¡Hola!

Antes de comenzar, quiero agradecerles a todos los que leyeron "Before it's too late" y "Have you ever seen the rain?", probablemente lo he dicho ya hasta el cansancio, pero el apoyo que me han brindado es invaluable para esta escritora en formación :)

Aquí estoy yo de nuevo, con un nuevo fic BunnyxJack. Este fic va a ser un poco más relajado que el anterior. Quiero darle una atmósfera del tipo "cuento de hadas", más adelante veremos a qué cuento de hadas se parece (si tienen alguna idea pueden tratar de adivinar :v).

Así que sí, va a haber drama, pero según yo, no será tan denso como en el fic anterior, quiero que sea más romántico y con algunas menos vueltas de tuerca. Sí, vamos a tener cursilerías, besitos, abrazos, lemon (jujuju), pero también algunos malentendidos, peleas, lágrimas, en fin. Todo lo que tengo ganas de escribir desde hace mucho tiempo y que por razones de la trama he tenido que reprimir un poco.

Espero con todo mi corazón que decidan darle una oportunidad a esta historia.

Mi inspiración para este fic en realidad no sé de dónde salió, desde que comencé a escribir fics me gustó la temática de "cuento de hadas" pero por supuesto, aportando algo más de dificultad y madurez (según yo) a la trama. Haré todo lo posible porque los personajes no parezcan demasiado OoC.

Para dianita-chan12, si ves esto: la razón por la que los títulos de los fics que uso están en inglés es porque muchas veces -sino que casi siempre- utilizo canciones para inspirarme en cuanto a la trama de la historia. En este caso, la canción sería: Stay with you de Goo Goo Dolls. Simplemente, no puedo concebir la vida sin música ;)

Bueno, después de mis comentarios de apertura, pasemos al fic.

Advertencias: quizás lenguaje y situaciones subidas de tono en el futuro, por el momento nada grave.

Disc. RotG y The Guardians of Childhood no me pertenecen. Solo escribo este fic con fines de entretenimiento mío y de quien lea.

Ahora sí, pasemos a leer este nuevo fic!

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Stay with you

Capítulo 1: Fascinación

Había una vez, en un mundo donde las hadas, los duendes y la magia parecen cosas del día a día, un Pooka. ¿No sabes lo que es un Pooka? Bueno, si quieres tener una idea general, podrías empezar a conocer a este; es el más típico guerrero Pooka que uno podría encontrar. Su situación por el momento es difícil, pero poco a poco encontrará la forma de salir airoso, o al menos eso cree ya que así ha sido siempre. Pero bueno, la mañana del día en que la vida cambia por completo, uno suele despertarse en lo que parece una mañana como cualquier otra.

E. Aster Bunnymund nunca fue el tipo de persona que se arrodillara ante nadie. Por el amor de dios, su orgullo no le permitiría tal cosa, la fuerza de ningún ser humano era remotamente comparable a la suya, podía usar magia y la naturaleza siempre estaba del lado de un Pooka antes de estar del lado de un humano. Él tenía todas las de ganar.

Claro, que cuando se tiene la desventaja de que te han clavado en el cuello un dardo con algún tipo de tranquilizante o somnífero, no hay mucho que uno pueda hacer. Cuando se dio cuenta de que algo sucedía, había sido arrojado de rodillas a los pies de un completo desconocido, en una enorme mansión que jamás había visto en toda su vida.

Trató de levantarse, pero tenía los tobillos firmemente amarrados y esto le hacía perder equilibrio con facilidad. Además, el somnífero no se había ido del todo de su sistema, a pesar de que habían pasado quizás dos horas en lo que quienes lo habían atacado decidían qué hacer con él. Después de haber estado con ellos en el bosque por este periodo de tiempo, sin haber tenido oportunidad de comer ni de beber agua, Bunnymund se preguntaba qué intentarían hacer cuando él recuperara sus fuerzas y tuvieran que enfrentarlo.

Por el momento, trató de centrarse en el lugar y el momento en que estaba. Sí, lo habían puesto de rodillas, pero eso no quería decir que estuviera vencido. Sin embargo, tenía que recuperarse antes de poder dar pelea, y parecía que iba a pasar aún un buen rato antes de eso.

-Encontramos a este ladrón en sus campos, señor- dijo uno de los que lo sujetaban de repente, sacándolo de sus pensamientos, -, estaba robando frutas, agua y cazando animales en su bosque.

Bunnymund levantó la mirada para encontrarse con quien, al parecer, era el dueño de ese lugar. Estaban en una cocina, o al menos eso le pareció. Alrededor, había tres o cuatro mujeres jóvenes observando la escena más que sorprendidas. Había un aroma muy agradable a comida y no se escuchaba ningún tipo de sonido proveniente de otra parte. Bunnymund supuso que se trataba de in lugar tranquilo. Se preguntó vagamente qué clase de personas podían vivir en un lugar como este, y supuso que se trataba de alguien con algún título nobiliario. Le pusieron una mano en la cabeza para hacerlo agacharla de nuevo, pero él había conseguido obtener bastante información con aquella rápida mirada.

Bunnymund no había sido criado para servir ni para obedecer humanos, sin embargo, sabía cuáles de sus batallas podía pelear. Esta no era una de ellas.

El hombre lo miró un momento para luego voltear a ver a sus captores.

Luego se dio la vuelta y dijo algo en voz baja, así que Bunnymund supuso que había indicado a las chicas de la cocina que salieran porque a continuación escuchó sus delicados pasos marchándose de la escena. Luego, la voz volvió a escucharse en su dirección.

- ¿Y para qué lo han traído aquí, si puede saberse?

-La ley dice que usted puede elegir tomarlo como esclavo, señor-, repuso uno de los sujetos. El hombre volvió su mirada hacia Bunny, lo observó con un poco más de atención y negó con la cabeza finalmente.

