¡Último capítulo! Esta parte ya se termina y la verdad que me da mucha pena. Como prometí aquí os dejo el último capítulo y el sábado subiré la segunda parte con el prólogo y el primer capítulo. ¡Espero que lo disfrutéis!

Personajes de Akira Toriyama!


Capítulo 19. Almas perdidas.

~16 años después~

La intensa luz, que se colaba por los cristales de la ventana, fue la culpable de romper el sueño de la mujer. Apretó los ojos al sentir como los rayos solares golpeaban directamente en su rostro. Intentó cubrirse con sus manos para evitar el contacto y así seguir descansando, pero ya era misión imposible. Lentamente empezó a abrirlos, acostumbrándose poco a poco a la iluminación natural del dormitorio. Abrió la boca, dejando salir un sonoro y perezoso bostezo. Se giró cuidadosamente para observar el otro lado de la cama y, de esta manera, deleitarse con la hermosa imagen que ante ella se presentaba.

Una sonrisa se formó en sus labios al ver al saiyajin descansando como si fuera un niño pequeño, con el ceño relajado y la boca levemente abierta. Bajó un poco la mirada para centrarse en la niña de cinco años que descansaba entre sus brazos. Sus azulados cabellos se esparcían entre él y la almohada, mientras que un hilo de baba, que emanaba de la comisura de sus labios y que recorría su barbilla, acababa mojando la blanca sábana.

Bulma recordó el motivo por el que aquella niña se encontraba con ellos. La noche anterior hubo una gran tormenta y la pequeña buscó la calma yendo a la habitación de sus padres, donde siempre encontraba la protección en el guerrero. El Príncipe saiyajin, que siempre fue un hombre estricto, tuvo un notable cambio el día que ella nació. Algo en él cambió y no fue capaz de controlarlo, ni mucho menos de ocultarlo. Él no era consciente si era un instinto por protegerla, cuidarla o que había decidido complacer a la que ya nombraba como Princesa.

Con la misma sonrisa con la que amaneció, Bulma se levantó de la cama con cuidado de no despertar a ninguno de los dos. Tomó varias prendas limpias y seguidamente entró en el baño con la intención de tomar una ducha, mientras padre e hija seguían sumidos cada uno en su sueño.


Bulma abandonó la habitación dejando descansar al saiyajin con su hija. Cerró la puerta con cuidado y se dispuso a andar por los pasillos del Palacio en dirección al comedor para desayunar. Los soldados del ahora Rey Darek saludaban a la mujer con respeto, como si fuera parte de la Familia Real. Ella contestaba asintiendo la cabeza y con una dulce y amable sonrisa en su rostro.

En el planeta Akrog habían comenzado una nueva vida. Ella trabajaba como directora en el Departamento de Investigación, mientras que el Príncipe había tomado una posición de Capitán del Ejército del Rey, pero el saiyajin hacía poco caso a sus funciones, ya que pasaba más tiempo entrenándose él que mandando a los demás como debían prepararse. Prefirió ceder su poder a Raditz, el cual actuaba como Teniente. Sólo y cuando quería, Vegeta utilizaba de nuevo su lugar para combatir con los soldados y así comprobar si estaban a la altura de estar bajo su autoridad.

–¡Madre! –Bulma detuvo su andar cuando escuchó una voz masculina detrás suya. Se giró, aun con su dulce sonrisa, para saludar al joven que corría por los pasillos en su dirección.

Aquel muchacho, que corría hacia ella, era su primogénito de dieciséis años, Trunks. Era un joven apuesto, con los rasgos faciales de su padre, pero con el color de ojos de ella y el cabello, que llegaba hasta sus hombros, similar al de su abuelo materno. Bulma miraba a su hijo con gran orgullo. Con él aprendió a ser madre y quiso ser mucho más. Quería ser un referente y lo consiguió, porque él demostraba tener tanto la fuerza heredada del Príncipe, como la inteligencia de la científica.

–Buenos días, hijo–la mujer abrazó con dulzura a su hijo una vez llegó a su lado.

–¿Padre no está contigo? –preguntó el joven mirando detrás de ella, para luego separarse y romper el abrazo.

–Bra vino por la noche. Aún están durmiendo–contestó ella, comenzando a andar al lado de su hijo–. No quería despertarles. –

–A padre no le gustará–Bulma se encogió de hombros–. Esta noche es la celebración del Rey Darek. –

Mientras andaban el joven recogía su melena para que los mechones que caían por su rostro no le molestasen. Bulma sonreía al contemplarle. A su padre no le gustaba que él tuviera el cabello largo, pero él no solía tomarle en cuenta. Allí era inusual que los hombres tuvieran el pelo corto, y él se acostumbró a esa imagen por lo que rara vez dejaba que pasasen unas tijeras por sus mechones.

