Notas del autor: ¡Gracias por leer otra de mis historias! Esta vez no es un one shot, sino que es una historia larga (no sé decirles de cuántos episodios pero sí serán más de 10). Es el obligadísimo universo alternativo de rockeros. Creo que les gustará, pero ustedes tienen la última palabra. ¡Cuéntenme qué les parece en los comentarios!


1. There is a light that never goes out - The Smiths

-"Ue-sama" -leyó en voz alta una de las tres chicas con uniforme de preparatoria, detenidas frente a un cartel elaborado en letra infantil, con la tierna foto de un gato perdido. -¡Vaya que la gente le pone nombres raros a sus mascotas!
-¡Ah, vamos, Yama-chan! -bufó otra de ellas, llevaba el cabello suelto y usaba gafas -No puedes decir nada de nombres raros, tú le pusiste a tu perro un nombre realmente horroroso, como el vocalista de Zenny's.
-¿Qué te pasa, Ami-chan? -replicó la primer chica, era alta y de cabello corto -¡Los de Zenny's son dioses!
-Por supuesto que no, ¡Hyakkyakou son los verdaderos dioses!
-¿Tú qué opinas, Hiyori-chan? -preguntaron ambas a la vez, mirando a la tercera muchacha que se había quedado absorta pensando en el pobre gatito perdido del cartel. Los confusos ojos de color magenta les indicaron a sus amigas que realmente no había prestado la menor atención.
-Yo... creo que Ue-sama es un nombre bonito... -titubeó Hiyori, acomodándose nerviosa la bufanda alrededor del cuello y liberando algunos mechones de cabello castaño que habían quedado apresados debajo. Ami y Yama suspiraron, resignadas.
-Hiyori siempre vive dentro de su propio mundo. -rió Ami.
-Disculpa, Hiyori. En realidad creo que fue una tontería preguntarte algo así en primer lugar. -agregó Yama, algo apenada. Hiyori siguió mirándolas con los ojos muy abiertos, completamente perdida.
Las tres continuaron su camino.
Era un frío día de finales de otoño. La clase de día nublado en el que se esperaría que comenzara a nevar de un momento a otro. Hiyori miró desde atrás a sus dos amigas. Habían sido cercanas desde la secundaria, y sin embargo de alguna manera sentía que se quedaba cada día más atrás. En ocasiones como esta, por ejemplo, era incapaz de entender del todo el tema de conversación. Ami y Yama la apoyaban en lo que podían pero ciertamente a veces les resultaba complicado explicar el trasfondo de absolutamente todo lo que llegasen a decir. Después de todo, Hiyori siempre había resultado ser una niña especial. Y aunque al principio le había resultado bien, últimamente se daba cuenta de que quizás ser especial le presentaba más dificultades conforme el tiempo pasaba.
A ella jamás le había hecho falta nada. Su padre era el director del hospital familiar, y teniendo sólo un hermano mayor que parecía destinado a seguir los pasos de todos los hombres de su familia, a Hiyori jamás se le había exigido tomar partido en la conversación sobre qué querer ser de grande. En lugar de ello, su madre se había empeñado en educarla como una niña ejemplar de buena familia.
Desde entonces, básicamente no le quedaba tiempo para distracciones. Ikebana, baile tradicional, ballet, piano, pintura. Toda actividad en la que se requería que una buena niña debía tener talento, Hiyori se veía enrolada de inmediato por su madre, quien era su guía incluso en los momentos de ocio, decidiendo sobre la programación televisiva a la que ella podía tener acceso.
