Los personajes no me pertenecen y la trama está inspirada en la película "El Cadáver de la Novia"

ULTIMO CAPITULO GENTEEE, la quinta entrega de este fic y espero que les guste…gracias a todos por leer y hacerse un tiempo para comentar y seguir mi historia!

Sin extenderme mas, A LEER!

Capítulo 5: Hasta que la muerte nos separe.

-Con esta mano yo sostendré tus anhelos. Tu copa nunca estará vacia, pues yo sere tu vino…- Lila decía sus votos matrimoniales.

La capilla estaba pobremente, las bancas estaban vacias casi en totalidad. A la boda no habian asistido mas de 15 personas, incluyendo a los novios, y la única feliz era la novia.

Los invitados estaban por estar, los Señores Agreste tenían sus acostumbradas muecas como si se fueran chupado un limón con sal y Natalie estaba arrodillada, escondida tras la ultima banca, llorando a lagrima viva de angustia y tristeza por Adrien.

-Y con este anillo te piso que seas mi esposo- Lila tomo la mano de Adrien y coloco la sortija en su lugar. Ignoro olímpicamente que la mano del rubio cayera completamente inanimada a su costado, igual como habia ignorado la falta de palabras o la frialdad las pocas veces que hablo, la rigides o la mirada perdida.

"Se parece a un cadaver" pensó ella "seguro practica para un futuro cercano".

Marinette se paseaba por allí cual alma en pena, con la cabeza gacha y hombros caidos. Se devanaba los sesos para saber por que tenia tanta mala suerte; siempre habia sido torpe, tropezándose o tirando cosas, eran simples problemas de coordinación.

Pero su torpeza nunca la habia llevado a pasar una pequeña depresión a la mitad de un tenebroso bosque para terminar casada con un cadáver, encerrada en el inframundo mientras el verdadero amor de su vida se casaba con una desconocida extraña. ¡Eso era mala suerte!

Tal vez de camino al bosque se habia cruzado con una camada de gatos negros, pasado bajo muchas escaleras y pisado muchas grietas… ¡algo tuvo que haber hecho para merecer todo eso!

-No entiendo que hice mal- paro en seco al escuchar la frase. Retrocedio un poco y se asomo por una puerta que estaba abierta. Adentro habia una cocina y allí estaba Nathaniel hablando con un hombre vestido de chefque ella ya habia visto en el bar- pensé que todo iba bien, que nos habíamos arreglado- decía el pelirrojo verdaderamente afligido- pero de la nada se va, sin ninguna palabra…

-Tranquilo, muchacho, que no te altere- respondio el chef, a quien le faltaba un ojo y varios dientes- las mujeres son… extrañas- rio entre dientes como si recordara algo que le habia pasado- a veces parecen de otro planeta.

-Ella no es de otro planeta, simplemente no pertenece a aca abajo- suspiro tristemente- creo que nuestro matrimonio se termino.

Si solo Nathaniel la fuera escuchado desde el principio, Marinette no quería que sufriera de esta manera, mucho menos por su culpa; tampoco quería que su matrimonio acabara asi. Por que ya que lo veía, podía tener un hogar allí con Nathaniel: el la quería, y ella no pedia nada mas.

En la superficie no le quedaba nada, Adrien ya estaría casado y seguro su madre no la querris de vuelta en casa, asi que ¿Cuál seria el problema en quedarse allí con Nathaniel? ¿ser su esposa?...

-Oh, aquí estas- la pelinegra vio entrar a la cocina al anciano Fu, encorvado y rengueando, con un grueso tomo bajo el aparentemente delicado brazo- te he estado buscando, hijo.

-¿Si?- Nathaniel lo miro extrañado- ¿por que?

Marinette se preocupo, el esqueleto se veía contrariado.

-Te traigo malas noticias- respondio al fin- es sobre tu matrimonio.

