Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Como están mis preciosos? Aquí cumpliendo en tiempo y forma con lo prometido, en unas horas actualizo el extra de "El sabor de mi venganza", no crean que me olvidé, y ahora sí, ya no pidan más, aquí se termina este two shot. Quiero agradecerles por su apoyo y me sorprendió que les haya gustado tanto, me he puesto muy feliz con sus mensajes y favoritos y seguimientos. Sigamos en contacto, pronto saldrá el nuevo fic! Un abrazo psicológico para cada uno de ustedes y espero que esta segunda parte cumpla sus expectativas. Besitos estelares!
Disclaimer: No me pertenecen los derechos de los personajes, son de Isayama Hajime.
Advertencia: Algunas suculencias, algo de erotismo, fuertes declaraciones, en fin, juzguen ustedes.
Mirada Clandestina 2
Eren se empezó a despertar… le dolía todo el cuerpo, más que nada la parte baja de la espalda, por dentro, por fuera. Tenía todo el cuerpo entumido, estaba desnudo, excepto por las medias y un zapato, el otro no sabía dónde estaba y un Levi a medio dormir, que roncaba sobre su hombro y se lo había babeado un poco, y que lo abrazaba posesivamente por la cintura. Tenía la boca pastosa y le dolía la garganta, seguramente por el alcohol, y se le sumaba una incipiente jaqueca que empezaba a crecer. Aún estaba algo aturdido, hasta que empezó a recordar lo que había pasado la noche anterior. Recién entonces se puso tieso como una tabla y con cara de asustado.
No way, no fucking way. Es decir, recordaba perfectamente bien todo lo que había sucedido, de hecho buena parte era su culpa, considerando que Levi intentó esquivar el tema y le pidió que lo olvidara, mientras que él lo buscó y lo besó como si no hubiera mañana, no sólo eso, se había entregado como quinceañera enamorada. Tanteó entre sus ropas que yacían a un costado hechas un desastre, de lo arrugadas que estaban y sacó el celular. Eran las once de la mañana, la ventana había quedado abierta y ambos estaban medio helados. Mikasa le había mandado un par de palabrotas porque no le había respondido los mensajes, por lo que se apresuró a mandarle un "Disculpa, amor, me quedé dormido, recién despierto".
Trato de zafarse del brazo de Levi e intentó sentarse, mal idea, malísima. Luego trató de ponerse de pie, era increíble lo que dolía caminar, sentía como si le metieran cientos de agujas en el coxis. Tampoco que estuviera inválido, pero quería asearse un poco, estaba todo pegajoso en varias partes y apenas pudo pararse medianamente bien, se deslizó por sus piernas un líquido algo tibio. Se quedó como una estatua mientras aceptaba su situación. Alzó su ropa y como pudo (agarrándose de las paredes), se metió en el baño de planta baja para darse una ducha intensa. Estuvo casi una hora metido, intentando que sus músculos volvieran a la vida, mientras estornudaba un par de veces.
Salió más refrescado y limpio, le ardían un poco los ojos y los tenía algo rojos. Cuando volvió al despacho, sobre todo a buscar el zapato perdido como la cenicienta, Levi ya no estaba. Miró el sofá y se ruborizó al recordar lo que habían hecho. Aún quedaban vestigios de sus fluidos en el lugar, sin dudas había que limpiarlo a fondo. No quiso pensar más, se colocó el zapato y se fue a la cocina a preparar café recargado.
Puso el agua en la pava y sacó dos tazas, batió con azúcar el café instantáneo para que saliera espumoso y justo cuando el agua hervía Levi se apareció, también recién bañado.
-: Buenos días – dijo Levi.
-: Buenos días, estoy preparando café batido, ¿vas a querer? – Eren hablaba de espaldas, no quería siquiera mirarlo.
-: Sí, voy a traer pan, ¿quieres algo en especial?
-: Si… mmm… medialunas rellenas…
-: Bien, ya vuelvo.
Una vez que se fue, Eren se sentó en la cocina, tenía a su corazón latiendo como carrera de fórmula uno. Anoche incentivado por el alcohol y la pasión del momento, hicieron y se dijeron muchas cosas, pero a la luz de la mañana, conscientes de que eran dos personas casadas, las cosas cambiaban y mucho. ¿Qué se suponía que debían hacer ahora? El ojiverde suspiró frustrado. Le había gustado, de eso no tenía dudas, ahora mismo le encantaría estar en sus brazos, durmiendo plácidamente, sintiendo el calor de su cuerpo… pero… ¿cómo se sentiría, Levi? Se sirvió un vaso de agua fresca y bebió. Normalmente se quedaba en casa de su amigo hasta la tarde, por lo general comían algo comprado y luego se iban a dar vueltas en el auto al dique que estaba cerca, o se iban a jugar al tenis en el club del que Levi era socio, o simplemente jugaban al pool en la sala de juegos que había en el sótano de la casa.
