DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene lemmon/lime [sexo], sugiero discreción y, si sigues leyendo, que sea bajo tu responsabilidad.


Incluso desde que era joven, seguí mis sueños.
Un paso a la vez, aún voy un paso a la vez.

Soportarnos el uno al otro, reír juntos,
llorar juntos, herirnos.
Caminemos juntos por el mismo brillante sueño.

Aunque mi marchita voz se agote, yo estaré siempre aquí. —

Kare uta; the GazettE —


En ese punto, Miroku no supo cómo reaccionar. ¿Estaba escuchando bien? Sango se estaba arriesgando, sí que lo estaba haciendo. La miró a los ojos y negó con la cabeza, acariciándole la mejilla con cariño mientras acomodaba un mechón de pelo que se había escapado del resto de su cabellera. Echo un vistazo poco disimulado al escote de la blusa de su novia que, en esa posición, dejaba ver mucho más de lo que ella hubiese permitido, y luego se acomodó, llevándola nuevamente hasta su pecho para abrazarla.

— No puedo negar que tu oferta es tentadora, muy tentadora, pero por ahora debo rechazarla.

La castaña no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Le había dicho que no? Parpadeó un par de veces, mirándolo boquiabierta, incrédula. Jamás hubiese pensado que Miroku, el hombre más mujeriego y pervertido que conocía, rechazara una propuesta tan directa. Cerró los ojos, estaba confundida, no quería que él la viera como una chica ofrecida, pero era lógico que lo hiciera si primero, ella le había pedido noviazgo, y ahora se le insinuaba de esa forma. Estaba arriesgándose, comportándose de una manera que nunca hubiese creído posible, mostrando un lado que nunca pensó que tenía, y aún así...

— ¿Acaso no te gusto?

— ¿Gustarme? — Él soltó una risita, tomando su rostro para verla a los ojos, sabía los miedos que ese tipo de situaciones podía ocasionar en la castaña. — Claro que me gustas, Sanguito, me vuelves loco a un punto que me es difícil explicar, pero por lo mismo... no quiero apresurar nada. Ya te lo dije, no es que no quiera hacerlo contigo, sólo quiero que sea algo especial y cuando estés realmente lista.

— ¿Crees que no estoy lista? No soy una niña...

— Lo sé, no he dicho eso... — Soltó un suspiro, eso se estaba volviendo más difícil de lo que pensó. — Sólo confía en mí, ¿de acuerdo?

Sango se resignó, su novio debía tener sus razones para decidir esperar y, siendo él un experto en el tema, no le quedaba de otra que creerle. Después de todo, había decidido arriesgarse en esa relación y eso implicaba confiar en él. Asintió levemente para luego volver a mirarlo a los ojos, pudo notar el alivio en su mirada antes de que la besara cálidamente.

— Bueno, pero... ¿puedes quedarte esta noche?

— Como gustes, preciosa. Será un placer dormir junto a ti.

Supo que no le mentía, su sonrisa era sincera y llena de alegría. Lo sintió acomodarse un poco mejor en el sofá y decidió que ese no era el mejor sitio para que pasaran lo que quedaba de la noche, por lo que se puso de pie y le extendió su mano, sorprendiéndolo.

— Vamos, ¿no pensarás quedarte a dormir ahí? El sofá sigue siendo bastante incómodo para dos personas, ¿olvidas nuestro dolor de espalda del otro día?

Miroku sonrió, recordando la primera noche que habían pasado juntos en ese sofá, cuando él le había montado una vergonzosa escena de celos. Si bien el recuerdo de haber dormido en el regazo de Sango era agradable, no lo era tanto el dolor lumbar que había tenido que soportar al día siguiente. Se enderezó y aceptó la propuesta de su novia, caminando los dos hacia la habitación de la muchacha y aprovechando lo que les quedaba de energías para mimarse un rato, no muy largo pues ambos estaban un tanto cansados y cayeron pronto dormidos en los brazos del otro.


"Tiempo después…"

Cerró los ojos y tomó aire, estaba un poco nerviosa debido a la reunión que acababa de tener. Temía haberlo arruinado todo, pero sabía que había hecho lo que sabía hacer, y eso significaba que el arreglo iba a ser firmado, habría ganado un contrato bastante substancioso para la empresa y así, pasado la "etapa de prueba" en la que había insinuado Sesshōmaru que estaba. Se soltó el cabello y comenzó a peinarlo con cuidado, mientras terminaba de calmarse antes de volver a salir.

— Bueno, ya era hora. Siempre se gustaron y Sango merece a su príncipe azul. Aunque me sorprende que Miroku pueda llevar la relación de esa forma aquí en la oficina…

La voz de una de sus compañeras de trabajo le llegó clara pero un poco ahogada, a través de la puerta del baño. Sonrió levemente, sabía que en ese lugar era difícil encontrar "malas vibras", porque varias eran conocidas de años y habían trabajado juntas mucho tiempo, y por lo demás, sabían separar lo laboral de lo personal, por lo menos eso había notado hasta el momento.

— ¿Crees que lo hayan hecho? Porque hablamos de Miroku, conmigo sólo tardó… una noche.

— Pero es que tú eres una desvergonzada, conmigo fueron 3 días — ambas soltaron una risita, se notaba que tomaban eso muy a la ligera, por lo menos eso la aliviaba, ya que ellas no estaban "enganchadas" de su novio —. Escuché que aún no han llegado a tercera base…

— ¿De verdad? Quizá por eso Miroku pasa encerrado en su oficina con esa tipa, entonces…

— ¿Con Koharu? No, no creo que haga nada con ella… pero debe tener alguna distracción mientras se decide a dar el siguiente paso, ya sabes que lo necesita.

Sango dejó caer el cepillo, golpeando ruidosamente la loza del lavabo. La puerta por fin se había abierto, dando paso a sus compañeras, quienes la observaron un poco avergonzadas, intercambiando miradas confundidas entre sí. Recogió el utensilio y lo guardó junto con sus otras cosas en el bolso, para luego mirarlas de frente, no sabía ni siquiera qué debía sentir después de haber escuchado eso.

— ¿Ustedes…? ¿Acaso están diciendo que Miroku…?

— Oh, no, Sango… olvida lo que estábamos hablando, él no…

— Lo que queremos decir es que no sabemos nada concreto… — Su voz se cortó al recibir un codazo de su compañera.

— No nos hagas caso. Son sólo rumores de pasillo, lo importante es lo que tú creas.

— Sí, claro…

Sango abandonó el lugar y se dirigió hasta la oficina donde la estaban esperando el general encargado del proyecto y un par de ejecutivos. Terminaron la reunión de manera exitosa, y al salir de ahí y estrechar las manos de los tres hombres, supo que volvía a estar en su terreno. Los nervios se habían esfumado, pero ahora su corazón tenía un pesado sentimiento de duda y confusión, y no precisamente por lo laboral. Lamentablemente, tendría que esperar para poder hablarlo con Miroku, porque durante el horario de oficina, no trataban más que lo estrictamente necesario, y ese día – por si fuera poco –, ella había decidido ir a almorzar junto a Kagome en lugar que hacerlo con él, principalmente porque su reunión iba a tardar en terminar y Miroku tenía mucho que hacer por la tarde.

Suspiró resignada, estaba molesta, dolida, confundida. Ella había intentado abordar a su novio en ese aspecto porque lo conocía y era consciente de que él era el tipo de hombre que necesitaba esa clase de contacto, pero incluso así… él la rechazaba, en cada oportunidad. ¿Cuánto tiempo llevaban en eso? Pronto cumplirían 6 meses de relación – y con pronto, quería decir en unos 3 días más – y aún no avanzaban más allá de la "segunda base", y eso en contadas ocasiones. Pasaban mucho tiempo juntos, podía considerar que Miroku prácticamente vivía en su departamento, exceptuando algunos días que prefería ir a su casa para dar señales de vida en la propiedad y hacer las labores domésticas, como lavar su ropa y ordenar un poco.

Y pese a todo eso, aún no daban el siguiente paso. Negó con un gesto justo en el momento en el que su móvil emitía una vibración al recibir un mensaje. Lo abrió sin muchas ganas, era de Miroku y sabía que él sólo le enviaba mensajes por una razón: cancelar algo. Por lo general, si durante el horario de trabajo, ocurría algo que lo hiciera tener un cambio de planes, solía avisarle a través de un mensaje de texto, para luego llamarla a la hora de la salida o explicarle personalmente el motivo mientras la acompañaba a casa. Y, como sospechaba, no fue la excepción: "Preciosa, hoy tengo una reunión después del trabajo y luego me iré a casa. Juro que te compensaré, besos."

Claro, la compensaría… como siempre, llevaría algo delicioso para comer, le haría algún regalo que a ella le gustara mucho y fin del asunto. No le molestaba que él no fuera todos los días a su casa, ni que tuviese trabajo que hacer, ella conocía bastante bien que eso era muy posible. Lo que le molestaba era que, durante las últimas dos semanas, eso había sido algo más que recurrente. Y, precisamente hoy, ella no había ido en su automóvil al trabajo, por lo que tendría que pedirle a Kagome que la llevara a casa y, de paso, fueran por Kohaku. Suspiró, sintiéndose de pronto abrumada.

