Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Aquí con una adaptación de uno de mis libritos (uno que amo mucho y tengo guardado celosamente). Espero les guste y si gustan comentar que les pareció, les agradecería mucho. Como siempre arranca lento, pero pronto habrá sukulencia... Besitos de mariposas, mis amores. Enjoy!

Disclaimer: Los nombres de los personajes no me pertenecen, sus derechos son de Isayama Hajime, la historia sí es mía y está con derechos de autor.

Advertencias: Violencia de géneros, palabras altisontantes, nothing more, por ahora.

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"EL PRIMER AMOR... NO SIEMPRE LLEGA EN ORDEN"

Luca_Solic

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Otro extraño día, otro obscuro y extraño día.

El calor cada vez más agobiante, porque está iniciando la primavera, las moscas pululan por todas partes, y su petulante rostro sigue sonriendo, intacto. Como si los 40 grados a la sombra que están haciendo, no le molestaran en absoluto. Bueno, no exageremos, según la aplicación de clima de mi celular son 36 °C.

Suspiro cansado, apenas llegue a mi casa voy a ducharme, no me aguanto, a pesar que dentro de la oficina el aire acondicionado hace su trabajo. Admito que tal vez mi desorden mental sobre la limpieza y la pulcritud me afectan, pero sólo un poco.

Su rostro, esa sonrisa que ilumina más que el sol, esos ojos verdes que me marean. Parece un gato, el corte en forma de avellana de sus ojos me lo figura, le faltarían las dos orejitas puntiagudas en su cabeza… y porque no, un par de bigotes largos.

Dejo de volar y vuelvo a los eternos papeles, a revisar, verificar, ordenar, clasificar y archivar. La administración es lo mío, creo que moriría si tuviera que atender gente. Admiro a los que trabajan en el departamento de atención al cliente, yo no puedo, pierdo los estribos con facilidad. O mejor dicho eso es ahora, porque antes realmente disfrutaba el contacto con la gente, disfrutaba resolver problemas, sacarles una sonrisa… antes…

-: ¿Levi? - ¡Ah! Esa voz.

-: ¿Sí? – respondo despacio.

-: ¿Ya terminaste con las pólizas de los usados?

-: Sí, ayer, ahora estaba empezando las de los 0 km.

-: ¡Increíble, eres un genio! – lo miro sin expresión en mi rostro, hace años me acostumbré a usar esta máscara de indiferencia, y no sé cuántas veces me ha pasado, pero siempre hace que me lata el corazón de esta manera con solo escuchar mi nombre en sus labios – Excelente trabajo, Levi, como siempre – y sonríe – No sé cómo haces, pero eres el único que cumple las entregas a término – Me sonríe otra vez.

-: Sólo cumplo con mi trabajo - digo humildemente, aunque mi amor propio tenga el tamaño de un globo aerostático en estos momentos. Finjo desinterés, yo nunca puedo devolverle esa sonrisa brillante, la mía queda opacada, es suficiente con la suya.

Eren J. Jeager, Ere para los íntimos, o al menos eso escuché por ahí. Mi gerente, el director de la sucursal en la que me desempeño, hombre de negocios, con un gran carisma, extremadamente hábil para el comercio, alto, un poco delgado, pero es del tipo atlético, sonrisa de propaganda (uno de sus dones más evidentes), y es mi gran, gran amor platónico, desde hace ya tres años.

Es perfecto, excepto por el pequeñísimo detalle de que es hetero. Y bueno, no todo puede ser como uno quiere. Ya perdí la cuenta de cuantas veces lo imaginé… que nos imaginé, viviendo juntos, charlando… porque más que una fantasía sexual (que las tengo), con él mis fantasías por lo general son a otro nivel, más profundo, imaginar cómo sería una vida a su lado, compartiendo momentos, siendo compañeros. Tenía un par de fotos en mi celular, que tuve que borrar desgraciadamente, si las descubría Erwin, mi novio archi mega celoso, de seguro me hubiera dado una paliza. Aún tengo secuelas de la última.

Se sienta al lado mío, y eso me sorprende un poco.

-: ¿Estás bien? – me pregunta y lo miro dubitativo.

-: Sí, ¿por qué? – no entiendo.

-: No sé, normalmente eres callado y todo, pero últimamente te noto… un poco… ¿triste, a lo mejor?

No le contesto, le corro la vista, soy como un robot en el trabajo. Nunca hablo de mi vida privada, no me gusta, y menos que menos con él.

-: Levi… - ¡Ah, cómo me gusta el sonido de mi nombre con su voz! – Soy tu jefe, y no pretendo que me trates como un amigo, pero quiero que sepas que puedes confiar en mí, ¿ok?

Asiento, para darle el gusto, pero no, no puedo decirte que es lo que en verdad me pasa.

-: Voy a fumar, ¿me acompañas? – me dice casi con lástima.

-: Sí.

Adoro esos minutos en donde compartimos un cigarro, para él debe ser algo común, para mí es extraordinario. Está al lado mío, apoyado en la baranda, porque fumamos en la terraza del edificio de la compañía. Su codo apenas me roza, para mí es una caricia. Tal vez la única que tendré de este hombre. Lo miro detenidamente, algo le sucede, es más que obvio. Hace poco empezó a conversar más conmigo, tengo algún extraño poder para hacer que la gente me confíe sus dilemas, tal vez soy bueno escuchando, no sé. Será que hablo poco…

-: ¿Y tú? ¿Estás bien? – le pregunto.

-: Sinceramente, no – me dice algo deprimido, es raro verlo a él en ese estado – Las cosas con Mikasa no pueden estar peor – Mikasa, la esposa – Me pescó algunos mensajes, no eran la gran cosa – Sí, claro, los revolcones ocasionales nunca son la gran cosa para él. Todos en la oficina conocemos su reputación – Pero esta vez no me perdonó. Ya pasó una semana, es mucho, normalmente - ¿normalmente? – en uno o dos días todo se arregla. No sé qué le molestó tanto esta vez.

-: ¿Se lo preguntaste?

-: Sí, obvio, pero me mira con reproche, llora, me grita que no entiendo nada y sigue llorando – en serio, este man es un frígido sentimental.

-: Tal vez se cansó – le digo como si fuera lo más obvio, pero me mira sorprendido.

-: ¿Se cansó? – repetís con duda.

-: Y sí, siempre es más de lo mismo, ¿no? Le pides perdón, te muestras arrepentido, ella te acepta de nuevo, y todo se vuelve a repetir, una y otra vez. Eso desgasta, probablemente esté cansada.

-: ¿Qué tengo que hacer, entonces?

-: No sé, mostrar verdadero arrepentimiento, hacer algo importante para ella. Un viaje los dos solos, una salida significativa, una carta. Fingir que de verdad te importa.

-: ¿Fingir? – me dice desconcertado.

-: Sí, fingir. Porque si de verdad te importara, y si de verdad estuvieras arrepentido de corazón, no lo volverías a hacer. O tal vez te confiaste demasiado que ella siempre te iba a perdonar. Lo cierto es que si sigues así, algún día te va a echar a patadas, y no va a cambiar de parecer – como ven lo sutil no es lo mío, ni dar vueltas, soy directo, honesto, hiriente, lo sé.

-: Me gusta hablar contigo – me dice sonriendo – porque eres el único que siempre me dice lo que piensa. Otro en tu lugar, porque soy el jefe, hubiera sido condescendiente. Y para solucionar esto necesito sinceridad absoluta. Voy a considerar lo del viaje, tampoco me vendrían mal unas vacaciones, hace dos años que no paro.

-: ¿Cómo están tus hijos? – pregunto sólo para retenerlo un rato más.

-: Bien, Fary aprobó todas las materias, lo cual es un alivio – Fary, el adolescente de 16 – y Armin, bueno, le fue bastante bien en el jardín, se adaptó rápido – Armin, el pequeño de 5 – Armincito no se da cuenta aún, pero Fary estuvo algo esquivo conmigo últimamente.

-: Bueno, es un adolescente, realmente no se puede saber si es por tu pelea con su mamá o por sus hormonas.

-: Tienes razón – acepta sonriendo - ¿Cuántos años tienes Levi? ¿26, 27?

-: En diciembre cumplo 32 – le respondo.

-: ¡Ah bueno! ¿Eres pariente de Peter Pan?, parecías más joven, debe ser porque no tienes carga familiar – se vuelve a reír, ¿acaba de llamar "carga" a su familia? - ¿Y qué es de tu vida? ¿No tienes hijos, novia, proyectos?

-: Sólo proyectos – le digo mirando al horizonte, mientras termino el último cigarro que me queda. Me estás poniendo nervioso, no me gusta que husmeen en mi vida privada.

-: ¿Qué clase de proyectos? – me sigue indagando.

-: Bueno, terminar de remodelar mí cocina, de pagar mi primer auto, ser el mejor empleado…

-: Ya eres el mejor empleado – afirma – pero no se lo digas a nadie, tus compañeros son celosos – me susurra por lo bajo y el corazón se me dispara - ¿No eres de los que se casan y tienen hijos, hu? – lo miro con seriedad.

