Muchas gracias por las lindas palabras que escribieron acerca de esta historia!

Los invito a visitar mi página de facebook hitagiichan/ donde podrán encontrar extras de cada capítulo, en forma de paneles de manga. Solo vayan a álbumes y ahí encontrarán uno llamado "vacío", donde iré poniendo todas las imágenes respecto a este fanfic.

Sin más, los dejo con el capítulo.

2

Desperté demasiado temprano el día después de que hicimos un altar a Karamatsu. Quizás fue a causa de que constantes imágenes visuales invadían mi mente siempre que intentaba reconciliar el sueño.

Recordaba entre ilusiones no solo a Karamatsu, si no también muchos eventos pasados que había compartido con el resto de mis hermanos.

Cuando defendía a Todomatsu en la secundaria, lo cual ocurría muy a menudo. Él era un chico muy inteligente y presumido, así que no negaré que a veces se lo ganaba. Pero sin importar eso, Karamatsu y yo siempre estábamos ahí para protegerlo.

"Para eso estamos los hermanos ¿Cierto?"— Le escuchaba decir en mis sueños y de inmediato iba a otra escena donde me decía exactamente lo mismo, luego de que me recogiera del bar la primera vez que me emborraché. Por aquel entonces, aún no había asimilado lo que sentía por él… Pero recuerdo que el roce de mi mejilla en su cabello me dejaba una sensación cálida, que no he podido volver a experimentar. El amor que sentí por Karamatsu fue tan intenso, y vino a mí de manera tan espontánea, que jamás me detuve a darme cuenta que nunca antes ni después me había enamorado de otra persona. Ni siquiera de Totoko. De hecho, no sentía interés real por las chicas, y tampoco me llamaban la atención los demás hombres. Los sueños que tuve me hicieron recordar todo lo que Karamatsu había significado para mí. En el lugar donde estaba ese inmensurable amor por él, ahora solo quedaba un espacio vacío.

Fueron horas de insomnio las que pasé recordando muchas cosas que ni siquiera sabía que seguían en mi mente, pero era comprensible dado que apenas el día anterior la habían sacudido abruptamente. Como abejas de un panal, las memorias salían luego de un par de golpes. Cosas tristes, cosas divertidas pero que igual hubiese preferido se quedaran enterradas… Agobiantes recuerdos felices.

Al despertar me esperaba, también, la tortuosa realidad. La noche pasada estuve mucho tiempo en el cuarto de baño hasta que pude calmarme. No pensé siquiera en volver a intentar hablar con Karamatsu, antes de regresar a nuestra habitación y encontrar a todos dormidos, algo que agradecí profundamente.

Aún no había salido el sol cuando fui a nuestro balcón y encendí un cigarrillo, que dejé de fumar a la mitad. No sabía qué quería, pero al parecer la nicotina no era.

Con un resoplido, me agaché sosteniendo el barandal. El leve sonido de ronquidos detrás de mí no era relajante. Al parecer yo era el único sin poder dormir, el único que aún no podía dejar ir el recuerdo de nuestro hermano. Incluso Ichimatsu parecía más calmado, a pesar de también haber dejado cosas pendientes con Karamatsu. Creo que todos lo hicimos. Me pregunto qué fue lo que el resto habló con él, antes de que saliera aquel día. Todomatsu ya me lo dijo, pero ¿Y el resto? ¿Qué había sido lo último que habíamos hablado? No logro recordarlo claramente. Luego de declararme, ¿Le dije algo más? Me avergonzaba admitir que había muchas cosas que se habían borrado de mi mente por completo.

Sentí entonces los pasos de alguien que se acercaba y se detenía a mí lado.

— ¿No puedes dormir?— Era Choromatsu.

— Mh… No estoy tan cansado, supongo. — Dije sonriendo—. ¿Qué hay de ti?

— Bueno, desperté para ir al baño y noté que no estabas acostado. — Hablaba entrecortadamente, como si pensara de más cada palabra antes de decirla, y eso solo me incomodaba—. ¿Estás bien?

