios que estaba sintiendo. Por ello también empezó a jugar con sus dedos índices de cada mano a la vez que era incapaz de contactar visualmente con el chico que estaba frente a ella por causa de su rubor extremo —S-Si t-tú… p-piensas lo… lo mismo… s-s-si soy linda… ¿s-soy linda para ti, Isse? —.

Al fin la había soltado, después de tanto trastabilleo se había librado de la gran duda que estaba rondando su cabeza, aquejándola claramente desde el momento en que la señora Hyodou había salido corriendo de la habitación en busca de su marido para contarle aquella experiencia.

Por su parte Issei estaba experimentando lo contrario a estar relajado: estaba completamente paralizado. ¿De verdad una hermosa chica le preguntaba, con un rostro sonrojado súper tierno, que si ella era hermosa? Realmente era algo para no creerlo… Primero había despertado teniendo mareos y resaca por culpa de dos muy extrañas pesadillas, inmediatamente después de eso la descubre a ella, una linda joven con orejas y colas de zorro, durmiendo plácidamente nada menos que en su cama y encima de él –claro que luego ambos fueron "descubiertos" por la madre del castaño, siendo que no hicieron nada-… ¿y ahora aquella muchacha le estaba preguntando justamente a él que si era linda? Todo aquello tomó tan de sorpresa al castaño que no podía articular palabra alguna, dejando que el silencio ocupara el lugar y hablara por él, dando a entender algo que no era verdad.

Los segundos pasaron y la respuesta no salió de sus labios y por eso la expresión intranquila de la muchacha se fue derrumbando hasta mostrarse muy afligida, con sus ojos llenándose de lágrimas al punto de querer llorar.

—L-Lo sabía… no soy linda para ti —expresa la chica con gran angustia, echando a llorar.

Issei se sobresaltó, ¿de verdad ella consideraba tan importante su opinión acerca de su belleza como para empezar a llorar tan sólo porque no le haya contestado? Pues, realmente así era, y por eso el castaño sintió una gran culpa por el sollozo de su linda acompañante, por lo que optó tratar de calmarla.

—¡E-Espera! Espera, por favor, no llores —suplicó el muchacho, conmovido y sobretodo sintiéndose culpable, como bien se había dicho antes, por haber hecho llorar a la pobre jovencita —Yo… yo nunca dije que no eras linda, al contrario, eres hermosa, muy hermosa y… y eso me gusta, lo que sucedió es que… bueno, estoy muy confundido desde que me he despertado, no estoy entendiendo muy bien lo que sucede ni… ni el por qué de que hayas aparecido aquí en mi habitación, de estar aquí conmigo… por eso no pude responderte, lo siento mucho —se disculpa luego, agachando su cabeza en señal de arrepentimiento.

Él esperó por unos segundos a que la chica pudiera comprender y aceptar sus disculpas, pero… al no escuchar nada se puso intranquilo y levanta su cabeza para encontrarse con el rostro anonadado de la joven.

—¿Su… Sucede algo? —pregunta el castaño, claramente confundido por lo que estaba viendo. Ahora el rostro de la muchacha, tras aquella pregunta, se tornó roja en la zona de las mejillas, en sus ojos las lágrimas volvían a aparecer y, esta vez, una gran sonrisa fue dibujándose progresivamente en los labios de la albina.

—D-Dijiste… ¡dijiste que te gustooooo! —exclamó ella a modo de respuesta y con una felicidad que desbordaba. Sus grandes orejas animales y también sus colas se movían con energías, y esa sonrisa parecía que no se iría jamás de su cara. La chica zorruna, en un abrir y cerrar de ojos, se le tira encima a Issei, abrazándolo con fuerza y besándolo.

¡Sí, estaba besándolo! Sin lugar a dudas era algo totalmente inesperado. Issei no lo podía creer, sus ojos estaban abiertos a más no poder, su mente estaba en blanco, incapaz de siquiera juntar las letras necesarias para formar palabras y con ellas alguna pregunta, pero… nada. Su sonrojo también era extremo en sus mejillas. Aquel beso cálido y tierno logró que quedara derrotado en poco segundos. Él trataba de corresponder como podía a dicho beso, pero lamentablemente era un completo novato en todo el tema del amor. Aunque… lo más sorprendente era que la albina también era una inexperta en el amor al mismo nivel que Issei.

