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Nuevo comienzo

Chapter X

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La reunión con la médica Porlyusica, la psiquiatra Mavis, dos guardias sumando a quien detuvo a Natsu la noche anterior y el director Makarov estaba por empezar. El reloj marcó las nueve de la mañana y llegó el finalmente el aludido.

—Natsu ¿Sabes porque estás aquí? —preguntó Makarov.

—Creo que por mi salida.

—¿¡Tienes idea de lo que hiciste!? —preguntó Mavis furiosa.

—Fue un accidente.

—¿Eres consciente del peligro de tus acciones? —preguntó nuevamente Makarov con calma.

—¡Ya basta de esta tontería! —arremetió Vermillion— Natsu está bien. Si fuera el piromaníaco que todos creen, no hubiera hecho una pequeña fogata en una zona controlada con suelo de baldosas y bajo los detectores de humo. Un piromaníaco hubiera prendido fuego a las cortinas o pisos alfombrados. ¡Quería que viéramos lo que hacía!, que supiéramos que no está listo para irse. De otro modo dicho accidente pudo haber pasado durante su ingreso no su última noche. ¿¡Tienes idea de lo que haces a tu futuro!? No van a permitir que un pirómano entré a un laboratorio con químicos inflamables ¿Entiendes que estas arriesgando tu carrera profesional?

—¡Mavis! — dijo Makarov.

—Estabas contento con irte, retomar tus clases, las mejorías de tus amigas y sobre todo porque Lucy había dicho que quería sanarse. Curiosamente cuando ellas recayeron te acordaste que eras un desquiciado piromaníaco ¿Puedes explicar eso?

—El fuego se apaga, qué más da encenderlo —comentó restándole importancia.

—Espero que antes de tomar tan estúpida decisión Lucy te dijera que es posible que sea transferida a otra clínica especializada exclusivamente en trastornos alimenticios. Ella sabe muy bien que está a trecientos gramos de tomar un formula vitamínica, sino logra aumentar ciento cincuenta gramos se ira en unas semanas.

La cara de confusión de Natsu lo dijo todo y la psiquiatra supo que le había dado al clavo.

El joven recordó la última ocasión que habían citado a Lucy a una charla y era normal que siempre saliera molesta, aunque ahora se había enterado de lo que trataba.

—Natsu es tu última oportunidad. Dime que lo hiciste para no dejarla sola y saldrás con un día de retraso, no dañaré tu expediente, pero di la verdad.

Vermillion jamás se equivocaba y sus diagnósticos siempre eran los correctos. Dragneel no poseía ningún trastorno, su test había arrojado resultados negativos. Su estadía la consiguió un abogado con buenos contactos de otro modo no lo hubieran aceptado la integración de Natsu en el centro.

El joven se veía confundido, todo parecía ser tan surrealista, absurdo, fuera de todo lo lógico. Lucy, la universidad, Lisanna, su padre esperándolo y el jodido incendió. Sino hubiera sido por ese pequeño capricho del fuego de color jamás se hubiera metido en tantos líos y la situación sería más sencilla, seguramente ya estaría completando su práctica profesional como lo hacía Levy, y hubiera acabado el último semestre que era el que cursaba.

—¡Natsu! —lo llamó el director.

El susodicho miró sus agujetas, no estaban desatadas, se agachó y en segundos, sacó un fósforo en interior de su calzado y lo deslizó por el borde interno del mismo; había cortado parte del cartón reactivo para que no se notará a simple vista, el fosforó se encendió y lo dejo sobre la alfombra. El guardia se apresuró para detenerlo, lo dejó boca abajo en el suelo mientras su compañero pisoteaba la pequeña llama.

—¡SE SUPONE QUE HABÍAN REVISADO SU CUARTO! ¿¡DE DÓNDE LO SACASTE!? —gritó la rubia exasperada.

—Acabas de sentenciarte chiquillo —dijo finalmente Makarov con molestia. Él se había encargado de hacer los informes donde se demostraba que no había problema alguno con el joven Dragneel, pero ahora se daba cuenta de lo peligroso y dañino que podía llegar a ser el altruismo.

Natsu se sorprendió de que revisarán su ropa, le quitaran los zapatos y le dieran crocs, se despidió nuevamente de su teléfono. De su habitación fueron retiradas cortinas, la alfombrilla, aparatos electrónicos como el reloj de pared que usaba pilas doble A y la lámpara de noche. Se requisó la mesita de noche para evitar que escondiera cosas o en su defecto las quemara.

Dragneel fue llevado hasta el patio mientras terminaban de reorganizar su habitación. Lucy apenas lo vio fue tras él, necesitaba saber que había pasado.

