"El amor no siempre es dulce, a veces es amargo y duele tanto. Pero a pesar de todo sigue siendo amor"

Y lo que parecía imposible sucedió, los días se convirtieron en meses, y los meses en años. Y el vacío que dejo tu partida fue llenado con otro superhéroe. Pronto tus rasgos verdes, tus orejas puntiagudas, tu aliento a tofu y tu pésimo sentido del humor quedaron en simples recuerdos de lo que algún día fue. Fueron largos años de espera.

Al principio las cosas fueron difíciles, es que estábamos tan acostumbrados a tus bromas, tu voz tan irritante, tus ocurrencias, las peleas matutinas, todas esas pequeñas cosas que en su momento parecieron tan insignificantes pero con el paso del tiempo se volvieron en recuerdos importantes que atesoraré hasta mi ultimo día. Tu solo te fuiste.

Una noche antes de que te marcharas me habías confesado tu amor. Tocaste a mi puerta cerca a las once de la noche, no estaba durmiendo pero no quería conversar con absolutamente nadie, mi día había sido malo. Tuviste que salvarme en dos ocasiones, en la segunda quedaste lastimado del hombro derecho, no sabes la angustia que sentí justo en el momento cuando el disparo impactó en tu cuerpo, y el charco de sangre que se formó. Sentí que algo dentro mío se rompía en pedazos pequeños. Corrí antes que los demás Titanes ¡Demonios! Aún me tiemblan las rodillas al recordar ese día. Pensar que te pude haber perdido para siempre. Por fortuna no era nada grave pero lo suficiente como para pasar toda la tarde de ese mismo día en el hospital.

Pero a pesar de todo allí estabas, en mi puerta. Con el brazo derecho sostenido por una venda, y algunos moretones superficiales. No pude evitar llorar solo al verte, no pude resistir más el dolor reprimido, me abrazaste y lloré con mucha mas fuerza, me aferré a ti como una niña, enterré mi rostro en tu pecho y lloré, lloré como nunca antes lo había hecho.

- No llores Raven, no me gusta - dijiste en un susurro débil.

- Es que no lo entiendes - dije al borde del colapso, con lagrimas en el rostro y la voz quebrada - pensé que te perdía estúpido.

- ¿Y ahora porque me insultas Rae? - dijiste en un tono gracioso.

- ¿Porque tuviste que salvarme? No lo vuelvas a hacer entendiste zopenco - dije enfurecida por lo obvio.

- No puedo prometerte eso - dijiste con seriedad.

Fue en ese momento donde me atreví a mirarte, aun te tenía sujetado por la cintura pero esta vez no tenia el rostro en tu pecho, me perdí en tu hermosa mirada, tus ojos ámbar brillaban, reflejaban una mezcla de preocupación y dolor.

- ¿Que? ¿Porque no? Quiero que lo prometas - Exigí con autoridad.

- No puedo Rae - dijiste en un tono mas bajo.

- ¿Porque? ¿Porque no puedes prometer que no volverás a salvarme? Quiero que me respondas - me estaba impacientando al no conseguir una maldita respuesta - ¡Responde por un demonio!

- Por que te amo.

Deje de abrazarte por instinto, y me aleje unos pasos atrás. Tu mirada ahora reflejaba sorpresa, como si ni tu mismo supieras que es lo que habías dicho.

- Pero... ¿Como? - No encontraba las palabras adecuadas. Mi corazón se aceleró, podía escuchar mis latidos fuertes y apresurados. Una parte de mi se sentía tan aliviada y feliz, muy feliz. Pero la otra parte de mi, la parte dominante se sentía asqueada y frustrada.

- Raven yo, te amo desde hace mucho tiempo, ya no puedo ocultarlo más. Hoy al verte en batalla, no podría soportar que te pasará algo, yo no...

- Tu no sabes lo que dices, tu no me amas - dije tratando de no escuchar con mi tono habitual.

- Raven yo...

- ¿Esto es una clase de broma verdad? - dije.

- No, no lo es, Raven yo..

- ¿A que estas jugando Chico Bestia? ¿Que quieres de mí? - dije con algunas lagrimas cayendo.

- !Raven te amo!

Y con esas tres palabras se fue por la borda lo ultimo que me quedaba de autocontrol. Me abalancé sobre ti y caímos al piso. Tu sobre tus espaldas y yo encima tuyo. Nos quedamos mirando el uno al otro por unos cuantos segundos hasta que me besaste, con pasión y amor reprimido por tantos años, con sabor a dolor y desesperación, un beso brusco y tosco que poco a poco fue perdiendo intensidad y se volvió un simple roce de labios.

Nunca supimos que paso aquella noche, pero después de eso las cosas cambiarían.

Desperté a la mañana siguiente y ya te habías marchado, dejaste una pequeña nota que decía lo siguiente: "Tengo asuntos que arreglar lejos de la ciudad, volveré pronto". Y así pasaron dos años y medio. En ese tiempo me di cuenta la falta que me hacías, lloraba por las noches en silencio, dormía y comía muy poco, pasaba la mayor parte de mi tiempo en tu habitación recordando, imaginándote en medio de tu desorden, anhelando tu regreso, aquella habitación aun mantenía tu aroma, la misma habitación que tiempo después sería ocupada por el nuevo Titán.

Me aislé totalmente de los demás titanes, apenas cruzábamos palabras y solo si es que era totalmente necesario. Mi vida se volvió rutinaria y triste. Solo anhelaba el volver a verte una vez más.