Después de un par de minutos en el que se los vio a ambos tortolitos muy acaramelados por esa unión de labios, la chica zorruna fue la primera en romper ese estado y alejarse del muchacho con una expresión que demostraba mucha vergüenza además de estar sonrojada completamente como si fuera un tomate, sus ojos estaban con lágrimas a punto de salir y sus labios ahora temblaban por los nervios.

—¡L-L-Lo siento, lo siento mucho! —fue lo primero que dijo la chica de largo cabello blanco, exclamándolo y pidiendo perdón —¡S-Soy u-una tonta, n-no debí haber hecho eso! E-Es que… m-me has dicho algo muy bonito, Isse, y… y me sentí extraña y-y sé que es repentino… s-s-sé q-que estás m-muy confundido… pero… pero yo… y-yo también… —la pobre parecía enredarse más y más en sus propias palabras, las cuales quería usar para explicar lo que sucedió entre ella y el castaño, mientras escondía su rostro avergonzado de la mirada de Issei.

Él también lucía con un tremendo rubor en su rostro además de la intranquilidad reflejada en sus expresiones, y no cualquier tonto como él, que había recibido su primer beso sin que se lo esperara y de parte de una bella y exótica muchacha, tendría las fuerzas para tratar de recuperarse y seguir hablando con normalidad… o al menos intentarlo.

—¿T-Tú… también…? —pregunta el castaño, tartamudeando también y queriendo saber qué era lo que tenía que revelar su linda compañera.

—Q-Q-Que y-yo también… creo q-que eres muy lindo… —responde ella, jugando con sus dedos y mirando de reojo a Issei con una muy pequeña sonrisa, aunque su nerviosismo no la dejaba hablar con tranquilidad, y parecía que iba en aumento. Issei, al escuchar esa declaración, empieza a temblar —Y-Y-Y-Y q-que… m-me g-gu-gustas… y-y-y q-que ta-también… —dice luego, susurrando algo que Issei no pudo escuchar.

—¿E-Eh? D-Di… Disculpa, ¿qué has dicho? —pregunta nuevamente el joven de corto cabello castaño.

Ahora la albina lucía más nerviosa, por unos instantes agacha su cabeza, escondiendo totalmente su rostro avergonzado para después levantar su mirada, con sus ojos cerrados se dispone a tomar una gran bocanada de aire, llenando por completo sus pulmones y así soltar de nuevo y en una sola vez lo que la ponía de esa manera.

—¡Q-Que me gustas… y-y que me gustaría estar contigo, a tu lado! —exclama ella a modo de respuesta y también haciendo esa inesperada petición que, otra vez, deja al muchacho perplejo.

Issei quedó sin habla y también sus padres, quienes estaban expectantes en el piso de abajo, tratando de escucharlo todo, aunque en realidad solo se enteraban de ciertas cosas ya que mucho no se podía oír, pero como la albina dio esa respuesta como si estuviera gritándolo lo escucharon claramente.

—S-Si no quieres estar a mi lado, yo… yo puedo entenderlo… —comenta la albina, mostrándose otra vez triste, bajando sus orejas zorrunas y logrando inconscientemente la compasión de su compañero.

—N-o no, por favor no te pongas triste —él suplica nuevamente. Realmente no quería verla afligida —S-Si te refieres a que si podemos estar juntos, y-yo… e-este… m-me gustaría mucho —responde finalmente el joven castaño, causando que la albina quedara petrificada en su lugar y lo mirara con sus ojos tan abiertos como si fueran dos platos y sus orejas zorrunas en alto —B-Bu-Bueno, quizás… n-nos hayamos conocido hace poco, p-pero… ummm, ¿c-cómo explicarlo? S-Sinceramente… no lo sé, por alguna razón siento que… a-aceptar tu propuesta, lo de estar juntos… sería algo muy bueno —dice luego, tratando de no enredarse con sus palabras como lo hizo su compañera… aunque a decir verdad él no era muy bueno para explicarse y menos en una situación así. Pero a todo esto ¿era posible que aquella extraña chica, la cual apareció repentinamente hace tan solo una media hora, estuviera haciendo aflorar algo, cercano a un sentimiento perdido y desconocido, en el corazón de Issei? Él no conocía la respuesta a esa interrogante… pero seamos francos, era lo que menos importaba.