— ¿Lista para ir a comer? — Kagome llegó a su lado, sacándola de pronto de sus pensamientos y dándose cuenta de inmediato que algo le pasaba. — ¿Qué ocurre, te fue mal con el contrato? — Sango negó con un gesto, lo que extrañó aún más a su amiga. — ¿Entonces? ¿Le pasó algo a Kohaku? ¿O peleaste con Miroku?

— No… no hemos peleado, ni siquiera hemos hablado desde que llegamos al trabajo hoy…

— Oh, ya veo… — Kagome le hizo un gesto para que comenzaran a caminar en dirección al restaurante donde siempre almorzaban juntas, mientras seguía intentando averiguar qué ocurría. — ¿Pasó algo? Te ves… preocupada.

— Bueno, es sólo que… no sé, estoy un poco confundida. Hace ya dos semanas que ha estado cancelando todos nuestros planes por cuestiones de trabajo… sé que el proyecto en el que participa ya está en la etapa final y que eso significa que tendrá mucho trabajo, pero… Ni siquiera los fines de semana los ha considerado…

— En su defensa, he visto que Sesshōmaru le ha cargado mucho trabajo, de hecho, hoy mismo lo escuché exigiéndole los últimos informes para el viernes, no sé cómo lo va a lograr si ni siquiera están los resultados que necesita para hacerlos…

Sango suspiró nuevamente, resignada. No podía actuar como la novia acaparadora y desentendida, conocía perfectamente cómo era estar en la etapa final de un proyecto como ese, pero ya estaba extrañando a su novio, y con lo que había escuchado en el baño…

— Sí, está bien… eso lo comprendo.

— Hay otra cosa que te molesta, ¿no?

— Sí… — Tomó un sorbo de su jugo y movió desanimada un poco de la comida que había en su plato, ya ni apetito tenía. — Hoy escuché algo que… no sé, me tiene preocupada.

— ¿Y qué fue? Supongo que tienes claro que ese rumor de que Miroku aprovecha el tiempo de otra manera en su oficina junto a Koharu, es falso… ¿verdad?

— Lo sé, no es ella la que me preocupa. Pero sabes que esa es sólo una parte de los rumores, ¿no? La otra parte… ésa es la que me preocupa.

— ¿Cuál? — Kagome pareció alarmada, a pesar de que conocía cada chisme e historia de pasillo que rondaba en la oficina, e incluso fuera de ella, había varias que involucraban a Miroku y no quería preocupar de más a su amiga, sabía que la mayoría eran falsas.

— Que él necesita acción y que, como no la ha tenido conmigo, la busca con alguien más…

— ¿Crees que tenga una amante? Eso es ridículo, no tiene tiempo para…

— No, no una amante. Pero sí quizá alguien que le dé una forma de distraerse

La azabache negó con un gesto, eso no estaba para nada bien. Se llevó algo de comida a la boca mientras pensaba con cuidado las palabras que elegiría para su amiga, estaba segura de que, si no la sacaba de esa línea de pensamiento, pronto iba a tener un verdadero problema con Miroku.

— Sango, Miroku está loco por ti y lo sabes. ¿En serio piensas que va a buscar acción con otra chica?

— Bueno, a mí me ha rechazado cada vez que he estado dispuesta. Incluso, cuando estamos avanzando, se detiene… no sé qué pensar sobre eso, Kagome. Quizá no le gusto lo suficiente, o hago algo que termina matando el momento…

— Ay, no seas tontita… Los hombres suelen ser un poco bobos cuando sienten que han encontrado a la mujer ideal y temen que, si dan ese paso, puedan perderla…

— Claro, y prefieren hacer que se sienta como una matapasiones… en fin — sacudió la cabeza, lo mejor era que eso lo hablara con Miroku, sólo él podría de verdad, despejar sus dudas —. ¿Podrías llevarme hoy a casa? Miroku me trajo en la mañana, y hoy no podrá ir a dejarme…

— Por supuesto, no hay problema — Kagome sonrió, sacando su móvil mientras hablaba y escribiendo un mensaje —. Déjame avisarle a InuYasha… Oh, espera…

Sango levantó una ceja, su amiga parecía muy concentrada en lo que estaba leyendo y sus expresiones comenzaban a alertarla: iban desde la confusión, pasando por la duda, un poco de sorpresa, molestia y luego, pareció resignarse mientras escribía otro mensaje. La castaña ladeó la cabeza, sin comprender mucho.

— ¿Ocurre algo? Pareciera que no tienes buenas noticias…

— ¿Ah? N-No, no… todo está bien, es sólo que InuYasha no encontraba algo en mi departamento y dejó un desastre… Y recién ahora me dice… — La muchacha volvió a concentrarse en su pantalla, parecía que tenía una charla un tanto intensa con su novio, porque sus expresiones seguían cambiando a medida que intercambiaba mensajes de texto con él.

— ¿Segura que todo está bien? Quizá mejor debieses llamarlo…

— Segura, Sango… sólo son problemas domésticos. Aunque mejor hablo luego con él, ya es hora de volver al trabajo, ¿no?

Ella miró la hora y asintió con un gesto, así que cancelaron la cuenta y se marcharon hacia las oficinas, cada una a realizar las labores específicas que tenían.

La castaña fue directo a la oficina de Sesshōmaru para informarle sobre el resultado de la reunión que había tenido antes del almuerzo, agradecida y satisfecha de lo que había logrado y, por qué no decirlo, orgullosa. Su jefe parecía complacido – tanto como su semblante frío era capaz de demostrarle – y no pudo más que indicarle que su "periodo de prueba" había terminado y que ahora necesitaba un informe previo sobre los riesgos del proyecto que acababa de ganarse. Ella se encerró en su oficina para cumplir la orden de su superior y no hizo otra cosa hasta que su móvil sonó justo a la hora de la salida. Contesto sin siquiera mirar la pantalla, sabía quién era.

— Dime, Miroku…

Preciosa, de verdad lo lamento… — La voz del oji azul reaccionó de inmediato al tono desganado de su novia. — Pero Sesshōmaru…

— Sí, lo sé, te pidió que tuvieses esos dichosos informes para el viernes.

Exacto… sabes que no se le puede decir que no…

— Sí… entonces, esto significa que tampoco nos veremos el resto de la semana, ¿verdad?

Lo siento… — Fue su única confirmación, era consciente de que eso no pintaba muy bien. — Juro que…

— Me compensarás… como siempre. Ya no importa, hablamos después.

Pero Sango…

— Debo irme, Kagome me está esperando. Adiós.

No espero respuesta, simplemente cortó la comunicación, sin lograr escuchar el sincero – y algo desesperado – "te quiero" que Miroku intentó decirle antes de que la llamada terminara. Había mentido, no tenía ganas de prolongar una conversación que no iba a terminar en nada concreto, porque lo que quería aclarar con su novio era necesario hablarlo en persona. Guardó sus cosas y fue hasta donde sabía que su amiga la esperaría. Recorrieron el camino sin mucha plática, Sango no tenía ganas de darle muchas vueltas al asunto así que prefirió ignorar educadamente la preocupación de Kagome por su relación. Ella, sin poder sacarle mucha información, decidió no intentar indagar más, temía que su amiga terminara explotando o molestándose aún más con el moreno. Así que, luego de que pasaran por Kohaku, los dejó a ambos en su edificio y se marchó, rogando que nada de eso terminara en un desastre.


Miroku negó con un gesto cuando escuchó la llamada cortarse en su oído. ¿Estaba siendo un tonto? Sango sabía que el trabajo era así de demandante muchas veces, pero quizá estuviese dejando sus prioridades de lado con demasiada frecuencia. Miró la pantalla de su móvil y suspiró, mientras volvía de nuevo la atención a su portátil y comenzaba a teclear otra vez, de una forma automática debido a que sus pensamientos estaban en otro lugar. O, mejor dicho, enfocados en otra persona.

Su novia significaba todo para él en esos momentos, no podía sino pensar en ella y en los planes que tenía para los dos. Planes que aún no compartía con ella, porque quería estar 100% seguro de que todo resultara bien para poder hacerlo. No quería arruinar nada, hacerlo significaría perderla y él no estaba dispuesto a eso. Desde el principio, sabía que ella era distinta a las demás, no quería que fuese una aventura, un simple noviazgo más o siquiera una más de sus relaciones. No pensaba en nadie más después de Sango, para él ella significada todo. Su presente y su futuro los veía junto a ella, cada día le era más difícil no tener su mente en ella. Podía ponerse nervioso incluso con el más mínimo detalle, buscaba constantemente complacerla, verla reír era tan gratificante como un beso. Le era imposible ahora recordar el sabor de otros labios o mirar a otra chica sin comparar sus curvas con las de su castaña – y siempre terminaba ganando ella.