— ¿Uh? Sí, por supuesto. ¿Por qué no lo estaría?

Había pasado mucho tiempo solo en aquel balcón, por lo que cuando Choromatsu había ido a hacerme compañía, ya el sol se asomaba a lo lejos. Debido a los edificios y que nuestra casa no era lo suficientemente alta, no pude apreciarlo como me habría gustado, pero notaba cómo las sombras desaparecían ante un color amarillo naranjado frente a mis ojos.

— ¿Estás libre hoy, Osomatsu-niisan?— Preguntó mi hermano de pronto.

— ¿Libre? Claro. Somos unos ninis, siempre estamos libres ¿Recuerdas?

Él rió por lo bajo.

—Tienes razón… Entonces… ¿Quieres salir a algún lado?— agregó volviendo a su forma seria. La manera en que lo dijo, me causó gracia y no pude disimularlo.

— Parece como si estuvieras invitando a salir a una chica, Choromatsu. — Dije entre risas y aunque él también río, pareció seguir esperando por mi respuesta—. Está bien, está bien. ¿A dónde quieres que te acompañe? ¿A otro concierto de tu amada nya-chan?

—No… No, eh… ¿A dónde tú quieras?— Respondió sonriendo.

— Eso sería solo el pachinko o ir a beber.

— Está bien por mí.

— ¿En serio?— Pregunté realmente extrañado. ¿Desde cuándo era tan amable? La forma en que empezaba a comportarse me parecía demasiado inusual, pero no tuve tiempo de cuestionarla ya que en esos momentos, escuchamos al resto de nuestros hermanos despertarse y Choromatsu decidió regresar rápidamente.

El desayuno de aquella mañana no fue parecido a los que habíamos tenido usualmente los pasados tres años. Ahora comíamos todos juntos con nuestros padres, y en la mesa había siete platos. Las raciones eran también, para siete personas. A pesar de que veía que todos pensábamos en Karamatsu, nadie parecía atreverse a abordar el tema, o eso creí.

— Él debe estar feliz ahora. — Escuché con la guardia baja, de boca de Todomatsu—. Quizás pensaba que nos habíamos olvidado de él porque ni siquiera tocábamos sus cosas.

— Tal vez le recordó cuando lo ignorábamos, y estaba realmente triste. — Añadió Choromatsu. — Pero ahora tiene un lugar especial en esta casa. Y todos los días le recordaremos lo importante que es para nosotros…

"Pero ya no estamos anclados al pasado."— Fue su última frase, la cual pareció aligerar el ambiente.

Yo mordisqueaba mis palillos, intentando hacer oídos sordos.

— Voy a adelantarme para despedirme de Karamatsu— Dije unas horas después, al ver que Choromatsu no había terminado de arreglarse. Sin embargo, cuando bajé corriendo las escaleras, me detuve delante de la puerta donde dentro estaba la foto de nuestro hermano y un par de cajas con sus cosas… Y él mismo, aun esperando por mí, aun sonriendo.

"¿Hoy entrarás?"

Cuando escuché a Choromatsu bajar, yo aún estaba de frente ante la puerta, inmóvil.

— ¿Estás listo?— Pregunté a él con una sonrisa.

— Sí, solo dame unos minutos. — Me contestó deslizando la puerta con total tranquilidad—. ¿Ya te has despedido tú?

Asentí y mi hermano entró sin cerrar. Pero de todas formas, mantuve mi vista lejos, incapaz siquiera de mirar dentro. El cuarto emitía calidez, y un poco de aroma a incienso… mezclado con el aroma de Karamatsu.

Minutos luego, Choromatsu y yo ya estábamos caminando fuera de casa.

— Entonces ¿Vamos al pachinko?— Me había preguntado.

— No tengo demasiado dinero…

— Yo tengo. Vamos.

Le miré con rareza, pero sonreí al instante.

