Flor Artificial

Por

Kuraudea

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Capítulo XXVII

Ataduras de Sangre

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Epílogo Final

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«A los demás se les puede engañar u ocultar el verdadero sentir. De hecho, se pueden aparentar muchas cosas: estar bien cuando se está mal o fingir no estar enamorada cuando realmente si lo estás. Pero por más intentos y esfuerzos que se hagan, existe algo a lo que simplemente no se le puede engañar: al propio corazón»—La Bufanda por EnterradoR.

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Los papeles que firmaba el empresario cayeron como plumas al abismo sobre el alfombrado; el bolígrafo que se escapó de sus dedos siguió la misma trayectoria para unirse a las hojas que murieron al lado de su reluciente zapato negro. ¿Y qué sentía en ese instante? Sentía todo; sentía el mundo encima de sus hombros, sentía el propio kamikaze en su interior contando a pasos marcados cada minuto que le faltaba para hacer explosión.

Sentía todo.

Absolutamente todo, pues su esquema de vida actual dio un giro drástico nuevamente.

El ardor en su estómago se prolongó tras digerir cada palabra que había salido de sus labios rosas. Su corazón acelerado marcaba el ritmo de su pecho; el aire simplemente faltaba dentro del ambiente denso protagonizado por el hombre azul y el ángel en la punta más alta del famoso rascacielos de la CC.

—¿N-No me estás mintiendo, verdad?—sus pupilas dilatadas hacían juego con lo paralizado de su rostro, estaba boquiabierto ante la inesperada noticia.

—¿Y por qué habría de mentirte, Trunks…?—corroboró cabizbaja sus dudas; era obvio que de ella no saldría una mala jugada para hacerle sentir mal. De pie, frente al escritorio, lucía reluciente pero su faz era de total preocupación, aunque siempre celestial como la propia luz que atravesaba los grandes ventanales del lugar.

Él fue levantándose de su asiento lentamente como cuan ciervo da sus primeros pasos y necesita de la madre como su pilar para emprender camino en las tierras fértiles de la vida; tan inesperado fue lo dicho en ese instante que, de cierta manera, necesitaba corroborar que la sensación de miedo con ligeras pizcas de alegría fuera palpable y sobre todo real.

Pronto llegó al ras de su escritorio; le miró fijamente—Marron…—pronunció su nombre por motivo de no saber cómo actuar o qué decir al respecto. Fue así, que por mera inercia extendió su mano incitando a la Jinzo que correspondiera el gesto.

El instinto brotó en ella de manera natural para guiarle sin miedo; sus dedos se entrelazaron formando un lazo que sin querer lo componían ambos en cuerpo y alma.

Un hilo que en su punta marcaba dos caminos; una independiente, la otra con una hebra adicional, parte de ella.

—Trunks…—le nombró en un susurro mientras los orbes celestes se inundaban en lágrimas—¿Y ahora que sigue…?—interrogó con temor y paradójicamente con la esperanza de que él le ayudara a despejar la mente ante lo que tenían que enfrentar desde ya.

El empresario estaba igual o peor que la rubia, los nervios lo estaban matando, le consumían a sorbos grandes. Sin embargo, tenía que ser fuerte y brindar fortaleza a su pareja, ser su apoyo.

Al acercarse a ella frotó sus hombros para darle consuelo, besó su frente y, al secar sus lágrimas contestó a su interrogante—Debemos continuar, cariño...— le abrazó fuerte.

Ya no habría marcha atrás. Ahora tendrían un motivo para prevalecer ante toda adversidad, para sellar por completo la grieta del pasado que una vez los separó y fortalecerse día a día sin importar que la gente o la familia lo viera bien o mal, pues tal y como lo dijo el Brief: tenían que seguir. La ruta ya estaba marcada y pisando fuerte caminarían los tres de la mano sin perderse.

—Y-Yo…—la rubia continuaba en llanto aferrada al pecho del híbrido.

—Tranquila, Marron...—él respiraba en su nuca—Deja de llorar por favor, me angustia verte así.

—Perdón…

El joven negó con la cabeza ante lo absurdo de su disculpa; no encontraba las palabras precisas para hacer sentir mejor a la mujer, pero lo intentaba—Sé que tienes miedo, que esto nos ha tomado por sorpresa. Pero cómo decirlo, Marron, no es el fin del mundo. Y lo cierto es, que esto no es motivo para entristecernos. Aún no lo digiero del todo pero, hay que tomarlo de otra manera, ¿sí?—depositó un par de besos en su frente—¿Ahora qué te parece si en vez de desayunar un café, mejor te invito un jugo natural? Será más nutritivo para ambos—mostró media sonrisa contagiando a la mujer al escuchar el cambio del menú, pues había entendido perfectamente la indirecta.

—E-Está bien—pese a lo enrojecido de su rostro por el llanto, asintió enternecida.

Trunks besó sus labios rápidamente—Anda, salgamos de aquí—tomó de su mano y caminaron hacia la puerta—Tenemos mucho que charlar.

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Después de haber ido a desayunar al restaurante vegetariano Gouda Green, la emoción no se hizo esperar para la pareja pues buscaron un tiempo a solas en el departamento del Brief; era necesario ante el mar de sentimientos darse un respiro.

—Espero que sea igual de hermosa que tú—frotó su nariz en la del ángel.

—¿Y no puede ser igual de apuesto que tú?—sonrieron, pues la incertidumbre existía a cada segundo.

El examen de sangre que como resultado obtuvo el POSITIVO, descansaba sobre el buró junto con la copia del ultrasonido certificando la realidad de lo que ambos habían formado.

—No deseo desgraciarle la vida—soltó una risa.

—¡Trunks!

Las sábanas formaron una barrera en la que ellos, en total desnudez, se resguardaban como si se tratara de un escudo protector. El fondo de tal escena era tan blanco como las nubes, y los mechones rubios junto con los morados se entreveraban dando como resultado una combinación exótica. Sus orbes en distintas tonalidades de azul proyectaban serenidad; los de ella celestes sin rastro de iris, los de él tal cuales zafiros preciosos.

Marron quien estaba sobre el cuerpo del Brief, besó su hombro y luego buscó refugio en pecho. El joven accedió tras con una mano acariciar su cabello y con la otra su espalda; dormitaba pero no dejaba de estar al pendiente de la platica.

—¿Qué va a pasar, Trunks? No sé por dónde empezar.

—¿Dime cuál es el problema?

—Es que…—mordió sus labios al reprimir su respuesta.

—¿Te sientes angustiada por tu familia, verdad?—suspiró—En mi caso mi madre será la primera en hacer un festín por esto—continuaba acariciando al ángel—Creo que no estemos comprometidos en darle explicaciones a nadie, es mejor pensar en nosotros. Ni siquiera hemos decidido en dónde viviremos.

—En cambio yo no sé cómo lo tomarán mis padres. Recuerda que ni siquiera saben que volví contigo.

—Marron, somos unos adultos—recalcó con fastidio.

—L-Lo sé…—respondió angustiada.

—Oye…—esbozó tras escuchar su voz triste, luego cuestionó—¿Estarás más tranquila si vamos a hablar con tus padres a Kame-House? Después de todo creo que sí merecen saberlo y…por su puesto ofrecerles una disculpa por todo.

El Sol buscó su rostro para sonreírle, de alguna manera se sintió feliz por su oportuna sugerencia—Gracias, Trunks—besó sus labios.

—Entonces que así sea.

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Las cosas por parte de los Briefs fueron favorables ante la noticia sorpresa del nuevo miembro que se integraría a la familia y más aún cuando se enteraron que Marron era la mujer que la daría la dicha a Trunks de ser padre.

—¡Ya te estabas tardando, hermanito!

—¡Guarda silencio, tonta!

Por otro lado, el verdadero reto para la pareja serían los Jinzo.

Una tarde de fin de semana decidieron viajar a la isleta de Kame-House por motivo de dar aviso sobre el embarazo de Marron. Ambos vestían con ropas de manta aportándoles un toque fresco y relajado. El joven piloteaba una nave modelo RG-974; apreciaba la hermosa puesta de Sol que se reflejaba en lo oscuro de sus gafas. La celeste, entretanto, observaba encantada el mar desde la ventana, él con todas las intensiones rozaba la nave en el mar para que salpicara.

La rubia sonreía—¡Es maravilloso!

Después de un rato, Trunks observó el rastreador que venía incluido en el tablero de la nave. Éste emitió un sonido avisando que la coordenada era la correcta y que estarían a 15 minutos máximo de llegar a su destino—Falta poco para llegar, linda.

Cuando la nave tocó tierra, fueron recibidos por el sonido del mar y el canto de las gaviotas que volaban alrededor de la isleta; en la arena se apreciaba la sombra de sus alas.

—¡Holaaaa!—salió Krillin con el particular matiz plateado en su cabello y pronunciado bigote gris; se le miraba feliz.

—¡Hola, papá!—ambos se tomaron de las manos afectuosos de cariño.

—Mi princesita, no sabes el gusto que me da verte. Nos has tenido muy abandonados a tu madre y a mí, eh.

—Lo siento mucho, papá.

—Ah, descuida, sabemos que te tienes mucho trabajo y no queremos molestarte—examinó la nave a distancia pues bien sabía que Marron era muy torpe para la manejada—¿Y vienes sola…?—preguntó—No me digas que al fin aprendiste a conducir.

—No papá…—pasó a la seriedad—En realidad…Trunks viene conmigo.

—¿Eh?—parpadeó el mayor ante la afirmación.

—Hola Krillin—saludó el empresario tras bajar de la nave.

—Trunks….

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Sobre la mesa de estilo japonés descansaba una jarra de té de hierbas con gajos de limón y hielo en su interior. En charolas reposaban algunos aperitivos ligeros como onigiris, sushi y trozos de salmón fresco. La botella de salsa de soya no podía faltar para que cada quien le agregara el toque agridulce a sus bocados. La pareja quien mostraba aún signos de humedad en sus cabellos, se sentaron sobre el alfombrado y entablaron conversación.

—Mamá, papá, queremos hablar con ustedes.

—S-Sí, te escuchamos cariño…—el líder de los Jinzo le cedió la palabra a su retoño mostrando total atención en la pareja. Por desgracia al continuar con la platica no todo salió a como los jóvenes creían, y no por parte de Krillin sino por la mujer androide.

—¿Cómo haz dicho…?—cuestionó N18 retraída y poco bastó para que apretara el puño de su mano en desaprobación; frunció la mirada.

—Cariño, creo que debes de tranquilizarte, los muchachos ya son unos adultos y...—Krillin trataba de calmar las aguas pero conociendo a su mujer eso sería casi imposible. La androide tenía su carácter, pues ella solo deseaba buscar el bienestar de su hija, tal y como cualquier madre lo haría.

La muchacha suspiró antes de repetir otra vez lo que había dicho hace un instante—Voy a tener un hijo de Trunks, mamá.

—¿Qué estás diciendo Marron?—interrogó de nueva cuenta la madre de familia mientras observaba a la muchacha fijamente—Él te engañó—señaló al azul—Te abandonó, no le importó lo mucho por lo que tuviste que pasar, ¿Y tú le darás un hijo? ¡¿Acaso estás loca?!—le reprochó.

—Tal vez sienta odio por mi, Señora. Eso puedo comprenderlo—en medio de la discusión intervino el Brief —Tal vez crea que soy un cretino, que su hija no merece a un tipo como yo, sin embargo estoy aquí para dar la cara y..

—Por favor, Trunks...—la rubia le hizo callar pues sería ella quien abogaría por la situación, por su amor y por la futura madre que sería. Colocó ambas manos sobre la mesa e inclinó su cuerpo hacia enfrente; con el ceño fruncido confrontó—Tendré un hijo de Trunks, ¿Vas a prohibirme ese derecho? ¿También vas a prohibirme estar con el hombre que amo? Te pasas la vida diciendo qué hacer y qué no hacer, se nota que no me conoces, ¡EN REALIDAD TU NO SABES NADA, MAMÁ!—pero justo una bofetada fue causante de que perdiera el hilo de sus palabras.

—Creo que la que no sabes nada eres tú—tal acción dejó en shock a ambos hombres.

»¡Marron…!

La muchacha regresó su rostro rebosado en lágrimas—No me importa…—murmuró—No me importa lo que digas…, ¡Yo formaré mi familia CON o SIN tu aprobación!—salió de la casa molesta.

—¡Princesita no te vayas!—externó Krillin angustiado pero fue el Brief quien salió detrás de la chica—Creo que te excediste, N18…

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—¡Marron, espera un momento por favor!—afuera de la cabaña la celeste abría enfurecida la puerta de la nave—¡ES-PE-RA!—Trunks quien siguió sus pasos cerró la puerta obstaculizando su camino—Marron…

—L-Lo siento, creo que no debimos venir—tartamudeaba por los nervios—E-Es decir, tal vez debí venir sola, mi madre tiene un carácter demasiado difícil.

—¿Qué quieres hacer?—le miró a los ojos, luego sugirió—¿Quieres que nos marchemos?.

—Sí…—asintió triste.

—¿Estás segura?—el muchacho volvió a insistir pensando que tal vez le gustaría regresar a entablar conversación con sus padres, disculparse y dejar las cosas en buenos términos.

—Supongo que algún día tendrá que aceptarlo.

—Bien—asintió resignado—Entonces hay que irnos.

—Sí.

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Cuando regresaron a la Capital del Oeste, la noche había vestido de oscuridad los cielos. Ascendieron en una zona aislada para encapsular la nave y descomprimir el convertible de Trunks; al disiparse el humo subieron al vehículo y tomaron rumbo hacia el departamento de la rubia.

—Continuemos con nuestro camino—el muchacho manejó en la oscuridad de la carretera; la rubia dormía con ambas piernas flexionadas sobre el asiento del copiloto y una frazada a cuadros cafés le cubría por completo.

Al paso de una hora llegaron a su destino final.

—¿Segura que estarás bien sola?—preguntó al ras de la puerta despidiéndose de la mujer.

—Sí, no te preocupes—sonrío—Es solo que necesito descansar. Hoy fue un día difícil, tú sabes…

—Comprendo...—acariciaba su rostro con ambas manos—Cualquier cosa no dudes en marcarme—besó su frente—Descansa, te veo mañana—éste marchó y justo al bajar un par de escalones, Marron le hizo frenar.

—Conduce con cuidado, Trunks.

Él volteó, sonrío pese a mal día—Seguro—contestó y con la mano que sujetaba las llaves del auto le dijo adiós.

