Hola a todos.
Este fic participa de la actividad ¡Escribe si puedes!" para el 4 Aniversario del foro I am sherlocked"
Dedicado para Violette Moore.
Primer Prompt.- Es Gracioso Que Digas Eso.
VEINTICUATRO HORAS
Por
Adrel Black
I. Veinticuatro Horas Antes
Eran las 12 del mediodía, Sherlock se detuvo un segundo más de la cuenta mirando la aldaba que colgaba recta, señal inequívoca de que Mycroft estaba dentro.
Llevaba colgado en uno de sus brazos el traje que usaría al día siguiente; él y John habían ido a recoger sus respectivos trajes juntos, pero luego se separaron, John para volver a la clínica y Sherlock para volver a Baker.
El detective soltó un suspiro fastidiado, estuvo tentado a dar media vuelta e irse, pero aquello no serviría de nada, Mycroft le rastrearía el día entero y aunque no dudaba que pudiera evadirle tampoco tenía ánimos de pasar el día cuidándose de las cámaras de seguridad de toda la ciudad.
Encontró a Mycroft sentado en el sillón de John, corrección, solo en el sillón. Aquel ya no era el sillón de John, Sherlock intentó mantener su rostro impasible, pero sabía que no lo estaba logrando.
John ahora vivía con Mary, John se casaría con Mary dentro de veinticuatro horas.
— ¿No es demasiado temprano para las visitas sociales? —preguntó Sherlock mientras dejaba el traje sobre el sofá, pasaba de largo por el salón y se dirigía hacia la ventana evitando que su hermano le mirara el rostro.
Sabía que él podría deducir demasiadas cosas si le daba oportunidad y claro que no quería permitírselo.
Tomó el violín y comenzó a tocar el vals que escribía para la boda de John, en un principio le había parecido que era una canción demasiado trémula para una boda, pero luego de arrugar cada uno de los intentos volvió a su primera idea. Sonaba triste, pero era justo como se sentía para aquel acontecimiento.
—Esa canción parece más la composición de una exnovia melancólica que la de un feliz padrino.
Sherlock paró la música de golpe y dejó el violín sobre el escritorio, se dejó caer en su sofá y miró a su hermano, viéndolo todo desde una perspectiva más fría qué importaba lo que Mycroft leyera en su rostro, no tendría a quien contárselo ni había nada que pudiera hacer para evitarlo, mejorarlo o empeorarlo.
— ¿Qué haces aquí, Mycroft?
—Estoy preocupado por ti.
—No veo el porqué.
— ¿Te has visto en un espejo? —Mycroft le vio con fijeza. — ¿Cuántos días tienes sin dormir? —Al ver que el otro no decía nada el mayor se respondió a sí mismo. —Tres, cuatro. —Nada, ninguna respuesta — ¿Has comido algo?... Sherlock…, no estás usándolas de nuevo, ¿verdad?
—No —el detective se veía cansado, desmejorado, aquella aventura por Europa del Este no le había sentado tan mal como le estaba sentando la boda de John.
—Bien.
—Si eso es todo… —Dijo Sherlock en una clara invitación a que su hermano le dejara solo.
—No es todo —Mycroft se miraba incómodo, como si no supiera bien como continuar, era extraño mirar al Gobierno Británico que aseguraba vivir en un mundo de peces dorados incapaz de afrontar una situación tan terrena como una boda —yo… siempre voy a estar allí para ti.
Sherlock desvió la mirada hacia la puerta del rellano, se podían ver desde allí las escaleras que llevaban a la habitación de John, corrección, a la otra habitación.
—No sé de qué hablas.
—Recuerdas aquel día en el Roland Kerr Further. —Sherlock asintió aunque seguía mirando las escaleras —sé que el Doctor Watson mató por ti entonces.
—No es algo que fuera difícil de deducir.
—Cuando tú y él se alejaron caminaban tan juntos, eran todo sonrisas y miradas, ninguno de los dos parecía del todo consciente, pero para mí era obvio que tu… —Sherlock tenía ahora los ojos cerrados, recordaba muy bien aquellos momentos, desde el instante en que había conocido a John se había dedicado a almacenarlos, todos y cada uno de ellos con extremo cuidado y ahora todos y cada uno de ellos dolían —…te involucrarías demasiado con él.
—Es gracioso que digas eso, debiste decirlo antes, antes de que todo esto ocurriera.
—Puedo hacerme cargo
— ¿Qué harás? Secuestrar a John, asesinar a Mary.
Sherlock sonrió sin gracia, no quería aquello, no quería la ayuda de nadie, quería que le dejaran solo, quería un gramo de heroína al siete por ciento corriéndole por las venas.
—Encontraría una opción que fuera válida para todas las partes.
—Lárgate Mycroft.
El detective se puso de pie y se acercó a la puerta, los ojos le escocían, tenía el pulso y la respiración acelerados además de un dolor punzante a la altura del pecho.
Mycroft se puso de pie y anduvo hacia la puerta.
— ¿Se lo dirás? —preguntó mientras se acercaba a Sherlock.
—No.
—Merece que se lo digas.
—Él no necesita saber eso un día antes de su boda —dijo mientras Mycroft traspasaba el umbral —y yo no necesito que lo sepa —murmuró antes de cerrar la puerta de golpe.
Ok, comenzamos, ya veremos que les parece.
Adrel