–Lleva un mes preparando su fiesta de cumpleaños–Bulma siguió conversando son su hijo mientras recordaba como el Rey daba órdenes a todos los sirvientes, los cuales se encontraban exhaustos por culpa de sus demandas–. ¿Te entregó algún traje para esta noche? –

–Como todos los años–contestó él con una sonrisa divertida–. El mismo traje típico de los saiyajins con el símbolo el Imperio, junto con una incómoda capa. –

–Así todo el mundo sabrá que eres un Príncipe–recordó su madre con orgullo. Vegeta se había encargado de informar siempre a sus hijos sobre su pasado, para que conocieran sus origines y, de esta manera, decir con la cabeza bien alta que pertenecían a la Familia Real Saiyajin–. A tu padre le encanta llevar la capa. –

–No esperaba otra cosa–suspiró Trunks conociendo el ego de su padre.

El sonido de unos pasos hizo que, tanto madre como hijo, contemplasen a las figuras que se acercaban a ellos. Detuvieron su andar cuando reconocieron a la pareja que, como ellos, pararon delante suyo. La reacción de los dos fue la misma, la cual ya era rutinaria. Hicieron un reverencia al Rey Darek, quien iba acompañado de Nella. El monarca saludó con una sonrisa a ambos que le nombraron como el protocolo lo mandaba.

–Ya sabéis que no me gusta que hagáis reverencias. No vosotros–tanto Bulma como Trunks se irguieron mirando al monarca–. Excepto Bra. Es un encanto cuando se agacha y agarra su falda, o imagina tomarla aunque no lleva. –

–Es lo que Vegeta le enseñó–sonrió Bulma recordando a su pequeña hija realizando un protocolo que, como dijo, Darek no aceptaba pues para él ellos eran como de su familia.

Darek contempló a la ahora mujer. Lejos quedó la adolescente humana que conoció dieciséis años atrás. Ahora era mucho más valiente, e incluso inteligente. Había cambiado su apariencia para estar acorde a su edad, 32 años. Había cortado su cabello, que llegaba hasta la mitad de su cabello. Vestía con vestidos hasta la mitad de sus muslos con colores llamativos como verdes, amarillos o rojos, como el que llevaba en ese momento. Sonrió al pensar que por mucho que su aspecto cambiara, aún se mantenía una joven alocada dentro de ella.

–¿Hablabais de mi cumpleaños? –preguntó el monarca con una sonrisa amplia. Ambos familiares respondieron con un movimiento de cabeza como respuesta afirmativa–. Perfecto. No quiero que hoy se hable de otra cosa que no sea de mi magnífica celebración. –

–¿No crearás una ley que obligue a tu pueblo a hablar únicamente de tu festividad? –preguntó con tono sarcástico Nella, la cual no solía utilizar filtros a la hora de hablar aunque se tratase de un personaje de tan gran categoría social.

–Tal vez debería hacerlo–sonrió el Rey que viajó su mirada desde Nella hasta Bulma–. Me alegro de que nos hayamos encontrado, pues tenía ganas de conversar contigo un rato a solas. –

Bulma alzó una ceja extrañada mientras que Darek se aproximó a ella con una sonrisa en los labios. Agarró a la mujer del brazo y con un gesto educado con la mano se despidió tanto de Trunks como de Nella, concluyendo así su corta conversación con ellos y arrastrando a la humana para que anduviera a su lado hacia el destino que él ya tenía pensado.


El Rey llevó a la científica hasta los jardines de Palacio. Durante el camino ella intentó saber qué era lo que ocurría, pero la única contestación que recibía era la palabra paciencia. Darek no quería que ninguna sirvienta, soldado o incluso consejero que se cruzase con ellos supiera lo que él quería compartir con su amiga. El hombre se acercó hasta un pequeño estanco, acompañado de un banco en el cual se sentó e invitó a que la humana tomase lugar a su lado. La peliazul no tardó en colocarse a su lado, observándole dubitativa. Esperaba por una respuesta, pero lo único que veía era al akrogiano contemplar el agua y a los extraños peces que ahí se encontraban.

–¿Tardarás mucho en decirme qué ocurre? –preguntó la mujer con un tono molesto e impaciente, mientras se cruzaba de brazos.

Bulma, con el paso de los años, conoció al que ahora era el Rey Darek. Tenía un comportamiento bastante peculiar, pues solía ser vanidoso, así como deseaba ser siempre el centro de atención. Eran aspectos que al principio, cuando le conoció, no pudo notar, pero con la amistad que fue floreciendo entre ambos pudo llegar a descubrir. A pesar de ello, el monarca también tendía a ser alguien cercano y dulce, con el que podías tratar cualquier tipo de debate, pues nadie más que él le gustaba tratar de temas tan raros como comunes. Era cierto que muchas veces podía pecar de ser muy agobiante cuando quería ayudar a alguien, pero la mayoría de las veces no era consciente de ello. En ese momento en el que le contemplaba sentía que era como conocerle de nuevo, porque había optado una postura inusual en él.

–Quiero que Trunks sea el heredero a la Corona de Akrog–soltó sin más, con la mirada clavada en los animales acuáticos y con una sonrisa serena adornando su rostro.

Los ojos de Bulma se abrían por segundo sin dejar de contemplarle. Entreabrió su boca, a causa de la sorpresa, mientras que su cabeza repetía una tras otra vez la frase del monarca. Estudió al Rey, mientras que aún asimilaba la veracidad de cada palabra pronunciada, así como su significado.

–¿Qué? –fue lo único que pudo llegar a decir la científica.