—¿¡D-De verdaaaad?! ¡Gracias, gracias, graciaaaaas! ¡Muchas gracias Isseeee!—exclama la albina a modo de respuesta, muy feliz y abalanzándose nuevamente sobre el muchacho para atraparlo entre sus brazos, abrazándolo con fuerza y besarlo con muchas ganas, logrando debilitarlo nuevamente y también haciendo que montones de corazoncitos salieran desparramados por doquier, pero después de un par de minutos ambos tortolos se separan y la chica otra vez se veía bastante avergonzada y sonrojada.

—¡C-Ci-Cielos! C-Creo… creo que… m-me he pasado un poco, d-discúlpame, Isse —expresó la jovencita a modo de disculpa mientras tenía sus manos juntas y solo miraba de reojo al muchacho, por causa de la vergüenza —Fu-Fue mi culpa el que… hayamos a-avanzado muy rápido, e-espero me puedas perdonar, y… oh no, n-ni siquiera te he dicho mi nombre, soy una tonta… —dijo luego, mostrándose apenada y también ruborizada —M-Me… me llamo Kazuri, y… b-bueno, s-soy una Kitsune, un zorro ancestral antropomórfico… p-por e-estas cositas… que tengo en mi cabeza y mi espalda —dice luego, tocándose sus orejas y desviando su mirada con su expresión aún nerviosa y con el tinte rojizo en sus mejillas, pero después en un abrir y cerrar de ojos voltea para clavar su vista en la de Issei, tomándolo totalmente desprevenido —¿T-Te… te gustan, Isse? —.

Con aquella pregunta, que era igual a la primera generada por la jovencita, causó que el castaño otra vez quedara paralizado, aunque afortunadamente esta vez logró controlarse y, después de tragar saliva con fuerza, procedió a responderle con total sinceridad.

—P-Por supuesto que me gustan… m-me encantan… u-ummm, a-aunque… igual seguirías siendo muy linda si no los tuvieras, K-Kazuri…-chan —responde el joven, mirándola directamente a los ojos, feliz aunque temblando un poco.

Inmediatamente tras escuchar la respuesta de su compañero, Kazuri mostró una gran y tierna sonrisa en conjunto con sus atrayentes ojos de distintos colores, que parecían brillar, y aquel rubor en sus mejillas que ponían loco al castaño.

—G-Gra-Gracias… —responde la joven, sin borrar esa sonrisa de su rostro pero mirando a un costado ahora, evitando el contacto visual con el muchacho de corto cabello castaño.

Después de que la chica le contestara, lamentablemente otra vez el silencio se hizo cargo de la situación porque ninguno de los dos tortolos quería seguir la conversación… bueno, era más que obvio que, en momentos así, uno no puede pensar mucho… o no pensar casi nada.

Issei se recuperaba lentamente de los asaltos amorosos que le propinaba Kazuri con cada respuesta favorable que obtenía de él. Era increíble que una chica como ella, muy hermosa y también muy cariñosa, tuviera una relación así con él, alguien a quien acababa de conocer. Él miraba también de reojo a la jovencita, y se preguntaba en su mente:

"¿Qué es lo que estará pensando ella?"

Mientras los ojos de la aludida, fugazmente, escapaban de él cada medio segundo que parecían querer contactarlo.

Ahora Issei ya conocía un poco más de la albina: sabía su nombre, sabía también lo que era… una Kitsune, jamás oyó nada de esa especie pero obviamente su intriga era ahora muy grande y quería conocer más acerca de ella, sin embargo consideró que ése no era buen momento para comenzar con preguntas de esa índole. No sabía su edad, eso luego podría preguntarle… y también de dónde venía o cómo es que ha llegado a su habitación, además del por qué… había demasiada información que recabar, aunque… tenía que admitirlo, cada vez que miraba el rostro de Kazuri su mente se ponía en blanco, la belleza que poseía era algo atrayente e hipnótico, y… bueno, él estaba enamorado.

