Lorcan se despertó al sentir como una mano traviesa trazaba líneas sobre su pecho hasta llegar a sus caderas. Abrió un ojo para encontrarse con Lily sonriéndole pícaramente.
El rubio le dio un corto beso en los labios y quiso saber qué hora era. Esperaba poder estar un rato más con la pelirroja.
Lorcan miró el móvil que había dejado en la mesilla de noche de la chica. Tenía tres llamadas perdidas de Albus, lo que, a pesar del buen momento que acababa de disfrutar con la pelirroja, le hizo sentir terriblemente culpable.
Lorcan sacudió la cabeza, gesto que no le pasó inadvertido a Lily. La pelirroja se incorporó acariciando el flequillo del chico. Le encantaba un pequeño remolino que se formaba justo al final.
—¿Qué ocurre, Lorcan?¿Ha pasado algo malo?
Lorcan miró a la chica. Sus ojos castaños relucían y le hacían sentirse extrañamente feliz. Sin embargo, no podía evitar sentirse culpable. Lily no dejaba de ser la hermana pequeña de su mejor amigo y Lorcan se sentía como una mierda por ocultárselo a Albus.
Lorcan suspiró intentando colocar sus pensamientos. Cerró los ojos, dejándose llevar por la caricia de la chica sobre su frente. Lily conseguía darle una paz interior que nunca había sentido con nadie pero que se veía perturbada por el secretismo con el que llevaban la relación.
—Merlín...Lily, creo que no deberíamos seguir con esto. No al menos de este modo como si lo que hiciéramos estuviera prohibido. Cada vez que veo a tu hermano, siento que le estoy traicionando.
—Pero…¿Por qué, Lorcan? Estamos genial juntos…justo lo comprobamos anoche.
Lily se tumbó sobre la cama y Lorcan sintió como el cuerpo desnudo de la chica volvía a hechizarle. Pero debía mantener la cabeza fría, tenía que dejar las cosas claras.
—Si vamos a seguir con esto, quiero decírselo a Albus.
—Esta noche precisamente he quedado con los chicos, podría aprovechar el momento.
Lorcan pudo notar la duda reflejada en la cara de la pelirroja. Sabía que Lily tenía miedo al compromiso pero él tenía confianza plena en que todo saldría bien. Se tumbó de nuevo a su lado, acariciando suavemente la mejilla de la chica.
—¿Qué te da tanto miedo? ¿Crees que Albus me haría daño? Por favor, puedo de sobra con el debilucho de tu hermano.
Lily seguía sin mirarle, lo que le preocupó un poco.
—Venga Lily, no seas tímida ahora conmigo. Sabes que me lo puedes contar todo, por muy extraño que te parezca.
Lily le miró, con una cara que no encajaba con el carácter normalmente alegre y seductor de la chica.
—Tengo miedo de que en el momento en el que esto nuestro que tenemos se sepa en el grupo, se vaya todo al garete.
Lorcan rió suavemente. Había veces que no conseguía entender a la chica.
—¿Y qué te hace pensar que eso será así?
—Siempre me ha pasado lo mismo cuando he presentado algún tío al grupo. Dos días más tarde, les entra el miedo y se van.
—Bueno, yo no es que sea un cobarde. Te prometo que todo saldrá bien. ¿Me dejas decírselo a Albus? Es lo único que te pido.
Lorcan le dio un corto beso en la mejilla mientras la abrazaba. Lily sonrió.
—Está bien. Lo único que te pido es que recuerdes cuando mi hermano te vaya a pegar un puñetazo es que él es zurdo.
Ambos se sonrieron, volviéndose a besar. Lorcan estaba seguro que después de esa noche, las cosas irían aún mejor.
Scorpius estaba sentado en el sofá del apartamento de Rose cuando la chica entró en el salón hecha un torbellino. Parecía no haberse percatado de su presencia a pesar de que se habían duchado juntos hacia media hora. La chica parecía buscar algo frenéticamente.
—¿Ocurre algo, Rose?
—No encuentro mi chaqueta de punto. ¡Y en el despacho de tu padre hace demasiado frío!
—¿Estás segura de que no te la has dejado en mi casa?
—¿Cómo me la iba a dejar en tu casa? No creo, estoy segura de que ayer la llevaba puesta.
Scorpius sonrió mientras veía como la chica se ataba el pelo para seguir buscando como una loca. No sabía cuándo ni cómo había ocurrido, pero ambos pasaban más tiempo juntos del que alguna vez Scorpius se había imaginado.