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Cuando llegó a su departamento lo primero que hizo fue tomar una ducha con agua tibia, necesitaba relajarse por un segundo y pensar detalladamente en todo lo que sucedió durante el día. Mientras el agua caía sobre su cuerpo marcado, abrió las palmas de su mano y susurró:—Un hijo…

Estaba contento, ilusionado y triste por la reacción que tuvo N18, aunque de cierta manera le entendía. Seguro él en su lugar hubiese hecho lo mismo de impedir que su hija estuviese con alguien que le pagó mal y que para colmo le embaraza; fue natural su comportamiento.

Al salir de la ducha vistió unos pantalones sueltos, una toalla reposaba en sus hombros absorbiendo las gotas que se escurrían de su cabellera morada. Descalzo, sintiendo la suavidad del alfombrado en sus pies, se dirigió a la cocina y se preparó una taza de café en compañía de un pan tostado con triple capa de jalea de fresa y mantequilla. En el lugar predominaba el silencio aunque resaltaba el crujir del pan en su boca.

Recargado sobre la barra de la cocina continuaba mordisqueado el pan y bebiendo a sorbos la bebida caliente. Entonces recordó que durante el trayecto de Kame-House hacia la Capital, charlaba con Marron respecto en la forma que vivirían.

—Creo que tu departamento es más amplio, Trunks. Podemos estar ahí un tiempo, al menos durante el embarazo, ¿Qué te parece?

—Claro...

En efecto su departamento era grande, ni siquiera tenía muebles, estaba la gran parte de las recámaras vacías—le echaba un vistazo al lugar corroborando las dimensiones—Qué más daba que su nueva familia se integrará a su hogar, sin duda era la mejor opción.

—Marron, hay que casarnos…—sugirió mientras conducía en la oscuridad de la carretera, pero ella para su sorpresa negó.

—No.

—¿No?—su respuesta le hizo desatinar.

—En estas circunstancias creo que esto de casarse sale sobrando, no quiero que te sientas obligado a firmar un papel solo por nuestro hijo. A veces hay que dejar que las cosas se acomoden solas; los que deseen estar juntos prevalecerán, no cometamos el mismo error de hace tiempo.

Esa frase le cautivó: «Los que deseen estar juntos prevalecerán» Pues bien, él nunca había sido de la idea de casarse, los hombre siempre acceden para hacer felices a sus parejas, si ellas dicen rosa pues rosa sería. Tal vez Marron tenía razón en dejar que el tiempo acomodara todo.

Y eso haría.

Al dejar los trastes dentro de la tarja, lavó sus manos y se fue directo al armario de su habitación, había cosas que depurar para empezar una nueva etapa. Comenzó a sacar un mundo de papeles que no tenían caso seguir guardando, carpetas que poco a poco iba botando dentro de una bolsa amplia para basura.

Continuó con su labor sin titubeos decidido en ofrecerle un lugar digno a la rubia. En un rato el espacio quedó limpio y despejado—¡Perfecto!—se sintió optimista pues solo le faltaba agacharse para jalar unas cosas que estaban al fondo—Aquí vamos—, sacó una caja que al instante de verla la reconoció, sabía bien qué guardaba dentro; se sentó sobre el piso y husmeó.

Fotografías brotaron al instante. Miles de ellas le saludaron llenas de significado. Era el azul & la flor en diversos momentos divertidos, íntimos, desde capturas que plasmaban algunas de las tantas veces que se hicieron el amor.

Un beso.

Sus pieles.

Sonrisas.

»Porque nuestro amor es y será eterno, mi flor.

Se vio contagiado por el pasado que no tuvo otro remedio que cerrar bruscamente la caja—Tengo que deshacerse de todo esto…—se dijo seguro de sí mismo tras cerrar los ojos y pasar un trago grueso de saliva.

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Al paso de unos días se dio la oportunidad de ir a la casa de su madre. Manejaba con traje de vestir negro y gafas oscuras, pues se escapó de la oficina por un rato aprovechando que las actividades estaban calmadas. Su imponente reflejo se proyectaba en el espejo lateral del convertible, solo faltaba la etiqueta que dijera su nombre: Trunks Brief; simplemente el chico impactada con su presencia digna de su familia. Faltando un par de cuadras para llegar a la mansión, decidió apagar la radio y continuar el trayecto en total silencio, era mejor así. Pues ciertamente su acompañante de viaje le incomodaba, aunque le fue inevitable el desviar ocasionalmente la mirada hacia el asiento del copiloto y observar la caja.

Al realizar una maniobra brusca, estacionó el auto en el amplio porche y fue hacia la entrada principal.

—Hola—saludó al entrar, pero tal parecía que no había nadie en casa—¿En dónde diablos están todos?—torció los labios, ademán típico de él.

Al ver que sería inútil el procurar algún miembro de su familia, subió con el artículo a la segunda planta de la mansión. En las manos llevaba la caja que encerraba su amor prohibido; pronto se dirigió a su antigua habitación: tecleó el comando de seguridad.

—0,3,6,8,

»Acceso correcto—dijo una voz robótica y la puerta se abrió.

—Eso es—después de divisar el entorno, se dirigió al closet; abrió la puerta. Aún conservaba ropa y otras tantos artículos de gran valor sentimental como guitarras, pesas y algunas colecciones de estampillas que recopiló cuando era niño. Sin mas, en la esquina de al fondo depositó la caja, suspiró sentidamente y dijo:—Creo que es momento de que te quedes aquí.—cerró la puerta deseando que NUNCA, JAMÁS, se volviera a abrir por algún motivo. Pues tal como dijo en la entrevista para la ZTV, «Lo único que deseo, es que la vida no me traicione»

—Adiós, mi Flor…

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Su vientre cada vez se pronunciaba más y más. La vida de ambos siguió su curso; él al mando de la corporación del Oeste & Norte, ella como la directora de la biblioteca pública de la ciudad. El departamento solitario del Brief se llenó de alegría gracias al toque femenino de la rubia; las paredes cobraron un color blanco y un par de plantas naturales hicieron la diferencia entre el ayer y el hoy.

El resto de la gente poco a poco fue asimilando la noticia.

»Le sienta bien la maternidad, señorita Jinzo.

Y sí. En Marron se despertó una belleza seductora que le hacia lucir bastante encantadora, eso tenía sin vida al azul.

—Te ves hermosa…—afirmó mientras ella miraba por el ventanal de su oficina al tiempo que acariciaba su vientre.

—Parezco una vaca, Trunks—sonrió—Pero agradezco tus cumplidos.

—Vamos, lo digo en serio—se levantó de su silla y cuando llegó hacia ella le abrazó por la espalda acariciando así su vientre—Ambos son hermosos.

La nueva etapa de espera tuvo sus altibajos para ambos, desde desveladas, náuseas y otros malestares típicos del embarazo. Sin embargo, él trataba de reanimarle a como diera lugar, sin importar incluso que asistiera desvelado a la corporación a trabajar.

—¿Otra vez nauseas?—preguntó el joven azul desde el marco de la puerta del baño.

—Sí…—la rubia lavaba su rostro pues no hacía un instante tuvo la necesidad de vomitar—Esto es lo peor de todo: las náuseas—secó su rostro con la toalla que colgaba al lado.

—Me apena verte pasarla mal cada noche.

—No te preocupes, es parte del proceso.

—Aún así me es injusto—suavizó la mirada—Ven, vamos a la cocina—invitó al extender la mano.

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—¿Qué haces, Trunks?—preguntó la celeste en total oscuridad al ver que Brief estaba en las profundidades del refrigerador; la luz blanca del gran aparato alumbraba.

—Buscó un limón—contestó desde la Antártida llena de productos comestibles, entre ellas, cartones de leche y otros envases—Aquí encontré algunos—afirmó con gusto y fue hacia la chica quien esperaba cerca de la barra.

—¿Y el limón para qué es?—parpadeaba confundida.

—Ahora lo verás…—tomó asiento a su lado y trajo consigo un salero. Para esto, un limón lo había partido en gajos y otro estaba entero—Toma…— le dio un gajo espolvoreado con sal—Exprímelo en la punta de tu lengua y manténlo así por un rato antes de pasártelo.

La celeste obedeció, hizo de inmediato lo que el joven indicó. La expresión de su rostro no fue para nada grata ante el sabor ácido del fruto verde—Listo…—paladeaba un tanto exagerada—¿Me dirás por fin para qué sirve?

—Dicen que el limón quita toda clase de náuseas—mostró media sonrisa—Para controlar el vomito basta probar un limón con sal.

—Ya veo…

—Y para prevenir—hizo rodar sobre la barra el fruto entero hasta llegar a las manos de la rubia—Con oler un limón basta.

—¿Y tú cómo sabes esto…?

—Ya sabes, los consejos de Bunny Brief nunca se olvidan—esbozó una sonrisa.

—Gracias, Trunks—le dirigió una cálida mirada mientras sostenía el limón con ambas manos, luego lo acercó a su nariz para oler su ácido aroma.

—Ah, no agradezcas, es lo mínimo que puedo hacer por ti, ¿Te sientes mejor?

—Sí.

—Entonces volvamos a la cama.

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—¡Hoy es el día! ¡Hoy es el día! ¡Despierten!—brincaban sin parar arriba de la cama matrimonial.

—Buenos días, Trunks—le saludaba el Sol del otro lado de la cama sumergida entre sábanas blancas.

El presidente de la CC apenas reaccionaba ante el remolino que invadió su privacidad—¿Segura que esto no es una maldita pesadilla?—susurró perezoso.

»¡Vamos, DESPIERTEN!

—Creo que necesita un hermano.

—"Y yo creo que estás loca"—el muchacho rió, después se acercó a la rubia y besó sus labios—Buenos días, linda—pero en eso de manera sorpresiva saltaron en su estómago y saludaron con toda la alegría del mundo.

—¡Buenos días, papi!.

—¡Hola, encanto!—besaron su pequeña frente y despeinó con rebeldía su lacio cabello lila sumándole un poderoso ataque de cosquillas—¡Aargggg!

—Ja,ja,ja, ¡Papi, ya basta!

—Iré a preparar el desayuno—Marron se puso de pie y tras abrocharse la bata fue hacia la cocina.

La vida para los «Briefs-Jinzo» se vio completa con la llegada de Marrien. Un cambio radical para la pareja fue el día que las hojas de los árboles cubrieron los suelos. Una tarde de Otoño en el hospital regional de la Capital del Oeste a las 17 horas del mes Octubre, el mundo le dio la bienvenida a su bendita creación. La espera fue larga en la sala de espera pues Marron presentó algunas complicaciones para dar a luz. El Brief al ser testigo que su pareja sufría durante la labor de parto, le mataba. Sentía una gran impotencia de no poder hacer nada para ayudarle a menguar el dolor. Pero debido a la falta de dilatación de la Jinzo, no tuvieron otra opción los médicos que intervenir quirúrgicamente con una cesárea de emergencia.

Cuando sostuvo a su hija por primera vez en sus brazos, cayó rendido a ella, pues su vida, su amor y todo lo que conformaba su persona, se le entregó con los ojos cerrados al derramar una lágrima.

—Eres muy hermosa, sabes…—y más lágrimas brotaban de los orbes azules ante el inmenso sentimiento que emanaba en él.

Y una nueva vida transcurrió.

Gracias a Marrien se limaron asperezas en cuanto a los malos entendidos con los Jinzo, pues se dio una pronta reconciliación entre Marron & N18, tanto así, que hasta a la propia niña le encantaba visitar a sus abuelos en el mar.

Cinco años se habían cumplido desde entonces. Y Trunks, a sus 36 años de edad, seguía guiando con éxito la empresa que lo vio crecer y volver. Durante ese periodo de su nueva faceta como padre, los altibajos en su relación no se hicieron esperar, especialmente cuando el azul se veía obligado a viajar a la Sede Norte.


—¿Vas al Norte…?—preguntó la celeste no muy satisfecha; reposaba sus 40 días de cuarentena. Pues el lugar, a lo contrario de Trunks, representaría por siempre amargos momentos.

—Sí, así es—sobre la cama arreglaba su maleta—Surgió un pendiente que de verdad es necesario que vaya a resolver.

—Entiendo…—una mezcla de sentimientos encontrados conformaban en ese instante a la rubia: madre primeriza, recuperación dolorosa, el físico hinchado y las hormonas enloquecidas hechas trizas. Era obvio que el post-parto deprime a la mayoría de las mujeres sembrándose en ellas el arma mortal de la inseguridad.

Una cuna blanca estaba ubicada cerca de la ventana dándole soporte al fruto de los padres primerizos. Él al no ver un buen semblante en el rostro de su mujer debido al viaje que realizaría, imaginó rápidamente el porqué de su apatía—Marron…—le nombró y dejó de empacar—Cariño…

Y sí, él tuvo la culpa de dejar en la rubia una espina de desconfianza en su pecho que no desaparecía del todo. Lo sabia y asentía ante el hecho de que Marron se disgustara porque viajaría al Norte.

—Regresaré en cuanto me desocupe, lo prometo—afirmó al extender un sentido suspiro mientras la joven madre se sostenía los barrotes de la cuna.

—Sí….seguro…—contestó sin muchos ánimos.

—Marron, cariño, sé que esto no te trae buenos recuerdos, lo entiendo pero,—fue hacia ella y le tomó de los hombros—Por favor no te pongas así conmigo, tenemos una hija, estamos juntos, nos amamos.

—Creo que a veces me es inevitable, en verdad lo siento.

—Regresaré pronto—le abrazó.

Y cumplió. En cuanto terminó sus deberes regresó al Oeste con un ramo de margaritas.

—Estoy en casa, linda.

—Trunks…—se lanzó la rubia a abrazarlo fuertemente—Bienvenido a casa.


—Mi amor, apúrate a desayunar—le dijo Marron a la niña quien apurada se ponían unos aretes de perlas.

—Sí, mami—se empinó el resto del batido de chocolate—Iré a lavarme los dientes—afirmó con un bigote de espuma café arriba de sus labios.

—Está bien, solo no tardes. Dile a papá que te ayude a exprimir el tubo de la pasta dental.

—SÍÍÍ—contestó con fastidio.

—Esta niña como se parece a su padre—torció los labios el Sol y continuó maquillándose.

A pasitos llegó al baño, colocó un banco para alcanzar el lavamanos.

—¿Te estás abrochando la corbata, papi?—miraba atenta al hombre.

—Así es.