Sí, enamorado, eso ya había que aclararlo. Quizás era un tonto por tener esos sentimientos hacia una persona que acababa de conocer… pero era extraño, la chica de largo y ondulado cabello blanco despertó en él ese fuerte afecto desde la primera vez que la vio, y que se intensificó cuando ella hizo su primer contacto visual con él. Aun así, con todos esos detalles era lógico el preguntarse: ¿podría ser que estuviera "maldecido", embrujado o algo por el estilo, por aquella muchachita? Claramente no, eso no era posible de ninguna forma, él se sentía completamente normal… enamorado, pero normal, seguía siendo él mismo solo que tenía esos sentimientos por Kazuri, y… por lo que teorizaba, la chica también sentía atracción por él, al menos eso era lo que el castaño creía, obviamente no sabía lo que pensaba.

Lamentablemente el tiempo corría y no muy a su favor que digamos… en la planta baja de su casa esperaban sus padres, quienes obviamente pedirían explicaciones acerca de la presencia de la joven que apareció súbitamente en su habitación nada más despertar, también tenía que bajar a desayunar y, por si fuera poco, vestirse para poder asistir a clases, cosa que aun no hizo, por ello la desesperación nuevamente lo atacó. Al mirar el reloj de la pequeña mesa situada a un lado de la cama, el castaño se paró con rapidez, mostrándose asustado.

—¡O-Oh rayos, se está haciendo tarde…! —exclamó Issei muy alarmado y asustando a la vez a Kazuri, quién después lo mira con un rostro de mucha preocupación.

Mientras observaba al castaño ir de aquí hacia allá, muy apurado y buscando algo que al parecer no encontraba, Kazuri se había preguntado por unos segundos porqué él actuaba así, luego recordó que era porque se estaba atrasando para llegar a horario al instituto, ya que ese dia tenía clases. En ese momento ella baja su mirada, como si estuviera pensando en alguna forma para poder ayudar a su chico en problemas, hasta que unos segundos después parece que una idea llega a su mente por aquella imperceptible sonrisa que se formó en sus labios.

—"Oh dios, oh dios… ¿en dónde pude haber dejado mi camisa y mi pantalón? Ah rayos, esto es un desastre, algún día debería de ocuparme de mi habitación… pero sé que nunca lo haré. Si logro encontrarlos tendré que llevarlos puestos como los encuentro, arrugados…" —pensaba el muchacho, lamentándose y a la vez maldiciendo la suerte que él se provocaba. Con sus manos escarbando en su armario, buscaba y buscaba la ropa adecuada y la obligatoria para poder ir a la academia, pero no lograba encontrar nada.

En ese instante surca por su mente un pensamiento totalmente diferente al que lo mantenía ocupado… Kazuri. Sí, ¿qué haría con esa pobre chica cuando tenga que irse a clases? O mejor dicho, ¿qué haría con ella si él sale de su habitación? Estaba claro que no quería dejarla allí, ése no era un buen lugar para que la joven se quedara, pero ¿entonces dónde?.

Mientras se debatía con todas sus fuerzas para encontrar una solución al caos que había en su interior, la imagen del bello y tierno rostro de la albina aparece súbitamente en sus recuerdos, sonriéndole mientras se sonrojaba y movía sus lindas y peludas orejitas de arriba hacia abajo.

—"I-Isse…" —decía ella en su imaginación mientras intentaba mirarlo con pena pero feliz.

Aun si solo era producto de sus fantasías, esa imagen causó que el corazón del castaño se acelerara casi a mil revoluciones por segundo, y por puro instinto gira su cabeza para observar a su compañera, la cual ahora se la veía con la misma expresión que tuvo en su mente, lo cual casi lo noquea de no ser por un detalle muy sorprendente…

—I-Isse… —susurra la chica de cabello blanco en un tono audible para él, con vergüenza, mientras sostenía algo en su mano izquierda, algo que dejó boquiabierto al aludido: Kazuri mantenía en alto una percha en donde estaban sujetas la camisa, una remera y el pantalón del castaño, prendas que utilizaba para asistir al instituto y las cuales se encontraban en perfecto estado, como si hubieran sido lavadas, secadas y planchadas, todo en una sola vez y en menos de un segundo.

A paso tambaleante el muchacho se acercó, y con ambas manos lentamente la percha tomó. Observando con detenimiento e incredulidad él se percató de que aquel trabajo tan bien hecho en tan poquísimo tiempo no era digno de un ser humano, sino de alguien con algún tipo de… poder, lo cual lo hacía mucho más extraño y sorprendente.

