N/A: Editado y arreglado el 16 de Junio de 2018.

Prólogo
Primer Contacto
Campos de Flandes. 9:00 A.M.

Un mes había pasado desde la victoria de Oorai en el campeonato de Sensha-do contra Kuromorimine. Habiendo asegurado la supervivencia de su escuela, Miho Nishizumi no veía la necesidad de enfrentarse a otra escuela en un torneo o práctica, pero las presiones del Consejo Estudiantil (y de las pretensiones de su madre de demostrar la superioridad del estilo Nishizumi) actuaron sobre ella y otras figuras de importancia. Debido a eso, estaba aquí: un enfrentamiento en los campos de Flandes, en Europa, contra equipos y academias europeas. Por suerte para ella, no estaba sola: la mayoría de las escuelas con las que se había enfrentado anteriormente lucharían con ella lado a lado para apoyarla en los caprichos de su madre. Era por eso por lo que estaba ese gran despliegue de tanques de la Segunda Guerra Mundial frente a sus ojos: Panzer alemanes, M4 Sherman, Cromwell, Churchill, Jagdpanzer, entre otros. Y no había que olvidarse de los, o mejor dicho las, comandantes: su hermana Maho Nishizumi, Katyusha, Darjeeling y Kay, sin olvidarse de otras como Erika, Pekoe y Alisa. Todas ellas estaban con sus mejores equipos para enfrentarse a sus nuevos rivales.

Actualmente estaban formados frente a sus nuevos oponentes: las academias europeas. 2 escuelas británicas, 3 alemanas y 3 rusas. La mayor diferencia entre ambos continentes era que los europeos permitían a los hombres en el Sensha-do, y además de eso combatían con infantería. Además, sus especializaciones variaban entre escuelas, debido a lo mixto del "deporte": había escuelas de infantería, de tanques, y ambos. Antes de empezar con el enfrentamiento ambos bandos estuvieron frente a frente durante la ceremonia de apertura del torneo, el cual comenzaría con un duelo a escala total antes de pasar a ser una serie de enfrentamientos. Y debido a los homenajes que deberían hacerse, los alumnos de las diversas academias cargaban con munición real, para las salvas de honor y cosas así a las que Miho no les prestó demasiada atención (a diferencia notable de su cargadora Yukari, quién observaba casi con baba colgando el despliegue militar allí presente. Bueno, no era como si el club de historia estuviera en mejor condición).

Mientras los representantes de la Unión Europea y Japón hablaban entre sí para finar los detalles de la competencia y alabar la calidad del otro en meras formalidades, los propios comandantes de las academias estaban reunidos en unas cuantas mesas con comida y bebidas, para "socializar" entre ellos. Los cierto es que, si bien había cierta soltura entre las comandantes japonesas (cosa que las sorprendió al reconocerlo), la mayoría de los comandantes europeos eran más bien fríos, no muy abiertos a la socialización. La mayoría de los rusos, sin embargo, eran muy sociables y hablaron largo y tendido con las japonesas que se atrevieron a hablarles, mientras que los ingleses, al ser sus academias entornos protegidos y con una fuerte cultura de clase social, no tenían experiencia de socialización con otras personas fuera de su propia vida escolar. Los alemanes eran asociales por naturaleza según supieron de boca de los rusos. Las comandantes japonesas aprendieron también que además del comandante de equipo, había varios subcomandantes que comandaban las "compañías", que eran a su vez los grupos dentro de las distintas academias.

- ¡Muy bien, formarse todos en sus tanques! - Ordenó el representante japonés acompañado de su par europeo. Todos los comandantes y tripulaciones se dirigieron a sus vehículos, y los infantes prepararon sus armas para las salvas de homenaje. Los tanques apuntaron sus cañones al cielo, formados en diversas filas paralelas una detrás de la otra. Para este combate, los japoneses habían traído los equipos que compitieron en el 63° campeonato de Sensha-do de hace un mes, cuya victoria fue obtenida por Oorai. Los europeos, por su parte, trajeron una gran cantidad de armamento (a juicio de las japonesas, no familiares con su estilo de lucha). Semiorugas, rifles de asalto, subfusiles y fusiles, tanques medios y pesados, granadas de todo tipo, y lanzacohetes. También los rusos y alemanes trajeron rifles antitanque. Debido a que la mayoría de los vehículos pertenecían a los modelos de la guerra tardía, el poder de fuego allí presente superaba con creses al de muchas batallas de la liga japonesa. Los vehículos orientales, entre todas las escuelas, sumaban 103 tanques, mientras que los europeos sumaban 230 vehículos entre tanques, semiorugas y transportes.