Y ahí estaban ambos: padre e hija frente al espejo. La niña era el vivo retrato de Trunks, pues por herencia sus ojos y cabellos eran exactamente del mismo color morado solo que a diferencia de Trunks, Marrien era de ojos redondos como su madre.

—Estoy contenta, papá.—comentó la pequeña mientas lavaba sus dientes con su mini cepillo de forma de hipopótamo. El hombre, entretanto, terminaba el nudillo de la corbata y procedía en untarse loción en el mentón.

—¿Y a que se debe tanta felicidad, mi amor?

—A que hoy es el día.

—¿El día? ¿Qué día?—fingió demencia para hacerle desatinar.

—¡¿No lo recuerdas?!—hizo un gesto gracioso y una de sus manos se fue directo a su frente para darle mas drama al asunto—Si te lo dije cuando te desperté que mi maestra nos llevará a un museo de visita. Eres muy olvidadizo, papi.

El muchacho rió disimuladamente ante el calificativo que le otorgó su pequeña—Ah, "eso", tienes razón, ya se me había olvidado.

—Lo ves—llenó su vasito para enjuagarse la boca, luego colocó sus utensilios en su lugar —Iré con mamá—salió del baño.

—Está bien, vayan saliendo. En un momento las alcanzo.

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Lo que fue una vez un convertible que irradiaba soltería, pasó a ser una camioneta familiar en colores blancos con los interiores de piel. La primera parada fue con destino a la biblioteca.

—Listo, linda. Hemos llegados—afirmó Trunks al estacionarse al ras de la banqueta.

—Marrien—volteó la rubia al asiento de atrás—Por favor pórtate bien, no te aísles del grupo, ¿sí?—la pequeña asintió—Ten buen día, Trunks—ambos adultos se dieron un beso en los labios.

—Tu igual, te veo en un rato—bajó la celeste de la camioneta.

—Adiós, mami—y continuaron con el trayecto.

El joven continuaba conduciendo mientras la pequeña observaba el paisaje desde la ventanilla.

—¿Ya casi llegamos?

—Sí, ya casi, mi amor.

Al paso de unos 20 minutos llegaron a la escuela; bajaron del vehículo y Padre e hija caminaron de la mano para cruzar la calle.

—¿Estás emocionada?—preguntó entre pasos.

—Sí, mucho—llegaron a la escuela, pero antes el Brief se agachó y tomó a su hija de los hombros.

—No quiero que te separes de la fila—le aconsejaba—Haz caso de todo lo que dijo, mamá. Si necesitas algo pídele ayuda a tu maestra, ¿Está bien?

—Sí, papá.

—Perfecto—se dieron un abrazo—Diviértete mucho, mi amor—un beso en la mejilla y la niña se fue hacer fila para subir al autobús.

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—A veces me arrepiento tanto de haberte contratado—le observaba resignada con una taza de café en mano.

—Vamos, no sea tan cruel conmigo, Señorita Violet—en eso el teléfono sonó interrumpiendo su charla—Le mostraré mi talento, solo observe—tomó el aparato y contestó:—Estrellas de Polaris—pero sin importar la buena actitud de su saludo, tuvieron la gentileza del colgarle—¿Bueno? ¿Hola, siguen ahí…?—rió relajado—Estoy seguro que se equivocaron de número.

—Sí, seguro—tomó asiento al ras del escritorio de trabajo.

—¿Últimamente ha estado muy amargada?—se acercó a ella—Creo que necesita de un buen masaje—trató de frotar sus hombros.

—¡Aléjate de mi, cabeza de piedra!—refunfuñó molesta—Mejor salgamos a entregar estos planos—la mujer violeta tomó las cosas y salió molesta.

—¿Por qué rayos se comportará de esa manera?—torció los labios y sin entender absolutamente nada de su molestia fue tras ella—¡Espéreme!

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Ambos colegas de trabajo circulaban por las calles de la Capital del Oeste. El Pequeño Gigante fue el medio de transporte que utilizaron para llegar a su destino. No obstante, el muchacho observaba a la mujer con el ceño fruncido.

—¿Por qué estás molesta?—preguntó preocupado y resopló con sentimiento.

—Sin vergüenza. Me lo preguntas como si no supieras la razón—aceleró con furia.

El joven Son que se aferró al asiento hasta con los dedos de los pies e hizo triple nudo al cinturón de seguridad en el pecho, gritaba:—¡POR FAVOR CONDUZCA CON CUIDADO!

Después de haber rebasado un par de vehículos en los cuales sus conductores quedaron con cara de pánico al ver el caos que protagonizó la mujer temeraria en pleno tráfico, frenó de golpe.

—¡Aaaah, maldición por qué hizo eso!

Y anonadada contestó—E-El día de la cena…

—¿El día de la cena…?


Un bonito restaurante fue el lugar para que ambos pasaran una linda noche.

—Vaya, el lugar es espléndido, Son Goten—salió de sus labios rosas un silbido halagador—Te has lucido.

El hijo de Gokú rascó de bajo de su nariz, rió sonrojado—Ja, ja, ja, ¿Usted cree?—después cambió su faz a soberbia—Un mujer linda, merece un lugar lindo.

La mujer pese a su fuerte carácter se ruborizó un poquito—¿Pero qué patrañas dices, Son Goten?

—Nada, nada, yo solo digo que esta noche será inolvidable.

Una rica carne fue servida en compañía de una ensalada bañada con salsa inglesa «¡Está exquisito!» y por si fuera poco un trío de guitarristas se acercó a su mesa para susurrar hermosas melodías a luz de algunas velas.

La mujer rió contenta, no creía tanta maravilla y más cuando el joven azabache no sacaba de su cartera cupones de la pantera Oscar sino verdaderos billetes—Oye, oye—movió su mano—¿A qué se debe tanta gentileza de tu parte, eh?

—No quiero adelantarme, pronto lo sabrá—le arrojó un guiño.

—Bien, sólo iré por mi abrigo al coche.

—De acuerdo, entonces yo iré pagando…Y…la veo en el área del jardín.

—¿Eh…?—parpadeó sin comprender el porqué verse en el jardín, pero finalmente accedió—De acuerdo.

Al acercarse a la caja y pagar la cuenta, divisó un abrigo negro frondoso, en él resaltaban los mechones morados de la jefa de Polaris, el Son pensó:—Es una pilla se adelantó—sus ojos tornaron pícaros.

—¿Señor…?—mientras el azabache seguía en trance el mesero lo hizo volver en sí—¿Señor se encuentra bien?

—¿Eh?—sonrió—¡Por su puesto!

—De acuerdo, entonces aquí tiene su cambio—deslizó las monedas hacia él, luego ofreció—¿Mentas?

—Sí, creo que las necesitaré.

—Aquí tiene—le entregó unas cuentas pastillas para el mal aliento—Siga disfrutando de su noche.

—Gracias, buen amigo—y partió al jardín.

Entre caminos de arbustos, fuentes y luz de Luna llena, la visualizó de espaldas de manera sumisa «Ahí está». Hoy sería la gran noche donde él le diría cuanto le quería.

Justo atrás de ella carraspeó para afinar su garganta—Hola…qué bueno verte aquí. Sabes …por primeras vez te diré por tu nombre: Violet—la de abrigo solo asentía—Hoy te traje a este fino restaurante para decirte que...—tragó saliva para apaciguar los nervios y continuó—¡Me gustas mucho!—le abrazó por la espalda efusivamente—Y estoy dispuesto hacerte todas las malditas cenas hasta que me quede sin brazos, es que yo te quiero tanto que…—cerró los ojos y volteó el cuerpo de la mujer para besarle, pero en eso intervino una voz a su costado.

—¡¿Con que noche inolvidable, maldito cretino?!

El azabache volteó y quedó petrificado al ver a la Señorita Violet—¡¿EH?! ¿Qué hace usted parada allá?

—¡¿Para eso me trajiste aquí, idiota?! ¡Para verte besuquearte con ese tipo!

—¡No,no,no! ¡No es así!—negó con la cabeza infinidad de veces—Además si usted está allá …¿A quién diablos estoy abrazando?

—Eso te lo dejo de tarea para que lo descubras tú mismo—se dio la vuelta la estrella y partió.

—P-Pero…—una nube gris se le pintó en su sien tras poco a poco voltear y descubrir que se trataba de un anciano trasvesti de apariencia tétrica.

—Y yo también prometo serte fiel, amor mío.

—¡AAAAAAAAHHHHH!—los otras personas que permanecían en el área del restaurante, escucharon el gran alarido del joven «¿Pero qué rayos fue eso?» se preguntaron en murmullos.


—¡Ahora recuerdo!

—¡Cabeza hueca!—le dio un coscorrón—¿Cómo pudiste?

—¡Solo se trató de un accidente!¡Lo juro!

—¡ERA UN HOMBRE, SON GOTEN!¡UN HOMBRE!

—Es que se parecía tanto usted que me confundí.

—¡¿QUÉ?!

—No, no, no, lo que quise decir es...—la mujer respingó hacia un lado molesta mientras él trataba de acercarse a ella disimuladamente—Lo que trato de decir es que mis palabras eran para usted—la mujer poco a poco le miraba reojo hasta que volteó de nueva cuenta con él. Éste con el dedo índice tocó su nariz, le miró—Usted me gusta mucho, le ofrezco una disculpa—y besó sus labios de manera serena, luego se apartó.

—Son…Son Goten—se ruborizó de inmediato.

—Más vale que acelere, el semáforo ya cambió a verde.

—¡Ah, es verdad!—tomó el volante histérica.

—¿Soy encantador, no cree?

—Guarda silencio, tonto—por más que quiso poner una careta malhumorada, disimuladamente en sus labios se dibujaba una sonrisa.

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El día de trabajo en la Corporación era duro y sin descanso. Recién había salido de una junta con algunos empresarios de la localidad, pues estaba en puerta el festejo de Cáritas que consistían en la organización de un concierto para recaudar fondos para las personas de bajos recursos. Por su puesto que los Briefs siempre se sumaban a estos actos de caridad y aportaban una fuerte cantidad de zenis a la causa, tal y como lo hacía el Dr Brief, siempre promoviendo en su familia la humildad y la ayuda hacia los otros «Que nos juzguen por lo que somos no por nuestro dinero» Por ello, Trunks no dudó en participar como cada año.

—Muchas gracias, Presidente Brief—agradeció la directora de la fundación, una mujer de uniforme en colores púrpura y cabello castaño.

—Nosotros los Brief siempre estamos dispuestos a ayudar a los demás; lo importante de las personas es siempre verles sonreír. Así que agradezco que siempre nos considere para estas causas nobles, Directora Brigitte—cerró con broche de oro la junta.

A cinco minutos que dispuso de libertad, cerca del ventanal de su oficina fumaba un cigarrillo y bebía una taza de café negro bien cargado. El hábito del cigarro menguó en él tras el embarazo de Marron y el nacimiento de su hija. Pero en el ambiente del trabajo le era imposible no fumarse por lo menos un par de cigarrillos al día en busca de relajarse por un rato antes de continuar con la rigurosa jornada laboral.

Entretanto, Rita le observaba sentada desde el sofá de vinil negro al tiempo que charlaban de la reciente junta y de otros temas.

—Este concierto de Cáritas seguro va llenar taquillas como el año pasado, Señor Brief—aseguró—Participarán artistas que últimamente andan muy de moda entre los jóvenes.

—Sí, tienes razón.

—¿Asistirá?

—Mmmm…no lo sé. Tal vez mande a un representante, la encargada de relaciones públicas puede ser la indicada. Ya sabes, Marrien me quita mucho tiempo, soy su esclavo—esbozó una sonrisa llena de humo, asimismo contagio a la mujer.

—Esa pequeña traviesa—rieron ambos—Cada vez está más hermosa y grande.

—Ni me lo digas—negó con la cabeza con una faz melancólica al pensar que en un futuro su bebé se convertiría en toda una señorita, seguro a cualquier cretino que se le acercara lo mataría—Crecen muy rápido—volteó con la mujer—Hoy precisamente me despertó con un festín porque asistiría con sus compañeros de grupo al museo de Ciencias—sonrió.

—Ya me la imagino, seguro estaba muy emocionada, ¿Es el museo que está cerca del Mar del lado Este, cierto?

—Así es.

—Es un lugar muy interesante.

–A Marron y a mí nos traía como locos esta mañana: «¡Hoy es el día» «¡Vamos, despierten!»«¡Dense prisa!»—imitaba el chico sus frases.

—Cambiando de tema, Señor Brief—la secretaria observó que faltaba uno de los cuadros de la oficina que decoraba la pared—¿Dónde está el cuadro abstracto?

—¿Eh?—se acercó a ella a pasos cortos y brazos cruzados—Lo quité—afirmó al asentir—No sé, ya me tenía aburrido. Ahora solo deseo colgar algo nuevo para renovar este espacio, aunque no tengo ni idea de qué colgar—observaba la pared fijamente.

—Recuerdo que el único año que trabajé con su abuelo, tenía de adorno los primeros planos de la estructura de la Corporación, ¿Qué le parece volverlos a exhibir?

El empresario sonrió con gusto—Me había olvidado de ellos por completo—asintió convencido de la sugerencia—Creo que deben de estar en su antigua oficina en casa de mi madre. Me agrada, Rita, que mejor que volver a ver los inicios de la Corporación en la oficina. Ésta tarde cuando vaya a recoger a Marrien llegaré de paso a buscarlos. Gracias por tu aportación.

—Un placer, Señor Brief. Verá que lucirán geniales.

—Así será—ambos se sonrieron—Y bien, ¿Con qué continuamos?—la mujer accedió a su tableta electrónica.

—A las 13 hrs vendrá un ejecutivo del Banco de Hierro y…

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—¡Niño, no se salgan de la fila!—indicó la maestra encargada del grupo.—Caminaremos un poco para poder llegar al museo, así que andando.

»Uno, dos, uno, dos—orientaban sus pasos.

Ciertamente no habían quedado muy lejos del destino, aunque por falta de espacio y el mundo tráfico que había por doquier, el chofer no tuvo otra opción que estacionarse donde viera un espacio libre.

Un par de cuadras habían caminado e hicieron parada justo para apreciar el atractivo local del sector: La casa de las Rosas Azules.

El grupo de niños observaban maravillados el magnífico poder que la naturaleza brindaba a los hombres. En una solo voz se escuchaba el murmullo de los pequeños—Wooow.

—Son lindas, ¿No lo creen?—preguntó la maestra—Ahora bien, sigamos con nuestra ruta.