Hoy no sabía por dónde empezar, no sabía qué decir, ni qué hacer. ¿Lo seguiría tratando como siempre? ¿Hablarían de lo que había pasado? Ni siquiera él sabía lo que quería ahora, tenía una gran confusión adentro, por un lado un enorme sentimiento de culpabilidad, él que siempre había aborrecido que Mikasa lo engañara con ese hombre, ¿acaso no era ahora lo mismo? Por otra parte se sentía liberado, aún le quedaban resabios de esa liberación de adrenalina, no quería que las cosa volvieran a ser como antes, ya no podía ver a Levi como el amigo de siempre, ahora mismo que apenas se había ido a la panadería del barrio, ya lo estaba extrañando. Se puso rojo hasta la coronilla, realmente… parecía un adolescente de hormonas desbocadas. Pero no lo era, era un adulto, un adulto metido en un lío de tamaño tsunami.
Levi no estaba en mejores condiciones.
"Mierda… mierda… mierda… y más mierda… ¿qué carajo había pasado?", pensaba y se ponía los anteojos de sol para disimular las ojeras que tenía, mientras caminaba al negocio. Diez putos años conteniéndose, diez años soñando, ansiando, pero completamente resignado a esa amistad. Diez años escondiendo sus sentimientos, camuflando sus intenciones, y a la primera de cambios había tirado todo su pulcro trabajo por la ventana.
Entró y las campanillas de la puerta anunciaron su llegada. La chica del mostrador le sonrió y le preguntó lo que necesitaba. "Volver el tiempo atrás", pensó.
-: Deme seis medialunas rellenas, doscientos gramos de chipás, si están calientes mejor, y unos seis bollitos de anís – Era demasiado y lo sabía. Pero estaba tan ansioso que se hubiera comido la panadería entera.
Volvió a paso cansado, con una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo la bolsa con lo adquirido. Preguntándose cómo enfrentar a Eren. ¿Sería mejor echarle la culpa al alcohol y volver a lo que eran antes? No, él realmente o quería eso, pero… ¿ahora qué?
Estaban sentados en la isla de la cocina, sobre la mesada que obraba como desayunador. Tomaron el delicioso café junto a dos analgésicos, y se devoraron lo comprado. Levi recibió una llamada de Petra, anunciándole que volvería dentro de dos días, el martes para ser más exactos.
Luego de desayunar fueron al balcón, Levi le prestó un equipo de gimnasia a Eren, con pantalones cortos, ya que los pantalones largos siempre le quedaban chicos, además hacía calor y un sol reluciente brillaba en el firmamento. Eren se recostó en una de las reposeras y calor del sol hizo que se adormeciera. Levi lo miraba cada tanto, y se espantó cuando vio un enorme moretón un poco por encima de la clavícula. Sin dudas había que tapar eso como fuera, no podía dejar que el otro se fuera así a su casa, ni qué decir de él, tenía algunas marcas en la espalda, pero a Petra le gustaba hacerlo con la luz apagada, aunque debería usar pijamas, sí o sí.
Ahora lo veía estirado allí y tenía ganas de besarlo, se giró para apoyarse en el barandal y suspirar pesado, cerrando los ojos y pensando qué seguiría ahora.
-: Levi… - dijo Eren a media voz.
-: ¿Qué?
-: ¿Qué haremos ahora?
-: No lo sé, ¿tienes sueño? Podríamos dormir un rato y luego-
-. Ya sabes a qué me refiero…
Se hizo un silencio incómodo, escuchó a Eren sentarse en la reposera.
-: Tienes una marca en la clavícula, debemos taparla con algo, creo que Petra tiene unas bases.
-: Sí, la vi… ¿Qué haremos?
-: Para ser honesto… no lo sé… Tal vez, nos dejamos llevar…
El ojiverde era ahora el que suspiraba.
-: ¿Estás bien? ¿Cómo está tu cuerpo? – Dijo Levi acercándose y sentándose frente al otro.
-: Más o menos… me… duele…
-: Dis-disculpa, fui algo… impetuoso…
-: Está bien, yo tampoco… tuve demasiado autocontrol… más bien nada.