- ¡Apunten! - Ordenaron los diversos comandantes en sus respectivos idiomas. A pesar de las diferencias lingüísticas, la mayoría de los alumnos hablaba lo básico de ingles, por lo que el entendimiento mutuo era mínimamente posible. Todos los vehículos levantaron sus cañones. Los que no podían, como los cazatanques, estaban ubicados en la primera fila, por lo que solo dirigieron sus chasis y cañones al punto designado expectantes de la orden de disparo.

Pero la orden de fuego nunca llego. En lugar de eso, los alemanes hicieron notar que una conmoción se originó a la distancia, donde se ubicaban el público y las autoridades. Algunos comandantes europeos y japoneses no perdieron el tiempo y sacaron sus teléfonos para comunicarse y saber que estaba pasando. Las noticias no eran claras, pero una llamada de una autoridad del enfrentamiento les dio toda la información que necesitaban.

- ¡Una extraña puerta ha aparecido y salieron romanos de allí! ¡O al menos creo que son romanos! ¡Han empezado a atacar a todos en el lugar, y están masacrando al público! ¡Son miles! ¡Evacuen, les repito, evacuen! - Luego de eso, la llamada se cortó de súbito.

O al menos eso pensaban, puesto que la descripción eran tan bizarra que era difícil creer que eso sucedía. Sin embargo, resultados similares en otras comunicaciones pronto probaron que efectivamente, algo raro pasaba e involucraba la muerte de los miembros del público.

Un pesado silencio cayó sobre los estudiantes. Varios pensaban en las opciones que tenían. La razón y las órdenes les decían que huyeran, poniéndose a salvo de lo que fuera que pasaba. Pero otros pensaban que tenían armas y balas, y debían aprovecharlas. Los primeros en reaccionar fueron los alemanes.

- ¡Todos los equipos, muévanse hacia la zona del publico! ¡Preparen toda la munición real que tengan y carguen contra el enemigo! ¡Si son como los romanos, no esperen mucha oposición! - Fueron las órdenes del comandante de la Panzer Akademie de Munich. Inmediatamente, la mayoría de los blindados grises cerraron sus escotillas, salvo las escotillas superiores de los tanques donde se asomaban los comandantes de pelotón - ¡Todas las unidades, procedan con formación de flanqueo y bolsa hacia el enemigo! – Se escuchó por la radio de todos los tanquistas alemanes.

- ¡Equipos ligeros hacia los flancos, ya saben que hacer!

- ¡Equipos medios avancen por el centro, cuando lleguen donde el enemigo ábranse hacia los costados!

- ¡Equipos pesados en la retaguardia, cuando la formación se abra carguen contra el enemigo!

La fuerza mecanizada alemana cobro vida y empezó su movimiento en la dirección hacia el público. Las demás escuelas y academias miraban entre sorprendidas e incrédulas las temerarias acciones de sus pares. Unos largos segundos más tarde, la Preußischen Akademie siguió el ejemplo de sus compañeros mecanizados, movilizando la escasa infantería que podía llevar a un enfrentamiento entre tanques a la zaga de los ya andantes blindados. Después de ellos salió la Iron Cross Akademie, con su versátil infantería marchando detrás o apoyada arriba de los chasis de sus tanques y cañones de asalto. Unos minutos después, la demás academias salían de su estupor y marchaban también camino a la batalla tras las orugas y botas de los uniformados grises, sin embargo, a pesar de sus acciones, no todos iban con la misma convicción. Esa misma duda se manifestó en un comentario temeroso de parte de Miho a un comandante ruso.

- ¿No temen ir a matar y enfrentarse a… lo que sea que haya allí? Podrían morir o algo parecido…

- No sé cómo será allá en Japón, pero aquí en Europa las academias son una especie de servicio militar previo para los que desean experimentar la vida militar antes de elegir qué hacer con su futuro. Para nosotros la muerte será solo otra parte de nuestras vidas, ya que la mayoría que se gradúa aquí entra a las fuerzas armadas. – Explicó sin apartar la vista del camino. Estaban acercándose a una gran aglomeración de blindados e infantes que suponía eran los académicos alemanes.