»Uno, dos, uno dos…

Sin embargo, la curiosidad se apoderó totalmente de una personita especial, pues viendo que la puerta del cerco estaba abierta, accedió abandonado al grupo por ir detrás del gatito negro que apareció a su paso.

»Prrrr…

—¿Gatito…?—se filtró la hija del Brief al misterioso lugar. Rosales cubrían totalmente la modesta casa; el sonido de la televisión se escuchaba desde el exterior debido a lo alto del volumen. Entretanto, la cafetera chillaba avisando que el agua para el té estaba lista para ser vertida.

Desde su pequeña estatura todo se apreciaba grande, mágico, pero poco duró para visualizar a su objetivo quien saltó al ras de una de las jardineras—Meoow.

—¡Aquí estás, gatito!—se acercó al felino y acarició su lomo—Eres muy bonita—el gato entre ronroneos brincó hacia la superficie cubierta de pasto; la niña se agachó para verle mejor—Quiero llevarte a mi casa porque mi mami tiene un gato naranja para que juegues con él, ¿Qué te parece? A Peppers le hace falta hacer mucho ejercicio porque está muy gordo, solo duerme y come todo el día, casi siempre está de mal humor—frunció las cejas y torció los labios, más luego cambió su rostro a un semblante de alegría— Estoy segura que mi papi me dejará quedarme contigo—sonreía pues tal parecía que el minino le ponía atención.

—Meoooooow.

—Te gustó la idea, ¿Verdad qué es genial?—juntó sus manitas emocionada. En eso tomó del suelo una vara y la movía rápido de un lado a otro con la intención de jugar con la gata. Y así, las pupilas felinas se dilataron ante el movimiento y comenzó a atacar.

En eso la niña rió y comenzó a tararear una canción:—La-la-la-lá~~

Sin embargo, al paso de escasos segundos escuchó una voz que le hizo frenarse.

—Es una gatita muy bonita, ¿No lo crees?

—¿Eh…?—la pequeña Marrien volteó y percibió un faldón largo que se meneaba con el viento, para colmo su amigo felino salió corriendo al reconocer a su dueña—¡Aaaah, no, no!—agitaba sus manos—¡Gatito no te vayas por favoooor!

La dueña de la casa de las rosas azules se agachó y le encaró con su hermoso rostro y lo poblado de sus pestañas—¿Qué hace una pequeña como tú sola?—postró su mano en su cabellera lila.

—Yo…yo….—mordió sus labios deteniendo sus ganas de llorar pues sabía bien que se había metido en serios problemas.

—Vamos, no llores—trataba de ganarse su confianza—Mi gatita se llama Kuro y vive conmigo desde hace muchos años. La encontré cuando era más pequeña en lugar cubierto de nieve.

—¿En serio?—limpiaba sus lágrimas—¿Eso quiere decir que le salvaste la vida?

—Así es—la pequeña se vio maravillada—Por cierto, ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Marrien, aunque a veces mi papi me dice Mar.

—Es un nombre muy bonito.

—Gracias.

—Y bien, ahora dime por qué estás aquí.

—Bueno—agachó el rostro apenada—Mi grupo y yo nos dirigíamos al museo de ciencias; pasamos por tu casa, luego el gato salió y lo seguí…—sus ojos azules se ponían cristalinos nuevamente—Perdón…

—Entiendo.—asintió Mai—Creo que tendré que llevarte al museo, seguro tu maestra ha de estar angustiada.

—Lo sé, gracias.

—Pero antes, ¿Quieres un vaso de té de durazno?

La pequeña se alegró—¡Claro, me encantaría!

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Tanto la mujer como la niña bebían del rico té el comedor rústico del jardín. Marrien al darle un par de sorbos a su bebida observaba disimuladamente a la estrella.

—¿Le puedo preguntar algo?

—¿Eh?—la mayor se sorprendió más luego aceptó—S-Sí, por su puesto.

—¿Por qué tienes tantas rosas azules?

La mujer azabache asintió—Alguien hace mucho tiempo me regaló una de estas flores y la planté aquí en mi jardín para que creciera. Ahora estos rosales azules me hacen recordarle con cariño.

—Oooh, entonces, la flor te la regaló tu mamá, ¿verdad? Las mamis siempre regalan cosas lindas a sus hijas.

Mai rió con ternura—No, no me la regaló mi mamá—negó con la cabeza.

—¿Ah, no?

—Aja, en realidad está flor azul me la regaló un hombre al que quise mucho.

—¿Y si lo quisiste mucho en donde está?

Volvió a sonreír pero esta vez con una faz de melancolía, suspiró—Seguro está viviendo una vida linda, Marrien.

La niña le miró a los ojos tratando a su corta edad de entender sus palabras. Pero en eso, la charla se vio interrumpida por la maestra quien había encontrado a su alumna perdida:—¡Santo Dios! ¡Marrien aquí estás!

—Es la maestra Lili—aseguró la pequeña.

—Yo estaba a punto de llevarla al museo, me alegra que haya venido a buscarla—agregó Mai.

—Y a mí alegra que haya cuidado de ella, muchas gracias, Señora—hizo una reverencia como gesto de agradecimiento—Ahora Marrien, por favor despídete de la señora y dale las gracias por su hospitalidad, te espero en la banqueta.

—Sí.—la Infante herencia de su amor eterno fue hacia ella y le abrazó—Gracias por cuidar de mi.

Mai se agachó para igualar estaturas—Por nada—sonrió. En eso de la mesa alcanzó unas tijeras para podar; a sus espaldas estaba un rosal lleno de flores azules. Recortó una de ellas y se la obsequió—Toma, te la regalo—la deposito en sus manos.

—Es muy hermosa, gracias.

—La flor azul representa un amor puro, sincero y sobre todo eterno. Quédate con ella, o si gustas puedes obsequiársela a alguien que ames mucho y creas que necesite sonreír. Puede ser algún niño apuesto de tu clase—la flor rió bromeando.

—Pero los niños de mi salón me caen mal—torció los labios—¡Ah, ya sé!—brillaron sus ojos ante una nueva idea.

—Dime.

—Se la regalaré a mi papi, él es un chico muy apuesto. La maestra Lili siempre actúa raro cuando lo ve—Mai volvió a reír.

—Entonces me parece perfecto, Marrien—la niña se giró y se fue hacia la puerta.

—Adiós—alzó su brazo—Un gusto conocerla.

—El gusto fue mío.

La hija de su amor eterno se perdió de su vista tras tomar la mano de la maestra. Sin embargo, su pecho se envolvió de un calor añejo muy familiar y conocido para ella. Al no hacerle caso a la sensación de ardor, se levantó para seguir con los preparativos para la comida.

—Kuro, ¿Dónde estás?

—Meooow—apareció su compañera fiel entre los arbustos y ambas entraron a su hogar.

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Directora Jinzo, ya quedó acomodada la nueva mercancía de libros.

—Gracias, Sandy.

Había sido un día pesado en la Biblioteca Pública. Pese a todo, nunca existía un pretexto para no pensar en los amores de su vida; tomó su teléfono móvil y marcó, pues pronto se acercaría la hora de la comida y todo indicaba que probablemente no saldría a comer.

Hola, linda—contestó el azul desde su oficina al tiempo que firmaba unos documentos.

—Hola, Trunks—recargó su espalda en el respaldo de la silla; los dedos de su manos acariciaban la punta de su mechones dorados—Amor…

—¿Sí?

La mujer celeste suspiró—No podré acompañarlos a comer hoy. Y bueno, te iba a decir que si podrías hacerte cargo de Marrien.

El empresario soltó la pluma con la cual firmaba y retiró sus anteojos prestando atención a lo que su mujer le pedía—Por supuesto—contestó.

—Gracias—sonrió Marron—Recuerda que tienes que ir por ella a la escuela.

—Sí, no te preocupes. Tal vez vaya a casa de mi madre. Seguro la abuela preparó algo delicioso para comer—aflojó el nudillo de su corbata—Además aprovechando que estaré por ahí, necesito buscar unos planos en la antigua oficina del abuelo. Así mato dos pájaros de un tiro.

—Me parece bien. Cuídense mucho y nos vemos entonces en casa de tus padres.

—Está bien, linda. Besos—colgaron.

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—¿Saldrá a comer, Presidente Brief?—preguntó Rita desde su escritorio.

—Sí—contestó el Brief yéndose de largo hacia el ascensor—Tengo que ir por mi hija al colegio.

—Entiendo—asintió la secretaria con cierta ternura, pues verle como padre era demasiado encantador.

—Probablemente no regrese por la tarde, así que te encargo que todo esté bajo control, Rita. Estaré en casa de mi madre, cualquier cosa márcame a mi teléfono.

—Váyase sin pendiente, joven Brief. Disfrute de su familia.

—Gracias.—abordó el elevador.

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Cuando atravesó las puertas de cristal con el logotipo de la CC, bajó los amplios escalones y justo al ras de la banqueta se encontraba la camioneta blanca estacionada. A distancia desactivó la alarma, subió al vehículo y tomó camino.

El día parecía de lo más normal dentro de su monótona vida como padre y esposo. En esos cinco años al lado de Marron había sido muy feliz, lo era aún y más con su hija que le menguaba los ánimos de seguir con el día a día con sonrisas. Como hombre se sentía realizado totalmente y como empresario el éxito le seguía acompañando.

Un par de semáforos había cruzado después de que su color rojo cambiara a verde y le ofreciera acceso a continuar. Él estaba de buen humor puesto que moría por ver a Marrien además de buscar esos planos antiguos de la CC. Pero justo cuando frenó en un alto de cortesía, su vista se perdió en un parque lleno de árboles verdes; la gente pasaba de un lado a otro por distintos motivos: unos buscaban la parada de autobús más cercana. Algunas madres, entretanto, llevaban a sus hijos de la mano rumbo a la escuela; deportistas se ejercitaban en busca de no perder su condición mientras alguna que otra pareja se besaba en publico expresando su amor a los cuatro vientos. Pero más allá, captó a un hombre de overol naranja que, con un rastrillo juntaba las hojas secas de los árboles en montones. Poco bastó para el hombre mayor les purificara con fuego y se desprendiera un aroma que él dentro de la camioneta se privó de percibir.

Sin embargo, su mente recordó lo valioso que era esa fragancia.

»De ahora en adelante el olor a hojas quemadas, me recordará a ti, Mi Flor…

»Mi flor…

El auto de atrás tuvo la necesidad de presionar el claxon para hacer que el Brief volviera en sí.

—¡Estás obstruyendo el tráfico, idiota!

—¿Eh?...—el azul recapacitó y aceleró—L-Lo siento mucho—se disculpó pero no se salvó de todas formas de una buena maltratada.

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Poco menos de cinco cuadras faltaban para llegar al colegio. Y en él, una sensación de melancolía le abordó por lo sucedido. Un malestar como acidez en el estómago le atacó sin aparente razón. Tal padecimiento se calmó justo cuando vio en la acera de enfrente al amor de su vida saludarle. Gritaban a lo lejos:—¡Papi, aquí estooooy!—y el muchacho no tuvo otra alternativa más que sonreír.

Cuando cruzó la calle para llegar al edificio, la maestra Lili junto con otras docentes deliraron ante su presencia. Tal parecía que sus orbes se convertían en unos palpitantes corazones rojos.

—Buenas tardes, Señor Brief—se escuchó un suspiro masivo—A-Aquí está su hija—hizo entrega la maestra con el rostro ruborizado y movimientos robóticos.

—Gracias.—le tomó de la mano—¿Cómo te fue, mi amor?—bajó la mirada para ver a su retoño.

—Bien, me divertí mucho.

—Me alegra—Trunks se despidió con un gentil gesto que hizo derretir a más de alguna de las mujeres de la institución y caminó con la niña para llegar de nueva cuenta a la camioneta—¿Sabes algo?—sentaba a Marrien en el asiento trasero, le abrochaba cuidadosamente el cinturón de seguridad.

—Dime…—contestó su pequeña intrigada, pues el tono de su padre fue como si se tratara de alguna sorpresa.

—Iremos a comer a la casa de la abuela.

—¡SÍÍÍÍ!¡Qué bien!—el joven azul cerró la puerta, subió a su asiento y arrancó.

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La música amenizaba los caminos mientras el conductor tarareaba una canción.

—¿Papi, te gustan las flores?—preguntó traviesa interrumpiendo el canto de su padre. Pues el obsequio que había recibido de la extraña mujer estaba dentro de su mochila.

—Pues…—meditaba su respuesta mientras observaba a la niña desde el retrovisor. Luego al descubrir que posiblemente su hija escondía algo, preguntó:—¿Qué escondes en tu mochila, pillina?

—Nada.

—¿Segura, segura?—le hizo reír.

—Sí.

—¿No serías capaz de mentirle a tu padre, cierto?

—No—negó rotundamente con la cabeza, sin embargo ahora fue él quien había reído.

El curso del camino continuó y la niña curioseaba dentro de su mochila, murmuraba entre juegos:—Su amor será eterno…—sonreía sin saber realmente el significado oculto que conllevaba esa frase. Esa frase que la mujer de la casa de las rosas le había compartido.

Trunks quien no prestó atención a sus palabras no le caló en lo absoluto sus murmullos. Luego de marcar direccional al lado izquierdo, se estacionó en el porche de la mansión—Hemos llegado, Marrien.

—Yeeeiii~~

Justo al entrar al hogar la niña corrió a saludar a la bisabuela—¡Abuela Bunny!

—Mi chiquitina especial, qué sorpresa—la tomó en brazos la rubia de crepe alto.

—Sí—asintió feliz.

—Hola, abuela—saludó Trunks con buen semblante y ambas manos dentro de los bolsillos del pantalón.

—Hola, mi vida. Es bueno también verte por aquí. En el refrigerador hay pastel de limón, tu favorito. Fui a la pastelería esta tarde y lo compré.

—Gr-Gracias, abuela, eres muy dulce—esbozó una sonrisa mientras rascaba su nuca.

—¿Qué les parece si vamos a comer algo delicioso a la cocina?

»Síííí—festejó la menor de los Briefs y ambas tomaron camino hacia allá.

—A-Abuela, espera un momento, por favor…

—¿Eh…? ¿Qué sucede, cariño?—volteó la mujer—¿Acaso no quieres comer?

—Necesito buscar unos cosas en el antiguo despacho del abuelo, ¿Podrías cuidar a Marrien por un rato? En un momento las alcanzo en la cocina, ¿Sí?

—Por supuesto, mi amor. Yo me encargaré de esta pequeñita.

