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Nuevo comienzo.

Chapter I

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Cuando su presente se caía a pedazos encontró paz en unos simples cigarrillos, las drogas le daban el placer que su entorno parecía negarle a toda costa, y, el alcohol se convirtió en su refugio y en una fuente de valentía. Así era la vida del joven Gray, vivía con su estricta madre desde los ocho años, la cual ejercía de rectora en la universidad con el mayor prestigio del país, por lo que siempre fue presionado para ser el número uno sobre todo luego de que su padre los dejará.

El peso que puso en unos hombros tan pequeños y la abundancia de críticas desviaron al niño del camino. Al no conseguir nada más que frustración al ser bueno ¿Qué más daba ser malo? No importaba lo mucho que se esforzaba nunca sería como sus primos. Lyon empezaría a estudiar medicina este año, por su parte Ultear se había ido de intercambio a Europa para estudiar historia del arte. Comparado con ellos estaba bastante jodido, lo único bueno es que tenía salud, jactándose de ese detalle se había ofrecido como voluntario en el Banco Sangre del hospital, donando amablemente su sangre, pero cobrándola luego a los familiares del enfermo y así pagar algunos de sus vicios, mentir no era problema además se suponía que las donaciones son puestas bajo estrechos y rigurosos exámenes posteriores para corroborar si estaba limpia.

El joven de veintiún años estaba siendo sermoneado. La resaca no era nada comparada con los gritos de su madre, cada palabra se sentía como si taladrara en lo más profundo de su cabeza y la molesta luz del sol que entraba por su ventana no hacía más que empeorarlo todo.

Recostado en su cama con la misma ropa del día anterior, la que por cierto denotaba "lo bien" que se lo había pasado la noche anterior. El ácido olor del vomito estaba impregnado en sus jeans oscuros, la chica del pub que lo había invitado a su casa estaba a punto de besarlo cuando retrocedió un paso vaciando todo el contenido de su estómago, ahí fue cuando Fullbuster con las pocas neuronas que aun funcionaban de manera coherente le ordenaron que lo mejor sería volver a casa.

—Como quisiera que dejaras de decepcionarme —soltó acompañado de un falso sollozo.

El muchacho levantó la mirada de su almohada para ver al dragón escupe fuego que tenía en frente. No estaba seguro si esa histérica mujer lo había asustado, pero de pronto sintió una extraña presión en el pecho ¿culpa? Se preguntó un tanto confundido, era algo bastante doloroso para ser de esos clichés que se ven en las novelas.

—Hice algunas llamadas para que te dejaran trabajar en la cafetería de la universidad.

—Creí que me obligarías a estudiar una carrera —dijo disimulando la falta de oxígeno que empezaba a volverse algo más intensa.

—Empiezas mañana —finalizo, saliendo del cuarto de su hijo.

Rápidamente al escuchar el portazo, se sentó tratando de regular su respiración en los últimos días le estaba pasando bastante seguido, sin mencionar nauseas matutinas que llegaban sin razón aparente, si hubiese nacido mujer lo más probable es que estuviera embarazado, pero no, gracias al cielo los hombres no pasaban por esa situación.

Sus manos temblaron por los nervios y la tensión que se había acumulado durante los últimos dos días que había pasado sin su dosis. Registro su chaqueta encontrando su preciado polvo. Camino hasta su armario, de una pequeña caja de zapatos sacó una jeringa desechable, se veía un tanto desgastada y no era extraño ya que llevaba tres meses usándola.

Al principio no necesitaba dosis tan altas para llegar a la cúspide del placer, pero durante la última semana empezaba a aumentarla nuevamente.

Fue hasta la cocina le hacían falta un par de cosas, tomó una cuchara en la que puso el polvo, unas gotas de agua y con su fiel encendedor los calentó para "esterilizar", en cosa de segundos la jeringa estaba llena. Se quitó el cinturón para usarlo de ligadura, la aguja entró sin problemas a la hinchada vena y antes que dejará entrar la droga en su cuerpo escuchó que un coche se aparcaba fuera de la casa, su madre no podía estar de vuelta, debía ser una broma de mal gusto.

Su pulso se desestabilizo y por culpa de los nervios enterró la aguja formando automáticamente un hematoma.

—¡Mierda!

Al retirar la jeringa sin quitar primero la ligadura la sangre brotó de manera exagerada, el pánico nublo el juicio del joven por unos momentos, y, el preinfarto que estaba manifestándose desde la noche anterior fue el protagonista de que el muchacho se desplomara y del desgarrador grito de la rectora que había regresado por unos importantes documentos.

