Después de un tiempo muy largo sin escribir nada para este famdon, traigo un nuevo relato para el que tuve la idea hace ya bastantes meses pero que quería tener y subir hoy para felicitar a la mejor Senpai del mundo y a la que me descubrió el mundo de K, AlyssSchwarz. Sé que corto, pero no quería pasarme y que me quedara mal, solo espero que aunque sea muy muy poquito te guste. Te debo mucho, después de todo fuiste la que me enseñó como escribir historias y al final te has convertido en una persona a la que extrañaría. Te quiero mucho y te deseo un muy feliz cumpleaños.

Dislaimer: Los personajes de K no me pertenecen, yo solo creo situaciones para conseguir sacar a relucir el cariño especial que tienen Misaki y Saru.


Sin Luz

Hacía rato que el estaba despierto escuchando todas y cada una de las palabras de las personas a su alrededor, pero en aquellos momentos ellos eran incapaces de saber que estaba escuchándolos.

No podía abrir los ojos, aunque quisiera no podría, ya que ahora él no tenía ojos. A partir de ese momento sería incapaz de ver cualquier cosa, desde el cielo azul hasta el fuego rojo.

Ya nada sería lo mismo, pero aún así no le importaba la pérdida que debía soportar, ya que de no haber hecho lo que hizo ahora cargaría con la mayor pérdida que él podría tener.

— ¡Maldición! ¡Alguna solución debe haber! — escuchó el grito de fondo de una persona que bien conocía, y aunque ya no podría volver a verlo se alegraba de poder escuchar su voz de nuevo.

— Tranquilo Misaki — entonó una dulce voz que sabía pertenecía a la más pequeña de todos — Si sigues gritando despertarás a Fushimi.

— Pero…— fue la única respuesta del pelirrojo quien seguramente habría visto que en aquellos momentos Anna era la que tenía razón.

A partir de eso solo escuchó el sonido de la puerta abrir y cerrarse junto a varios pasos. Después de ello vencido por el cansancio decidió dormir.

Solo hubo pesadillas, o mejor dicho recuerdos. El recuerdo de cómo de la forma más cruel posible le arrebataron ambos ojos con la mayor violencia jamás vista. Sentía de nuevo ese insoportable dolor, la sensación de no poder ver, el miedo, la rabia…la impotencia de no poder hacer nada.

Despertaba a cada rato respirando con dificultad y bañado en sudor. El miedo persistía, le daba terror imaginar que hubiera pasado si en vez de a él hubieran tomado a Misaki el cual vio todo el espectáculo desde un rincón, llorando y suplicando para que pararan de hacerle daño.

Cualquiera diría que estaba loco por hacer tal afirmación, ya que ambos eran conocidos por las peleas que formaban allá donde se veían. Sin embargo todos desconocían la importancia del tercer al mando de HOMRA, incluso el mismo pelirrojo. Ninguno sabía exactamente que significaba aquel muchacho para él.

La mañana hacía acto de presencia, o al menos eso parecía ya que el ruido había subido considerablemente comparado al de hace unas horas.

Al parecer hasta en un sitio tan triste como un hospital hay ruidos que de alguna forma alegran a los pacientes. Para él, sin embargo, no tenían sentido de ser a menos que cierta persona los provocara, como cuando era joven y despertaba en las mañanas con los sonidos hechos por su compañero en la cocina.

Parecía que pensar en él lo atraía. La puerta se abrió y un olor conocido inundó sus sentidos. No era colonia ni mucho menos, era un atrayente olor a limón mezclado con esa esencia que caracterizaba a los miembros del clan rojo.

Una sonrisa se dibujó por inercia en sus labios y esa fue la única señal que el joven pelirrojo necesitó, pues en cuestión de segundos unió sus labios a los del menor siendo correspondido desde un principio.

Sí, porque a pesar de todo él era feliz si Misaki estaba a su lado. Después de todo no se necesitan ojos para tener luz, ya que para él el oír, sentir, oler o saborear a su pareja era suficiente para sentir que todo a su alrededor era maravilloso, ya que él era su luz.