—Gracias, abuela. Y por favor, antes de los postres, asegúrate de que coma algo nutritivo—salió a flote su lado paternal.

—Anda, anda, no seas exagerado. Un pastelillo no le cae mal a nadie—sin preocuparse en lo absoluto, la mujer continuó su camino.

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Fue necesario empujar la puerta con fuerza para introducirse al despacho.

Un poco de polvo se encontró a su paso haciéndole toser —¡Cof, Cof!—Cuadros, planos enrollados y grandes filas de libros adoraban el abandonado lugar. El escritorio del quien alguna vez fue el Presidente de la Corporación Cápsula, era de cedro, y la silla en la que pronto tomó asiento su heredero, de fina piel. A sus espaldas estaba centrado sobre la pared un cuadro del Dr Brief hecho en lienzo, el gato negro salía también en la obra reposando en su hombro. Trunks en busca de su objetivo batía los cajones del mueble de madera.

—¿Dónde están…?—husmeaba a prisa sin perder detalle—¿Dónde diablos están?—justo cuando decidió buscar en otro lado, su mano descubrió un acceso secreto en la superficie del cajón—¿Eh? ¿Qué es esto?—cuestionó en un susurro ante la intriga. Fue así, que con un poco de artimaña accedió al escondite—Veamos…

En sus manos varoniles se vio una carpeta de pasta gruesa, lisa, sin algún logotipo o membrete. Sintiéndose un poco mal por husmear las cosas de su querido abuelo, se detuvo por un instante pero, ¿Y qué tal si era algo relacionado a lo que buscaba? Sin más opciones y sin sentirse a gusto consigo mismo, abrió la carpeta para descubrir su contenido.

Y así, una fotografía tras otra en tonalidades sepia aparecieron—Lucy...—le nombró pues en su mente se plasmó aquella platica que tuvo con su abuelo cuando aún era un joven universitario; su secreto.

Sus orbes azules apreciaron diversos momentos de la antigua pareja, dedujo así, sin decir palabra alguna, que la mujer castaña era hermosa y que el semblante de su abuelo era totalmente sereno, pues se le miraba completo, feliz, nunca con culpa.

Al repasar las fotografías, por accidente una carta se deslizó y cayó a un lado de su zapato—¿Eh…?—la tomó; abrió la envoltura del sobre y sacó la hoja amarilla teñida por los años, olía a viejo, a recuerdos.

Y leyó:

»Hay cosas que nunca creí que fueran a pasarme, creí saber lo suficiente como para no equivocarme. Y sin duda, es evidente que tengo que aprender que en esto del amor, las experiencias a veces no sirven de mucho; uno vuelve a caer siempre una y otra vez en los mismos juegos, en las mismas trampas involuntarias, en los deseos más bajos. Porque tú no eres un engaño sino eres mi complemento. Contigo la vida se mantiene en un balance perfecto.

Soy el peor hombre, lo sé, un tonto con edad que se siente un inmaduro gracias a ti.

Amo a mi familia, amo mi vida, pero el hilo rojo que tengo hacia ti, siempre me impulsa a estar en tus brazos. Tal vez en nuestras vidas pasadas nos reencontramos más de alguna vez, quizá para amarnos, retroalimentarnos o simplemente destruirnos. No lo sé, pero de lo que estoy seguro es que naciste para ser mía sin importar las circunstancias. Es evidente que algo quizá se note en mí y no logro disimularlo del todo, así son las cosas raras de la vida. Siempre exigentes en querer más de lo que se nos otorga, así es el hombre, terco por naturaleza.

He rectificado tristemente que mi felicidad se divide en dos partes; una maldición tortuosa que no se la deseo a nadie; el karma que nunca desearé que toque a un descendente de mi familia. Pues duele mentir, duele ser tan vulnerable a la fragancia de lo prohibido, pero así son las reglas y se tiene que ser fuerte.

Ahora yo estoy aquí en mi escritorio recordando cada momento que vivimos juntos, ¿Y tú dónde estarás? ¿Por cuál rumbo te traera la vida? Me pregunto si estarás cuando sea el momento de darnos el último adiós. Tomaste la decisión de irte, sin embargo apareciste en mi vida esporádicamente como si el tiempo sabio supiera colocarte en el momento adecuado cuando más necesitaba de ti.

Te lo agradezco con todo el corazón. Nunca te olvido, cariño, y creo que jamás lo haré. Solo con percibir el aire de verano rozar mi mejillas, es como sentir tus eternas caricias y el trinar de los pájaros como tú dulce sonrisa.

Lo de nosotros nunca terminará, ¿Y sabes por qué? porque nuestro amor es y será eterno.

Por siempre parte de mi, mi querida Lucy.

Una lágrima rodó por su mejilla, pues ciertamente se sintió identificado en cada punto y coma de la lectura. Él sabía bien de ese gran secreto que ocultó su abuelo por años. Sin embargo ahora que no era un joven tonto sino un hombre, le comprendió en todo aspecto y descubrió que tan intenso había sido su relación anexa. Pues igual que su abuelo, experimentó ese dulce karma, esa tentación involuntaria.

Otras lágrimas salían de sus preciosos ojos azules. Agachó un poco el rostro y sus mechones lilas ocultaban su faz. La puerta del viejo despacho se abrió con alegría pero esa sensación se esfumó de la niña cuando poco a poco descubría que su padre la pasaba mal. Él al no querer hacer notorio su nostalgia, limpió rápidamente sus lágrimas.

—¿Papi, estás bien…?—se acercó al joven y éste acarició su cabeza.

—Estoy bien, mi amor, ¿Qué no estabas con la abuela?—sus orbes aún continuaban con ese brillo cristalino.

—Sí, pero…—le observó—Te estaba esperando para el postre y como tardabas vine a buscarte, ¿Quieres un poco de pastel, papi?

El Brief esbozó una sonrisa—Seguro—contestó—Solo déjame guardar estas cosas del escritorio—se refería al mundo de papeles entre ellos la carta; volteó medio cuerpo y se puso en acción. Sin embargo, a los pocos segundos algo rozó su mano derecha; la mirada se le petrificó, se sintió de piedra tras descubrir de qué se trataba.

—¿Qué es esto…?—preguntó anonadado pues una rosa azul estaba sobre su mano.

—No estés triste, papi. Yo te quiero mucho y ya no quiero que llores— con sus manos trató de ampliar una sonrisa en su padre restirando sus labios—Te regalo esta flor azul para que nuestro amor sea eterno.

Y los oídos le zumbaron. Todo parpadeó en colores rojos y azules.

»Para que nuestro amor sea eterno.

»Eterno.

»Eterno…

Cuando volvió en sí, cuestionó—¿D-De dónde sacaste esto? ¡Por favor, respóndeme!—tomó de sus hombros exigiendo saber.

—Bueno….verás….—a Marrien le invadieron los nervios al pensar que su padre estaba molesto, pues su ceño fruncido no daba para más —U-Una señora que vive cerca del museo me la regaló; en su jardín había muchas de estas flores. Es que... me separé de la fila por seguir a su gato y…

—Comprendo…—susurró al pensar que estaba atando hilos erróneamente, trató de calmarse—Al menos hizo algo bueno esa mujer, tal vez sea prudente que le dé las gracias.

—Ella me cuidó hasta que la maestra Lili vino por mi—el muchacho se hincó y abrazó la pequeña.

—Mi amor…

—¿Sí?

—Sabes que te amo, ¿Cierto?—cambió de semblante.

—Sí—sonrió.

—Por favor, no quiero que vuelva a pasar algo así, ¿comprendes?

—Sí, papá.

—Bien. Ahora vayamos con la abuela—salieron del lugar tomados de la mano.

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Para que nuestro amor sea eterno…

La rosa azul descansaba sobre su escritorio dentro de un florero de cristal. Con los labios torcidos y su típico atuendo de trabajo, le observaba a detalle. Ciertamente no era muy común encontrarse con una rosa azul y la ultima que vio le pertenecía a ella. Anonadado por el recuerdo suspiró sentidamente, luego con la cabeza negó al deducir que estaba pensando puras tonterías.

—Ya basta…—esbozó con aires de nostalgia, era tiempo de ponerse a trabajar. Lo que sí, es que tendría que dar con el paradero de la mujer y mostrar su gratitud por el gesto que tuvo con su hija. Para esto, Rita había investigado un poco sobre la posible dirección de la mujer.

—Señor Brief, ya tengo la información que solicitó —la mujer de uniforme se filtró a la oficina, sobre el escritorio colocó una imagen impresa mostrando así la peculiaridad de la casa: Las rosas azules—Esta es la ubicación—señaló con el dedo índice—Si la aplicación del CC-maps no falla, dará rápidamente con el domicilio.

—Correcto—asintió ante la información que le brindaban.

—¿Cuándo irá al lugar, Presidente Brief?

—Para serte franco quisiera ir hoy mismo y salir del este pendiente. Así que por favor dile a Marron que estaré ocupado y que no podré ir a comer en casa.

—Por supuesto, como usted ordene.

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La camioneta conducida por su dueño tomó rumbo hacia al Este a buena velocidad. Gracias al GPS y la aplicación de CC-maps, se orientó de manera sencilla durante el trayecto en compañía de música ligera; alrededor de unos 40 minutos hizo de camino para llegar al área del mar. Entre tráfico y semáforos en rojo, divisó el museo de ciencias—Creo que estoy cerca…—y así, estacionó el vehículo en el primer espacio libre que pilló—Aquí vamos…

A paso firme caminaba sobre la banqueta, su sombra se plasmaba en el cemento debido al Sol radiante del medio día. En el celular llevaba una imagen de la casa en donde resaltaba, además de las rosas, el número de exterior de la vivienda «1427» Dentro del bolsillo de su abrigo descansaba un estuche con varias cápsulas, una de ellas contenía una buena cantidad de víveres, misma que le regalaría a la mujer como muestra de su agradecimiento.

Y llegó.

Justo estaba frente al cerco de rosas azules—Conque aquí es…—susurró a la nada. En tanto, no sabía si acceder al lugar o no, pues la puerta estaba a medio cerrar. Para no verse grosero optó por saludar—Buenas tardes—pero al no recibir alguna respuesta volvió a insistir—Buenas tardes, ¿Puedo pasar…?—sin más recursos decidió tomar la iniciativa de entrar al jardín.

Sobre un camino de piedra dio sus primeros pasos, estaba asombrado, anonadado por la calidez del lugar; era simplemente hermoso.

A su costado se mantenía el comedor de mimbre en colores amarillos, cada asiento contaba con un cojín de estampados floreados en tonalidades pastel. Entonces, observó que sobre la mesa reposaba un plato con un pan mordisqueado, éste estaba espolvoreado por una capa de glaseado; una taza de lo que aparentemente era un café humeante, le hacía compañía. La radio anunciaba algunas notas informativas «El banco nacional del Oeste lanza el alza del zeny» y el espanta espíritus bailoteaba a son del aire dejándose manipular plenamente por él.

El muchacho continuó a paso lento su recorrido. Justo para llegar a la parte trasera de la casa ovalada, se detuvo al percatarse de una mujer que le daba la espalda; ésta estaba hincada frente a una pequeña macetera de ladrillo, parecía ocupada pues sus manos forradas por guantes de jardinería, le daban de golpecitos a la tierra para aplanarla. Tal parecía que había trasplantado otro anexo de raíz de las rosas azules. Ella vestía un faldón largo con una blusa manga tres cuartos. Su cabeza era el pilar que sostenía un amplio sombrero hecho de hoja de palma seca, mismo que le proporcionaba una sombra generosa para realizar su actividad cómodamente.

El azul quiso saludar para mostrar sus buenos modales y a la vez disculparse por haber entrado a su casa de esa manera tan inapropiada. Sin embargo, el tarareo de la mujer le robó las palabras de la boca y en su pecho se apoderó una sensación de nostalgia que quemaba; adjudicándose el papel de espía, le observaba sin perder detalle.

—¿Dónde estás bonita?—le escuchó cuestionar, pero su faz se desfiguró justo en el instante que una gata negra llegó a su llamado y la mujer le nombró:—Kuro…

»Kuro.

Sus pupilas se dilataron pues le imploró a la vida, al cielo y a los dioses que todo se tratara de una coincidencia absurda y nada más. Pero no. Sus sospechas, su pasado y esa corazonada que le perforaría el pecho, se vio revelada cuando se mostró el perfil de la mujer quien en su cuello colgaba el brillo de un dije de flor azul.

Regresó su cuerpo un paso hacia atrás. «N-No puede ser…» Cubrió su boca evitando que se escucharan sus jadeos. Y así, recargándose sobre la pared luchaba al reprimirse de llorar; inevitablemente su faz se vio inundada de lágrimas debido a la impresión, su mente le decía: «Maldición es ella..es ella…»

Trató de tomar postura—Dios…—respiró profundo repetidas veces hasta que su llanto cesó; secó sus lágrimas y fue hace ella.

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Al realizar el trasplante de la flor azul, tuvo la necesidad de quitarse los guantes pues éstos estaban cubiertos totalmente por tierra y abono. En tanto, los dejó por un lado y sacudió sus palmas en constantes roces—Listo—dijo a la nada y pronto acercó la llave de la manguera para ofrecerle agua al ser vivo.

Las gotas de agua bañaban a la flor azul como si se tratara de una lluvia de verano. En ellas, los rayos de Sol emitían la peculiaridad de luces tornasoles.

—Crece, sé libre y jamás te obstaculices—la empapó de buenos deseos y continuó acariciando a la gatita—¿En dónde estabas, traviesa?—pero en eso, el crujido del pasto le advirtió que alguien estaba cerca. Y no supo cómo o el porqué, pero un hilo de nervios se comenzó a manifestar en su interior como si realmente supiera quién era la persona que estaba detrás de ella.

Entonces se cuestionó a sí misma:—¿Por qué el silencio? ¿Por qué la cautela? ¿Acaso…?—de solo imaginárselo su pecho ardió como aquel raro día de invierno y trabajo—¿Será posible que…?

—Mai…—y el timbre de su voz rectificó cada una de sus dudas; una punzada perforó su pecho y la imagen de la escena se vio multicolor debido a lo tenso de la escena.

—Trunks…—susurró anonadada e imploró en silencio para que el momento no se concretará o diera para más.

»Vete por favor, ignórame…ignórame y date la media vuelta, Trunks.

»Ignórame.

»Vete.

El particular reencuentro se vio teñido por la herida del pasado, así que los reclamos no se hicieron esperar.

