Albert endureció su semblante al escuchar la negación de Candy.

—Yo que te tengo en un alto concepto, creí que tus padres te enseñaron sobre la sumisión que una esposa le debe a su marido.

Candy se quedó boquiabierta con lo que le decía Albert ni podía parpadear de la impresión de que él le estuviera reprochando su actitud. —Lo siento, yo no quisiera separarme de mis padres.

—Pensé que una hija de pastor tenía presente Génesis 2:24Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. ¿Sabías que esto también se aplica a las mujeres? Sara no se negó a seguir a Abraham cuando se fue de su tierra y de su parentela a Canaán, Rebeca se alejó de la casa de su padre para contraer matrimonio con Isaac, Raquel y Lea siguieron a Jacob cuando huyó de Labán su suegro, hasta Rut en lugar de quedarse en la casa de sus padres al enviudar, se fue con Noemí su suegra, esas palabras no se me olvidan —: no me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Aunque yo no tengo a mis padres, tendrías que quedarte con mi familia, mientras yo esté ausente.

Albert salió de la cama, se fue al baño para lavarse la cara, la dejó por unos momentos para que reflexionara, quería que a su regreso ella le dijera que lo seguiría con los ojos cerrados, al volver encontró a Candy peinándose, al contemplar su reflejo a través del espejo bajó la guardia, se acercó a ella y la besó en el hombro derecho, el vio que ella no se detuvo, sino que siguió con su tarea, el niño lloró. Helen tocó la puerta.

—Candy, pásame al bebé, para que la nodriza lo amamante.

—Ahora bajo con él.

Ella se apartó de Albert sin decir palabra alguna, tomó a su hijo y bajó, se lo cedió a la nodriza y fue a lavarse la cara a la cocina. Albert salió hacia el pozo para llenar el balde grande de agua, Helen se puso a preparar el desayuno, Candy el café. Sirvieron los alimentos, Harry notó el disgusto en el rostro de su hija, miró que Albert también estaba molesto.

—¿No me digan que ya terminó la luna de miel?

—Harry, no te entrometas en los asuntos de tu hija.

—Ya luego te cuento mamá, ahora no quiero hablar, deseo estar un rato a solas. Papi, podrías decirle a William que te ayude en el huerto de hortalizas.

—Lo acompañaré gustoso suegro.

Albert levantó los platos sucios para lavarlos, Helen estaba contenta por lo servicial que era su yerno, su esposo rara veces la ayudaba con los quehaceres de la casa.

—Suegro, lavaré la ropa de Candy y los pañales del bebé, vi que la tiene amontonada en el baño.

—Eso es cosa de mujeres, al rato vendrán las niñas que ayudan a Helen con la casa.

—Quiero hacerlo suegro, además ahorita no tengo humor para estar en la huerta.

—¿Pasó algo entre ustedes?

—Pasa, que no quiero dejar a Candy en este lugar, ella está renuente a seguirme.

El momento más temido para Harry había llegado, el esposo de Candy tenía derechos sobre ella, él sabía que el lugar de su hija estaba al lado de Albert.

—Quizá sea porque todavía recorrerás parte del país y no estarás a su lado en varios meses.

—Aún así, ella deberá irse conmigo, y no es por capricho, sé que ustedes la han cuidado bien, más Helen, pero este lugar es peligroso para ella y mi hijo, no creo que usted no se haya dado cuenta que estos son dominios del maligno.

—Antes de venir me advirtieron que aquí abundaba la santería, pero tomé el reto.

—Comprendo que era recién llegado de Europa y no le quedó otra opción, pero ahora está mi hijo.

—Todos lo quieren, nadie se atrevería a dañarlo.

—Todos excepto ese tal Hine, usted no me creerá si le digo que lo escuché hablando con el mismísimo diablo.

—¡Que ocurrencias tienes William!

—No son ocurrencias, ese hombre pactó con el maligno, por tal motivo su hija está en esa condición, recuerde que no quiso orar con nosotros. Suegro, ayúdeme a persuadir a Candy de que vaya conmigo.

—Es difícil lo que me pides, no quiero alejarme de mi nieto.

—Entonces vengan con nosotros, yo tengo los recursos para comprarles una casa.

—Pero mi misión…

—Piénselo suegro, lo pondremos en oración para que Dios les ayude a tomar la mejor decisión.

Albert terminó de lavar la ropa, después ayudó a Harry a sembrar zanahorias, cuando iba a beber agua a la casa, Candy no le hablaba.

En el lago Carnegie Nueva Jersey aparcó la embarcación de William Crockford, por la ciudad se corrió el rumor que tenían licor a bordo y que podían apostar, los viciosos o curiosos visitaban el muelle, llegó a oídos de Stear y de George y decidieron pasar cerca de ahí, nunca les pasó por la mente, que el hombre de quien huyeron estaba en el mismo lugar que ellos.