— ¡Si tú pagas supongo que no hay problema!

Incluso aunque fuimos al pachinko, y estuvimos ahí mucho tiempo más del que estaba cuando iba solo (ya que yo siempre perdía al instante pero al parecer Choromatsu tenía mejor suerte), mi mente estuvo en otra parte todo el rato. Ni cuando ganábamos ni cuando perdíamos, aunque gritaba y hablaba con normalidad, no pude sentir enojo o felicidad real. Todo lo que pensaba era en la puerta blanca de nuestra casa, que no era capaz de abrir. Miraba a Karamatsu a través de ella, esperando, pero sonriendo. De ninguna forma se molestaría conmigo. Él nunca se molestó con ninguno de nosotros.

Aunque pasaran años, él estaría ahí hasta que yo me despidiera ¿Cierto?

Él estaría ahí… Esperándome.

Eran quizás las cuatro de la tarde cuando salimos del pachinko, con nada de dinero ganado en nuestros bolsillos y la moral algo baja.

— Ah… No gané nada. Debí retirarme cuando podía. — Se lamentaba Choromatsu—. ¡Ah! Qué tonto fui.

— Sí, lo eres. — Sonreí— Bienvenido al club.

— No eres el mejor para decir eso, Osomatsu-niisan. — Me regañó.

— Por eso dije "bienvenido al club". — Contesté aún en tono burlón.

— Como sea. ¿Quieres ir a beber algo?

— ¿Mh? Nos acabamos de quedar sin dinero.

—Yo aún tengo algo…

— ¿En serio? ¿De dónde has sacado? No me digas que has encontrado ya trabajo, Choromatsu-kun~

—No molestes. ¿Quieres ir o no?

— ¡Por supuesto!

Pensé en que él estaba siendo quizás demasiado considerado y también creía saber por qué, pero no tenía ganas de ponerme serio y hablar de ello. ¿No es mejor cuando actuamos igual que siempre? A ninguno de nosotros nos viene un ambiente pesado.

A pesar de que el día anterior había estado muy acalorado, esa tarde en particular se encontraba nublado. No demasiado, solo pocas nubes grisáceas en el cielo.

Un par de cervezas luego pero aun estando sobrios, manteníamos una charla medianamente amena y superflua sobre cosas sin importancia. Era como si ambos por un momento, nos olvidáramos de lo que había en casa. Aunque eso me hacía sentir culpable, no puedo negar que también me traía algo de tranquilidad que tanto necesitaba. La calma, sin embargo, fue abruptamente interrumpida cuando Choromatsu se animó a abordar el tema que tanto trataba yo de ignorar.

—Mamá y papá pidieron que hablara contigo.

— ¿En serio? Y te dieron dinero para que me sacaras de casa y poder hablar a solas ¿Verdad?— Dije restándole importancia, mirando la bebida frente a mí. Choromatsu no lo negó.

—Están un poco preocupados… Y yo también.

— ¿Por qué?

— Por lo de… Karamatsu-niisan.

— ¿Qué pasa con eso? ¿Acaso no he tomado toda la situación con tranquilidad?

— Sí, lo has hecho pero… Pero tú no eres así. Nosotros… Yo sé lo mucho que tú… Cuánto amabas a Karamatsu-niisan.

Ese "amabas" se escuchó un poco extraño, pero sabía que se refería a un amor fraternal. Era imposible que Choromatsu supiera lo que realmente siento por nuestro hermano. Yo mismo lo digo, pero he sabido ocultarlo bastante bien.

— Y, la manera en que estás pasando por todo no es propio de ti. — Continuó él—. Desde el día del funeral, no he visto que soltaras una sola lágrima, ayer tampoco.

— mh…— Sorbí de mi cerveza—. Bueno, ha pasado mucho tiempo y mi relación con Karamatsu siempre fue buena. No tengo nada de qué arrepentirme y todo lo que debía decirle, se lo dije. Él ya se ha ido. Solo he logrado asimilarlo, no hay nada raro en eso.