—T-Tú… ¿tú hiciste esto, Kazuri? —pregunta él, tartamudeando. Esa sorpresa era mucho para él, una de entre tantas que estaba recibiendo esa mañana y algunas de las cuales no se puede acomodar aun.

—U-Uuumm… s-sí, fui yo… ¡L-Lo siento! Perdóname si tú… no quería que lo haga, es que… te vi tan asustado, y vi tu ropa tirada en el suelo, y-y arrugada que… q-quise ayudarte. Lo siento… —se disculpa Kazuri, bajando su mirada, con sus mejillas enrojecidas pero más aún lucía muy apenada ya que pensó que Issei estaba molesto por haber hecho lo que hizo.

Pero lo cierto es que lo que sucedió después fue totalmente lo contrario…

—¡Gracias, gracias Kazuri! —exclamó el muchacho, impulsado por un fuerte y extraño sentimiento de abrazar con fuerza a aquella insólita chica que lo había ayudado en un momento desesperante. Él había actuado por reflejo, queriendo demostrar su gratitud ante la albina, quien se sonrojó a más no poder la cercanía y el contacto directo con el cuerpo desnudo del castaño por el cual sentía atracción.

—N-N-No ha-hay d-de que… —responde la pobre jovencita albina, casi desmayándose por los nervios de aquel abrazo repentino. Quizás dicho abrazo, el cual obviamente fue efectuado por el muchacho de corto cabello castaño, lo causó el amor que empezó a sentir por ella. Aquella teoría era muy segura.

Issei, en un primer momento, se había preguntado el cómo fue posible aquel suceso, de que Kazuri tuviera en sus manos su ropa en tan buenas condiciones y lista para ser usada, pero segundos después recordó lo que le había revelado al presentarse… que ella era un ser mítico, un ser ancestral, y por lo tanto debía de tener poderes mágicos, por más loco que sonara. Bueno… tan solo hacía falta notar las orejas en su cabeza y las siete colas en su espalda para caer en la cuenta de que ella tenía habilidades que podrían superar toda comprensión humana.

Después de varios segundos, los cuales parecieron eternos, el castaño se separa un poco de ella para observarla ahora directamente a los ojos, él lucía un poco sonrojado porque, durante su abrazo, se dio cuenta de lo que hizo pero aun así no quiso separarse tan bruscamente de Kazuri. Y la albina lo miraba a él con un fuerte rubor en sus mejillas, unos ojos temblorosos, presas de los nervios pero también bajo los efectos de aquel sentimiento que provenía desde su corazón. Ella, con sus dos grandes y resplandecientes luceros, uno de color rojo y el otro de color azul, en su bello rostro, contempla por un par de segundos al castaño como si estuviera hipnotizada para finalmente ser "atacada" gentilmente por el joven cuando él posa sus labios en los de ella, dándole el beso más tierno que le pudo .

El muchacho de corto cabello castaño fue el que tomó la iniciativa esta vez, y Kazuri respondía como podía a aquella demostración de gran y puro afecto amoroso. Ambos se sentían torpes por los nervios y sus corazones acelerados por esa unión de labios, la cual la dejo derrotada en cuestión de milisegundos. Kazuri también estaba teniendo los mismos problemas con su cuerpo al igual que con su chico, por supuesto ella seguía siendo una completa novata en lo que a amor nos referimos.

Después de un minuto de estar acaramelados ambos se separan para retomaran cada uno el trabajo de mirar al otro, esta vez de una manera más cariñosa. Kazuri lo miraba a Issei como si estuviera perdida en sus ojos, con una sonrisa atontada, ruborizada y con corazoncitos flotando alrededor de ella.

—I-Issee… —susurra ella en un tono audible para su chico, mientras lo miraba e inexplicablemente, lágrimas comienzan a brotar de sus ojos —Te amo, te amo mucho —expresó luego, ésta vez ella besándolo a él.

Sus lágrimas, que bajaban recorriendo sus finas mejillas hasta caer en el suelo, puso triste al castaño, quién decidió responder a la declaración de amor de su chica con un fuerte abrazo para que así ella pueda sentir su calor, para que sienta que podía estar segura entre sus brazos y que además no tenía por qué derramar más lágrimas.