-: No, la verdad que no.

-: ¿Algún motivo en particular?

-: Sí… soy gay - ¿dije que soy directo? Lo miro sin expresión alguna, pero su cara se desfigura. Lo sé, "asco", lo está sintiendo ahora, ¿no? No es como si me sorprendiera, lo viví por muchos años. A veces creo que es una de las razones de mi aislamiento social… no, la razón principal es mi novio. Igual, no disfruto demasiado de las conglomeraciones, mantengo la distancia y mi espacio, es mejor así. Aunque pensar que hace un par de años atrás vivía de fiesta en fiesta, ahora miro esos recuerdos y me parecen tan lejanos.

-: Ah bueno, está bien – dice por compromiso, ahora toca la parte en la que sale corriendo, rechazo, lo puedo palpar. Pero es el jefe y tiene que mantener la compostura, no te preocupes, te voy a ayudar.

-: Permiso, me vuelvo, tengo mucho por hacer. Realmente espero que arregles las cosas con tu mujer – levanto la mano a modo de saludo y me retiro.

-: Gracias – me responde escuetamente.

Bajo los escalones, no tengo ganas de usar el ascensor. Dolor. Dolor punzante y agudo, típico. De todas manera es inalcanzable para mí, prefiero que se alejes, porque si se acercas aunque sea un poco, no puedo evitar soñar con una mínima esperanza, una esperanza en vano. Es mejor así. Y hasta siento cierto alivio, aunque me sorprende que en 6 años ni siquiera tuviera una mínima sospecha.

Vuelvo a sumergirme en la rutina, computadora, papeles, pilas de papeles, el colectivo, bañarme, cocinar, limpiar, lo mismo una y otra vez.

-: ¿Dónde mierda metiste mis cigarrillos?

-: No los toqué, Winie – Apodo que mi novio me obliga a que use - Siempre te digo lo mismo, ¿por qué no los pones en el mismo lugar? Te lo repito siempre, que si fueras más ordena… - mejor me callo, conozco esa mirada, siento que se me eriza la piel – em, mirá, tomá los míos – te digo con más suavidad y te acerco el paquete del bolsillo de mi saco, si al final fumamos de la misma marca. Lo pongo sobre la mesa, en este momento no me atrevo ni a tocarlo. Por favor, que se calme, que se calme.

Tira el paquete al piso empujándolo con fuerza con el dorso de su mano derecha.

-: ¡No quiero tus mugrosos cigarros! ¡Quiero los míos! – grita y estampa las palmas de sus manos en la mesa.

-: Tran-tranquilo, ya los busco – respondo a su pedido, poniéndome de pie rápidamente – tal vez sea mi culpa, es que estuve limpiando hasta recién.

-: ¡Claro que es tu culpa! – no me grites, no me gustan los gritos, nunca me gustaron.

-: Los estoy buscando – digo girándome, pero me empuja contra la pared y me aprieta el cuello. Bien, estoy temblando, lo logró de nuevo.

-: No me ordenes nunca más nada – me habla entre dientes.

-: Sí, sí, entiendo, lo siento, fue una sugerencia, no te estaba ordenando nada.

Afloja el agarre, mi corazón está desbocado.

-: Desnúdate – me ordena. No, así no, así no quiero – Ahora - ¿acaso tengo opción?

-: Es-espera Winie, espera un segun…

-: ¡No! Te deseo ahora – me besa con fuerza, o mejor sería decir a la fuerza, siento los vestigios del alcohol en su boca. No quiero, no quiero. Pero como sucede últimamente, me arrastra, como un huracán, no tengo salida ¿Acaso no vé el miedo en mi mirada? ¿No siente mi dolor?

-0-

Luego que termina todo, me baño. Dejo que el agua se lleve mi vergüenza. Me seco frente al espejo, cada vez me reconozco menos ¡Maldito Erwin! Me dejó marcas en el cuello ¡Las odio, las odio! Y me odio un poco también.

-0-

Pasó más de una semana desde la última vez que fuimos a fumar juntos. No sé de qué me sirve llevar la cuenta de los días, es una estupidez, lo sé. Como si me fuera a invitar de nuevo. No después de decirle mis inclinaciones sexuales. Todos los heteros creen que uno anda atrás de ellos cuando escuchan una confesión así. Son tan predecibles e idiotas.

Voy a fumar solo, después de todo, éstos y el viaje a casa, son los únicos minutos de mi día que puedo considerar los mejores. Miro hacia abajo, siete pisos separándome del suelo, sin duda si cayera se terminaría todo. Me asomo más, escalando un poco la baranda, todos se ven tan pequeños desde aquí arriba, incluso Erwin. De pronto siento una mano sobre mi hombro que me tira para atrás.

-: ¡¿Qué estás haciendo, Levi?! – Oh, esa adorable voz. Lo miro con sorpresa.

-: Es-estaba mirando – realmente no iba a saltar, sólo estaba mirando.

-: ¡Mierda santa! Me asustaste, no seas idiota, podrías haberte resbalado y caer ¿Para qué mierda te asomaste así? – Apa, tres improperios en una sola oración, te exaltaste mucho.

-: Curiosidad, en serio, valoro mucho mi vida, no tenía intenciones de hacer algo tan tonto – le digo tratando de transmitirle calma – Al menos no en el trabajo, no voy a generarle problemas a la empresa – susurro por lo bajo.

-: ¿Al menos no en el trabajo? – me pregunta alarmado.

-: No, no, es decir, ni aquí, ni en otro lado. Como sea, no estoy planeando suicidarme, ya te dije que valoro mi vida. Lo siento si te pareció que sí, en serio.

Me mira con dudas en la mirada, lo que me falta, preocupar a mi jefe con supuestas intenciones suicidas.

-: No estás bien, Levi, lo sé. No hablas mucho, pero puedo decir que en estos seis años que te conozco aprendí a "leer" muchas de tus expresiones.

-: Estoy bien, Eren – digo sacando un poco el dramatismo – fue un malentendido. Si te hace sentir mejor, te prometo que no lo hago de nuevo – digo acomodando mi saco.

-: ¿Realmente no confías en nadie, eh?

-: No, no es eso… en el trabajo… no me gusta mezclar las cosas.

-: Bueno, entonces después de terminar vamos por un par de copas.

Te miro desconcertado ¿Perdón? ¿En qué momento acepté tu invitación? Además no puedo llegar tarde, Erwin va a matarme.

-: No, gracias – desisto.

-: ¿Qué tienes que hacer? ¿O ya hiciste planes?

-: No… pero…

-: Además necesito tu consejo, realmente no creo que nadie pueda ayudarme excepto tú– Págate un psicólogo para variar, tienes obra social nivel platinum, miserable tacaño - ¡Anda, vamos! – me sonríe como siempre ¿Qué pasó? ¿Por qué volviste? Esto no es bueno. No le contesto – Bueno, cuando termines tu turno, ve al subsuelo, sector F, el auto azul. Nos vendrá bien drinkear un poco y desahogarnos.

¿Drinkear? Me palmea la espalda y se retira. Tendré que inventarle algo a Erwin ¡No! ¿Qué estoy diciendo? No puedo ir, de ninguna manera.

-0-

Nueve y cinco de la noche, y estoy de pie frente al Nissan azul. Eren no está. Perfecto, es el destino, me voy a casa. Camino al ascensor y aprieto el botón. Ven rápido, ven rápido, maldito aparato. La puerta finalmente se abre.

-: ¡Eeeeeh, Levi! – Me saluda contento - ¡Qué bueno que viniste! ¡Vamos!

¿Acaso tengo opción? El motor ruge que es un espectáculo, que hermosa máquina.

-: Me gusta tu auto – le comento.

-: Y yo lo amo, es mi bebé – dice y acaricia el tablero, seguro le salió una fortuna, está impecable por dentro. Podría jurar que se compra todos esos productos siliconados para tenerlo tan flamante. Además huele muy bien, tiene no uno, sino dos perfumeros sobre las rejillas del aire, de los caros, obvio – Elige algo de música, ¿quieres? – me pide eso, ¡justo a mí!

Vaya, el auto tiene un display de lcd enorme y táctil. Paso por la larga lista de canciones grabadas en mp3, debo admitir que para la gran mayoría de temas, tiene muy buen gusto, considerando que es hetero. Bueno, no olvidemos que estoy enamorado platónicamente de él, es normal que cualquier cosa que haga o diga me guste, no puedo ser objetivo. Elijo Bob Marley, música que relaja y genera buen clima.

-: ¿Qué prefieres? – Me pregunta - ¿Cerveza, whisky o algún licor?

-: Cerveza, supongo. No soy de tomar mucho – le explico.

-: ¿Alguna marca en particular?

-: No, cualquiera, me da igual, la que más te guste.

Estaciona en un drugstore y vuelve con una bolsa, compró algunas latas y algunas papas fritas. ¿Qué haremos? ¿No se supone que deberíamos ir a un bar o algo así?

-: Lástima que no tenían maní pelado – me dice al subir.