-¿Mi matrimonio?- el oji azul sono algo alterado, Marinette también se sintio inquiera.

-Tu matrimonio con la mortal es imposible- dijo el anciano Fu- las leyes estipulan que estarán casados hasta que la muerte los separe, y tu ya estas muerto.

Esto les cayo a ambos como balde de agua fría, pero el mas afectado, sin duda, era el.

-Bueno, hay una forma- el esqueleto estaba dudoso- ella tendría que morir.

El corazón de Marinette se salto un latido. ¿Morir? Para estar con Nathaniel tendría que morir ¿ahora? Algo frio y pesado se instalo en su estomago. Miedo.

-No, no, no- aunque Nathaniel no respiraba, su pecho subia y bajaba rápidamente- no podría pedirle eso, no puedo.

Tal vez el no tenia que decírselo, ella ya lo habia escuchado todo. ¿Morir? ¿Qué tenia que perder? En cambio podía estar allí el resto de la eternidad con el, alguien que la amaba.

¿Cuál era el problema?

-No tienes que pedírmelo- ella entro en la cocina, modulando su voz para que no temblara- lo hare.

-Marinette, no tienes…

Ella solo sonrio, la esperanza que vio en los ojos de Nathaniel ayudo a derretir un poco el miedo que entumia su estomago, dándole un poco mas de segurdad sobre su decisión.

Miro al anciano Fu.

-¿Qué tengo que hacer?

-Repetiremos la ceremonia, donde beberas el vino del tiempo.

Un veneno, eso entendio la oji azul, pero no le molesto.

-¿Eso es todo?

-La ceremonia… tiene que realizarse alla arriba- señalo al techo con su huesudo dedo índice- en la tierra de los vivos.

La noticia de la boda de Nathaniel y Marinette se propago por todo el Inframundo en cuestión de una hora y fue recibida con alegría, emoción y espectacion. Todos ayudaban en algo, por pequeño que fuese.

Las arañitas, lideradas por Tikki, arreglaron el traje de Nathaniel, y luego el vestido de Marinette.

Las mujeres del pueblo suspiraban ensoñadas viéndola vestida de novia, lo único que traía diferente era el velo, el ramo y los cuatro objetos que el pelirrojo le pidió llevar, pero la imagen era mas que suficiente para hacerlas llorar.

Todos iban charlando, riendo y festejando durante el ascenso. Nathaniel bien lejos de Marinette, por que no podía ver a la novia antes de la boda.

La cena de bodas se estaba llevando a cabo en el living de la casa de los Agreste. Al ser tan pocos los invitados, solo colocaron la vieja mesa del comedor. Lila y Adrien estaban sentados en la cabezera, el seguía perdidos en sus pensamientos mientras ella daba un largo y tedioso discurso que nadie escuchaba realmente.

Cuando termino, trajeron la cena: una sopa simple e insípida; ni siquiera el pequeño pastel de bodas se veía apetecible.

Se oyo un pequeño chapoteo, Gabriel miro su sopa.

-Hay un ojo en mi sopa- dijo, con su monótona forma de hablar. Fuera tenido una mayor reaccion de haber encontrado una mosca.

-¡Nos invaden los muertos!- grito alguien y el pánico se desato.

Tiraron las sillas y derramaron la sopa al evantarse de golpe para huir de la horda de muertos que invadia la casa; Gabriel y Annabella corrieron escaleras arriba, y a la mitad se detuvieron para admirar el desastre, mas llenos de asco que de pánico.

-Mi bisabuelo Anton se revolcaría en la tumba por esta falta de clase- dijo Gabriel con desprecio.

-Gabriel- se voltearon por el llamado del esqueleto vestido en galas antiguas. Supieron que se trataba de dicho bisabuelo pues estaba parado junto a su retrato. Era idéntico, solo le faltaban todas las partes blandas y organicas. Los Agreste vivos lo miraron sin parpadear- querido bisnieto, tráeme un levanta muertos ¿si?