- Y-ya veo… - respondió débilmente la comandante japonesa.

Al llegar a algunos kilómetros de la zona de espectadores se encontraron con el resto de los tanques e infantes europeos. Los comandantes germanos organizaron una reunión de emergencia con el resto de los líderes a la brevedad.

- La situación es simple. - Indico el comandante de la academia blindada alemana. - Hemos rodeado la zona en 5 kilómetros a la redonda alrededor de la posición de los espectadores. Hemos empezado a acortar el cerco, pero necesitamos más efectivos tanto para reforzarlo, como para salvar a los civiles. Nuestras tropas apenas pueden avanzar debido a la concentración de enemigos.

- Mis hombres pueden encargarse de la evacuación de los civiles, aunque nos faltara poder de fuego. - El comandante de la academia de infantería británica miró con un guiño de complicidad a su par de la academia blindada británica.

- Supongo que allí es donde entramos nosotras, - comento esta a su vez, devolviéndole el gesto. - Tenemos listos un par de escuadrones de Firefly, además de un escuadrón de Cromwell y otro de Churchill.

- Perfecto, - al comandante alemán le brillaron los ojos. - Entonces los británicos serán los héroes del día y salvarán a los civiles mientras nosotros nos ensuciamos las manos. - Comento sarcásticamente a la vez que se giró hacia los comandantes rusos entre las risas de los oficiales. - ¿Puedo confiar en que ayudaran a reforzar el cerco? - El trío ruso asintió sin demora. - Perfecto.

-¿Y nosotros qué?-Pregunto una indignada Erika, sorprendiendo al grupo. Maho la hizo callar de un gesto y espero la respuesta, ligeramente nerviosa ante la posible actitud que tomaran los locales.

El comandante alemán las miro como si recién notara que estaban allí. - ¿Ustedes? Mmm…-Se llevó la mano a la barbilla, pensativo, mientras observaba un mapa de la zona.

- Muévanse dentro del cerco, distraigan al enemigo, rescaten civiles y hagan de todo. Organícense en equipos y muévanse juntos. Por lo que hemos podido comprobar, estos… salvajes, son unos suicidas para atacar. Recuerden que la mejor arma en este momento es la tecnología y la sincronización. Buena suerte. - Fue el discurso del comandante de la academia de armas combinadas alemana. El mensaje era claro: "Distráiganlos mientras nosotros trabajamos".

- Bien - murmuró Maho entre dientes antes de retirarse. Las diez comandantes japonesas regresaron con sus equipos y empezaron a organizar los pelotones basados en las capacidades de los tanques. La desventaja era, que solo podían evaluarse correctamente entre sus propias escuelas. Aún quedaban rencores que databan incluso de antes del campeonato, después de todo. El equipo de Miho estuvo compuesto por los equipos de Oorai "Angerfish," "Duck," "Rabbit" y "Anteater."

Los 103 tanques japoneses formaron variados y diversos equipos, algunos de los cuales permanecerían en una "reserva," que consistía básicamente de aquellas que no podrían enfrentarse a alguien en un combate real. El resto de las tanquistas orientales se internó dentro del cerco mantenido por los alemanes y rusos. Así mismo, británicos internaban sus propios equipos en la búsqueda de los desaparecidos civiles.

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30 minutos después…

Miho estaba dirigiendo el pelotón "Oorai 1" entremedio del campo de batalla. A pesar de que aún no se habían encontrado enemigos, los cadáveres de espectadores y el ocasional cuerpo vestido de legionario no paraban de aparecer en el camino. La escena no dejaba de recordarle la respuesta del comandante ruso:

"Para nosotros la muerte será solo otra parte de nuestras vidas."

Tan sumida en sus pensamientos iba, que no noto que la llamaban hasta que Saori la empezó a zarandear llamándola. Volviendo a la realidad, encaro a su amiga y operadora de radio.

- ¿Qué pasa, Saori?

- ¡El equipo de Nekota pide ayuda! ¡Dice que los rodearon y no pueden escapar!

- ¿Por qué no disparan? Deberían poder escapar dentro del tanque…

- ¡Dicen que están muy asustadas para hacer algo! ¡Los romanos llevan ya bastante tiempo golpeando las escotillas… incluso los puedo escuchar desde aquí!

Miho sopeso la situación en un segundo - ¡Vamos donde ellas inmediatamente!