Además, el hecho de que la albina se le declarara de manera oficial después de haber mostrado todos esos signos de mucho afecto hacia él igualmente lo dejó pasmado por unos instantes pero después mostró una sonrisa de sincera felicidad que le brotó repentinamente. No supo por qué pero, a pesar de que ya estaba teniendo una relación amorosa primeriza con una desconocida, a quien apenas conoció esa mañana, dicha felicidad antes descrita se hizo grande cuando escuchó esas palabras salir de la boca de la albina, por eso tuvo esa expresión.

Kazuri se dejó tomar y permaneció entre los brazos del joven de cabello castaño de quien estaba enamorada. Mientras mantenía los ojos cerrados para sentir el calor del cuerpo del muchacho, ella pensó que lo mejor sería decirle luego el porqué de que le tomara afecto tan rápido, de mostrarle un amor de ensueño que, bien podía parecer una mentira… pero la verdad es que era totalmente sincero. Kazuri en verdad estaba enamorada de Issei.

Pocos segundos después ambos tortolos se separan y ríen nerviosamente, Issei decidió vestirse con rapidez, no solo porque se le hacía muy tarde sino también debido a que Kazuri lo observaba y tanto ella como él se dieron cuenta que todavía estaban en ropa interior, lo que saca un rubor muy fuerte en sus rostros. La chica con cara de tomate hizo un rápido movimiento de manos y, ante la mirada estupefacta del joven de cabello castaño, cubrió su cuerpo con una luz que en dos segundos se transformó en sus prendas: ahora ella tenía un largo vestido color rosado pastel con un escote amplio y dos flores blancas bordadas en cada manga. Extrañamente sus colas parecían traspasar la tela de dicha prenda, dándole un libre movimiento.

—U-Ummm… —tartamudea Kazuri, sin poder esconder el rubor que se mantenía en sus mejillas, mientras trataba inútilmente de hacer contacto visual con su chico —I-Isse… ¿me… me veo bien? —pregunta luego. Sus nervios no bajaban, puesto que el joven la había observado desde el momento en que notó su semi-desnudez. El aludido miraba a un costado, evadiendo sus impulsos, pero cuando escuchó la pregunta de la albina su saliva pasó con fuerza por su garganta. Por unos infrasegundos su cuerpo tembló, y con mucha voluntad decidió mirar a los ojos de su chica para expresarle su respuesta.

—T-Te ves… m-muy hermosa, Kazuri-chan —responde el muchacho. Él ya la había visto cuando la jovencita cambió su vestimenta, y al verla ataviada con esas prendas desvió la vista para que ella no notara su rubor por la impresión debido a la belleza de la chica.

Las orejas de Kazuri se levantaron, luego abrió grandes sus ojos por la respuesta. Demás está decir que su característica sonrisa enorme volvió a su rostro, su rubor natural se intensificó como antes, y por si fuera poco unos corazoncitos volaban alrededor de ella.

—Q-Que bien, m-me… me alegra mucho que te guste –tartamudea la chica a modo de respuesta, frotando sus manos intensamente, mirando hacia abajo con emoción.

Luego de eso, Kazuri esperó a que Issei terminara de alistarse, y una vez que estuvo listo ambos bajaron. La albina se prendió al muchacho de su brazo derecho, frotando su cabeza contra él y expresando una sonrisa enamorada. El chico de cabello castaño la miraba de reojo mientras ella demostraba su afecto de esa forma, una expresión de felicidad surca la cara del muchacho ante esa adorable escena.

Por otra parte, a pesar de todos esos momentos muy dulces, ambos jóvenes –quienes prácticamente estaban comprometidos, por más sorprendente que se vea- debían esclarecer su unión ante los padres de Issei, pero sobretodo Kazuri se debía presentar adecuadamente, ya que sólo la madre del muchacho la conoció cuando la descubrió en la cama con el joven, por lo que era obligatorio hacerlo ahora de una manera más… formal.

Así que, con paso lento y seguro –aunque con un poco de nervios por las reacciones de los adultos, más que nada el castaño ya que Kazuri estaba enfocada en él únicamente- se dirigieron hacia la cocina, para desayunar y hablar seriamente con los padres de Issei., encontrándose con ellos cara a cara, sentados en la mesa. Ambos adultos ya los estaban esperando, aunque sus reacciones no eran precisamente las imaginadas.

