— COMO ENTRENAR A TU VIKINGO —
Epilogo
Toothless terminó su relato y todos los dragones presentes se quedaron mudos, procesandolo todo. Habían pasado cinco años de eso, pero Toothless todavía lo recordaba muy reciente en carne propia, era muy difícil olvidar algo así.
Congregados en la arena, todos los dragones de los que Valka había cuidado por años, bebían de las palabras de su nuevo gran Alpha, el último de los Night Fury. Tenían curiosidad por saber como fue que el lugar horrible del que su humana huyó hace 20 años, dejando a su familia atrás, se convirtió en un paraíso dragonil. Pues bien, ahora estaban informados. Y altamente impresionados, también.
— ¿Alguna otra preguntita? —Toothless pasó la mirada por todos sus oyentes.
Daba algo de apuro saber que la seguridad y convivencia de todos esos dragones recaía sobre él ahora, pero ahora ya no era un chiquillo, era un joven adulto que habría aprendido a mantener los píes en la tierra, muy de vez en cuando.
— ¿Cómo es qué ahora puedes volar sin el Alpha humano encima de ti? —le preguntó un Gronckle en la multitud.
— Eso es otra historia —contestó.
— ¿Nos la cuentas?
— ¿Es qué creéis que soy un narrador?
— Por favor, Alpha Toothless —pidió un joven Nadder.
— Tal vez otro día, mirad el cielo, oscurece, regresad con vuestros humanos.
— Jo.
— No queráis verme enojado —solo eso hizo falta para que no perdieran tiempo en llegar hasta la salida.
Sin embargo esos que aun no tenían una "mascota" tenían la opción de quedarse en la arena esperando a Valka.
— ¡Yo también quiero tener mi propio humano y ser un héroe! —exclamó alguno de ellos.
— Pronto, Gustav dijo que sería pronto.
Después de que la muerte de Stoick se corriera como la pólvora y llegase hasta los oídos del problemático adolescente, este regresó al poblado que le vio nacer y entre unas cosas y otras, terminó sustituyendo a Hiccup como nuevo maestro de dragones en la arena. Su cabeza por fin se había asentado completamente en sus hombros tras eso.
Una delicada mano humana acarició la cabeza de Toothless y este no pudo evitar sacar la lengua del gusto. Madre e hijo tenían los mismos dedos mágicos.
— Buenas noches, Alpha —saludó Valka con una risa contagiosa.
Esa mujer era sin duda un ángel, solo mirar sus ojos brillantes hacía que se quitaran todas tus penas. En presencia de ella la existencia de un ser tan perfecto como Hiccup al fin se entendía. Desde que Toothless la conoció agradecía a los antiguos Alphas que en realidad no estuviese muerta. Era un bálsamo contra el duro golpe que suponía las muerte de Stoick, sobretodo para Hiccup. Sin embargo el Night Fury notó algo en los ojos de la mujer, ligeras lágrimas de emoción que no podía contener. No le sorprendía, supo desde el principio que la mujer también había estado escuchando su historia. Su fino olfato no fallaba, ahora menos que nunca.
— ¡Bueno, bueno, voy a cerrar las puertas! —exclamó Gustav— Mejor me daba prisa, señora, no querrá llegar tarde a la cena.
— ¿A qué viene tanto apuro? —preguntó Hiccup, acercándose al lugar.
— Viene a que tengo tanta hambre que me comería un yak entero.
— Enfermarías como la otra vez —le recordó su nuevo jefe.
— Como sea.
Toothless no perdió tiempo en abalanzarse sobre su humano y lamerle la cara. Hiccup rió con esa risa contagiosa suya.
— Hola, amigo, también me alegra verte.
— Hola, hijo, ¿cómo te fue? —Valka preguntó saliendo del lugar con sus dragones rezagados detrás.
— Estoy molido, ma' —dijo sobándose el cuello y haciendo crujir algunas articulaciones en su espalda—. No me puedo creer que papá pudiera con esto todos los días. Al menos el poblado está de nuevo decente y justo a tiempo, ¡el abuelo Erik ya va a llegar mañana!
— ¿Nervioso?
— ¿Nervioso yo? Oh, no, no, no. Solo que no recuerdo nada en absoluto sobre él y puede que haga el ridículo.
— ¿Qué me dices de mi? Soy la hija que fingió su muerte por años, apenas y seguro le quedaran fuerzas para regañarte a ti cuando acabe conmigo —Valka le sonrió conciliadora y posó una mano en su hombro—. No te preocupes por los dragones, los aceptará, tarde o temprano, ya has convencido a medio Archipiélago.
— No convencí a Drago.
— Drago era un pobre loco —aseguró ella sin pudor—. Pero Erik es tu abuelo, mi padre, no levantará armas contra nosotros.
— Pero estará resentido.
— Conmigo, sí, tiene motivos. Me escapé, te abandoné.
— Hiciste lo correcto.
— Ahora dime eso mismo mirándome a los ojos y tal vez lo crea.
Hiccup se sonrojó avergonzado, incapaz de hacerlo.
— ¿Ves? Soy tu madre, no me puedes mentir.
— Solo corramos un tupido velo, ¿vale?
— A sus ordenes, jefe —y ella rió revolviendole el cabello.
Pero entonces frenó bruscamente.
— ¿Ma', pasa algo?
Toothless también la miró interesado.
— Hijo, ¿cuánto es lo que sabes sobre nuestros antepasados familiares?
— Extraña pregunta, la verdad es que no mucho.
Ella asintió solemne y después tomó a su hijo de la mano.
— ¡Ven, te mostraré algo! —y echó a correr hacía la casa sin darle más explicaciones— Espérame aquí.
— Tooth, ¿tú sabes de qué va todo esto?
— Me hago una ligera idea —contestó el Night Fury, con una sonrisa ladina.
— Está bien, ¿qué tramáis los dos?
— Ah, a mi registrarme, no encontraras nada.
— Muy gracioso, Tooth.
— ¡Lo encontré! —exclamó Valka, en su mano la misma imagen que Stoick le había mostrado a Gobber cinco años atrás— Gracias a Odin, tu padre no la quemó.
— ¿Qué es eso, ma'?
— Hiccup, hoy no iremos al Gran Salón, tengo que confesarte algo que la familia Haddock lleva años ocultando de los demás.
— Ma', me estás asustando un poco...
— Solo entra, y cierra bien la puerta —ordenó la mujer.
El joven hombre y su dragón entraron en la casa tal y como ella había dicho.
— Siéntate, irá para largo.
— ¿A qué viene tanto secretismo?
— Hiccup, no eres el primero de la familia en montar y proteger a un dragón, tampoco yo.
— ¿Qué? —el joven jefe estaba realmente sorprendido. Miró a su dragón esperando una explicación, pero este solo señaló a Valka con la cabeza.
Entonces Valka desdobló la imagen y se la pasó a su hijo.
— ¿Qué es lo que ves aquí cariño?
Hiccup se había quedado totalmente mudo.
— ¿Eso es un Night Fury? —estaba totalmente sorprendido.
— Sí, en un retrato de más de cien años, y no es el único dragón que te puedes encontrar en un retrato de ese tiempo —señaló una parte de la imagen con el dedo—. Hijo, te presento a tu tío abuelo, Hiccup Horrendous Haddock, el segundo.
Hiccup se quedó totalmente boquiabierto.
— ¿Pero cómo...?
— Te contare la historia de tu nombre —contestó la mujer—, pero te advierto de que no tiene un final feliz...
Esa sería una larga noche para Hiccup Horrendous Haddock, el tercero.