SUMMARY: Inuyasha es un chico celoso e impulsivo que se niega a dejar ir a su novia. Cuando sus acciones cobran tintes enfermizos, ella solo puede recurrir a una persona experta. ¿Podrá este mercenario enderezar la situación? ¿Qué sucederá cuando se mezclen negocios y placer?

Disclaimer: Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. No recibo beneficios con esta historia.

Capítulo 1: El Mercenario

Todo lo que había escuchado con sus oídos se había convertido en una larga y afilada aguja que le perforó el corazón. Los pensamientos se agolparon en su mente mientras que una bandada de pájaros atravesaba el cielo por encima de su cabeza.

Sobre la ciudad caía un crepúsculo espléndido, y al cabo de unos minutos comenzaron a vislumbrarse pequeñas y brillantes estrellas. La muchacha apretó los ojos con fuerza y transbordó su realidad a una distinta, serena y silenciosa.

-Me estás escuchando? Mírame a la cara cuando te hablo!- Soltó el muchacho de pie junto a ella. Algunas personas que pasaban a su lado se volvían a verlo con extrañeza.

Kagome tomó una bocanada de aire y suspiró con cansancio.

-Te estoy escuchando, no tienes que levantar la voz de esa forma. Asustas a la gente, Inuyasha.-

-Ya deja de refugiarte en tus pensamientos y dime de una vez… ¿Qué hacías saliendo de la biblioteca con Koga?- A pesar de haber bajado el volumen, su tono de voz permanecía intacto.

-¡¿Acaso estás espiándome?! Es el colmo…-

-No fue así, además lo único que importa es-

-Es nada. Lo nuestro terminó hace tiempo, ya deja de perseguirme!- Lo interrumpió crispada en furia; habían pasado tres semanas y aún no lograba caminar tranquila por el campus sin ser fastidiada.

-Es por él? Acaso me dejaste para estar con el idiota de Koga?-

Sus ojos ambarinos se clavaron en los de ella con rabia. Pero la muchacha no cedió ante sus provocaciones; Inuyasha sabía muy bien que ellos habían sido amigos desde la infancia y aun así la había celado insufriblemente durante toda la relación. Sus actitudes caprichosas y su instinto posesivo la habían hecho llegar a su límite.

-Sabes perfectamente por qué… ya no gastaré mi tiempo. La conversación se terminó.- La azabache le dio la espalda y caminó en dirección opuesta. Pero antes de lograr dar un paso, el muchacho la atajó, la sostuvo del brazo y endureció la mirada.

-Esto no se quedará así.-

Ella se apartó rápidamente y abandonó el recinto con los latidos del corazón desbocados. ¿Acaso la estaba amenazando? Su mente se quedó en blanco por unos segundos y luego volvió a funcionar; para entonces sus pies se habían dirigido automáticamente al sector de las habitaciones.
Con una velocidad increíble, entró en su cuarto, cerró la puerta tras de sí y exhaló aire de sus pulmones.
Algo en sus palabras había generado un eco opresor en ella.


La clase finalizó tras un largo sermón por parte del docente, la mayoría de los exámenes tenían pésimas calificaciones. El debate se abrió cuando uno de los alumnos señaló que las preguntas habían sido demasiado capciosas.
El profesor, un hombre de mediana edad con un temperamento particular, comenzó entonces a revisar uno por uno los puntos a desarrollar.

Inuyasha, por su parte, permanecía fuera de la disputa. Sus calificaciones eran siempre las mejores de la clase y no tenía ningún interés en la opinión del resto. Él tenía la firme convicción de que los reprobados eran solo niños llorones que no se despegaban de la normativa de la escuela secundaria.

Salieron del recinto treinta minutos más tarde de lo habitual. Más de la mitad de la clase se llevó un dolor de cabeza agudo.

-Y bien, cuál es tu veredicto?-

-Por favor, sabes perfectamente lo que pienso. Takumi solo encabeza al grupo de idiotas.- Respondió el joven de cabellos plateados volviéndose a su compañero. Sus palabras sonaron más ásperas de lo habitual.

