Sean bienvenidos.

Rossana's Mind a su servicio.

Este es MI PRIMER FIC de "Gravity Falls". Admito que dudé mucho en hacer esto, porque, en mi opinión. Esta serie es MUY complicada. Y por eso me gusta tanto. Es increíble la presencia del terror psicológico, el profundo lazo de la familia Pines... Simplemente, son impresionantes. Esta es una de las mejores series que he visto durante mucho tiempo, ya faltaba una que realmente valiera la pena en estos tiempos. Porque en lo que a mí respecta, no se ofendan, las series de hoy en día ya no tienen tanto valor como las antiguas. Pero en fin.

Espero que respeten que es mi primer fic de esta serie, me cuesta un poco manejar sus personalidades.

En fin…

Comencemos!

ADVERTENCIA: Esta es una escena alternativa del último capítulo de Gravity Falls, el summary explica todo.

DISCLAIMER: "Gravity Falls" no me pertenece, le pertenece al talentoso Alex Hirsch. Y la imagen de portada que tiene este fic le pertenece a Demona-Silverwing.

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Lo siento.

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Stanford Pines contempló con gran agonía la aún confundida pero calmada expresión de su gemelo. Era curioso cómo funcionaban las emociones; porque él no los recordaba, y aun así se sentía a gusto tenerlos a su lado. Era feliz.

Dipper trató de consolar a una destrozada Mabel durante horas, mas no hubo éxito alguno. Las lágrimas de la pobre pre-adolescente no cesaban, por lo que tuvo que apartarse de Stan para no preocuparlo por una pena que él jamás comprendería. Su hermano lloraba en silencio, manteniéndose fuerte para sostener su peso y el de su hermana. Sin duda alguna, eran admirables.

Y en cuanto a él...

Contuvo un gruñido de dolor al sentir esa espantosa punzada en su costado izquierdo.

Durante su cautiverio, Bill lo torturó sin piedad, dispuesto a lo que sea para hacerle hablar. De quemaduras a descargas eléctricas, de brutales golpes a puñaladas satíricas, del dolor físico al psicológico.

Su cabeza iba a explotar.

El escozor era cada vez más insoportable.

¿Cuánta sangre habría perdido ya?

Si bien los niños no habían notado su desangrado, había sido por su confiable suéter del mismo color que la sangre, sin mencionar que durante su cambio de prendas con Stanley para engañar a Bill, las ropas negras lo habían favorecido.

Sabía que su hermano había notado que estaba lastimado, sin embargo su prioridad eran los niños.

No tenía por qué importarle.

¿Por qué se preocuparía de un hermano de mierda como él en lugar de dos criaturas inocentes?

No lo merecía.

Había perdido a su hermano.

Y ahora, estaba perdiendo la vida.

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Ford tuvo que apartarse de aquella escena donde Mabel insistía en mostrarle fotografías a Stan para hacerle recordar. De algún modo, funcionaba. Pero no le reconfortaba ni un poco que su hermano aún siguiese sin recordad quién era él.

Bah, lo merecía.

Detuvo sus pasos al oír un casi imperceptible goteo cerca de él.

Notó con cierto horror que había comenzado a manchar el suelo de la cabaña con el líquido vital que brotaba del agujero de su costado izquierdo. Presionó con insistencia su mano de seis dedos contra la herida. Quiso soltar un grito, pero se contuvo para finalmente soltar un inaudible jadeo.

Se dirigió a la salida de su hogar con rígidos pasos cual robot. El sabor metálico se mezcló con la saliva de su boca, causándole unas horribles náuseas.

—¿Tío Ford?

La voz de su sobrina hizo que parara en seco.

No podía voltearse, no podía verla a la cara. Tragó sus fluidos con esfuerzo, no necesitaba delatar más de la cuenta su respiración acelerada.

—... ¿Qué ocurre, Mabel?

La menor contempló la temblorosa espalda de su familiar con cierta preocupación. Supuso que debía estar muy mal por haber perdido de alguna forma a su hermano. Jugó con su cabello, insegura. No había podido compartir mucho con Ford, y aunque los pequeños momentos eran especiales para ella, no podía asegurar que fuesen la gran cosa para su tío.