Esta vez, si exteriorizaron el terror que sentían, corrieron gritan escaleras abajo muy rápidamente y desaparecieron en la calle.

La gente del pueblo no tuvo una mejor reacción; los pobladores corrieron, gritaron y se ocultaron. El anochecer no proporcionaba una mejor perspectiva de los muertos que se acercaban arrastrando los pies.

Las personas que no lograron hallar un lugar donde esconderse estaban siendo acorraladas contra las fachadas de los edificios, temblando y gritando histéricamente.

Entonces un pequeño niño se armo de valor, motivado por la curiosidad y un recuerdo algo lejano ya. Camino sin dudar hasta detenerse frente a un señor muerto; lo miro fijamente y el difunto le devolvió la mirada.

-¿Abuelo?- pregunto el pequeño, esperanzado.

El señor lo levanto y lo estrecho entre sus brazos, firmando la paz entre locales y visitantes. Asi comenzaron a saludarse y darse la bienvenida, en un lado estaba Nino hablando con sus compañeros de la panadería y en otra esquina estaba una testaruda mujer en andadera, golpeando con este a un esqueleto que trataba de hablarle.

-Mi vida.

-No te me acerques- un golpe.

-Amor.

-¡Aun no es mi hora!- otro golpe.

-Cariño.

-Atrevido- dos golpes mas.

-¡Gertrudis!

Al escuchar su nombre, ella bajo la andadera, se ajusto las gafas y lo miro con los ojos llenos de lagrimas.

-¿Alfred?- le temblo la voz- llevas muerto mas de 15 años.

-Y te sigo amando como el primer dia.

Con todos reconciliados y felices, comenzaron a ir hacia la colina, hacia la iglesia.

-No, espectros del infierno- gritaba el reverendo en la puerta- su presencia no es bienvenida en este lugar.

-Shhhhh- le dijo Alfred- estamos en la iglesia.

Eso dejo muso, atontado y aterrado al reverendo, que no tuvo mas opción que quitarse del camino.

Lila salio de debajo de la mesa, no sin clase y elegancia, y miro el lugar; estaba sucio y desordenado, pero libre de muertos. Respiro un poco mas tranquila.

Junto a ella, Adrien seguía sentado en su lugar mirando a la calle a través de la puerta abierta, muy tranquilo.

-Esto es todo- gruño ella- toma tu dinero y vámonos de aquí.

-¿Dinero?- el la miro por primera vez, con los ojos bien abiertos.

-Si, tu dinero- Lila lo miro exasperada- la parte de la herencia que te concierne.

-No tengo herencia- el rubio fruncio el ceño- mi familia no tiene dinero, me casaron contigo para salir de la bancarrota.

-No trates de engañarme- ella casi grito, perdiendo la compostura, agarrandoole los brazos.

Adrien no perdió la calma, la miro y se la quito bruscamente de en sima. Aliso su traje y le sacudió el polvo antes de hablar de manera neutral.

-Lamento decepcionarla, lady Lila, pero tal vez debio investigar antes de comprometerse.

Mentón en alto, hombros cuadrados y mirada altanera, nunca se habia comportado asi, pero se sentía libre luego de eso. Adrien salio de la casa con mucha dignidad dejando atrás a su esposa, importándole verdaderamente nada lo que a ella se le diera por hacer. En cambio, miro con curiosidad la prosecion de personas que se dirigía a la iglesia.

Allí se dirigio.

Ya todos estaban en sus lugares, no quedaban espacios en las bancas de la iglesia. El anciano Fu presidiria la ceremonia y Nathaniel estaba listo, guapo y sonriente frente al altar.

La marcha nupcial se hizo presente y Marinette comenzó su camino por el pasillo, sonriendo tímidamente.

-Queridos hermanos, estamos reunidos aquí…

Nathaniel no cabia de la felicidad cuando le dijeron que recitara sus votos, trato de decirlos lento y claros para no delatar toda la emoción que sentía.

