CAPITULO 7
LO DIFICIL
Me llego al oído el susurro, de alguien al otro lado de la puerta. No distinguía la conversación, y de hecho tampoco distinguía las voces de los causantes del barullo. Vale, exagero. No era un barullo, pero después de un fin de semana de silencio absoluto con pequeñas interrupciones de mi abuelo, avisando la vista de Karin y Nagato, no había tenido más inconvenientes.
¿Recuerdan que les comente lo del monstro debajo de la cama?
Bueno, en estos momentos, habría sido de muchísima utilidad que ese ser existiera. Hubiera dejado que me llevara a donde se le diera la gana. No podía volver a salir. Asomar mi rubia cabellera al sol, era algo descartado.
Hinata se fue. Se fue y no fui tras ella. Me quede congelado. Suspendido en el tiempo. Cuando llegue a mi casa, lo único que mi cuerpo quiso hacer fue meterse debajo de la cama. Ningún ente extraño me jalo hacia adentro. No apareció nadie que pudiera matarme de un susto.
Sí, totalmente descartado. Debajo de mi cama no hay nada. Monstro inútil.
—Naruto tienes visitas.
Ni siquiera tenía voz para responder. Que patético era.
La puerta se abrió y vi cabellos pelirrojos asomándose por la misma. Gaara cerró la puerta después de entrar. El barullo de afuera continúo. Al parecer no era el único en mi casa.
Vi como Gaara camino hasta llegar a mi cama. Se sentó en la alfombra y no dijo nada por un rato.
—He echado todo a perder. —Dije, porque sabía que Gaara, podía quedarse a vivir ahí eternamente, que solo cumplía su función de darme apoyo moral.
Gaara no respondió.
—Hinata no… no voy a verla nunca más.
La única reacción que conseguí con mi declaración fue un suspiro.
—Tal vez todo se solucione. —Dijo después de un rato.
—No lo hará.
—No me parece algo tan malo.
¿Cómo? «algo tan malo» —¿Tu sabes lo que paso? Por primera vez asome totalmente la cabeza de debajo de la cama.
Con un asentimiento de barbilla, me dio a entender que así era.
—¿Cómo?
Inclino su cabeza. —Lee me dijo.
—¿Y cómo diablos se enteró Cejas? —Salí completamente de debajo de la cama.
—Por la chica de los chongos. No recuerdo su nombre.
—¿¡La novia de su primo!? —Demonios. Estoy muerto.
Mi teléfono sonó. Ese maldito sonido otra vez. —¿Qué pasa?
—¡Gaara! Hinata no me ha llamado. Odio ese maldito tono de mensaje. Cada vez que suena, sé que no es ella, porque ella tiene un tono diferente. Pero eso no evita que mi estómago se contraiga. Es como si una mano siniestra lo apretara y soltara poco después. ¡Es horrible!
El pelirrojo, se limitó a hacer una mueca de horror. —Uzumuaki. —Me llamo serio. —No puedes quedarte a vivir debajo de tu cama.
—Yo creo que sí puedo.
—¡Somos rockstars! —Dijo, intentando imitarme en mi grito de guerra.
Me hubiera gustado sonreír. Porque Gaara animado y medio gritando era una cosa poco común, de hecho, era la primera vez que lo veía haciendo el tonto.
—Vamos Uzumaki. Es nuestro tiempo. Quizá los ha habido mejores, pero este es el nuestro. —Gaara, me hacía un recuento de todo lo que le había dicho. Momentos como cuando murió su madre, o cuando su padre decayó tanto que se desentendió de él y sus hermanos. Vamos, no eran los recuerdos más agradables. Pero yo sabía que había ayudado a Gaara, eso nos había unido. Éramos un par de locos que habían tenido momentos de suma tristeza, pero que habían afrontado las cosas por el lado amable, o al menos inventando ese lado. Caray, hemos pasado por cosas peores que tocar el pecho de una chica. Vale, vale, no solo era una chica. Era Hinata. Pero tal vez si estaba exagerando un poco.
—Seguramente Hinata no me bajara de loco, raro, extraño… pervertido...
—Eres diferente. Nunca dejes de serlo. Eres un caos total y eso es el rock.