-¿Sucede algo?- Preguntó. Inuyasha se detuvo a verlo, y antes de poder formular una frase volvió a encaminarse hacia su dormitorio. -Es Kagome, cierto?-

-Escucha Miroku, no estoy de humor ahora. Por qué no me dejas tranquilo?- Soltó sin más.

-Porque creo que todo este asunto se te está yendo de las manos. No digo que abandones es solo que…-

-Gracias, te avisaré la próxima vez que quiera oír tu opinión.-

Miroku suspiró con cansancio y se recargó en una de las columnas de la galería. Su amigo siempre había sido una persona bastante temperamental, y la separación solo había desmejorado su situación. Él temía que de un momento a otro su racionalidad lo abandonara.


En el dormitorio, la azabache les revelaba a sus dos compañeras lo sucedido. Luego de haber salido de clases, irrumpieron en el recinto y la encontraron sollozando en el baño. Aquello no era algo muy común en ella, siempre se mostraba inmutable ante los demás. Kagome era de esas mujeres que no se permitían caer, y si lo hacía procuraba ponerse de pie en seguida.

-Ignóralo, ya se le pasará. No puede estar así por siempre, no lo crees?-

-Ya han pasado tres semanas y aún no logra sacárselo de encima Ayumi! Eso te parece normal?- Señaló una de las muchachas de brazos cruzados.

-No es solo eso. Antes de irme, él me dijo que las cosas no se quedarían así… además había algo aterrador en su tono de voz.- Añadió con la vista perdida en un punto imaginario. Sus compañeras se miraron entre sí y luego se volvieron hacia ella.

-Inuyasha está sobrepasando los límites, esto ya está llegando demasiado lejos.-

-No dejaremos que te haga daño.- Le dijo la muchacha de cabello ondulado pasando una mano por el hombro de su compañera.

-¿Pero qué proponen que haga? No puedo quedarme los próximos cuatro años encerrada en mi dormitorio.- Suspiró. –He tratado de hablar con él y hacérselo entender cientos de veces, pero es inútil.-

Yuka se masajeó las sienes tratando de hallar una respuesta. Ayumi, por su parte, quería alejar de sus pensamientos el tema de la violencia.

-¿Y por qué no ir con el rector? ¿O la policía?-

-No quiero entrometer al plantel universitario en esto, ellos no tienen nada que ver. Además lo único que quiero es estar tranquila, no arruinar su vida...-

La situación era delicada y requería de pautas de iguales características. Interponer a los directivos e incluso a la policía solo generaría más ebullición y furia por parte del peli plata, sin mencionar que el asunto saldría a la luz y sería el tema de charla de todo el alumnado.

-Creo que lo que necesitas es recurrir a un profesional.- Soltó finalmente la pelicorta. Kagome frunció el ceño.

-¿Un profesional?-

-Una persona que se encargue de darle un castigo a ese tipo… ya sabes, un buen susto para que no vuelva a ponerte un dedo encima.-

-¿Un mercenario? Por favor Yuka, yo no hago esas cosas.- Respondió indignada. –Esa clase de gente es peligrosa.-

-Sabes que es peligroso Kag? Tener a un tipo rondando a tu alrededor y amenazándote todo el tiempo.-

Ella tenía razón, las cosas se habían torcido más de lo normal y las palabras ya no eran suficientes. Pero no quería verse envuelta en más problemas, y lo último que haría sería recurrir a alguien así.

-En serio crees que tienes la posibilidad de elegir? No sabemos de lo que es capaz Inuyasha; incluso dijiste que te estaba persiguiendo.- Alegó nuevamente sacándola de sus pensamientos.

–Escucha… yo solo quiero lo mejor para ti. Sé que puede parecerte molesto, pero no es tan indecente como suena. Mi prima estuvo en una situación similar, sabes? Ella estaba con un tipo violento y posesivo, igual que tú.
Primero los celos, luego los gritos, las amenazas… Cuando recibió el primer golpe se dijo que era suficiente. Se contactó con este tipo y le pidió sus servicios.-

-¿Y qué sucedió con su pareja?-

-Luego de la golpiza de su vida se alejó de ella. Lo único de lo que Mei se lamenta es de no haberlo contactado antes.-

La habitación quedó en silencio, y el único sonido perfectamente audible fue el canto de los grillos del exterior.
La azabache apretó las manos y trató de tranquilizarse. La propuesta parecía arriesgada y peligrosa, y probablemente se arrepentiría. Pero el miedo se propagaba en su interior y trepaba hasta lo más alto de su conciencia; se sentía desprotegida y acechada. ¿Acaso tenía posibilidad de elegir?
Sin embargo, "la golpiza de su vida" era una frase que no deseaba oír. Si iba a prestar sus servicios, serían bajo las condiciones de ella.