Antes de que tu habitación sea totalmente remodelada pude rescatar una foto tuya debajo la pila de papeles inservibles, envolturas y restos de comida. Esa foto sería lo único que me ayudaría a no olvidarte durante los próximos meses.

Tanto Robin como Starfire, incluso hasta Cyborg volvieron a ser los mismos de siempre, todos menos yo. No pude aceptar el hecho de que no volvería a verte, mi desempeño como heroína decayó en los últimos meses. Cuanta falta me hacías, no sabes lo que hubiera dado por escuchar tus chistes faltos de gracia, o talvez oler una vez mas el aroma de tu asqueroso tofu. Cuanto te extraño.

Tal vez debí haberte dicho lo mucho que te amo, tal vez así no hubieras marchado. Tal vez debí haber sido mas amable contigo, solo tal vez.

En ese entonces no comprendía que fue aquello que sucedió, que te impulsó a que me dejarás con el corazón en la mano. Intenté buscarte pero no tuve mucho éxito, solo desapareciste sin dejar rastro.

Unos afirmaban haberte visto al norte de Jump City, en un pequeño pueblo. Otros pocos que eras la atracción principal de algún circo. Otros que habías fallecido en combate. Ninguna afirmación era cierta.

La espera terminó. Volvimos a vernos tres años después de aquella noche. Salía de mi habitación como todos los días para prepararme el dichoso té de las mañanas. Mientras este demoraba, escuché algunas voces provenientes del salón de investigaciones, normalmente usado por Robin. Me acerqué lentamente con taza en mano y asomé la vista por la puerta entreabierta, primero distinguí tres siluetas, pude reconocer a Robin de inmediato, una chica de cabellos dorados y una persona más, la cual no pude reconocer porque llevaba una capucha. Estaban conversando.

- Gracias Robin, en serio te lo agradezco mucho amigo - dijo el hombre de capucha.

- No tienes por que, sabes que siempre podrás contar con nosotros Chico Bestia.

- Ya nadie me llama así viejo, solo soy Garfield ahora.

La taza que sostenía se estrelló contra el suelo, provocando un estruendoso ruido. Los tres voltearon sus rostros en mi dirección, fue allí donde pude verte, eras tu. Tu rostro había cambiado, aunque seguías siendo verde, ya no tenias los rasgos de un niño, eras mas alto y mas corpulento. Fueron solo unos segundos en los que nuestras miradas se cruzaron y pude notar la misma calidez de aquella noche hace tres años. Estaba a punto de lanzarme hacia ti cuando me di cuenta que la muchacha de cabellos dorados te sujetaba del brazo.

- ¿Garfield quien es ella? - Pregunto en un tono inocente.

No respondiste aquella pregunta, solo agachaste la cabeza y callaste. No pude aguantar mas y corrí hacia mi habitación, como pude ser tan estúpida al creer que después de tres años todavía podrías sentir lo mismo. Me aferré a mi almohada y lloré hasta que me quede dormida.

Me levanté mucho mas tarde, era de noche, lo pude divisar por la ventana. El estomago me crujía de hambre, no había probado bocado desde la mañana. Al salir me tope con Robin.

- ¿Raven podemos hablar? - me dijo con un tono de preocupación.

- ¿Pasa algo Robin? - pregunte con mi tono monótono de siempre.

- No, solo tenemos que hablar.

Tal vez la comida podía esperar, nos sentamos en el sillón grande de la sala común.

- Bueno dime, que es lo que quieres - dije impaciente.

- Hoy vino Chico Bestia - dijo bastante serio.

- Si lo sé, seguro te mandó a hablar conmigo, eso es tan típico de él, dile a ese idiota que no lo quiero volver, así que espero no cruzarme con él en los pasillos - dije muy enfurecida.

- Raven, el no me mandó a hablar contigo - dijo Robin algo confundido.

- Bueno eso no me interesa, dile que si piensa que puede volver y que todo va a ser como antes está muy equivocado - dije muy dolida.

- De eso teníamos que hablar Raven, el no ha vuelto, hace un par de horas que se fue.

Esas palabras me tomaron por sorpresa y cada una me dolió tanto. Luchaba por contener el llanto y Robin lo notó.

- Lo siento Raven - dijo compasivo.

No pude más, solté todo lo que estuve guardando por estos largos tres años, y volví a llorar como aquella noche.

- Entonces a que vino - dije entre sollozos.

- ¿Te acuerdas de la mujer de cabellos dorados? - preguntó.

- Que tiene ella - dije reteniendo las lágrimas.

- Él quiere que la cuidemos por un tiempo, en realidad pidió que tu seas la encargada de cuidarla personalmente, por lo menos hasta que regrese.

Esa fue la gota de rebalso el vaso. Estallé en rabia y dolor. Algunas cosas explotaron, otras simplemente se derritieron.

- ¿Como? ¡Además de todo lo que me ha hecho todavía tengo que cuidar a su noviecita! Que descaro - escupí.

-Raven, ella no es su novia. Ella es su hermana.

Continuará.

Café Negro:

Mis sinceros agradecimientos a aquellas personas que apoyan mis historias, eso me impulsa a seguir escribiendo. Esta historia consta de dos capítulos, haré lo posible para subir el siguiente entre mañana y pasado. Pueden comentar que les gusta y que no de la historia, es gratis. Saludos desde mi Pc.