Por fin se miraron, y se dieron cuenta que iba a ser imposible que las cosas volvieran a ser como antes…
-0-
-: Amor… - dijo Mikasa sentándose en el regazo de Eren, el castaño estaba agotadísimo, había tenido una día extremadamente pesado en el trabajo - ¿Sabes? Petra nos invitó este fin de semana largo a la cabaña de las sierras, ¿hace mucho que no hacemos nada los cuatro juntos, verdad?
Eren se quedó estático, hacía dos semanas que no veía a Levi… desde esa apasionada noche.
-: No lo sé, estoy cansando, preferiría quedarme en casa a recuperarme.
-: No seas amargado, amor, anda, será divertido, si justamente la idea es descansar.
-: No lo sé, Mika…
-: ¿Qué te pasa? Va a estar tu mejor amigo, nunca te despegas de él los fines de semana, ¿qué pasó ahora? ¿Se pelearon?
-: No, no nos peleamos, es solo que… está bien, vamos.
-: ¡Sí! – Dijo Mikasa con una sonrisa de oreja a oreja – Llevaré el bikini entallado.
-: No lo hagas, no me parece apropiado, estamos en confianza, pero ese atuendo es demasiado.
-: Tranquilo, amor, ¿acaso crees que llamaré la atención de Levi?
Eren la miró con mala cara y la mujer se carcajeó un poco, le aflojó la corbata y comenzó a besarlo en el cuello.
-: Levi, es lindo… ¿no? ¿Tú qué dices? ¿Aceptaría hacer un trío con nosotros?
El castaño se puso de pie de inmediato, la mujer tuvo que hacer equilibrio para no irse de trasero al suelo.
-: ¡No seas desubicada, Mikasa! ¡¿Qué mierdas dices?!
-: ¡Oye, cálmate! No es para tanto, sólo estaba bromeando, ¿qué te pasa?
-: No es algo para bromear, no vuelvas a decir una cosa así, me voy a acostar, no me hagas cena.
Mikasa se quedó pasmada de la reacción de su marido. Era algo en verdad extraño. Normalmente no se negaba a ninguna actividad que involucrara a su amigo. Ahora que se percataba, el fin de semana pasado tampoco se había reunido con él. Luego hablaría con Petra, algo había pasado, eso era seguro.
-0-
Ese viernes por la tarde, dejaron a la pequeña Christa en casa de su abuela, Eren insistió en que viniera con ellos, pero Mikasa le dijo que ese fin de semana era para ellos, para "desenchufarse" de la rutina y descansar. Al castaño le partió el corazón dejar a la pequeña en lágrimas.
Cargaron los bolsos con ropa y cosas necesarias para esos días, compraron un pack de seis botellas de gaseosas, algunas bebidas y aperitivos. A Eren no le gustaba llegar con las manos vacías, aunque a los otros se le cayeran los billetes de los bolsillos.
El castaño manejó cerca de tres horas para llegar a la hermosa cabaña, ubicada en una residencia privada de cuatro hectáreas colindante con un precioso lago.
-: ¡Qué hermoso! – dijo Mikasa con una amplia sonrisa.
Llegaron y descargaron las cosas, o mejor dicho Eren tuvo que cargar con las bolsas, Petra les abrió la puerta, los saludó amistosamente y los hizo pasar adentro. Gracias a los aires acondicionados estaba agradablemente fresco.
-: ¿Y Levi? – preguntó Mikasa.
-: Ja, ja, ja – Petra se rió candorosamente – Está tratando de cocinar, se lo pedí yo, ya saben que es un desastre para esas cosas, pero por eso mismo es tan divertido, vayan, vayan.
Ingresaron a la cocina donde efectivamente Levi tenía cara de pocos amigos. Eren lo saludò con un apretón de manos y Mikasa lo abrazó sorpresivamente.
-: No te veía hace mucho, Levi, ¡guauu! ¿Has estado entrenando más?
Eren intentaba no sentirse incómodo con la situación.
-: Empecé boxeo hace poco – contestó el más bajo mientras volvía a intentar seguir cortando las verduras.
-: Yo iré con Petra a ponerme al día con su viaje, los dejo muchachos, cocinen rico – dijo la mujer sonriendo, mientras tomaba dos copas y uno de los vinos que habían traído.
-: Déjame que te ayude con eso o te cortarás un par de dedos – le dijo Eren mientras le sacaba el cuchillo y ocupaba su lugar.
-: Lávate las manos primero, mugroso – lo reprendió el más bajo mientras preparaba dos refrescos y le acercaba uno – Odio cocinar, pero siempre me hace esto.