-Está bien Yuka, lo haré. Cómo puedo contactarlo?-


La ciudad estaba helada y rígida como un cadáver. Los árboles se mecían al compás del viento nocturno, agitando sus ramas con movimientos zigzagueantes. Los comercios, restaurantes y salas de videojuegos permanecían con las puertas abiertas en busca de nuevos clientes. Kagome los observaba por fuera, con la mirada perdida en algún punto del horizonte.

Volvió su vista a la pantalla de su móvil y luego de chequear la información, dobló en una esquina y penetró en una de las calles internas, alejándose del tumulto y la luz excesiva. "Dobla a la izquierda en Okame Pizza y sigue tres calles adelante…" Se repetía a si misma mientras que daba pasos nerviosos.
Luego de unos minutos, halló un lugar no muy llamativo con el dibujo de una pantera y un cartel de referencia: "Kurohyo Bar".

-Bien, es aquí. No te acobardes ahora.- Susurró.

El establecimiento era un espacio más o menos amplio y de iluminación escasa. En las paredes, a ambos lados, colgaban cuadros de bandas de rock y alguna que otra ilustración de tintes caóticos. El hedor a tabaco y alcohol parecía estar impregnado, como si manara de los muros.
Aquí y allá varios grupos de personas fumaban y charlaban mientras que otros simplemente oían la música de fondo desde la barra.

La barman era una chica de facciones marcadas y mirada penetrante, llevaba el pelo recogido y un poco de maquillaje en los ojos.
La azabache se acercó con detenimiento, y tras echar un vistazo a su alrededor, se decidió por hablarle.

-Buenas noches, estoy buscando a…- Se detuvo en seco. ¿A quién estaba buscando exactamente? Yuka jamás le había mencionado el nombre de aquel tipo. Ni nombre, ni alias, ni nada.

-Creo saber de quién hablas.- Le respondió la chica con una sonrisa en el rostro. Luego se acercó hasta ella y le hizo un par de señas con el dedo. –La última mesa de la izquierda, contra la pared.-

Kagome le dio las gracias algo extrañada y caminó entre las mesas tratando de evitar las miradas intimidantes; sin prisa pero sin pausa. Graffitis, televisores anticuados y pequeñas luces colgantes, mientras más avanzaba mayor era su duda con respecto a aquella absurda decisión.

Al final del camino, sentado en una mesa apartada, lo encontró. Debía de tener unos veintiún años, llevaba el cabello trenzado, una expresión sombría en el rostro y la mirada perdida.
Tomó asiento delante suyo y respiró hondo tratando de recomponerse.

-Me llamo Kagome Higurashi, no sé tu nombre pero…- Hizo una pausa. –Sé que ofreces tus servicios a las personas que lo requieren.- Él no se inmutó.

Una sensación de pesadez la embargó de pies a cabeza ¿Por qué se comportaba de forma tan grosera?
Exasperada, suspiró hondo y fue al grano.

-Mi ex pareja no deja de acosarme, necesito que lo alejes de mí. ¿Podrás con eso?- Soltó de forma desafiante.

El muchacho levantó la cabeza y clavó sus penetrantes ojos azules en los suyos. La azabache se quedó sin aliento y aguardó en silencio sin poder quitarle la vista de encima. Lo observó sacar un cigarrillo de la cajetilla de su abrigo y encenderlo con cuidado.

-¿Y qué tienes en mente?- Alegó finalmente inhalando el humo.

-¿En mente?... Oh, nada grave. Él es una persona muy temperamental y tiene mal carácter, pero solo quiero que le des un susto. Ya sabes...-

-Sin embargo, por lo que me dices, parece que no bastará con un simple susto.- La interrumpió, soltando el humo. -¿Qué sucederá si no llega a ser suficiente? ¿Podrás con eso?- Dijo, y curvó los labios en una media sonrisa.