El señor Hyodou estaba sentado, leyendo el periódico… o fingiendo que leía, mejor dicho. Su atención estaba centrada en su hijo y su novia, solo los miraba a ambos tortolos de reojo para evitar contacto visual repentino. En cambio su madre se notaba nerviosa mientras aparentaba que estaba cocinando, y de tanto en tanto giraba un poco la cabeza para observar a su hijo con aquella extraña inquilina que apareció repentinamente en sus vidas, mostrando de buenas a primeras tener una relación amorosa con el muchacho de corto cabello castaño.

En silencio la mujer llenó la mesa con los víveres necesarios para el desayuno, para después finalmente tanto ella como los jóvenes se sentaron sin mediar palabra alguna entre ellos.

Todos se veían claramente nerviosos, más que nada Issei y su linda novia Kazuri, quien le tomaba del brazo con fuerza mientras ella se mostraba apenada y mirando al suelo con el rubor en sus mejillas y sus tiernas orejas bajas. Ambos seguían siendo observados por sus padres, quienes al voltear y encontrar sus miradas sorprendidas y confundidas decidieron que lo mejor sería preguntar, de una vez por todas, quien era esa muchachita para que no siguiera siendo una desconocida para ellos y probablemente así se sienta mal.

La primera persona que tomó la iniciativa fue la propia madre del castaño.

—Ummm… Isse, ¿quién… quién es ella? —pregunta la mujer de manera algo directa a su hijo, el cual tragó saliva ante esa interrogante.

—Sí, hijo, de… ¿de dónde la conoces? —pregunta ahora su padre.

El pobre muchacho estaba pidiendo a gritos internamente que le dieran un respiro y el momento adecuado para hablarles, pero al parecer eso no iba a poder ser posible. Él iba a abrir la boca para contestar a aquella pregunta, pero Kazuri decidió adelantársele.

—E-Ettoo… m-mi nombre es Kazuri, y… e-es un placer conocer finalmente a la familia d-de… de m-mi c-cariñito Isse —responde la jovencita albina, con un sonrojo enorme en su rostro y mirando hacia debajo de la vergüenza, mientras sus orejas temblaban y se aferró con más fuerza al brazo del castaño, quien se avergonzó de sobremanera ruborizándose porque oyó decir a la chica que él era "su cariñito".

Aquel comentario hecho por la nueva inquilina tomó muy desprevenidos a los dos adultos, quienes se quedaron shockeados, pero no solo por ese motivo sino también por la bellísima voz de la muchachita, que acompañaba a la perfección su hermosa imagen física.

—E-E-El… él y yo nos conocemos desde hace un tiempo. F-Fue… en el centro comercial, yo estaba de compras, c-cuando accidentalmente choqué con él. A-Ambos nos disculpamos, y… y-y Isse fue muy caballeroso conmigo, m-me ayudó a recoger mis cosas, a-además se ofreció a llevar algunas de mis mercaderías, aligerándome el peso. Y-Yo me negué, pero él me insistió tanto que tuve que aceptar. I-Isse es… es muy lindo, sr y sra Hyodou –dijo Kazuri, salvando al muchacho de tener que dar explicaciones, aunque… bien podía generar muchas más dudas con respecto a sus declaraciones.

—¿N-Nuestro hijo… un caballero? –se preguntan ambos padres, mirándose el uno al otro y sin poder creer lo que escuchaban de parte de la albina, ya que conocían a Issei y sabían que era un pervertido sin remedio y que no haría esas cosas… pero que lo diga Kazuri, una hermosa chica que estaba perdidamente enamorada de él, cambiaba mucho las cosas.

—S-Sí, a-así es –responde Kazuri, nerviosa y sonrojada pero con una pequeña sonrisa y levantando sus orejas para moverlas levemente al igual que sus colas por detrás de la silla, logrando así que su ternura aumente a niveles insospechados –Q-Quizás no lo parezca, pero… Isse e-es alguien m-muy e-encantador –comenta luego entre tartamudeos, abrazando al castaño con fuerza y dejando aún más atónitos a los padres del castaño por tal revelación.