-En esta casa no tenemos esclavos. Libérenlo, estoy seguro de que todo esto un error.

El hombre, a quien Bunnymund no había alcanzado a ver del todo, se dio la vuelta; se dio cuenta de esto cuando observó sus botas moviéndose en el suelo.

-Si no lo quiere aquí, lo llevaremos al palacio para arrestarlo.

El hombre se detuvo en seco y se dio la vuelta una vez más. Bunny no comprendió este cambio de parte suya; así que esperó.

Las relaciones entre humanos y Pookas habían estado fracturadas por varios siglos. Al igual que otras criaturas cuya naturaleza los humanos no aceptaban, como las hadas y otros espíritus, los Pookas habían vivido por siglos compartiendo la Tierra con la humanidad hasta que un sinnúmero de diferencias los había obligado a alejarse.

Siendo una nación mayoritariamente nómada, en ocasiones tenían que internarse en los pueblos que los humanos se esforzaban en construir, buscando comida y agua, justo como había pasado ahora. Los Pookas, siendo amantes de la naturaleza, la sabiduría y la libertad, no sabían de propiedad, ni de territorios, ni siquiera usaban un tipo de moneda para hacer sus transacciones. La vida como ellos la conocían hacía extremadamente difícil una convivencia adecuada con los humanos.

Bunnymund en particular no tenía ningún problema con los humanos salvo cuando lo juzgaban sin haber tenido ningún trato con él; entre los humanos comenzaron a correr rumores acerca de los Pookas, pintándolos como criaturas salvajes y violentas que nadie se querría encontrar en el camino. Él suponía que era alguna forma de asustar a los niños, pero igual era muy molesto pensar en ello.

Sabía también, sin embargo, que a muchos humanos les convenía que esto fuera parte del conocimiento popular. Y por esto mismo, cuando podían capturarlos, aunque fuera por la razón más ridícula (como estaba ocurriendo con él ahora), hacían uso de cualquier táctica posible, honorable o no, y los Pookas que tomaban como prisioneros eran severamente castigados por sus errores, a veces hasta la muerte.

Claro, Bunnymund tenía que admitir que esto quizás no hubiera escalado tanto de no ser porque los líderes de las tribus Pookas habían terminado pagando con la misma moneda. Oh, bueno, pequeños errores de la vida.

Mientras pensaba en esto, Bunnymund no dejaba de prestar atención al largo silencio. Cuando trató de levantar la mirada otra vez, alguien le puso la mano en la cabeza para mantenerla inclinada y él, debilitado como estaba, no pudo presentar ninguna oposición. Pasaron unos segundos más sumidos en este silencio cuando finalmente la voz de aquél hombre, firme y estruendosa, se dejó oír de nuevo en la habitación.

-Bien. Déjenlo aquí. ¿Cuánto tiempo dice la ley que tengo que conservarlo?

-Lo adecuado para su crimen son diez años, señor- respondió una voz a sus espaldas, y Bunnymund sintió un vuelco en el estómago-, pero si usted lo juzga adecuado, puede liberarlo luego de seis meses. Si se le ve libre antes de esa fecha, será encarcelado a la brevedad.

-De acuerdo.

Bunnymund sintió que esas palabras sellaban por completo su destino. Fue soltado, y él no se levantó de donde estaba arrodillado ni alzó la mirada, simplemente, esperando. Escuchó los pasos retirándose a sus espaldas, y luego, un largo suspiro proveniente del hombre que seguía frente a él.

-Ponte de pie.

Bunnymund lo intentó, pero por Dios, sus piernas estaban dormidas ahora, y, además, seguía atado por los tobillos. El hombre maldijo entre dientes y lo tomó de un brazo para ayudarlo a mantenerse equilibrado mientras alcanzaba un cuchillo de por ahí y lo liberaba.

-No te dieron un juego limpio, ¿cierto? -, dijo luego, mientras lo ayudaba a sentarse en una silla frente a la mesa. Fue entonces que Bunnymund pudo observarlo bien.

El hombre era grande, su piel era blanca como la nieve y sus mejillas eran rojas, casi brillantes, igual que la punta de su nariz. Tenía unos ojos azules amables pero un poco severos, y el cabello de un color profundamente negro manchado por aquí y por allá de pequeños motes de canas.

Era grande, más alto que Bunny y también mucho más corpulento.

Estaba bien vestido, eso era un hecho. Usaba un pantalón y camisa perfectamente planchados y amoldados a su cuerpo, y arriba, una chaqueta de algún material fino que Bunnymund no pudo identificar a primera vista. Era obvio que estaba acostumbrado a la buena vida.

-Bueno, había escuchado que los guerreros Pooka son calculadores, pero no esperaba este examen tan minucioso.

Bunnymund fijó sus ojos en el rostro de su interlocutor, y negó con la cabeza. Él tenía una gran sonrisa marcada en sus rasgos, cosa que le pareció extraña, pero decidió no preguntar.

-Trato de ser cuidadoso, señor- repuso él, y de pronto, el otro estalló en una carcajada estruendosa que lo sacó de balance.

-No es necesario que me llames "señor"- repuso cuando consiguió extinguir la carcajada-, mi nombre es Nicholas St. North. Puedes llamarme North mientras estés aquí.

Sorprendido, Bunnymund asintió. Cuando supo que se encontraba en un territorio no tan hostil como había percibido en un principio, decidió que una disculpa adecuada sería lo más honorable que pudiera hacer en su situación. Lentamente y como pudo, se puso de pie y levantó su mirada hacia North, para luego hacer una ligera inclinación.

-Lamento los inconvenientes. No fue mi intención faltarle al respeto a su hogar. Además, usted intentó hacer que me liberaran. Estoy agradecido.