Veo que enfila hacia el mirador de la ciudad, la noche está apacible y no hace demasiado frío o calor, es día de semana así que probablemente no haya demasiada gente. Llegamos, bajamos y buscamos un lugar solitario en las escalinatas de piedra que hay en los bordes del lugar. Las luces nocturnas de los barrios cercanos le dan un brillo irreal. La vista es hermosa.

-: Este es mi lugar preferido para venir a pensar – me dice mientras me alcanza una lata, abre la suya y toma un gran sorbo - ¡Ah, están bien heladas!

Enciendo un cigarro, abro la mía, bebo, el líquido corre rápido por mi garganta dejando su rastro refrescante. No es mi bebida preferida, pero tampoco me desagrada. Supongo que no podría haberte pedido que me traigas un Cosmopolitan en medio del cerro. Quedamos en silencio.

-: ¿Y bien? – Le digo - ¿vas a contarme para qué necesitabas mis consejos o qué? – soy impaciente.

Lo oigo suspirar, y ahora es él, el que enciende otro cigarro, se afloja la corbata y desprende los dos primeros botones de su camisa, la brisa me trae su delicioso perfume, Black Xcess Men, Polo. Puedo ver su tentadora y bronceada piel por debajo de su cuello, no puede ser más lindo.

-: Mikasa me pidió un tiempo… Estoy, un poco asustado para ser honesto. Jamás había pasado algo así. Dice que alejarnos nos ayudará a reflexionar y bla, bla, bla. ¡Mierda! No quiero esto.

Lo miro sin decir nada, vuelvo a beber y fumar, me pregunto cómo haré después para que Erwin no me sienta olor a alcohol. Bueno, espero llegar y que esté dormido, a veces sucede, hoy sería ideal.

-: ¿Levi? ¿Me escuchaste?

-: Sí, si te escuché – le respondo de inmediato.

-: Bueno, entonces decime que piensas, por favor.

-: Bueno, si la amas, creo que deberías respetar su decisión y darle su espacio. Lo más probable es que te extrañe y eso la haga volver. Aunque, si es una mujer inteligente, probablemente no vuelva.

-: ¡¿Cómo?! – levanta la voz alarmado.

-: Pero ya te perdonó antes, muchas veces… intuyo que definitivamente va a volver con vos. Las relaciones dañinas son las más difíciles de terminar – A veces no sé si hablo para él o para mí.

-: Tengo miedo de que no me deje regresar – agrega con verdadera preocupación agachando la cabeza.

-: Eso es inevitable, pero a partir de este punto ya no depende de ti. Tomaste decisiones arriesgadas y ahora tienes que responsabilizarte por eso.

-: Sé que dije que aprecio tu sinceridad, pero lo que acabas de decir es un poco cruel – se queja.

-: La verdad es la cruel, yo no – le aclaro – Además, si amas a tu mujer ¿por qué vas detrás de cualquier culo lindo que se te aparece?

-: ¿Me hablas en serio? ¿Estás en pareja? – la segunda pregunta me toma por sorpresa.

-: Sí, estoy.

-: ¿Y me vas a decir que sólo tienes ojos para él? ¿Qué acaso no te atraen otras personas?

-: Una cosa es desear, y otra diferente actuar – me observa con detenimiento.

-: ¿Eres gay y eres fiel? ¡No bromees! – lo miro con reproche.

-: Bueno, se nota que tienes unos prejuicios bastante importantes respecto a los gays.

-: Perdón, ja, ja, pero en serio, me sorprende un poco. O hace poco que estás en pareja o le debes tener mucho miedo – comenta sonriendo, pero no puedo evitar estremecerme ante su conclusión - ¿Le acerté, no?

-: Jefe, no todos los homosexuales somos tan promiscuos – vuelvo al primer punto para distraerlo de esa conclusión incomoda que acaba de sacar.

-: ¿Jefe? Ja, ja, ja, relájate Levi, no estamos en la oficina, puedes llamarme Ere, mis amigos lo hacen – Oh, me incluyó en "mis amigos", me da un mini infarto, pero mi cara de póker no cambia.

-: Gracias, pero no puedo, nunca dejarás de ser el Jefe para mí.

-: Cómo quieras – acepta y prende otro cigarro – Ahora, cuéntame lo que te tiene mal. Anda, vamos, no le se lo voy a decir a nadie. Además tienes que largarlo alguna vez, si lo sigues guardando adentro tuyo se va a fermentar y te va a corroer, y eso va a ser peor.

-: No tengo muchas ganas de hablar de eso – mierda, acabo de admitir que algo me mortifica.

-: Bueno, no importa, lo voy a deducir, soy muy bueno para adivinar – enarco una ceja incrédulo – Tienes un novio abusivo, ¿no?

Abro grande los ojos, ¿qué, acaso esconde una bola de cristal? ¿Tan sencillo fue?

-: Ni cerca – trato de negar, pero ya es tarde.

-: Ah bueno, parece que es peor de lo que creía – sigue afirmando.

-: No juegues conmigo a las adivinanzas, no me va.

-: No estoy jugando. Tengo años y años de experiencia "leyendo" a las personas, además de que te conozco un poco, tal vez no lo creas pero desarrollé grandes habilidades para interpretar posturas, muecas, tonos de voz, a veces los silencios informan mucho más que las palabras. Respeto que no quieras aceptarlo, pero en tu caso pude darme cuenta bastante fácil, es un poco obvio.

-: ¿Cómo puede ser obvio? – dijo un poco ofuscado pero sin que se note.

-: Tu barbilla tembló apenas lo mencioné, evades el asunto, tal vez porque te da vergüenza, miras insistentemente tu celular cada 5 minutos, y permíteme este atrevimiento, pero… la tristeza te traspasa la mirada.

Giro de inmediato mi cabeza, se me quieren humedecer los ojos. ¿Cómo logró definirme tan bien en sólo una frase? Aprieto los puños e inspiro fuerte, no voy a llorar delante de él, a menos que esté agonizando, y aun así no creo. Me tiritan las manos, enciendo otro cigarro para disimular ¿No se supone que veníamos a hablar sobre él y su relación tormentosa? ¿Cómo fue que terminamos con esta conversación?

-: ¿Cómo se llama?

-: Winie – contesto muy quedo.

-: ¿Winie? ¿Cómo Winnie Pooh? ¿Qué clase de apodo horrible es ése?

-: Su verdadero nombre es Erwin, pero le dicen Winie desde que era pequeño. Un apodo de familia, digamos.

-: ¿Y hace cuánto que están juntos?

-: Demasiado tiempo – me sorprendo ante mi respuesta, hoy los filtros no están funcionando demasiado bien.

-: ¿Cuánto es demasiado? ¿Tres, cinco años? – hago los cálculos rápidamente en mi cabeza.

-: Casi once.

-: ¡Fiuuuuu! – silba con asombro - ¿Y me juras que nunca le fuiste infiel?

-: No – digo con seguridad. Soy así, llámenle aburrido si quieren, soy de los fieles.

-: Mira Levi, yo no sé mucho de parejas estables, a los hechos me remito, pero no creo que sea bueno tenerle miedo a la persona que está a lado de uno.

-: ¿Por qué asumes que le tengo miedo?

-: Porque a pesar de estar pasándola tan mal, no puedes terminar la relación – lo miro de nuevo con molestia ¿Ahora se las das de gran filósofo? ¿Quién le dio derecho de opinar tan livianamente? – Sabes que estoy en lo cierto – afirma de nuevo.

-: Bueno, ya basta, no vinimos a hablar de mi vida ¿No era que ibas a escuchar mis consejos? Ya deja de hacerme tantas preguntas y sacar conclusiones apresuradas. Hablemos de cómo arreglar tu matrimonio, si es que todavía se puede – ahora seré yo quien te incomode.

-: Soy todo oídos – dice cruzándote de brazos.

-: Si no quieres que ella se siga alejando, deberías buscar revivir aquellas cosas que los unieron. No sé, por ahí recordar las primeras citas, invitarla a lugares donde vivieron cosas importantes, por ejemplo donde le pediste matrimonio, donde bautizaron a algunos de sus hijos, no lo sé, ponte creativo. Eso sí, no se te ocurra mandarle flores, chocolates o peluches con mensajes melosos y corazones que digan "te amo", lo tomará como una ofensa, como que buscas "comprar" su perdón – agacha la cabeza abatido - ¿Ya lo hiciste, uh? Es una idiotez, cada vez que mire el peluche, o la caja de bombones o como se van marchitando las flores, recordará de nuevo tu falta, es contraproducente. Como sea, busca una foto de tu casamiento, alguna donde estén solos los dos, escríbele una carta sincera, eso para empezar creo que estaría bien.

-: ¿Una carta? ¿Y qué se supone que le tengo que poner? ¿Te amo mi cucurucho de miel?

-: No seas idiota, Eren - le digo algo mosqueado y me mira sorprendido – Ponle que ese fue uno de los días más importantes de tu vida, recuérdale los proyectos que tenían de jóvenes, pídele disculpas, dile que no quieres perder a la persona que más amas, háblale de la familia que forman juntos, no sé, usa tu corazón, para variar... Bah, asumiendo que tienes uno… que funcione.