-¿Hiyori? ¡Hi-yo-ri!
-¿Eh? ¡Ah, lo siento Ami-chan! Me distraje por un momento...
Ami y Yama rieron de nuevo. -Como siempre en tu mundo, ¿verdad? -La molestó Ami.
Yama terció: -Sólo preguntábamos si era posible que nos hicieras un hueco en esa apretada agenda tuya para ir al centro comercial saliendo de la escuela.
-¿Centro comercial?
-Tú sabes, ir de compras, -sugirió Ami -probarnos cosas ridículas, tal vez tomar un helado, ¡cosas de chica normal!
Hiyori sonrió, en parte apenada y un tanto sentida.
-El martes próximo mi clase de ikebana se cancelará, puedo pedir permiso para ir con ustedes.
Ambas amigas sonrieron y dando saltitos y palmadas continuaron caminando. Yama continuó con su conversación.
-Y ya en serio, Hiyori, ¿no crees que tienes una rutina demasiado estricta?
-No sé exactamente a que te refieres, Yama-chan. Me queda suficiente tiempo para estudiar y hacer la tarea. -Yama rió un poco.
-Me refiero a tener tiempo para relajarte, descansar, salir con nosotras...
-O sin nosotras -apuntó Ami con una risita.
-¡Sí, sí! Es decir, Hiyori, tienes 16 años y no te permiten mirar la televisión sola.
-E-eso... es que... -balbuceó Hiyori, sin saber realmente qué decir.
-En la escuela ni siquiera te distraes un poco...-agregó Ami, entre preocupada y bromista- ¿si quiera hay alguien que te guste? De la vida real, obviamente Jared Padalecki no cuenta.
-¡Pero te dije que eso no era cierto!
-¡Nadie mira la pantalla como tú cuando aparece! ¡Imagínate qué diría tu madre si supiera que vienes a mi casa a estudiar con Netflix a todo volumen!
-"¡Mi hija está desarrollando gustos mundanos!" -lloró Yama, fingiendo la voz de la madre de Hiyori.
-"Esto es una verdadera desgracia!" -dijo Ami, en el mismo tono. Hiyori las miraba alternativamente sin saber si reír por lo gracioso del momento o por los nervios.
- ¡Ya basta! ¡De hecho suenan a ella y se siente demasiado extraño!
Las tres rieron, y siguieron caminando.
-¿Y bien, Hiyori? -preguntó Yama -¿hay alguien que en realidad te guste?
-Hummm... -pensó Hiyori, haciendo un esfuerzo genuino -veamos...
Luego de un par de minutos Hiyori se dio por vencida. En realidad no tenía idea de cómo se debía sentir que alguien te gustara. Tampoco había salido de compras con sus amigas ni había considerado que se convertiría en fan de una serie de acción y fantasmas.
-Creo que en verdad... no tengo a nadie que me guste...
-¡Yama-chan! ¡Mira!
-¡Waaah, kawaii!
Hiyori dejó que sus amigas salieran del camino a observar un aparador lleno de objetos con estampados de gudetama.
Genuinamente nunca había notado que de cierto modo el mundo a su alrededor era un tanto borroso, como lejano, separado de ella por un velo que si bien no era enteramente su culpa, tampoco sería justo atribuir a sus padres. En sentido práctico, a Hiyori no le había hecho falta cuidados, y en contraste con otras familias, sus padres eran cariñosos. Estrictos, sí, pero siempre le habían dado su lugar en la familia. En el mundo exterior, por otra parte, Hiyori sentía como si ese lugar al que perteneces tuviese que ganarse de algún modo. ¿Acaso era tan difícil simplemente ser uno mismo? Si ella pudiera simplemente sería como había sido hasta ahora... ¿pero eso cómo era?