-No es necesario que me agradezcas-, contestó North con un movimiento de su mano-, además, creo que hay algunas cosas qué aclarar antes de que comiences a trabajar aquí. Yo no soy el dueño de esta casa y estas tierras, solo soy el tutor del dueño legítimo, el señor Overland. Él es aún algo joven para hacerse cargo, por eso yo estoy al frente.

-Ya veo.

-Ahora, como dije antes, nosotros no tenemos esclavos sirviendo aquí, solo personas que contratamos y a quienes pagamos de la forma más justa posible por su trabajo. Tú recibirás ese mismo trato de ahora en adelante, pero te advierto que no podrás irte de esta casa hasta dentro de seis meses, o si no, te arrestarán. Debes saber bien lo que un Pooka tiene que soportar cuando es llevado con autoridades de un territorio Humano.

Bunnymund solo asintió. North se puso de pie, anduvo por la cocina y llenó un vaso de jugo de frutas y algunos bocadillos, y luego se los ofreció a Bunnymund.

-Come esto. Ya pasó la hora del almuerzo así que tendrás que esperar por una comida más completa hasta la cena. Tratamos de seguir horarios muy estrictos.

Bunnymund comenzó a comer. Cuando terminó se sentía, además de satisfecho, un poco menos perdido por la droga que le habían dado.

-Bien. Ahora, ¿puedo saber tu nombre?

-E. Aster Bunnymund-, contestó él casi en seguida-, la mayoría de los humanos que he conocido insisten en llamarme Bunny.

- ¿No te molesta?

-Al principio sí, pero terminé por aceptarlo. Para ellos eso es lo que soy, supongo- resolvió, rascando la base de una de sus enormes orejas-, algo así como un conejo.

Aún un poco pensativo, North asintió.

Su nuevo trabajador tenía, de acuerdo con lo que él sabía, todas las características que distinguían a un guerrero de la tribu Pooka; una figura parecida a la humana y bastante atlética, la piel ligeramente tostada por el sol, tatuajes tribales en los brazos y la frente y dos enormes orejas sobresaliendo por encima de su cabeza. Además, su cabello negro y un poco hacia el tono azul, tenía pequeños lugares donde parecía ser un poco más claro o más oscuro. Realmente, recordaba al pelaje de un conejo.

Bunnymund también estaba vestido con ropas que recordaban a la tribu de los Pookas; un pantalón suelto hecho de una tela de apariencia resistente, además de llevar con él un cinturón de alforjas donde adivinó guardaba armas y herramientas; además de unas botas un poco rústicas, quizás hechas a mano por él mismo, pero que conservaban la misma impresión fiera y resistente de los pantalones. Bunny solo tenía puesta una camiseta interior así que North supuso que no le había dado tiempo de terminar de vestirse cuando fue capturado, o que quizás sus captores hicieron el intento de desnudarlo una vez que lo tuvieron en su poder. Pero bueno, eso ya había quedado atrás.

-Llamaré a una de las chicas para que te de algo de ropa para trabajar aquí y luego te daré instrucciones. Espera unos minutos.

Bunny asintió, y se quedó sentado donde estaba mientras North salía. Momentos después, una doncella entró y le ofreció algunas piezas de ropa y lo guio hasta un baño donde podría asearse un poco y cambiarse de ropa.

Así lo hizo, notando poco a poco que los estragos de la droga bajaban de su organismo y podía moverse con mayor facilidad y libertad. Cuando estuvo listo, la chica lo esperaba afuera, tomó sus ropas y le explicó que las lavaría y las llevaría a la habitación que le asignaran más adelante, incluyendo por supuesto el cinturón de alforjas.

Bunny aceptó sin oponer resistencia y fue de nuevo a sentarse a la cocina en lo que volvía North.

El recorrido por la casa fue tranquilo y sin contratiempo alguno. North le mostró principalmente el piso de abajo, donde se encontraban los cuartos de las doncellas y otros trabajadores, el recibidor, el salón de baile, el comedor principal, la cocina y el comedor de la servidumbre. En el cuarto de arriba, le explicó, había varias habitaciones, la biblioteca, un estudio y una terraza amplia que a veces se usaba como comedor, sobre todo si había visitas o hacía mucho calor.

Entraron a una pequeña oficina que se encontraba cerca de las cocinas. En el interior, rodeado de muebles utilizados como archiveros y sentado casi hasta el fondo, había alguien junto a una lámpara.

-Buen día, Sandy- saludó North, pero no hubo respuesta-. Vine a presentarte a nuestro nuevo… bueno, no es un empleado así que tendremos que definir eso ahora, ¿te parece?

Bunny aguzó su vista mientras se acercaban más al hombre entre la penumbra. Éste sonreía bajo la luz de la lámpara, en su mano una taza de té. Era rubio y llenito, y tenía una expresión de sincera felicidad que Bunny no pudo encontrar menos que simpática. No habló. Simplemente, mientras North se lo presentaba, estrechó su mano con más fuerza de la que esperaba dado su tamaño y aspecto bonachón.

Pasaron en aquella oficina unos pocos minutos. North le explicó a Bunny que el hombre se llamaba Sanderson Mansnoozie, y era el administrador del lugar. Él se encargaba de todo lo que tenía que ver con la economía de la casa, incluyendo claro, los pagos de los trabajadores, así que por supuesto, él tenía que saber de la presencia de Bunnymund y su situación actual.

Bunny les aseguró que no deseaba ningún pago por su trabajo, reconocía que, aunque fue debido a la ignorancia, había cometido una falta y estaba dispuesto a pagar. Al final quedaron en que sus necesidades de alimentación, techo, medicinas, etcétera, correrían por parte de la casa mientras trabajara ahí. Aunque aún un poco apenado al respecto, Bunny aceptó esta oferta y cerró el trato con un apretón de manos con el pequeño hombrecillo que no parecía dejar de sonreír nunca.

Mientras caminaban por la casa una vez más, iban discutiendo acerca del trabajo que Bunny podía desempeñar en la casa durante los meses que estaría allí.

