Epílogo: Hotel Haido City
¡Pam, pam, pam!
Apenas tenía fuerzas.
–¿Qué te parece Ai Haibara? –aquel desconocido de amable sonrisa mostró en un papel lo que sería su nuevo alias –, este sí parece un nombre de verdad.
Shiho miraba atentamente al que sería su nombre a partir de ahora, no estaba mal pero le incomodaba un pequeño detalle. La científica se hallaba incorporada sobre una cómoda cama, tapada por varías sábanas.
Ese hombre la había rescatado de la calle sin motivo alguno, profesor Agasa se hacía llamar, siempre estaría en deuda con él.
–¿Podría ser el kanji de tristeza? –no se acostumbraba a su nueva voz de niña, ni a su voz ni a su aspecto que dejó muchos años atrás –. El de amor no es para mí, créeme.
–Cómo quieras…
¡Pam, pam, pam!
El cuerpo le ardía.
–¿Sabes? –le animaba el pequeño detective en sus peores momentos, pero para ella en vez de calmarla, le dolía. No estaba acostumbrada a esos pequeños gestos de cariño de otra persona –, con gafas es imposible que te reconozca.
Ella le miraba atentamente, entre aquella multitud vestida de negro, aunque sus palabras mostrasen valor la pequeña científica no dejaba de sentirse observada. Su radar mental le avisaba que él estaba cerca, su cazador iba a por ella.
–A Clark Kent le funcionaba, ¿no?
–Vaya… ¿Estás sugiriendo que tu eres Superman?
No pudo evitar esbozar una sonrisa burlona, ese detective tenía todo lo que ella no tenía: Esperanza. Se metía con ella por no mostrar sus sentimientos a nadie, la única vez fue con el caso de su hermana, el dolor cerraba su corazón todavía roto.
¡Pam, pam, pam!
¡Cloc!
Por fin se abrió.
Shiho apartó la placa metálica que cerraba el techo de una de las chimeneas del hotel Haido, para salir con esfuerzo y dolor de ella. Jadeaba, ese maldito licor le había vuelto a su edad real a cambio de estar destrozada por dentro.
–He salido… ¿Qué hago?
–¡Bravo Ai! –le felicitó Agasa a través del pequeño altavoz que se hallaban en las gafas de Conan –, ¿sabes dónde estás?
–Creo que en algún lugar del terrado…
Necesitaba levantarse, el frío de la nieve del suelo empezaba a herir sus rodillas a través del uniforme, pero le pesaban demasiado. No entendía como del fuerte estirón no se le habían partido los huesos.
Tenía un mal presentimiento, quería irse de allí lo más pronto posible.
–¿Y Kudo?
–Ha estado un rato al teléfono con el Inspector Megure –explicaba, sus oídos pitaban a causa de la diferencia de clima –, y después ha salido corriendo hacia el hotel.
–¿Corriendo?
Eso era mala señal.
–¡No te preocupes! –cambió el inventor el tono de voz para calmarla-, me ha pedido que te diga que ya sabe quién es Pisco y que irá a buscarte muy pronto, no te muevas de ahí.
–G-genial –jadeaba, apoyada contra la pared para dar un alivio a sus extremidades –, de todos modos, no podría moverme aunque quisiera…
Un pinchazo atravesó su brazo, como si fuera agua, unas manchas de su propia sangre marcaron su rostro. Era un aviso de que la estaban atacando desde atrás, un salto dio su corazón mientras se giraba.
Ahí estaba él, recto y digno apuntándola de manera rastrera. Estaba como ella le recordaba, como si no hubiese pasado el tiempo para ellos. Su oscuro ropaje contrastaba con la pureza de la nieve.
–Por fin nos encontramos, Sherry.
La joven científica se apoyó contra la pared, sin fuerzas, sufriendo en silencio. Sintiendo como su propia sangre recorría el brazo para caer en forma de gotas sobre la nieve, mancillándola, tiñéndola de rojo. Gin esbozó una fría sonrisa observando la bella estampa.
–Es hermoso, ¿verdad? –no dejaba de apuntarla con el arma, dejando que la frialdad del viento moviera sus plateados cabellos junto con su negra gabardina –, la nieve cayendo en la oscuridad y tu sangre tiñéndola de rojo.
Sherry ignoraba sus palabras, jadeando. Estaba aterrada pero no quería darle el placer de que lo viera, es lo que él deseaba disfrutar. Ella sabía que un día u otro la iba a encontrar, era un cazador nato y con los años ese sabueso se había quedado con su olor, sus manías, sus movimientos…
–Un mono de trabajo y unas gafas para despistarnos… –se burlaba cruelmente de ella –, no es muy digno como traje mortuorio –alzó su vista para verla mejor entre su flequillo bajo una sonrisa –. Pero éste es el lugar perfecto para la muerte de una traidora, ¿verdad Sherry?