Azul.

Absorta en la nada, los ojos de Hiyori se cruzaron con una afilada mirada de color azul intenso, casi eléctrico. El contacto visual la hizo estremecer por un momento, y luego asimiló el resto de las facciones; la piel clara, cejas delgadas, congeladas en un gesto indiferente, pómulos altivos y unos labios que apenas y se inmutaron por la sorpresa del encuentro. En unos segundos más, Hiyori sintió como el repentino embrujo que la tenía atornillada al suelo desaparecía en cuanto el joven terminó de limpiar sus lentes de sol en su playera blanca y se los colocó de nuevo en el rostro, siguiendo con su camino. Entonces Hiyori lo siguió con la vista. Seguramente su madre desaprobaría el largo de su cabello, un poco más largo que el de su hermano. Una guitarra colgaba de su hombro en el estuche, que parecía pesada puesto que continuaba acomodándose la correa en el hombro. El aspecto de chico rudo, los brazos llenos de tatuajes.
-¡Hiyori! ¿Qué haces? ¡Vámonos!
-Ah... ¡esperen!

Suspiró acomodando de nuevo la guitarra sobre su hombro. Removió de nuevo los lentes de sus ojos y los volvió a limpiar en su playera en un gesto compulsivo. Pulsó el interruptor del semáforo peatonal, estaba tardando tanto que lo volvía loco; especialmente después de un encuentro como ése. Se preguntó si la chica sabría quién era, y a la vez se regañó por quedarse Mirándola como estúpido durante tanto tiempo, ¿qué diablos le sucedía? Si ese maldito viejo se entraba dónde se encontraba, iba a tener serios problemas.
"Y ahí tenía que quedarme clavado como el idiota que soy... ¿QUÉ CARAJO LE PASA A ESTA COSA?". Había estado presionando el botón de cambio de luz del semáforo frenéticamente.
El pequeño hombre en el semáforo peatonal cambió de postura y se iluminó con luz verde. El joven sujetó el tirante de su guitarra con firmeza y se abalanzó por la cebra, poco consciente, absorto como estaba en sus propios pensamientos, de que metros atrás un flamante audi negro se aproximaba al semáforo a mayor velocidad de la debida.
En pocos segundos la escena fue un caos. El conductor del automóvil apenas alcanzó a frenar en cuanto su atención dejó de centrarse en cambiar de canción en su estéreo. El chirrido de las llantas y el humo blanco con olor a caucho quemado llenó los pulmones del chico que, luego de un fuerte empujón en la espalda, se encontró a salvo en la acera contraria.
-¿ESTÁS LOCO? ¡PUDISTE HABER MUERTO! -chilló a su lado una vocecita. Con sorpresa, sin entender bien lo que acababa de ocurrir, volvió a encontrar los mismos ojos magenta de minutos antes.
-Uh...
-¡EL CONDUCTOR ES UN AUTÉNTICO... TONTO!
¿"Tonto"? El chico no pudo evitar soltar una risita.
-Bueno... creo que deberías preocuparte por algo más...
-¿...eh? -Hiyori parpadeó, desconcertada. Un líquido espeso marcó un camino desde su cabeza hasta su frente, y de repente todo lo que veía era un color azul intenso, envolviéndola entera, llevándola a un lugar cómodo y tibio del que una voz parecía querer sacarla con urgencia.
-¡Hiyori!
Sus párpados no se movían, pero la voz le resultaba muy familiar.
-¡Despierta, cariño, por favor!
"Madre..." pensó Hiyori y de repente el mundo a su alrededor se volvió a materializar.

Blanco.

