Twilight pertenece a Stephenie Meyer y The Keepsake a Windchymes, quien me ha dado el permiso de traducir su historia.

Capítulo beteado por FungysCullen13.

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—¡Hey, Jake! —le doy a mi mejor amigo un golpe con la rodilla y éste gime, luchando por permanecer dormido.

—Es muy temprano —murmura y rueda un poco más en mi sofá.

—Es casi mediodía —sonrío de pie sobre él, con las manos en mis caderas, y lo empujo de nuevo con la rodilla. Tuerce la cabeza para mirarme por encima del hombro, tiene el ceño fruncido y sus ojos están cargados de sueño.

—¿Mediodía? ¿En serio?

—Casi.

Parpadea y se sienta; bosteza, se estira.

—¿Casi en serio o casi es mediodía? —pregunta, y por fin la veo, esa feliz sonrisa de Jacob, incluso si está un poco adormilada.

—Ambos —declaro y señalo con la cabeza el pequeño espacio que contiene el mostrador con fregadero y la encimera que las hace de cocina—. ¿Desayuno... almuerzo? —le pregunto.

—Ambos —él repite y se dirige al baño mientras saco el tocino y los huevos de la nevera.

Mi nuevo departamento es pequeño, con sólo tres habitaciones, pero es asequible y es todo lo que necesito. Y está a poca distancia del campus de la Universidad Estatal de Portland. Es bueno que no sea el tipo de persona que necesita de compañeros, porque no hay espacio para eso aquí.

Estoy friendo los huevos, tocino y tomates cuando Jake regresa, recién salido de la ducha, con el pelo húmedo, y comienza a meter la ropa de ayer en su mochila.

—Gracias por ayudarme a mudarme —le digo por sobre el chisporroteo del desayuno… ¿o es el almuerzo?—. Realmente lo aprecio.

—No hay problema —dice sin levantar la vista—. Cuando necesites —mira su teléfono y su sonrisa tonta me dice que tiene un mensaje.

—¿Beth? —sonrío y bajo su piel color cobre Jacob comienza a ruborizarse lentamente.

—Si —escribe un texto rápidamente y guarda su teléfono. Siento una oleada de felicidad porque mi amigo haya encontrado su única,su alma gemela, pero está matizada con un poco de celos porque alguna vez pensé que había encontrado la mía. Yo solía sonreír y sonrojarme así mismo por alguien. Y a pesar de que mi persona no podía sonrojarse, solía sonreír de esa manera por mí. Pero eso fue hace mucho tiempo. Van a ser dos años el próximo martes para ser exactos, pero no estoy llevando la cuenta.

—¿Cuántos huevos? —le pregunto, volviendo a poner mi mente en el presente.

—¿Cuántos tienes?

—Seis.

—Eso tendrá que bastarme —y lo dice en serio. Niego hacia los apetitos del hombre lobo.

Afuera comienza a llover. Es una lluvia suave y las gotas empiezan una lenta carrera en mis ventanas.

—No puedo creer que hayas dejado la soleada Florida por esto —Jake frunce el ceño ante el clima—. ¿Estás segura de que no estás loca?

Me encojo de hombros.

—Tal vez lo estoy —ciertamente me he sentido así muchas veces en el último par de años—. Te lo dije, no podía establecerme allí. Los cursos de la universidad no se adaptan a lo que yo realmente quería hacer, no conecto con nadie… era bueno para pasar tiempo con mi mamá, pero aparte, simplemente no se siente bien.

Jake mira por la ventana de nuevo.

—¿Pero los cielos grises y la llovizna se sienten bien para ti?

Me encojo de hombros.

—Al parecer.

Jake no hace comentarios mientras le pongo un puesto y un plato. Él come con avidez, como si hubiesen pasado meses, no horas, desde que había comido.

—¿Cómo le tiene que hacer Beth para mantenerte alimentado? —pregunto, riendo, y él ríe también con la boca llena de tocino y huevos.

—No sé —finalmente murmura—. ¿No comes?

—No puedo. No me has dejado nada.

Abre la boca, sorprendido, molesto, y rio de nuevo.

—¡Broma! Me aseguré de comer antes de alimentarte a ti.