Sango lo había invadido por completo, incuso quitándole esa precaria necesidad de sexo que tenía antes. Admitía que sus relaciones anteriores eran basadas principalmente en lo sexual, el componente erótico era el más presente y fuera de la intimidad, no había mucho avance en ninguno de sus amoríos pasados. Sin embargo, con ella era capaz de disfrutar mucho más una sonrisa, una larga plática sobre cualquier tema, o quizá el verla dormir tranquila entre sus brazos, que el contacto físico íntimo. No iba a negar que ella era hermosa, lo excitaba de una forma que a veces le parecía hasta sobrenatural, pero no podía avanzar más allá. Siempre sentía que no era el momento, que estaba apresurándose demasiado, que podía dañarla… que podía hacerla sentir utilizada. Y no quería eso, el sólo deseaba que ella fuese feliz, que cumpliera sus sueños y tuviese lo que merecía… no le importaba el costo, sólo deseaba verla reír, disfrutar de su mirada tranquila, llena de alegría y paz…

¿Qué le estaba pasando? Dejó de escribir un momento y cerró el portátil, apoyando su mentón en sus manos, pensativo. Jamás había vivido algo así, tan intenso y profundo con ninguna otra mujer. InuYasha le había dicho que quizá se estaba enamorando… ¿sería cierto? Se proyectaba con Sango de una forma que era difícil de creer en él y no le importaba lo que dijeran los demás, estaba seguro que podría pasar el resto de su vida con ella…

Miró la hora y decidió que era momento de hacer algo. No iba a permitir que eso se le fuera de las manos, no ahora que ya sabía lo que le ocurría con esa castaña que lo traía de cabeza.


Se tiró en su cama, estaba cansada pero no físicamente. Kohaku había intentado saber qué le había ocurrido, pero no quería hablar del tema, no quería volver a escuchar que tenía que comprender que Miroku sólo estaba cumpliendo con su trabajo y que ahora estaba actuando como la novia celosa y psicópata que no podía comprender que su novio tuviese responsabilidades. Claro que lo comprendía, ella también las tenía y eso nunca había sido un problema, porque se esforzaban en darse un tiempo para verse, aunque fuese cenar juntos, o almorzar…

Ahora, ni siquiera eso lograba hacer con él. Apenas si había logrado coordinar que él los pasara a buscar por las mañanas, y ni siquiera había sido todos los días. De hecho, esas dos últimas semanas también se había excusado de eso la mayor parte del tiempo. ¿Acaso la estaba evitando? Quizá se había vuelto una novia metiche, acaparadora. ¿De verdad sólo quería a Miroku para ella? No sentía que eso fuese cierto, pero era consciente de que cada día la imperiosa necesidad de pasar más tiempo con él comenzaba a ganar terreno sin dificultad. Tal vez se estuviese obsesionando un poco…

Negó con un gesto en el momento en el que su móvil vibró con un mensaje entrante. Lo cogió para leer el texto, sonriendo de medio lado.

"Espero no molestarte, pero necesito tu ayuda con un informe que quedó inconcluso cuando te fuiste. Cuando tengas tiempo, avísame. Saludos, Kuranosuke."

Recordó que había dejado varios proyectos congelados cuando se fue, algunos que iban a ser revisados a largo plazo, otros que quizá nunca vieran la luz. Tecleó una respuesta y en menos de 5 minutos, su móvil nuevamente estaba sonando, pero esta vez con una llamada.

— ¿Kuranosuke?

¡Sango! Pensé que estarías ocupada… ¿de verdad no interrumpo nada?

— No te preocupes, estoy sola. ¿Qué necesitas?

Bueno, ¿recuerdas el proyecto con la empresa vitivinícola que comenzaste una semana antes de irte?

— Sí, lo recuerdo… ¿qué ocurre?

Me dieron las licencias necesarias para comenzarlo, pero tengo un problema técnico con uno de los informes, y como tú los hiciste, pensé que quizá podrías ayudarme… te pagaré, obviamente, esto es como una asesoría…

— Oh, no te preocupes, no tengo problema en ayudarte… y no es necesario que me pagues, es un placer ayudarte…

Gracias, preciosa. Bien, verás, el punto que me complica es el siguiente…

Kuranosuke comenzó a explicarle los detalles de su duda, Sango tomaba nota en una pequeña libreta hasta que comprendió y recordó de que trataba el proyecto, por lo que comenzó a dictarle a su interlocutor las respuestas que él tanto necesitaba. Hablaron un buen rato sobre nada más que el informe técnico, hasta que las dudas fueron resueltas y ya no quedó nada más pendiente con ese proyecto, por lo menos.

— ¿No necesitas algo más?

No, muchas gracias. Te debo una — Sango pudo imaginar sin dificultad una sincera sonrisa al otro lado de la línea —. ¿Segura que estás bien? Se te escucha algo… decaída.

— No es nada, sólo estoy cansada… han sido unos días largos — eso en parte era verdad, pero no del todo.

¿Sólo es eso? No quiero parecer un entrometido, pero te conozco lo suficiente como para sospechar que no sólo estás cansada…

— Quizá no deba hablar de eso contigo, Kuranosuke. Agradezco tu preocupación, pero…

Si no quieres hablarlo, está bien. Pero no me gusta escucharte tan desanimada. ¿No puedo hacer nada por ti?

— Por ahora no, gracias…

Bueno, de todas formas, te debo una. ¿Podemos juntarnos uno de estos días como agradecimiento? Te aseguro que es con buenas intenciones…

— Te creo, no te preocupes… sí, supongo que podemos hacerlo. Te confirmo pronto, ¿de acuerdo?

De acuerdo, pero no vayas a olvidarlo. Bien, debo irme. Gracias de nuevo, nos vemos. Adiós.

— No es nada, adiós…

La llamada finalizó después de bastante rato, Sango no se había dado cuenta que estuvieron hablando por más de una hora. Sonrió, era agradable saber que por lo menos podía contar con la amistad de Kuranosuke, alguien que no estaba en su día a día y que, de una u otra forma, la ayudaba a distraerse de sus problemas con Miroku. Por lo menos él no le preguntaría por ellos ni mucho menos se pondría de su lado si supiese lo que estaba pasando. Negó con un gesto, quizá podría juntarse con él uno de esos días en los que Miroku no podría acompañarla por su trabajo. No era una mala opción después de todo.

Se recostó en su cama, pensando en la idea y sonriendo, probablemente sólo necesitaba distraerse un poco.


"Tres días más tarde…"

Miró la pantalla de su móvil, incrédula. No ese día, ¿acaso lo había olvidado? Apretó los puños, eso de verdad la estaba hartando y no iba a esperar hasta la hora de la salida para tener una explicación más detallada del mensaje. Sin importarle que aún estuviesen en horario de oficina y que ni siquiera se acercaba la hora de colación todavía, desbloqueó el aparato y marcó el número, contando internamente hasta diez para no explotar cuando escuchara su voz del otro lado, seguramente fingiendo sorpresa por su "repentina" llamada.

¿Sanguito? ¿Ocurre algo? Aún estamos en…

— … Horario de oficina, lo sé. ¿Puedes enviar mensajes, pero no atender una llamada a esta hora?

Sabes que, si Sesshōmaru nos descubre, va a llamarnos la atención…

— Está en una reunión, no nos va a descubrir. ¿Tanto miedo le tienes?

Es nuestro jefe, Sango, y es bastante estricto con este tema…

— Sí, como sea… ¿tampoco podrás hoy?

Un pesado silencio le siguió a su pregunta, ella pudo escuchar al otro lado del teléfono a Koharu preguntarle algo a Miroku y a él tapar el micrófono de su móvil para responderle. Apretó los dientes, intentando ignorar el repentino instinto asesino que comenzaba a nacer en su estómago.

Lo siento, Koharu me preguntó algo… ehm… no, Sango, hoy tampoco podré. Estoy cansado, además debo llegar a lavar la ropa y-

— Bien, no importa — lo interrumpió, ya no quería escuchar sus excusas, no otra vez —. Entonces, hablamos cuando se te ocurra volver a tener tiempo para tu novia.

Nuevamente, no esperó respuesta y cortó la llamada, guardó sus cosas en su bolso y se dirigió rápidamente a la oficina de su superior, tocando la puerta antes de entrar. Sabía que él no estaba exactamente en una reunión, pero necesitaba salir de la oficina en ese preciso momento y no iba a hacerlo sin permiso.

— ¿Qué ocurre, Kuwashima?

— Lamento interrumpir, pero necesito saber si puedo hacer uso de uno de los días administrativos que me adelantaste…

— ¿Cuándo?

— Hoy.

Sesshōmaru arqueó una ceja, mirándola fijamente unos segundos antes de negar con un gesto, preparándose para darle una respuesta negativa, esas cosas no debían pedirse tan de pronto, ella lo sabía.

— No seas tan cerrado, Sesshōmaru, y dale su bendito día. Los millones que recibirás por ese contrato que se ganó podrán perfectamente cubrir este tonto papeleo.

Sango agradeció con una sonrisa el comentario de Kagura, quien esperaba sentada en uno de los muebles de la oficina con las piernas cruzadas, mirándola con cierta complicidad.

— Esto no es asunto tuyo.

— Vamos, estábamos en medio de algo. Sólo dale lo que quiere y así podemos seguir.