Darek levantó la mirada del estanco para contemplar a la humana. Esperaba encontrarse con su reacción, pues nunca había tratado aquel tema con ella o con su pareja. Ni siquiera él alguna vez había nombrado el tema de la herencia de la Corona, a pesar de lo importante que era.

–No voy a tener herederos, Bulma–el tono de voz era sereno. La humana apartó un mechón de su cabello detrás de su oreja, sabía lo que él estaba diciendo y parecía que había estudiado mucho aquella situación–. Mi pueblo necesita a un Rey poderoso, inteligente, benevolente y justo. Trunks reúne cada una de todas esas cualidades. –

Esta vez fue Bulma la que desvió la mirada hacia el estanco de agua, que lo utilizó como un punto fijo para asimilar cada palabra del Rey. Comprendía su situación, pero no creía que lo mejor para su hijo fuera aquel futuro que le proponía.

–Además–siguió hablando el monarca–, es un joven muy apuesto. Tardará poco en desposar a una mujer y dar más herederos para este planeta. –

Ella cerró los ojos, dejando escapar un suspiro con gran pesadez. Se relamió los labios y mentalmente intentó calmar unos nervios que estaban invadiendo poco a poco su cuerpo. Decidió volver a abrir los ojos y buscar la mirada del Rey para darle una respuesta.

–No es un akrogiano–su tono era serio, casi parecía no tener emoción en sus palabras–. Será repudiado por tu pueblo. Es mucho peso para un chico de tan solo dieciséis años. –

–¿Repudiado? –repitió Darek con extrañeza–. En absoluto, Bulma. El pueblo de Akrog lo adora. Es uno de los ejemplos para los soldados de nuestro ejército, es el yerno que toda suegra querría tener. Las muchachas intentan llamar su atención. Le quieren. –

Las palabras de Darek no lograban convencer a la mujer. Hubiera preferido no oír aquella petición, pero ahora debía lidiar con ella. ¿Trunks el futuro Rey de Akrog? Cierto era que el joven tenía fama de ser un guerrero fuerte y un ser bueno, pero temía que algo tan poderoso como era la Corona le obligase a tomar decisiones contra sus principios, pues el mismo monarca tuvo que enfrentarse a ello alguna vez.

–Me gustaría poder hacerle esta oferta en mi celebración. De esta manera el pueblo también estará al corriente de mis intenciones–cada palabra del Rey, junto con su tono de voz, se grababan a fuego en la cabeza de Bulma–. Él podrá decidir si quiere subir o no al Trono. Yo no le obligaré, solo lo propondré. –

–¿Y si él no quiere? –Bulma apretó los puños mientras su cuerpo comenzaba a temblar a causa de la rabia–. ¿A quién elegirás entonces? ¿A Bra una vez crezca? –

–Entiendo tu postura, Bulma–Darek posó una mano sobre el hombro de ella para tranquilizarla–, pero me gustaría que me comprendieras a mí también. Si no estuviera seguro de esta propuesta no la hubiera compartido contigo, por eso sé que no me arrepentiré cuando lo notifique en mi celebración. –

Bulma alejó la mano de Darek con brusquedad, pero él no reaccionó a su acción. Siguió sereno observando a la molesta humana, la cual tenía intención de rebatir su plan para que recapacitase, pero se vio interrumpida en el intento.

–¡Mami! ¡Mami! –Bulma se giró hacia la entrada de los jardines para ver a su hija correr hacia ella.

La pequeña iba con un pijama blanco con estampados de estrellas. Su cabello estaba recogido en dos coletas a los lados mal colocadas y, cargando entre sus brazos, llevaba un peluche negro de un extraño animal felino típico del planeta. Bra fue directa hacia su madre, quien la cargó y sentó sobre su regazo. Los grandes y azulados ojos de la niña estaban rojos e hinchados mientras que sus diminutas manitas apretaban el suave juguete contra ella para darle tranquilidad.

–Bra–nombró Bulma a la pequeña mientras la regalaba un sonrisa, a pesar de que sus pensamientos aún se mantenían en la propuesta del monarca–, ¿qué haces aún con el pijama? ¿Y quién te hizo ese peinado? –

–Papi intentó peinarme pero no sabía. Se enfadó y me dejó el pelo feo–Bra hizo un puchero mientras que su madre intentaba mantener una fortaleza interna para no reír–. Me asustó mucho. –

–Papá se frustra porque hay algunas cosas que no se le dan bien–Bulma comenzó a quitar las gomas del cabello de la pequeña, para después peinarla y colocarlas de forma que estuvieran más igualadas y que no se escaparan mechones azulados–. ¿Vamos a desayunar? –

–¡Galletas! –Bra apartó el entristecido semblante para mostrar una amplia y hermosa sonrisa.

Bulma besó la mejilla de su hija con dulzura, arrebatándola una pequeña carcajada. La atención de Bra se desvió al notar una presencia que había pasado por alto al estar tan preocupada en quejarse a su madre.

