N.A: Hola fandom, estoy practicando el humor ya que sé que no es lo mío, y por lo mismo, les traigo 3 viñetas inspiradas en los dos dibujos de la portada (que por cierto, desconozco sus autores) y de ahí el titulo (un poco largo para algo tan corto). Así que sin más, les dejo la primera. Espero sus opiniones :)

H

Miraculous: Tales of Ladybug no me pertenece.

Inesperado

Ahora ella podría tenerlo cuando quisiera, el problema era de que manera. No era un secreto entre ellos ni sentía vergüenza, ¿o sí? Quizá sí, un poco. Todo el tema lo había puesto de un humor algo extraño. Así no era Adrien, no era su Adrien.

Una mañana, tiempo atrás, al llegar a clases, lo vio conversando con los demás animadamente en torno a un video de una pelea reciente en un teléfono, "es asombrosa", le escuchó decir. Sonreía tanto. Eso la impulsó a cometer el peor error de todos, se arrepentía cada día, en serio que sí.

Al caer la noche y armada de valor visitó la ya conocida gran mansión donde vivía su compañero de clases, temerosa y con un nudo en el estomago de tantos nervios dudaba si tocar la ventana o entrar como si nada. Titubeaba. Aun podía marcharse, no obstante luego de inspirarse coraje rememorando las palabras de su amado estaba decidida, Ladybug no se echaba para atrás, no le temía a un sinfín de criaturas malignas y no iba a empequeñecerse ante algo tan humano y mundano como son las relaciones, de todas maneras pensaba que si algo salía mal Marinette estaba resguardada bajo la máscara. Nunca creyó que podría lamentarse.

Entró con cautela, casi como la perfecta espía. Para su tranquilidad estaba la habitación desocupada en penumbra. Planeó un poco más su jugada, quería verse deslumbrante para llamar la atención del joven. Recorrió con la mirada el lugar, sin mucho éxito por la oscuridad. Divisó algunas siluetas del mobiliario que recordaba, algunas no supo interpretarlas y sin mucho éxito buscaba un espejo para arreglarse el cabello. Se encaminó al baño, tocando antes de ingresar. El chico no estaba y cruzaba los dedos para que no estuviera tampoco ahí dentro como la última vez. Nadie respondió, "seguro anda en otra parte de la casa".

Una vez satisfecha con el reflejo que estaba recibiendo era momento de buscar el sitio más genial para aparecer "de improviso". Se dispuso a abril la puerta, pero escuchó que alguien entraba al dormitorio justo cuando tocaba la perilla, "debe ser él", otra vez las mariposas revoloteaban en su vientre. Apagó la luz del tocador y entre abrió una ranura, oculta.

La alcoba estaba apenas iluminada por los rayos blancos de los focos decorativos exteriores, todo seguía igual salvo una excepción, Adrien recostado sobre su cama jugando con el teléfono móvil. Deseaba mantenerse escondida ahí toda la eternidad, con una sonrisa boba en los labios y contemplando la intimidad del joven.

Llena de brío y al mismo tiempo sonrojada con los puños apretados salió de su resguardo de golpe. Sonrió emulando una de las coquetos gestos de Chat Noir, "buenas noches, Adrien Agreste". Lo que sucedió a continuación era imprevisto, de haberlo sabido, simplemente hubiese escapado por la ventana junto a la ducha.

Él la vio y quedó mudo, atónito, boquiabierto. Ella caminó con lentitud entre las sombras en su dirección mirándolo a los ojos, esos que tanto le gustaban. Rogaba a dios lucir relajada, tomó asiento en el borde del colchón e hizo ademán de tocar una de sus manos. No dejaba de mirarla.

De pronto, Adrien se puso de pie y encendió la luz de un manotazo en la pared.

-¡Oh por dios, eres tú!- pareció dar unos saltitos.- ¡Ladybug vino a verme!-chillaba con las manos casi tapando la boca.

Y Marinette miró a su alrededor, un escalofrió recorrió su espalda: Fotografías, infinitas fotografías de la heroína, figuritas de acción y posters; sobre la cama lo que parecía una almohada simple, pero grande. No era tan simple, tenía una funda con su imagen en 3-D tamaño real. En un rincón, muñecos de felpa de treinta centímetros de la chica, su compañero y los villanos de turno.

Adrien atinó a recostarse en la cama boca abajo apoyado en los codos, las rodillas flexionadas jugando con sus pies en el aire. "Así que… ¿Qué te trae por aquí?", le cerró un ojo. Ella palideció, esto no se lo esperaba. Lo vio rodar sobre el edredón en su dirección, se recostó ligeramente de lado sobre un codo dejando la cabeza sobre la mano de ese brazo, con la mano desocupada dio unas palmadas en la superficie, "acércate, Buguinette".

Ladybug se paralizó, tragó saliva como pudo, lo supo: Se había metido en la boca del león, más bien del gato.