-Escucha, no quiero que le hagas daño. Solo quería que lo pongas en su lugar, pero si no puedes hacerlo entonces olvídalo.-

Kagome frunció el ceño. Las condiciones iban a estar determinadas por ella desde un principio, sin embargo las cosas parecían estar dándose vuelta. Se puso de pie dispuesta a marcharse cuando él intervino.

-Claro, no le hagas daño a un tipo que te acosa y hostiga constantemente; él no lo merece.-… -O acaso es que solo eres una mujer desesperada? Hay muchas de esas, siempre creyéndose víctimas.-

La azabache se volvió, y en un impulso nervioso golpeó la mesa con ambas manos y se acercó a su rostro.

-¿Víctima? He sido humillada, celada y tratada como un objeto delante de todo el mundo durante mucho tiempo. Créeme, no soy ninguna mujer desesperada.-

-Entonces reclama tu lugar y deja de preocuparte por lo que pueda pasar con ese estúpido.-

Kagome bajó la vista y asintió con la cabeza, después de todo estaba en lo cierto. No había razón alguna por la cual seguir velando por alguien así. Jamás había sido tenida en cuenta y era tiempo de pensar en su propia felicidad.

Luego de aceptar su propuesta, ella le entregó toda la información necesaria y lo puso al tanto de la situación. El plan era muy sencillo: el primer método que utilizaría sería la idea base de las amenazas como forma de alejarlo. Aquello tendría dos repercusiones posibles: funcionaría o fallaría por completo, y de ser así tendrían que prepararse para algo más agravado. La cifra de dinero dependería de la dificultad del asunto; siempre había casos más especiales que otros.
Cuando el trato estuvo cerrado, lo único que restaba era aguardar a la fecha.

-No vas a darme tu número, o.. algo?- Dijo ella dándose media vuelta, antes de irse.

-La verdad no estoy interesado en las de tu tipo. Lo siento.- Respondió con un ligero tono arrogante.

-¿Y crees que yo si? Por favor…-

-Mira, si es necesario sabré como contactarte. Ahora ve a hacer tu tarea.- Se burló.

-Al menos podrías decirme tu nombre? Todas las personas llevamos uno.- Dijo cruzada de brazos. Él la miró a los ojos y se apretó el puente de la nariz ante su actitud insistente.

-Bankotsu.- Le respondió al cabo de unos segundos.

Ella se dio media vuelta y salió del lugar sin decir más. Aquel tipo grosero y desconsiderado le había dejado un mal sabor en la boca y una sensación extraña en su interior. Pero ¡qué más daba! Lo único que esperaba era no haber tomado la decisión equivocada.
Al verla, la chica de la barra se acercó al ojiazul y le dio un ligero empujoncito con diversión.

-Vaya, desde cuando tratas de hacer sentir mejor a las mujeres?-

-Cierra la boca Sango, son sólo negocios.- Le respondió él devolviéndole el gesto.


Bueno, hasta acá con el primero! Qué tal? Era muy obvio, no iba a poder estar tanto tiempo sin escribir un BanKag; soy así jajaaa. Bueno, que les parece esta propuesta? A decir verdad estuve dudando con respecto a esta idea pero a medida que la fui desarrollando me gustó cada vez más. Poner a Inu como el ex celoso y perturbado en lugar del chico del que Kagome está enamorada me pareció una idea bastante más interesante y menos repetitiva. Pero más allá de eso, el tema de desarrollar una relación enfermiza y de tintes caóticos se basa en la experiencia personal que me tocó vivir (no tan así, no se preocupen xd); así que creo que en parte me representa un poco.
Como verán, de a poquito se van mostrando algunos de los personajes recurrentes y no tan recurrentes. Como las amigas de Kag (Yuka y Ayumi) *Eri quedó afuera porque nunca me cayó bien* Koga, Miroku y Sangoo. Sí, la puse como amiga de Ban porque me parece muy genial que ellos sean amigos.
En fin, me gustaría escuchar sus opiniones, críticas, consultas, insultos no… guárdenselos en el bolsillo.
Saludos a la gente del Círculo Mercenario que anda dando vueltas por ahí!