-Con esta mano, yo sostendré tus anhelos- el miro a Marinette y sonrio- tu copa nunca estará vacia, pues yo sere…

Las palabras se ahogaron en su garganta al ver quien estaba en la ceremonia. Asomado tras una columna a unos metros a espaldas de la pelinegra se encontraba el muchacho rubio, a quien habia odiado nada mas verlo por tener evidentemente el cariño de Marinette. El chico vivo a quien envidiaba por su corazón palpitante y piel sonrosada.

-Tu copa… nunca estará vacia, pues yo sere…

¡Pero que difícil le era odiarlo en ese instante! ¿Cómo odiar a alguien como el? Obviamente no lo conocía, pero al ver el dolor en sus ojos verdes por la boda de Marinette, Nathaniel supo que ese chico de verdad la amaba. Adrien no habia interrumpido la ceremonia, gritando que se oponía y que Marinette no podía casarse si no era con el. No. Solo se habia quedado tras la columna, dolido y resignado, viendo como ella se casaba con otro.

¿Cómo odiar a un tipo asi?

-Yo sere…- no podía teminar la frase- sere…

-Pues yo sere tu vino- termino Marinette por el y se llevo la copa con veneno a los labios.

-No- Nathaniel la detuvo antes de que bebiera.

Adrien y los demás presentes se sorprendieron por eso; algunos, como Alfred, comentaron en voz baja que ya se habia arrepentido de casarse.

-Pero ¿Qué pasa?- Marinette lo miro confundida.

Hizo ademan de girarse a mirar. Nathaniel la detuvo antes de que lo hiciera, tomándole el mentón y haciendo que lo mirara.

-Te amo, Marinette, pero no eres mia.

Nathaniel dio un pequeño asentimiento de cabeza a algo detrás de ella. La oji azul se quedo de piedra al ver al rubio saliendo de detrás de la columna.

-Adrien- dijo sin aliento.

Su corazón bombeaba con demasiada fuerza, su respiración fallo y las mariposas revolotearon violentamente en su estomago. Sintió su cara colorarse y no se movio. Adrien miro a Nathaniel y luego a ella, tomo su mano y sus dedos se entrelazaron inmediatamente, sin pensarlo.

¿A quien quería engañar? Aunque seguramente fuera sido muy feliz con el pelirrojo, Adrien era el único que conseguia estas reacciones en ella.

-Oh, todo esto es muy conmovedor- por el pasillo llego lady Lila, sonriendo de lado y aplaudiendo sarcásticamente- pero olvidas una cosa, querida- dijo a Marinette- Adrien es mio.

De un tiron, la morena puso al rubio junto a ella, con una mirada envenenada hacia Marinette.

-Dejalo- gruño la pelinegra.

Lila simplemente sonrio, le quito las manos de en cima al Agreste y se alejo un par de pasos.

-¿Sabes algo, querida? Adrien es mi esposo- nadie se movia de su sitio, la sala completa aguantando la respiración- solo la muerte podrá separarlo de mi- arranco la espada del torax de Napoleon y coloco la punta en el costado de Adrien- ¿quieres arriesgarte, Marinette?

-Tu…

Los ojos de Nathaniel se abrieron de par en par. A primera instancia no la haba reconocdo, ahora su cabello era un poco mas largo y tenia un vaporoso vestido de novia, diferente a los que acostumbraba a usar. Pero su voz y la espapa refrescaron su memoria de la peor forma.

-Nathaniel- Lila lo reconocio, demasiado sorprendida para tratar de disimularlo- la ultima vez que te vi estabas…

-Muerto.

Una exclacion colectiva de los presentes acompaño las palabras del pelirrojo.

-Te dije que fue una buena idea sentarnos en las primeras filas- dijo Alfred a Gertrudis.