—Sí, pero… Es que, todavía no pareces haberlo hecho.

— ¿Por qué insistes en decir eso?— Resoplé con hartazgo—. Tú no sabes cómo me siento.

—Sí, lo sé. Te sientes igual que nosotros, incluso peor.

— ¿Sabes? Siempre me ha molestado eso de ti. Crees saberlo todo, pero en realidad nada de lo que crees está bien. — Me levanté de golpe—. Yo estoy bien, Choromatsu. Diles eso a nuestros padres.

Mientras salía del bar, pude escuchar cómo Choromatsu me llamaba y se entretenía pagando la cuenta, lo que me dio tiempo a llegar a la calle y perderme entre la gente. Ni siquiera pensé a dónde ir, cuando pasaba rápidamente al lado de los demás. Sabía que no quería ser alcanzado por Choromatsu, solo eso.

Mientras caminaba, gotas de agua empezaron a estamparse contra el pavimento en la calle. Pequeñas, luego muchas manchas de humedad llenaron el piso hasta que éste cambió su color a uno más oscuro. Las personas alrededor aceleraron su paso, cubriéndose con lo que tenían a la mano y en pocos minutos, las calles se vaciaron, dejándome al descubierto. Miré alrededor, pero por suerte no había rastros de Choromatsu cerca.

No de Chormatsu…Pero sí de alguien más… Solo cuando me detuve a mirar alrededor, noté a dónde me habían llevado mis torpes pies.

Un puente angosto y blanquecino que atravesaba un canal de agua.

El lugar de Karamatsu.

Quizás el último sitio donde estuvo con vida.

¿Por qué de todos los lugares posibles? Qué estúpido soy. Aunque no estuviera tan consciente, mi mente no podía simplemente ignorar del todo a donde iba. Pero ¿Por qué? No tenía nada que hacer ahí. ¿Es que solo quería torturarme a mí mismo?

Me mordí el labio, y me acerqué a una esquina, sosteniendo el barandal con ambas manos mientras veía el agua turbia debajo de mí.

Pero ya que estaba ahí, me preguntaba ¿Por qué a Karamatsu le gustaba tanto ese lugar? No había nada de especial en él…

Me incliné adelante, para ver el agua más de cerca.

No había en verdad mucho ahí… Solo el turbio reflejo de un chico despistado, dejándose empapar por la lluvia.

No logro entender tus gustos, Karamatsu. ¿Veía él algo que yo no? En tu reflejo también, ¿Veías algo más de lo que yo veía? Porque por más cerca que esté de él, no logro distinguir… Nada…

— ¿Eh?

La suela del único zapato que mantenía en el pavimento, pues el otro estaba elevado, se resbaló.

¿Eh?

Y el peso superior de mi cuerpo, que asomaba por el puente, ganó al resto.

Oh…

Un insoportable sentimiento de deja vú fue lo único que sentí mientras caía al agua.

Lo que le siguió fueron imágenes borrosas de árboles y casas, alternadas por un gris azulado. El agua entraba por mi boca cuando intentaba dar bocanadas de aire, supuestamente sé nadar, pero no podía contra una corriente tan fuerte sumada la lluvia. Me hundía, salía, cada vez menos veces.

"Voy a morir", una frase que alberga más sentimientos de los que pareciera, cuando la usas y lo crees en verdad. En mi mente también, se alternaban muchas imágenes. Karamatsu, Choromatsu, mamá, papá, ichimatsu, Todomatsu, Jyushimatsu…

Karamatsu.

"También te amo, Osomatsu."

Una tímida sonrisa, en medio de un radiante blanco, fue lo último que vi antes de perder el conocimiento.

El extraño sentimiento de aire entrando por mi boca hasta mis pulmones, pero sin aspirarlo por mi cuenta, fue lo que me despertó. Eso, sumado a los suaves golpes en mi pecho.