-: Ya estoy aquí, deja de renegar, me encargaré apropiadamente, ¿qué intentabas hacer?
-: Dos ensaladas, hay una carne ahí que estuve tratando de adobar.
Eren la examinó y le agregó un par de especias más.
-: Bien, prende el horno y métela, por favor, yo me encargaré del resto.
Levi obedeció y luego se quedó en un rincón, de vez en cuando miraba al castaño furtivamente, Eren hacía de cuenta que no sentía esas pupilas atravesándolo.
-: ¿Qué tal el trabajo? – dijo para cortar un poco la tensión.
-: Lo mismo de siempre, mi suegro me hace la vida imposible, a pesar de que mi sucursal es la más productiva, la verdad estoy cansado, algún día le presentaré la renuncia y patearé su trasero.
-: Si lo haces no conseguirás buenas referencias.
-: No las necesito. Probablemente debería empezar a buscar otra cosa.
-: ¿Has tenido contacto con tu familia?
-: No. ¿Y tú? ¿Cómo está Carla?
-: No la he visto estos días, pero siempre nos escribimos, ahora se van de viaje a fin de mes con mi padre, creo que a París. Bien por ellos.
-: Qué bueno. ¿Te ayudo con algo más?
-: No, ya puedo ocuparme. Sólo fíjate la carne del horno.
-: Oye, el próximo fin de semana… ¿Quieres ir al bar?
-: Sí, claro, me vendría bien. La verdad que yo también estoy agotado, y faltan cinco meses para poder pedirme las vacaciones… ¿Por qué?... ¿Por qué no me escribiste?
El pelinegro bebió de su vaso y sin dejar de mirar profundamente al otro.
-: Tú también podrías haber escrito… Pensé… no sé, creí que estabas molesto o algo.
-: ¿Por qué lo estaría?
Levi se acercó lentamente, Eren trataba de concentrarse en lo que hacía, pero la verdad era que estaba muy consciente de lo que sucedía a su alrededor. Levi se frenó a escasos centímetros de su cuerpo, el castaño giró su cabeza, sólo podía concentrarse en esos perfectos ojos azules que lo escudriñaban profundamente. Su boca era como un imán, no podía evitar sentirse atraído. Se acercó instintivamente abriendo un poco sus labios. Entonces Levi se agarró uno de sus ojos y se giró de inmediato.
-: ¿Qué sucede? – se sintió la voz de Petra detrás de ellos.
-: Me entró una basura en el ojo – dijo Levi refregándose – Eren me estaba ayudando.
-: Eren, ese mentiroso te está engañando – dijo la mujer acercándose – Lo hace para que hagas el trabajo pesado, déjalo que cocine, tiene que aprender alguna vez, no lo consientas tanto.
-: No… no lo hago – dijo el ojiverde mientras intentaba que no se notaba como temblaban sus manos, eso había estado muy cerca.
Luego de una hora, la comida ya estaba lista.
-: Amor, ¿por qué no vas a la bodega a buscar un Don Perignon? Que te acompañe Eren – pidió Petra mientras seguía parloteando con su amiga.
Ambos hombres se fueron al sótano, la luz no funcionaba.
-: Mierda, tendré que cambiar ese foco - se quejó Levi mientras bajaban las escaleras de madera.
Buscó entre los estantes y la cantidad de botellas que había y al fin lo encontró. Pero cuando se giró Eren lo tomó sorpresivamente por los hombros y lo empujó contra los estantes para besarlo con desesperación. Como un reguero de pólvora, el deseo se encendió de inmediato. Ambos se devoraron con ganas. Sus cuerpos torpemente buscaban nuevos puntos de contacto, mientras sus lenguas se enredaban enloquecedoramente. Definitivamente no podían parar.
-: Eren… mmm… - apenas si podían respirar para luego volver a probarse con ansiedad. Las botellas tintineaban ante los movimientos de sus cuerpos apretados contra los estantes. Resoplaban como si hubieran acabado de correr – De-debemos volver… - Le susurró Levi, aún en contra de su voluntad. Los labios de ambos estaban brillosos y rojos por los roces algo bruscos.
-: Sí, sí, tienes razón – dijo Eren tratando de separarse, pero apenas se alejó un poco, el pelinegro lo agarró de un brazo para atraerlo junto a él y volver a atacarlo con sus besos.
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-: Vaya que demoraron – se quejó Petra – estoy hambrienta.
Se sentaron enfrentados, Levi comenzó a cortar la carne mientras Eren disponía las ensaladas sobre la mesa.