- ¿Qué tipo de trabajo te gustaría hacer? - preguntó North, sorprendiendo de nuevo a Bunny por recibir este trato cordial que jamás se había imaginado, sobre todo porque North lo había recibido en casa prácticamente por la fuerza. Se quedó pensativo un momento y se encogió de hombros mientras seguían caminando.

-Cualquier cosa estaría bien, no puedo ponerme exigente-, comentó como sin darle mucha importancia-, y realmente no sé en qué necesitan ayuda, de ser necesario, hay muchas cosas que puedo hacer.

North sonrió.

-Tienes mucha confianza en ti mismo. Eso me agrada.

Bunny no respondió a este comentario, y mientras continuaban caminando por la enorme mansión, North comenzó a enumerar las cosas que quizás Bunny podía hacer.

-Siempre cae bien un poco de ayuda en cualquier parte-, comentó-, pero creo que me gustaría que cuidaras del jardín. Teníamos a un hombre que se encargaba de eso, todo un artista. Tuvo un asunto familiar y no volvió a aparecerse por aquí en varios meses. Tengo entendido que los de tu raza se llevan bien con la naturaleza…

Bunny ponderó por algunos segundos esta propuesta y finalmente asintió.

-Me parece bien. No tengo ningún problema. Y si se necesita mi ayuda en algo más…

-Quizás en los establos.

Justo en ese momento estaban llegando a un establo, que se encontraba en la parte trasera de la casa. Había un gran espacio abierto, como una llanura. Allí, Bunnymund tuvo oportunidad de admirar, aunque fuera de lejos, algunos de los más bellos ejemplares equinos que hubiera contemplado alguna vez en su vida. Los caballos pastaban en la mayor tranquilidad, pero a Bunny le llamó la atención un ruido; desde adentro de una de las divisiones que se encontraban en la caballeriza, surgió una figura cargando un enorme bulto de paja que, medio desparramado ya, iba deshaciéndose por los lados.

Bunny y North se apresuraron a ayudar, y cuando la liberaron de su carga, Bunny observó a la bella dama que estaba ahora frente a él, cuyo fresco y joven atractivo creaba un ligero contraste con sus ropas de trabajo, gruesas y resistentes. Se saludaron en seguida y Bunny tuvo que admitir, al menos para sí mismo, que su sonrisa era contagiosa.

-Querida, te presento a E. Aster Bunnymund. Va a estar con nosotros una temporada, luego te cuento los detalles.

-Encantada, mi nombre es Toothiana St. North. Yo me encargo de los establos y soy la esposa de Nick.

Bunny los observó un momento a ambos y trató de imaginarse qué tipo de matrimonio podían conformar esos dos. North parecía algo mayor para ella, además tenía la vaga sensación de que sus personalidades eran algo diferentes. Decidió no tomarlo demasiado en cuenta y explicó su situación en pocos términos a la mujer. Lejos de compadecerlo por su situación o de hacer algún comentario molesto, Toothiana pareció iluminarse por completo al escuchar que tenía a alguien que podría ayudarle, para variar.

-No sabes cuánto me alegra saber que te tendremos aquí, últimamente, hace falta ayuda en todos lados-, comentó con una gran sonrisa-, ¿qué tal te llevas con los caballos?

-Bien, aunque no es mi especialidad.

-Estos son muy nobles-, comentó ella, mirando hacia donde los bellos animales pastaban-, y, además, ya sabes como son algunos animales, tienen ese sentido extra que les hace ver cuando alguien es o no es bueno. Si no te quisieran aquí, ya hubieran venido a acabar contigo.

La plática con Toothiana se había terminado por que se le estaba haciendo un poco tarde y tenía que cepillar a los caballos y prepararlos antes de las tres de la tarde; North y el dueño de la casa se iban a la ciudad a un compromiso social y tenía que tener listos tanto los caballos como el carruaje.

En fin. North le enseñó a Bunny una bodega cercana a los establos donde se guardaban herramientas para cualquier necesidad de la casa, incluyendo las de el cuidado del jardín. Bunny identificó aquellas que podrían serle útiles, pero le dijo a North que primero quería hacer un pequeño reconocimiento del lugar, para saber qué tipo de tierra había y qué plantas tenían, la humedad del lugar, entre otras cosas.

-Está bien por mí. Sígueme.

Como había sido llevado a la casa por la parte de atrás, Bunny no había visto aún el frente, que era donde imaginó que debía estar el jardín. Y así era, sin embargo, lo que tuvo ante sí casi parecía una selva de tantas y tan variadas especies de plantas que había allí. Entre la espesura, había un pequeño camino hecho de piedras lisas que conectaba la casa con el portón de la entrada. Olía a humedad, a pasto mojado y al dulzón de las flores. Bunny pensó por un momento que sus sentidos iban a quedar obstruidos de tantos olores, colores y texturas que se extendían ante él.

Por un momento se quedó en silencio, contemplando el lugar.

-La señora Overland, amaba el jardín-, comentó de pronto North, sacando a Bunny del trance-, ella cuidaba las plantas y se encargaba personalmente de cuidar la tierra donde plantaba los diferentes tipos de plantas que hay aquí. Por eso hay tanta variedad. Sin embargo, desde que ella murió, necesitamos un jardinero y…

North pareció entristecerse mucho de repente. Bunny asintió con un movimiento de su cabeza, sin dejarlo continuar.

-Ya veo entonces. Espero hacer un buen trabajo.

-No dudo que lo harás-, lo animó North luego de recuperar un poco el aspecto relajado de su rostro, y luego sacó de su bolsillo un reloj dorado. Miró la hora y soltó un pequeño suspiro-, ahora si me disculpas, te dejo. Debo ir a buscar a mi ahijado para irnos. Te lo presentaré más tarde, en la cena.