¿Lugar perfecto?
¿Aún recordaba sus palabras?
Hacía tanto tiempo de aquello…
–H-habéis adivinado enseguida… que estaba en la chimenea –respiraba con dificultad, quería cambiar de tema, no seguirle el juego.
–Por un cabello –mostraba la prueba, triunfante –. Encontramos junto a la chimenea un cabello castaño rojizo –nunca olvidaría esos cabellos de destellos de fuego que una vez dominó –. No sé si fue Pisco quien te encerró en la bodega o si tú te metiste a fisgonear mientras él no estaba. También escuché tu respiración jadeante en la chimenea…
La misma que susurraba en su oído cuando se acostaban.
Cuando la dominaba junto con sus fuertes embestidas.
Noche tras noche, Vermouth no podía compararse con ella.
–Podría haberte matado en el hueco de esa chimenea –regresaba de sus más tenebrosos pensamientos –, pero quería ofrecerte una muerte hermosa.
–Vaya, entonces debería darte las gracias… –sonreía, imitando romanticismo mientras sujetaba con fuerza su hombro herido –. Además, me has estado esperando con este frío.
–Bah... he aprovechado lo que has tardado en subir para pensar algunas preguntas.
¿Preguntas?
–Como, por ejemplo, cómo conseguiste escapar del laboratorio de la Organización.
Sherry no respondió, antes muertas que explicarle como se encogió, sería el fin para todos. Aunque si esperase más la respuesta se mostraría por si misma…
Gin disparó al muslo contrario al hombro sangrante de ella, impaciente, excitado de volver a verla. El viento a favor permitía oler los matices de oxido de la sangre de su indefensa presa.
–¿Por qué cerrarte las esposas, Sherry?
Vodka se hacía por primera vez presente en la situación al soltar una corta risa ante la estúpida conducta de la joven. Por una vez vería como su compañero volvería a ser el mismo, no esa sombra oscura obsesionada con ella y con sed de venganza. Volvió a disparar el arma, un disparo silencioso, hiriendo el otro hombro sano para impedir que la joven científica se pudiera apoyar sobre la pared.
–¿Por qué no has contactado con la policía?
Se le estaba acabando la paciencia, esa mujer no hablaba, estaba bien entrenada por la Organización. Con resentimiento una bala hirió el rostro que tanto obsesionaba al asesino, haciendo que finalmente Sherry cayera al suelo, respirando con dificultad.
–Aniki… la chica sigue viva.
–Que le vamos a hacer –apuntó a la cabeza, apenas podía verla –, tendré que rematarla como hice con su hermana.
Te mataré,
Para así poder olvidar tú nombre
Y tu rostro…
–Gin…
Haibara abrió los ojos de par en par, le dolía todo, demasiado… pero estaba viva gracias a la pericia del pequeño detective. El movimiento del coche de Agasa impedía que perdiera el conocimiento, lo necesitaba, quería descansar.
Miró de reojo a Conan, sabía en que estaba pensando y temía su pregunta. Gin la conocía demasiado bien: su físico, pequeños detalles que para otros serían algo común y eso era algo de extrañar para el detective, que predijera tan bien sus movimientos.
Sus miradas conectaron, aunque ella lo rompió al instante para mirar el techo.
–Oye…
No me lo preguntes por favor,
Tú no, Shinichi…
–Cuando estabas en la Organización…
–¿Entonces qué? –cortó rápidamente, su corazón latía de angustia –. ¿Ya saben que me he encogido?
–¡Qué va, no lo han descubierto! –le animó el profesor, le quería como si fuera un padre para ella, le dolía solo el pensar de despedirse de él para huir nuevamente.
–…
Haibara sentía la mirada de Conan, molesto por la tajante evasiva realizada para no contestar a su pregunta. Cerró los ojos con fuerza, avisándole que no era el momento.
Lo siento Kudo,
Pero aún no puedo hablarte de mi error,
Mi gran error…
NOTA DE LA AUTORA; ¡Gracias a todos por llegar hasta aquí! Por vuestros comentarios, por vuestros mismo, todo... este fic lo comencé en 2009 y con una fuerte pausa lo termine el 12/11/2016 no os imagináis como estoy de triste, me siento como huérfana snif...
Si os ha gustado esta historia tendrá una segunda parte que se llamará: Negro en el parvulario Beika - El reencuentro de Gin y Sherry que tendrá algunas referencias de éste, sobre su pasado. Será creado el Lunes que viene, un beso a todos ~~
Gracias de nuevo a todos,
sin vosotros esto no llegaría a nada.
Att.
Shiva-4869APTX