- ¡Mako, ya escuchaste! ¡Acelera! – La mencionada solo emitió su corta típica queja antes de apretar el acelerador del vehículo de la segunda guerra mundial.

5 minutos después…

Tras reunirse con el equipo "Rabbit", llegaron a la base de una pequeña colina. En la cima estaban dos tanques: el Type 3 Chi-Nu, y el Type 89B. No se veía a nadie más en las cercanías.

- Parece que están bien - suspiro Saori, relajándose en su asiento.

- Algo no se ve bien… - murmuro Miho analizando la escena. Sus años de experiencia en los duelos de tanques bajo el entrenamiento Nishizumi le habían afilado sus instintos, cosa que ella, a pesar de las penurias, agradecía. - Saori, intenta comunicarte con ellas. Está todo muy silencioso.

- Ay, Miporin, estas demasiado estresada por la situación. Debes calmarte un poco. - A pesar de sus palabras, Miho no podía estar tranquila. Algo le decía que no debía.

- Insisto, comunícate con ellas.

- Como digas - murmuro desanimadamente - Noriko, Nekota, hablen. Miho quiere asegurarse de que están bien. - Unos largos segundos pasaron, en los cuales la cara de Saori se fue haciendo cada vez más pálida - Noriko, Nekota, respondan por favor. - Unos largos segundos volvieron a pasar, antes de que Saori se girara hacia Miho.

- No responden - informo con voz temblorosa.

Miho inmediatamente pensó lo peor, mas su propio optimismo le hizo creer que todo estaba bien, que seguramente era un error de su radio.

- Iré afuera a comprobar la radio, espérenme aquí - ordenó antes de abrir la escotilla y asomarse fuera. Pero mientras lo hacía, el grupo de primer año en el M3 Lee dejo salir sus emociones y, abriendo todas sus escotillas para asomarse lo más posible, arrancó el tanque a la carrera al encuentro de ambos blindados japoneses.

- ¡NO! - Grito Miho. Pero ya era demasiado tarde.

El mal ya estaba hecho.

Apenas el tanque de origen estadounidense se acercó a los otros tanques detenidos, una gran cantidad de soldados vestidos como legionarios romanos salió de la nada y rodeó al vehículo. Miho trato de decir algo, pero sus gritos cayeron en oídos sordos cuando los legionarios sacaron del tanque a sus seis ocupantes y las asesinaron allí mismo. No contentos con eso, rasgaron sus ropas y empezaron a violarlas allí mismo, como si nada. Y reían. Reían como si no hubiese nada malo, como si fuera lo más normal del mundo y aquello fuera solo una ocurrencia más del día a día.

Muy profundamente en la conciencia de Miho, dentro de lo que era su sentido común, algo hizo crack.

La expresión de la joven comandante se tornó vacía, sin emociones, como una autómata. Sacando una MP 40 de la tripulación del tanque, se deslizo fuera de este con un ruido sordo. Acercándose lentamente cual gato a su presa, se acercó a la "fiesta" que tenían los romanos con los cadáveres de sus compañeras. Cuando llego detrás de uno de ellos le toco el hombro, haciendo que este girara su cabeza con la palabra placer escrita en el rostro.

Su expresión se congelo al ver la fría sonrisa que le dedico Miho. Ella solo inclino ligeramente la cabeza a un costado y apretó el gatillo. Sangre, hueso, masa cerebral y músculos explotaron de la cabeza del legionario y se esparcieron por el suelo, el chasis del tanque y el uniforme de la castaña.

Reaccionando, los legionarios se abalanzaron sobre Miho, con una cara de furia y rabia por su compañero caído. Ella solo se rio y disparo al más próximo, matándolo de un certero tiro en la cabeza. El legionario que estaba detrás quedo paralizado por el susto, aprovechando Miho se darle 4 tiros en el pecho, asesinándolo. El resto de legionarios se abrió en 2, rodeándola. Miho giro sobre sus pies y dio una vuelta, disparando a quemarropa. Diez atacantes más cayeron muertos antes de que el cargador se vaciara. Y Miho reía. Una risa inocente rodeada de sangre y muerte, viva representación de lo cruel y despiadada que podía llegar a ser la guerra en la cordura se pierde antes que la vida.