-: Y también te pones agresivo cuando escuchas cosas que no te gustan – me acusa disgustado – Pero admito que son muy buenas ideas.

Mi celular comienza a vibrar, lo saco, miro la pantalla, ¡mierda! Es Erwin. Atiendo de inmediato.

-: Hola, ¿qué pasa?

-: ¡¿Dónde mierda estás?! – me grita y me quedo helado, está realmente enojado.

-: Ya te lo dije – trato de responder con calma y bajando la voz para que él haga lo mismo – que tenía trabajo extra y me quedé para adelantarlo ¿Cuál es el problema?

-: ¡MENTIROSO, HIJO DE PUTA! – me tiembla el cuerpo ante sus palabras, mi jefe me mira sorprendido, ¡tch! Esto es una mierda, ¿acaso también lo escucha? - ¡Estoy en tu trabajo justo ahora y el imbécil del guardia me dijo que ya no hay nadie en el edificio! ¿Dónde carajo estás?

Corto la comunicación. Mierda, mierda, mierda, estoy jodido, muy pero muy jodido.

-: ¿Ahora me vas a negar que le tienes miedo?

-: Me debo ir – digo poniéndome de pie de un salto – Hasta mañana, Eren. Adiós.

-: ¡Espera, Levi! – Me dice mi jefe y sale por detrás de mí pisándome los talones – Te va a toma una eternidad bajar a pie y conseguir un taxi, déjame que te lleve en el auto, ¿sí?

-: Bue-bueno – acepto.

Subimos al Nissan, no puedo calmarme, estoy muy nervioso. Mi celular no para de sonar, siempre lo tengo en modo silencio, y siento como vibra una y otra vez. Empiezan a lloverme sus mensajes.

"Maldito traidor. Eres una puta de callejón"

"Yo te voy a enseñar mentirme, ¡idiota malnacido!"

Decido contestarle brevemente:

"Te veo en casa, ya estoy llegando"

-: Ey, Levi – me dice Eren preocupado - ¿Quieres que hable con él? Tal vez se tranquilice.

¡Por amor a Dios, que no! Erwin lo mandará al demonio sin importarle que sea el presidente de la nación, y acto seguido una trompada de regalo.

-: Gracias, pero no hace falta – le contesto con aparente tranquilidad, creo sinceramente que mi verdadera profesión de alma era la actuación. En verdad lo creo.

Estaciona frente a mi edificio.

-: ¿En serio? ¿Realmente no quieres que te acompañe?

¿Por qué de repente me trata como una damisela en apuros? ¡Soy un hombre, también tengo mi orgullo!

-: No, Jefe, todo está bien. Nos vemos – le semi sonrío, como para que me crea lo que le digo. Desciendo del auto y me dirijo al departamento, se me caen las llaves dos veces antes de abrir, tengo que controlarme, tengo que estar tranquilo, no hice nada malo. Entro. No está.

Me voy a lavar los dientes, no quiero que me sienta olor a cerveza. Luego me pongo a cocinar, tengo que hacer algo suculento y delicioso, lo suficientemente delicioso como para que se calme. Suspiro con una bandeja de costillas de cerdo en la mano. ¿Por qué tiene que ser así? Lavo las verduras y preparo su ensalada favorita, me pregunto cómo fue que llegaron las cosas a estos extremos. Se me caen dos lágrimas, es la cebolla, obvio. Pongo la mesa, como siempre, normal. Pero estoy temblando cuando siento el ruido de la puerta. ¿Por qué? Antes era tan maravilloso. Erwin no fue mi primer amor, fue el segundo, pero vino para llenar un enorme vacío en mi vida. Estuvo detrás de mí más de un año, yo no quería saber nada del amor, estaba muy herido. Pero me abrazó tantas veces que me terminé aferrando a su cuerpo, a su alma, terminé anclando su amor en mi corazón, ahora son como cadenas que me atan a una condena.

Sigo en la cocina, no iré a saludar, esperaré que se acerque. Doy vuelta la carne y sigo esperando. Se está demorando y sé que es a propósito, también sé que el olor de la comida lo va a calmar, al menos un poco. Lo conozco mejor que a mí mismo. Ahí viene, se para detrás de mí y tiemblo aún más. También me acuerdo cómo temblaba antes cuando lo tenía cerca, pero los motivos eran diferentes, yo lo amaba, lo amaba con cada pequeña partícula de mí ser. Con él tuve todo, las mariposas, el romance, las flores… últimamente sólo es dolor. Siento su respiración pesada detrás de mí, las costeletas ya están en su punto, apago el fuego, me está acorralando, no puedo moverme. Me giro y lo enfrento, es unos treinta centímetros más alto que yo, y desde que va al gimnasio más musculoso también.

-: Hola, Winie – le digo tranquilo, pero ya la vi, esa mirada que busca mi miseria.

Me agarra del cabello y me besa con violencia. Me habla sobre los labios, hoy también ha bebido.

-: ¿Te lavaste los dientes? ¿Por qué? ¿Qué escondes?

-: No-no te escondo nada.

-: ¡Mentiroso de mierda! – estalla su furia, me zamarrea del cabello, aún no me suelta, tiemblo pero le sostengo la mirada, si llego a mostrarle más de mi debilidad terminará por devorarme - ¡No estabas en tu trabajo!

-: Pu-puedo explicarte – maldición, sigo balbuceando – Salí minutos antes de que llegaras, mi jefe me acercó en su auto hasta aquí. Por Dios, Erwin, son las 22:30, estuve trabajando apenas una hora más, ¿qué tengo que hacer para que me creas? ¿Tragarme un GPS para que sepas mi posición exacta cada segundo?

Me abofetea con fuerza, rayos, eso dolió mucho, realmente dolió. Siento mi mejilla latir adolorida, con seguridad quedaron marcados sus largos dedos.

-: Eres mío – me dice con bronca sobre mi cuello, donde mi vena palpitante le muestra lo acelerado que tengo el pulso – eres mío, y no quiero que nadie, absolutamente nadie toque lo que es mío.

-: No bromees, nadie me tocó un pelo - le retruco molesto.

-: Pues no lo sé, voy a tener que comprobarlo, desnúdate – lo odio, lo odio, odio que me ordene de esa manera, como si fuera una prostituta a su servicio. Tenso la mandíbula, no quiero, no quiero hacerlo.

-: No, Erwin - ¿puedes ver las lágrimas en mis ojos, las lágrimas que no pueden salir? – Ya basta, no voy a hacerlo, no de esta manera.

-: Entonces tengo razón, estuviste con alguien más.

Me suelto de su agarre, ya aguanté demasiado, no puedo contenerlo más.

-: No, no es así, pasa que eres un maldito psicópata, un celoso compulsivo, no estuve con nadie, no me dejé tocar por nadie, pero tengo mi dignidad. ¡Estoy cansado de tus actitudes! Siempre tiene que ser cuando tú quieres, en el momento que se te ocurra, jamás piensas en lo que yo quiero. Y esto no puede seguir así.

-: Vas a hacer lo que yo diga, en el momento que yo quiera y punto – ya no te escucho, ya no importa lo que digas.

-: No, no lo haré - ¿y creíste que iba a aceptar tus condiciones sin rechistar? Estás demente.

Caigo al suelo, es como si fuera en cámara lenta. No lo vi venir, no pude atajar el golpe. ¡Maldita sea, Erwin! ¡En el rostro!, jamás me pegaste en el rostro, sabes que mañana tengo que trabajar. Los pensamientos se me confunden, me siento algo mareado. Creo que golpeé la mesada de la cocina, no lo sé. Me falta el aire, una feroz patada en el estómago me deja casi inconsciente. Esta vez te pasaste de la raya, en serio. Estoy en el piso de la cocina, blanco y limpio, y ahora salpicado por tres gotas de mi sangre, no sé por qué, pero lo único en lo que me puedo concentrar ahora son en esas tres brillantes gotas rojas. Siento como me arrancas los pantalones, débilmente te empujo con mis manos, pero sé que es imposible pararte. Sencillamente no lo entiendo, ¿cómo puedes disfrutar de mi dolor? Eso no puede estar bien. Cierro los ojos, y los quejidos se desprenden de mi cuerpo, casi involuntariamente, me duele… me duele… me duelen tus golpes, me duele la vida. De todas las veces que pasó esto, ésta es la peor, te juro que ésta es la peor, me siento indefenso, débil, impotente.

-: ¿Te gusta, no? – escucho tus palabras filosas que entran por mis oídos cortando todo a su paso, desangrándome por dentro. No, no me gusta, lo odio – Sé que te encanta – NO.

-0-

Qué frío. En serio, que frío está. Abro los ojos, me cuesta enfocar. Me duele todo. Estoy helado. Trato de girarme, punzadas muy fuertes me recorren la piel. Me arrodillo con dificultad, tengo los músculos entumidos, no puedo sentarme. Sigo en el piso de la cocina, y las tres gotas rojas también… secas. ¿Qué hora es? Miro a la ventana ¿Ya está amaneciendo? Agarro la mesada con ambas manos e intento ponerme de pie, sigo aturdido. Frías gotas se deslizan por mis piernas, sus fluidos y algo de mi sangre. Camino tambaleándome hacia el baño. Necesito lavarme, necesito volver a estar limpio, pero por más agua que corra, sus huellas en mi cuerpo permanecen frescas.