–¡Darek! –el monarca saludó a la niña que le miraba con los ojos brillantes–¡Feliz cumpleaños! ¿Me vas a dar tarta? –

–He encargado una especialmente para ti, mi niña–Bra dio un grito de emoción al escuchar al Rey–. Incluso tendrás tus propias velas para soplar y pedir un deseo. –

–¡Bien! –Bra miró a su madre con ojos risueños–. ¿Has oído, mami? ¡Soplaré velas y comeré mucha tarta! –

–Ya veremos si comes mucha–la niña infló los mofletes indignada por la advertencia de su madre. Bulma colocó la palma de sus manos a la altura de los pómulos, para apretarlos y dejar que el aire que tenía retenido la pequeña saliera, haciendo que ella riera al ver divertida la acción–. No puedes comer mucho dulce por la noche, Bra. –

–¿Por qué? –preguntó ella con el ceño fruncido–. Papi me da dulces por las noches. –

Bulma imitó el gesto de su hija, pero después se relajó y dejó salir un suspiro. Su hija era bastante intranquila y el azúcar no era un buen aliado para combatir ese comportamiento, sino lo contrario. Solía patalear cuando pedía algo y, aunque la humana era firme en sus decisiones, Vegeta no tanto. No sabía si era por complacerla o para que se callara, pero muchas veces imaginaba que era una mezcla de ambas cosas.

–¿Tienes ya tu vestido? –Bulma miró a Darek que preguntó a la pequeña para desviar el tema de conversación.

Bra comenzó a describir el vestido que el mismo Rey había mandado confeccionar para ella. Bulma vio al hombre levantarse, ofreciéndole a la pequeña la mano para que le acompañase. Ella no dudó en rodearle uno de sus dedos mientras se levantaba del regazo de su madre para ir con Darek. Veía como ambos se alejaban de ella, abandonando los jardines para volver dentro del Palacio, dejándola con la única compañía de sus pensamientos e ideas sobre el futuro de Trunks, de quien esperaba que declinase la oferta. No quería ver a su hijo sentado en el trono y gobernando un planeta. No quería verle esclavizado por las obligaciones que encadenaban al akrogiano con su pueblo, porque a pesar de tener un titulo importante, había muchas cosas a las que tuvo que renunciar y no era lo que ella quería para su primogénito.


La hora de la comida se iba aproximando y, mientras esperaban, el saiyajin entrenaba junto con su hijo en la cámara de gravedad. Vegeta peleaba con un enemigo invisible desde las alturas mientras que el menor, en el suelo, hacía abdominales como su progenitor le ordenó. El Príncipe cesó su entrenamiento un instante para contemplar al joven y analizarle. Éste estaba concentrado en sus ejercicios ajeno al estudio de su padre, que hizo una mueca de desagrado al notar aquella indiferencia.

Vegeta estiró su brazo izquierdo y con la mano extendido formó una esfera azulada de ki, apuntando directamente al cuerpo del adolescente. No tardó en liberar aquel ataque que impactó contra Trunks a gran velocidad, haciendo que el suelo temblase y las baldosas, que había alrededor del medio saiyajin, se quebrasen, levantando así una gran cantidad de polvo.

Cuando el polvo se disipó, Vegeta pudo ver a su hijo levantarse del suelo con la mano cubriendo su boca a la vez que tosía. Éste elevó su azulada mirada hacia su padre quien descendía con los brazos cruzados y el ceño bien marcado, mostrando su descontento.

–¿A qué ha venido eso? –se quejó el adolescente mientras se acercaba a su padre–. Podías haberme dicho que íbamos a pelear en vez de atacarme como si nada. –

–¿Crees que un enemigo te avisaría antes de atacar, mocoso? –gruñó Vegeta, molesto ante las réplicas de su hijo–. Nunca debes bajas la guardia. –

Trunks resopló al escuchar su comentario. Su padre solía entrenarle al extremo. Cuando era niño tenía ciertos límites, más por amenazas de su madre que por conciencia propia, pero cuando superó los diez años todo cambió. Solía decirle que por mucho que supiera transformarse en Super Saiyajin no valía de nada sino se ejercitaba lo suficiente.

Ante los ojos del joven, Vegeta se desvaneció. Fue cuestión de medio segundo que apareció a escasos centímetros de él, alzando su puño para golpear en su estómago. Aquel golpe hizo que Trunks se doblase del dolor y que algunas gotas de sangre escapasen de su boca.

–Concéntrate–Vegeta se apartó un poco de él, tomando una postura de combate.

Trunks se incorporó mientras que con su mano retiró la sangre que ensuciaba su labio. Sonrió de lado e imitó a su progenitor, haciendo que el gesto se reflejara en el rostro del mayor. Al segundo, Vegeta se lanzó para golpearle pero en ese momento el medio saiyajin estaba preparado para ello, por lo que no le fue difícil esquivar el ataque.

El chico respondía a los puñetazos de la misma forma, pero el saiyajin puro los esquivaba con maestría. Empezaron a elevar el vuelo, llevando el combate a las alturas. En ese momento los golpes se sustituyeron por ráfagas de ki. Trunks tuvo más problemas para evitar los ataques, pues su padre no le daba tregua. Cuando éste veía que su hijo iba perdiendo terreno poco a poco, decidió aumentar su fuerza transformándose en Super Saiyajin, obligando de esta forma a que el menor tomase la misma apariencia, la cual alcanzó cuando era un niño.