Lo había sentido tan alejado de su situación actual con Stan, que sintió la necesidad de asegurarse que se encontraba bien.

Algo le decía que no era así.

Después de todo, Stanley comenzaba a recordar a todos, excepto a Ford.

—Quería saber si estabas bien —Sus dedos se enredaron en su cabello—... Has estado muy callado desde que el tío Stan...

—Estoy bien, Mabel —Respondió muy rápido, captando más sospechas por parte de su sobrina—... Solo necesito... Un poco de privacidad.

—Bien, pero... Dipper... Y por supuesto, yo también... Estamos aquí si nos necesitas.

Ford no pudo evitar sonreír ante las dulces palabras de Mabel. Esa niña era una preciosa estrella, era innegable.

—Agradezco tu preocupación, cariño —Se giró un poco para admirar la tímida expresión de la pequeña. Ahora jugaba nerviosamente con sus manos.

Había sido muy egoísta.

Stanley y Mabel se parecían en muchas cosas, por esa misma razón, Ford no pudo evitar adorarla apenas la había visto por primera vez. Sin embargo, su relación era agridulce. Su rencor hacia su gemelo estaba esparcido como un incendio alrededor de su corazón, por lo que acercarse a Mabel le resultaba doloroso. Temía descargar su ira en la inocente joven.

Estúpido.

Era una razón sumamente infantil, pero no pudo evitarlo. Su corrompida mente y corazón lo habían cegado una vez más.

—Mabel, perdóname —Murmuró sin mirarla.

—¿Cómo? —Abrió enormemente los ojos.

—He sido egoísta. Creí que Dipper estaría feliz de estar conmigo al quedarse en Gravity Falls, pero no te consideré, mucho menos a Stanley —Rio con amargura— Tampoco dejé que te acercaras a mí como permití con Dipper. Pensé que estaba haciendo lo correcto, pero yo mismo los conduje a este desastre —Con la mano temblorosa, abrió la puerta y salió de la casa, soltando por última vez sus disculpas—: Lo siento.

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Era más de media noche y Stan se había quedado dormido. Tal vez no recordara mucho, pero todos habían quedado severamente magullados por el Weirdmageddon. Dipper también se encontraba exhausto, pero no se iría a dormir antes de asegurarse que su hermana estuviese con él en la habitación que compartían. El castaño salió de su recámara para buscar a Mabel, pero no fue necesario, pues se la encontró subiendo las escaleras.

—¿Mabel?

Su hermana alzó la vista con sorpresa.

—Dipper —Sonrió sin ganas al terminar de subir. Su gemelo suspiró y posó su mano en su hombro.

—Mabel, sé que esto no es fácil. No lo es para ninguno de nosotros. Pero tenemos que mantenernos unidos —Su voz tembló—... Tal vez si hay esperanzas para recuperar al tío Stan gracias a ti.

La castaña asintió con la cabeza, pero parecía estar pensando en algo aparte del tema de su tío.

—¿Hay algo que quieres decirme? —Dipper fue directo al punto al no oír la voz de du hermana.

—Algo no está bien, Dipper —Hizo una mueca.

—¿Qué quieres decir? —Alzó una ceja— Estamos bien. Hubo consecuencias, sí... Pero nadie murió. Y sé que saldremos de esta, Mabel. ¿Cuál es el problema?

Mabel no sabía cómo decirle. ¿Cómo simplemente decir que le había dado muy mala espina su charla con Ford? Y no de la manera que algunos pensarían, claro que no.

La forma en que su tío había hablado...

Fue como si se estuviera despidiendo.

Pero su tío jamás los abandonaría, ¿verdad?

No después del sacrificio de Stan, no cuando los niños lo necesitaban más que nunca, no cuando todo había acabado.

—¿Mabel?

Ella apretó los puños.

Él se había disculpado con ella, cuando en realidad debió ser al revés. Ella tampoco había puesto mucho de su parte para forjar lazos con su tío, lo había culpado de su distancia con Dipper. Ella debió sentirse orgullosa de su hermano, en lugar de eso, tuvo que ser egoísta y desear retenerlo.