—Si lo que intentas es hacer que me dé cuenta de todas las idioteces sin sentido que te he dicho. Lo estas logrando. —Reí por primera vez desde el incidente con mi niña de ojitos de luna.
Gaara, tenía razón, era un rockstar, nací para gritar lo que siento, y disfruto y hago las cosas en el momento. La regué. Pero no es el fin del mundo. —¿Entonces? ¿Voy a verla ahora? —Gaara se levantó y me ofreció su brazo, lo estreche y de un brinco me separe del suelo.
—Primero que nada, báñate Uzumaki.
Olí mis axilas sin discreción. —En serio apesto. —Murmure.
Tenia que gastar todas las oportunidades posibles. Y que mejor, que hacerlo cuando las ideas están frescas en mi mente.
O
Dicho y hecho, me di el más concienzudo baño, que pude haber tenido en la vida. Al salir de mi habitación me encontré con los rostros de casi todas las personas que conocía.
—¿Qué hacen aquí?
—No puedes perderte todo el fin de semana y preguntarnos eso. —Sakura gritando, no era nada raro.
—OK. Pongan atención. —Dije serio e ignorando el alegato de la "rosadita" (como la llamaba Karin) —Voy a salir. Necesito que tú, tú, y tú vengan conmigo.
—¿A dónde vas a ir muchacho? —Pregunto mi abuelo.
—A solucionar las cosas. —A ser yo.
Salí corriendo de ahí con Gaara, Sasuke y Sai.
—¿Qué vamos a hacer? —Pregunto Sai.
—Llevaremos serenata.
—¿Qué dices? —Casi grito Sasuke.
—Serenata. Como mariachis. —Los tres me giraron a ver confundidos.
—¿De qué hablas?
—Ok, no será tanto como mariachis, pero si será una serenata.
O
Llegamos a su casa, armados con un par de guitarras y un pandero.
Gaara y Sai comenzaron a tocar una melodía, mientras yo intentaba cubrir los huecos de la canción con el pandero. Era una canción que yo adoraba. Siempre quise cantársela a alguien. Claro que mi voz chillona y estridente, no servía mucho para cantar. He ahí el «porque» necesitaba a Sasuke.
—You are the sun… you are the only one… My heart is blue… My heart is blue for you…
Después de Sasuke todos empezamos a corear.
—By my, by my little rock and roll queen… By my, by my little rock and roll queen…
Ni siquiera llegamos a la segunda estrofa cuando la puerta de la casa de Hinata se abrió. Nos recibieron unos ojos perlas confundidos y algo molestos.
—¿Qué carajo creen que hacen?
Di un paso al frente, y hable lo más varonil que pude. —Vine a ver a Hinata. —En ese momento no entendí, el porqué de mi pose desafiante, tal vez no era la mejor de las ideas. Pero ya saben, yo todo lo hago sin pensar. Cuando quiero hacer algo, lo hago y ya está. Simple, sin vueltas, sin arrepentimientos.
—¿Quién te crees que eres y con qué derecho vienes a importunar a mi prima? Lárguense antes de que llame a la policía.
—Sereno moreno. —Dijo Sai. —Deja que salga la novia de mi amigo, y nos vamos, sin problema.
—¿Novia? —Me miro detenidamente. —¿Son ustedes los amigos de Lee verdad? —Nos señaló a mí y a Gaara.
Asentimos.
—No sé qué les habrá dicho Lee, pero Hinata, no está interesada en convivir con un grupo de musiquillos de cuarta como ustedes.
¿Musiquillos de cuarta? ¿Cómo dijo?
—¡Oye!... —El grito de Sasuke fue interrumpido cuando la puerta se abrió una vez, más.
—Neji, cálmate. Él es amigo de Hinata. —Su novia lo tomaba del brazo e intentaba hacer que retrocediera.
—¿Amigo? ¿Hinata amigo de este carbón? —Rugió el castaño.
—Tengo fama de ser un carbón, y a veces lo soy, es cierto. —Le interrumpí. —Pero aun así, siendo un desastre, los sentimientos que tengo por Hinata son sinceros.
—¿De qué carajo hablas?