Y él no podía estar más feliz por ese hecho. En apenas unas semanas, entre ellos todo había vuelto a ser como antes.
Todas las rencillas pasadas y los malentendidos los habían hablado en las horas que pasaban juntos. Scorpius se había descubierto así mismo como un adulto aunque siguiera teniendo ese humor que desquiciaba a Rose.
—Quizás te la has dejado en mi casa. Piensa que pasas casi más tiempo allí que aquí.
Rose le miró dejando de buscar en el perchero. Vio como la chica fruncía el ceño.
—¿Lo dices cómo algo malo?
La pregunta le pilló por sorpresa a Scorpius, quien no pudo evitar sentirse extrañado. ¿Acaso pensaba Rose que le molestaba?
—¿Qué?¿Cómo iba a decirlo como algo malo? No, lo digo simplemente como lo que es, la realidad.
—¿Estás seguro?
Scorpius rodó los ojos. Había veces que las cosas que pensaba Rose, ya desde que eran unos niños, le sacaban de quicio.
—¿Cómo no iba a estar seguro de eso? Si me encanta verte a todas en mi casa. Cuando no estás, te echo de menos. Más de lo que debería confesarte ahora mismo.
Rose sonrió moviendo los hombros cómo si hubiera ganado algo y Scorpius tuvo una idea loca.
—Oye, Rose. ¿Y si te vinieras a vivir conmigo? Sé que es precipitado pero...nada, déjalo, es una locura. A veces no pienso antes de hablar.
Scorpius pudo ver como los ojos de Rose brillaban de emoción. Quizás su comentario no había sido tan desafortunado al fin y al cabo. Rose abrió un par de veces la boca antes de hablar.
—No me importaría ir a vivir contigo. Como tú has dicho, paso más tiempo en tu piso que aquí. Además, creo que sí me he dejado mi chaqueta allí.
Scorpius se levantó del sofá yendo a su lado, no podría estar ocurriendo de verdad.
—¿Me lo estás diciendo en serio?
Rose simplemente sonrió sin decir nada.
—Es una locura pero...también lo era que nosotros volviéramos a estar así de bien hace menos de un mes. ¿Cómo crees qué se lo tomará Albus?
—Bueno, si quieres puedo decírselo esta noche. Hemos quedado todos los chicos juntos.
—Vaya, vaya...¿Complot masculino? ¡Menudo miedo!
Scorpius se acercó a Rose tomándola de las caderas. La chica ya llevaba puesta la bata de médico que Scorpius pensaba que no le podía quedar a nadie bien.
—Más miedo deberás tenerme a mí cuando vivamos juntos, te será más difícil escapar de mí.
Scorpius acercó sus labios a los de Rose besándola lentamente. Una de sus manos deshizo la coleta que la chica se había hecho para poder entrelazar sus dedos entre los rizos pelirrojos. Se separaron, ambos juntaron sus frentes, quedándose muy cerca.
—¿Quién te dice que me quiera escapar de tu lado?
James estaba tumbado en la cama descansando después de un entrenamiento agotador. Hacía un rato que Kaitlyn se había ido a cenar con su madre, que había venido desde Surrey para estar ese fin de semana en Londres por un tema de trabajo.
Sabía que era el momento perfecto, cuando fueran a desayunar juntos el sábado, daría el gran paso. No lo había consultado con nadie, James no tenía duda alguna de su decisión pero quería contárselo a sus amigos antes. Sabía que le dirían que estaba loco, pero Kaitlyn era la correcta.
Algo en su corazón se lo decía y llevaban una temporada en que las cosas no les podían ir mejor tanto en lo personal como en lo profesional.
James se levantó para ponerse la camisa que iba a llevar esa noche. Se miró en el espejo una vez estuvo listo. La cara de tonto enamorado que llevaba puesta era digna de burla, pero a él le daba igual.
Fue hacia su cajonera, abriendo el tercer cajón. Allí estaba aquella pequeña caja de fieltro verde. Solo esperaba que a Kaitlyn le gustara.
Cuando Albus entró en aquel bar del Londres muggle en el que habían quedado, ya estaban todos allí sentados. Se había atrasado al querer ayudar a Neville con un favor que el hombre le había pedido. Sabía que el padre de Alice y el que había sido su profesor quería conocer que verdaderas intenciones tenía con su hija.
La presión paterna le estaba pasando factura, pero no quería pensar en ello esa noche. Estaba allí para disfrutar de un par de cervezas con sus amigos. Se acercó a la mesa y todos le saludaron como si no se hubieran visto en siglos.