Mabel miró con pena los ojos de su hermano.

—Algo no anda bien con el tío Ford, Dipper.

La mirada de su gemelo se oscureció notoriamente. Había notado el comportamiento de su tío.

—Debemos darle tiempo, Mabel. Él también está respetando nuestro espacio.

Ella no pudo evitar pensar que ahora mismo, lo que menos necesitaban eran distancia.

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Tal vez era lo mejor.

Si él desaparecía, Bill no tendría posibilidad de triunfar.

Porque Dipper, Mabel y Stan, habían podido derrotarle, muchas veces. Eran Pines, después de todo.

Si moría, jamás volvería a caer en las sucias trampas de ese triángulo psicótico.

Si moría, se llevaría la llave del éxito de Bill a la tumba.

Si moría, dejaría de pretender que estaba bien.

Si moría...

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El natural sonido del bosque de Gravity Falls lo relajó bastante, despejó su mente. Claro, era normal oír a criaturas extrañas alejarse de esa zona. Conocía muy bien el lugar, y sabía que a estás horas de la noche, nada ni nadie se le acercaría.

Apartó su mano del lado izquierdo de su torso para mirar la severidad de su herida. Joder, no frenaba, la sangre escurría como un grifo abierto.

Entrecerró los ojos.

Maldición...

Si moría, no volvería a ver a los niños.

Si moría, no volvería a ver a su hermano.

Si moría...

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Pensaba que era lo mejor, de verdad que sí. Pero no quería. Había muchas cosas que aún quería hacer.

Tenía la miserable esperanza que su hermano le recordara y lo llamara seis dedos una vez más.

Quería compartir más de su conocimiento con su ingenioso sobrino Dipper.

Deseaba pasar más tiempo con su preciosa sobrina Mabel, quizás a pedirle a enseñarle a tejer otro suéter. Ambos habían desarrollado un apego por esas cálidas prendas.

Ansiaba restablecer su antigua amistad con Fiddleford.

Apoyó su espalda contra el tronco del árbol y se dejó caer sentado.

Estaba tan cansado.

Días sin dormir por el Weirdmageddon, siendo torturado por el demonio de un solo ojo, angustiado por el bienestar de Dipper y Mabel.

Y aunque en aquel entonces no quiso admitirlo, también estuvo muy preocupado por su hermano.

Sentía sus músculos entumecidos, sus párpados cada vez más pesados, ya parecía estar ignorando la profunda herida de su torso.

Podría simplemente cerrar los ojos y mandar todo a la mierda.

Eran tan simple…

Stanford terminó por cerrar sus ojos al mismo tiempo que su respiración se apagaba lentamente. Dejó caer su mano que retenía la sangre que no dejaba de salir.

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Los rayos del sol atravesando la ventana chocaron contra el rostro de Stanley Pines, quien soltó un gruñido de molestia. Iracundo, se incorporó, rascándose la espalda mientras se colocaba sus anteojos. Contempló la habitación con confusión. Aún no se acostumbraba a los destrozos ni tampoco al lugar que supuestamente era su casa. Caminó a dónde suponía que estaba la cocina, esperando que uno de sus sobrinos bajara que desayunaran o algo por el estilo.

Hizo una mueca al ver a Soos dormido en el suelo como si fuese un perro. Cogió una escoba y pinchó su mejilla con la parte superior de esta.

—¡Levántate, Soos! No eres animal para dormir en el suelo —Gruñó, soltando la escoba.

—¡Ah! ¡Sí, señor Pines! —Se levantó rápidamente, pero al fijar sus ojos en su jefe, suavizó su expresión—… Buenos días, señor Pines.

Stan tuvo que tragarse la bilis que quiso escupir. Detestaba que lo miraran de esa manera, con lástima. No lo soportaba.

—¿Qué quieres? ¿Un beso en la mejilla? ¡Vamos, este lugar no se reparará solo! Trata de reparar parte de la cabaña mientras hago el desayuno —Ordenó.

—¡S-Sí, señor Pines! —Obedeció rápidamente el joven y salió corriendo de la cabaña.