Ahora él me mira y me tira la servilleta, pero la esquivo al acercarme a la esquina para comenzar a desempaquetar una de las dos cajas de cartón que hay allí.

—¿Te doy una mano?

Jake que ya ha limpiado su plato, viene hacia mí y se agacha entre las cajas. Ninguna de ellas ha sido abierta desde que dejé Forks para ir a Florida dos años atrás. Quedaron cerradas con cinta adhesiva y luego vinieron conmigo de vuelta un año más tarde, cuando me mudé de regreso de Florida a Forks por el verano, mientras esperaba mi traslado a Oregón.

Se necesitó muy poco tiempo para vaciar las cajas. Jake colgó mis grabados en la pared, yo puse mis libros en las torcidas estanterías al lado de la puerta. Me tiende los CDs, uno por uno, mientras yo los alineo junto a mi pequeño equipo de música.

—¿Orden alfabético? —Jake me sonríe—. Eso es tan meticuloso, Bella.

—No es tan meticuloso como otras personas —murmuro y mi mente vaga a alguien que clasifica su música por año y luego preferencia personal dentro de ese año.

Elijo un disco y lo pongo. La música es brillante, fuerte, y comienzo a sonreír a la vez que asiento con la cabeza al compás del ritmo.

Jake sonríe.

—Me alegro de que hayas dejado tu aversión a la música —se refiere a esos oscuros días del pasado.

—He superado muchas cosas —digo las palabras, no necesariamente las creo.

Jake se sienta en el sofá mientras yo me quedo en el suelo, ahora clasificando mi vieja colección de recuerdos que guardo en una caja de zapatos.

—¿Qué es eso? —Jake se inclina hacia delante y toma algo—. ¿Una bola de nieve de Phoenix? —sacude la bola de cristal y observa diminutos copos arremolinarse y andar alrededor de un cactus de plástico color verde vivo—. ¿En serio? ¿Nieve en Phoenix?

—¡Hey! —le quito el globo, ofendida en su nombre—. Más bien son brillos, la verdad. Es más un globo de brillos que un globo de nieve. Y es especial. Lo he tenido desde que tenía ocho años cuando Renee me llevó al Jardín Botánico del Desierto.

Jake resopla, me lo tiende y vuelve a mirar en la caja.

—También hice uno de esos cuando era niño —dice sonriendo. Es una caja hecha de palitos de helado que Charlie y yo hicimos una vez durante una de mis visitas de verano.

Debajo de ella veo mi manoseada copia de Cumbres borrascosas. Saco mi viejo amigo de esquinas dobladas de la caja de zapatos y paso a través de sus páginas sueltas y amarillentas. No lo he visto por más de dos años. Era de segunda mano cuando lo compré y ahora puedo ver que su edad se comenzaba a mostrar. Algunas páginas están sueltas, revolotean al suelo y ahí decido que probablemente ya es hora de dejar que el libro parta. Me sabía la historia de memoria; si quiero, siempre puedo conseguir otra copia. Pero antes de echarlo a la basura, lo agitó suavemente hacia el suelo.

—¿Qué estás haciendo? —Jake pregunta.

—Tenía un marcador. Me gustaba mucho, pero lo perdí hace tiempo. Sólo estoy revisando antes de deshacerme del libro.

Jake mira hacia los estantes donde están los otros libros.

—¿Cómo es?

—Es una tira de cuero con motivos celtas.

En el libro no hay más que un par de hojas sueltas.

—¿Dónde fue el último lugar en que lo encontraste? —se pone de pie y camina hacia los estantes.

—No puedo recordar. Fue antes de que… —me detengo por un segundo—. Fue en el tercer año de la secundaria.

Jake comienza a hojear los libros.

—No te preocupes, Jake. Probablemente se perdió cuando me mudé por primera vez. No es gran cosa.

Su teléfono suena y él sonríe cuando ve el identificador de llamadas. Se excusa para salir un momento al pasillo. Sonrío y niego con la cabeza mientras recojo Cumbres Borrascosas y sus páginas sueltas, y voy a depositarlo en la papelera. Pero en el último momento no puedo hacerlo, por lo que lo ordeno y lo dejo en las estanterías.