—¡Eh, atentos chicos, que al fin ha aparecido Albus!
—Ya creíamos que no vendrías. Que te quedarías con Alice y volverías a abandonarnos.
Albus se fijó en que sus amigos ya llevaban al menos un par de jarras cada uno. No creía que se le hubiera hecho tan tarde.
—Pero bueno, lo importante es que ya has llegado. Anda, siéntate, que tengo algo importante que contaros.
—James lleva así todo el rato. ¡Tengo ganas de contar también mis novedades!
Scorpius bebió un sorbo de su cerveza sonriendo a su amigo. Albus tomó la jarra que Lorcan le había pedido y escuchó a su hermano.
—Bueno, pues...lo que tenía que contaros es que...
James hizo una pausa mirando a todos los que estaban en la mesa para crear tensión. Lorcan le dio un golpe suave y James volvió a hablar.
—Le voy a pedir matrimonio a Kaitlyn. Este fin de semana.
Albus se quedó a cuadros mientras el resto de su amigos comenzaban a chillar. La noticia le había pillado demasiado sobrio como para poder procesarla con alegría. Antes de que pudiera decir nada, Scorpius fue quien habló.
—Y para seguir con las celebraciones. ¡Rose se va a venir a vivir conmigo!
—¡Wow, tío! Si que os tomáis las cosas rápido. ¿Estás seguro de ello? Mira que luego viviendo bajo el mismo techo todo cambia de color eh.
James le guiñó un ojo a Scorpius, quien sonrió como si entendiera sin necesidad de más palabras.
Albus estaba alucinando. Parecía que se había abierto un socavón intransitable entre él y ellos. ¿Dónde se había metido durante todo aquel tiempo?
—No entiendo nada...¿desde cuándo habéis vuelto a estar juntos Rose y tú?
—¿Cómo es posible que no te hayas dado cuenta antes? Rose apenas pasa tiempo en el apartamento, pensé que lo habrías notado.
—Ojalá Kaitlyn me diga que sí a mí.
—James, dame un momento. No lo sé, la verdad. Me paso casi todo el día en la Academia y cuando tengo un rato libre, quedo con Alice. Pero, ¿desde cuándo estáis juntos? Porque que yo sepa, el odio era mutuo apenas hace un mes.
—Yo nunca he odiado a Rose. Casi desde el cumpleaños de mi madre, surgió sin más y bueno...eso. Hoy se me fue la cabeza y ella ha dicho que sí. Simplemente, teníamos diferencias irreconciliables que...bueno...ya se han arreglado.
—No entiendo nada de lo que está pasando. Creo que me estoy mareando y apenas he bebido. ¿Y desde cuándo eres de los que se casan, James? A mamá le va a dar algo, si es que no me lo da a mí antes.
—Albus, no seas exagerado. Brindo por tu futuro compromiso, James.
Scorpius y su hermano brindaron. Albus tenía la sensación de que estaba siendo el protagonista de una broma de mal gusto.
—Por favor, Lorcan, dime que al menos tú tienes una buena noticia.
Lorcan se rascó la cabeza, indeciso. Estaba viendo como su amigo estaba desmoronándose. ¿Estaría haciendo lo correcto? Algo en su mente le dijo que sería mejor que Albus se enterara de todo de una vez.
—Bueno, no sé si será una buena noticia para ti pero...tu hermana y yo estamos saliendo. Juntos, quiero decir. Como si fuéramos novios, creo. De eso no estoy tan seguro.
Albus sentía como de repente aquella cerveza que había tomado se le subían a la cabeza. ¿Cuándo habían cambiado tanto las cosas?
Parecía que en vez de amigos, estaba tratando con desconocidos. Albus no creía que se hubiera separado tanto de sus amigos para no haberse dado cuenta de todos los cambios que habían tenido lugar.
Quizás había llegado ese momento en el que todos crecían. Quizás también era el momento de que Albus diera un paso más.
N/A
Hola de nuevo!
Hacía demasiado que no actualizaba, sí lo sé, pero espero que este capítulo os haya gustado. Hay un poco de todos. A esta historia lamentablemente le quedan pocos capítulos y creo que no quería separarme de ella tan pronto.
Nuestros chicos parece que cada vez tienen las cosas más claras. Una de las ideas que tuve casi desde el principio de esta historia era escribir una escena de solo los chicos y creo que no me ha salido tan mal, aunque pobre Albus. De verdad, no sé cómo este chico es tan despistado.
Besos,
Emma.