Prólogo
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Fujio Akatsuka.
El olor a fármaco del ambiente le hizo sonreír con gracia. El hospital es el lugar al que recurres para sentirte mejor, entonces... ¿Por qué estar ahí le ponía tan enfermo?, se daba asco.
Hey, Karamatsu. Ah... ¿Te dejé sorprendido?
El nombrado, sintió las inmensas ganas de responder aquella pregunta con otra de vuelta pero se contuvo. Las lágrimas cayeron pesadas sobre sus rodillas.
Yo... estoy seguro que así fue. Estoy llorando en este momento. ¿Puedes notarlo, verdad? Marcas como estas son difíciles de borrar...
"No tan difícil como la marca que dejaste en mi" Pensó de inmediato,interrumpiendo lo que estaba haciendo.
...Lo siento. ¿Suena muy hipócrita?, es lo que siempre he sido. Lo siento. Soy escoria. Lo peor que te pudo haber pasado en la vida fue haberme conocido. Un pedazo de basura que su existencia no vale mucho en este mundo tan maldito. Uh...Supongo que es lo único que puedo decir. ¿Le estoy dando muchas vueltas al asunto como siempre verdad?Pues la verdad no sé cómo empezar...Pero...Yo T-Te amo.
— ¡Mientes! No, no, my little Ichimatsu... — Se le escapó. Su autocontrol disminuyendo considerablemente.— No me amas, nunca lo hiciste... ¡Si me amarás tú...!
De verdad te amo. Te amo de tal forma que me desgarra por dentro, y es por eso, que no quería seguir envenenándote con mi amor maldito. Soy un estorbo en la vida de cualquier persona después de todo, de seguro para ti también lo fui. No nací para estar vivo, ni siquiera sé por qué lo estoy. Debí haber muerto junto a mis padres... Estoy siendo cruel ¿Verdad? Lo siento... pero es algo que siempre pensé. Ahora más que nunca...
— ¿Y si siempre lo pensaste porque nunca me lo dijiste? ¡¿Por qué tengo que enterarme de esta manera?! Are you kidding me? — Karamatsu se levantó y golpeó la mesa de café con el pie observando con impotencia al chico delante de él.
El gesto que hizo él con la mano, en señal de que quería que volviese a sentarse no ayudó a que su coraje disminuyera. Pero de todas formas, como si le gritaran que retomara lo que estaba haciendo se volvió a sentar para continuar.
Je. Ya te tengo harto, puedo imaginarmelo.
Hey. idiota... ¿Crees estar listo para lo que te voy a contar?Desde este punto, me convierto en el narrador protagonista de mi agonía, y el omnisciente de las bocas que fueron obligadas a guardar silencio para siempre. Bocas, que en algún momento, me gritaron con enojo, con la cara golpeada en lágrimas, varias cosas de las que no fui testigo pero que contaré como si lo hubiese sido. En honor a sus memorias, al cariño que les sigo teniendo, y a la culpa que me carcome en todo momento porque yo...
Soy un asesino...