Cuando Jake regresa le digo que probablemente debería ponerse en marcha.

—¿Me estás echando? —dice sonriendo.

—Síp. Mañana es mi primer día de clases, tengo que prepararme e ir a dormir temprano.

—Son las dos de la tarde.

Ruedo los ojos.

—Tu novia te extraña.

Jake sonríe.

—Sí, me extraña.

—Y tú la extrañas a ella, así que vete.

Le doy un empujón y bien podría estar empujando una pared de ladrillo, pero él entiende el mensaje. Va hacia su mochila.

—Oh, Beth dice hola, y que espera que hayas tenido una buena mudanza —luego frunce el ceño—. Y dice que espera que no me haya comido tu casa entera —me echo a reír y él me da una sonrisa avergonzada—. Pregunta si debería enviarte un paquete de compensación.

—Jake, has estado fuera de casa por dos días y una noche por ayudarme, cargaste cajas, bolsos y muebles, dormiste en el sofá… creo que te lo debo.

—Nah —dice él y me lleva a uno de sus profundos y cálidos abrazos de Jacob. Me siento segura aquí en los brazos de mi amigo. Él me ha visto en mis peores momentos, ha sido mi roca, mi sol, y sin él no sé realmente en qué estado estaría yo ahora.

—Gracias —le susurro en su pecho, no es sólo por la mudanza que le estoy agradeciendo y creo que lo entiende.

—Claro —susurra y besa la parte superior de mi cabeza—. Entones, me llamas si necesitas algo.

—Sí.

—Avísame la próxima vez que estés en Forks.

—Lo haré.

—Y si ese cubo de chatarra tuyo necesita algún trabajo, solo llévalo al garaje.

—Oh, ¡ni siquiera te he preguntado por cómo va el negocio! —levanto la vista hacia él, horrorizado por mi rudeza e ignorando su insulto contra mi camioneta.

—Claro que lo hiciste —dice sonriendo hacia mí—. Cuando ayer llegué con Charlie. Me preguntaste cómo iban las cosas y te dije que las cosas estaban bien.

Ruedo los ojos.

—Eso difícilmente…

Besa la parte superior de mi cabeza de nuevo.

—El negocio está bien. El viejo Joe me deja manejarlo dos días a la semana. Cuando él se retire en un par de años lo voy a manejar por completo, como Gerente. Él dice que estamos recibiendo una gran cantidad de negocios recomendados por mi causa.

Me alegro por mi amigo.

—Jake, eso es fantástico, pero no me sorprende; eres el mejor mecánico que conozco.

—Soy el único mecánico que conoces. Pero sí, es fantástico.

—¡Estoy muy feliz por ti!

—Gracias —se sonroja de nuevo y me rio. Luego sale de nuestro abrazo y toma su mochila. Pasa un brazo sobre mi hombro y mira alrededor de mi apartamento—. Entonces, universidad adecuada, buen departamento, estás sonriendo, te ves resuelta… también estoy feliz por ti, Bella. Eres feliz, ¿verdad?

Pienso en sus palabras. ¿Soy feliz? Soy más feliz que hace dos años. Más feliz que hace un año… seis meses… tres meses atrás. Gradualmente, lentamente, poco a poco, he estado acercándome hacia la felicidad. Sospecho que siempre será una luz que brilla fuera de mi alcance, pero al menos ahora se me ofrece cierta iluminación. Hubo un tiempo en que pensé que no iba a sobrevivir, pero ahora sé que lo haré.

Nunca me olvidaré de él. Él se grabó a sí mismo no sólo en mi corazón, sino también en mi alma. Él está en mis pensamientos, en cada latido de mi corazón, pero mis lágrimas se han secado y he dejado de buscarlo en todas partes. He dejado de correr para contestar el teléfono cuando suena, o cuando hay un golpe en la puerta. Ya no busco signos o pistas. Mirando hacia atrás, a veces creo que me mintió cuando se fue, que tal vez si sentía algo por mí. Es algo que él haría; mentir si creía que era por mi propio bien, y no sé si esa posibilidad me hace sentir mejor o peor. Intento no pensar demasiado en ello.