Por supuesto que el joven, quien estaba siendo "víctima" del amoroso agarre de su novia, no podía seguirle el ritmo a ella dado que estaba ideando toda aquella trama para que sus padres le crean. Kazuri era una chica linda y tierna… y también astuta, aunque eso no significaba que fuera alguien mala, muy por el contrario hizo esas falsas declaraciones para que Issei y ella estén tranquilos por un tiempo, quizás en el futuro ambos le revelarían la verdad pero por el momento solo le dirían esas palabras, salidas ya de boca de la albina.

Luego de unos segundos de estupefacción, la madre del castaño se compone y decide preguntarle aquello que estaban esperando tanto la misma Kazuri como Issei.

—Ummmmm… Kazuri, querida ¿por qué… por qué llevas… esas… cositas en tu cabeza y… por detrás, en tu espalda? –pregunta la señora Hyodou, señalando con el dedo índice de su mano derecha hacia la chica.

Exacto, ella quería saber cómo es que aquella jovencita poseía esos detallitos animales en las ya mencionadas partes de su cuerpo, e internamente ya estaba queriendo preguntarle también cómo es que hace para que esos aditamentos se vean tan… reales.

—O-Oh, ¿é-éstas…? M-Me encanta hacer cosplay. E-Es cuando alguien se disfraza de un personaje ficticio o cuando se coloca orejas o colas sobre su cuerpo. E-Es algo que adoro, lo hago de manera profesional, muy a detalle y… y-y a mi c-cariñito Isse l-le gu-gusta verme así, ¿v-verdad, Isse? –responde la albina, mostrando una sonrisa mucho más amplia aunque sin dejar de ponerse nerviosa más y más sobretodo cuando hizo esa pregunta dirigida nada menos que al joven de cabello castaño a su lado, el cual se sobresalta por tener la tierna mirada de Kazuri sobre él, además de sentir sus grandes pechos apoyarse sobre su brazo derecho.

—¡S-Sí sí, p-por supuesto que sí, Kazuri! —responde él inmediatamente, casi como si fuera un grito que lamentablemente no pudo contener por los nervios.

Al conocer ese gusto extraño de su hijo, o mejor dicho fetiche, sus padres se quedaron pasmados por unos segundos, mirándose entre sí, pero luego lo dejaron pasar pensando que era algo provocado por la pubertad.

—E-Ettoooo… —llama la chica de repente, captando la atención de todos en la sala, quienes la miraron y vieron que se movía en su lugar debido a los nervios que le provocaba generar aquella duda que no la dejaba en paz –D-Discúlpenme si… s-si pido algo como esto, p-pero… ¿po-podría… podría llamarlos… Papá y Mamá? ¿P-Por favor? –pide ella, jugando con sus dedos y luciendo apenada con el rubor en sus mejillas, además de bajar un poco sus orejas y usar su técnica de ojitos de cachorro, quienes no aguantaron semejante demostración de ternura y terminaron siendo noqueados.

—¡P-Por supuesto que sí, linda! ¡Puedes llamarme madre todas las veces que quieras! –dice la señora con una sonrisa, cediendo totalmente ante el encanto de la chica.

—¡Claro que sí! Sí estás con el pervertido de nuestro hijo seremos tus padres, sobre todo si lo pides así, por supuesto que podrás llamarme papá. Hazlo las veces que quieras –contesta el hombre, en las mismas condiciones que su esposa.

—¡Hey hey! –exclama Issei, fastidiado porque su padre haya dicho esas tonterías que eran verdad.

—¡G-Gracias, muchas gracias! –exclamó la albina, muy feliz, a modo de agradecimiento por la aceptación de los padres de Issei al momento que abrazaba al joven con mucho cariño.

Luego de que haya pasado todo eso, la familia Hyodou junto a una nueva integrante, se dispusieron a seguir con el horario del desayuno, más que nada ambos tortolitos quienes debieron apurarse, sin tener tiempo de degustar nada tranquilamente. Al final se despidieron de los adultos y salieron de la casa rumbo a la academia.

Continuará…

Bien, hasta aquí quedó de momento.

Como muchos de ustedes recordarán, el primer capítulo no fue así de largo, en este me explayé un poco más con las explicaciones, espero esa no sea una molestia para todos vosotros.

Bueno, ojalá haya sido de su agrado. Si fue así no duden en comentar y agregar a su lista de favoritos este reinicio.

Nos leeremos pronto, un abrazo enorme!