No puedo llorar, es como si tuviera bloqueados mis lagrimales. Ni picando cien kilos de cebollas podría soltar una sola lágrima. Cierro el agua, me envuelvo en la toalla. Me miro al espejo. Mierda. Tengo el labio partido, el pómulo muy hinchado. Saco la base de maquillaje, me he vuelto un experto para tapar las marcas evidentes, pero en el rostro… esta vez se notará de todas maneras. Creo que cuando caí, golpeé la mesada de la cocina con mi cabeza, tal vez por eso me desmayé, y tengo el chicón de prueba a un costado de mi oreja.

Gracias a Dios no me rompió un diente. Esperen un minuto, ¿gracias a Dios? ¿Y qué será lo próximo? ¿Gracias a Dios me dejó con vida?

Agacho la cabeza. También es mi culpa, lo acepto, por permitírselo. Al principio se mostraba muy celoso y eso alimentaba mi ego, realmente creía que era algo lindo de su parte. Pero sin darme cuenta fui dejando mis amigos de lado, poco a poco, logró aislarme. Me hizo creer que él era todo lo que necesitaba, que no precisaba más. Las preguntas sobre mi vida cotidiana se multiplicaron, empecé a encontrarlo en lugares que yo frecuentaba con mayor asiduidad. Pensé que me buscaba, pero solo buscaba controlarme. Me compadecí de él y lo traje a vivir conmigo, lo mantuve 8 años, porque él estudiaba, yo quería ayudarlo. Se recibió y empezó sus prácticas laborales, hace poco más de un año que ejerce y ha conseguido un muy buen trabajo en una empresa de construcción. Gana bien, no necesita de mí. Pero insiste en mantener esta relación, ¿se puede llamar relación?, ya no lo soporto. Hace más de un año le pedí que se fuera lo recuerdo bien.

"-: Ya basta, Erwin, no se puede vivir así. ¿No te das cuenta que cada día nos odiamos más? Quiero que te vayas de mi casa de una vez…"

Lo recuerdo como si fuera ayer, su mirada, se volvió tan feroz, ahí fue que empecé a temerle de verdad y mientras más crecía mi miedo, más crecía su violencia.

"-: ¡No, Erwin, basta! – grité desesperado mientras me doblegaba con su fuerza - ¡Basta!

-: ¡Cállate! – Me ordenaste tomándome bruscamente del cuello – Deja de gritar o los vecinos vendrán a ver qué sucede, y no quiero que nadie venga a interrumpirme. Si alguien llega a llamar a la policía, ten por seguro que te voy a estrangular antes de que lleguen a abrir la puerta…"

En ese momento sólo pensé que no quería morir, y dejé de resistirme, dejé de gritar, sólo cerré mis ojos y dejé que las lágrimas cayeran dentro de mí. Desde ese día el sexo entre nosotros no volvió a ser normal. Siempre le gusta lastimarme un poco, morderme, arañarme, apretar mi garganta hasta que debo suplicar por aire, jalarme de los cabellos, pellizcarme. Creo que por cada quejido que sale de mi boca se le dibuja una sonrisa a él. Pero ya no puedo más.

Termino de vestirme, Erwin está tirado, roncando plácidamente en la cama. Pero ni siquiera lo miro. Tomo lo necesario y me voy. Paso por la cocina, necesito beber agua fresca, la garganta me pica de la sed. Me sirvo un vaso y bebo despacio. Miro la mesa, siento que se me van las fuerzas de las piernas, me apoyo contra la misma. Hay un plato sucio, evidencia de la cena que yo había preparado, una copa con restos de uno de nuestros mejores vinos. La botella está a la mitad, un cenicero y tres colillas de cigarros.

Tiemblo. ¿Qué clase de sádico psicópata eres? Yo estaba tirado, moribundo, a poco más de un metro de tí, ¿y te sentaste a cenar tranquilamente, a beber y fumar? Y por lo visto te tomaste tu tiempo. Tengo ganas de sacar el cuchillo para asados y clavártelo en la cara mil veces, y también tengo ganas de vomitar. Agacho más la cabeza. Vamos a terminar matándonos, cualquier día morirá alguno, o ambos, esto ha ido demasiado lejos.

Me cuesta caminar, me duele demasiado la espalda baja. Tomo un matacaballos para el dolor. Ya es una costumbre tenerlos a mano. Pero no puedo faltar al trabajo, hoy toca auditoría interna. Miro el reloj del living, las 7:45, debo apurarme. Tomo el bolso, el saco y salgo despacio. Me siento como un extraño en mi propia casa, cómo me molesta eso.

Hay poca gente en la parada, qué bien. Agarro el colectivo, el transversal 23, y me siento al fondo. Saco los auriculares y mi celular. ¿Mmm? Tengo 6 mensajes en el whatsapp. ¡Qué extraño! Anoche no lo escuché sonar. Bueno, anoche no escuché una mierda, estaba inconsciente. Reviso.

Mis ojos se agrandan, son de Eren. Jamás en los 6 años que trabajo para la empresa me ha mandado un mensaje. Una que otra llamada, pero mensajes, jamás. Se me acelera el corazón, es inevitable.

1) 23:00 hs - Ey, Levi, estás bien?

2) 23:01 hs - En serio, avísame si todo está bien.

3) 24:00 hs – Espero q estés bien, sabes q podes contar conmigo, no?

4) 02:00 hs – Bueno, me iré a dormir, pero si necesitas algo, llama.

5) 06:00 hs – Estoy preocupado, no me contestaste. Puedes responder?

6) 07:30 hs – Espero verte en la oficina, si no vienes pasaré por tu casa.

Estoy conmocionado, él estaba preocupado por mí. Bueno, tranquilo, no es nada del otro mundo, es un jefe que se preocupa por su empleado, sólo eso. Y además, ¡qué vergüenza! Haberse enterado que tengo un novio golpeador. Le contestaré.

"Buenos días Jefe, está todo bien, siento no haber contestado antes, se me terminó la batería anoche. Estoy yendo a la oficina."

Soy tan estúpido, me emociono por cualquier cosa. Me coloco los auriculares. Recibo un "ok", de mi él. Dejo que Marilyn Manson me dé un poco de su resistencia. Suena alto "Unkillable Monster", y pienso que es el tema perfecto para este momento. "Are we in love or are we in pain?" (¿Estamos enamorados o estamos haciéndonos sufrir?). Lo pongo en modo repetición, hoy necesito mucho de esta letra para sobrevivir.

Llego a la oficina, diez minutos antes. Saludo a mis compañeros, rápido y de entrada, con el pelo sobre la cara, los anteojos de sol y el paso rápido, nadie se percató de las marcas, menos mal.

Pulso el botón de inicio de la PC y voy a buscarme una taza de café caliente. Ayer no cené, ni tampoco desayuné, de manera que algo debo ingresar a mi sistema o me sentiré adormilado toda la mañana. No puedo permitirme eso, especialmente porque hoy es la auditoría. Veo que todos corren de un lado a otro, están nerviosos, desesperados, sé que el jefe me mandará el buitre a mí. Sabe que tengo todo en orden. Empiezo a sacar las carpetas, sólo porque soy un maniático, ya sé que no hay errores, tal vez el ambiente me contagia su ansiedad. En mi cabeza sigue resonando la canción. Estoy tan compenetrado en mis tareas que no me doy cuenta que se ha enfriado la mitad de la taza de café. La miro con desdicha, siempre me ha molestado desperdiciar comida o bebidas. No puedo con mi genio, le agrego agua caliente y un poco más de edulcorante. Sí, edulcorante, mis niveles de estrés me viene destruyendo el estómago. Si consumo un poco de azúcar me da acidez de inmediato. Por eso en mi bolso no falta la ranitidina, los antiácidos y similares.

El café tampoco ayuda, pero hoy hago una excepción, es solo para mantenerme alerta.

-: ¿Levi? – Ah, esa deliciosa voz, ¿algún día me cansaré de escucharla?

-: Buenos días, Jefe – le digo con mi mejor cara de póker, es decir, la de siempre.

Frunce el ceño, oh, oh, está mirando la cortada en mi labio, y el pómulo hinchado. Me giro para volver la vista sobre la PC.

-: Acompáñame a comprar un café – me dice como si fuera lo más normal.

-: Jefe, hoy es la auditoria y aún no revisé…

-: Tienes todo en orden, lo sé – me interrumpe – Esta vez no te voy a mandar los buitres. Vamos, que no he desayunado todavía y van a venir a la tarde, tenemos tiempo de sobra.

¿Acaso tengo opción?

Caminamos por la peatonal, cruzamos un poco más, ¿hasta dónde me lleva? Nos detenemos en un bonito café con aire colonial. Al entrar el olor de los granos molidos nos envuelven. Aunque ya tomé el mío, me hace desear otro.