Levanto la vista hacia Jake e intento una sonrisa; las cuales venían con más facilidad en estos días, y él frota mi cabello con la mano.

Me da un abrazo final, me desea suerte para mañana y desaparece por la puerta. Miro por la ventana como su coche se va por la calle y desaparece de la vista.

-0-

Para mi segunda semana ya me siento más cómoda de lo que me había sentido nunca en Florida. Mis clases son mucho más de mi gusto y ya he ido a comer pizza y ver una película con un grupo de mi ayudantía de poesía.

Para la tercera semana me siento como en casa.

Al cabo de un mes se siente como si el incómodo año en Florida nunca hubiera sucedido. La suave luz al final del túnel parece sólo un poco más brillante, aunque no necesariamente más cerca.

El martes de la sexta semana me siento en la biblioteca principal, los libros se extienden sobre la mesa delante de mí, mientras investigo a los Tudor de Inglaterra para mi unidad de historia. Alguien saca la silla frente a mí y levantó la vista.

—Hola —susurra Alex—. Siento llegar tarde —estamos en el mismo grupo de estudio de historia. Él está sonriéndome mientras empuja hacia atrás el cabello rubio que le cae sobre los hombros. El pelo largo no siempre funciona en un chico, pero sí en Alex. Funciona muy bien.

—Hola —susurro de regreso y veo como él saca sus notas. Mira hacia las mías.

—¿Dónde vas?

Le doy un breve resumen de lo que ya he cubierto. Él asiente y nos ponemos a trabajar, dándole contenido a la temática de la tarea para cual hemos sido emparejados. Dos horas más tarde, nos estiramos y bostezamos al mismo tiempo y luego empezamos a reír.

—¿Lo damos por terminado? —pregunta Alex.

—Yo creo que sí. En realidad, es más tarde de lo que pensaba.

Falta poco para las siete y la biblioteca está casi desierta. Cerrarán en diez minutos. Alex ordena sus cosas, me ofrece acompañarme hasta la salida, pero quiero pedir prestado uno de los libros, así que le digo que siga sin mí.

Me cuelgo la bolsa sobre el hombro, agarro el libro y ojeo las páginas mientras camino con la cabeza agachada entre los estantes hacia el escritorio de préstamos. A la distancia oigo la voz de la bibliotecaria; ella está riendo e incluso después de sólo seis semanas aquí, sé que es raro, pero antes de que pueda levantar la mirada para ver lo que le hacía gusto, algo me llama la atención sobre la alfombra y me detengo.

Mi marcador está tirado en el suelo.

Me quedo mirándolo por un momento, sabiendo que en realidad no puede ser el mío. Probablemente hay cientos como ese.

Me agacho y tomo la tira de cuero marrón con sus patrones celtas en tinta negra. Algunos de los patrones negros han perdido la forma de los bordes, igual que en el mío. Perpleja y confusa miro distraídamente en mi bolso. ¿Habría estado allí todo el tiempo, sólo para caer ahora? Sacudo la cabeza, no; he tenido este bolso sólo desde Navidad. Decido que probablemente ese marcador no es el mío. Le doy vuelta y en la esquina inferior veo la pequeña, descolorida y única letra dibujada en pluma… B.

Es el mío.

Mi cerebro no sabe qué hacer con esto. Trato de construir una conexión, encontrar una coincidencia, algo, cualquier cosa que explique que esté aquí. Froto el pulgar sobre los bordes del patrón, asegurándome de que es algo real y no me lo estoy imaginando.

—Ahora estamos cerrando — la voz de la bibliotecaria llega hasta mí. Las risas se han ido y ha vuelto a su habitual conducta—. ¿Quieres pedir eso?

—Oh, sí, lo siento.

Me apresuro hacia el escritorio, y ella procesa mi préstamo. Meto el libro en mi bolso y me dirijo hacia la puerta. Es casi de noche, las luces del edificio resplandecen y me paro debajo de ellas, sin dejar de mirar el marcador que está en mi palma, todavía intentando encontrar una razón, una explicación… ese esquivo cualquier cosa.