-De acuerdo. Gracias-, contestó entonces Bunny, y North hizo un asentimiento con la cabeza, una pequeña sonrisa, y salió de allí.

Antes de comenzar a hacer cualquier cosa, Bunny comenzó a recorrer el jardín, haciendo nota mental de los tipos de plantas que había en él, las cantidades de agua que necesitaban, qué tipo de abono podía utilizar. Sobre todo, se sorprendió de encontrar la cantidad y variedad de flores, algunas que ni siquiera correspondían al clima del lugar donde estaba, sin embargo, comprendía que los cuidados especiales de la señora de la casa debían haber compensado esto. Algo le llamó la atención en una planta que estaba cerca del muro que limitaba el jardín. Se acuclilló junto al pequeño arbusto, revisando sus hojas. Le parecía que una plaga se estaba comiendo las hojas, pero tenía que revisar un poco mejor para estar segu-

-Hola.

Bunny tardó un poco en ubicar el sonido diferente al de su propia voz que parecía haber perturbado sus pensamientos. No le puso demasiada atención; cuando estaba trabajando el resto del mundo desaparecía para él. Si no le daba importancia, seguro la persona se iría.

-Hola- contestó de una manera más bien seca.

-Nunca te había visto por aquí, ¿quién eres?

-E. Aster Bunnymund.

-Eres un Pooka, ¿verdad?

Un pequeño campaneo se dejó escuchar en los desarrollados oídos de Bunny.

Realmente, eran pocos los humanos que se interesaban en saber de los Pookas. No le sorprendía que North supiera cosas acerca de su raza, supuso que como encargado de un lugar así debía estar informado, pero la voz que escuchaba ahora correspondía a la de un muchacho, y era una voz agradable, tenía que admitir. Pero al grano. Los niños y los jóvenes, por regla general, les temían o los odiaban. Rara vez los llamaban por el nombre de su raza, más bien se dirigían a ellos con sobrenombres despectivos como "Orejones", "Roedores", o cosas más genéricas como "fenómeno" o "bestia". El más despectivo que Bunny conocía simplemente no podría perdonarlo nunca; "Lampiño", se les llamaba así porque, supuestamente, parecían conejos a excepción de la falta de pelo corporal. Sin embargo, él sabía que había un significado aún peor que la gente le había dado a ese apodo, de cualquier forma, jamás lo podría pronunciar y si escuchaba a un niño decirlo en seguida le daban ganas de matar a los padres.

Por eso, le sorprendió que la voz del muchacho se dirigiera hacia él de un modo, aunque poco diplomático, amablemente curioso. Pero, de cualquier forma, no se dejó sorprender. A su parecer, era un básico de buena educación que no tenía motivos para halagar.

-Así es. Supongo que tú eres un humano entonces, ¿eh? - replicó sin voltear a verlo, una vez más. Luego de este comentario, escuchó una risa deliciosa que inconscientemente lo hizo sonreír.

-Qué perceptivo- comentó el otro a modo de respuesta, y se notaba lo divertido que estaba en el tono juguetón de su voz-, ¿vas a trabajar aquí? Espero que te guste el jardín, necesita mucho trabajo, pero bien cuidado es precioso.

Bunny no contestó a este comentario.

-Hey, contéstame. Di algo, estoy aburrido-, insistió el otro, y Bunny siguió resistiéndose a contestar con mucho más que un asentimiento con la cabeza o con un sonido que no llegaba a distinguirse desde el interior de su garganta y con la boca cerrada. Estaba tratando de pensar qué plaga podría estar en este arbusto, y más aún, si no estaría propagándose a otras plantas, y tratando de calcular qué remedio sería más eficaz para esto.

- ¡Oye! No me dejes hablando solo-, se quejó el otro, ahora más parecía que estaba a punto de hacer un berrinche-, vamos, si vas a trabajar aquí todos los días, tenemos que conocernos un poco, ¿no crees? -, Bunny comenzaba a hartarse-, ¡CON-TES-TA-ME!

- ¿Qué no ves que estoy trabajando? -, preguntó Bunny exasperado, ahora, al fin, dándose la vuelta para mirar de frente al inoportuno muchacho.

Lo que vio frente a él le sorprendió de una manera muy poco usual. Para empezar, el muchacho no estaba de pie frente a él, sino sentado sobre el muro, con los pies colgando hacia abajo. Estaba descalzo, y a través de la poca piel que tenía descubierta- sus pies, sus manos, su rostro-, Bunny pudo observar que era una piel extremadamente pálida, sin mancha alguna. El rostro del muchacho era la cosa más hermosa que hubiera visto en su vida, forma definida y delicada a la vez, labios rosas, ojos azules, enormes y enmarcados por unas cejas y pestañas oscuras, contrastantes con el cabello prácticamente blanco, de apariencia suave.

Los Pookas apreciaban la belleza, quizás mucho más que el humano promedio. Bunny había quedado sinceramente complacido al conocer a Toothiana un rato antes, pero ahora, al ver a este muchacho, tuvo la sensación de que jamás antes había visto semejante belleza, ni siquiera entre los elfos, seres legendariamente hermosos.

La expresión confundida del joven hizo que se obligara a sí mismo a salir del letargo. De un salto, el joven se dejó caer del muro y aterrizó en la tierra, sus pequeños pies hundiéndose ligeramente. Se enderezó con gracia y una enorme sonrisa aún iluminaba sus ojos.

-Veo que capté tu atención-, comentó, escondiendo las manos a su espalda y, aproximándose a Bunny, se paró en las puntas de sus pies y acercó su cara a la de él-, me pregunto a qué se debe. No esperabas verme allá arriba, ¿verdad?, North siempre me regaña cuando me subo al muro o escalo árboles. Dice que me arriesgo mucho.

Bunny no contestó. El muchacho comenzó a dar vueltas alrededor de él, observándolo en silencio. Luego, se dirigió hacia la planta que había estado observando antes de que él interrumpiera.