Tiró el cargador vacío a un lado y cargó uno nuevo. Un romano saco un arco y disparo una flecha que la rozo en la mejilla. A cambio, recibió 5 balas en la cabeza y pecho. Otro legionario alzo su espada para atacar su corazón, más un certero codazo en las costillas hizo que el ataque se desviara y solo rozara su brazo izquierdo. Miho lo remató de 3 tiros al pecho. Un par más le lanzo unas rocas para tratar de aturdirla, pero lo único que consiguieron fue media docena de balas cada uno. Los últimos tres atacantes trataron de atacarla por la espalda, pero Miho hizo tropezar a uno y baleó a otro con 4 tiros en el pecho y 1 en la cabeza de forma ascendente. Disparando un tiro en la pierna para inmovilizar al que estaba en el suelo, se giró hacia el otro legionario. Este había sacado un cuchillo y su espada, y corría en dirección a la joven comandante. Miho le disparó un tiro en cada pierna, seguido de uno en la ingle. Cuando el romano se inclinó y cayó al suelo de dolor, la castaña le acertó dos tiros más en la cabeza, matándolo en el acto y rociándola una vez más con sangre. Con ese aspecto, Miho se giró hacia el paralizado legionario en el suelo.

Este se encontraba paralizado del miedo, rogando lo que parecía clemencia con palabras desconocidas para ella. Miho solo le dedico una mirada gélida de muerte.

- ¿Puedes devolverme a mis compañeras? – Preguntó, su voz carente de emociones ante el herido legionario agitándose en el suelo – Supongo que no – se respondió a si misma, antes de dispararle en la cabeza con el último tiro de su cargador.

Suspiro, examinando el montón de cadáveres alrededor suyo.

- "Un momento" - pensó mientras sentía irse los efectos de la adrenalina – "Yo había contado más que esto…

De repente sonó un grito. Un grito de guerra, mezclado con el dolor de perder a sus compañeros y amigos. Miho no debía darse la vuelta para saber que era otro legionario que estaba a su espalda, ligeramente hacia su derecha. No hizo amago de moverse, de todos modos no lo haría a tiempo. Ni siquiera se dignó de cerrar los ojos, pensando en lo que había hecho y preguntándose si era verdad o mentira que su vida pasaba ante sus ojos antes de la muerte.

Un disparo sonó detrás de ella, pero esta vez a su izquierda. Acto seguido, el característico ruido sordo de un cuerpo cayendo al suelo se escuchó detrás de ella. Girando la cabeza, se encontró con uno de los oficiales alemanes sosteniendo una Walther P38. Miho cayó de rodillas, bajo la presión de casi haber muerto y lo que acababa de hacer. El oficial alemán le tendió una mano que ella aceptó tras medio segundo de vacilación interna.

- Gracias.

- No me agradezcas aún - le respondió mientras le ofrecía otra pistola. - Todavía no estamos a salvo. Y esto puede sonar ofensivo o egoísta, pero preferiría que colapsaras emocionalmente cuando todo haya pasado. Aún quedan enemigos aquí.

A un centenar de metros del cerro apareció una masa enemiga, a la vista más de cien legionarios. Desde detrás de sus líneas y a una distancia respetable, una persona que claramente no podía ser tan corpulenta y grande bajo estándares humanos salvo que hubiera entrenado desde niño se encontraba gritando órdenes a los extraños romanos. Cuando los legionarios empezaron a subir el cerro, un oficial ruso salió prácticamente de la nada y se enfrasco en una pelea con este humano corpulento con… ¿una pala? Al ver la escena el oficial alemán suspiro.

- ¿Lo conoces? - Pregunto Miho, curiosa al ver su reacción ante el desatinado estudiante.

- Lastimosamente – respondió. - Puedo describirlo como un loco e imbécil, si te sirve esa descripción. Para evitar complicaciones dejémoslo así.

- … ¿bien…? - Respondió Miho, insegura.

- Volviendo a nuestra situación - llamó su atención el estudiante germano. - Estos…animales - señalo a los legionarios que avanzaban camino a ellos - Son unos malditos fanáticos. No importa cuántos matemos, siguen adelante. Tienen la confianza metida hasta la medula. - Dirigió su mirada a la comandante del Panzer IV – De más está decir… que probablemente no salgamos vivos de esta.

- Entonces… - habló la japonesa, intentando pensar como suponía lo hacían los europeos - Tratemos de salir vivos… o llevarnos a cuantos podamos con nosotros.