—¿Por qué?—contraatacó el joven en espera de una respuesta; sus manos estaban apretadas y el ceño marcado acentuaba el resentimiento que guardó por años.

—Porque era por tu bien…—contestó dándole la espalda aún, pero terco continuó el muchacho al parecerle poco acertada su respuesta.

¿Por qué?—volvió a cuestionar.

—Porque merecías una vida mejor…

—¿POR QUÉ?—subió el tono de su voz.

—P-Porque merecías regresar al camino correcto…—se quebraba su voz y la de él también.

—¿P-Por qué…?—suplicó una respuesta más coherente.

—Porque…—cubrió su rostro con ambas manos para atrapar su llanto y contestó:—Porque yo era tu CÚPULA de cristal, Trunks—se levantó y le dio la cara al voltear.

—Mai…

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Con la tetera vertió delicadamente té de canela en dos tazas para suavizar tensiones.

—A-Aquí tienes…

—Gracias…

En el comedor del jardín estaban ambos adultos. El empresario fumaba un cigarro tras otro, la flor le observaba conforme bebía de su té. De nueva cuenta por azares del destino se encontraron. Fue así, que el Brief apagó su último cigarrillo contra el cenicero; sacó del bolsillo del pantalón la rosa que le había obsequiado Marrien, la depositó sobre la mesa.

—Me la regaló mi hija—suspiró—Me dijo que alguien le había dado asilo porque se perdió el día que visitó con su grupo el Museo de Ciencias y ...

La mujer se asombró—¿Tú hija…? Quieres decir que…esa niña era tu hija…Dios…

—Sí, así es.

—Entonces…—tomó su mano—No todo fue malo, Trunks. Creciste profesionalmente, te realizaste como hombre y ahora eres padre. Me imagino que escogiste a la persona correcta para estar a tu lado, yo solo te estaba obstaculizando.

—No, nunca fue así, es solo que…

—¿Te arrepientes?

Negó con la cabeza—Debo de admitir que mi familia fue el gancho para sentirme vivo otra vez. Amo a mi hija, también a Marron—la flor asintió, pues por alguna extraña razón dedujo que Trunks había hecho vida con la rubia—Me dolió mucho tu partida, Mai, tú…eras mi todo—sus ojos brillaron ante el sentimiento.

—Pero todo fue favorable para ti y eso me alegra. Yo estaba de más en tu vida.

—¿Estás segura de ello? Sé que mi último comportamiento fue el detonante para que tomaras esa decisión, pero fuera de eso era inmensamente feliz a tu lado. Creo que eso te consta.

—Perdóname, Trunks—sus ojos azabaches tornaron vidriosos—Pero créeme que lo hice con todo mi amor, pensé en tu felicidad. Ahora tienes un hogar, una linda hija.

—¿Y nunca te preguntaste si todo eso que me deseabas, lo pude haber hecho contigo?—le miró fijamente y ella a él con una faz anonadada por la pregunta en cuestión—Dices que pensabas en mí…tal vez nunca supiste lo que yo quería realmente, te otorgaste el derecho de decidir sin preguntarme nada al respecto.

—Te negarías.

—Claro que me negaría.

—Yo…yo…—ella apretó su mano—Las cosas ahora son así…

—Sí…—esbozó molesto puesto que todo lo que pasó hace años le pareció una decisión muy egoísta de su parte—Creo que me tengo que ir—se levantó de la silla un tanto irritado—No quiero que desaparezca otra vez de la faz de la tierra por mi causa—impregnó su frase con barniz de ironía, caminó hacia la salida.

—Trunks, por favor, ya te dije que no fue así. Trata de comprender—le siguió—Tenía que correr porque las cosas se iban a poner feas entre nosotros. Estaba segura que todo iba a terminar mal para ambos, especialmente para ti al obstaculizar tus metas. Lo único que yo podía hacer, era ser yo la que se fuera en lugar de ser tú.

—Aquí tienes—volteó nuevamente hacia ella y depositó en su mano la Cápsula que comprimía los víveres—Gracias por lo que hiciste por mí hija—siguió su camino.

—No es necesario que me gratifiques—alzó la voz y aventó la cápsula al suelo rechazándola—Creo que lo hubiese hecho por cualquier niño, y más…si esa criatura tiene parte de ti.

El empresario se frenó pues le dejó claro que pese a todo le importaba.

—Yo…—le observó desde su hombro—Si alguna vez paso por aquí…te visitaré…—se marchó.

—Trunks…

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Al regresar a casa cenó con sus tesoros, jugó un rato con Marrien en la alfombra de la sala mientras se transmitía por el enorme televisor una serie clásica de vaqueros.

»¡Más vale que no se meta en asuntos que no le conciernen, comisario Rex!—comenzó el tiroteo.

—¡Aaaarrggg!—le hacía cosquillas a su retoño.

—¡Ja,ja,ja!

—Ah, estoy exhausto—dijo el azul al acostar su cuerpo en la alfombra con los brazos extendidos.

—Juguemos otro rato más, papi, ¿Sí, sí, sí, SÍÍÍ?—el muchacho rió.

—Esta vez no, mi amor. Iré a tomar una ducha y a dormir.

La pequeña hizo un puchero ante el rechazo de su padre—No es justo—pero Marron quien reposaba en uno de los sillones le dio solución al problema.

—Señorita, usted también tiene que ir a dormir.

—Pero mami…

—Pero nada.

—Está bien—no tuvo otra opción que acceder a la orden de su madre.

Trunks se levantó del suelo y tras seguir su camino de paso besó la mejilla de la rubia en agradecimiento—Me adelantaré, te veo en la recámara.

—De acuerdo.

Y así, mientras su cuerpo desnudo era purificado por el agua clara de la regadera, pensaba en lo sucedido en la mañana. Tal parecía que las cosas se lucían, primero la carta, luego la flor azul, y por último su mayor debilidad.

¿Por qué? ¿Por qué tuvo que aparecer justo hoy?—tallaba su rostro bruscamente ante el mundo de sentimientos—Al ver su reflejo en el azulejo empañado, recapacitó que quizá fue muy grosero con la flor, pues tal y como dijo ella «Las cosas ahora son así» ¿Entonces a qué debía de temerle? Que los gratos recuerdos mejor se clavaran en su mente, total, él ya tenía hecha su vida y lo tomaría como tal: una amistad esporádica.

—Así será.

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—¿Y qué harás hoy, Señorita Naturaleza?—Violet estaba del otro lado de la línea telefónica.

—Supongo que nada—contestó la flor.

—¡¿Cómo que nada?!—alzó la voz al grado de aturdirle—¡Es tu cumpleaños, Mai! ¡No siempre se cumplen 46!

—Pero Violet…—resopló con fastidio.

—Vamos, por lo menos este fin de semana ven al centro de la capital y te invito unos tragos, ¿Qué dices, eh? Recuerda que la soledad es mala.

—Cómo se te ocurre darme ese consejo si siempre está ese joven Son a tu lado, hasta parece tu novio.

—¡No digas eso!—se sonrojó como tomate—Él solo….él solo es bueno en lo que hace.

Y a lo lejos se escuchó su voz jovial «Linda, ya está la comida, hoy te preparé macarrones con crema~~»

Mai soltó una risa—Ja,ja,ja.

—Yo…Yo…tengo que irme—colgó bruscamente.

En tanto, la flor quien regaba su jardín pensaba en qué hacer de cenar. Y claro, no había día en cuál no pensara en él, pues su entorno era un gran homenaje al azul de su vida.

—Le hablaré a la abuela, seguro me dará alguna buena sugerencia—pensó tal vez que Violet tenía razón, quizás optaría por hacer algún modesto festejo.

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Desde el monitor observó la fecha actual que marcaba el calendario. Esa día especial lo recordaba año tras año en silencio. Tomándose un respiro dejó caer la espalda en el respaldo de la silla mientras que su mano jugaba con el bolígrafo, hacia aparecer y desaparecer su punta a cada milésima de segundo.

En su mente rodó la remota idea de ir a visitarle amistosamente «¿Será buena ida para hacer las pases?» se cuestionó de momento. En tanto, si decidía ir, no llegaría con las manos vacías. Además serviría también para ofrecerle disculpas por lo ocurrido hace días.

—Bien.—ideaba su plan.

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Una pequeña decoración con velas y extensiones de luces tipo globos de papel, adornaban el modesto jardín azul. En esos cinco años Mai se había hecho de algunas nuevas amistades del sector como algunos vecinos y una que otra amistad que emergió en la fila del súper mercado.

Un modesto vestido rojo hacia juego con sus labios, resaltado así, lo albino de su piel.

—Muchas felicidades, Mai—decían sus invitados entre ellos una pareja mayor: El señor & la Señora Darling.

—Gracias a todos—sonreía la flor.

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Un par de horas habían pasado desde que dio inició su festejo de cumpleaños. El reloj marcaba las 10 pm de la noche y sobre la puerta del cerco despedía a la gente que tuvo la molestia de asistir—Muchas gracias, regresen con cuidado—Hasta que salió el último invitado, cerró la puerta. Al estudiar su entorno se dio un poco de ánimos para seguir, emprendió la operación hormiga con una bolsa en su mano para recolectar todo el desorden que había quedado en el jardín—Aquí vamos…

Después de algunos minutos depositó la bolsa de basura dentro del tambo y justo al querer apagar la luz del jardín, alguien se lo impidió.

—Parece ser que llegué tarde—la mujer volteó y lo divisó.

—Trunks…

—¿Puedes atender otra visita más?—la mujer con mandil en su cintura asintió.

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Un plato con un trozo de carne y ensalada, le fue servido al joven en compañía de una bebida refrescante. El ambiente era amenizado por un tocadiscos situado a un costado del jardín.

—Me impresiona que sigas cocinando igual de sabroso—comía el muchacho con buen semblante.

—A decir verdad me sorprende tu visita…—el azul asintió, luego limpió su boca con la servilleta.

—Creo que además de tu cumpleaños era necesario ofrecerte una disculpa por mi actitud, verás yo…

—No te preocupes. Entiendo, de verdad entiendo—negó con la cabeza al externar sus palabras.

—No estaré por mucho rato, así que te daré tu regalo de una vez—acercó una envoltura—Aquí tienes, Mai, feliz cumpleaños.

—Gr-Gracias…—abrió la envoltura y sacó un estuche forrado de tela de pana, en él reposaba un brazalete con una rosa azul hecha de cuarzo—E-Es hermoso…—quedó sin palabras—Pero no debo de aceptarlo—se lo regresó.

Él deslizó la caja nuevamente hacia ella—Es para ti—sacó el brazalete y lo colocó en su muñeca—Se te ve lindo, hará juego con aquel collar que te obsequié hace años. Tómalo como un simple detalle, por favor. Y ah, al fondo también vienen unos chocolates—la mayor se sonrojó—Sé que te encantan.

—Gracias…—después de un silencio incómodo ofreció algo de beber—¿Quieres una cerveza?

—Por supuesto.

—Bien, iré al congelador por ellas.

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El joven azul observaba el entorno a detalle mientras le daba un par de tragos a la bebida alcoholica.

—Es un lindo lugar, Mai.

—Me esmere todos estos años por hacer crecer el jardín.

Después de haber tomado un par de botes de alcohol. El empresario se levantó de su silla—Creo que es hora de irme.

—Entiendo, te acompaño a la puerta entonces.

Sin embargo, el tocadiscos se lució en ese instante al darle pie a una balada romántica, misma pieza que hace años tocaron en aquella cena en el Norte.

Embriagado por el recuerdo, invitó:—¿Me permites esta pieza antes de partir?

Ante la oferta la mujer quedó anonadada, pero antes de analizar su respuesta él ya le había extendido el brazo:—S-Sí, d-de acuerdo.

En ese entorno maravilloso danzaba la pareja lento al ritmo que el aire jugaba con sus cabellos. Con un poco de pena juntaron sus cuerpos; él tomó su cintura, ella su pecho con ambas manos. Tal escena era el vivo retrato de hace años: el rojo de su vestido le hacía honor a aquella noche donde el entonces joven salió a su ayuda. La hechura de éste era distinto pues ahora lucia sus hombros y el color era mate, no había rastros de algún brilló por ninguna parte. El azul, entretanto, lucía con elegancia el color negro de su traje. Sus rostros eran los mismo pero acentuados por los años.

—Te sienta bien el rojo—sus palabras rozaron la frente de la mujer.

—Cinco años son cinco años. No creo que luzca igual pero agradezco el cumplido.

—Entonces que sea otro cumplido el que te digo que luces hermosa.

Desvió la mirada sonrojada—Gr-Gracias…—trató de cambiar de tema—Me alegra que hayas hecho vida, Trunks. Seguro eres muy afortunado.

—Si lo dices por mi familia estoy de acuerdo. Si lo dices por mí, no lo sé. No le desearía a nadie estar en mis zapatos.

—¿P-Por qué?

—Porque hay ataduras de sangre, hilos del destino que son difícil de ignorar y...—negó con la cabeza al creer que había quedado como un estúpido—Olvida lo que dije, mejor dime, ¿Mi rosa azul formó este jardín?

—Sí.

—Te empeñaste demasiado, ¿Por qué?

—Bueno…—se miraron a los ojos antes de que la azabache diera su explicación—Supongo que recuerdas la Flor Artificial, ¿cierto? Ese esquema de la cúpula que encierra la flor me hizo comprender que representa la vida de muchos. Por eso motivo me empeñé en que creciera, en que sus raíces se expandieran en la tierra sin ataduras, sin cúpulas. Además…

—¿Ademas…?—sus orbes se conectaron nuevamente.

—Me…—negó—No, mejor olvídalo.

—Por favor dime…—imploró en un susurro.

La mujer tomó valor y dijo con fluidez—Salir a mi jardín, ver las rosas, ver su color….me recordaban a ti, Trunks. Fue mi consuelo en estos cinco años.

El azul se vio conmovido—Mai…—suavizó la mirada, luego de suspirar largo, dijo—No tienes idea lo mucho que te eché de menos, es decir, yo…

—No digas nada, por favor—no quería sufrir al pensar que en él habían quedado secuelas de su relación pasada; un posible «aún te amo» le arruinaría la vida.

—¿Por qué?

—Solo no lo digas.

Él apretó más el abrazo, tomó las manos de la mujer e hizo que rodearan su cuello. Con sus labios en la nuca azabache, surruró en balanceos.