El jefe camina hasta la barra, hace el pedido, abona en caja, y yo mientras lo miro de reojo. Los trajes negros le quedan bien, aunque mis compañeros digan que parece que viene de un velorio, le quedan demasiado bien, con la impecable camisa blanca y la corbata azul. Siempre pulcro y bien peinado. Sin duda su esposa lo recibirá de nuevo, hombres así no son dejados libres con tanta facilidad, aunque sean unos verdaderos idiotas. ¿En qué se demora tanto? ¿Acaso no nos vamos a sentar? Veo que le entregan una bolsa y dos vasos térmicos, de esos para llevar. Me acerco a ayudarlo con los vasos, son bastante grandes y están calientes.

-: Volvamos – dice.

-: ¿Mmm?

-: Vamos a la terraza a desayunar, y a fumar un poco.

¿Tan temprano? ¿Por qué? Ah, sí, las marcas. Maldito, Erwin. Incluso cuando no está me complica las cosas. Pero no me gusta esto, no voy a hablar de mi vida privada en el trabajo, ya se lo dije antes.

Subimos los siete pisos en el ascensor, que incómodos son esos lugares, uno no sabe de qué hablar. Solo te la pasas mirando el panel eléctrico y viendo como los numeritos suben o bajan.

Guau, hace frío acá arriba, lamento haber dejado mi saco en la silla, corre algo de viento y me hace estremecer. Por fortuna busca un recoveco en una esquina, el aire helado llega mucho menos, y algunos rayos de sol pegan sin molestar demasiado. Me pasa uno de los vasos.

-: Gracias, pero ya desayuné.

-: Estás pálido como esta pared, seguro tomaste un café aguado y nada más. Pruébalo, es mi favorito, capucchino con canela en polvo, te aseguro que no tiene desperdicio, y además lo pedí con edulcorante - ¿desde cuándo sabe ese detalle? – es que había una botella en la cocina y le pregunté a tus compañeros, fue la semana pasada, creo, y me dijeron que era tuya – asunto aclarado, se lo acepto, me ayudará con el frío.

Prende un cigarro.

-: ¿No tienes ganas de fumar? – me pregunta.

-: No traje el paquete, lo dejé en mi saco – le informo. Me ofrece su cigarrillo y el solo roce con sus dedos me da escalofríos. No lo sabe, no tiene idea, lo mucho, que significa ese gesto para mí. Miro la boquilla, donde segundos antes sus labios estaban posados, lo llevo a mi boca y doy una fuerte pitada. ¡Ah, qué gloria! Un beso indirecto. Lo veo encender otro.

-: ¿Y bueno? ¿Te gusta? – me quedo de piedra, ¿qué está preguntando, jefe? Sonríe, ilumina la terraza con tu luz – El capucchino – Me aclara, ante la cara de borrico que debo tener.

-: Ah, sí, claro, bueno, es algo diferente, no estoy acostumbrado a sabores gourmet.

-: ¿Sabores gourmet? – Se ríe – No es algo taaaaan sofisticado.

-: Sinceramente está muy bueno, no voy a mentir, me gusta, es rico.

-: Es la magia de esa cafetería. He tomado muchos capucchinos en muchos lugares, incluso en Europa, pero los de ahí son los mejores – vuelve a fumar y yo también.

-: Bueno, ya, lárgalo – lo miro sin entender, realmente en estos momentos estoy perdido con el éxtasis de su cigarrillo, me cuesta mucho concentrarme. Debe haber visto el desconcierto en mi cara, porque levanta la mano y me sostiene de la barbilla, para tocar con su índice el lugar del corte. Un movimiento sin significado oculto para él, sin embargo siento que una deliciosa electricidad ha recorrido mi dermis de pies a cabeza. Me suelta y me mira esperando una respuesta, no puedo – Levi, nada de me resbalé, soy muy torpe, me caí. Sé que no es así.

-: No quiero hablar de esto – no puedo mentirte, tampoco quiero, así que corro la vista incómodo.

-: Fue Winie, estoy seguro – bajo la cabeza, solo debo decir que no, que no es así, ¿por qué se me tiene que congelar la boca? Justo ahora, ¿por qué?

-: ¿Desde cuándo sucede? Ey, Levi – no me llames de esa forma, no lo hagas, en serio – Confía en mí, yo lo hago contigo. A nadie más le compartí el problema de mi matrimonio, ni siquiera mi adorada madre lo sabe, y eso que siempre ha sido mi confidente. Compártelo conmigo, te va a hacer bien.

-: Son mis problemas, Eren. Y además, eres mi jefe, no me parece correcto.

-: Bueno, podemos empezar por ser amigos, ¿no? Tú me das consejos y yo te doy los míos, es un intercambio justo. ¿Te hizo eso porque no te encontró en la oficina cuando vino a buscarte?

Mierda, al final sí escuchó la conversación. Y cómo no, si Erwin gritaba como desquiciado. Suspiro.

-: Bueno, sí, discutimos y se descontroló un poco.

-: ¿Se descontroló "un poco"? ¿Hablas en serio? Levi, te destrozó la cara – no exageres, no es para tanto. Además lo oculté bastante con la base de maquillaje.

-: Ya lo dije, son mis problemas, no te sientas en la obligación de entenderme.

-: No es una obligación, solo me preocupa mucho. No es normal que una pareja te pegue simplemente porque llegaste un poco tarde. ¿Tanto lo amas que soportas eso?

Me late fuerte el corazón, lo miro y no puedo decir nada. No, no lo amo, dejé de amarlo hace mucho, le tengo miedo, mucho miedo. Pero no puedo decirte eso. No puedo.

-: Mira, estoy casado hace 17 años, y tuve muuuuchas peleas con mi esposa, pero jamás le puse un dedo encima. Por ahí ella me cacheteo un par de veces, bueno, tal vez me lo merecía. Pero esto, esto es realmente serio. Aunque lo ames, no puedes dejar que te maltrate de esa manera.

-: Ah, si no me lo decías no me iba a dar cuenta – respondo sarcásticamente, no pude evitarlo.

-: ¿Qué significa eso? ¿Él no te respeta acaso? – le corro la vista, ¿cómo fue que terminé en este enredo? No puedo sentirme más humillado y avergonzado que ahora - ¿se lo dijiste?

-: Muchas veces, es sólo que… a veces se descontrola… - repito de nuevo, sin salida.

-: ¿Y lo aceptas así de fácil?

-: ¿Quién mierda dijo que es fácil? - ¿Vieron? Pierdo los estribos con rapidez, me mira sorprendido, acabo de decir una grosería frente a mi jefe, ¡Dios, mátame! – Perdón, perdón Eren, no quise levantar la voz – debo calmarme, debo calmarme – Lo resolveré, no tienes que preocuparte, voy a estar bien.

-: ¿Lo vas a resolver? Si no lo echaste a patadas de tu casa hasta ahora, ¿cómo piensas resolverlo? Mírame, Levi – es una orden, y la acato – Estoy seguro que no es la primera vez, ¿cierto?

No te respondo, interpreta mi silencio como más te guste. No quiero que veas mi debilidad, la odio, me odio por no poder resolver esto por mí mismo.

-: ¿Hace cuánto sucede? ¿Meses? – No insistas, no te lo abriré mi boca - ¿Años? – Cierro los ojos y el vaso tiembla en mis manos – Toma – me dice con voz suave, otro cigarrillo, otro beso indirecto, lo acepto, ya no tengo ganas de fumar, pero quiero sentir su contacto – Dime… ¿a tí, te gusta que te pegue? – lo miro indignado.

-: ¿A quién carajo le puedo gustar eso? – realmente, no puedo calmarme.

-: ¿Por qué lo soportas entonces? ¿No quieres estar solo, es eso? ¿Tan enamorado estás de él?

-: Ya no - ¿por qué a veces las palabras salen de mi boca antes de que pueda pensar mejor? ¡Tch!, chasqueo la lengua.

-: No lo amas, pero vive en tu casa y dejas que te maltrate así. Discúlpame, pero no entiendo nada.

-: Es mi problema, Eren, no pedí tu ayuda – aléjate, aléjate por favor, no quiero tu lástima, no quiero que me mires con pena, aborrezco esa mirada.

-: Desde el momento en que me enteré, desde que me importa tu seguridad, también se convierte en mi problema.

-: ¿Qué? No digas idioteces. Soy un hombre adulto, puedo manejar esta situación.

-: No, no puedes. Si pudieras lo hubieras echado a patadas. Y lo que deberías hacer es ir a la policía y denunciarlo, que le pongan una restricción, de esa manera él no podrá acercarse más.

-: ¿De qué diablos hablas, Eren? En primer lugar, ¿crees que la policía va a tomar mi declaración? Se van a cagar de risa en mi cara, y después ¿qué piensas que va a suceder? ¿Pondrán una custodia permanente en la puerta de mi casa para detenerlo? ¡Claro que no! Entonces él se enterará y me matará a golpes – lo repito, en este momento no estoy pensando, las palabras solo salen como un vómito de mi boca, un vómito que no puedo detener a tiempo.