-Tiene plaga, ¿no?, mi mamá me enseñó a identificarla cuando era niño, pero nunca aprendí a hacer un buen plaguicida casero como ella- dicho esto, se dio la vuelta y miró a Bunny de nuevo-, ¿tú puedes hacerte cargo?

Bunny siguió sin contestar. La soltura del muchacho le sorprendía aún más que su inquietante belleza élfica. Pareciera que ni siquiera esperaba ahora una respuesta; observaba las hojas de aquella planta con una gran sonrisa. Luego volvió a verlo a él.

-Me llamo Jack. ¿Puedo llamarte Bunny?

Él simplemente asintió y el muchacho se puso nuevamente de pie. Parecía que iba a decirle algo más, pero de pronto un ruido los detuvo a ambos de cualquier cosa.

- ¡Con que aquí estás, pequeño pillo! - Jack volteó a ver hacia la casa, desde donde venía caminando muy apresuradamente North-, ¿Cómo se te ocurre escaparte de tus clases así? Pitch está muy molesto ahora.

El muchacho se hizo chiquito ante los ojos de North, quien se acercaba a pasos largos y pesados.

Bunny solo observó, sorprendido, cuando llegó a pararse frente a Jack con las manos en jarras a la cintura y observándolo con expresión acusadora.

- ¿Y bien? Espero una explicación.

-Lo siento, North, es que estaba aburrido. Además, oí a las doncellas decir que un Pooka había sido contratado así que vine a verlo con mis propios ojos.

- ¡Hey! -ante este comentario, Bunny reaccionó-, en primer lugar, nadie me contrató, estoy aquí porque no tengo opción, y, en segundo lugar, no soy una atracción de circo como para tener que saciar tu curiosidad.

-Veo que ya se conocieron- comentó North, poniendo los ojos en blanco. Algo le decía que esto iba a dar problemas.

-Claro-, sonrió Jack, como si la molestia de Bunny no le causara ni la más mínima impresión-, no me lo hubiera perdido por nada. Además, veo que tiene buen ojo. Localizó una plaga que el jardinero no pudo reconocer en los meses que estuvo aquí.

Bunny iba a decir algo más, pero North lo interrumpió antes de que pudiera contestar algo ante las observaciones del muchacho.

-Eso no justifica que te escapes de tus clases.

- ¿Qué es lo peor que podría pasar?

- ¿Que renuncie como todos tus otros maestros te parece poco?

Ante esta última respuesta, Jack se limitó a inflar las mejillas y cruzarse de brazos graciosamente, ante la mirada de North que parecía no saber qué más hacer con él. Bunny observaba el intercambio que casi le parecía divertido. North suspiró de un momento a otro, poniéndole punto final al silencio.

-Vamos ya a que te prepares. La reunión social de esta tarde es muy importante, ya luego hablaré con Pitch.

Jack asintió finalmente, pero antes de que pudiera decir algo, North volvió a interrumpir.

-Bueno, ya que están ambos aquí los presentaré oficialmente. Bunny, te presento al joven conde Jack Overland, el dueño de este territorio, y mi ahijado.

Todas las piezas del rompecabezas cayeron en orden. Jack volteó a ver a Bunny de nuevo, impresionándolo con su sonrisa.

-No te preocupes, ya nos presentamos, ¿verdad, Bunny?

Bunny asintió.

-Pero no me dijo como puedo llamarlo-, observó, sintiendo que no le quedaba más remedio que adoptar una actitud más humilde. El muchacho comenzó a reír.

-No tienes que ser tan formal, todos me llaman Jack- dijo, y comenzó a caminar junto a North para regresar a la casa-, espero verte más contento en la cena, amargado.

Y con esto, aceleró el paso dejando a Bunny con la boca abierta.

¡Pequeño niñato impertinente!

Para la hora de la cena, Bunny sentía que había avanzado bastante bien en su trabajo, aunque había atendido otras plantas y no se decidía sobre qué hacer sobre las que tenían plaga, que pronto pudo determinar, no era un solo arbusto sino varios los que habían sido afectados.

Una de las doncellas apareció justo cuando comenzaba a ponerse el sol y le comunicó que ya estaba todo listo, así que Bunny entró de regreso a la casa, entró al baño y se lavó muy bien las manos y la cara. Miró sus ropas y esperó que no estuvieran demasiado sucias para la cena, pero supuso que los demás debían comprender su falta de limpieza, después de todo había estado todo el día trabajando en la tierra del jardín.

Cuando llegó al comedor del servicio, una de las jóvenes le indicó un asiento en la mesa para que se sentara. Bunny así lo hizo y esperó, notando que el asiento de la cabecera y el asiento al lado derecho de este estaban desocupados.

Pronto la mayoría de los trabajadores del lugar- unas cinco doncellas y tres jóvenes- estaban sentados a la mesa. Después de un rato Toothiana apareció por la puerta de la cocina, lo saludó alegremente y tomó asiento también.

Luego de un rato, Jack y North aparecieron por la puerta que daba al recibidor, y tan resueltamente como parecía hacer las cosas todo el tiempo, Jack saludó a todos alegremente y tomó asiento en la cabecera de la mesa, North ocupando el lugar que estaba lado de él.

Bunny no pudo controlar la expresión de desconcierto que apareció en su rostro cuando el joven "amo" ocupó una silla entre la servidumbre. Hasta donde él sabía, los humanos eran extremadamente elitistas; jamás se permitirían algo así, y, sin embargo, aquí parecía ser de lo más natural. Como nadie notó su perturbación, Bunny decidió componerse lo más que podía y cenar en la mayor tranquilidad.

Aunque nada de lo que pasara o dejara de pasar en esta mansión era su problema, Bunny no podía evitar sentirse intrigado por la gran diferencia entre el trato que había recibido el día de hoy y el trato que habitualmente recibía de otros seres humanos.