De repente, el pelo de mi nuca se levanta. Se me pone la piel de gallina y mi cuerpo está alerta. En el silencio a mí alrededor oigo el eco de unos pasos y levanto la mirada. Miro la figura salir de la penumbra y a medida que él avanza por el camino, antes de que pueda ver su rostro con claridad lo sé… está en la forma de sus hombros y en la inclinación de la cabeza. Y la forma en que camina…

Es Edward Cullen.

Y siento como que he ido en caída libre. El mundo se desvanece y yo me quedo sola, debatiéndome, impotente. No hay aire en mis pulmones, mi corazón no puede decidir si parar de latir o hacerlo al triple de su ritmo; decide tomar turnos con cada uno mientras él se acerca.

Me pregunto si esto es real. Si él es real. O si es sólo mi mente que me juega trucos crueles. Los recuerdos que había apartado, buenos y malos, hacen una gran recuperación; soy atravesada por algunos y abrazada por los demás. Vienen de una sola vez, en un caos espantoso y confuso, se estrellan sobre mí en oleadas de dolor y felicidad indescriptibles.

De alguna manera, me quedo quieta y en posición vertical.

El anochecer es su telón de fondo. Él es más hermoso de lo que recordaba, y en la luz temprana de la noche, las sombras atrapan los planos de su rostro, el ángulo de sus pómulos, y me quedo sin habla. Ahora puedo ver sus ojos. Son color ámbar, rico y profundo, y no puedo pensar en cuántas veces me he sumergido en esos ojos.

Él me ve, pero su expresión es quieta y tranquila, y me sorprende que no haya sorpresa o reconocimiento. Entonces me pregunto si él ha planeado esto, si Alice me ha visto en sus visiones y él está volviendo a mí. Estoy temblando, y aunque estoy congelada al lugar, mi cuerpo arde. Trato de decir su nombre, pero las palabras no salen. Él se acerca, y por un segundo surrealista creo que va a pasar por delante de mí, hacia la biblioteca, pero se detiene. Su cabeza voltea de esa manera que conozco tan bien y sus ojos caen en mi mano que sostiene el marcador. Ahora sonríe y levanta sus ojos a los míos. Jadeo, el sonido sale sobre mis labios mientras tiemblan. Nos miramos el uno al otro por la fracción más fugaz de un segundo y espero ver algo allí…pero no lo veo. No hay nada.

—Ahí está —su voz es como siempre lo fue; suave, aterciopelada. Sus ojos parpadean de mi mano, y de vuelta a mi cara—. Creo que has encontrado mi marcador. Tenía la esperanza de haberlo dejado aquí.

Él sigue sonriendo, amablemente, como si fuéramos extraños. Como si yo fuera un extraño. Extiende la mano, sus dedos largos y pálidos están a escasos centímetros de los míos, pero no puedo moverme. Soy como un ciervo frente a la luz de unos faros. Después de un momento, se acerca y lo toma por la tira de cuero, tomándolo por el extremo, por lo que no toca mi piel y, a continuación, lo aferra en su mano.

—Muchas gracias —dice y vuelve a alejarse.

—¿Edward? —encuentro mi voz, aunque no es mucho para una. Su nombre sale estrangulado y él voltea, con el ceño ligeramente fruncido. Y conozco que esa mirada; casi podía estar molesto.

—¿Sí? —dice.

—Soy… soy Bella.

Apoyo mi mano vacía en mi pecho. Él sonríe y asiente.

—Encantado de conocerte, Bella —dice él. Luego levanta el marcador—. Y gracias de nuevo.

Voltea y continúa alejándose. Incapaz de moverme, veo como se va mientras la luz mortecina lo traga hasta que siento que el mundo desaparece para mí. Mis rodillas flaquean, todo se vuelve negro y no me siento chocar contra el suelo.

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Keepsake: Recuerdo, souvenir. Objeto que sirve para recordar a quien lo posee una persona, cosa, situación o lugar determinados.

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Hola! Si hay alguien leyendo esto, espero nos sigamos viendo en las próximas semanas.

Muchas gracias a Fungys por la revisión y a Yenny Arias por haber confeccionado una linda portada y banner para esta historia.

Nos leemos!