—¿Natsu que demonios fue lo de anoche? Nos evacuaron a todos y había rumores de que lo habías hecho tú. —dijo preocupada.

—Ya no me voy.

Lucy trató de reprimir su sonrisa ante la noticia.

—¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? —insistió un poco alterada.

—Le pregunté a Mavis hace un tiempo si podía alargar mi estadía y dijo que no porque realmente no había nada malo en mí. No quería dejarlas solas.

—Natsu —dijo al sentir una extraña sensación en el pecho. Sin pensarlo le dio un abrazó que el correspondió.

—No me dijiste que te cambiarían de centro ni que te darían vitaminas ¿sabes todo lo que arriesgue?

Lucy deshizo el contacto como si quemara, lo miró con miedo ya que había sacrificado su salida para acompañarlas por más tiempo.

—P-prometo esta vez será diferente —miró el suelo avergonzada, no podía mentirle mirándolo a los ojos.

—Lucy, estoy contigo solo cuídate ¿quieres ir a jugar futbolito?

Ella aceptó y juntos fueron a la sala de juegos.

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Pasaban de las nueve de la mañana. Gray se había perdido el desayuno y no le importaba, no entendía que le pasaba, llevaba algunos días sin poder conciliar el sueño, se pasaba largas horas despierto y le enojaba estar encerrado en cuatro paredes. Se sentía como un idiota, si hubiera hecho caso a sus malestares físicos no le hubiera dado un paro cardiaco. Deseaba tanto una dosis de heroína que dolía, la idea le desquiciaba, hasta le temblaba el cuerpo con solo recordar la sensación placentera que provocaba.

—Sal de tu habitación —dijo un hombre desde el otro lado.

—¡Fuera! —gritó como respuesta, no tenía ánimo de ver más gente, se sentía demasiado nervioso.

El enfermero no se molestó en obedecer, llamó a un guardia y entre los dos sacaron a Fullbuster hasta el patio trasero. Los intentos por zafarse no estuvieron ausentes por parte del veinteañero quien se vio resignado a obedecer.

El chico se sentó un rato hasta que en su campo visual se cruzó Levy McGarden.

—¡Levy! —gritó desde su lugar, se abrazó así mismo y con una sonrisa tétrica se fue acercando hasta ella —L-Levy no he tomado mis pastillas ¿puedes darme una?

—¿Mavis no habló contigo? —preguntó tomando un poco de distancia.

—No —respondió.

—Ella tiene que informártelo, pero solo tomarás una píldora en el almuerzo. Se vio que has generado dependencia al fármaco y hay que ir deteniéndola sin que te haga daño.

—L-Levy sé que me he portado mal contigo, pero si me adelantas una prometo ser más amable con los dementes y-y no te volveré a fastidiarte.

—Mavis está en una importante reunión por el incidente de anoche, cuando salga le comentaré tu solicitud.

—¿Puedo esperar contigo? En v-verdad necesito metadona ahora.

—Bien, pero si reaccionas mal ya sabes que lo pasará.

Gray para ese momento ya era un manojo de nervios se mordía las uñas inconscientemente mientras esperaba que Levy terminará de dar la clase de ejercicios matutinos a los internos, pero de pronto el sabor de la sangre lo detuvo, la punta de su colmillo inferior izquierdo apretó la carne bajo la uña del pulgar, se había roto en la mitad, el sabor de la sangre lleno su boca, sus brazos temblaron. Todo parecía indicar que volvía a la abstinencia.

—¿¡Levy maldición cuanto falta!? —gritó desde su lugar.

La joven se espantó al ver al chico aun mordiéndose el dedo que parecía ser el origen de la sangre.

—Anda a la enfermería iré a buscarla.

McGarden horrorizada corrió a la oficina de su supervisora. Debía cuidar de Gray a toda costa o podría costarle todo su futuro.

Decidieron darle una inyección, pero antes llamarón a dos guardias, no se fiaban del todo del veinteañero. Gray esperaba sentado en la camilla, se relamió los labios al ver la jeringa, no estaba seguro si por culpa de la ansiedad o viejas costumbres.

—A pesar de esta increíble recaída, has subido de peso y ganado musculatura. Incluso tu piel tiene más color que antes. Físicamente te ves bastante mejorado —dijo Mavis —pero desarrollaste muy rápido una dependencia, debería cambiar tus píldoras.

La enfermera en el cuarto inhaló profundo al momento de inocular la dosis, por suerte para todos no hubo incidentes. Gray se había controlado.