Pronto empezó a haber una plática tranquila y natural entre los que estaban a la mesa. Algunos le hicieron a Bunny algunas preguntas sobre él, su familia, su lugar de origen, entre otras cosas, y aunque se sentía un poco incómodo al principio, tenía que admitir que poco a poco se iba acoplando un poco más al ambiente del lugar.

Después de un rato, cuando la mayoría de los presentes estaban a punto de terminar la cena, Toothiana levantó la mirada como si de pronto hubiera recordado algo. Su rostro se iluminó con una sonrisa y miró a Bunny. Él solo le regresó la mirada, expectante.

-Bunny, me preguntaba si querrías ayudarme a desparasitar los caballos un día de estos. Necesito hacerlo pronto, pero no había conseguido a alguien que me ayudara, y ya que te entiendes con los animales con facilidad…

-Hey, ¿sabes montar? - preguntó de pronto Jack, impidiendo que Bunny pudiera darle una respuesta a Toothiana-, deberíamos salir a dar un paseo mañana. Hace mucho que nadie me acompaña y me aburro mucho.

-Nada de eso Jack., ya tienes un compromiso mañana-, ahora fue turno de North impedir que Bunny pudiera contestar-, temprano en la mañana repondrás la clase con Pitch y luego te prepararás para tu cita.

Un silencio se dejó caer en la mesa. Varios de los empleados se miraron entre ellos con sonrisas cómplices, y Bunny no pudo evitar notar que Jack se ponía rojo y trataba de ocultar la cabeza entre los hombros.

-Así que… ¿otra cita, eh? ¿Quién es la afortunada ahora? - preguntó Toothiana dándole un codazo amistoso, y Sandy pareció intentar levantarse en su silla para ver mejor al muchacho.

-La señorita se llama Lady Elaine-, contestó North luego de largos segundos de silencio incómodo por parte de Jack-, su padre es un duque con muy buena reputación, y está más que ansioso porque su hija encuentre un buen partido. Jack y ella estuvieron conversando en la reunión de esta tarde y Jack la invitó a salir.

Jack, si esto era posible, se puso aún más rojo y se deslizó hacia abajo en su silla.

-Basta de hablar sobre mis asuntos personales-, reclamó entre dientes y eso solo aumentó las risas traviesas de las doncellas.

Bunny trataba de no perder detalle de este intercambio tan inusual a su parecer. Sin embargo, como nadie parecía compartir sus inquietudes, decidió guardarse cualquier comentario para él mismo.

Algo que no podía evitar, y que le provocaba una gran molestia consigo mismo, era el hecho de que por más que quisiera no podía despegar su mirada del joven dueño de todo este territorio; para él, se trataba de una visión casi mística. Al menos, eso parecía ante su mirada poco habituada a que un ser humano desplegara tal belleza sin, al parecer, el más mínimo esfuerzo. Era obvio además que él no se daba cuenta de nada de esto, y Bunny se preguntaba qué efecto tendría si se atrevía en algún momento a expresarle al joven sus pensamientos. Sin embargo, desistió de esta idea casi tan pronto como su mente la produjo, convencido de que, en un mundo tan cuadrado y tan peligroso como el que habían creado los humanos, era riesgoso que una figura masculina expresara este tipo de pensamientos acerca de otra figura masculina. Jack era un hombre, muy a pesar de su belleza angelical. Y eso era algo que Bunny no podía dejar de tener presente en el futuro, al menos mientras estuviera allí.

Se contentó con convencerse a sí mismo de que todos estos pensamientos eran el producto de una profunda y sincera admiración por la imagen del joven. Nada más.

La cena terminó en el mismo tono amistoso en que había empezado, y Bunny acordó con Toothiana a ayudarle con los caballos en cuanto a ella le pareciera conveniente.

Jack fue el primero en ponerse de pie y abandonar la mesa y todos los demás lo siguieron poco a poco.

Bunny se quedó atrás, pues North le dijo que lo llevaría a la que sería su habitación mientras estuviera allí.

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North tomó una lámpara y lo guio a través del pasillo del piso de abajo. Las doncellas y los demás empleados ya habían entrado a sus habitaciones, nada más faltaba él.

La última habitación era la única que al parecer estaba desocupada, y North se la mostró a Bunny no sin antes disculparse por el polvo que pudiera encontrar en los muebles. Hacía algún tiempo que nadie ocupaba esta habitación después de todo. Sobre la cama, ya estaba el cambio de ropa con que Bunny había llegado, además de su cinturón con sus herramientas y una bolsa con unas pocas pertenencias.

En la pared frente a la cama, estaba un sencillo ropero de dos puertas, y en la pared del fondo había una ventana que daba al jardín. Debajo de la ventana había una sencilla mesa con una silla a modo de escritorio.

No era la gran cosa, pero tampoco parecía incómodo. De hecho, era más de lo que Bunny se hubiera atrevido a esperar y se dijo a si mismo que algo debía haber en toda esta bondad que no podía terminar de aceptar del todo. Todo era demasiado bueno para que no hubiera trampa alguna.

North se retiró y dándole las buenas noches, lo dejó solo con sus pensamientos.

Bunny guardó sus cosas en el ropero y luego se dejó caer en la cama, no exactamente cansado sino más bien algo sobrepasado por la situación.

Comenzó a pensar en todos los compromisos que tendría que aplazar con su familia mientras estuviera aquí. Decidió que tan pronto pudiera buscaría el modo de mandarle un mensaje a su madre y le hablaría acerca de su situación.

Hizo todo lo posible por convencerse a sí mismo de que esto no estaba tan mal, sin embargo, su situación era peligrosa. Sabía que, si cometía cualquier error, los humanos -quienes fueran-, tratarían de matarlo. Simplemente no podía confiarse. Por buenos que fueran con él, por mucha bondad que hubiera recibido durante este largo día, había una regla que por generaciones los Pookas se habían encargado de recordarse unos a otros sin ninguna excepción; Rodeado de humanos, un Pooka nunca estará seguro.

