Akatsuki no Yona no me pertenece, es de Mizuho Kusanagi.


~Sunburn

«Ella quema como el sol y él no puede mirar a otro lado. [AU]»


Capítulo 1- Ven, gasta tus millones aquí.

Él está ahí de nuevo, entre las sombras.

Alejado de los imbéciles que buscan algo que morder en la primera fila, pero no hasta el fondo, donde no podría verla a la perfección.

Los evita a todos… ¿O podría ser que todos lo evitaran a él? De cualquier modo, pasa la noche entera en esa silla, con una bebida en la mano –ron o whisky, dependiendo de su humor– y sólo se va una vez que ella ha terminado su acto.

No permite que ninguna chica se le acerque. Muchas lo han intentado, ya que pasado el temor inicial, él es increíblemente apuesto. Sin embargo, las repele con una lengua filosa y un gran desinterés.

¿Qué hace ahí? Tiene un aire que demuestra lo mucho que detesta el lugar. Su apariencia revela que no tiene la necesidad de pagar una cuota para recibir unas cuantas caricias.

Además de que, siendo sinceros, no parece tener el dinero suficiente. Al menos no para ese lugar.

Aun así, cada noche él está ahí.

A la hora exacta en que las luces se atenúan y ella es anunciada.

Afrodita.

Todas las miradas se enfocan entonces en el estilizado escenario y el tubo justo al centro de este.

Y él observa, como si de un hechizo se tratase, mientras las luces encienden con un brillo dorado en el que ella aparece.

Esta noche es un pecaminoso corsé blanco el que cubre su torso, a juego con unas bragas que protegen el lugar en el que sus interminables piernas se unen. Un collar dorado resalta su pecho, a la vez que unos velos del color de la nieve juegan con la ilusión de cubrirla un poco más.

Su largo cabello está suelto y ligeramente despeinado, enmarcando un rostro de labios rojos, tentador y angelical.

Ella danza grácilmente por el escenario antes de acercarse al tubo, rodeándolo con firmeza con su pequeña mano, provocando agitación en el hombre entre las sombras.

Las caderas de la chica siguen entonces el ritmo de la sensual música, suave y majestuosamente. Ella se pierde en la música y el baile deja de ser una simple rutina para convertirse en una obra de arte.

Nadie además de él parece notarlo.

Esta noche para variar él decide que fue suficiente a media función.

Se pone de pie y se dirige hacia Joo-Doh, quien se tensa al verlo acercarse.

—Dile a Soo-Won que acepto —son sus únicas palabras.

Esquiva algunas mesas con la mirada fija en la salida antes de rendirse y mirarla por última vez.

Sus ojos se topan con esa temerosa mirada de orbes amatistas, inusualmente abrasadoras. Ambas miradas chocan por unos segundos eternos en los que parecen querer decirse tantas cosas.

Pero no pueden.

Él emprende su salida de nuevo y esta vez no mira atrás.


N/A: Esta historia esta inspirada en la canción Sunburn de Muse y a pesar de que llevo años queriendo escribirla la inspiración llego a las 3am así que... espero les agrade :) (Y espero terminarla x.x)