-¡Draco Malfoy! Vaya sorpresa encontrarte aquí.
Draco, que había estado yendo a rellenar su copa de champagne, se detuvo de golpe al sonido de esa particular voz. Tomando un hondo respiro, el rubio se giró y luego tuvo que recordarse a sí mismo que ya no tenía quince años y que le temblaran las piernas ya no era aceptable.
La última vez que vio a Harry Potter, fue en la última batalla, parado orgullosamente cerca al cuerpo caído de Voldemort, ambas manos sosteniendo su varita y la que había ganado del mago oscuro antes de que perdiera la guerra. Se veía fuerte, triunfante, maduro, y tan roto. El rubio no estaba seguro si alguien más lo había notado, pero Potter tenía la mirada perdida, una sonrisa falsa pegada a su rostro y hombros tensos a pesar de que ya todo había acabado. Después sucedieron tantas cosas a la vez que no tuvo oportunidad de volver a verlo, ni siquiera en su juicio cuando solo dejó sus recuerdos en manos de Hermione Granger en forma de evidencia para su exoneración y la de su madre pero él no se presentó, lo siguiente que supo fue que se había marchado y que Ginny Weasley lo había acompañado.
No es que Draco esperara nada, realmente, eran enemigos, siempre lo había sido ¿por qué pensó que sería diferente después de la guerra? Fue la última vez que pensó en Harry Potter, poniéndolo en un pequeño baúl al fondo de su mente donde guarda viejos remordimientos y siguió con su vida. Hasta ahora.
-¿No debería yo decir eso? Yo vivo en el país, después de todo-fue la respuesta del rubio, luciendo tranquilo aunque su mano apretó ligeramente la copa en su mano. Los años solo habían acentuado la belleza natural de Harry y sus ojos verdes se notaban con fuerza sin el obstáculo de los lentes, como si fuera un disfraz que se había quitado, mostrando a quién verdaderamente se escondía debajo. Y había algo en su mirada... Draco se estremeció ante la intensidad en ella, no seguro de que era lo que expresaban.
-Cierto, cierto. Pero he vuelto para quedarme, extrañé mucho estar en casa.
-¿Te refieres a Londres o Hogwarts?
-Ambos, en este caso-le dedicó una sonrisa amplia que nunca antes había sido dirigida a él y se sorprendió una vez más.
-Estás... diferente-comentó Draco cuidadosamente, no tan seguro cuáles eran los términos de esta civilidad-No pensé que los años te fueran a cambiar tanto.
-¿Qué puedo decir? Dejé las cosas de niños cuando dejé Hogwarts. Ni tú ni yo somos los mismo que éramos entonces, ¿por qué seguir con la enemistad?-dijo Harry y cogió una copa de champagne, alzándola ligeramente.
-Estoy de acuerdo-asintió Draco, empezando a relajarse ahora que era evidente que Potter no iba a insultarlo o atacarlo. Harry sonrió, como si pudiera leer sus pensamientos.
-Estoy siendo maduro, debe ser un shock para ti-le dijo jugetonamente y el rubio sonrió de lado.
-Estoy un poco, sorprendido, sí. Tal vez sea el alcohol en tu sangre-replicó con un movimiento de mano y el moreno se rió.
-Quién sabe, quién sabe. Deberíamos hacer un brindis-anunció y luego apoyó su copa ligeramente contra la de Draco-Por los nuevos amigos.
-Y las infinitas sorpresas-respondió Draco. Los ojos de Harry eran de nuevo intensos mientras lo observaban con esa misteriosa sonrisa que lanzaba un escalofrío a su cuerpo, no uno de miedo pero de... ¿curiosidad? ¿anticipación?
-Salud-finalmente dijo Harry y ambos tomaron un sorbo de sus copas, sus miradas entrecruzadas.
-¿Por qué brindamos?
Tanto Harry como Draco se sobresaltaron a la voz que repentinamente se unió a la conversación y Draco se sintió vagamente culpable porque había olvidado por un segundo que había venido con Stephen y había considerado quedarse hablando con este nuevo Potter. Su novio no pareció notarlo porque estaba sonriendo como siempre, su mano descansando tranquilamente en la espalda del rubio.
-Amistades-respondió Draco con una ligera sonrisa-Steph, él es Harry Potter. Potter, mi novio, Stephen Amell-el rubio hizo la introducciones y vio el reconocimiento en el rostro de su novio, aunque no se volvió emocionado como muchos hacen en presencia del Vencedor.
-Ah, sí, Harry Potter. Por supuesto he escuchado de usted-dijo él, estrechando la mano del moreno que asintió.
-Y yo algo de usted. Todo el mundo está enamorado de ti por lo que he oído-saludó Harry con un asentimiento, haciendo a Stephen reír.
-Son solo chismes-aseguró el castaño y Harry se encogió de hombros.
-Puede ser, siempre prefiero hacer mis propios juicios-la sonrisa misteriosa había vuelto a su rostro, esta vez un poco más fría que cuando estaba mirando a Draco-Si me disculpan, Ron está intentando llamar mi atención de una manera muy escandalosa-suspiró, los tres girando hacia el pelirrojo que estaba agitando los brazos en el aire como si intentara detener un avión por sí mismo. Harry solo meneó la cabeza y volvió a mirar a la pareja-Fue un gusto conocerte, Amell. Draco-asintió en despedida y se marchó.
-Es un poco raro ¿verdad?-dijo Stephen una vez el moreno estuvo fuera de vista.
-Siempre fue un poco raro-sonrió Draco, terminando su bebida y puso la copa de regreso en la mesa-Ven, Pansy está que muere por hablar de nuestra cena de aniversario-dijo el rubio rodando los ojos y arrastró a su novio detrás de él.
Los ojos verdes de Harry lo siguieron todo el camino.
Pues miren que musa volvió a pasar por esta historia...