Muchos sabrán el rumbo que tiene la historia de Saki, pero comencemos con una simple historia donde el Mahjong es algo aparte. Concentrémonos en la vida normal de estas protagonistas; en sus emociones, en sus sentimientos, en sus pensamientos.

Era un día como cualquier otro para aquella chica, Miyanaga Saki era su nombre. Lejos estaba ella de ser alguien extraordinario, no destacaba ni mucho menos sobresalía. Saki no era una chica popular en el instituto como otras estudiantes, no como Haramura Nodoka. Pero la popularidad es algo a lo que Saki nunca le prestó atención, ni aun teniendo como mejor amiga, a la más popular del colegio.

Ella era feliz a su manera, y aún más cuando compartía con Nodoka. Y como aquella amistad parecía con el tiempo haberse fortalecido, Saki se sentía orgullosa de ello. Pero más que orgullo, más que admiración por su amiga, más que la alegría de compartir con ella… había florecido en Saki, un sentimiento aún desconocido para ella.

Durante algunos meses, se había desarrollado aquel sentimiento de forma desapercibida. Aquellos sueños y pensamientos donde solo Nodoka era su única compañía, aquellos sonrojos sin aparente causa cuando tomadas de las manos… cruzaban la mirada acompañada con las más lindas de las sonrisas.

Pero aquel día… había algo flotando en el aire. Una sensación extraña fue lo que surgió del pecho de Saki, sin tener idea a que se refería.

Saki estaba bastante desconcertada, ella nunca había o no le presto mucha importancia a esa fecha del calendario. No hubiera podido explicar si se lo preguntaban el motivo por el cual muchas chicas se sonrojaban o porque los hombres parecían ansiosos como niños por alguna clase de juguetes.

Sabía que se celebraba, pero no tenía idea de cómo llevar aquella situación. Es fácil comprender que, durante gran parte de su niñez y adolescencia, Saki le gustaba estar sumergida en su propio mundo. Ya sea usando solo su imaginación explorando cada rincón de sus pensamientos, o con la ayuda de un buen libro, cosa que más le gustaba, Saki siempre de desconectaba del mundo cuando no estaba compartiendo con sus amigos.

Quería no prestar suficiente atención, tanto escándalo solo por unos chocolates era simplemente ridículo. Pero no era el chocolate en si la causa de tal ajetreo, si no el significada que este tiene en aquella fecha.

Saki recorrió el pasillo en silencio, se sentía rara al ser la única en su salón que no demostraba emociones por el día de san Valentín. Salir de la escuela lejos donde solo sus pensamientos y un buen libro sea su compañía, parecía una buena idea. Disfrutaría al máximo la hora de descanso hasta la siguiente clase, donde seguramente ya habría pasado el ajetreo y podría entrar en el edificio con total tranquilidad.

Por los corredores se encontró con su buen amigo y compañero de clase Suga Kyotaro. Este parecía algo deprimido, y no mostraba aquella energía característica del chico. Saki tuvo curiosidad por el chico y se acercó a él y le habló

"Kyo-chan…" acerco su mano al hombro del chico y lo sacudió ligeramente para llamar la atención

"Saki" Kyotaro miraba por una ventana en el corredor hacia ninguna parte

"¿te sientes bien?"

"Sakiiii…." El chico se giró rápidamente y abrazo a su amiga

"¿Qué te sucede?" Saki trato de apartarlo ya que se estaba sintiendo incomoda

"dime que tu si me duras un chocolate"

"¿Por qué debería de hacer eso? Nunca te he dado un chocolate"

"ah, si… es cierto… mi vida es un fracaso"

"no entiendo por qué te pones así"

"¡eso es!" dijo el chico ignorando la pregunta de Saki "seguramente la súper hermosa Fukuji-san está ahora en camino y me pedirá que acepte sus sentimientos como unos deliciosos chocolates caseros… hehe" al chico le gustaba fantasear, ya sea imaginándose a cualquier chica caer ante sus pies, o incluso imaginar a su propio harem

"no creo que eso… sea posible"

Estaba bastante segura que a Fukuji Mihoko no era del tipo de chica que le gustaba perder su tiempo en seguir aquella tradición extranjera. Aunque Mihoko fuera una de las más hermosas del colegio, y que tenga a muchos hombres que literalmente babean por compartir un segundo de su vida al lado de la chica, Mihoko no parecía estar interesada en ningún chico.

"¡¿Qué!?... no, claro que es posible, ella declarará su amor y entonces abrirá su ojo derecho"

"¿Qué tiene que ver su ojo derecho?"

"aquel que sea digno será capaz de lograr que Fukuji-san deje ver sus hermosos ojos"

Era extraño aquel pensamiento, Saki sabía bien que Mihoko no permitía a nadie ver su ojo derecho. Mihoko siempre lo mantenía en la oscuridad, nadie sabía cuál era el color de su ojo derecho por la heterocromía que ella había desarrollado.

"bueno tal vez puedas preguntarle, ella viene hacia nosotros"

"¡¿Qué!?" Kyotaro vio a la chica acercarse, rápidamente le dio la espalda para arreglar su postura disimuladamente

"hola Miyanaga-san"

"Fukuji-san hola"

"este…" Mihoko quería saludar también a Kyotaro, pero este estaba de espaldas y parecía sumergido en sus propios asuntos "Miyanaga-san, estoy buscando a Ueno-san ¿la has visto?"

"debe estar en el consejo estudiantil"

"muchas gracias" la chica de cabello de oro hizo una reverencia, con un adorable sonrojo se fue por los pasillos hacia el paradero de Hisa

Saki se había percatado de un paquetito decorado que bien seguro sostenía Mihoko entre sus manos, se preguntó si era aquellos por lo que muchos hombres matarían aquel día, pero conocía lo suficiente a la chica como para saber enamorada de un chico Mihoko no podía estar.

Saki decidió retomar su idea principal, se despidió de su amigo, pero este ni cuenta se dio. Sintió pera por el pobre diablo que ni se había enterado que la chica de sus fantasías ya no estaba, y cuando se enterase seguramente caería en su depresión.

"luego te comprare un chocolate Kyo-chan"

Llego hasta aquel árbol donde le gustaba pasar el rato, abrió aquel libro y se dispuso a leer. Pero había algo rondando su cabeza que no la dejo concentrarse. Había una sensación extraña que pulsaba dentro de su corazón. Mihoko parecía haberlo agravado, y era cierto aquel pensamiento.

si Mihoko no estaba enamorada de ningún chico ¿para quién serán esos chocolates?

Estaba pensando demasiado las cosas. Por un lado, tenía bien claro que aquel día también se le podía regalar chocolate a los amigos, pero aquel chocolate no parecía uno de esos. Y si Saki no conocía realmente a Mihoko, eso quería decir que tampoco conocía bien al resto de sus amigas.

"¿debe tener un amor secreto?"

Sacudió la cabeza para despejar la mente y volver a su lectura, pero… Un repentino pensamiento hizo que Saki se sobresaltara. De un salto ella se puso de pie con la mano en su pecho, mientras aquellos juegos de pensamientos le hacían temblar su corazón.

"Nodoka… ¿también tendrá… un amor secreto?"

Bueno, esto será todo por el momento, cual quier cosita me la dejan en los comentarios. Adios