- Me agrada tu actitud… ¿Cuál es tu nombre? - Pregunto el oficial alemán mientras esbozaba una ligera sonrisa y preparaba su arma.

- Miho Nishizumi.

- Karl Schmidt.

- Parece que aquí comienza una breve amistad.

- Amistad no lo sé, pero te puedo asegurar que a ellos – señaló a los romanos - Les saldrá cara.

Ambos se colocaron en el punto más alto del cerro, espalda con espalda. Karl le paso una granada de mano alemana.

- Puede que la necesites.

Lanzando cada uno su granada cuesta abajo, descontaron la primera docena de enemigos. Apuntando sus armas, empezaron a vomitar plomo sobre la masa humana que empezaba a acortar terreno. Cada tiro encontraba un destino humano, algunos incluso dos.

- ¡Estoy fuera! - Exclamó Miho al quedarse sin munición, recordando lo que decían los soldados en las películas bélicas que había visto.

- Ultimo cargador - respondió Karl mientras le pasaba dicho objeto, para volver a mirar al frente. - ¡Apunta a los cabecillas!

Matando a los más adelantados, pronto ambos se quedaron sin munición. Sacando un cuchillo, Karl se lo paso a Miho.

- No sabía que los comandantes de un deporte simulado debieran llevar cuchillos reales - comento Miho, dándole una rápida ojeada. Los romanos se habían detenido momentáneamente, aparentemente asustados por el efecto que tenían las balas sobre sus filas.

- Porque no lo hacen. Ese es mi cuchillo personal.

- ¿Y qué hay de ti? Estas desarmado.

- Cualquier cosa puede ser un arma si es bien utilizada - respondió mientras sacaba una pluma de escribir de un bolsillo de su uniforme.

La multitud de romanos resumió su acercarse al par de alumnos en la parte alta del cerro. Cuando la distancia entre ellos era de cincuenta metros, llego la salvación para los dos estudiantes.

- ¡MIPORIIIIIN!

Un Panzer IV Ausf. H salto de la nada y se ubicó frente al rodeado par, disparando su cañón de 75mm y sus ametralladoras MG 34. Saori iba asomada por la escotilla superior.

- Saori…- murmuró alegremente Miho, sintiéndose aliviada.

La masa de atacantes paró su ataque durante unos momentos, confundida, para luego seguir cargando. Sin embargo, a los pocos segundos apareció otro tanque: un Panzer V Panther que, al igual que el tanque anterior, llegó vomitando plomo. Detrás de este llegaban un Panzer VI Tiger y un IS-2. Entre los 4 tanques formaron un círculo de hierro alrededor del par a pie, ahuyentando a los ahora aterrorizados atacantes que se vieron rápida y brutalmente reducidos en número. Cuando se hubieran retirado todos los enemigos, Saori salió disparada de su tanque a abrazar a Miho, quien temblando devolvió el gesto. Del Panther salió una chica rubia que se dirigió al oficial alemán, a quien le entrego un par de cargadores para su pistola. Del Tiger salió Maho, quien apenas vio a su hermana corrió a abrazarla.

- ¿Onee-chan…?

- Sshh… silencio, Miho. Es mi culpa - la acallo con un dedo en los labios - mi culpa por no estar contigo. Por no proteger a tus compañeros. Por permitir que te hieran. Por dejarte sola. - A diferencia de la expresión seria que siempre llevaba, Maho tenía en ese momento una expresión de dolor y alivio. Ella era bien conocida por ser sobreprotectora con su hermana pequeña, y verla agitada y herida solo eran marcas de la culpa que sufría por no estar con ella en aquel momento.

Recuperando su expresión seria, Maho se dirigió al alemán rubio que se encontraba hablando con la soldado que salió del Panther.

- Gracias por cuidar de Miho – dijo, antes de inclinarse.

- No fue nada, aunque diría que le dieran un arma. La necesitará de ahora en adelante.

- ¿Por qué? - Preguntó la castaña mayor, confundida.

- Los líderes de las academias no dejarán pasar una oportunidad como esta. Lo más probable es que vayamos a la guerra.

- Explícate - ordenó Maho.