-: ¡Vaya muchachos, se lucieron! – Dijo Mikasa – Les prometemos que esta noche nosotras nos encargaremos de la cena.
Empezaron a charlar animadamente hasta que Levi sintió un pie rozándole la pantorrilla. Trataba de mantener su siempre semblante de "estoy oliendo caca", pero la verdad era que sentía que miles de pequeñas corrientes eléctricas le subían por las terminales nerviosas. La mesa no era muy ancha de manera que la distancia era perfecta para que un pie se colara entre las piernas. Miró disimuladamente a Eren, pero su amigo no parecía perturbado en absoluto. "Mocoso suicida", pensó, pero eso no evitó que esa acción lo excitara un poco, el pie comenzó a acariciarlo más arriba y se ahogó con el vino.
-: Cariño, ¿estás bien? – Le preguntó solícita Petra mientras lo golpeaba con suavidad en la espalda - ¿Te traigo agua?
-: No, cof, cof, no hace, cof, falta, ya está.
-: Toma con cuidado, Levi, no queremos terminar el fin de semana con un muerto – dijo Mikasa y todos se rieron.
Volvieron a comer en calma, pero apenas se llevó un pedazo de carne a la boca el pie atrevido volvió a hacer su aparición. No se molestó en correrlo, incluso cuando ya estaba casi entre sus muslos, más bien estaba algo tenso con miedo de que Petra se diera cuenta. Sin dudas le haría pagar caro su osadía al maldito, o al menos eso pensó hasta que Eren se puso de pie para traer la sal de la cocina… y el pie seguía allí. Sintió que se le erizaba toda la nuca. No había que ser un genio para darse cuenta. Cerró las piernas y con la mano corrió el indecente pie, de inmediato se puso rojo como un tomate.
-: ¿Levi? – le preguntó su esposa, mirándolo con curiosidad.
-: Acabo de masticar una pepita de pimienta – dijo el hombre mientras se sería soda en otro vaso y se lo bajaba de un solo tirón.
-: Cariño, hoy te pasan todas, ja, ja, ja – dijo la blonda y rieron.
El pelinegro lanzó una mierda furtiva hacia Mikasa y ésta le guiñó un ojo. ¡Mierda santa! Quería que lo succionara de inmediato un agujero negro. Ahora la muy desgraciada iba a pensar que él estaba aceptando su invitación. Trató en lo posible que sus miradas no se cruzaran, pero ella intentó tocarlo debajo de la mesa un par de veces, Levi cruzó sus piernas y trató de salir del alcance, mientras intentaba llevar adelante la conversación con normalidad.
Por la tarde se fueron a caminar cerca del Lago, hacía un calor infernal por lo que decidieron meterse un rato. Eren estaba algo avergonzado del diminuto bikini de su mujer, que por más que tuviera un cuerpo agraciado, le parecía algo desubicado. Levi no le prestaba la más mínima atención, Petra se le colgaba del brazo a cada rato o le pedía que la llevara en la espalda. Chapotearon un poco y luego se fueron a sentar en la orilla. Levi sentía que el agua casi helada del lago no le ayuda en absoluto a calmarse, ver el hermoso cuerpo de Eren adornado por las cientos de gotitas cristalinas que hacía brillar su sedosa piel, sólo provocaba que quisiera tocarlo cuanto antes. Se preguntaba como diantres haría, pero de alguna manera tenía que tenerlo de nuevo, quería sentirlo otra vez, que su cuerpo lo albergara deliciosamente. Tragó saliva y trató de responder a la charla inútil de Petra, pero es que tenía que despejarse o tendría una erección en cualquier momento, que con esas diminutas mallas se notaría de inmediato.
Cuando el sol comenzó a ponerse volvieron a la cabaña, se bañaron y se juntaron el lobby para luego ir a dar unas vueltas por la estancia. Levi hizo preparar un par de caballos y se dieron el gusto de cabalgar por un buen rato, las mujeres empezaron a sentir frío y decidieron volver, el clima de las sierras cambiaba con drástica facilidad. Eren y Levi se quedaron un rato más.
-: Vaya, que hermosos animales – dijo el castaño acariciando las crines del suyo.
-: Son pura sangre andaluces – le explicó el azabache – Son excelentes para montar con tranquilidad, dóciles y hermosos, me gustan mucho los caballos.