—Aún recuerdo todo—ella se sonrojó—Recuerdo lo lindo que era despertar a tu lado, la fragancia de tu piel, los buenos días de cada mañana, hasta tu forma de besar. Te quedaste en mi por mucho tiempo y deseaba tanto el volverte a ver. Sin embargo el tiempo pasó, me sentí solo y Marron fue tan buena conmigo que sin pensarlo terminé a su lado. Yo soy tan vulnerable a ti, mi flor—dijo al fin el calificativo distintivo—Que no sé qué pasará ahora.

—Basta, Trunks…—trataba de zafarse.

El azul la sostenía con fuerza y pronto sus labios llegaron a rozar su oreja—¿Por qué me mientes? ¿Por qué te mientes así? No quiero esperar otros tantos años para despejar la infinidad de dudas que existen en mi mente.

La mujer cerró los ojos ahogada por su dulce voz—Yo lo hice porque sé que merecías más.

—Después de estos cincos años…¿Aún sientes algo por mí?—preguntó al tiempo que la pista se acabó. Un que otro grillo con su canto se escuchó ante el silencio del momento.

—Yo…—le miró—Yo…

—Mi dulce flor yo …—pero justo cuando sus labios se acercaban poco a poco el ruido de un auto les hizo volver en sí. La realidad hizo que sus cuerpos se separaran—Perdón, es que…simplemente me perdí, te ofrezco una disculpa, Mai.

—N-No te preocupes, no pasa nada.

—Tengo que irme—le abrazó nuevamente—Feliz cumpleaños—se separó de ella y partió como un fugitivo.

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Cuando manejaba de regreso a casa, se estacionó en un lugar solitario y con rabia comenzó a darle de golpes al volante; se odio a sí mismo—¡Maldición, maldición!—fue débil, y de inmediato pensó ¿En cómo le haría para seguir como si nada? Si bien, cuando se liberó para rehacer su vida pidió dentro de su corazón nunca volverle a ver: NUNCA. Se conocía tan bien que sabía que no la dejaría ir de nuevo. Dos hilos, dos paradojas otra vez en sus manos. En ese momento de crisis pensó en su abuelo «¿Dime tu secreto, por favor?» «Ayúdame aclarar mi mente »—susurró suplicante.

En tanto, para despejarse de tanto embrollo, le marcó a la rubia como todo hombre de familia preocupado por los suyos—¿Todo está bien en casa? ¿Cómo están?

—Bien—contestó la celeste—Aquí estoy acostando a Marrien, cayó rendida.

—Me imagino—suspiró. Sin embargo la Jinzo detectó cierta tristeza en sus palabras.

—¿Trunks, estás bien…?—preguntó al tiempo que arropaba a su mayor bendición y besaba su frente para desearle buenas noches.

—Estoy bien, cariño. No te preocupes. Es solo que tengo unos pendientes que resolver aún.

—Entiendo. Por favor ten cuidado al regresar, las calles están muy solas.

—Sí, descuida.

—Te amamos.

—Y yo a ustedes.

Fue así, que encendió el auto y volvió al mismo trecho que había dejado atrás. ¿Acaso no existiría una balanza para él? Cuestionó incluso que el destino quería que ambos se reencontraran por alguna razón en específico. Pues fue su pequeña hija quien trajo de regreso a su amor eterno, era tan patético verlo de esa forma que hasta le hacía sentir mal, pero nuevamente había vuelto esa mitad que le hacía falta: Su Flor. Y no se quedaría de brazos cruzados. Tal vez era tiempo de atar cabos y por fin vivir en paz sin congojas.

Era tiempo de hablar y de pedir perdón.

Se estacionó, bajó de prisa del vehículo para sobrepasar el cerco de las flores azules. Tocó la puerta como desquiciado—¡Mai, soy yo, por favor ábreme!—y asimismo fue.

—¿Q-Qué haces aquí, Trunks?—poco duró su bienvenida cuando le abrazó fuertemente.

—Mi flor…

—¿Q-Qué sucede?—le ofreció entrar al separarse de él—P-Pasa…—la puerta se cerró y con nervios la mujer seguía interrogando mientras lavaba los trastes—No deberías estar aquí, ¿No crees?—le regañaba como si fuese un niño pequeño.

Él asintió otorgándole la razón—En realidad algo me impulsa estar aquí, y tú sabes de qué hablo. Entre tú y yo hay un hilo, Mai, una atadura de sangre difícil de ignorar.

—Trunks, por favor—tallaba los platos pero de pronto el azul de su vida le acorraló por detrás; con la mano cerró la llave del agua.

—Sé que la situación no es como antes. Solo te pido que seamos más cercanos y, disculpa lo de hace rato, no era mi intensión hacerte sentir incomoda. ¿Empezamos de nuevo?—le extendió la mano.

Ella volteó para verle y después de pensarlo por unos segundos, contestó:—Será todo un gusto…—contestó segura.

El azul sujetó ambas manos femeninas, sus ojos se tornaron cristalinos—Es un alivio saber…— su voz se quebraba—…que después de tanto tiempo te encuentres con bien—cerró sus ojos—Estoy feliz de verte nuevamente—se resistía a llorar.

—Trunks…—con su mano acarició sus mechones lilas y parte de su frente—Un hombre no debe de desperdiciar sus lágrimas de esa manera—le sonrió—Es un gusto igualmente saber que estás bien.—de ahí sugirió la única opción disponible para ellos—¿Amigos…?

—Por su puesto…—esbozó una sonrisa.

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El paso de dos mes se dejó venir en un suspiro. El azul continuó con su ajetreada vida en la Corporación, hacía feliz a su familia brindándoles total atención y tiempo de calidad. Tal vez la clave de todo era mantener un equilibrio. Trató de frecuentar a su vieja y nueva amistad en algún que otro rato libre fuera de sus actividades laborales. Sin embargo, el meollo del asunto sería si podría mantener ese margen intacto y no sentirse atraído a su otra mitad.

—Ja, ja ja—soltó una carcajada al recordar una anécdota—¿En serio yo hice eso, Mai?

—Sí–le acompañaba en su risa tras recordar cómo el joven había hecho un desastre en la cocina al querer cocinar un pollo al horno.

Al terminar su risión un suspiro salió de sus labios —¿Qué recuerdos, no?—le miró a los ojos.

—Sin duda es lindo recordar—al percatarse que el azul se puso de pie, intuyó que era hora de partir—¿Vendrás pronto?

—Sí—contestó con media sonrisa en su faz—Nos vemos otro día de estos.

Lo que empezó como algo simple se fortaleció conforme a sus visitas de manera favorable. Era inevitable no percibir miradas durante sus ratos de buena convivencia y sonrisas que acariciaban al alma. Siempre una taza de té en compañía de galletas horneadas en forma de estrellas, era el aperitivo para endulzar sus momentos.

—No es por presumir pero…—armaban una torre de trozos largos de madera. El juego consistía en ir sacando las tablillas de abajo y apilarlas arriba sin derrumbar la estructura; era un juego típico de la antigua China—Creo que tengo talento para esto…—el azul maniobraba al tiempo que mordía sus labios para calmar tensiones.

—No, no, no—la mujer tapaba sus ojos—Se va a derrumbar todo.

—Claro que no. Solo observa—terminó su movimiento con éxito—¡Sí!—rió–Ahora es tu turno, Mai.

—Bien, ahora te demostraré lo capaces que fuimos Violet y yo al construir la maldita Sede Norte—ese comentario le sacó una carcajada al muchacho—¡Pon atención, Trunks!—subió las mangas de su blusa e inició su maniobra. Con éxito sacó una tablilla de los cimientos pero justo al querer ponerla en la parte de arriba, todo se derrumbó—¡Ah, no!

—Creo que debería de preocuparme, seguro la Sede Norte se va a derrumbar o el cableado que instalaste provocará un incendió masivo—se burlaba.

—¡Trunks!—la flor se sonrojó estaba más que apenaba; el muchacho reía abiertamente por su fallo.

Satisfechos se sentían ambos por emprender una amistad saludable. Sin embargo, el tacto, y los gestos, activan recuerdos que son difíciles de borrar y por desgracia siempre incitan a más.

Una de sus visitas se llenó de lluvia fresca pues un aguacero con truenos y relámpagos cayó sobre la capital. El diagnóstico del clima informó previamente las condiciones del tiempo. Trunks quien apenas había llegado tocó la puerta; estaba peor que un perro remojado.

La azabache quien no esperaba su visita, abrió la puerta y se asombró—Trunks…

—Hola—esbozó una sonrisa pues mostró una bolsa que contenía dos ordenes de sushi de salmón—Al menos la comida llegó con bien.—sonrió.

—Anda date prisa, entra.

En el interior el muchacho dejó un caminito de humedad debido a lo empapado de sus zapatos.

—Veré qué te puedo prestar de ropa—se cruzó de brazos angustiada—Si sigues así pescarás un resfriado.

—Te lo agradezco.

—Ahora vuelvo— se dirigió a la habitación. A escasos cinco minutos volvió con una bata de baño y unas pantuflas e hizo entrega—Aquí tienes, Trunks, el baño es la puerta izquierda—señaló.

—Gracias.

En lo que el hombre se desvestía, Mai decidió poner agua a hervir en la cafetera para ofrecerle un té de canela. El azul salió del baño con la bata y sobre sus hombros descansaba la toalla que absorbía las gotas de sus largos; tomó asiento en la sillón y en el piso una alfombra desteñida reconfortaba sus pisadas. Volteó hacia abajo tras sentir la suavidad y descubrió que era la misma alfombra en colores circulares de aquella erótica vez. Un sonrojo se apoderó de sus mejillas pero rápido desapareció cuando se vio deslizada la taza de té sobre la mesa de centro.

—Aquí tienes, Trunks.

—Gracias.

—Bebe antes de que se enfríe—tomó el control de la televisión en busca de algún buen programa.

—Clima de locos—dijo mientras bebía de la sustancia caliente—No hace un instante estaba el Sol radiante.

—Sí, últimamente ha estado impredecible. Es probable que sean estragos de la tormenta que pegó en las ciudades de los alrededores—fue por la comida que trajo el azul y la depositó sobre la mesa; tomó asiento al lado del relajado Trunks que no miraba en años en esa cómoda faceta; imposible ignorarle. Al no querer ser protagonista de alguna imprudencia, cambió de tema y preguntó—¿Cómo están Marron & Marrien?—después de todo le tenía aprecio a la rubia, cosa que obviamente Trunks ignoraba, pero ahora en su papel de «amiga» le pareció prudente preguntar.

—Están bien, gracias—asintió gentilmente—¿Comemos?—señaló los platos.

—De acuerdo.

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El rollo de sushi había estado más que delicioso, Trunks sabía el secreto para hacer feliz a la mayor, sabía perfectamente que la comida era su debilidad—¡Ahhh, delicioso!

—Me alegra que te haya gustado.

Un programa de televisión que consistía en preguntas y respuestas los mantuvo entretenidos por buen rato, e incluso como si ellos fuesen los participantes de show contestaban las preguntas.

—Es el bióxido de carbono.

«¡CORRECTO!»—expresó el conductor trajeado con micrófono en mano, el escenario en colores azul rey se iluminó por el dorado de las luces.

—Ese tipo hace un festín por todo—agregó Mai haciendo reír a su visita.

Justo cuando el participante del show estaba en la recta final para saber si se iba a ganar el medio millón de zenis, el conductor preguntó:«Menciona cuál es el río más largo del mundo» En el instante que el participante iba a contestar, un apagón repentino cubrió en penumbras la casa de las rosas azules.

—Diablos—se quejó el muchacho pues se quedaría con la incertidumbre de saber si ganó o no.

—Iré por una veladora—se levantó la dueña de la morada y tomó rumbo hacia la cocina. Poco bastó para que el lugar se viera iluminado desde la palma de su mano—Al fin un poco de luz—sonrió y con la ayuda del joven movieron la mesa de centro a un costado y ahí mismo depositaron la veladora dentro de un plato hondo con agua para prevenir algún incendio; tomaron asiento en el alfombrado multicolor del pasado.

La luz tenue iluminaba sus rostros dándoles una apariencia bronceada entre la oscuridad.

—Veámosle el lado bueno, Trunks, al menos se secó tu ropa. En un momento te la traigo.

—No te preocupes—flexionó ligeramente una de sus piernas y con la ayuda de ambos brazos inclinó la espalda hacia atrás. En ese momento se sentía indeciso en preguntar o no, pero sin más tapujos lo hizo—¿Por qué conservaste la alfombra?—volteó hacia ella con la mirada penetrante.

—Qué…—quedó pasmada por su interrogante.

—Tal vez pensaste que no la reconocería pero…creo que es imposible verle y no saber qué ocurrió sobre ella, ¿Por qué la conservas?

—Es algo sin importancia, no deberíamos de hablar de ello—se le miró incomoda.

Excusas salieron de sus labios rojos: que se vino en la mudanza, que combina con su decoración actual pero, él supo que nada de lo que decía era cierto.

Fue así, que una necesidad se apoderó de él. Inconscientemente quería retarle como lo hizo en el Norte aquella vez—Eres tan cobarde, Mai.

La mujer quedó sin palabras, pues al igual que él sintió aquellas nauseas en su estómago que se extendían como el propio fuego cuando arrasa con todo. La impotencia y la necesidad de acurrucarse en privado le imploraba buscar la fuerza para no volver a sentir los recuerdos de aquella caja donde el amor seguía latiendo.

La mujer se colocó de rodillas frente a él—No tienes idea de lo dices—le reclamó con la voz quebrada.

—Claro que tengo idea de lo digo. Es triste, es tan tortuoso que, no tengo la forma de desprenderme de esto—le miró—No sé qué hacer, lo peor es que tú sabes bien lo que es sentir esto.

—Hay que parar, por favor. Deja de decir disparates.

—¿Acaso lo de nosotros fue un disparate? Aquí la única que botó todo fuiste tú. Huiste como una cobarde. ¡Entregué todo por ti!

—No, no es eso. ¡Y ya deja de molestar con lo mismo! ¡Yo sé lo que hice y por qué lo hice! Además, si tu entregaste todo…—hizo un silencio y continuó–…yo sacrifiqué todo por ti. ¡¿NO LO COMPRENDES?!

—Parece que a todo le buscas una justificación para no sentirte tan mal por el hecho de haberme abandonado sin razón; déjame en claro todo de una vez.—se acercó a ella, tomó de su cintura—¡Dime que no me extrañas, dime que me odias, dime que me largue de aquí y que no quieres verme jamás!—pero al no salir ni una palabra de sus labios rojos, él dedujo—Lo sabía...