- Primero que nada, la situación actual. - Empezó a enumerar con los dedos - Hay 3 hechos que destacar. Lo primero, el lado oriental del cerco se topó con lo que parece ser una puerta de extraña arquitectura aparentemente antigua, de donde salen estos legionarios. Segundo, si bien el cerco tiene una forma irregular, la mayoría está a cerca de tres kilómetros de distancia de los espectadores, motivo por el cual se está pasando de la contención a la ofensiva. Tercero, el hecho de que tienen jerarquía y tecnología similar a la de la época romana pero hablan un idioma desconocido para nosotros, ha provocado que haya teorías de que se trata de una puerta a otro mundo. Un mundo con tecnología de la edad antigua, perfecto para que los estudiantes de las academias militares pongan en práctica todo lo que aprenden sobre la guerra. ¿Entiendes por qué digo que no lo dejaran pasar? - Maho asentía a cada punto, para luego abrir sus ojos en realización.

- ¿Nos mandaran… a combatir? - Preguntó con un hilo de voz. El oficial alemán suspiro.

- Cuando menos a nosotros. Ustedes serán libres de elegir lo que deseen. Hasta otra - con una venia se despidió del grupo, antes de dirigirse a Miho, recuperar su cuchillo y darle un cargador. - Mantén el arma. Ahora es tuya - se dirigió al resto del grupo mientras subía al Panther - Recuerden que todavía no es seguro. Las tropas del cerco deberían llegar en breve.

- Da - dijo como afirmación un oficial ruso que salió de la nada. Su uniforme estaba rojo de sangre ajena, y en una mano llevaba una pala y en la otra la cabeza del humano desproporcionado que se encontraba en la parte baja de la colina. La mayoría del grupo se asustó al verlo, los alemanes suspiraron, y Miho pensó que la afirmación del oficial al decir que estaba loco era cierta.

- Todo listo, camarada capitán - indicó un peliblanco asomándose del IS-2.

- Muy bien camarada sargento - respondió el oficial ruso mientras subía a su tanque.

- Hey, subnormal - le llamó la atención el alemán mientras entraba al tanque - Que te quede claro que yo estoy al mando. Que tengamos el mismo rango oficial no quiere decir que tengamos el mismo poder de mando. Verstanden?

- Sí, sí, como digas, intentó de nazi - respondió cansadamente a la vez que exprimía sangre de su ropa y murmuraba la última parte. - Voy detrás de ti - giro la cabeza hacia el lado occidental del cerro – Aunque… las tropas ya están aquí.

Karl no perdió tiempo. Activando su radio, llamó a las tropas entrantes - Este es el Hauptmann Karl Schmidt, pido la identificación de quienes componen el grupo que se aproxima a mi posición desde el oeste.

- Herr hauptmann, se aproximan un equipo medio, un semioruga ruso, y dos pelotones de infantería alemana con dos StuG IV, estando yo en uno de ellos.

-¿Qué equipo es?

-Ehm… Equipo cuatro.

Al comandante alemán le brillaron los ojos. - Dígales que su líder está aquí y que se comuniquen conmigo - hubo un ruido de fondo antes que la comunicación retornara – Herr hauptmann, me alegro de verlo vivo. Parece que no muchos podrán decir lo mismo después de hoy - bromeó cruelmente un comandante de tanque.

- Como vuelvas a bromear así en el canal abierto de radio sabrás que son 45 toneladas de ingeniería alemana. ¿Entendiste? - El silencio en la radio fue toda la respuesta que necesitó. Mientras el Panther y el IS-2 se juntaron con la mayoría de los blindados alemanes que se aproximaban, Miho y el resto fueron recogidos por el resto de los que venían desde el oeste. En ese momento volvió a sonar la radio.

- ¡A cualquiera que escuche esto, necesitamos ayuda! ¡Rápido! ¡¿Hay alguien?! ¡Necesitamos ayuda, y la necesitamos ahora…! ¡Oh mierda!

- Aquí Hauptmann Schmidt, reporte de que carajos está pasando.

- ¡Mierda, al fin alguien responde! ¡Este es el teniente británico Charles Spencer! ¡Estamos en las coordenadas XXXX-XXXX! ¡Tenemos a un grupo de civiles y dos Firefly para protegernos, pero el enemigo nos supera ampliamente y nos rodea por completo! ¡Necesitamos ayuda para… - se escuchó estática por un momento, para que luego la voz volviera - ¡Aléjate de la puta radio…! - Se escucharon unos disparos y luego la comunicación murió. El oficial alemán se volvió hacia sus hombres.