En esa pequeña distracción, el chef le lanzo algo a Marinette con lo que pudo apartar la espada de Adrien antes de que pudiera dañarlo.

-¡Ja Ja!- Marinette sonrio con suficiencia, hasta que vio que se trataba de un largo tenedor para asados que un cuchillo, como ella suponía.

-Lo siento- se disculpo el chef, avergonzado, con el cuchillo en la otra mano.

Tenedor o no, a lady Lila le importo muy poco, no dejaría a Marinette ilesa por desafiarla de esa manera. La pelinegra evito el filo de la espada con bastante eficacia, pero un tenedor para asados no fue suficiente.

Marinette estaba entre la espada y el suelo, Lila sonrio antes de dar la estocada final. Pero la oji azul no sintió dolor, ni la fría hoja traspasando su integridad. Nada de su calido liquido vital se derramo en su vestido, su respiración era constante al igual que los latidos de su corazón.

Nathaniel estaba parado en medio de ambas con la espada descansando en el mismo lugar donde Marinette vio el corte de la camisa anteriormente. El pelirrojo tenia sus orbes turquesa fijos en Lila; se saco la espada de entre las costillas y la señalo con ella.

-Largo- siseo.

La morena levanto las manos en señal de rendición, pero con una sonrisa burlona y una risa burbujeando en su garganta. Comenzó a retroceder, se giro y camino con tranquilidad.

-Pobre Nathaniel- dijo Lila con un falso puchero, deslizando sus dedos sobre el altar- ¿esa niña sabe que renunciaste a tu sueño para que pueda estar con mi esposo?

Nathaniel ignoro sus palabras ponsoñosas, solo la quería lejos de su vista. Ella rio largo y tendido; el anciano Fu tuvo que detener a un grupo de muertos para que no la atacaran.

-No pueden tocarla- les dijo- estamos en su tierra ahora.

Esto solo hizo que sonriera mas, tomo la copa y la alzo en un brindis.

-Por Nathaniel- exclamo, señalándolo con la copa- siempre el padrino, pero jamas el novio ¡Salud!

Bebio todo el contenido sin detenerse, al llegar a la ultima gota, la copa resbalo de sus manos. Su interior estaba ardiendo, le costaba horrores respirar y su corazón latio fuerte por el miedo, pero poco a poco se calmo hasta quedarse eternamente quieto. El fuego se detuvo, igual que si respiración y el pulso en sus venas.

-Creo que ya murió- canturreo Plagg, con una sonrisa complacida.

-Tiene razón- el anciano Fu se encogio de hombros- pueden llevársela.

Marinette, Adrien y Nathaniel vieron como se llevaban arrastrando a Lila hacia la puerta trasera mientras ella chillaba con histeria.

-Llego otra- dijo el chef, cuchillo en mano, antes de cerrar la puerta.

Nathaniel se giro hacia Adrien y Marinette sonriendo.

-Pero… yo prometi casarme contigo.

Le sorprendio que Marinette le dijera eso, pero le alegro saber que aun tenia presente su promesa. También sabia que no podría estar en paz haciendo que la cumpliera si ella amaba realmente a otro y este le correspondia.

-Y cumplieste, Marinette- le acaricio la mejilla- me liberaste.

Dio un par de pasos atrás y miro a Adrien.

-Cuidala bien ¿si?- pidió- suele meterse en problemas.

Adrien rio un poco, abrazando a Marinette por los hombros, mientras ella se aferraba a el y las lagrimas resbalaban por su rostro. Lagrimas de alivio, felicidad y tristeza.

La pareja vio a Nathaniel alejarse lentamente por el pasillo, hasta detenerse en la entrada, donde lo bañaba la clara luz de la luna. De apoco, brillantes mariposas blancas se fueron desprendiendo de el.

Adrien y Marinette se abrazaron con mas fuerza mientras veian al grupo de hermosas mariposas que alguna vez fue Nathaniel perderse en el cielo.