En ese punto la lucha fue más intensa. Alternaban golpes con ataques de ki. Trunks estaba fatigado y cada golpe que recibía le hacía retroceder más que al principio. No fue capaz de ver como un pequeño rayo se dirigía hacía él, alcanzándolo y derribándolo contra el suelo. El chico volvió a su apariencia normal, mientras intentaba calmar su respiración. Se apartó los mechones que se habían pegado a su rostro por culpa del sudor, mientras que contemplaba a su padre aterrizar delante de él. Sabía que para Vegeta el entrenamiento no había finalizado, pero para su mala suerte tuvo que ser así.

–Disculpen–ambos guerreros giraron hacia la puerta para contemplar a una de las sirvientas de Palacio que estaba con la cabeza agachada y las mejillas sonrosadas–. La comida se servirá en pocos minutos. El Rey espera en el comedor junto con la señora Bulma y la señorita Bra. –

Vegeta volvió a su estado normal con notoria molestia. Cierto es que no le importaba ir a comer, pero no le gustaba dejar su entrenamiento a medias y más cuando no había salido satisfactorio del encuentro.

–Luego continuaremos. Tienes mucho que mejorar todavía–dijo Vegeta a su hijo mientras se dirigía a la la salida donde se encontraba la joven esperando a que ambos hombres abandonasen el lugar.

Trunks se levantó del suelo mientras resoplaba tras escuchar el comentario de su padre. No quería darle mucas vueltas pero le molestaba. Su madre no dudaba en adularle sobre sus conocimientos científicos pero su padre no era igual. Él no era un chico al que le gustaba que le dijeran constantemente si hacía bien las cosas, en realidad era bastante modesto consigo mismo, pero sabía que era un buen luchador y odiaba que su progenitor no fuera capaz de decírselo al menos una vez.

Negó con la cabeza, intentando apartar aquellos malos pensamientos. Sabía que su padre era muy estricto y creía, o al menos eso esperaba, que él le tuviera en cuenta. Caminó en dirección a la salida mientras desviaba su atención a sus destrozados ropajes, los cuales tenían rastro de su sangre. Hizo una mueca angustiado, si su madre le veía así seguramente se pondría histérica, así que pensó en ir antes a cambiarse a su habitación.

–Puedo limpiar tus ropas y coserlas–el joven alzó la mirada hacia la joven akrogiana que estaba justo entre el pasillo y la sala.

–¿Enserio? –ella asintió segura. El chico sonrió y se quitó la parte superior de su traje, dejando de esa forma su torso musculado al descubierto. Entregó la prenda a la joven que se sonrojó ante la confianza del medio saiyajin–. Muchas gracias. –

Trunks salió corriendo por los pasillos de Palacio hasta su habitación para cambiarse, mientras que recordaba las últimas palabras de su padre. Lo único que quería era que se sintiera orgulloso de él y lo conseguiría. Poco le importaba que para los demás soldados él fuera un guerrero fuerte si para su progenitor todavía era un principiante.


La noche había caído y con ella se avecinaba la celebración del monarca. En ese momento la gente aún se estaba preparando para el acontecimiento. Bulma estaba en la habitación de su hija, vestida con un elegante y largo vestido rojo, el cual llegaba casi al ras del suelo sino fuera por sus tacones, con la falda cerrada y las mangas caída dejando un pequeño pero elegante escote. La mujer estaba sentada en la cama de Bra, mientras que ésta estaba de pie a espaldas de su madre quien intentaba peinar su larga cabellera azulada, heredada de la científica.

A lo largo del día, la humana pensó en su conversación con el monarca y lo que significaría para su hijo. Mientras con sus manos trenzaba el cabello de su hija, sus ojos se clavaban en algún punto vacío de la habitación para seguir meditando sobre la celebración cada vez más próxima.

–Mami–Bulma parpadeó varias veces, despertando del trance del que era presa. Miró a su hija la cual se mantenía de espaldas. Emitió un pequeño ruido, dándole a entender que la estaba prestando atención–, ¿me dejarás comer tarta? –

–Ya te dije que sólo un poco, Bra–la mujer terminó la pequeña trenza que cubría la mitad del cabello de la pequeña. Tomó una pequeña goma de plástico transparente y la enredo alrededor del mechón para que no se deshiciera el peinado.

–Pero papá, Trunks y tío Raditz siempre comen mucho–Bra se dio la vuelta para ver a su madre. La pequeña llevaba un vestido blanco con flecos en la parte de la falda. Bulma miró el símbolo del Imperio Saiyajin bordado en dorado en la parte superior izquierda, justo a la altura del corazón–. Papi dice que los saiyajins tenemos que alimentarnos bien para ser poderosos y fuertes, y yo soy una guerrera. ¡Tengo que comer! –

–Dije poco–la niña infló sus mofletes molesta por su respuesta–. Come cuanto quieras en la celebración, pero con los dulces no te excedas o te dolerá la tripa. ¿Comprendes, cielo? –

–¡Soy una guerrera fuerte que no le hace daño el dulce, mamá! –se quejó ella, dando un pequeño golpe al suelo con su pie. La mujer alzó una ceja al ver que la niña había conseguido hacer una disimulada grieta en la baldosa.