-: Además este paisaje – dijo mirando por sobre su hombro, el viento que ya se estaba poniendo frío despeinó su cabellera, con el sol de fondo Levi pensó que estaba frente a una aparición, no podía verse más hermoso – Sin dudas tienes unas tierras muy hermosas aquí. Recuerdo cuando veníamos en el verano, tu tío Kenny nos obligaba a que los acompañáramos a cazar, ¿recuerdas?
-: Maldito viejo sádico – acotó Levi – Odiaba tener que dispararle a los pobres animales.
-: ¡Levi, hazte un hombre como corresponde! ¡Eren, maldito inútil! No podrías atinarle un conejo muerto aunque estuviera tirado a tus pies – Imitó la cara y el acento el ojiverde y ambos se echaron a reír con ganas – Pero tenía razón, nunca tuve buena puntería como tú.
El pelinegro pensó que le había dado de lleno al blanco de su corazón, que para eso eren tenía una puntería perfecta, obviamente jamás se lo diría en voz alta.
-: Cada cual con sus virtudes, tienes las tuyas aunque estén bien camufladas.
-: ¿Ah, sí? ¿Qué virtudes tengo? – preguntó curioso.
Levi giró su caballo para empezar a volver a paso tranquilo.
-: Bueno, tienes… - al pelinegro siempre le había costado hablar bien de los demás, no que no pudiera, simplemente no era de los que largaban elogios tan fácilmente – Tienes unos ojos muy… grandes.
-: ¿Eso se cuenta como una virtud?
-: Oh, y no olvidemos tu lujurioso cuerpo.
Eren se puso rojo de inmediato y bajó la mirada algo abochornado. Levi prendió un cigarro, Petra no lo dejaba fumar dentro de la cabaña.
Cuando entraron, sus esposas los recibieron con sendas tazas de café, y propusieron jugar a adivinar películas con mímicas, decidieron intercambiar parejas para hacerlo más divertido. Eren era un fiasco al igual que Petra, así que fue un momento muy divertido para todos, incluso Levi mostró un par de sonrisas. Cuando el pelinegro fue a la cocina a preparar un par de tragos Mikasa se coló para poner unas papas fritas y maníes en algunos recipientes.
-: ¿Hacemos un buen equipo, no crees Levi? – le dijo sonriéndole seductoramente.
-: Oye, tranquila – fue todo lo que le dijo el ojiazul – Eren es mi mejor amigo, y yo no ando buscando problemas, por lo que te pido que no me pongas en aprietos.
-: ¿Eso quiere decir que si ellos no estuvieran en nuestro camino aceptarías divertirte un poco?
Levi la ignoró por completo, ¿esa mujer estaba loca o qué? Pero pegó un pequeño brinco cuando le besó de improviso la nuca, ella rió candorosamente y tomó las fuentes para salir del lugar. Levi suspiró molesto. Tú no me interesas trepadora, me interesa tu marido, pensó el pelinegro.
Finalmente a eso de las nueve, Petra y Mikasa decidieron ir al pueblo a hacer las compras para la cena y otras cosas que se necesitaban. Apenas escucharon que arrancaba la camioneta, ni lerdos ni perezosos se fueron casi corriendo a la habitación de invitados, donde Eren y Mikasa tenían sus cosas, apenas pasaron la puerta se miraron con ansiedad y terminaron besándose con bríos. Esta vez las cosas estaban mucho más claras que antes, prácticamente se arrancaron la ropa y cayeron en la cama enredados.
-: ¡Oh, Levi, te deseo tanto! – Eren no se reprimía en absoluto, de hecho había estado todo el día ansioso de tener ese espacio a solas, ambos sabían que contaban al menos con dos horas hasta que ellas volvieran.
Estaba mal, pero se sentían en la gloria. Sus pieles, el aroma de la excitación invadiéndolos. Se acariciaron con ganas, bastante enardecidos, Eren mordió el hombro de Levi, refrenando sus impulsos de marcarlo, porque la verdad era que quería hacerlo. El más bajo tomó uno de los muslos del castaño y lo colocó sobre su cadera para refregar sus pelvis, mientras su lengua lo invadía. Se sorprendió cuando al tocarlo más profundo lo encontró algo húmedo y bastante suave, lo miró levantado una ceja y Eren se sonrojó un poco.
-: Yo… yo me pre-preparé para ti… - admitió con vergüenza.
Levi sintió que el desgraciado de cupido le había disparado todas sus flechas al mismo tiempo, no tenía duda alguna que estaba más enamorado que nunca de ese hermoso hombre. Lo besó otra vez con fuerza, ya no podía esperar más, pero justo cuando ya estaba listo para hundirse en ese estrecho canal, escuchó una voz viniendo por el pasillo.