El peliplata carraspeó levemente, sacando una hoja de uno de los cajones de su escritorio y pasándosela a la castaña para que la firmara; ella no tardó en hacerlo y luego se despidió con una leve inclinación de su cabeza, para irse lo más rápido que pudo del edificio. No le avisó a nadie más y decidió no contestar los mensajes y las llamadas que comenzó a hacer su novio luego de un rato. Seguramente estaría tratando de ubicarla después de haberse dado cuenta que no estaba en su oficina, ni por los alrededores del edificio. Qué irónico, ahora que ella prefería que la dejara en paz, él se empeñaba en molestarla…

Llegó a su casa, se metió a la ducha y despejó sus ideas, decidiendo que no quería pasar esa velada sola. Se suponía que iban a celebrar 6 meses de noviazgo, no quería terminar esa noche solitaria, encerrada en su habitación, llorando a mares por culpa del idiota de su novio. Así que sacó su móvil y marcó un número, ignorando por completo el resto de notificaciones que tenía en la pantalla. No tuvo que esperar mucho una respuesta, y eso la alivió un poco.

— ¿Aló, Kuranosuke? Me preguntaba si podía cobrarme el favor hoy.


Cuando la muchacha dijo la última frase y le cortó, él sintió como se le estrujaba el corazón. Estaba molesta y no podía culparla, pero él tenía sus razones para hacerlo. Sin embargo, sabía también que esos días había sido un completo idiota descuidado, así que decidió salir de su oficina y buscarla, le pediría que almorzaran juntos, necesitaba verla, pasar un momento a su lado, aunque fuese sólo durante su hora de colación…

No la encontró en su oficina, ni siquiera sus cosas estaban ahí. Le preguntó a algunas de sus compañeras si la habían visto, un par le indicó que había ido hasta la oficina de su jefe, la última le dijo que la había visto salir del despacho con sus cosas y dirigirse al ascensor. Se apresuró en seguir sus pasos, pero no logró alcanzarla. ¿Dónde habría ido? Caminó rápidamente mientras intentaba marcarle, sin obtener ninguna respuesta. Mandó varios mensajes, preocupado, pero ninguno pareció tener el suficiente peso como para que ella le escribiera de vuelta. No podía dejar que eso siguiera así, Sango ahora estaba molesta, lejos de la oficina y negándose a contestarle. ¿Cómo había permitido que eso le ocurriera? Sacó sus cosas de su propia oficina y comenzó a caminar directo al ascensor, iría a buscarla. No podía permitirse arruinarlo todo. Presionó el botón, impaciente, golpeando el suelo de forma rítmica con su pie mientras esperaba.

— Tsujitani, ¿qué haces?

La fría voz de Sesshōmaru lo paralizó por un instante. Tomó aire y se volteó para verlo a la cara, esperando, rogando que él comprendiera.

— Necesito ausentarme por unas horas.

— Vuelve a tu oficina.

— Pero, de verdad…

— Ya te lo dije. Si pones un solo pie en ese ascensor, estás despedido.

Miroku resopló, dándose media vuelta resignado. Si Sango estaba molesta con él y no quería verlo fuera del trabajo, no podía darse el lujo de perder su empleo, sería la única oportunidad que tendría para hablarle. Caminó hasta su oficina y tiró sus cosas sobre su escritorio, volviendo a sacar su móvil para seguir intentando llamar a su novia, sin ningún resultado. Al final se resignó, quizá era mejor que ella se calmara primero, que no estuviese tan molesta, luego podría explicarle todo. Cambio de destinatario el siguiente mensaje y comenzó a teclear.

"Cambio de planes, tendrá que ser hoy."

Luego de enviar el texto, recibió la respuesta: "Bien, ¿dónde? No podré cambiar la reserva."

Sonrió de medio lado, ella no quería contestarle, por lo que tendría que ir directo a su casa. No había otra opción: "Sin reservación, lo haré en su departamento."

Esa noche tendría que ser perfecta, no podía imaginarlo de otra forma. Si algo – o todo – salía mal, jamás se perdonaría el haber sido tan idiota.

"Bien, te pasó a dejar tu encargo antes de irnos. Suerte"

Por lo menos tenía a los mejores amigos que podían existir, de su lado. Eso tenía que ser una especie de ventaja, ¿no?


Sonrió tranquila, un tanto complacida ya que la velada estaba resultando mucho mejor de lo que hubiese esperado. Kagome le había ofrecido pasar a buscar a Kohaku, indicándole que podría quedarse en su casa para que ella estuviese más tranquila por la noche – claro que desconocía que ella recibiría visitas, probablemente no lo habría hecho de saberlo. Y Kuranosuke se había esmerado en compensarla por la ayuda brindada: llevó una deliciosa cena para los dos, junto a un ramo de flores sencillo, compartieron la comida tranquilamente, con una charla amena sobre sus vidas durante esos meses, tiempo en el que no habían hablado. Se enteró de algunas novedades de su antiguo empleo y se alegró de saber que a él la vida le estaba sonriendo, por lo menos hasta lo que le había contado en ese rato.

Luego de cenar, se sentaron en el sofá para seguir platicando, sirviéndose un par de copas de vino para acompañar la charla, ambos bastante animados.

— Bien, debo admitir que, si no fuera por tus impecables informes técnicos, de seguro no podría haber conseguido las licencias para este proyecto.

— No digas eso, de seguro tú también podrías haber hecho un informe más que perfecto… — El sonrojo no tardó en aparecer en sus mejillas, ese halago estaba de más.

— Sí, pero no con la misma información. Fuiste tú la que investigó el mercado, yo no hubiera podido hacerlo de la misma forma. Además, no te quites méritos, sabes que eres excelente en tu trabajo — Kuranosuke le sonrió, sus palabras eran sinceras.

— No es para tanto, Aya podía conseguir concesiones mejores que las mías… y Hana es mucho mejor en tabular los datos y hacer los gráficos comparativos… siempre has sobrevalorado mi trabajo.

— Quizá un poco… aunque no puedes negarme que nadie te supera con los temas militares…

— Sí, pero tu empresa no los maneja.

— Buen punto — soltó una carcajada casual antes de beber un poco de su copa y seguir hablando —. En fin, quería agradecerte por tu ayuda…

— Ya lo hiciste, la cena estaba deliciosa y las flores son muy hermosas…

— Sí, pero son cosas que no perduran — murmuró, buscando algo en el bolsillo de su chaqueta, sacando una pequeña caja oscura con ribetes plateados y abriéndola frente a sus ojos —. Quiero que tengas algo permanente…

Sango observó el contenido de la caja, era un colgante de plata con la forma del kanji de su nombre, y una delicada cadena fina del mismo material. El rosa volvió a sus mejillas, no podía aceptar un obsequio como ese.

— Es un hermoso detalle, Kuranosuke, pero no puedo aceptarlo, lo siento…

— Vamos, es sólo para ti. ¿Qué hago con él, devolverlo?

— Deberías, es demasiado para mí. Por favor, no insistas…

— Lo mandé a hacer para ti, no puedo devolverlo. Además, sé que te gusta.

— Sí, es muy lindo, pero de verdad…

— Ya deja de ser tan educada, sólo acéptalo. Vamos, no tiene nada de malo. Sólo es el regalo de agradecimiento de un antiguo amigo, ¿no?

Asintió levemente con un gesto, sonrojándose un poco más. El castaño sonrió, sacando la joya de la caja y poniéndosela en el cuello, acercándose a ella para poder abrochar la cadena por la espalda. Ella también sonrió, había olvidado lo considerado y atento que podía llegar a ser Kuranosuke, y en esos momentos no era algo que le molestara, en especial porque sentía que él la valoraba sin que ella tuviese que esforzarse mucho.

"¿Crees que hubieses tenido un buen futuro con él?"

Se paralizó al recordar la pregunta de Miroku. Sin duda, Kuranosuke tenía muchas cosas que él no, una de ellas era que siempre estaba pendiente de ella, a pesar del trabajo o lo cansado que estuviese… incluso ahora, después de haber estado tanto tiempo sin verla, sentía que él podía preocuparse por ella sin que se lo tuviese que pedir. Su corazón se aceleró al sentir el roce de los dedos de su compañero en su cuello, quizá él…

No, ¿qué estaba pensando? Él no le gustaba, era sólo un viejo amigo con quien había decidido pasar la velada de su sexto cumplemes, además tenía novio… un novio que definitivamente, no tenía tiempo para ella. Cerró los ojos, repentinamente sintió el incontrolable impulso de llorar y no pudo evitar que las lágrimas abandonaran sus ojos. Kuranosuke no tardó en darse cuenta de su llanto, preocupándose de inmediato.

— ¿Qué ocurre, Sango? ¿Por qué lloras?

Intentó limpiarse los ojos y dibujar una sonrisa, pero no se le daba muy bien mentir y sólo pudo sentirse más desolada.

— Lo siento, yo… yo he tenido algunos problemas últimamente y… no quise arruinar la velada, perdón…

— No te disculpes… Si quieres hablar o algo, sabes que puedes contar conmigo… pero si necesitas que te deje sola…

— ¡No! No te vayas — tomó su mano para evitar que él se pusiera de pie, lo que menos quería era quedarse sola —. Es sólo que… Miroku ha tenido mucho trabajo y ya no pasamos tanto tiempo juntos… quizá sólo estoy exagerando, pero pensé que por lo menos hoy… recordaría que cumplimos 6 meses y se haría el tiempo para vernos… pero él… él…

No pudo seguir, ni siquiera sabía por qué le decía todas esas cosas a Kuranosuke, pero estaba cansada, quería sacar afuera lo que sentía y no pudo contenerse. Él presionó con cariño su mano y le acarició el rostro, logrando que ella lo mirara de nuevo.