La pequeña no era tan fuerte como Trunks a su edad, esto se debía a que Bulma no dejó que Vegeta la entrenase, aunque éste quisiera. Al ver el esfuerzo al que sometía a su primogénito no quiso que Bra pasase por lo mismo, a pesar de que seguramente su padre no sería tan exigente con ella debido a su sobreprotección. Aún así, la niña no dejaba de ser mitad saiyajin, por lo que su fuerza era superior inclusive a la de su madre, así que arrebatos como aquel no eran sorprendentes que dieran lugar a algún percance.

–La carne es mejor que el dulce, niña–una voz hizo que ambas silenciaran. Bulma se giró con una sonrisa amable para ver a Raditz apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados. El saiyajin no había cambiado su ropa de combate para ir a la celebración–. Eso te hará más fuerte. –

–¡Tío Raditz! –la niña salió corriendo a abrazar al saiyajin que no se mostró receptivo en el gesto de ella, la cual se colgó en su pierna derecha como un koala a una rama. Bulma se levantó de la cama y se dirigió hacia ellos–. Hoy te vi. –

Raditz alzó una ceja mientras apartaba con cuidado a la n iña de él. Bulma se puso a su lado y Bra, como un gesto rápido, buscó la mano de su madre para agarrarla.

–Estabas hablando con una mujer–Raditz apartó la mirada y Bulma se mordió el labio para no reír–. ¿Por qué hablas con muchas mujeres? –

–¿Y a ti que te importa, niña chismosa? –el tono defensivo de Raditz sorprendió a la pequeña, que abrió los ojos al no esperar recibir semejante respuesta.

–¡Se lo diré a mi papá, tonto! –Bra se soltó de su madre para acercarse a Raditz y darle una patada en la espinilla, consiguiendo un pequeño gemido molesto de su parte. La pequeña salió corriendo mientras Bulma se reía viendo a su amigo acariciar la zona que la niña débilmente le había golpeado.

–Tienes madera de padre, Raditz–se burló la científica mientras éste la miraba con odio–. Bra es una niña curiosa que lo quiere saber todo. –

–Me preguntó a quién habrá salido–Bulma sonrió al comprenderlo mientras que él bufó molesto.

–Vamos a la celebración antes de que Darek comience su discurso y no estemos allí para oírlo–la mujer agarró del brazo al guerrero, el cual fue arrastrado por ella.

Raditz había conseguido superar su atracción por Bulma, o al menos comprender que nunca habría nada entre ellos, puesto que la mujer resultaba más atractiva cada año que crecía, a pesar de que su comportamiento aún se asemejaba demasiado al que tenía en la base.

El saiyajin había ganado mucha fama en el planeta tras la victoria contra Freezer. Los soldados le respetaban, las familias le veneraban y las mujeres le deseaban. Raditz no podía negarse a recibir tantas atenciones por lo que decidió aprovecharlas. Lo más común era verle rodeado de gente que le adulaba y de akrogianas admiradoras. No se había vinculado a alguien y hasta el momento no había cambiado de parecer. No había una chica que llamase su atención lejos de un atractivo sexual.

Bulma soltó a Raditz cuando llegaron hasta unas grandes puertas blancas con los bordes dorados, las cuales estaban custodiadas por dos soldados, quienes no dudaron en recibirles con respeto al reconocerlos. Ambos entraron en la gran sala que ya estaba repleta de invitados de la alta sociedad del planeta, así como de algunos ciudadanos que quisieron acercarse a felicitar al monarca.

La humana empezó a buscar a su familia entre la muchedumbre. Tanto ella como Raditz intentaban pasar entre los invitados, los cuales algunos les saludaban al reconocerlos. Bulma respondía rápida con una sonrisa amable, mientras que el saiyajin les ignoraban a causa del agobio que sentía por culpa del gentío.

–Ahí–señaló Raditz hacia la zona izquierda. Bulma miró donde él apuntaba, hasta que se encontró con el puntiagudo cabello de su amante, encontrándole junto a sus dos hijos y Nella.

Ambos caminaron hacia ellos, quienes se encontraban delante de una de las columnas de la sala. Veía a Bra jugar con Nella mientras que Trunks y Vegeta observaban el entorno. Sabía que su hijo estaba un poco incómodo, ya que su padre no hablaba, y es que éste se encontraba en la misma situación salvo que su estado era debido al poco aprecio que tenía a las celebraciones.

Mientras se aproximaban la mujer contemplaba a su primogénito que vestía igual que su padre, un traje negro, junto con unos guantes blancos a conjunto de su armadura, la cual tenía grabada el símbolo saiyajin y con una capa que Trunks no adoraba. La de Vegeta era roja, mientras que la de su hijo era negra.

Vegeta pronto se cruzó con la mirada de la mujer, que se acercaba en compañía de Raditz, pero poca atención le prestó a éste, pues se contentó con estudiar la vestimenta de la humana, deleitándose con la idea de quitársela.