-: ¿Levi? ¿Eren?
Cuando Mikasa abrió la puerta, la escena con la que se encontró la dejó algo… sorprendida. Su marido, más rojo que nunca, desnudo, sentado en la cama y con una remera arrugada cubriendo sus partes nobles.
-: ¿Eren? ¿Qué estabas haciendo?
El ojiverde tragó en seco y apenas pudo balbucear una excusa decente.
-: ¡Cielos, Mika! ¿Por qué volvieron tan repentinamente?
-: Bueno, me olvidé la cartera – dijo caminando a un costado y tomándola – Aquí tengo mi billetera, ¿qué haces desnudo, ah?
-: ¿Puedo tener un poco de privacidad? – le recriminó Eren todavía temblando un poco.
Mikasa se acercó y se sentó a horcajadas sobre Eren.
-: Pervertido – le susurró al oído – ¿Te estabas divirtiendo sin mí? Y mira… - dijo tocándolo en la entrepierna – Estás todo animado, ya que estás así… ¿deberíamos aprovechar, no crees?
-: Pe-pero, Petra te está esperando, ¿no es así?
-: ¿Esos no son los zapatos de Levi? – dijo de repente Mikasa mirando a un costado de la cama.
-: Ni idea – respondió el castaño.
-: ¿Qué hacen aquí?
-: Oh, cierto, se cambió y se puso zapatillas, se fue a buscar leña o algo por el estilo.
-: Como sea, volvamos a lo nuestro, hagamos un "rapidito" amor.
-: ¡No, no de ninguna manera! No dejes esperando a Petra, con seguridad vendrá a ver qué sucede, no quiero que nos encuentre haciendo cosas.
-: ¡Qué aburrido! – Le recriminó la mujer y le sacó la lengua para finalmente ir a la puerta, luego se giró y le guiñó un ojo – Voy a castigarte por esto, ¿sabes? Vas a tener que compensármelo muy bien.
Hasta que sintieron que la camioneta se marchaba de nuevo, nadie se movió de su sitio. Al fin Levi salió de debajo de la cama, ambos estaban algo transpirados por el susto más que nada. El pelinegro tenía un par de motas de polvo en la cabellera y Eren comenzó a reír para luego retirárselas.
-: Maldita sea, casi me da un infarto, ¿cómo es que no sentimos la camioneta venir? – se quejó el más bajo suspirando profundo.
-: Menos mal escuchaste su voz, o habría sido bastante complicado explicar esto.
Ambos se sentaron y se quedaron en silencio algunos segundos.
-: Será mejor que olvidemos esto – dijo Levi con la voz derrotada, el castaño se acercó y comenzó a besar su hombro.
-: Sí, tienes razón… no deberíamos hacer esto… - luego pasó a besar el blanco cuello y Levi ladeó su cabeza para darle mayor acceso.
-: Si nos encontraran… sería un gran escándalo… - decía Levi mientras sentía que su respiración se aceleraba – Ambas… llorarían… - luego comenzó a darle cortos y húmedos besos a su acompañante.
-: Sí… sería… mmm… un desastre – y aunque decía una cosa, sus manos ya se estaban tocando de nuevo – Pero… es que… mmm… no quiero detenerme, Levi…
El pelinegro se mordió el labio y se preguntó cómo podía su nombre sonar tan erótico en esa boca carnosa y divina.
-: Eres irresistible, ¿lo sabes? – fue lo último que dijo el ojiazul mientras arrastraba al castaño sobre la cama.
No hizo falta demasiado para estar completamente erecto, estaba con la persona que hacia latir su corazón, con el dueño de sus suspiros por más de diez años, amo de sus sueños más profundos y escondidos. Su voz, sus gemidos que eran la música que sus oídos ansiaban, ver sus ojos brillando, su cuerpo rendido a sus roces, todo en él lo encendía.
Su sumergió profundamente en él, mientras Eren se arqueaba deliciosamente, cerrando sus esmeraldas preciosas para poder disfrutar más. Tener a Levi invadiendo su cuerpo era lo mejor que le había pasado en cuanto a sexo se refería. Entrecerró los ojos y vio esa mirada azul que amaba, quería que lo dominara, que fuera sólo de él, quería pertenecerle por siempre.
-: Más… más, por favor… - le suplicó cegado por el placer que lo invadía. No se lo había imaginado, era real, era como lo recordaba, aunque la primera vez hubiera sido poco gentil, ahora era como si toda su complexión lo estuviera sintiendo, cada pequeña vena, cada rincón, cada cabello vibraba de puro deleite, y su boca se abría para dejar salir su aliento cálido y sofocador.