— Está bien, es comprensible que te sientas así. No creo que exageres, además, sí hoy era una fecha importante…

— No sé qué pensar o sentir… lo único que quiero es estar con él, no soy capaz de sacarme esa necesidad de adentro, pero cada día que pasa, lo siento más lejano…

— Tranquila, tal vez lo mejor sea que te calmes un poco y luego, vayas a verlo o lo llames… deberían aclarar las cosas, no es bueno para ninguno de los dos que sigan así. Por ahora, si quieres, puedes seguir llorando un rato. Te hará bien sacar toda esa tristeza.

La abrazó cálidamente, apoyando su cabeza en su pecho. Sango agradeció enormemente el gesto, era consciente de que eso era muy noble por parte de él, porque sabía, desde el momento en que le abrió la puerta y se volvió a encontrar con sus ojos, que Kuranosuke seguía sintiendo algo por ella. Podría perfectamente haberse aprovechado de ese momento, incluso haber puesto a Miroku peor de lo que ya estaba, pero en su lugar prefirió sólo escucharla y darle un hombro para llorar. De hecho, le aconsejó que se calmara y luego hablara con él… Y sabía que eso era lo que debía hacer.

— ¿Qué significa esto?

Se sobresaltó al escuchar la voz de Miroku, que se encontraba frente a ellos, notoriamente no muy contento de ver a su novia abrazada del sujeto que, meses atrás, la pretendía – y que, estaba seguro, seguía interesado en ella. Sango enrojeció aún más, mirándolo sorprendida y confundida. ¿Qué hacía en su departamento?

— ¿M-Miroku…? ¿Qué…? — Y de pronto, recordó que él seguía teniendo una copia de sus llaves.

— ¿Estás llorando? ¿Este imbécil te hizo algo? Porque juro que…

— ¡¿A quién llamas "imbécil"?! ¡Yo no le hice nada! ¡Si Sango está llorando, es porque su estúpido novio decidió que tenía cosas más importantes que hacer, que pasar su sexto cumplemes con ella!

El oji azulado no encontró palabras para responder, quedó boquiabierto, mirando con incredulidad a Sango y con el pecho apretado. ¿Ella había compartido sus problemas con él? El sentimiento de culpa pronto comenzó a transformarse en enfado, ¿quién se creía Kuranosuke para recriminarle nada? ¿Y por qué su novia buscaba consuelo en sus brazos en lugar de hablar con él lo que estaba ocurriendo? Miró a Sango, quien estaba roja, una mezcla de rabia y vergüenza.

— ¿Te estás desahogando con él? ¡Podrías haberme dicho todo esto a mí! ¡He tratado de ponerme en contacto contigo todo el día!

— ¡Tuviste varios días para hablar conmigo, Miroku! ¡Y yo decido a quién le cuento mis problemas!

— ¿¡Días!? ¡He tenido mucho trabajo! No es como si no lo supieras… ¡Además, él…! — Intentó buscar las palabras adecuadas para expresar su molestia, pero no fue capaz de encontrar alguna que no terminara insultando al castaño, así que prefirió dejar la frase hasta ahí. — ¡Estaba preparando algo especial para ti! ¡Por eso dije que no podría hoy, era una sorpresa! ¡En cambio, tú aprovechas la primera oportunidad que tienes para encontrarte a solas con este… sujeto!

En ese punto, Kuranosuke supo que estaba sobrando. Ellos debían hablar y aclarar todo ese malentendido, y él no quería seguir presenciando esa discusión. Primero, porque estaba seguro de que terminaría golpeando a Miroku por gritarle a Sango; y segundo, notaba lo incómoda que estaba ella con su presencia. Tomó su mano para llamar su atención y le sonrió, mientras se ponía de pie, dejándole claro que su visita había terminado.

— Mejor me voy, ustedes tienen mucho por hablar.

— Sí, vete y deja de entrometerte en relaciones ajenas…

— ¡Miroku, basta! — Lo regañó Sango, lanzándole una mirada asesina mientras también se levantaba del sofá y comenzaba a caminar junto a Kuranosuke. — Te acompaño hasta tu auto… Vuelvo enseguida.

Ambos abandonaron el departamento, caminando en silencio hasta el vehículo del castaño. Cuando llegaron, Sango seguía roja por la vergüenza y pensaba una manera apropiada de pedirle disculpas por la escena al muchacho, sin embargo, él comprendía la situación.

— Gracias, fue una agradable velada, a pesar de todo…

— Lo lamento, tienes que disculparnos… Miroku es un idiota, aunque nunca se había comportado así… de verdad, estoy muy avergonzada…

— No te disculpes, creo que lo entiendo. Sólo tiene miedo de perderte, es comprensible.

— De todas formas, no debió actuar así…

— Está bien, no tienes que darme explicaciones. Ahora, creo que deberías volver y solucionar sus asuntos. Porque estoy seguro que esa necesidad que me dijiste que sentías por estar con él, sólo se puede deber a que estás enamorada y eso tendría que ser suficiente como para que sepas lo que tienes que hacer.

No le dio tiempo de responder nada, se subió a su automóvil, despidiéndose con un gesto de su mano y arrancando el motor, dejando a Sango un poco confundida. ¿De verdad podía estar enamorada? En esos momentos, lo que más deseaba era golpear a Miroku, pero ¿por qué? ¿Porque la había estado evitando esos días, la había hecho sentir ignorada y sola, no le había dedicado el tiempo que ella deseaba? En el fondo, ¿estaba molesta con él porque lo quería cerca? Si discutían y ella terminaba más molesta, le indicaba que se fuera y lo evitaba por unos días… ¿sería eso lo que quería? ¿Podría sentirse mejor así, o sólo conseguiría aumentar aún más esa pesadumbre en su pecho?

Llegó a la puerta de su departamento y soltó un suspiro, no quería seguir peleando, simplemente quería dejar claras las cosas, no tener más dudas ni miedos. Entró, sabiendo que se avecinaba una pesada discusión y, seguramente, una larga plática. Encontró a Miroku sentado en el sofá, mirando el ramo de flores que Kuranosuke le había dado y que, en esos momentos, descansaba en la mesita de estar. Le dolió notar que su rostro estaba afligido, expresaba más dolor que preocupación, y, pese a todo el enfado que también notó que sentía, no le fue indiferente la pizca de decepción que pesaba en sus ojos, pero ¿por qué? Inhaló profundo y cerró la puerta, sabía que él había notado su presencia, aunque ni siquiera la miró, en espera de que ella se acercara. Sango se sentó a su lado, implorando mentalmente que las cosas no empeoraran.

— ¿Ya se fue? — Asintió en respuesta a la pregunta del moreno. — ¿Y? ¿Ya quedaron de acuerdo para juntarse después de que nuestra discusión termine? Quizá quieras también ir luego a pedirle consejo sobre qué decisión tomar, podrían terminar esa botella de vino en honor a nuestro cumplemes y celebrar que el estúpido de Miroku volvió a arruinarlo todo, ¿no?

— ¿Quieres callarte? No seas ridículo, Kuranosuke y yo no tenemos nada. Si lo invité hoy fue sólo porque no quería pasar esta noche encerrada en mi cuarto llorando porque tú no ibas a estar conmigo.

— ¡Intenté hablar contigo todo el día! No sé cuántas veces te llamé, ni la cantidad de mensajes que te escribí… ¡me ignoraste por completo! ¿Cómo querías que…? — Él se había puesto de pie y caminaba frente a ella, abriendo y cerrando los puños en el acto.

— ¡Me has estado evitando desde hace dos semanas! ¡Cancelas todos nuestros planes, si hasta dejaste de pasar a buscarnos! ¿Acaso tenía que quedarme sentada esperando por siempre? ¡No tengo por qué rogarte! ¡Entiendo que hayas tenido trabajo, pero podrías haberte hecho tiempo, aunque fuese un día!

— ¡Es cierto, el trabajo no consumía todo mi tiempo! ¡¿Sabes qué estaba haciendo?! ¡¿Quieres saberlo?! ¡Estaba preparando esto!

Miroku arrojó una pequeña caja al regazo de Sango, ella la miró confundida, tomándola y abriéndola con curiosidad, quedando perpleja con el contenido.

— Miroku, esto… ¿tú…?

— Lo venía planeando desde hace días. Iba a dártelo mañana, tenía hecha una reservación… Hoy no iba a ir a mi casa, sino a preparar los últimos detalles junto con Kagome e InuYasha… quería que fuese una sorpresa, quería que fuese perfecto… y al final, terminé arruinando todo, como siempre. Tienes razón, no tienes por qué esperar nada ni rogarme… Creo que, por mucho que lo intente, nunca voy a ser el hombre que mereces… lo siento.

Su cabeza estaba gacha, tenía los ojos fuertemente cerrados y los puños prietos a sus costados, la respiración se escuchaba un poco irregular, Sango pudo notar que hacía un gran esfuerzo por no llorar, por no quebrarse. Miró nuevamente el anillo que se encontraba aún en la caja, cerró también los ojos y tomó una decisión, sacando la joya y poniéndose de pie, se acercó a Miroku. Él la sintió, abrió los ojos y negó con un gesto, dando un paso hacia atrás, no quería seguir dañándola, y aunque no se lo propusiera, siempre terminaba encontrando la forma de hacerlo.