Hmph —Soltó con los ojos entrecerrados.

En lugar de sentirse mal por la forma en que trató al sujeto, se sintió… natural.

Como si siempre hubiese sido así.

Tal vez…

—Buenos días, tío Stan…

Él se giró para ver las tímidas expresiones de los niños que eran sus sobrinos. Notó que la chiquilla tenía el hábito de jugar con su cabello cada vez que se sentía incómoda. Su gemelo, por otro lado, se rascaba insistentemente la parte trasera de su cabeza.

—Siéntense a desayunar —Dijo simplemente.

Tenía recuerdos borrosos de ellos. Y a juzgar por la sensación que invadía su corazón al verlos…

Debía quererlos mucho.

Ellos sonrieron y le siguieron a la cocina.

—¿Dónde está el tío Ford?

Stan posó la sartén en la mesa.

—… ¿Quién?

Dipper y Mabel se miraron entre ellos, para después volver a mirar a su tío.

—… Tu hermano Stanford…—Murmuró la castaña.

—¿Hablas del nerd de ayer? Creí que ya se había ido a su casa.

—Tío Stan, esta es la casa del tío Stanford.

El aludido alzó una ceja.

—Tal vez esté en su laboratorio —Sugirió Dipper— Iré por él.

—No es necesario, niño. De seguro vendrá en cualquier momento, el tiempo siempre vuela para él.

Sus sobrinos lo miraron con sorpresa, y… Pues… Él mismo se sorprendió.

Lo había soltado de su boca como si fuese lo más común.

Bueno, si se suponía que era su hermano, debía conocerlo lo suficientemente bien como para…

Algo captó su atención por el rabillo del ojo.

—¿Tío Stan?

El anciano los ignoró y salió de la cocina y se acercó a la puerta que Soos no se había molestado en cerrar. El paisaje no fue lo que le había distraído.

No.

Eran las enormes manchas rojizas que estaban en el suelo.

Dipper y Mabel lo siguieron y también contemplaron lo que observaba Stan.

—… ¿Eso es sangre? —Se preguntó en voz alta Dipper, un poco alarmado.

Mabel parpadeó, confundida.

Un momento.

El día anterior, en ese mismo lugar…

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Stan tensó la mandíbula.

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Los latidos de su corazón se aceleraron al escuchar más destrozos del otro lado. Si querían que su plan funcionara, debían darse prisa. En cualquier momento, Bill aparecería.

Pero no podía concentrarse sintiendo la camisa y el suéter de su hermano saturados de sangre contra su piel. Tuvo que estrujar un poco la tela, provocando que muchas gotas cayeran al suelo.

No supo en qué momento Stanford se había lastimado así, pero lucía grave por la cantidad de sangre que había perdido. Lo miró de reojo, ya de por sí tenía algunas quemaduras y moretones, también notó que había utilizado un trozo de tela de su camisa para frenar temporalmente la hemorragia de su costado. Fue un nudo rápido y duro, para finalmente ser oculto por el resto de sus prendas.

Stan iba a decirle, a preguntarle si se encontraba bien…

Pero no tuvo la oportunidad de hacerlo cuando el condenado demonio de un solo ojo había vuelto, y para colmo de males, con sus sobrinos en su poder.

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—¿Tío Stan?

La voz de Dipper lo devolvió al presente nuevamente, pero sentía su corazón subir hasta su garganta. Le costó respirar, sentía una creciente angustia, que nacía desde su estómago hasta querer salir por su boca en un grito.

Mabel notó la expresión de pánico en el sudoroso rostro de su tío, confirmando sus sospechas.

¡¿Cómo pudo ser tan estúpida?!

Dipper se estaba desesperando. Su hermana tenía ambas manos en su boca, horrorizada. Su tío, mientras, parecía estar en una especie de trance. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió ignorante a la situación.

Stan parpadeó y dirigió sus ojos al bosque.

—¡Stanford!

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Y esto llega hasta aquí, por ahora.

Será un two-shot, o tal vez un three-shot, no estoy muy segura. En fin, espero que les haya gustado y comenten al respecto.

Nos leemos.

Rossana's Mind.

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