–¡Mami! –Bra se separó de Nella y fue corriendo hacia su madre quien la cargó entre sus brazos. La niña miró a Raditz y le sacó la lengua. El guerrero frunció el ceño ante el gesto de la menor–. Ya se lo dije a mi papi. –

Bulma se acercó a ambos saiyajins con una sonrisa en su rostro. Se colocó entre su amante y su hijo mientras dejaba a la pequeña de nuevo en el suelo. Con la mirada buscó a Trunks que miraba a todos lados de forma nerviosa.

–¿Todo bien, hijo? –Trunks miró a su madre, que tenía un semblante preocupado. Él asintió no muy convencido–. ¿Seguro? –

–El Rey dijo que quería hablar conmigo sobre algo muy importante–Bulma intentó demostrar sorpresa, evitando que su hijo supiera que ella ya estaba al corriente de lo que el monarca quería.

–Será alguna tontería–la mujer miró a Vegeta que estaba, junto con Raditz, agarrando una copa de vino que un sirviente cargaba en una bandeja–. Siempre hace dramas con todo y resulta ser alguna estupidez. –

–¿Seguro? –preguntó Trunks viendo como su padre se deleitaba con el sabor del alcohol.

–¿Recuerdas cuando dijo que tenía que realizar grandes cambios en su vida y lo único que hizo fue cambiar el trono? –recordó Raditz intentando calmar al muchacho, el cual sonrió ante el comentario.

Bulma escuchaba la conversación incómoda. Era cierto que se conocía al Rey por su intensidad ante algunos cambios tan insignificantes, así como de querer que todas las atenciones se posaran en él, pero ese día no era uno en el que propondría una estupidez. Quería que su hijo reinase, y no era asunto de burlas.

–¡Atención, por favor! –todos los presentes silenciaron cuando la voz del Monarca se escuchó en toda la sala.

El Rey se encontraba en el centro de la sala, donde los presentes le rodearon para contemplarle. En sus manos cargaba dos copas de vino blanco, los cuales chocó entre sí para llamar al silencio a los que todavía seguían hablando. Finalmente consiguió la atención de todos los presentes, algo que le resultó satisfactorio. Mostró su mejor sonrisa y empezó con su discurso.

–En primer lugar, quiero agradecer a mi pueblo que haya venido a esta celebración–habló el Rey mientras miraba a los presentes que sonreían junto a él–. Os adoro a todos. –

Bulma llevó una mano a su corazón, sintiendo que éste latía con fuerza. Disimuladamente miró a su hijo que estaba de brazos cruzados prestando atención a las palabras del Rey. Ahora que había escuchado que la petición del monarca en realidad sería una tontería, se encontraba más relajado, mientras que ella se encontraba nerviosa, golpeando el suelo con su tacón.

–En segundo, y como es ya tradición, quiero volver a agradecer a los héroes que nos libraron de Freezer. Si no hubiese sido por ellos, ahora mismo no podría hacer esta fiesta–rió el Rey en compañía de los invitados, de los cuales algunos se giraron a mirar al grupo de saiyajin con una sonrisa, inclusive con alguna palabra de agradecimiento–. En tercer lugar… Esto es muy importante para mí. –

Darek miró en la dirección en la que se encontraban sus amigos, sonrió y extendió los brazos con las copas aún en sus manos. Sus ojos se clavaron en los azulados y penetrantes de Trunks.

–Acompáñame, Príncipe Trunks–el chico abrió los ojos sorprendido. Bulma le miró sintiendo que su corazón saldría del pecho. Quería agarrarle del brazo y pedirle que no fuera, pero tenía miles de ojos puestos en ellos.

Trunks se acercó, ya que no estaba dispuesto a contrariar al monarca. En ese punto, Vegeta ya estaba más atento a las palabras del Rey, a las que poco caso le hizo. Sólo desvió su atención cuando escuchó un irritante sonido a su lado. Miró a Bulma, quien golpeaba el suelo con la punta del tacón de manera nerviosa, lo que le hizo dudar más de lo que ocurría.

El joven medio saiyajin llegó hasta el Rey con una sonrisa en sus labios, que él de igual forma imitó. Darek le entregó la copa de vino que tenía en sus manos, la cual aceptó con incomodidad, ya que no solía tomar bebidas alcohólicas aunque su propio padre, Raditz o el mismo monarca le hayan ofrecido en incontables ocasiones. El akrogiano le tomó del brazo y miró a su pueblo.

–Este muchacho es a día de hoy alguien muy importante para mí–la mirada de Darek viajó desde los rostros de su pueblo hasta terminar en la del chico–. Casi un hijo, podría decir. –

–Son agradecidas sus palabras, Rey Darek–el nombrado vio como educadamente asentía, mostrándole respeto.

–Hoy, como todos los años, yo iré creciendo y envejeciendo–Darek se separó el muchacho sin despegar su mirada de él, quien atendía a sus palabras con gran atención–. Moriré y no habrá un hijo como tú, o una pequeña como Bra, que se siente en mi trono y dé honor a mi nombre y a la de mi familia. –

Trunks miró atentamente al hombre que hablaba con una serenidad que empezaba a darle escalofríos. El muchacho le vio aproximarse y como sus manos, de las cuales en una aun mantenía su copa, se posaban a la altura de sus brazos, haciendo que sus miradas conectaran y que un escalofrío recorriese la columna del menor, presintiendo algo cercano.