Levi lo embestía con lentitud, quería disfrutar todo, hasta el más mínimo roce, estaba concentrado en la cara de satisfacción del castaño, la vez anterior no había podido observarlo adecuadamente. Cada beso renovaba y confirmaba lo que ambos sentían, ya no querían esconderse, no querían buscar una excusa, simplemente querían seguir adelante, dejarse arrastrar por el torbellino de sentimientos que no paraban de crecer, eran tantos, que los inundaban, que les hacían doler el pecho, a veces amar tanto… dolía un poco.
El pelinegro pudo sentir cuando rozó ese botón de lascivia dentro de Eren, el ojiverde enterró sus largos dedos en su cintura y gruñó para apagar lo que hubiera sido un grito de auténtico éxtasis.
-: ¡Oh, Levi, tan bueno, ahí, ahí, por favor! Ah, ah, ah…
Se disfrutaron plenamente, hasta que sus cuerpos quedaron rendidos de satisfacción. Se dieron una corta ducha para luego cambiar las sábanas (Levi era un freak de la limpieza sin duda), y luego se quedaron acostados en la obscuridad de la habitación. Levi quería fumar, pero la sensación de tener a Eren sobre su pecho era mejor que cualquier cigarrillo.
-: Eren… - dijo acariciando la abundante cabellera castaña, algo que sólo lo hacía con él, porque le crispaba los nervios ese tipo de muestra después de tener una buena sesión de sexo.
-: ¿Sí? – dijo el otro somnoliento.
-: No quiero perderte… quiero estar contigo, de esta manera… siempre…
Eren giró su cabeza para mirarlo, aunque estuvieran en penumbras, sus hermosos ojos esmeralda parecían brillar con luz propia.
-: Yo… también quiero eso…
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El padre de Petra lo persiguió un buen trecho gritándole toda clase de improperios, pero el pelinegro ni se mosqueó, ni siquiera se molestó en responderle nada. Había presentado su renuncia y le había dicho que se separaría de Petra, estaba cansado de ser maltratado en la empresa y de que lo utilizaran sólo para poder inseminar a la rubia.
Mikasa arañó a Eren, y por supuesto le gritó e hizo drama, y hasta le cortajeó la mayor parte de la ropa.
-: ¿Por qué, por qué me haces esto Eren? – dijo la mujer en un mar de lágrimas.
-: Porque ya no te amo… lo siento, pero es así…
Necesitaban sincerarse, necesitaban decir lo que de verdad pasaba, de nada servía ocultarlo.
Se tomaron un tiempo a solas, para ordenar el caos mental, y sentimental que sobrevino. Para poder redescubrirse y pensar seriamente qué deseaban para el futuro. Para poder sentir que se necesitaban de verdad, que no era un capricho pasajero, para sanar las heridas del pasado, de las malas decisiones y poder empezar con la frente en alto.
-0-
-: Miren nada más – dijo con burla el castaño - ¿Levi comprando verduras? Eso sí es un milagro.
El pelinegro se giró y se encontró con la maravillosa figura de Eren, estaba algo más delgado pero con un mejor semblante, con ropa nueva y que como siempre, le sentaban perfecto a su figura.
-: Sigue mofándote, idiota, para tu información he tomado cursos de cocina, ahora soy un maldito dios del sartén.
El más alto no pudo evitar comenzar a reírse.
-: Muy bien, dios del sartén, ¿qué vas a cocinar con todo eso?
-: Un soufflé de verduras con queso camembert. ¿Apeteces un poco?
-: No lo sé – puso sus manos con las palmas arriba como si fuera una balanza - ¿Cena tranquila en mi departamento ó arriesgarme a morir envenenado? Mmm, es una difícil decisión.
-: Ya no cocino mal, imbécil. ¡Tch!
-: Bien, acepto siempre y cuando me dejes encargarme del postre - dijo tomando una bandeja de frutillas y poniéndola en su carrito.
-: El postre es lo que mejor se te da – le contestó con un dejo de sensualidad el ojiazul, y Eren sólo sonrió – Es bueno encontrarte, Eren.
-: Lo mismo digo, Levi…
La noche se desparramaba serena y tranquila, la luna brillaba con fuerza, bendecida por los rayos solares… los corazones vibraban emocionados… ya no estaban solos, tenían compañía para el largo camino que les tocaba transitar…
By Luna de acero… sonriendo enamorada…