Ni siquiera había abierto bien los ojos cuando me incorporé para toser el agua que me impedía respirar bien.

— ¡Osomatsu-niisan! ¿¡Estás bien!?

— ¿Q…? ¿Karamatsu?— Solté sin pensar. Cuando mi vista se aclareció, sin embargo, pude ver la expresión más preocupada que Choromatsu me había mostrado jamás, a pocos centímetros de mí—. Ah… eres tú.

Lo que dije al parecer lo molestó demasiado, pues lo que obtuve como respuesta fue una bofetada.

— ¿¡Por qué-?!— Choromatsu abrazándome, y los sollozos que le siguieron me imposibilitaron terminar mi pregunta.

Su cuerpo frío y empapado como el mío, temblaba exageradamente. En el pisoél se aferró a mí y me dio la impresión de que se desmoronaría en cualquier momento, así que le devolví el abrazo… Un abrazo mecánico y genérico, que casi parecía una grosería, pero que logró calmarlo.

— ¿Estás bien?— Dije en un tono apático que hasta a mí me impresionó.

— ¿Qué? ¡Eso te pregunto yo!— Me gritó él, levantándose de mí—. Si no hubiera estado cerca cuando caíste…— Se secó las lágrimas y ambos nos sentamos.

Permanecimos en estupor algunos segundos, recuperándonos mental y físicamente.

— ¿En qué estabas pensando?— Preguntó Choromatsu habiendo recuperado la compostura. No supe qué decir, en parte porque habló como si yo hubiese caído al agua a propósito—. En serio…— Tragó saliva—. ¿En serio extrañas tanto a Karamatsu-niisan que serías capaz de…?

— ¿Ah?

Debía estar bromeando. Lo miré a los ojos, pero su cara me dijo lo seria que era aquella pregunta. Me puse de pie enseguida y estaba más enfadado de lo que pensé.

— ¡No, claro que no! ¿En qué rayos estás pensando? ¿Qué me arrojé a propósito? ¡¿Me crees así de idiota?!

Él se levantó también.

— ¡Estabas realmente tenso cuando saliste del bar, creí que-!

— ¡Yo nunca haría eso! ¡No lo había pensado ni una sola vez! ¡Lo que pasó fue un accidente, solo eso!

Lo dije de golpe, pero quizás no fui del todo sincero con la primera parte. ¿Nunca lo haría? Honestamente, ya no estaba seguro de ello.

—L… Lo siento. — Para mi sorpresa, mi hermano se disculpó a la par que bajaba los hombros y la mirada—. Es que… No sé qué haría si algo te pasara. No podría soportarlo.

Parpadeé, aún sin poder sentir empatía ante el hermano que acababa de arriesgar su vida, para salvar la mía… Ahora que lo pienso, ¿Cómo lo había hecho? Karamatsu siempre fue el más ágil en deportes, pero Choromatsu carecía de habilidad física tanto como yo.

Mi mente desvariaba en ello, cuando solté sin darme cuenta lo que hablaba:

—Has podido soportar hasta ahora la ausencia de uno de nosotros.

Choromatsu levantó la cabeza, con una expresión de tristeza vacía en ella.

—Es diferente. —Dijo con una cautela que no esperaba.

— ¿Por qué?

Él caminó los pocos pasos que nos separaban, y dejó caer su cara en mi pecho.

— Porque antes no pude hacer nada para evitarlo… Pero ahora sí.

Sus manos abandonaron sus costados lentamente y apretaron la parte de mi sudadera que cubría mi pecho. Aunque estábamos empapados, sentí la calidad de sus lágrimas que caían sobre mí.

— Por favor, Osomatsu-niisan… Por favor… Confía en mí.

"Abre tu corazón, déjame llenar ese espacio vacío".

Mientras decía eso, la fría lluvia seguía cayendo sobre nosotros. Sus lágrimas se confundían con gotas de ella. Y mis ojos se cerraron, para conseguir un poco de la paz que producían ambos líquidos.