Buenas noches, buenas noches, la despedida es tan dulce pena que diré buenas noches hasta que amanezca.

-Romeo y Julieta.

::.::.::

11:11

::.::.::

Son las diez cuarenta de la noche cuando un mensaje entra interrumpiendo una conversación.

La chica lo mira y sus amigas le preguntan, ¿Quién es? Ella solo sonríe y niega con la cabeza, nadie importante, son las noticias, responde sin ningún tipo de expresión en el rostro. Se reanuda la conversación como si nunca hubiera llegado nada.

A las diez cuarenta y cinco la rubia se disculpa, dando vagas excusas para retirarse de la fiesta. Todas protestan diciendo que es demasiado temprano para que lo haga.

Diez cincuenta en punto sale por la puerta principal no sin antes haberles prometido que a la siguiente se quedaría. Camina hacía el camaro negro y se sienta en el cofre mientras se fuma un cigarro, garabatea algo rápido u lo pega en el parabrisas.

Diez cincuenta y cinco se levanta y con paso firme llega a la esquina, para un taxi y dice la dirección que se ha aprendido de memoria. Sabe que tiene el tiempo contado y no le importa, nunca le ha importado.

Once con cinco de la noche, un taxi se detiene a lado de un camaro negro frente a la entrada de una mansión lujosa. La rubia paga sin esperar el cambio y cierra la puerta con la cadera. El taxista arranca sonriente llevándose una buena propina.

Once con diez de la noche, una mano larga y estética toca un timbre dos veces seguidas, espera unos segundos y vuelve a tocarlo una tercera vez.

A las once con nueve unos pasos se escuchan en el interior. El click del cerrojo siendo quitado es lo único que se escucha a los alrededores. La ansiedad se puede sentir en el aire.

Once diez, la puerta es abierta lo suficiente para que ella entre, da el primer paso y una mano la jala al interior oscuro, donde la única iluminación son los rayos de luna que entran por los grandes ventanales sin cortinas.

Once once…. En la mansión Nara si prestas atención podrás escuchar unos labios uniéndose con pasión, su falta de aire se colará a tus entrañas y la desesperación de por fin estar juntos te hará sentir lo que es el amor.

Cuatro de la mañana, una conversación es llevada por medio de susurros para terminar en risas calladas en besos incitando a una última vez antes de la despedida. Ambos están de acuerdo que si tuvieran que ponerle un nombre a todo esto sería llamado como la obra de Shakespeare: Romeo y Julieta.

::.::.::

Son las diez cuarenta de la noche y en algún lugar de una fiesta cierto pelinegro redacta un mensaje con una dirección…

::.::.::

Chins up. Smiles on.