— Miroku…

— No, Sango. Por favor, no digas nada. Ya lo arruiné todo suficientes veces, tengo que dejar de herirte. Soy un egoísta, me aferro a esto porque quiero estar a tu lado, porque te necesito… y nunca me he preguntado si tú sientes lo mismo… — Volvió a cerrar los ojos, una lágrima había logrado escapar, pero no hizo intento de detenerla, sentía que ya no tenía fuerzas para nada. — Sólo quiero que seas feliz y hoy… estabas llorando por mi culpa. Hasta Kagome me ha regañado porque te hice sentir insegura, no he sido capaz de quitarte esos miedos y… te mereces algo mejor.

Sango arrugó el ceño, molesta en un grado que iba más allá de su control. Abofeteó con fuerza a Miroku, dejándolo perplejo, mientras ordenaba un poco las palabras que se arremolinaban en su mente, hasta que logró formar las frases que quería gritarle a su novio.

— Imbécil. ¿De verdad crees que me harás feliz así, dejando esto hasta aquí? ¿Crees que estoy así porque estoy cansada, decepcionada de ti? No podrías estar más equivocado. ¡Si estoy así es por culpa tuya, es verdad! ¡Pero porque me duele no estar contigo! ¡Tengo miedo de no gustarte, de no ser lo suficientemente atractiva para ti! ¡De que tú te aburras y me dejes…! Estás loco si piensas que voy a ser feliz lejos de ti… — Se dejó caer de rodillas al suelo, también se sentía sin fuerzas, el pecho apretado, le dolía respirar sólo por la angustia que tenía. — No podría… pero si quieres dejar las cosas así… está bien — miró el anillo que tenía aún entre sus manos y suspiró, poniéndoselo en el dedo anular izquierdo —. Si vas a hacerlo, lárgate de una buena vez, pero no vuelvas a buscarme… Nos jugamos el todo por el todo, siempre lo supimos, y si este va a ser el final…

Su pecho se oprimió mucho más al decir la última frase, no quería terminar así. Ella sólo deseaba aclarar las cosas con él, que todo volviera a ser como era un mes atrás. Anhelaba su compañía, compartir con él su día a día, explorar esas experiencias que aún desconocía de su mano… Pero, nuevamente, él tenía la estúpida idea de que ella merecía algo mejor que él. ¿Cuándo iba a entender que ella sólo lo quería a él? Cerró los ojos, ahora le dolía la cabeza y sentía que necesitaba con urgencia una aspirina. Escuchó los pasos de Miroku alejarse y dejó escapar las lágrimas, él se había marchado, había decidido dejar todo, terminar… apretó los puños con impotencia y rabia, quería desaparecer por un tiempo, hasta que su corazón no doliera de esa forma, hasta que no sintiera nada…

De pronto, los brazos protectores del moreno la rodearon por la espalda, paralizándola. Él no se había marchado, seguía ahí, en su departamento, a su lado… levantó la vista y lo vio agachado también a su lado, ofreciéndole un pañuelo para limpiarse el rostro y un vaso con agua. Sango abrió la boca, pero no emitió sonido alguno, no sabía qué decir.

— Perdóname, al parecer soy más estúpido de lo que yo mismo creo — se disculpó, limpiando él mismo el rastro de lágrimas de sus mejillas —. Sigo pensando de una forma egoísta, creyendo que sé lo que necesitas, lo que mereces… olvido que eres tú quien tiene que tomar esa decisión, y me quedó bastante claro cuál es…

— Más te vale que sea así… no quiero volver a escucharte decir ese tipo de cosas, ¿de acuerdo?

— Está bien, tú ganas… — Estrechó el abrazo y besó su frente, alivianando el corazón de ambos con el gesto. — Y yo no quiero que vuelvas a pensar que no te encuentro atractiva o que eres una matapasiones…

— Pero si sigues rechazándome, no puedo dejar de sentirlo… además, si no lo haces conmigo, tienes que tener a alguien que te dé acción…

Miroku soltó una risita, tomándola por el mentón para que lo mirara directo a los ojos. Le quitó el vaso y lo dejó sobre la mesa, para luego besarla en los labios, cálidamente, buscando su boca, su lengua. Sango correspondió el beso, volviendo a sentir el calor que nacía desde su vientre al tenerlo tan cerca de su cuerpo. Terminó recostada en el suelo, con él encima, la respiración un tanto agitada y las mejillas sonrojadas. La mirada azul estaba fija en la suya, era profunda y cargada de pasión, transmitiéndole muchas más sensaciones de las que podría haber imaginado antes. Levantó su mano y acarició el rostro de Miroku, él recibió la caricia besándole la palma, para luego llevar su propia mano hasta su cabeza, acomodando algunos mechones de cabello antes de iniciar un recorrido suave pero insinuante, comenzando por las mejillas, los labios entreabiertos, el cuello y la clavícula, descendiendo por el valle de los pechos y rozando la tela del vestido con sus dedos, sintiendo de forma indirecta la textura del brasier y sonriendo pícaramente al hacerlo.

— ¿En serio crees que tengo a alguien más? ¿O que no eres atractiva? Esto es lo más sensual que he visto… tus curvas, Sanguito, me enloquecen aún bajo la ropa… — Bajó la mano hasta la cintura, aprovechando la forma ceñida de la prenda para acariciar las curvas y luego siguió su trayecto, agarrando las caderas y apretando los muslos, provocando que ella diera un respingo. — Me fascina tu figura, el más mínimo roce me enciende… ¿Quieres saber lo que me provocas? — Tomó una de sus manos y la llevó hasta su entrepierna, haciéndola tocar su erección. — Esto, preciosa, es lo que provocas… Hemos jugado muchas veces, sabes lo que puedes causar en mi cuerpo, conoces a la perfección mis reacciones… entonces, no entiendo por qué dudas…

Sango pasó saliva, si bien habían tenido ese tipo de acercamientos en más de una oportunidad, ella siempre parecía una niña inexperta y él, un lobo acechando que terminaba prefiriendo esperar hasta la siguiente ocasión para probar a su presa. Abrió la boca en un intento por decir algo, pero fue interrumpida por los labios de su novio, quien la besó apasionadamente, encontrando su lengua con la de ella y jugando mientras una de sus manos subió por la cintura y comenzó desabotonar el vestido por el frente lenta y juguetonamente, dejando al descubierto parte de su torso, los senos protegidos sólo por su ropa interior. Miroku terminó mordiendo su labio inferior al concluir el beso y luego llegó al lóbulo de su oreja derecha, pasando también su lengua y mordiéndolo con suavidad, bajando por el cuello mientras dejaba besos cálidos y húmedos en su trayecto hasta llegar a los pechos, donde se detuvo un segundo para buscar la mirada de la castaña pidiendo su aprobación. Ella asintió, estaba atenta a cada movimiento de él, a cada caricia y beso que la recorría con una extraña corriente eléctrica mientras el calor en su vientre comenzaba a invadirla por completo. El oji azul besó primero la piel de los senos, para luego morder, sobre la tela del brasier, los pezones cuyo relieve ya se notaba. El acto hizo que Sango arqueara la espalda en respuesta, movimiento que aprovechó Miroku para pasar su mano a su espalda y desatar la prenda. La acción sorprendió a la muchacha, porque a pesar de los juegos previos, él nunca la había despojado de toda su ropa, no había visto su anatomía al descubierto.

— ¿Miroku…?

— ¿Quieres saber porque me contuve todo este tiempo? — Preguntó mientras su mano tocaba lentamente la piel desnuda, desde la espalda hacia los pechos, con cuidado, tocando con suavidad, dibujando su contorno, deteniéndose en la zona de la areola y los pezones, rozándolos con sus dedos para terminar apartando un poco la prenda y dejándolos a la vista. — Porque no estaba seguro… no de lo que yo quería y sentía, sino de ti… no quería que te arrepintieras de nada… No quiero que lo hagas…

— No lo haré…

Sango le acarició el rostro para luego acercarlo al suyo, besándolo con pasión, animándolo a seguir, demostrándole que ella estaba dispuesta, que quería descubrir ese mundo con él. Bajó sus manos por su espalda, llegando a la zona lumbar y abrazándolo, acercando sus cuerpos por un momento; lo separó un poco para recorrer su torso, desacomodando la camisa fuera del pantalón y llevando sus dedos bajo la tela, rozando el abdomen y los pectorales definidos, trabajados pero no en exceso. El beso finalizó cuando requirieron recuperar el aliento, instancia que aprovechó Miroku para despojarse de su camisa, la temperatura estaba subiendo y él ya tenía calor. La castaña sonrió, observando detenidamente la fisionomía de su compañero, tenía un cuerpo realmente atractivo tanto al tacto como a la vista. El moreno sonrió antes de hacer su siguiente movimiento, bajando su rostro hasta los pechos, besando la zona sensible antes de lamerla, disfrutando la reacción refleja de la muchacha, que arqueó nuevamente la espalda, regalándole el ángulo perfecto para seguir con su juego; además, juntó sus piernas, demostrando que ya estaba entrando en calor. La traviesa mano descendió hasta el borde del vestido y levantó la falda, escabulléndose para tocar indirectamente el monte de venus y la zona inguinal. La castaña dio una sacudida al sentirlo, lo que sólo logró excitarlo más. Separó las piernas y se posicionó entre ellas, notando la confusión de ella ante esa acción. Acercó su pelvis a la ajena, rozando la zona genital con su erección, ambos aún con ropa. Sango se llevó el dorso de la mano a la boca para ahogar un gemido, no había sentido algo así en su vida y la emocionada tanto como la asustaba.

