Capítulo 1: Como perros y gatos

Hay momentos en la vida que recordarás para siempre, y sin duda, para Lexa, la muerte de su madre era uno de ellos. Estaban muy unidas, siempre fueron ellas dos. Eran madre e hija, pero también eran amigas, confiaba ciegamente en ella. Siempre estaba ahí en los buenos momentos, y también en los malos. Solía regañarla porque Lexa era un desastre: desordenada, despistada y un poco loca.

Y la persona más importante de su vida se había ido hacía ya un año y no podía seguir viviendo en esa casa sin que todo le recordase a ella, así que decidió mudarse a una nueva ciudad para empezar de cero.

Había conseguido una habitación en un pequeño piso, compartido con otra chica según le habían dicho en la agencia, muy cerca de la universidad. Esperaba que al menos su compañera fuese guapa. Desde siempre supo su debilidad por las mujeres, y no tenía problema en reconocerlo. Estaba con unas y otras, disfrutaba del sexo y del placer que este le daba, y no creía en las relaciones duraderas ni en el amor verdadero, creía en la química y en la atracción. ¿Para qué amarrarse a alguien pudiendo disfrutar en cada momento de quien quisiera?

Después de pasar por la agencia para recoger las llaves del que sería su nuevo hogar se dirigió hacia el cargada con su maleta. La casa estaba vacía, su compañera al parecer no estaba y nada más entrar percibió el olor a lavanda por toda la casa. Era un lugar pequeño pero bastante acogedor, y todo estaba impecable, su nueva compañera al parecer era una maniática del orden.

-Pobre muchacha, la que le espera conmigo- Pensó Lexa.

Dejó las cosas en la habitación, cogió su chaqueta de cuero y fue en busca de un lugar donde beberse un buen café y algo de comer, había viajado varias horas y necesitaba algo en su estómago o le iba a dar algo.

Caminó un poco y encontró una cafetería que le dio buena impresión.

Nada más entrar puso sus ojos en una morena que estaba tras la barra. Tenía unos preciosos ojos azules que deslumbrarían a cualquiera, y no dudó en acercarse.

-¿Qué desea? – preguntó la camarera al verla.

- Deseo muchas cosas ahora mismo, ¿Octavia no?-dijo leyendo el cartel que tenía en su camisa, mientras no dejaba de mirarla y le dedicaba una de sus sonrisas. – pero me conformo con un café doble. Con mucho azúcar por favor.

-Marchando un café doble para la señorita -dijo Octavia devolviéndole la sonrisa.

-Lexa, puedes llamarme Lexa.

-Muy bien Lexa, puedes sentarte en algunas de las mesas, en un momento una de mis compañeras te llevará el café.

Y así lo hizo, se sentó en una de las mesas que había en la pequeña cafetería hasta que recordó que, mientras se dedicaba a tontear con la preciosa camarera, se había olvidado de pedir algo también para comer. Se levantó para dirigirse a la barra de nuevo cuando de repente chocó con alguien y notó como su pecho ardía y su blusa blanca se llenaba de café.

-¡JODER! Lo siento, no sabía que te ibas a levantar- dijo una chica rubia mientras torpemente intentaba secar su camisa, empeorándolo todo aún más.

-Deberías fijarte mejor por donde caminas- Dijo Lexa cortante.

-Lo siento mucho, de verdad, yo venía a traerle el café…y- dijo nerviosa la otra chica.

-Vaya formas de servir el café tienen aquí, y por cierto ya puedes dejar de sobarme las tetas, estás estropeando aún más mi camisa- resopló Lexa, y pudo ver como la rubia se ponía roja como un tomate y quitaba sus manos rápidamente.

-Ups, yo…lo siento, no era mi intención tocarte las tetas.

-¿Estás intentando decir que mis tetas no están bien? – Lexa notó los nervios de la chica y quiso vengarse de ella poniéndola en un compromiso.

- ¿Qué? Yo…yo no, tienes unas buenas tetas, pero yo solo intentaba limpiarte el café.

-Existen los paños, ¿sabes? Si querías acercarte a mí no hacía falta destrozarme la camisa.

-No sé con qué clase de mujeres te juntarás, pero yo no voy tocándole las tetas a la primera chica que veo por ahí. Además, no eres nada del otro mundo, no te lo creas tanto. -Respondió Clarke bastante molesta por la actitud chulesca de la castaña. Era preciosa, no podía negarlo, pero su actitud era insoportable.

-Vaya, la pequeña tiene carácter. -sonrió Lexa.

-Sí, y si no te importa tengo que limpiar el suelo. Disculpa de nuevo, me encargaré de compárate una camisa nueva y yo invito al café. -respondió la rubia tratando de sonar lo más cortante posible.

-Por la camisa no te preocupes, si quieres te la regalo y así puedes verla cada día, ya que no le quitas ojo de encima. Pero al café no me voy a negar, y tráeme por favor un donuts también. Estaré sentada en la mesa sin moverme para que no tengas que tirarme el café de nuevo con la excusa de meterme mano-dijo guiñándole un ojo y sentándose en la mesa, mientras veía como la rubia resoplaba.

Mientras comía no le quito el ojo de encima a la rubia, era bastante guapa, tenía unos ojos azules que hacía que te perdieses en ellos, y un lunar en el labio que incitaba al pecado. Le había encantado picarla y ver como la rubia le respondía, parecía tener carácter y eso le gustaba. Sin duda algún día volvería por ese bar.

Llevaba ya unas horas en el piso, sentada en el sofá con los pies posados encima de la mesita que tenía delante mientras veía un capítulo de Juego de Tronos, cuando escuchó la puerta abrirse. Debía de ser su compañera de piso. Tenía curiosidad por verla, pero no quería parecer desesperada, así que siguió con la serie. Escuchó unos pasos detrás suyo.

-¡ESTO TIENE QUE SER UNA BROMA!- Escuchó de repente, y se giró para encontrarse con los ojos azules de la bonita camarera.

Bueno chicos, aquí estoy con una nueva historia, la cual prometo acabar e intentar actualizar al menos cada dos días. Esto es una pequeña introducción, los próximos episodios serán más largos y más intensos. Mi intención con este fic es que disfrutéis y haceros reir, aunque habrá algún drama que otro, por su puesto. Me gustaría que me dejarás algún comentario para ver que os parece, y si se os ocurre alguna idea, siempre es bienvenida. Podéis encontrarme en AlyciaDebnam_ES en twitter. GRACIAS.