Una presión constante en su cabeza estaba a punto de volverse dolorosa, y de la neblina blanca que la rodeaba comenzaron a emerger rostros preocupados.
Su madre, su padre, y sus dos amigas se encontraban cuidando de ella en una habitación de hospital. Ante la respuesta de la chica, los cuatro suspiraron y sonrieron con alivio.
-¿Querida, estás bien? ¿Puedes escucharme?
-¡Hiyori, estábamos tan preocupadas! -lloró Yama, abrazando a Ami.
-¡Ese golpe seguro estuvo serio! -exclamó Ami, por su parte, tratando de aligerar el ambiente.
-Tranquilas, dejemos que Hiyori vuelva en sí -dijo su padre, acercándose con gesto tranquilizador a su cama y calándose el estetoscopio al cuello -déjame revisarte, hija.
Hiyori los miró a todos con cariño mientras su padre procedía con el examen médico. Su conclusión fue que además de un par de golpes, Hiyori estaba en perfectas condiciones.
-Ahora dinos, cielo -dijo su madre, un tanto severa -¿Qué ocurrió?
Hiyori trató de hacer memoria.
-...el semáforo peatonal había cambiado a verde... y escuché un motor... no iba a alcanzar a frenar y simplemente corrí... -tras un poco más de esfuerzo Hiyori recordó al joven de la guitarra -¡Había alguien más!
Las miradas de desconcierto la hicieron replantear la pregunta.
-¿Qué pasó con el muchacho que estaba conmigo?
Ami y Yama se miraron, preocupadas. Ami habló: -Hiyori... nosotras no vimos nada; el humo de las llantas no dejó que viéramos el accidente pero...
-Cuando llegamos del otro lado del auto simplemente estabas desmayada -continuó Yama - tu frente estaba sangrando, y llamamos a una ambulancia, pero no había nadie contigo.
Hiyori se sentía cada vez más confusa. -¡Pero debieron verlo! Era... tenía... -a Hiyori, recordar mas allá del tono azul que había sido lo último que vio, le provocó un pinchazo de dolor en la cabeza. Llevó ambas palmas a su frente y se recostó, agotada. Su madre acomodó sus almohadas.
-Tranquila, hija, trata de descansar, conforme te recuperes de tus golpes seguro podrás recordar mucho más -aconsejó su padre, -toma el tiempo que necesites, arreglaré en lo posible mantenerte en observación tanto como sea necesario, así que relájate y concéntrate en estar bien. -Con un gesto cariñoso en su frente, el padre de Hiyori salió apresurado de la habitación, y a ella la volvió a envolver esa cómoda oscuridad.
"¿Sí había... alguien?"

-¿Segura que está bien que vengas hoy con nosotras, Hiyori? Apenas han pasado pocos días del accidente.
-Sí, Hiyori, si lo haces por no rechazar la invitación, créeme que entendemos perfectamente que necesitas descansar.
-Chicas, de nuevo empiezan a sonar como mi madre.
Las tres chicas recorrían los pasillos de un centro comercial. Frente a ellas se acumulaba una multitud, haciendo fila hasta el mostrador de una tienda de música, en cuyos escaparates se anunciaba un nuevo sencillo de Hyde.
Ami y Yama sonrieron a modo de disculpa y centraron su atención en la tienda frente a ellas. Librando gente como pudieron se adentraron en el local y obtuvieron dos copias del disco que se anunciaba en la entrada.
-A Ami-chan y Yama-chan de verdad les gustan esta clase de cosas, ¿no es así? -comentó Hiyori, mirando la acción desde una distancia prudente.
-¡ES QUE HYDE ES UN DIOS! -contestaron ambas al unísono, y luego desaparecieron entre la gente. Hiyori supuso que harían fila para pagar sus discos, así que decidió esperarlas por ahí.
Estante tras estante se acumulaban los discos envueltos en cajas de coloridas portadas. Cientos de caras, miles de canciones esperando ser descubiertas. Hiyori lamentaba no identificar a ninguna.
Un grupo de chicas de secundaria se arremolinaron alrededor de un disco en particular, soltaron una risita emocionada y se fueron con discos en mano.
"¿Esto es lo que debería estar haciendo con mi tiempo?" Pensó Hiyori, acercándose a ése anaquel en particular, "¿se supone que deberían interesarme esta clase de cosas?". Ni siquiera miró el nombre de la banda. Cerca de ahí había un reproductor de música empotrado en el estante, simplemente tomó los audífonos y presionó el botón de play.
Una voz cristalina le cantó al oído una historia de amor desgarradora. La música conducía espectacularmente su atención de una parte de la canción a la siguiente, y en un punto se alzó por encima de todo una guitarra. El sonido la hechizó y Hiyori no supo qué provocó que se le erizara la piel; si su impacto emocional por el solo de guitarra, o el hecho de que justo frente a ella, desde un póster en gran formato en la pared, alguien le dirigía una gélida mirada color azul intenso.

Ami y Yama la encontraron mirando la portada del disco que estaba escuchando, sujetando una copia con manos temblorosas.
-¿Encontraste algo que te guste, Hiyori-chan? -preguntó Yama.
Hiyori las miró.
-Ami-chan, Yama-chan... ¿quién es él?...