— No te dañaré y tampoco haré algo que no quieras… si en algún punto no quieres seguir, dímelo… pero recuerda que no soy de piedra…

Ella lo rodeó con sus piernas por la cintura, manteniendo en contacto sus caderas y pegando así su torso desnudo al suyo, sintiendo con su piel el contacto directo de la de él. Llevó sus manos hacia su nuca y desató la coleta que él siempre usaba, sintiendo los mechones hacerle cosquillas en el rostro.

— Estoy segura de que quiero que seas el primero…

Él agradeció en esos momentos que Kagome hubiese insistido en que Kohaku se quedara en su casa. Se acomodó nuevamente a un lado de la castaña y volvió a besarla, mientras volvía a infiltrarse en la zona pélvica, notando ahora el sonrojo que le provocaba con esa acción. Decidió aventurarse un poco más y rozó por sobre la tela de las bragas, los labios mayores, pasando el dedo por el medio y sintiendo la calidez del pliegue. Acarició la zona un poco más, notando de a poco la excitación tanto en ella como en sí mismo. Pronto comenzó a recibir atención por parte de Sango, que había buscado su miembro y lo presionaba y acariciaba por sobre la tela; tras un par de minutos, su mano se introdujo bajo el pantalón, sintiendo la erección cálida y firme cubierta sólo por el bóxer. La caricia de ella se volvió más segura y rítmica, ocasionando que a él se le nublara un poco el juicio y sintiera la repentina necesidad de penetrarla.

Pero sabía que no podía simplemente llegar y hacerlo, debía preparar el terreno primero. Tomó la mano de Sango, que lo masturbaba sobre su ropa interior y la alejó, extrañando a la castaña. Le sonrió para calmarla, mientras ahora sus dedos se movían bajo la tela de las bragas y se infiltraban entre los labios mayores, encontrándose con sus pliegues cálidos y húmedos. Con sus dedos, extendió la lubricación de ella por todo su sexo y luego buscó el clítoris y lo acarició, su boca se dirigió a uno de sus pechos y succionó y mordió el pezón, logrando que ella volviese a soltar un gemido y su cuerpo se contrajera en respuesta. Arqueó y sacudió levemente la espalda, una de sus manos buscó la que él tenía en su vulva, intentando detenerlo pero sin lograr hacer nada concreto; la otra estaba nuevamente en su boca, aunque no era de mucha ayuda para ahogar su voz.

— M-Miro-ku… e-estamos en- l-la sala… ¿no deberíamos…?

— ¿Quieres que me detenga para que vayamos a tu cuarto?

Primero asintió con un gesto, pero luego negó bruscamente, no estaba segura de lo que quería, sólo sabía que en cualquier momento iba a perder la cabeza. Miroku soltó otra risita y se detuvo, poniéndose de pie y ayudándola a hacer lo mismo. Las piernas de Sango flaquearon un poco, por lo que él no desaprovechó la oportunidad y la cargó en brazos, llevándola hasta la habitación y dejándola sobre la cama, unió nuevamente sus labios con los de ella, se recostó a su lado y cerró los ojos, quizá era suficiente por el momento, no quería presionarla tampoco…

Sin embargo, se sorprendió al sentirla acomodarse a su lado, besándolo en los labios, no de una forma apasionada, pero si un poco coqueta, insinuante. Además, el tacto de la piel expuesta de su torso tocándolo, era una sensación demasiado poderosa, así que no pudo contenerse y volvió a ubicarse sobre ella, tomando sus manos y afirmándolas sobre su cabeza, dejándola inmóvil bajo su peso. La volvió a besar, esta vez mucho más apasionada e intensamente, invadiendo su boca con su lengua en tanto una de sus manos mantenía su agarre, la otra comenzó su viaje hasta los pechos, acariciándolos con decisión para terminar apretándolos y pellizcando el pezón, Sango ahogó un gemido en el beso, intentando moverse sin lograrlo, Miroku terminó mordiéndole el labio y con una sonrisa pícara y candente en el rostro, su mano abandonó sus pechos para ir más abajo, volviendo a su vulva, pero esta vez decidió retirar la ropa interior y dejar al descubierto la zona. Ella se mordió el labio y juntó un poco más las piernas en un acto reflejo de vergüenza que divirtió al moreno.

— ¿Qué pasa, te da vergüenza? — Su tono fue malicioso, sus dedos recorrían tentativamente la zona.

— N-No… No es eso… — Murmuró en respuesta, evitando su mirada, las mejillas nuevamente rojas.

— ¿Entonces? Ni siquiera he mirado, apenas estoy tocando… ¿puedo?

Ella soltó un gritito al sentir uno de los dedos de Miroku infiltrarse entre sus labios menores y tantear la entrada de su vagina, presionando con suavidad. Apretó más las piernas, provocando que el contacto fuese más directo. Él dirigió su mirada hasta ese lugar íntimo que tanto había esperado por conocer, deleitándose con la vista del vello púbico cubriendo la piel. Movió nuevamente sus dedos, notando las contracciones que ocasionaba la acción en las piernas y el resto del cuerpo de la castaña. Se decidió a introducir el primer dedo, entrando con facilidad debido a la lubricación. Volvió a sonreír, comenzando a mover rítmicamente, disfrutando las sacudidas y escalofríos que recorrían a la chica como respuesta. Al poco rato, introdujo un segundo dedo, sintiendo ahora la presión sobre ellos. Sango apretó las piernas, pero siguió respondiendo al movimiento, jadeando cada vez más notoriamente, sintiendo como esa sensación abrasante que nacía en su vientre, ahora se extendía sin dificultad a su zona pélvica y le urgía, le provocaba la sensación de querer más.

— M-Miroku… no… — Ahogó otro gemido, moviendo sus caderas de forma refleja. — Siento que… no puedo…

Él hizo una pausa, mirándola a los ojos con un cariño cargado de pasión que la hizo estremecerse. Sango pasó saliva, dándose cuenta que en realidad no quería que él parara. Quería seguir, que él hiciera todo lo que quisiera con ella y más. Se sonrojó ante su pensamiento y aguantó la respiración, esperando.

— ¿Me detengo, Sango? Si sigo, no podré parar, y ya te dije que-

Lo besó, callándolo de golpe y demostrándole que ella no tenía dudas. Buscó su lengua, profundizando el beso, afirmándolo por la espalda con cierta urgencia, dándole a entender el mensaje. Cuando se separaron, él no volvió a lo que estaba haciendo, sino que la observó detenidamente un segundo, para luego quitarle por completo el vestido y el brasier, dejándola – ahora sí – completamente desnuda. Sango se sonrojó, su ropa la hacía sentir un poco más protegida, pero no tenía sentido usarla para eso. De todas formas, se cubrió de forma instintiva, mirando atentamente a Miroku, que estaba de pie ahora, contemplándola con cuidado.

— ¿Ocurre algo?

— Sólo quiero saber si estás completamente segura…

— Lo estoy… — Alcanzó su mano y lo jaló para que se sentara en la cama, junto a ella. — Quiero que seas tú, no puedo imaginarme con nadie más…

Sonrió con sus palabras, abriendo ahora uno de los cajones de la mesita de noche y sacando un preservativo; la castaña lo miró extrañada, ¿cuándo había puesto eso ahí, en su cuarto? Aunque bueno, la aliviaba un poco también, un embarazo era lo último en lo que quería pensar a futuro, por lo menos por ahora. Miroku la besó, guiando su mano hasta su pene e incitándola para que lo acariciara. Sango desabrochó el pantalón y lo jaló lo más que pudo, para luego también bajar el bóxer y sentir con sus dedos la textura directa del miembro. Era suave y cálido, aunque podía sentir también los pliegues que lo rodeaban. Se separó del beso, quería verlo antes de que Miroku lo cubriera con el condón. Sus ojos brillaron, era distinto sentirlo y verlo en directo, incluso pudo percibir el extraño calor recorrerle la entrepierna, como un anticipo de lo que ocurriría. Lo rodeó con sus dedos y movió la mano, notando cómo palpitaba y se erectaba un poco más. Siguió haciéndolo hasta que él la detuvo, apartando su mano y colocándose la protección, para luego separar sus piernas y situarse entre ellas.

La muchacha pasó saliva, si bien no dudaba que quería estar con él, seguía sintiendo nervios y un poco de miedo por lo que ocurriría. Se preparó mentalmente para sentirlo penetrarla repentinamente, pero eso no fue lo que ocurrió. Miroku primero la besó, buscando una de sus manos para entrelazar sus dedos, la otra tocándola aleatoriamente, rozando su piel, sus zonas sensibles, hasta que llegó a sus muslos, sus caderas, para también acariciarlas y apretarlas, una mezcla extraña de deseo y cuidado, que también se hizo presente cuando volvió a tocar su sexo, penetrándola con decisión pero sin llegar a ser brusco, con sus dedos primero, preparándola para lo siguiente. Sango se estremeció, mordiéndose el dorso de la mano y levantando las caderas, abrazando con sus piernas a su compañero como acto reflejo, demostrándole así su propia necesidad de sentirlo dentro.