Por fuertes y sabios que fueran, las personas de su tribu no podían combatir tan abiertamente a la raza humana. Los humanos los superaban en número a razón de diez a uno. No había ningún motivo- no que Bunny supiera-, por el cual valiera la pena arriesgarse.

Pasaron algunos minutos en los que Bunny siguió haciendo algunos cálculos para garantizar su supervivencia. De pronto, sin advertirlo, comenzó a sentir un frío casi glacial.

Un poco confundido por el cambio tan repentino, se cubrió con el edredón de la cama y decidió tratar de dormir. Sin embargo, el frío no se detenía en lo más mínimo; le calaba hasta los huesos. Pasaron algunos minutos y llegó un momento en que se volvió intolerable; no podía dejar de temblar, los dientes le castañeaban y sin duda alguna, le estaba siendo imposible conciliar el sueño. Luego de un buen rato se puso de pie y caminó hacia la ventana esperando ver un halo de nieve cubriendo todo el exterior; sin embargo, afuera la noche era clara y tranquila. Pegó su mano al vidrio de la ventana y lo sintió tibio.

Por un momento se asustó pensando que el frío solo era cosa suya, algo de su cuerpo; quizás estaba enfermándose, sin embargo, caminó hacia la puerta y al cerrar su mano en el picaporte lo sintió como si estuviera hecho de hielo. Esto no era solo cosa suya.

Salió de la habitación un tanto confundido, preguntándose si alguien más habría sentido lo mismo que él estaba sintiendo. Sin embargo, la casa entera parecía estar dormida.

Caminó por el pasillo en medio de la oscuridad. Pensó en ir a buscar quizás una manta extra, pero no recordaba exactamente donde estaba la lavandería. Su segunda opción era ir a la cocina y encender algo de fuego con qué calentarse. Simplemente no podía seguir soportando el frío que sentía en estos momentos, era tanto y tan profundo que lo asustaba.

De pronto, del otro lado del oscuro pasillo, vio una luz. Una luz amarilla que se acercaba apoco a poco a él. La visión parecía extraña...quizás estaba medio dormido porque lo primero que se le vino a la mente fue un fantasma.

- ¿Bunny?

Y, sin embargo, fue la voz de Jack la que llenó las paredes del pasillo. Bunny respiró profundo, tratando de pretender que no se sentía embargado por aquella suave voz.

Se acercó un poco más, y finalmente, se encontró frente a él. Tomó la mano de Jack, que sostenía una lámpara, y la hizo un poco hacia atrás de manera que la luz quedaba junto a su cara y no frente a ésta. Era mucho más fácil verlo así.

Las luces y las sombras delinearon su rostro perfecto y Bunny tuvo la idea vaga de que la imagen frente a sus ojos bien podría parecer una pintura. Jack lo observó un momento antes de que él se sintiera demasiado consciente de dos cosas.

Uno, ya no sentía frío.

Dos, llevaba un buen rato sujetando la mano de Jack sobre la lámpara.

- ¿Sucede algo? - preguntó de pronto Jack, al parecer, sin prestar demasiada atención al hecho de que sus manos estaban casi enredadas una con la otra.

-Yo…de pronto sentí mucho frío y salí a…a buscar una manta o algo…- contestó Bunny, medio tartamudeando, demasiado consciente de que, de hecho, esta no era una situación normal. Él no era el tipo de persona que iba por contacto corporal de manera tan sencilla, incluso si alguien le generaba tanta admiración como lo había hecho Jack. De hecho, al contrario. Las obras de arte, para él, eran intocables.

-Es normal…a veces hace mucho frío por las noches- explicó el joven, y Bunny creyó ver una pequeña pizca de incomodidad en su rostro-, solo por ratos. Pero si te da mucho frío, en tu ropero debe haber mantas, y si no las encuentras, debe haber algunas en la lavandería.

Jack levantó sus ojos hacia Bunny, y este asintió. Un silencio un poco incómodo se instaló entre ellos, pero Bunny no se retiró porque sentía algo en la atmósfera que le impedía moverse. Estaba casi cien por ciento seguro de que Jack iba a decirle algo.

Podría llamarlo instinto. No estaba seguro. Pero Jack de pronto cambió su expresión, respiró profundo y luego soltó el aire antes de hablar.

-Me preguntaba si…si podrías ayudarme a armar un ramo para mi cita de mañana. La chica con la que voy a salir…es muy linda, y me sentiría mal de no llegar con un regalo apropiado para ella.

Bunny asintió y Jack le agradeció en voz baja. Finalmente, una pequeña sonrisa apareció en su rostro y le dio las buenas noches. Se dio la vuelta y salió de allí.

Bunny se sintió intrigado por esta aparición. Era como haber visto a un fantasma.

Iba a ir a la lavandería a buscar unas mantas, pero apenas iba a comenzar a caminar se dio cuenta de que ya no tenía nada de frío, justo como había notado antes. Entonces decidió volver a su habitación y tratar de conciliar el sueño.

Por alguna razón, la perspectiva de armar ese ramo para la cita de Jack no le agradaba en lo absoluto.

Continuará…

¿A quién le gusta la idea de que Jack tenga una cita…con una chica? La verdad a mí no pero todo es con fines de la trama :p

Por lo pronto por parte de Bunny ya hay cierto interés, aunque muy centrado en lo físico, veremos cómo se desarrolla.

Y una cosa más, Pitch no va a ser villano esta vez, al menos por el momento no me lo parece. Y finalmente, si tienen alguna duda, o comentario…ya saben, Read and Review :DDD

Esta semana tengo un examen muy importante, por eso quería publicar esto ya, porque si no lo sacaba de mi sistema no iba a poder concentrarme.

Deséenme suerte! :D

Aoshika October