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Cuando Gray abrió los ojos no estaba en el suelo de la cocina, estaba en una camilla, vestía una bata de hospital y tenía una intravenosa en la mano derecha que pasaba un líquido transparente.

—Estoy vivo…

Sabía que la relación con su madre se complicaría más que nunca, los más probable es que lo mandaría a la cárcel cuando note que faltaban algunos objetos de valor, seguramente no se había dado cuenta por lo ocupada que estuvo con el trabajo, pero ahora que había sufrido una "leve" sobredosis lo más seguro es que ya hubiera inventariado toda la casa y le tirara la cuenta en cualquier momento.

—¡Gray! —gritó con ojos cristalizados— ¡imbécil ¿Por qué?

—N-no sé de qué hablas —respondió, desviando la mirada, no se sentía capaz de hacerle frente.

—Podía soportar que no trabajaras y que llegarás borracho de las fiestas, pero Gray esto es demasiado. Estas destruyendo tu vida, te he dado de todo y simplemente me lo pagas así ¡MÍRAME CUANDO TE HABLO! —gritó exasperada.

El joven frunció el ceño y la encaró molesto.

—No te preocupes madre, si sigo así te desharás de la mancha que tantos problemas te trae.

Una bofetada fue suficiente para callarlo, esa mujer de fachada dura se había quebrado frente a él. La culpa lo invadió, se sentía sucio y repugnante, esta vez si la había lastimado.

—Eres mi hijo, Gray. Eres un niño duro y obstinado como tu padre, por eso debo ser dura contigo una vez más, no quiero perderte y por eso cuando te den de alta serás ingresado en un hospital para que te curen.

—¡No! Mamá puedo cambiar, enserio ¡Maldición, por favor no!

—Tus acciones tienen consecuencias, que te sirva de lección.

La mujer salió de la habitación de blancas paredes haciendo oídos sordos a los gritos del muchacho.

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Como si de una ley se tratará fue llevado contra su voluntad a rehabilitación. Estaban chequeando sus datos con el director del reciento y en compañía de la psiquiatra que tenía un aspecto un tanto infantil para el gusto del muchacho.

De momento su estado emocional no daba paso a nada más que no fuera enojo, no le permitieron conservar su móvil, su único contacto con el exterior exceptuando la llamada de dos minutos a la que tenía derecho los viernes.

Un hombre vestido de blanco seguramente una especie de guardia lo guió hasta la que sería su habitación y dejar sus pertenencia, las cuales por supuesto habían sido revisadas con sumo cuidado. Cuando estuvo todo en orden lo llevo a una gran sala donde había algunas personas sentadas en un círculo, todos lo miraron y ahí estaba de nuevo Mavis, no entendía como lo hacía para verse tan joven.

—Chicos él es nuestro nuevo miembro y estará con nosotros un tiempo. Bienvenido a Fairy Tail —comunico al resto del grupo.

—¿Es una broma, Fairy Tail? Se supone que es un hospital serio ¿de qué viene ese nombre tan estúpido? —dijo tratando de reprimir su creciente malhumor.

—No es estúpido —recriminó un muchacho de cabello rosa.

—Me vale mierda lo que pienses —lo miró desafiante— ¡Yo no debo estar aquí!

—Gray. Cálmate y toma asiento, por favor —pidió la profesional al ver el desequilibrio que experimentaba heroinómano, se dio cuenta enseguida que el síndrome de abstinencia se acercaba.

—¿Quieres la maldita silla? Pues tómala —sonrió tomándola dispuesto a tirársela, pero unos fuertes brazos lo atajaron.

Los musculosos guardias lo frenaron con fuerza desmedida, un fuerte pinchazo en el costado izquierdo hizo que buscara con la mirada al culpable, lo último que vio antes que sus fuerzas desaparecieran fue un largo cabello de un magnifico color escarlata y después todo se volvió negro.

—Llévenlo a la enfermería y aten una de sus manos, en estos momentos será bastante peligroso para todos, incluso para él mismo—ordeno Makarov desde el umbral, quien había sido atraído por los gritos.

Los hombres acataron la orden del anciano y se llevaron al inconsciente muchacho como si de un costal de patatas se tratará.

—Bien continuemos —dijo Mavis como si nada ocurriera, esa clase de incidentes no eran una novedad, aunque no era bueno para quienes estuvieran débiles mentalmente presenciar semejante espectáculo— Juvia —la joven negó con la cabeza —bien entonces. Lucy ¿Como te has sentido estos días?


Es mi primer fic en el fandom de Fairy Tail, si llegaron hasta aquí espero que haya sido de su agrado y déjenme un review para ser feliz... :D

Saludos n.n