El oji azul se posicionó, guiando su erección con una de sus manos, la otra entreabría los labios para permitirle mejor acceso. La penetró con cuidado, avanzando lentamente a medida que sentía la presión en su miembro, ella se tensó al sentirlo, apretando las sábanas y arqueando un poco la espalda; el movimiento comenzó lento, pero cada vez más profundo hasta que las embestidas fueron más constantes y rítmicas, Sango demasiado consciente de cada músculo que se contraía en su cuerpo con el acto, intentando relajarse de a poco, con esa extraña sensación mezcla del placer y la molestia provocada por cada embiste.

— ¿Estás bien? — Miroku buscó su rostro, acarició su mejilla y la miró a los ojos, pudo notar la preocupación en él.

— Y-Yo… — Soltó un gemido, el movimiento era cada vez menos molesto y más delicioso, llegaba a tocar un punto en el que casi perdía la razón. Lo besó fugazmente y se aferró a su espalda, arañándolo un poco sin darse cuenta. — S-Sólo… haz lo que sabes hacer…

Se relajó, sorprendiéndose a sí mismo porque no se había percatado que estaba tenso hasta ese punto. Bajó hasta uno de sus pechos y lo succionó, provocando un gemido mucho más notorio en su compañera; una de sus manos alcanzó el otro pecho y comenzó a masajearlo, rozando y apretando de vez en cuando el pezón. Ella lo afirmó por la cabeza, presionando en un impulso contra su seno, ese juego la estaba volviendo loca y pronto sintió una corriente eléctrica recorrerla, se estremeció por completo y sintió todo su cuerpo temblar, mientras algo explotaba dentro suyo. Él desaceleró un poco sus penetraciones, pero no se detuvo; la miró sonriendo, viéndola recuperar el aliento, intentando hacer algo pero sin encontrar las energías para lograrlo. Le volvió a acariciar el rostro, mirándola directo a los ojos en tanto su mano bajaba lentamente, provocando que su cuerpo siguiera estremeciéndose, hasta que llegó al clítoris y lo masajeó con cuidado, provocando que ella volviera a mover sus caderas hasta que alcanzó nuevamente el ritmo de él, sin poder ocultar el placer que sentía ahora.

— Me estás… m-matando…

— Y tú a mí, preciosa — la agarró por las caderas y comenzó a ser un poco más brusco, obteniendo como respuesta gemidos un poco erráticos y las uñas otra vez marcadas en su espalda. Hundió el rostro en el cuello de Sango y ella pudo sentir como cada músculo de su cuerpo comenzaba a contraerse —. Voy a acabar…

Sintió algo, no pudo determinar bien qué porque fue tan fugaz que en cuanto fue consciente de ello, ya había dejado de percibirlo. El cuerpo de él se relajó, pudo notar la tensión desvanecerse y las embestidas cesar poco a poco hasta que volvieron a estar separados, se apoyó a su lado y la besó cálidamente, con cariño más que pasión.

— Te amo, Sanguito. — Soltó sin siquiera pensarlo, para luego, con un gran esfuerzo, ponerse de pie e ir hasta el baño, dejando a Sango exhausta y sorprendida en la cama. No tardó en volver, llevando el cabello mojado y una botella de agua que le ofreció a su compañera mientras volvía a recostarse a su lado. Ella aceptó el agua y bebió en gran cantidad, devolviéndole la botella y mirándolo fija e interrogadoramente. — ¿Qué pasa?

— T-Tú… ¿dijiste "te amo"?

Miroku sonrió, abrazándola por los hombros y dejando que ella se acomodara en su pecho, seguro de lo que sentía, más ahora. Le besó la frente y comenzó a acariciarle el cabello, con cariño.

— Eso fue lo que dije, exactamente — reafirmó, sin ninguna duda en su voz —. Y es lo que siento. ¿No crees que por eso iba a pedirte matrimonio?

— Yo… gracias — murmuró, sobrecogida por el momento —. ¿Sabes algo? Creo que no eres el único idiota aquí… me negué muchas veces a darle nombre a lo que sentía, por miedo e inseguridad… siento haber sido tan torpe… — Alzó la vista para mirarlo directo a los ojos, perdiéndose en esos orbes tan profundos. — Te amo…

Se besaron fugazmente, volviendo a acurrucarse uno junto al otro. Entrelazaron sus dedos y no pudieron borrar la sonrisa de sus rostros, ambos estaban felices. Miroku acomodó las sábanas para que los protegieran del frío nocturno, disfrutando en sobremanera el momento. Cerró los ojos, a pesar de todo, el día no podía haber terminado mejor…

— ¿Miroku?

— ¿Sí, preciosa?

— Dijiste que "ibas" a pedirme matrimonio… ¿ya no lo harás?

— Arruiné el factor sorpresa y el momento no fue el mejor. Prácticamente, te lo grité…

— Y yo te golpeé…

— Soy consciente de que me lo merecía… además, ya me habías advertido sobre eso…

— Eres muy cabeza dura a veces, Miroku…

— Lo admito, pero tú tienes la culpa por fijarte en mí…

Ambos soltaron un suspiro y el silencio se apoderó del momento por un par de minutos, Miroku estaba a punto de quedarse dormido cuando ella nuevamente habló.

— ¿Entonces?

— Entonces, ¿qué? — Preguntó, intentando espantar el sueño.

— ¿Debo seguir usándolo o la propuesta no era en serio?

Él abrió los ojos y miró el dedo anular de ella, no se había percatado en qué momento se había puesto el anillo, pensó que estaría tirado en la sala, o en el sofá. Le besó la mano con una sonrisa, definitivamente ese día no podría haber terminado mejor.

— Mis intenciones no han cambiado en absoluto. Y si tu respuesta es esa…

— Idiota, ¿qué otra cosa podría significar? Parece que no me hubieses escuchado en toda la noche…

Su mirada brilló con picardía, se ladeó un poco para poder verla mejor y le acarició el rostro, pasando sus dedos por sus labios, seductoramente.

— En realidad, sí que te escuché… hubiese sido imposible no hacerlo… ¿Quieres gemir otra vez para mí?

— ¡… M-Miro… ku! — Se sobresaltó al sentir sus manos en sus caderas, acariciando y apretando mientras la acercaba a su cuerpo, las mejillas sonrojadas y sus labios dejando escapar un leve gemido que lo hizo sonreír.

— ¿Qué? ¿Quieres que me detenga? Porque me parece que me habías dado un "sí" por respuesta…

— Maldito pervertido… — murmuró, intentando ahogar un suspiro al sentir sus labios en su cuello, y sin poder evitar besarlo en respuesta. — Te amo.

— También te amo — volvió a besarla, esta vez de forma candente, pero de pronto interrumpió el contacto, aunque ella no le permitió alejarse mucho, por lo que dijo lo siguiente entre dientes, apretado contra sus labios —. Entonces, ¿sí nos vamos a casar?

— No hagas preguntas estúpidas y deja de interrumpir, ¿quieres?

Miroku sonrió ampliamente, preguntándose cómo había esperado tanto tiempo para dar ese paso. Volvió a agarrar a Sango por las caderas y con la mirada le dijo todo, sonrojándola con la simple idea que le estaba transmitiendo. Ciertamente, tenían una larga y placentera noche por delante. Y muchas más, eso era seguro.


¡TA-DÁAAAA! Aquí está - por fin - el último capítulo de este fic. ¿Qué les parece? Yo considero que ambos son bastante idiotas de repente, y frente al amor de sus vidas, se comportan aún más idiotas. Siempre he considerado que Miroku se sentiría poco para Sango, porque la idolatra y quiere lo mejor para ella, de seguro siente que él no se lo podrá dar. Y ella, puede sentirse insegura por toda la experiencia que tiene Miroku, y más si lo siente alejarse de pronto. ¡PERO HAY QUE SER! Todos sabían que se amaban, excepto ellos dos. ¿Qué ciegos, no? Y claro, no podía faltar la consumación de su amor. Espero que haya sido de su agrado, estoy abierta a sus comentarios.

Aquí concluye este proyecto - más corto de lo que suelo escribir, pero aún así, conlleva un gran trabajo. Espero de todo corazón, que estén conformes, pues yo lo estoy. Quiero agradecer enormemente a cada uno de los que se pasó a leer, en especial a quienes dejaron sus bellos comentarios: SangoSarait, GwenMacbain, aby2125, lana diamonds, Loops, SANmar, y muy especialmente, a Nuez, por siempre estar ahí para mis dudas y animándome a seguir escribiendo, esto o cualquier otro proyecto. Las quiero a todas, y espero nos podamos leer en algún otro proyecto. Las invito a pasarse por mis otras historias, si les gusta el MirSan, como también animarse a contribuir al fandom y escribir las propias.

Besos y abrazos a todos, ¡los quiero! Hasta pronto~

Yumi~