—Yo… —pensé en Hinata. Nos vi a nosotros, mis amigos algo molestos por el tono del tal Neji y la reacción de la novia del mismo. Hinata no había salido. No había salido a ver el desastre que estábamos haciendo fuera de su casa. Temí, me corrió una angustia atroz, al pensar que a ella no le importara mi presencia. Que todo lo que pude haber recorrido con ella ya había pasado de tiempo.
Recordé su rostro en el cine y le di sentido a varias cosas importantes:
La primera: me di cuenta porque me quede como bobo mirándola en el cine, ella no se percataba de que lo hacía y así la podía ver siendo ella, solamente y eso fue mejor que cualquier cosa que hubiera visto jamás. Ella naturalmente.
La segunda: Estaba muerto de miedo, de verdad paralizado en ese momento porque ella me gustaba. Ya sé lo que piensan "Claro que te gusta, eso había quedado en evidencia hace mucho." Pero no era solo eso. Me asustaba porque nunca había querido así a nadie. Porque tenía miedo de no verla, de que se olvidara de mí y encontrara a alguien mejor. Lo que, dicho sea de paso, era muy posible.
—¿Piensas hablar? —Neji, seguía con sus ojos claros mirándome enojado. Estoy seguro que si hubiera dicho, «me gusta tu novia», no se habría puesto tan loco. Ahora que lo pienso, me salte la investigación. Shikamaru ya no me paso datos relevantes de la familia y no supe si alguien hablo con Lee, y… ¡rayos!, no se me ocurrió preguntarle a Gaara.
—¡Estoy enamorado de ella! —Fue todo muy extraño, escuche esas palabras como su hubieran salido de mi boca en un grito lastimero, de hecho creo que si habían salido de mi boca, por lo que… sí, las había dicho yo.
La puerta de su casa se abrió lentamente de nuevo y la vi. La vi una vez más. Parada a lado de la puerta, con sus mejillas teñidas de carmín y sus ojitos de luna brillantes y risueños. —¿Eso es verdad? —Pregunto algo nerviosa.
—Hi… Hinata… yo, esto… —aclare mi garganta. —Sí, es cierto. Realmente, estoy enamorado de ti. De verdad me gustas mucho y quiero que sepas que si yo tuviera la opción de salir con cualquiera en el mundo entero, yo te elegiría a ti en todo siempre. Simplemente verte, sentarme en un sofá contigo, comer una pizza y ver algún programa de tv. Elegiría siempre, estar a tu lado.
Mi legua se había disparado y había dicho cursilería y media. Pero no me importaba. —Yo no soy de los que se callan las cosas. Soy un raro, maniático, tal vez algo pervertido, no lo sé. Mis rarezas son algo extremas en ocasiones. Pero necesito, quiero, de verdad quiero que me des una oportunidad para estar juntos.
El silencio reino el espacio unos minutos. Nadie se atrevía a decir nada. Hinata aún no se alejaba de la puerta de su casa y yo de milagro no había muerto en ese instante.
—Naruto, —Sus labios se movieron y formaron la palabra que más había escuchado a lo largo de mi vida, pero que jamás me había parecido más agradable escuchar. Mi nombre. —Yo… —Bajo la mirada y jugo un poco con sus dedos. —Me… —levanto el rostro cubierto de un rojo intenso y me miro. Fue hermoso. —Me gusta la gente, que si te extraña te busca, si te quiere lo dice, y si algo le molesta, no se calla. —Me sonrió. Y esa fue mi bandera de salida para mandarlo al carajo todo. —Me gustas tú y todas tus rarezas.
Camine hacia ella y la bese, no me importo que ahí estuviera Neji, o quien fuera… acaricie levemente sus labios con los míos, apenas rozándolos. —No te asustes si se me cae un diente. —Le susurre.
Ella se alejo y abrió mucho los ojos. —¡Naruto! —Me reprocho la pequeña broma.
—Te quiero. —Le dije en voz baja. Una y otra vez.
Enamorarse no tiene mayor mérito, lo comprobé. Enamorarse es fácil.
Lo realmente difícil, es salir entero de una historia de amor.
Yo espero, no salir jamás de esta.
* F I N *