Por su atrevimiento trató de darle una bofetada, pero éste la detuvo con sus buenos reflejos y cuando se apoderó de su mano impulsó de un jalón su cuerpo hacia él y besó sus labios bruscamente. Golpes, puñetazos, recibió por parte de la mujer en su estado de resistencia; lo odio, se odio con todo el alma. Con furia quería retirarse de su maldito encanto. Y, entre forcejeos, lágrimas corrían por sus mejillas blancas mientras su boca embonaba perfectamente a la de él.

Se odio por ser tan débil. Y lo odio tanto por reafirmarle que lo amaba tal y como el primer día que lo vio en su oficina.

Los amantes eternos…

Y cedieron a la situación en la cual estaban comprometidos a la luz de las velas. La alfombra de nueva cuenta fue la superficie que los vio yacer en el pecado; era demasiado tarde para resistirse a brindar el amor que se tenían el uno por el otro. La bata y el vestido fueron botados sin rumbo con movimientos bruscos dignos de la desesperación que emanaban. Su brazo fuerte alcanzó un cojín del sillón y lo colocó debajo de la cabeza de su flor. Desesperado por el instinto sexual, se acurrucó en medio de sus caderas y ella le recibió con cierto temor; temblaba.

—Tranquila…—susurró él al dar el paso decisivo para volver a explorar en lo más recóndito de su vientre maduro. Un quejido salió por la primera fricción entre ambos miembros, por aquella rozadura que pese a todo causaba una sensación de calor bastante satisfactoria. Era volver a recordar esa maravillosa conexión que los hacía explotar en extasis.

Y todo comenzó.

El pasado revivió y la irremediable atracción dio inicio en ambos cuerpos; embestidas abruptas y gruñidos propios del acto salían a relucir como bellos cánticos. La acción fue un tanto agresiva aunque después de algunos minutos todo se volvió serenidad, pasión, pues sus movimientos fueron firmes y pausados a la vez.

La amaba en contra de su voluntad pues su condición actual se lo prohibía más que nunca. Tal parecía que debía de existir siempre ese algo que complicara todo.

Le susurraba al oído en un hilo de voz:

»Mi flor…

»Mi vida…

»Te extrañé tanto, mi amor…

Mientras él hacía su trabajo como hombre, la mujer quien rodeaba su cuello con ambos brazos, observa el techo delirando al tiempo que gotas de sudor corrían por su sien; gemía en discreción. Él con su rostro al lado contrario mostró sus dientes al sisear el placer que sentía producto de su unión; acentuó su voz en un tono más grave y finalmente expresó un gemido de la forma más natural y sincera.

El amor que nunca se perdió brotó al llegar a la cúspide de la más grande sensación que un hombre y una mujer pueden lograr con la debida sincronía, con el debido amor y detalle. La incertidumbre, pese al momento, apareció pues no sabían si esto sería recíproco y fácil de lidiar. Lo que sí, es que volvieron a sentir su tierno corazón renovado de todo aquel amor que nunca murió.

El azul y su amada flor estaban otra vez juntos en una realidad difícil de creer. Solo en sus sueños ocultos era posible ver tal anhelo; sin embargo ahora todo era tan genuino y auténtico que, desfallecían al roce de sus caricias.

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Jadeantes por haber concretado el acto, su desnudez bronceada fue el colchón para darle soporte a la flor. Sus cabellos despeinados evidenciaban el descontrol que sucedió sobre la alfombra de colores desteñidos, aquella que, junto a sus gemidos gritó todos aquellos secretos que guardó por más de cinco años. El azul acariciaba sus largos negros y la delicadeza de su espalda; se observaban a los ojos.

—¿Estás bien…?—preguntó jadeante, trataba de menguar lo entumido de su cuerpo; besó sus labios.

—Sí…—sus pechos se engrandecían a simple vista por tratar de inhalar el aire que tanto le hacía falta—Dime Trunks…¿Qué sigue de aquí?—fue la misma pregunta que le dijo su amor celeste solo que ésta requería de otras respuestas. En tanto, su mente estaba nula.

—No lo sé…—le miró fijamente—Solo sé que eres parte de mi—se abrazaron—Me hacías falta, mi flor.

—Trunks…

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La luz de las veladoras se extinguió cumpliendo así sus horas de utilidad; el amanecer del lado del mar anunció su nuevo día. El cuerpo del muchacho reposaba sobre el alfombrado con una frazada a cuadros que fue el manto sagrado para dormir durante toda la noche juntos.

Sus ojos se abrían entre parpadeos pausados; estiró sus brazos saliendo a su vez un gran bostezo de su boca. Luego con ambas manos frotó su rostro y ojos para al fin despertar. Al visualizar por un instante el techo, volteó a su costado y vio el lugar vacío donde estaba su flor. En cambio, estaba su ropa doblada con una nota.

Leyó a distancia—Fui a conseguir pescado cerca del área del muelle—asintió.

Atrevidamente ingresó al baño y tomó una ducha con agua caliente. Se vistió a prisa con esa sensación de sentirse como «Hombre nuevo» y dejó la corbata y el saco botados en el sillón, solo con la camisa blanca y el pantalón negro bastó; salió de la casa.

Con las manos dentro del bolsillo del pantalón y con los primeros tres botones desabrochados de la camisa, caminó por las calles. No faltó el curioso que rondara por los mismos rumbos y saludara a su paso:

»Buenos días, joven.

—Ah, buenos días…—contestaba apenado rascando con el dedo índice su mejilla.

El cielo aún se apreciaba en tonalidades grises, y cientos de charcos había por doquier en las calles y banquetas. Ingresó entonces al área del muelle al doblar a mano izquierda; el olor a pescado lo detectó al instante su nariz afilada. La superficie, entretanto, consistía de diminutas piedras que, algún que otro pelícano picoteaba; siguió caminando.

El aire estrujaba sus mechones lilas con rebeldía. Y al paso de unos cuantos minutos, visualizó a su objetivo con un faldón de mezclilla y una blusa suelta a rayas rojas; llevaba dos bolsas en la mano. Ella observaba hacia firmamento recibiendo las caricias del viento de la mañana.

Él mostró media sonrisa, pues un hueco en el estómago sintió al verla tan libre y no como una Flor Artificial.

Nunca como una Flor Artificial.

Y pensó sobre el gran peso que tienen las personas en hacer feliz o desgraciada la vida del otro. Sin duda nadie es totalmente perfecto y el que dice serlo MIENTE. No existe tal perfección, y para muestra estaba aquella mujer frente a sus ojos reafirmándole que pese a todo habían nacido el uno para el otro sin importar nada.

Soltó una risa carente de gracia al darse cuenta que su vida era y sería una completa ironía. Pues justo a sus 36 años de edad comprendió esa absurda analogía del hilo rojo: pues a su derecha estaba su flor y a la izquierda el Sol quien le ofreció el mayor tesoro del mundo: Su hija.

«Ninguna mujer se parece a otra, Trunks. Todas son hermosas y cuentan con divinas cualidades»

Y así, se encontraba nuevamente en aquella vieja paradoja que no supo manejar correctamente en el pasado. ¿Pero ahora podría? ¿Podría lidiar con todo lo que le pertenecía? Pues su destino tal parecía que estaba marcado a ser así sin importar el tiempo y espacio.

Su vida: su maldición.

Por siempre y para siempre.

Sin embargo, supuso que ante lo patético de su situación algo bueno había dejado o trataría de hacerlo.

En ese momento la flor volteó hacia él; el amor se notaba en sus rostros. ¿Y qué seguía después? Ni él, ni ella y ni la rubia que arrullaba todas las noches a la sangre de su sangre, lo sabían. Quizá todo era cuestión de esperar.

Él cautivado por su belleza se acercaba a pasos lentos pero fuertes en pensamientos. Y se juró a sí mismo que nunca volvería a fallarle a nadie. Nunca. Porque pese a todo lo importante era ser feliz y hacer feliz a cada uno de sus hilos rojos sin cometer estupideces del pasado; cada lado con lo requerido de él.

¿Y cómo lo haría?...

Eso apenas lo iba a descubrir.

—Trunks…

—Mi flor.

"Por el amor de una rosa, el jardinero es servidor de mil espinas".

FIN.

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¡Hola Crayolas! Yeiii~~~~

Muchas gracias a todos los que me dieron la oportunidad con esta peculiar historia que amo hasta el alma. Escribir sobre una situación como la que se aborda, fue bastante difícil, ¿Pero saben? No todos los fics terminan con el típico cliché de la casa, el perro y la familia feliz sino con finales más agrios y eso es lo que lo hace más encantador y real. Si bien, lo mucho o poco que he escrito, créanme, me esmero mucho para darle un toque único/original a cada una de mis historias Trumai. Apenas puedo creer que se haya pasado un año tan rápido, que gracias a Flor Artificial se trazaran vínculos para conocer a gente linda del todo el mundo y recibir muestras de cariños grandes. Que enserio, no tengo palabras para agradecer tanto amor de su parte, puesto que NUNCA, JAMÁS, ha recibido tanto esta simple mortal xDD Lo curioso fue que FA no contó con una propaganda grande ¡y miren! No hay duda que la lectura no se obliga se invita.

Espero de verdad que FA haya sido digno para sus bellos ojos, pues como siempre lo diré, yo lo hago por el simple amor que le tengo al Trumai y a DB. Sé que mis escritos no son perfectos y la razón es porque soy una simple ficker que ronda por aquí y dejar volar su imaginación, es decir, yo no sé absolutamente nada de escritura profesional. El amor me mueve, me impulsa y eso es lo que hace que mis dedos y mi mente se conecten para escribir; un poco de imaginación puede crear grandes cosas. Aquí tienen a su servidora, a su amiga, quien guste saludar háganlo con toda confianza no tengan miedo, soy lenta por cuestiones laborales pero de que contesto, contesto.

¿Y qué me dejó FA? En primero el cumplir mi meta de escribir de dos pairing a la vez: Trumai/Trumar. Demostrar así, que sin dar palizas a ningún personaje se pueden crear historias buenas y entretenidas. El volver a desempolvar antiguos personajes como Violet & Silver, mis favoritos de la Red Ribbon. El crear una Ship con un personaje clásico y uno jovial como es caso de Goten & Violet que sus escenas siempre me soltaban más de alguna carcajada. El crear un escenario, pues todo lo del Norte lo amé infinitamente agregando todos los mínimos detalles, claro, incluyendo también lo del Oeste . El «Hadashi no megami» esa bella canción que siempre te brindará un hombro para llorar y superar tus obstáculos, dar a conocer a mi cantante/grupo favorito japonés fue hermoso.

Sé que más de alguno se me cicló por las situaciones del fic específicamente por las pairing/la infidelidad, ¿Pero saben? Creo que, de alguna manera, no se plasmó algo falso sino fueron cosas que le pasan a TODO MUNDO. Flor Artificial da para mucho y no sólo para provocar rabia o resentimientos, pues bien, yo les pregunto lo siguiente: ¿En alguna etapa de su vida han sentido una cúpula de cristal sobre ustedes? Flor Artificial enfatiza varios aspectos que nos hace conmovernos, por ejemplo: para quienes son esposa, para quienes pasaron por un divorcio, para quienes se han enamorado de la persona incorrecta, para quienes han traicionado o se sienten aún atados al recuerdo del pasado, para los que no olvidan un viejo amor, etc. De verdad hay tanto que resaltar que me fuera muy penoso que solo inclinen su vista hacia «Mi pairing favorita» a veces creo que es cuestión de saber disfrutar la lectura.

¿Les cuento una locura? Me da pena decir esto, pero confieso que uno de mis sueños bobos es que FA con el paso del tiempo se convierta en un clásico del Trumai en categoría UA T.T eso me haría muy feliz. Aunque quién sabe si eso pasará, lo que sí, es que estoy muy contenta por haber llegado hasta aquí.

La frase de introducción fue hecha y prestada por mi estimado EnterradoR, pertenece a su fic de «La bufanda» del fandom Shingeki no Kiojin. Un fic que les invito a leer. Mil gracias, Mau.

Un saludo para las hermosas chicas que plasmaron con sus bellos dibujos algunas escenas del fic: Evelyn Cotrina, Bri17, Himeko03, Queeneon, con el corazón en la mano les digo muchas gracias. Me hicieron muy feliz.

A mi amiga y fiel Big mama Cereza del pastel, ante todo y pese a todo, gracias por estar a mi lado.

A ChocolatMint por ese Drabble tan lindo que creo producto gracias a que se inspiró en FA, fue un dulce honor leerlo, linda.

Un gran saludo para mi querida Bren/La che que desde tiempos inmemorables supo de este fic que tenía a letra y papel y sobre todo porque fue la primer persona que creyó en mí. Sé que tenemos tiempo sin charlar pero créeme que nunca te olvido. Te mando un fuerte abrazo.

Por su cercanía, apoyo y Reviews: Evelyn Cotrina, Giorgia Podda, Queeneon, Cereza del pastel, Sandy, MariaEnriqueta, Nancy Cephiro, ChocolatMint, Bri17, Konishiha Mundo, Ailad, Angelicacuario, Myfix, Karol, Odette Vilandra, Himeko03, Jackesita Frost, Mel-Nara, Jimena, la Che/Bren, Leonarda, Rukia-00, EnterradoR, WTF, Melissa Ouji, Mariana 90, Ima Matsuki, Kaimi, a todos GRACIAS!

A mis queridos lectores fantasmas muchas gracias por sus 8,885 visitas. A los que se unen cada vez a la fanpage, GRACIAS. A los usuarios que agregaron FA a sus Faviritos/Fallowers, mil gracias Los que se quedaron en el camino, gracias por su tiempo, espero no haberles decepcionado. Y para las futuras personas que se pasen por aquí, UN MILLÓN DE GRACIAS.

Yo me tomo unas ligeras vacaciones debido a que en estas fechas hay bastante trabajo, además de algunos compromisos personales que se me avecinan y necesito estar al cien. Asimismo, deseo darle orden en ratos libres a mi nuevo Long fic Trumai que espero dé apertura pronto entre otros shots que rodean en mi mente.

Muchas gracias de corazón. GRACIAS.

Se despide su amiga Ficker:

Kuraudea Rorena.

¡Hasta la próxima!


Respetemos los derechos de autor.

¡DI NO AL PLAGIO DE FICS!

Lo que comenzó un 18/oct/2016

termina hoy 27/oct/2017