- ¡Atención equipo 4! ¡Es hora de demostrarles a esos condenados romanos por qué la Blitzkrieg fue temida en toda Europa! Für das Vaterland! - Dichas esas palabras, el grupo de tanques alemanes salió a la carrera, dejando atrás al IS-2 que, viéndose abandonado por quien había asumido el mando, se fue por su propio camino. Pronto Miho y los otros reanudaron el camino hacia el este, hacia la fuente de todo el problema.

En el camino solo encontraban destrucción y cadáveres, tanto romanos como civiles. A medida que se acortaba el cerco, fueron encontrándose con otros grupos europeos y japoneses, con quienes se fueron juntando. Cuando estaban solo a 1 kilómetro del lugar del público, se toparon con el grupo blindado alemán que los había dejado atrás previamente, del cual había desmontado la infantería mecanizada y había rodeado a un grupo de romanos que tenía las manos en alto. Cuando uno de ellos intento escapar, recibió un tiro en la cabeza de parte de un comandante de panzer, que le acertó desde la escotilla de su tanque. La mayoría de los miembros de las academias europeas trataban violentamente a los romanos, independiente de si se rendían o no. En otro grupo de romanos rodeados había cerca de dos centenares legionarios, quienes liderados por quien parecía ser un oficial cargaron contra los tanques y ametralladoras. El intento solo permitió a los alemanes que los rodeaban apretar el cerco y eliminar a la mitad del grupo en segundos. El mismo comandante romano fue herido y quedo a merced de los europeos. Un oficial se acercó a él, arma en mano.

- ¿Últimas palabras?

El legionario hablo una lengua desconocida, para posteriormente sacar una daga y fallar en apuñalar al oficial.

- Ya veo…

Apunto y disparo a la cabeza con precisión milimétrica, dejando la cara del comandante primitivo con un expresión que mezclaba sorpresa y horror. Su muerte solo sirvió para que los sobrevivientes de su grupo tiraran sus armas y alzaran sus manos en señal de rendición.

A lo lejos el grupo podía ver diversos grupos de prisioneros en los que se repetía la misma historia de violencia y maltrato. Más allá de estos grupos se encontraba una puerta de extraña arquitectura. La causante de tantas muertes, y por donde los pocos romanos que seguían vivos y que no cayeron prisioneros huyeron. Ante esa visión del campo llena de sangre, muchas de las japonesas se echaron a llorar, recordando a las tripulaciones caídas en combate. Solo después de que llegara el ejército belga y se hicieran los conteos de rigor se supieron las pérdidas: las tripulaciones japonesas tuvieron 53 muertos, todas ellas debido a que las escotillas de sus tanques fueron forzadas. Por su parte, los europeos tuvieron 24 muertos, todos ellos pertenecientes a la infantería y victimas en su mayor parte por flechas. Por parte de los civiles, hubo un total de 60.761 muertos y de 4.059 desaparecidos, escapando un total de 35.180 más la delegación de Sensha-do, en su mayoría heridos. Por parte de los atacantes, hubo cerca de 53.000 muertos y 1.000 prisioneros. Algo que extraño a muchos, y reforzó aún más las teorías sobre el mundo paralelo, fue que entre los cadáveres había criaturas parecidas a los orcos y otras criaturas que solo deberían existir en la mitología, quienes sumaban varios miles más. También se encontraron cadáveres de dragones azules, de cerca del tamaño de un tanque y más duros que la mayoría de los blindajes (aunque aún no resistía un tiro de los blindados pesados alemanes y soviéticos).

Ese día, recordado como un día negro en la historia, daría paso a una época de hazañas y aventuras.

- Herr Hauptmann - llamó su atención un miembro de su tripulación mientras descansaban sobre su tanque, observando el actuar del ejército belga - ¿Cree que esto creará un caos diplomático?

- No - respondió este calándose la gorra de oficial. - Esto creara una guerra.

Y bueno, hasta aquí este prólogo de este crossover. Si alguien le esto, diré que es un trabajo conjunto con un compañero con el que estaré escribiendo otro fanfic de GATE que se llamara "GATE: 1940", de modo que se repetirá un personaje que es suyo y que también aparecerá en otro fanfic de GATE en el que aún no empiezo a trabajar. También dejo esto para avisar que las actualizaciones de todos los fanfic serán irregulares, que estoy abierto a sugerencias y OC´s, y que en este fanfic se seguirán varios de los eventos del cannon.

La portada le pertenece a su autor.

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