–Pero tú, como hijo que te siento, ya das honor a mi nombre y a mi pueblo debido a tu noble corazón–Trunks tragó saliva contemplando al hombre con los ojos bien abiertos–. Es por ello que te ofrezco mi corona, mi trono, mi planeta. Mi título. –

Con sus últimas palabras se llevó la sorpresa de los presentes, excepto la de Bulma, que cerró los ojos sintiendo una punzada en su pecho. Sólo los abrió cuando sintió unas manos sobre sus hombros y el aliento de alguien chocar contra su oreja.

–Lo sabías ¿verdad? –Bulma miró por el rabillo del ojo a Vegeta. Al no encontrar voz para hablar, asintió nerviosa.

Vegeta sentía que la furia lo estaba invadiendo. Miró a su mujer y luego al Rey que hablaba con su hijo, ofreciéndole la posibilidad de ser Rey. No sabía que era más molesto en ese momento, que el monarca haya tomado esa decisión sin tomarle en cuenta, o que lo hiciera con Bulma y ésta guardase silencio.

–¿Qué me dices, Príncipe Trunks? –volvió a preguntar Darek mirando al joven, llamando de nuevo la atención de los padres de éste.

Trunks observaba los ojos de color magenta del Rey. Sentía que su mente le había abandonado y no sabía que decir, que hacer o como reaccionar. Sólo se repetía en bucle sus palabras. Le ofrecía un trono. El poder controlar a un planeta con una corona sobre su cabeza. Él había nacido siendo Príncipe de una raza casi extinta, ni siquiera le daba valor a su título, ya que sólo lo utilizaba por su padre.

Sabía cuales eran los privilegios de los monarcas, pero también que tenían ciertas limitaciones. Vegeta se encargó de enseñarle tanto y cuanto pudo sobre los deberes de un Rey. Debía vivir por y para su pueblo, y en cierto modo ya lo hacía. Él luchaba para proteger a su familia y al planeta Akrog, pero si aceptaba aquel título tendría que mandar sobre temas que seguramente poco le gustarían. Lo peor de todo, su vida estaría planificada para que fuera como la de todos los de la Familia Real.

Puede que Darek haya podido evadir ciertos puntos de la vida de un Monarca. Él no estaba casado con una mujer debido a que no le gustaban, pero debía de estarlo para que su pueblo estuviera contento y tranquilo de que el Rey tenía una Reina, así que prefirió utilizar la enfermedad del mismísimo Lord Kavit. Aseguró no poder tener herederos y que por ello no quería hacer sufrir a la que tuviera que ser su esposa, por lo que se libró del matrimonio. Pero de nuevo por ser Rey debía privarse de lo que quería. Por supuesto que deseaba casarse, pero era obvio que no con un ser del género femenino, deseaba tener hijos, pero su pueblo lo repudiaría como un bastardo.

Trunks suspiró. Tenía la decisión tomada. Sus padres lucharon por ser libres y que él y su hermana pudiera vivir de igual forma, la corona no era más que otras cadenas invisibles que las vendían de una forma más elegante.

–Rey Darek yo…–

–Siento llegar tarde a la fiesta–la voz de Trunks se vio eclipsada por una más áspera.

Bulma apartó la mirada de su hijo hacia quien le interrumpió. Llevó sus manos hacia su boca cuando un grito escapó de esta al ver al ser entrando por la puerta.

Era un ser alto, de tez morada, aunque la zona de su cabeza, pectorales, hombros, antebrazos y la mitad de sus piernas eran blancas. En la parte superior de su cabeza había una franja azul oscura, como si se tratase de un casco. Sus ojos eran rojizos y sus labios formaban una sádica sonrisa.

Golpeó con su larga cola al suelo, haciendo que los presentes gritasen de terror. Detrás de él empezaron a salir más hombres cuya vestimenta era similar a la de los soldados de Freezer.

–Cooler–nombró Vegeta, reconociendo al hermano de Freezer.

Aquel nombre y su significaron hicieron que los recuerdos volvieran a la cabeza de Bulma. Sintió su respiración agitada y como su corazón latía nervioso. El cuerpo comenzó a temblar haciendo que sus piernas flaquearan. Había olvidado aquella horrible sensación, esa llamada miedo. No quería volver a ser un Alma Perdida.

CONTINUARÁ...


Hasta aquí la primera parte de esta historia. Espero que os haya gustado!

Os aviso de que aún quedan algunas sorpresas que se verán en la segunda parte, yo creo que os gustarán muchísimo. Debo decir que me gustaba la idea de hacer a Trunks de mayor, ya que es uno de mis personajes favoritos de la serie (en este fic le dejo con el pelo largo porque me parecía muy sexy xD), y a Bra porque después de todo Bulma y Vegeta tuvieron dos hijos. Ellos tendrán un papel importante, pero por supuesto no me voy a olvidar de nuestra pareja.

Finalmente os quiero agradecer por todos los comentarios en los que me habéis dicho que os gustaba la historia, de verdad que me han alegrado mucho. Yo sólo espero que cada capítulo lo disfrutéis como yo escribiendo. ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS Y NOS VEMOS MUY PRONTO CON: ALMAS UNIDAS!