-: ¿Te tiene amenazado? – te miro, veo verdadera preocupación, no, no me mires así, por favor, no lo hagas, no tú, no quiero nada tuyo. No quiero que seas bueno conmigo, te lo suplico, no seas bueno conmigo.

-: Se hizo tarde – tiro el cigarro, dejo el vaso a un costado y me voy casi corriendo. Necesito urgentemente un poco de soledad. Basta de preguntas, ya basta. Llego jadeando a mi puesto y me siento. Hoy trabajaré más que nunca, el trabajo me salvará de este infierno, ya no quiero pensar, ya no quiero sentir. ¿Por qué se preocupa por mí? No lo hagas, porque si lo haces… entonces no puedo dejar de amarte.

-0-

Estoy agotado, no paré ni siquiera para almorzar. No volví a casa, de manera que me quedé adelantando cosas. Si sigo así dentro de poco no tendré nada para hacer en todo el mes. Son las cuatro de la tarde, no hay nadie en la oficina, excepto el guardia en recepción, la señora de la limpieza y el contador del segundo piso. Tomo mi celular y lo prendo, lo tuve apagado desde que volví de la terraza esta mañana, a propósito por supuesto. Miro la pantalla y me siento agobiado. Seis llamadas perdidas y tal vez quince o más mensajes, todos de Erwin.

"Mi amor, lo siento, lo siento tanto, estaba ciego… eres lo más importante para mí… no puedo vivir sin vos… necesito que me perdones… haré lo que sea… vuelve a casa por favor… te amo…"

¿Te amo? ¿En serio? De todo lo que puso, esas dos palabras me cabrean completamente. Me amas, pero me dejaste inconsciente en el piso de la cocina, me amas, pero bebiste y fumaste mientras yo sufría, me amas, pero me tomas por la fuerza sin importante cuanto me dañes. ¡Hipócrita! No sabes lo que es el amor. No pienso contestarte.

Miro por la ventana, el sol atraviesa el cristal, sin dudas debe hacer un calor de infierno afuera. Tengo hambre. No estaría mal un helado de cucurucho con crema. Se me hace agua la boca. Bien, iré a buscar uno, de todos modos nadie llegará hasta las cinco. Pulso el botón del ascensor, se abre, Eren. ¡No puede ser!

-: Hola, Levi – me saluda animado.

-: Hola, Jefe – digo mientras espero que salga para poder entrar.

-: ¿Te quedaste desde la mañana o viniste temprano? – pregunta y frunce el ceño.

-: Me quedé, voy por un helado - ¿para qué le informo lo que voy a hacer? - ¿Quieres que te traiga uno? – Bueno, sólo quiero ser amable, después de todo él pagó el desayuno esta mañana. Mira su reloj.

-: Vamos, te acompaño, pero primero voy a dejar esto – dice mientras se dirige a tu oficina a dejar el maletín, me quedo sorprendido. ¿Vamos? Mantengo pulsado el botón del ascensor hasta que vuelve.

-: ¿Mucho calor afuera? – típica pregunta de ascensor, ¿se dan cuenta porqué odio esos lugares?

-: Insoportable – me informa – Mis hijos ya me suplican porque les arme la pileta, pero estamos en Agosto, ¿no es un poco apresurado? También pensé en poner una piscina, no sé.

-: Bueno, si hace tanto calor no creo que sea tan malo. Además es actividad física y eso es saludable para los niños – le doy mi humilde opinión.

-: Para ser honesto me da un poco de flojera tener que armar el armatoste ese. Y con este calor… ¿Me echarías una mano? – Me pregunta con un halo de esperanza en los ojos y lo miro sorprendido – Digo, si no tienes planes, por supuesto, te llevo y te traigo, va a ser rápido, supongo, no creo que nos lleve más de dos o tres horas, pasa que es realmente muy grande.

¿Qué no tiene algún amigo, pariente, alguien más a quién pedirle ayuda?

-: Mmm, no sé… ¿cuándo?

-: Este sábado, cuando salgamos de la oficina, ¿te parece? Podemos almorzar en mi casa de fin de semana y armarla después – salimos del ascensor – luego te llevo en el auto a tu casa – repite como si no pudiera pagarme un taxi o tomarme un colectivo de vuelta - Pero si no puedes…

-: Está bien - ¿acepté? – De todas maneras no tengo mucho para hacer en casa – de hecho, NO TENGO GANAS DE ESTAR EN CASA. Además, puede ser divertido.

-: ¡Buenísimo! Ponte ropa liviana, va a hacer mucho calor, eso según el servicio meteorológico – Miren ustedes, tiene la misma aplicación del clima que yo en su celular.

Llegamos a la heladería, pago en la caja antes de que se dé cuenta.

-: Ey, debería pagar yo - ¿debería pagar yo? ¿Qué mierda significa eso? Levanto una ceja.

-: No, ya pagaste el desayuno ahora me toca a mí, fin del tema.

-: Buenas tardes, ¿qué gustos van a querer? – Dice el empleado con cara de cansado. Pobres, aquí los deben explotar de lo lindo, y encima con los calores de estos días deben estar a full. Yo quisiera, sabor Eren, y… sabor Ojos Verdes, gracias.

-: A ver, quisiera crema del cielo y vainilla - ¿crema del cielo? No digo nada, pero es una elección rara.

-: Yo quiero crema sambayón y rusa – elijo.

Nos sentamos en una mesita a un costado.

-: Levi, ¿estás seguro que tu novio no se enoja si…?

-: Qué haga lo que quiera, yo también soy capaz de tener mis propios planes.

-: Bueno, es sólo que no quiero que tengas problemas por hacerme un favor.

-: Tranqui, Eren. Además, creo que no va a estar este fin de semana. Hay un evento del Dakar en la próxima ciudad, él ya había hecho arreglos para ir, son tres días. Así que…

-: Bueno, todo bien entonces.

-: ¿Y cómo va tu tema? – Le pregunto - ¿ya conseguiste la foto de tu boda?

-: Mmm, sí, sí, la tengo en la oficina, en realidad tengo tres, quería tu opinión sobre cuál sería mejor. Y lo de la carta, bueno eso… no soy muy bueno… escribí un par de cosas… no sé… - me mira – ¡Help!

-: En fin… haré lo que pueda, pero debes esforzarte – lo reto con mirada molesta.

-: Lo estoy haciendo, lo estoy haciendo. Desde que nos peleamos no he salido ni una vez, ni he buscado a ninguna mujer. Te lo juro.

-: Sólo pasaron… ¿qué? ¿Dos semanas?

-: Eso para mí es muchísimo, créeme – A bueno, ahora es un Don Juan – Nunca probé sambayón antes, ¿puedo? – Dice acercando su cuchara, lo dejo - ¡Ah, pero éste tiene alcohol!

-: Muy poco, apenas un toque.

Fumamos un cigarrillo de vuelta, y empezamos a hablar de los buitres, de las experiencias con las auditorías anteriores, de lo mucho que ha mejorado Erd y de que por favor le dé una mano a Jean con los endosos de los seguros de autos. Me gusta su lado profesional, se concentra, es suave para hablar. No es el tipo de jefe tirano, tampoco es el que se deja pasar por encima. Simplemente te llama la atención en el mismo tono de voz en el que te felicita. No te atosiga, pero sabe perfectamente quien trabaja y quién no. Ah, y estoy enamorado, de manera que lo que hace me gusta, pero en serio, es un excelente Jefe.

La jornada pasa lento, siempre la tarde es más larga que la mañana, es decir, es la sensación. Camino a paso tranquilo a la parada. No me mandaron los buitres esta vez, pero en la de verdad (la auditoría externa), ahí sí. Saco un cigarrillo, estoy por ponerme los auriculares.

-: ¡Levi! – me doy vuelta, oh, es Jean, hoy estuvimos trabajando juntos.

-: Hola de nuevo – le digo mientras enciendo mi vicio.

-: Suerte que te vi - ¿mmm? Supongo, me digo mentalmente - ¿tomas el transversal 23 también?

-: Sí, así es.

-: ¿Vivís en zona oeste?

-: Sí, pero nunca te vi tomar este bus.

-: No, yo vivo en zona norte, pasa que mi mamá vive en el oeste, y ahora cayó enferma, así que estoy yendo a cuidarla.

-: Ah, ¿qué tiene? – pregunta obligada.

-: Leucemia – me quedo de piedra, eso es jodido.

-: Lo siento mucho - ¿qué más podemos decir en un caso así?

-: Sí, es muy problemático, pobre mi viejita. Así que estoy considerando mudarme a su casa. Ella vivía con mi hermano, pero el año pasado se casó y se fue del país, está probando suerte en Europa.

-: ¡Qué bueno! – justo me estoy preguntando en qué momento dije que me interesaba tu vida, ¡ah, cierto! No lo dije.

-: Sí, una gran oportunidad, bueno él es ingeniero químico, el estudioso de la familia. Como sea, yo también vivo solo, así que tal vez me vaya con ella para ayudarla a afrontar esto.

-: Es una buena decisión, supongo. Va a necesitar tu apoyo - ¿qué podré cocinar esta noche?