—No, no. M-me hacen bien, con ellas la ansiedad se va, es solo que me dieron más de la cuenta. —volvió a morderse la uña y enseguida se detuvo, antes no se había dado cuenta de lo que dolía.

—No son tan mágicas tienen efectos secundarios y seguramente lo has tenido: delirio, vértigo, sedación, náuseas, vómitos y transpiración —Gray alzó una ceja—euforia, disforia, debilidad, dolor de cabeza, insomnio, agitación, desorientación, disturbios visuales, boca seca, anorexia, constipación, espasmo biliar, enrojecimiento de la cara, bradicardia, palpitaciones, desmayo, síncope, retención urinaria, reducción de la libido y/o impotencia, prurito, urticaria, edema, trombocitopenia ¿Enserio no has tenido ninguna? —preguntó finalmente después de repetir todos los síntomas como si lo hubiera dicho una grabadora.

—Me cuesta dormir y en las tardes suele dolerme la cabeza.

—Súmale que eres gruñón no se si de carácter o por estar aquí.

Levy sonrió mientras veía la ficha de Gray en el computador. Eso último le había causado mucha gracia.

—Mavis. Aquí tengo la ficha con la medicación de Gray. Por el tiempo que lleva de ingreso su dosis debería haber bajado un cuarto y la estaba siguiendo a la perfección, pero debido al incidente ha vuelto al principio con los miligramos que tomaba al internarse.

—Hay que evaluar esa situación —respondió la rubia. Observando como la enfermera curaba la uña de joven.

—Gray mañana a esta misma hora vienes a que te cambie el vendaje. Si llegó a entrar saliva a la herida y, es lo más probable, no cabe duda que habrá infección o que entren hongos solo por estar rota. Mientras vaya creciendo hay que evitar que se siga partiendo. Cambiaremos el vendaje como ya dije y aplicaremos una crema antibacteriana y antimicótica ¿queda claro?

Fullbuster asintió más relajado, se sentía bastante mejor. Se despidió de profesionales y fue hasta la sala de arte, había dejado una brocha remojando y tocaba lavarla.

No era extraño ver a Juvia pintado, lo llamativo es que últimamente solo dibujaba arreglos florales como los que había en los funerales.

Gray observó a una distancia moderada, su cabello largo caía por su espalda ondulándose en las puntas, no se había percatado antes de ese detalle. Se acerco a la mesa donde había dejado la brocha, no sabía cómo dirigirse a Juvia. La última vez se comportó como un idiota y si él mismo se daba cuenta es porque realmente había sido demasiado.

—Lo siento —dijo colocando la brocha en el vasito nuevamente, miró a Lockser esperando alguna reacción.

No hubo respuesta.

El silencio era incómodo para Gray.

—Si supiera que fue lo que te molesto podría tratar de evitarlo—insistió.

Juvia se volteo para verlo antes de responder.

—Juvia lamenta su actuar irracional y acepta su disculpa, aunque cree que eres agresivo.

Gray estaba algo confundido ante el cambio de postura de la joven, quería saber si estaba medicaba, pero sino lo estaba, esa pregunta podría hacerla enojar nuevamente.

—Juvia también cree que hoy estas más hablador y agradable ¿Acaso esta medicado?

—Si —sonrió— me dieron una inyección. Hacía un buen tiempo que no me sentía así de bien.

—Juvia está interesada en saber si las drogas se sienten bien.

—No te puedes imaginar el placer que da la heroína— inhaló profundo, cerró los ojos y mordisqueo su labio— Es incluso mejor que el sexo.

La artista se sonrojo ante tal fuerte confesión, por el contrario, el joven la miró sin entender.

—Ya sabes que soy un adicto en rehabilitación ¿y tú?

—Juvia esta aquí por depresión, su tío creyó que trataría de matarse después del accidente de sus padres.

Fullbuster se quedó estático en su lugar sin saber que decir y los segundos se volvían eternos, no estaba seguro de cuánto tiempo había trascurrido, deseaba que Lucy también estuviera ahí, ella si sabría que decir.

Agradeció que Sol o como él le decía "el tipo de acento francés", entrará y le pidiera a la artista que lo acompañará a la sala de juegos. Al parecer querían pintar uno de las paredes.

Gray agradeció esa casualidad para escapar de la charla incomoda. Aprovecharía de ir buscar a Cana y jugar cartas. Quería cobrar su revancha aunque perder podría costarle el postre del almuerzo, aun así se arriesgaría.


Gracias por los reviews en el capítulo anterior espero este les guste. Me di cuenta después que esta era la colita del capitulo anterior y no la había puesto XDDD