-: ¿Qué te pasó en la cara? – Me dice de improviso – Quise preguntarte en la oficina, pero no me pareció conveniente - ¿por qué no?

-: Me resbalé en la cocina y di contra la mesada, me doblé del dolor, por lo general soy cuidadoso, pero justo se derramó un poco de aceite, debería haberlo limpiado antes de seguir cocinando – y ya no te diré más nada, no sirvo para mentir.

-: Por cierto, quería darte las gracias por lo de hoy – justo llega el colectivo, ¡Oh, no, viene vacío! Y ya fue Jean a sentarse en uno de los asientos dobles, ¡qué fastidio! – Como te decía, quería agradecerte, me ayudaste mucho – Jean es nuevo, lleva apenas dos meses en la empresa y le está costando un poco tomar el ritmo, hoy el Jefe me pidió que le dé una mano.

-: No hay problema, Jean. Lo mejor que puedes hacer ahora es preguntar, pregúntame lo que quieras, voy a ayudarte en todo – le digo honestamente, siempre me siento bien cuando soy útil a mis compañeros.

-: Bueno, ya que me das el pase para preguntar, ¿eres soltero?

¿Eeeeeeeh? What the fuck? Creo que mi cara refleja todo, porque lo veo sonreír. ¿Qué te pasa, de donde salió tanta confianza de repente?

-: No, estoy en pareja.

-: ¡Oh, qué lástima! – dice algo decepcionado, ¿eeeeeeeeh? Ahora sí estamos en una atmósfera muy incómoda, gracias estúpido – Bueno, igual, ¿aceptarías salir a tomar algo este viernes? Una copa entre colegas, nada del otro mundo.

¿Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeh?, elevado al infinito. WTF?, pero al cubo.

-: Ah, no, no puedo, te agradezco, – mentira, no te agradezco nada – pero tengo planes.

-: Aaah, entiendo – dice suspirando – de todas maneras creo que eres demasiado lindo para que te fijes en alguien simple como yo.

Naaaaaa, naaaaaa, naaaaaa. ¿Qué le pasa a este tipo? ¿Dijo que yo era demasiado lindo?

-: Levi – me dice acercándose un poco mientras sonríe misterioso e instintivamente me alejo – estás rojo.

-: Eh, bue-bueno, te pido por favor que no digas más cosas incómodas ¿ok? En serio.

-: Tranquilo, Levi – me interrumpís – Estás en pareja y no te intereso, la capté. Eso no cambia el hecho de que eres muy lindo y sonrojado todavía más.

Giro mi cabeza, seguro el bolso verde de la joven a mi costado es mucho más interesante que esto. ¿Qué le pasa a este chico? Apenas le di un poco de atención, y no porque quisiera, sino porque mi Jefe me lo exigió, le das la mano y se agarra hasta el omóplato.

-: Bueno, me bajo aquí – me avisa mientras se pones de pie – Gracias por todo, hasta mañana.

-: Adiós – maldito acosador.

Bueno, igual, no hizo que latiera mi corazón, pero si ensanchó un poquito mi ego, sólo un poco. No es un tipo feo, pero lanzarse así de manera tan desesperada le quita un poco de mérito. ¿Se sentirá solo quizás? ¿Y cómo fue que supo que yo era gay? No es como si fuera tan evidente que todos se dieran cuenta, de hecho pensé que nadie sabía en la oficina, bueno excepto mi Jefe, que se enteró hace poco. No hablo refinado, ni me muevo exageradamente, me visto formal, no agito las caderas al caminar… en fin, vaya uno a saber. Para ser honesto, no me ando fijando en mis compañeros de trabajo, de hecho el amor oculto por Eren se dio hace como tres años. Desde que lo conocí no pude evitar que me gustara físicamente, pero me llevó mucho tiempo llegar a conocerlo mejor y de pronto ¡pop!, un día estaba el amor ahí presente. ¡Qué increíble! Tres años.

Me pongo los auriculares, busco y selecciono "Marry You" de Bruno Mars, sonrío como estúpido, esa canción me pone de buen humor. ¡Ah! Si viviéramos juntos… le prepararía su comida favorita, iríamos a alquilar un *catamarán (*especie de bote gigante con todas las comodidades de una casa) al dique cercano y nos quedaríamos horas pescando y mirando las estrellas, tal vez tomados de la mano. Yo dormiría sobre su pecho, y él me traería una taza de café con leche caliente por la mañana, mientras me iluminaría con su eterna sonrisa de desafío de la blancura. Podría oler su cabello, mientras lo abrazo, ¡cómo me gustaría abrazarlo! Iríamos de paseo en ese hermoso auto azul que… ¡Mierda me pasé una parada!

Llego a casa, entro despacio. Voy a la cocina, oh, la cena está lista, milanesas con puré. De repente no siento hambre en absoluto. ErwinErwin viene a mi encuentro.

-: Hola – saluda con miedo, como si sus palabras pudieran hacer más daño del que ya hicieron.

-: Hola – le devuelvo el saludo.

-: ¿Cenamos? – me invitas. Asiento con la cabeza, parece que al menos hoy te vas a dignar servirme. Me molesta estar sentado aquí, en el mismo lugar donde cenaste ayer mientras yo estaba tirado y quebrado en el suelo. Vamos, piensa algo bonito, piensa algo bonito, no quiero deprimirme más. A ver, sí, Eren… en bóxer, mmm, y Bruno Mars cantando de fondo, oh sí.

-: ¿Cómo te fue en el trabajo? – me molesta que se fuerce, que se haga el preocupado.

-: Bien.

-: ¿Cómo te fue con los auditores?

-: Bien – no tengo ganas de explicarle nada, como si le importara. Corto el primer bocado y mastico, está rico, pero me cuesta tragar.

-: Mírame Levi, por favor – lo miro – Perdóname, en serio, ayer bebí demás y…

-: ¿No crees que tuvimos esta misma conversación muchas veces? Yo diría, demasiadas.

Bajas la cabeza, estás incómodo.

-: Comamos en paz, por favor, ¿te parece bien? Hablemos después – no me arruines la cena, más de lo que ya lo hiciste, ¿ok? Te ves triste, y yo también debo estar igual.

Comemos un poco más, sólo el ruido de los cubiertos, el líquido que cae en los vasos, las sillas, el aire fresco que entra por la ventana y mece la cortina.

Terminé. No sé cómo lo logré, pero me tragué todo. Vas a la heladera y traes una tarta de cerezas, ¡mi favorita! Pero me siento mal, supongo que así se siente Mikasa cuando recibe las flores, los chocolates o los peluches de Eren.

No, mi situación es peor.

-: Mi amor… - naaaa. Lo miro incrédulo – estuve reflexionando mucho. Últimamente, no tuvimos tiempo para hacer cosas juntos, ir al cine, divertirnos… voy a cancelar mi viaje al Dakar, quiero estar con vos. Pensé que tal vez podríamos ir…

-: No, no canceles tus planes, estuviste esperando por esto más de cuatro meses. Además, no me voy a ninguna parte, cuando vuelvas vamos al cine si quieres – me mira alarmado, oh, por favor no insistas, realmente quiero ir a casa del Jefe este sábado.

-: Entonces… - toma mi mano entre las tuyas - ¿me perdonaste? - Aaaaah, nooo, hijo de puuuuuuuu…. Manipulador asqueroso…

-: No dije eso, pero ya no quiero seguir peleando. Voy a adelantar trabajo este fin de semana y pido un día libre la otra, entonces vamos. Pero eso no significa que acepte que cosas como las de ayer estén bien. No quiero que vuelvas a pegarme o forzarme, ¿soy claro?

Se levanta muy rápido y me asusto, es inevitable, es la costumbre, me abraza como si no fueras a verme nunca más.

-: ¡Te amo tanto, Levi! Estaba asustado, no puedo vivir sin tí. Te extrañé demasiado hoy – busca mi boca con ansiedad. ¿Acaso escuchaste siquiera lo que te dije? Mierda Erwin, ¿nunca es suficiente acaso? – No te forzaré te lo juro, pero no puedo evitarlo, me excitas mucho – susurra caliente sobre mi piel, esparce besos en los lugares que ya conoce, cierro los ojos, por un segundo me imagino que es otra boca la que hace esto, oh, sí, se siente grandioso – Hagamos el amor, Levi te lo suplico, voy a ser suave, te quiero besar todo el cuerpo.

-: Espera Winie, detente, mi cuerpo está lastimado, mucho. Me dañaste bastante ayer. Necesito recuperarme – no le miento, es la verdad, aunque tengo ganas, si lo hago ahora… será demasiado – deja que me recupere, por favor.

-: Si, amor, te daré el tiempo que necesites, perdón, solo un beso más.

Luego disfrutamos una porción de la tarta de cerezas, está deliciosa. Pero me siento triste cuando lo veo sonreír tan tranquilo. No ha aprendido nada, ¿cierto? Todo es una puesta en escena, la máscara no se mantendrá demasiado tiempo. Suspiro, tengo demasiado sueño, iré a dormir...

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By Luna de Acero... con lagrimitas...